Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Capítulo 10

Germán se puso contento cuando terminó con su último cliente a las 7 de la tarde. Rápidamente llamó a Tomás para avisarle que iría temprano a su casa para comer con ellos, se baño y se puso su mejor ropa, y se preparo para salir; cuando fue a tomar su celular éste empezó a sonar. – por favor otro cliente no – rogaba. Por suerte no era otro cliente sino Tomás preguntándole si podía pasar por el súper para comprar una botella de vino. Germán suspiró y se preguntó si esto podía ser una típica escena familiar.

Se dirigió hasta su habitación y corrió un cuadro homoerótico que estaba enfrente de su cama, detrás de éste se encontraba su caja fuerte. Al abrirla contempló la gran cantidad de dinero que tenía, siempre se preguntó ¿qué haría con él? Con muchos años de trabajo, había logrado acumular una pequeña-gran fortuna. Una vez un cliente le había aconsejado depositar su dinero en un plazo fijo por unos años para generar intereses, él no lo necesitaba pero ya tenía tres plazos fijos de miles de pesos en tres bancos distintos a varios años. Es bueno es su trabajo. A parte le dedicaba todas las horas de sus días, y no tenía gastos ya que siempre estaba solo. ¿Lo seguiría estando? – esta noche sabría esa respuesta.

Estacionó su auto en el estacionamiento de súper, se sentía feliz, bajó con una gran sonrisa. Dentro del súper muchos se lo quedaban mirándolo, era muy lindo, y lo sabía, cada vez que entraba a un lugar nuevo todos volteaban a verlo, tanto hombres como mujeres intentaban coquetear con él, aunque sin éxito, él siempre pensó que si querían estar con él que entonces deberían pagar. Fue a la parte de vinos y un repositor se acercó con una gran sonrisa.

- Buenas Noches Sr. ¿Puedo ayudarlo en algo? – Le dijo mientras lo miraba de arriba abajo, nada disimulado, y mordiéndose los labios.

- Sí, quiero llevarle un buen vino a mi futuro novio, ¿Qué me recomienda? – dijo sin dejar de ver los vinos – ¿tiene algún sector de juguetería para llevar a mi futuro hijo algo también? – Agregó con una gran sonrisa.

- No – contestó de mal humor – la venta de bebidas alcohólicas es hasta las 21, si no se apura no va llevar nada.- terminó, alejándose de ahí, Germán simplemente lo miraba alejarse con una sonrisa, - Tom tiene un mejor culo que el de ese flaco – pensó.

Una vez comprado el vino, y habiendo pasado por una juguetería que encontró en el camino, donde tuvo casi la misma escena que en el supermercado pero con una mujer, Germán estaba llegando a casa de Tomás; antes de bajarse del auto, miró su celular y lo apagó. Esta vez no se sentía sucio, todo lo contrario, y no quería que nada arruinada esa noche.

Se bajó del auto, fue hasta la puerta, antes de golpear dejó las cosas en el suelo y se agachó lo mas que pudo y golpeó.

La puerta se abrió y como esperaba un pequeño duende salió corriendo, con su piyama puesto y lo abrazó con todas su fuerzas, estaba vez estaba preparado y no se cayó.

- ¡Hola peque! – Dijo con una gran sonrisa. Detrás del niño apareció Tomás, también con una sonrisa, ayudando a levantar las cosas que Germán había dejado en el suelo.

Santy se puso a jugar con su nuevo juguete muy emocionado, mientras que Germán y Tomás lo miraban desde la cocina tomando un poco de vino.

- ¿Te Gustaría quedarte a dormir? – pregunto Tom de la nada, sintiendo como Germán se ponía tenso.

- Me encantaría – dijo sin pensarlo mientras se acercaba al peque para jugar con él, Parecían dos niños jugando.

- Niños, a lavarse las manos, la comida ya va a estar. – gritó Tomás desde la cocina, provocando que los dos estallaran de la risa, ambos se levantaron y fueron al baño jugando una carrera para ver quien llegaba primero, obviamente Santy ganó.

La cena resultó mucho más agradable que la otra, se sentía un aire de harmonía, paz y amor. Al terminar la cena, Tomás trajo el postre, frutillas con crema. Resultó ser el favorito de Germán y Santy, provocando una pequeña pelea entre ellos por ver quién comía más frutillas con mayor cantidad de crema, Nuevamente Santy ganó, pero quedo lleno de crema, ambos empezaron a reír, por como lucia Santy. Tomás era un simple espectador no dijo ni una palabra, tenía una sonrisa muy grande en su rostro, no recordaba cuando habían tenido un cena como esta.

- Muy bien mi pequeño guerrero es hora de ir a dormir – dijo Tomás, mientras trataba de limpiar a Santy.

- No tengo sueñoooo – Dijo con un gran bostezo.

- Vamos te llevare a la cama mientras tu papa levanta la mesa – Se apresuró a decir Ger, tomando en sus brazos al peque que otra vez bostezaba.

Ya habían pasado alrededor de diez minutos desde que Germán y Santy habían entrado a la habitación, era sabido que para dormir al peque primero tendría que pasar por una guerra de almohadas o algo por el estilo.

Estaba lavando los últimos platos cuando sintió que alguien lo abrazaba por detrás y empezaba a besar su cuello.

- ¿Se durmió? – pregunto girando para rodear su brazos en sus cuello.

- Sí – Dijo plantando un beso en sus labios- Tengo un par de problemas.

- ¿Cuáles? – preguntó un poco asustado.

- Primero no tengo piyama, en realidad no uso. Me gusta dormir completamente desnudo en cualquier época del año.

- No es un problema ese – dijo algo más relajado.

- Segundo - dijo tomando la mano de Tom y llevándola a su entre pierna. – Tengo un pequeño que todavía no está dormido.

- Bien debo encargarme de dormirlo, y seguramente debe querer jugar. – Dijo mucho más relajado y con una gran sonrisa.

- Tercero, último y más importante. Una vez que pruebe tu cama voy a querer dormir todas las noches contigo y verte despertar todas las mañanas.

Ambos se miraron y se fundieron en un beso, pero este beso era distinto, transmitía sentimientos era un beso cálido, tranquilo. Los dos fueron a la habitación y se acostaron en la cama tamaño King. Tomás no perdió el tiempo y lo desnudo tan rápido como pudo.

- Tranquilo bonito, esta vez hay tiempo de sobra. – dijo Germán acariciando la mejilla de su amante.

En los labios de Germán y los de Tomás se empezaba a formar una palabra que ninguno de los dos se sentía preparado para decir, aunque tuvieran muchas ganas el miedo se hacía presente, ya habría tiempo.

Estuvieron toda la noche haciendo el amor, los dos despertaron cuando sintieron unos suaves golpecito en la puerta. Tomás se giró y vió a Germán durmiendo tan tranquilo. Una sonrisa se dibujo en su rostro, él era perfecto.

- Buenos días – dijo Germán abriendo los ojos – eres muy lindo cuando despiertas – dijo sin pensarlo.

- Buenos días, tu también – la gran sonrisa seguía en su rostro pero se fue cuando miró la hora.

- Es tardísimo – dijo asustado, y otra vez los golpecitos en la puerta – con razón Santy está despierto.

Germán se puso el bóxer y fue a abrir la puerta para que Santy entrara. Mientras Tomás también se ponía la ropa interior.

- ¿Dormiste con mi Papa? – Germán y Tomás se miraron un poco desorientaros antes la pregunta del peque.

- Eh... si... - dijo Germán.

- ¡Entonces voy a tener hermanitos! – exclamó saltando de felicidad mientras Germán empezaba a reír, Santy se quedó quieto y lo miro fijamente - ¿eres mi nuevo padre?- Germán se puso pálido antes la pregunta del niño.

- Hey, pequeño hombrecito es hora de bañarse, por lo visto no vas a ir al jardín es muy tarde y yo tengo que ir al local. – Interrumpió Tomás, haciendo reaccionar rápidamente a Germán que se agachó a la altura de Santy y le dijo.

- Ya veremos.

- Ger, ve al cuarto de Santy y tráeme algo de ropa mientras preparo el baño.

- ¿Yo? – Preguntó confundido.

- Sí tú. Ayúdame por favor.

- Nunca vestí a un menor.

- No es tan difícil ve al cuarto de Santy, y tráeme un pantalón y una remera, están en su ropero – dijo mientras se llevaba a Santy a la ducha

Germán entró al cuarto del pequeño con algo de miedo tratando de no tocar nada – esto es inútil, ayer estuve jugando guerra de almohadas en esta habitación y ahora entro como si estuviera a punto de robar algo – se dijo para sí mismo, fue hasta el ropero y vió un pantalón vaquero, muy chiquito y una remera blanca de sus personajes favoritos, sonrió pensando que bien se vería con esa ropa. Salió de la habitación y se dirigió al baño al entrar la escena que vió le lleno los ojos de lagrimas padre e hijo jugando en el agua salpicando por todos lados.

- Te dejo la ropa del peque aquí - dijo con una gran sonrisa.

- ¿Viste que no era tan difícil? – dijo en tono burlón Tomás mientras lo salpicaba juguetonamente.

- Bien, me iré a cambiar. – dijo saliendo del baño.

- ¡Germán¡- gritó desde el baño, este salió corriendo con el pantalón apenas abrochado, pensando que algo malo había pasado

- ¿Qué? – entró al baño algo exaltado.

- No me trajiste un bóxer para Santy,

- Tú no me lo pediste – Dijo algo confuso

- Es obvio que si se va a bañar tiene que ponerse ropa nueva incluyendo el bóxer, o ¿tú cuando te bañas no te cambias la ropa interior? - preguntó con una sonrisa

- Es verdad, lo siento, ya vuelvo. – Salió del cuarto de baño y se dirigió a pieza del peque de nuevo, al entrar empezó a revisar los cajones de la cómoda, en el primer cajón encontró las medias, lo cerró pensando que eso no estaba buscando, el segundo tenía un montón de bóxer del peque, se quedó mirando fijamente varios segundos, ¿cuál sería el indicado?, él usaba bóxer blanco únicamente, y en el cajón había de todos colores, tomó uno de color blanco y cuando iba a salir se chocó con los zapatitos del peque y recordó que había entrado a la habitación de sus padres descalzo y que seguramente necesitaría esos, los tomó y caminó de vuelta al baño, sintiéndose orgulloso por llevar los zapatitos del niño.

- Aquí está el bóxer, del peque y mira te traje las zapatillas – dijo con una gran sonrisa sintiéndose muy orgulloso.

- Perfecto. ¿y las medias?

- ¿medias? – preguntó con clara desilusión.

- Sí, medias, van en los piecitos, antes de poner las zapatillas. – sin decir una palabra y con el ceño fruncido salió del cuarto del baño hasta la habitación una vez más. Abrió el cajón donde había visto las medias, pero lo que encontró fueron todas medias sin pares. Empezó a buscar pero ninguna tenia par, abrió varios cajones mas hasta que encontró uno con todas medias nuevas sin usar. Tomó unas blancas y salió devuelta al cuarto de baño, rezando tener todo.

- Aquí tienes ¿Por qué tienes tantas medias sin pares?

- En esta casa siempre que termino de lavar, desaparecen medias. No sé que ocurre es como si un fantasma se llevara las medias de Santy

- Ahh. ¿quieres que prepare café mientras terminas de vestir a Santy?

- Claro. – dijo depositando un beso en la cabeza del pequeño.

- Yo quiero leche – dijo muy emocionado

Germán caminaba a la cocina cuando escuchó sonar el celular de Tomás que se encontraba en la mesita de luz, miró sin importancia el aparato sonar, hasta que se dio cuenta que era una llamara de Max. Rápidamente tomo el celular y atendió.

- ¿hola? – dijo Max.

- ¿Qué quieres? – dijo con una voz firme.

- ¿eh? ¿este es el celular de Tom?

- Sí, pero tu jefe se está bañando, ¿Qué necesitas?

- ¿Quién eres tú?

- No reconoces mi voz – dijo con una sonrisa.

- ¿Germán?, eres un desgraciado, dile por favor a Tom que se apure, no puedo entrar al local y...

- Sí.. sí yo se lo diré a tu jefe – dijo cortando la llamara y tirando el celular arriba de la cama dirigiéndose a la cocina.

Entró en la cocina y quedó boquiabierto al ver lo grande que era esta, no había podido apreciarla antes, había cajones y estantes por todos lados incluso electrodomésticos de última generación, en una parte de la cocina había un par de cajas de mudanza con algunas cosas dentro de ellas, no le dió mayor importancia y empezó a preparar el café y la leche, por suerte no le resulto difícil encontrar lo que necesitaba. Al cabo de unos minutos entraron a la cocina, Tomás y Santy.

- Qué lindo te vez – dijo tomando al peque de los brazos de su padre – espero que te guste la leche que te preparé. – Santy se sentó en la mesa y empezó a tomar toda la leche y a comer las galletitas que Germán le había preparado.

- Éste es tu café – Germán le dió el café a Tomás - me tomó tiempo, pero creo que descubrí como te gusta.

- Está muy rico – Dijo dando un sorbo.

- Estaba pensado, ¿Tú tienes que ir al local?

- Sí

- Bueno, yo me quedo con el peque, hasta que tú salgas, ¿Qué te parece? – Preguntó entusiasmado

- Mmm. No sé.

- Tú, compañero, ¿quieres pasar toda la mañana conmigo?

- ¡Chi! – dijo el pequeño con la boca llena de comida.

- Santiago no hables con la boca llena.

- Perdón – dijo agachando la cabeza.

- Perfecto tu ve al local y yo el peque nos vamos a divertir, mas tarde te iremos a visitar. – dijo con una gran sonrisa.

- ¿Y tus clientes? – preguntó Tom algo apenado.

- No te preocupes puedo atenderlos por la tarde cuando tu salgas del local, y a la noche volveré para cenar contigo.

Habiendo arreglado ese asunto, Tomás salió rumbo al local donde esperaba encontrar a Max en la puerta, y lo encontró, pudo notar dos vasos de café arrugados en el suelo como si alguien los hubiese apretado en sus mano, también notó que Maxi, estaba manchado con un poco de café y muy molesto.

- Perdón por hacerte esperar - dijo sin mirarlo a los ojos

- No importa – Contestó Max muy molesto. – ¿Quisiera saber si me puedo cambiar de sucursal? – preguntó de la nada muy enojado,

- Sí claro, no hay problema.

La mañana transcurrió tranquila, Tomás mandó a Maxi a otra sucursal e hizo venir a Luis, tenía mucho que hablar con él, necesitaba alguien con quien descargar, necesitaba a sus amigos.

Cuando llegó, ambos se pusieron a hablar de todo lo ocurrido en tan pocos días.

- ¿Vos estás seguro de esto? – Dijo Luis

- No.

- Ay Tom!, qué voy a hacer con vos.

- No seas tonto,

- El único tonto acá sos vos. Tenemos que juntarnos todos para hablar de esto.

- Si necesito una cerveza bien fría con mis buenos amigos.

Pasaron el resto de la mañana hablando, hasta que fueron interrumpidos por el pequeño con una sonrisa muy contagiosa.

- ¡Papi! - dijo Santy entrando al local y corriendo hasta los brazos de su padre.

- Hola, ¿Qué anduvieron haciendo? – Preguntó Tomás sin dejar de mirar a Germán que tenía un gran sonrisa.

- Estuvimos en la plaza y fuimos a comprar juguetes – Dijo muy contento.

- ¿Más? - Preguntó Luis.

- Sí, para un niño que se porta bien nunca es suficiente – respondió Germán, Luis y Tomás se miraron y prefirieron guardar sus comentarios.

Santy fue hasta la parte donde estaban las consolas portátiles exhibidas y se puso a mirarlas, mientras los tres adultos se quedaron mirando el uno al otro, nadie sabía que decir.

Alguien entró al local y se dirigió hasta los tres hombres que estaban callados ahí mirándose el uno al otro, se acercó con cautela sin darse cuenta del pequeño que estaba mirando las consolas, una vez que estuvo cerca, sacó un arma de su cinturón y dijo con una voz muy nerviosa:

- Nadie se mueva, - los cuatro se dieron vuelta para ver al sujeto que apuntaba el arma.

- Tranquilo - dijo Tomás tratando de mantener la calma y tratando de ubicar a Santy.

- ¡Cállate! - Gritó apuntando el arma a Tomás, el ladrón estaba muy nervioso y los chicos un poco asustados.

- ¡Papi! - Apareció Santy corriendo sin darse cuenta de lo que estaba pasando.

El ladrón giró apuntando el arma al menor, Germán con gran destreza corrió hasta donde estaba Santy y lo abrazó con todas sus fuerzas, Un grito, un disparo, fue lo único que se escuchó. Un líquido frío corría por el cuerpo de Germán y no dejaba de fluir. Lentamente fue cerrando sus ojos. Lo último que vió fue a Tomás corriendo hacia él. – Te amo. Fue lo único que pudo decir mientras cerraba sus ojos por completo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro