Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4

Capítulo 4: Entrada al peligro

Una vez, imaginé comenzar algo que puede que nunca llegara a completar.




Nos separamos del agente seleccionado al llegar a un punto muerto.

Más tarde, un número de tres hombres llegaron y nos subimos a una avioneta en la que nos llevaron con los ojos vendados. Al parecer estaba muy lejos ya que había escuchado que llevábamos conduciendo más de tres horas. De un momento a otro nos despojaron de las cintas y nos adentramos a una especie de llanura soleada donde había varias camionetas aparcadas, el conductor se detuvo cerca de ellos. Nos bajamos y nos acercamos poniéndonos detrás de los primeros que habían llegado.

Estábamos preparados, Nathan llevaba en su cinturón con los espacios para las navajas, dos pistolas en sus botas trenzadas, una en su mano derecha, también teníamos las piezas de armamento de tecnología avanzada en una bolsa.

—Solo vendrán con nosotros diez hombres.  —decía un hombre con un traje gris de rayas blancas y tenía una metralleta en la mano con su correa alrededor del cuello— Para poder trabajar con nosotros tendréis que ganar a estos pequeños hombres.

Pequeños hombres dice...

Detrás de él, donde estaba la camioneta bajaron 5 hombres bastante corpulentos, con cara de tener mucha sed de sangre, uno de ellos era el más alto y parecía ser que ni la ropa le cabía de lo ajustada que estaba. No lo había tocado pero creo que su cuerpo parecía más a un muro que a un humano.

Nathan observa algo en un punto concreto, y dirigí mi mirada hacia el mismo lugar encontrándome con Jake Walsh, se dió cuenta que alguien lo observaba por lo que miró hacia alrededor hasta encontrarnos, nos reconocido enseguida realizando un leve asentimiento de cabeza como comunicando de que ya sabía lo que teníamos que hacer.

—Adelante. —nos dijo el hombre que al parecer iba a dirigir la escuadra de guardias— Sin pistolas, claro está.

Soltó una carcajada seguramente imaginando que esto sería divertido.
Los que estaban más cerca se miraron antes de ir a por los pequeños gigantes, en menos de la velocidad de un suspiro, estos cayeron al suelo.

Varios empezaron a coger sus armas en mano, dispuestos a atacar y demostrar que querían el trabajo, teníamos que hacerlo bien para poder entrar al lugar donde nos llevarían y poder destapar el narcotráfico de los Wilson.

El más grande estaba machacando cabezas, mientras que la mayoría iban hacia los demás demostrando que no se acercarán al grandullón ni en broma. Todavía no hicimos nada, solo nos miramos Nathan y yo, a la espera de más espacio para poder ir a por ellos, ya que algunos estaban quietos sin saber que hacer o esperar a que se cansaran para poder atacar como nosotros. Cuando vimos que algunos no se levantaban ya decía que esto no iba ser fácil.

—Vamos por el grande, lo acabamos y nos ganamos un puesto —me dice Nathan, veo a Jake que está esperando a que hagamos algo. Teníamos confianza en nosotros, al menos podíamos empezar por allí.

Asiento antes de esquivar a un grupo de personas, hasta llegar al grandullón, estaba con un tipo que parecía poder darle cara, así que le ayudamos. Sacamos nuestras navajas, me acerqué a él por la espalda sujetándolo por el cuello listo para hacer una llave, pero este fue hábil y se tiró conmigo de espaldas aplastandome contra el suelo. Mi compañero le hizo una herida profunda en el muslo, haciendo que pudiera salir debajo de él.

El otro chaval de más o menos nuestra edad, se apresuró a sujetarle por el cuello mientras le golpeaba puñetazos pero con un cabezazo se deshizo de él. Vino a por nosotros muy cabreado, parecía echar humo pero antes de que eso pasara, lo rodeamos entre los tres.

—Tú por los pies, tú por los brazos y yo el cuello —iba señalando mientras gritaba encima del jaleo que había, indicando que así podíamos tumbarlo. Nathan le dió una patada en las rodillas dejándole sin estabilidad, el otro tipo le hizo rápidamente una llave con los brazos y yo rodeé mi brazo a su cuello, para dejarle sin respiración, pero al ver que no caía inconsciente…

—¡Hazlo ya! —gritó el tipo que al parecer se le iba a escapar de los brazos, con la navaja que aún sostenía en mi mano derecha, le rajé el cuello para después los tres soltarlo a la vez y ver como caía ensangrentado.

Nos miramos entre los tres con nuestras respiraciones aceleradas, el hombre con traje venía aplaudiendo hacia nuestro lugar con Jake por detrás. El hombre miraba el cuerpo sonriente antes de que con un silbido hiciera que los demás paraban de luchar.

—Éstos son las personas que quiero conmigo. —intentaba sonreír de manera sádica pero solo mostraba sus asquerosos dientes, los cuales con mirarlos tenías ganas de vomitar— Estáis dentro.

Asentimos de acuerdo con su elección.

—Estoy de acuerdo —esta vez habló Jake, ya no hacía falta decir que éramos amigos suyos para entrar, porque ese sería el plan b si no hubiésemos podido con el grandullón.

Pero no necesitamos ninguna excusa para demostrar que somos lo que somos.

—¡Los demás que han aguantado con vida también, necesitaremos a más hombres! —Varias personas quedaron vivas, otros quedaron inconscientes o sin vida, no sé… Pero tres de los grandecitos que había que derrotar, seguían en perfecto estado, fueron los primeros en subir furiosos a la camioneta de la que bajaron. Los demás subieron detrás de muchos de los guardaespaldas que sujetaban una ametralladora.

—Vosotros tres subiréis conmigo.


                                              *********





Llegamos a una especie de mansión de gran tamaño, rodeada por más de cincuenta guardias, varios llevaban gafas de sol oscuras que no podías ver sus ojos, la mayoría se vestían igual, zapatos con un traje ajustado o hecho a medida con un auricular puesto en la oreja para poder comunicarse entre todos, y sus respectivas armas a mano. Todos con un porte serio y vigilando hacia todos lados. Al llegar, la gran reja se abrió ante nosotros, bajamos después de que nos abrieran la puerta, nos pusimos todos delante de Jake y el hombre anterior, en la entrada del patio estaba un chico joven de unos treinta y pocos, pelo castaño dorado, ojos azul celeste, tenía barba de varios días, y una sonrisa característica que parecía no parar de planear cosas en su mente perversa, iba vestido de una camisa blanca con los botones de arriba sin abrochar que se veía el pecho en donde estaba colgando una cadena de oro y las mangas dobladas hasta el codo, unos pantalones azul marino de traje con unos zapatos elegantes del mismo color, y un reloj caro en su muñeca izquierda.

Seguro debe de ser Daniel Wilson

Tres guardias más y Jake que son los que se encontraban delante le hicieron una especie de reverencia con la cabeza antes de acercarse a hablar con él. Daniel les dijo algo antes de encaminarse de vuelta por la entrada de la mansión.




Claire

—Aquí está el café que pidió señorita —me dijo la azafata mientras ponía el café delante de mí.

Le di la gracias con una sonrisa que ella me correspondió antes de darse la vuelta y seguir con su trabajo. Me encontraba en uno de los aviones privados de mi padre directo a la ciudad londinense hacia uno de los mejores hoteles.

—Tenemos que ir de compras, quiero comprar unas botas que nos quedarían de muerte. —en el asiento de delante se encontraba mi mejor amiga Sara viendo unas revistas de moda —Que bien que me llamaras me encontraba muy aburrida amiga, pero ya que estoy aquí, nos la pasaremos muy bien.

Le sonreí antes de ponernos el cinturón, cuando el piloto dijo que íbamos a aterrizar.

Después de aterrizar y que mis guardaespaldas revisaran el área, cogí el brazo de mi amiga y fuimos hacia la puerta. La luz del sol era muy intensa por lo que nos pusimos nuestras gafas y el viento nos revolvía el pelo, una de mis camionetas nos estaba esperando para llevarnos directo al hotel.

—Estoy agotada, me daré un largo baño cuando lleguemos— me dijo mientras íbamos en coche. Me recosté con la cabeza en la ventana viendo la ciudad a nuestro paso, ya estuve aquí muchas veces pero cada que voy a un sitio me encanta observar. Tenía que hacer que el señor con el que iba a quedar para comer en tres horas, firmase rápido y sin tonterías para así gastar el día haciendo compras y paseando por la ciudad.

En la entrada de The Lanesborough London, nos abrieron la puerta mientras tanto dos empleados cogían nuestras maletas y el mayordomo nos acompañaba a recepción.

—Bienvenida de nuevo señorita Wilson. —le sonreí a modo de agradecimiento al igual que mi amiga cuando la saludó— El mayordomo nos acompañó hasta la suite presidencial de siempre, ya que mi padre tenía el treinta y cinco por ciento de acciones de este lugar, subimos en el ascensor hasta la última planta, recorrimos el ancho pasillo y al llegar nos adentramos a la gran suite de dos habitaciones separadas, un gran salón, comedor, y grandes y espaciosas ventanas del techo al suelo. Las maletas ya se encontraban en las habitaciones cuando entramos.

—¡Me daré un baño largo en el jacuzzi! —me gritó Sara antes de desaparecer del lugar.

Fui hacia el balcón, a tomar el aire londinense, no todos los días podía aprovechar la luz del sol en esta ciudad, ya que mayormente estaba siempre cubierta de nubes.

Unas dos horas y media más tarde, nos encontrábamos en uno de los restaurantes más recomendados de Londres, cerca del London Eye, además de que el río Támesis se veía precioso desde aquí.

—Sigadme señoritas, por favor. —después de decir el nombre de quien había reservado nuestra mesa, pasamos detrás suya mientras me agarraba del brazo para caminar juntas, sonreímos a los tantos hombres y mujeres adineradas que se encontraban allí, no era cuestión de si los conocíamos o no simplemente en este restaurante era habitual saludar a los demás ya que nos encontramos en la misma clase social— Por aquí, por favor —se despidió con una leve reverencia antes de volver a su puesto.

Dos hombres de la mesa en cuál tendríamos la reunión se levantaron para saludarnos. Uno de ellos parecía de unos cuarenta y pocos y sostenía una maleta, tenía buen aspecto que le hacía relucir más joven sino fuera por las arrugas alrededor de los ojos, y el otro que se encontraba al lado, era más joven, sus ojos verdes me impresionaron desde el principio, no estaba serio pero tampoco sonreía, no podía saber en qué ánimo andaba, lo que me pareció muy interesante. El mayor se acercó a besarnos la mano antes de llevar a mi amiga hacia la silla donde se iba a sentar, el otro hombre también lo hizo conmigo sin embargo, me sentía un poco incómoda cuando se acercó, podía sentir su mirada en mi nuca, mientras arrastraba la silla para yo enseguida tomar asiento a su lado.

—Nos encanta que se encuentre en nuestra ciudad señorita Wilson, ¿como se encuentra Alexander? —Me encontraba con el señor Fox, el que tenía que firmar el contrato hecho por mi padre para volver a dárselo.

—Muy bien gracias, también me alegro de venir. Amo Londres, —Sara se encontraba mirando la carta ajena a la mirada que recibía del señor Fox— pero estoy aquí para finalizar el contrato, usted ya sabe.

—Claro que sí….pero antes vamos a comer —estuve de acuerdo, llamó al camarero que nos atendió rápidamente, e iniciamos comiendo mientras que el señor Fox hablaba de sus buenas ganancias ganadas hace poco, sinceramente me lo imaginé con cara de alguien que intimidaba o que daría algo de miedo pero no, el hombre frente a mi parecía muy aburrido pero al igual que todos le gustaba contar sobre el dinero que poseían.

En cambio, el joven a mi lado que no abrió su boca en todo momento seguía con la vista fija en mí, eso ya si daba repelús, en todo ese tiempo no pude llenar mi estómago bajo la mirada de los ojos verdes, mientras que Sara parecía que se entretenía con el móvil.

—Aquí traigo el contrato señor Fox, debo pedirle que lo firme para que nuestro nuevo producto se pueda enviar.

Al terminar todos de comer, saqué el contrato y un boli y se lo puse delante, para no alargar más el tiempo.
El señor Fox me miró confuso, ya que sus cejas se encontraban fruncidas, antes de darse cuenta.

—Señorita Wilson, yo no soy el señor Fox.

¡¿Qué?!

La risa de mi amiga me pilló desprevenida antes de sacarme una foto, para continuar riéndose.

—Lo siento, es que tu cara me ha matado.  —seguía riéndose, hasta ponerse seria— A ver señor, estamos perdiendo tiempo con usted porque se supone que es el señor Fox y, ¿a buenas horas nos lo dice?, Estaríamos de compras por las tiendas de Londres y he tenido que aguantar estar una hora y media aquí.

—Yo soy el señor Fox —por primera vez el joven hombre a mi lado abrió sus labios para hablar, dejándome perpleja por unos segundos. La persona que no paró de hacerme sentir incómoda en ese tiempo, al girar mi rostro hacia él parecía que la situación le divertía. Tenía una bonita sonrisa.

—Así que usted…—el tipo asintió, volví a coger el contrato con el bolígrafo en mano para que lo firmase, no me a iba dejar intimidar así que con una sonrisa coqueta le seguí la jugada— Mi padre y usted ya negociaron, así que firme el contrato.

Con su copa de vino en la mano, la removió unos segundos antes de empezar a hablar.

—¿Por qué la prisa?

Me miró a los ojos, sus ojos brillaban demasiado parecía un chico tenaz e inteligente y encima esa sonrisa seguía allí, plasmada en su rostro. Le encanta jugar.

No podía irme sin el contrato firmado, sabía jugar sus cartas.

—¿Y por qué tanta demora por una sola firma? —su sonrisa se extendió un poco más.

—Bueno…, eso sería muy aburrido, ¿no? Quiero invitarla esta noche y allí la firmaré. —se levantó de su lugar acabándose su copa de vino, lo mismo hizo su acompañante— Iré a recogerla a las nueve

Dejó el dinero de la cuenta, más algo de propina encima de la mesa.

Pero antes de rechistar, volvió a besar mi mano y las dos presencias masculinas que se encontraban con nosotras hace unos segundos ahora se dirigían hacia la salida.

—¡Tengo que venir a más reuniones contigo! Hasta yo sentí lo que pasaba en este lugar y creo que el falso señor Fox también.

Como si quisiera algo con ese tipo.

                                                        **********



Mi reflejo se veía muy bien la verdad, pasé mis manos sobre el vestido negro que Sara elijió en una de las tantas tiendas que fuimos. Después de darme una ducha y arreglarme, ví la hora y quedaban menos de 5 minutos, ahora mismo me gustaría ser mi mejor amiga, se encontraba con una bolsa de palomitas y un pijama que se ve bastante calentito y cómodo mientras mira My mad fat diary.

—No tomes alcohol porque no estaré para cuidarte— le hago caso, nada de alcohol esta noche con alguien que no conozco. Aunque estaré con mis dos guardaespaldas y mi arma, quién sabe lo que podría pasar con desconocidos.

Bajo por el ascensor y al salir me encuentro a Fox delante de una limusina esperándome. No voy a negar que es atractivo y se ve realmente bien con ese traje ajustado negro, me acerco hasta quedar ante él que me observa demasiado sonriente.

—Buenas noches, señorita Wilson. —me vuelve a besar el dorso de la mano como esta tarde —Se encuentra realmente hermosa.

—Llámame Claire mejor, —sus dientes blancos relucían en la noche que me hizo sonreír también— está usted muy bien también, señor Fox.

—Simplemente Nate, —me ayuda adentrarme en su limosna— iremos a una de mis propiedades, no se encuentra muy lejos.

Conversamos un poco acerca del contrato, mientras música relajante inunda la limusina, treinta minutos después llegamos a lo que parece ser una discoteca, nos adentramos con nuestros guardaespaldas atrás pasando sin saludar a nadie. Al entrar la música electrónica penetra mis oídos, nos dejan espacio para pasar, pero se ve que está muy lleno.
Me cogió de la mano, no protesté porque si lo soltaba me podía perder en este gigante lugar. Mi hermano Daniel es dueño de una cantidad de discotecas que casi nunca voy, porque a veces soy de esas que simplemente le gusta tomarme una copa de vino mientras estoy en la piscina para relajarme o estar haciendo mis cosas. No soy una chica de salir mucho de fiesta ya que no siempre tengo tiempo libre, pero cuando salgo con Sara lo disfruto al límite.

Subimos por una larga escalera en la cual había varias parejas besándose, nos encaminamos hacia la parte más alta del edificio. Aquí la música era más baja, aunque también se escuchaba la de discoteca, esta sala era más intima con las luces de color rojo y púrpura en tonos suaves, Nate y yo seguíamos cojidos de la mano hasta una gran mesa en la cual estaba en una especie de balcón que se podía ver todo el lugar.

—Siéntate como en casa, ahora nos traerán algo de picar —uno de los trabajadores que estaba cerca asintió antes de marcharse con una bandeja en mano. –Cuéntame de ti.

—¿Por qué debería hacerlo? —el chico a mi lado sonrió de manera descarada. Me ofreció una copa al cual rechacé.

—Dura e inteligente, me gusta —se acercó a mí susurrando en mi oído izquierdo, me giré a verlo no iba a negar que es realmente atractivo pero no creo que fuese mi tipo aunque sus ojos verdes eran hipnóticos, no podía parar de verlos, mientras con su nariz acariciaba la mía durante varios segundos creo que esperaba a que yo le besara pero estaba por cuestión de un trabajo que simplemente era convencerlo de firmar un puñetero papel, pero en ese momento sus manos acariciaban mi cintura y su nariz seguía acariciando la mía, y lo único que pasaba por mi mente es que tenía que alejarme.

—Ahora lo que me apetece es bailar.

Me lleva hacia el centro, en esta planta de arriba no había mucha gente ya que no todos podían estar en la parte vip, y comenzamos a movernos al ritmo lento de la música, lo primero que me sorprendió fue que se pudiera mover tan bien.

Sus facciones eran demasiado bonitas, no tenía barba yo le pondría de unos veintitrés como máximo, sus labios eran finos y su cabello castaño algo revuelto ahora con ganas de acariciarlo. Sin embargo, lo más embriagador eran sus ojos verdes, de un verde esmeralda que sin duda en poco tiempo me estaba hipnotizando.

—Eres demasiado hermosa —me quería reír, eso ya lo sabía, no lo iba a negar ni tampoco avergonzar, mi madre siempre fue bella y eso lo heredé de ella, y encima me cuido, ya estaba acostumbrada a los cumplidos. Después de un rato, al ver al camarero traer nuestros platos a la mesa, fuimos hasta allí.

Al sentarnos, nos sonreímos antes de empezar a cenar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro