C20
Amber POV
—¿¡Estás hablando en serio!? No, no, no ¡Es una locura! —Karen se volvió loca cuando le conté absolutamente todo recién llegando a mi cuarto de hotel, a pesar de la hora yo no pude contenerme más y tuve que decírselo, no podría esperar hasta regresar a Chicago, la impaciencia me devoraba. —¡Tom Monihan! Por dios, me es imposible de creer todo lo que me estás diciendo, no te lo creo.
—No creo que sea mentira todo lo que me contó, me dijo que si quería comprobarlo hablara con Tom o si era necesario podría darme su historial en la clínica —recordé la seguridad de Evan al decirme eso último, no tuvo nada que temer respecto a conseguirlo, todavía seguía escéptica respecto a todo lo que dijo pues no creerle ahora se me había hecho un hábito muy marcado —¿Crees que es verdad?
La otra línea quedó en silencio, Karen empezó a titubear y luego a tartamudear.
—No...no lo sé...se oye tan convincente pero...—inhaló profundamente —Dudo que Tom se haya prestado a ese juego si resulta ser todo esto mentira, así que....parece ser verdad, podemos comprobarlo, tal vez consiga el historial médico, ¿Puedes pedírselo a Tom? Y así podría ir por el a la clínica, siempre y cuando mantenga al tanto a los encargados de que seré yo quien vaya a recogerlo.
Admití la misma curiosidad por aquel historial médico, quería verlo y confirmar todo esto.
—Seguro, veré si mañana en la convención puedo hablar con él. Espero no haya sido una molestia mi llamada.
Rió entre dientes, a juzgar por el tono de voz cuando aceptó mi llamada, ella debía estar durmiendo o recién despertando.
—No te disculpes, la verdad es que ya me hubiera tenido que levantar en veinte minutos —la interrumpió un bostezo y prosiguió —Así que tu llamada y todo esto que me has dicho me terminaron de despertar, no ocuparé mi café.
—Es una locura, ¿Verdad? De todos los lugares del mundo tuvimos que encontrarnos en el mismo, podría jurar que estaba a salvo, segura de que era el lugar menos probable de verlo otra vez. —solté una risa infeliz, débil, este viaje lo era todo para mí, estaba tan emocionada de venir y sin esperarlo mi felicidad se derrumbó delante de mis ojos al verlo entrar a la habitación. —¿Por qué aquí?
—El destino es tan complejo, no sé que planes tiene para nosotros pero de algo te puedo decir y con mucha seguridad, ese encuentro tuvo que suceder por una razón. Yo estaba a unos días de finalmente contratar a un detective privado para tener algunas noticias suyas y esta llamada me quitó un peso de encima. ¿Recuerdas que nos preguntábamos por su paradero?
—Sí
—Parece que algo nos escuchó y nos trajo a Evan no solo vivo, también diferente, ¿Cómo es que luce ahora?
Sonreí en automático, en ese instante su imagen en el restaurante apareció en mis recuerdos, lo atractivo que se veía, la forma en que detuvo el tiempo a nuestro alrededor mientras se mantuvo hablando y explicando su desaparición mientras su voz me mantenía ausente y perdida, era musical, varonil y seductora, la extrañaba, la forma en que sus ojos me veían, esa intensidad, esa adoración que escondió pero que tampoco ocultó del todo, su presencia se había significado bastante pero me era difícil añorarla como antes por el dolor que todavía persistía.
—Diferente, puedes verlo y reconocerlo pero resulta alguien distinto, cuando sabes a que se debe, entiendes lo cambiado que se ve.
—No lo dudo. Diablos —escuche que resoplaba, podía jurar que sentía una clase de arrepentimiento, su voz baja lo decía —Le dije cosas terribles la última vez que nos vimos, no justifico lo que hizo, fue horrible pero es mi hermano menor y supongo que debí apoyarlo cuando vi que Jordan lo estaba dañando.
—Lo hiciste, claro que fue así. Te preocupaste por él.
—Yo estaba aprendiendo a ser madre, no podía cuidar de dos personas y menos de alguien que ya era consciente de sus actos. Debí hacerlo, mamá lo hubiera hecho.
—No eras su madre —le recordé en tono conciliador y cariñoso —Él no necesitaba que lo cuidaran, tú se lo advertiste y no quiso escuchar, fue un rebelde, ese era su problema, no le gustaba ser mandado por nadie.
A pesar de mi intento por animarla, yo sabía que su culpa perduraría, ella tenía muchos sentimientos encontrados tanto como yo, luchar con palabras de aliento no harían el acto mágico de desaparecerlo.
—Debí estar detrás de él —se lamentó con voz abatida —Pienso en las cosas que hubieran pasado si él mismo no hubiera decidido cambiar, ¿Qué crees tú que lo alentó a hacerlo?
Suspiré, cavilé una y otra vez, dándole vueltas a todo pues no conocimos la vida de Evan mientras despareció, la vida que tenía justo antes de buscar a Tom, ¿Habrá hecho algo que le abrió los ojos?
—No lo sé —repuse con aire pensativo, mordiéndome el labio, dubitativa. —Pero me gustaría saberlo en verdad.
(...)
Evan POV
La lista de los invitados en la convención parecía no tener fin, seguir a Tom por todos lados me dejó agotado, solo habían pasado alrededor de tres días y juraba que habían pasado siete; como Tom iba claramente como invitado, le tocaba relacionarse con la mayoría de los invitados también, así que uno de mis muchos trabajos era tratar de recordarle todo su itinerario y preparar sus citas con varios empresarios importantes que se hallaban en busca de buenas compañías. Pronto sería el turno de exhibir nuestra empresa, así que también formé parte de la planeación de exhibición.
Tom y yo estábamos en una habitación de hotel que compartíamos, era muy amplia y lujosa, creí que sería algo modesto pero por nuestra estadía de dos semanas, supongo que entendía porque quería tener todas las necesidades cubiertas.
—Estas papas están deliciosas —Tom estaba comiendo de un gran plato, papas hervidas con especias y aceite de oliva, comía con tanta frenesí que las engulló todas.
Sonreí con discreción, habíamos pasado toda la mañana preparando unas cosas que debíamos exponer a unos cuantos socios, yo no había dormido bien pero desayunamos lo suficiente para seguir manteniéndonos despiertos, ya era casi mediodía y Tom seguía disfrutando de sus papas, macarrón con queso y una rebanada de pizza
Después se rindió con un suspiro, estaba lleno y no se había terminado ni la mitad.
—Estoy satisfecho, ¿Quieres un poco?
Negué, yo seguía comiendo mi ensalada y pollo, había tratado de no comer más comida chatarra, ahora hacía un poco de ejercicio y eso me hacía sentir muy bien, no pensaba dejar la rutina.
—Estoy bien —le aseguré, casi sobre una risa al verlo realmente mal, parecía que la comida el lugar de ayudarlo le había perjudicado.
—Ya estás en forma, si de por sí muchas chicas en la oficina te miran todo el tiempo, con cuerpo de Hércules seguro que se te vienen encima.
Me eché a reír, no podía negar que había unas cuantas chicas que de hecho me habían estado viendo desde el tiempo en que entré a la compañía, ellas mismas a veces pensaban que no me daba cuenta cuando esperaban a que yo subiera al ascensor y entraban al mismo tiempo o incluso deseaban sentarse conmigo en el comedor (cuando lo hacía a veces) prefería salir a comer a un lugar barato yo solo.
—Lo hago por mí, no por ellas, además, dudo que se logre ver con los suéteres que me diste, no es por nada pero tu novia tenía gustos extraños, aunque debo admitir que son muy cálidos.
Él también se echó a reír pero después hizo un gesto cuando sintió dolor en el estómago.
—Siempre quise decírselo —admitió con cierto arrepentimiento —Nunca los hubiera tenido estorbando en mi closet. Por cierto, ¿Cuando es mi próxima cita?
—A las tres.
Meditó un poco, creí que lo hacía para bajar la sensación de pesadez de la comida pero me vio a mí con decisión
—Apenas son las doce, ¿Por qué no te vas a pasear un rato? Te he tenido trabajando sin parar estos tres días, además, necesito un respiro también yo de todo este trabajo, quisiera darme una vuelta y ver el bar del hotel.
—No creo que debas beber.
—No iré a beber —sonrió, después entendí a que se refería —Hace días vi a una chica linda que siempre va y toma ginger a las doce y media, la he visto en la convención, quiero sacarle platica, espero no me lancé un vaso encima.
—Solo no seas insistente, un no es un no.
—Eso sería algo que definitivamente no dirías.
Lo miré fijamente, un poco descompuesto, mi expresión fúnebre debió ser suficiente razón para desviar sus ojos.
—Lo sé, para mí nunca existió el "no" pero desde que perdí muchas cosas y fui incapaz de recuperarlas, supe que traerlas a la fuerza no era el mejor método, lo que no es para ti, no es para ti y listo.
—¿Y que me dices sobre esa frase de que el que persevera alcanza?
—Es diferente, creo que la vida se hará cargo de traer a quien mereces, insistir con alguien incorrecto es una tragedia y tiempo perdido.
Después de ello, Tom se fue a cambiar de ropa, supongo que deseaba con todas sus fuerzas darle razones a la chica para que se fijara en él; me quedé en la habitación un poco más para consultar algo en la computadora, Tom se fue y yo aproveche para hacer una llamada, esperando que respondiera Sebastian, después de años quería volver a encontrarme con él y esta oportunidad era perfecta para ir a visitarlo, si es que aún vivía en Paris.
A los seis timbrazos iba a rendirme pero escuché como levantaban el teléfono y una voz femenina respondió, sonreí tan fuerte que el golpe nostálgicos de los recuerdos no fueron tristes, sino felices.
(...)
Pasé fácilmente casi una hora hablando con Mónica por teléfono, hablamos un poco más de Sebastian que de mí pues prefería hacerlo cuando fuera a su casa, por suerte todavía vivían dónde siempre así que llegar no sería nada del otro mundo, recordé el bus que tomaba para llegar a su casa así que fui solo por todo el camino hasta llegar.
Su casa seguía siendo la más bonita del vecindario, la verdad es que era un buen vecindario, no era lujoso pero no faltaba mucho para que lo fuera, el patrimonio que le dejó su esposo fue muy bueno, la casa podía pasar de generación en generación, si no fuese por un detalle de Sebastian, después de su accidente (que no supe hasta ahora) le sería imposible tener hijos, no pude creer todo lo que su madre me contó, debía verlo por mi mismo.
Mónica fue quien me abrió, lleve de regalo unos macarrones y ella me abrazó encantada, había perdido peso, ella era más regordeta la última vez que la vi ya que amaba cocinar pasta, siempre lo hacía para mi, Karen y Sebastian, también para mi madre y ella la ayudaba muchas veces. Su rostro seguía igual de redondo, sus pómulos grandes y sus ojos grises iguales de traviesos, destellantes y entusiastas.
—¡Pasa, pasa Evan! Por favor —su pronunciado acento francés seguía igual, me volvía a traer recuerdos increíbles de mi infancia y parte de mi adolescencia. —¡Cuando llamaste no pensé que eras tú! Mírate nada más, eres un hombre apuesto, después de la llamada que tuvimos me has dejado con dudas sobre Karen.
—Hay mucho que decir —sonreí nervioso, habían pasado años —La verdad quisiera ver a Sebastian. ¿Cómo está?
La sonrisa de Mónica se apagó solo un poco, sabía que ninguna visita ni por más sorpresiva que fuera podría curar ni aliviar lo que le había pasado a su hijo; luego de sufrir un accidente estando sin querer en un atentado terrorista justo en un bar donde pasó la noche con amigos, Sebastian sufrió quemaduras de tercer grado en el 50% de su cuerpo y rostro, perdió una pierna y sufrido muchas heridas superficiales que al menos sanaron.
—En el estudio, pintando, ya sabes que lo ama con locura, le dije que venías y me ha pedio cocinar pasta de nuevo, ¿Tú crees? Adelante, es tu casa, hijo, ve con él.
Fui hacia el estudio, me sabía el camino de memoria, la verdad es que no tenia de como comportarme cuando lo viera después de años, Sebastian era como un hermano para mí, lo quería mucho y esperaba que mi presencia le sentara bien, quería platicarle todo y tener charlas como en los viejos tiempos. Me acerqué a la puerta y escuché que hablaba con alguien, al parecer no era un amigo, era una voz femenina dulce y delicada, estaban platicando sobre la pintura que estaba haciendo Sebastian, creí reconocer esa voz de mujer pero mis recuerdos estaban muy borrosos y era difícil acertar.
Toqué a la puerta y la abrí, en efecto Sebastian no estaba solo, estaba sentado frente a su caballete y su lienzo, a lado de él estaba una mujer quien no dudó ni dos segundos en gritar mi nombre y levantarse del sofá desde donde veía el trabajo de Sebastian.
—¿Evan? ¿¡Eres tú!?
Después de que sus ojos azules se abrieran por completo y su sonrisa se desplegara por su rostro, aquellas facciones resultaron familiares para mí.
—Audrey —dije su nombre con pequeño temblor, ella se acercó sin titubear y me abrazó, el recibimiento me dejó atónito y me abrumó un poco.
Creí que no la volvería a ver, bueno, tendría que haberlo hecho algún día, era la prima de Sebastian pero seguro él no sabía lo que habíamos tenido ella y yo, algo demasiado íntimo que ni ella y yo íbamos a poder olvidar, ¿Quién lo haría? Estaba abrazando a la mujer con quien perdí mi virginidad y ella con quien perdió la suya.
Supuse que esta charla duraría más del tiempo que me brindó Tom de descanso, era escarbar en mi pasado una vez más, esté me seguía , obligándome a no sé que pero me traía de nuevo a viejos amigos, viejos amores, reviviendo recuerdos que parecían durar una eternidad.
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