el sentido del miedo
Parece un día normal, aunque todo es raro. El suelo está un poco caliente y emana luz. Me siento vigilado a pesar de que no veo a nadie. Mi cuerpo está en tensión. No puedo hacer nada para relajarlo. Es más, aunque intente moverlo no reacciona. Ni siquiera puedo dirigir la vista donde quiero. Mis ojos se han concentrado en una nube negra que flota a un km. Se mueve a bastante velocidad y se acerca a mí. En 5 minutos me habrá alcanzado y yo... Quieto como una estatua. Me gustaría moverme pero no reacciono. Nunca había estado tan preparado para correr, con todos los músculos tensos, una sobredosis de adrenalina y, sin embargo... Estático, como el silencio de una cueva.
La nube ha pasado a 6 metros de mi posición. Continuando con su camino. Tras un minuto más mi cuerpo empieza a moverse hacia otra dirección.
Ésta vez yo pretendía seguir parado...
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Nunca hasta ahora me había afectado tanto un susurro. Cuando volví en mí tenía el cuerpo sudando. Laura estaba sujetándome. Por lo visto me pilló de camino al aula de física. Había un pequeño grupo de gente rodeándome. Llegué a escuchar cosas como "habrá sido un golpe de calor" o "secretaría está a dos pasillos de aquí"... Ésta vez tuve que hacer un esfuerzo para volver a la normalidad. Era como si hubiese estado en otro lado.
Laura no estuvo contenta hasta que le conté lo que me había pasado exactamente. Me sentí raro al compartirlo. Era como asimilar que lo vivido fue real de alguna forma.
Parecía bastante asombrada -A partir de ahora quiero que me cuentes todas y cada una de las cosas esas que te pasan- su cara emanaba un cierto tipo de ¿gozo? Como si fuese un privilegio y una oportunidad de descubrir algo épico. No pude decirle nada sobre lo que pensaba. La verdad ya no tengo muy claro que es lo que me pasa, ni siquiera sé si quiero que pare o continúe. Lo haya buscado o no, el susurro ha pasado a ser parte de mi vida.
No sé si hice bien pero le di a Laura el enlace de este blog. Así no tengo porqué repetir las cosas a cinco personas diferentes. Igualmente seguiré tratándola como un personaje. Me da igual lo que piense de mí (no sé si me estoy explicando Laura)
No es lo único que tengo que contar...
Ayer, mientras estaba leyendo El conde Montecristo, en un momento épico del libro en el que iba en un barco noté una presencia rara. Fue solo durante unos segundos pero, me dió tanto miedo que paré de leer, quizás el susurro me esté emparanoyando. Era como si alguien estuviese revisando mis emociones y no tenía ningún control sobre él. Habría preferido que me hubiesen revisado el móvil...
Eso me pasó también por la noche, mientras me costaba dormir por haberle comentado a Laura lo que me pasaba. Para mí eso ha sido muy duro. Llevo cuatro años soportando ser la mofa de todos y, de golpe, me pongo en manos de una chica que es más entrometida y cotilla que un perro en un gallinero (lo siento Laura, prefiero ser honesto con este blog/diario antes que falsear los datos. Quién sabe, a lo mejor lo que siento determina los susurros. Total, si quieres fastidiarme lo harás de todas maneras...)
En el momento de la segunda sensación estaba pensando algo así como "¿qué clase de imbécil soy? ¿A quien se le ocurre ser sincero allí?". Creo que estaba entre enfadado y muerto de la vergüenza, pero lo que tenía sobretodo era miedo. Un miedo que sólo podré saber si tiene fundamento mañana. Cuando sea la hora de entrar en clase. En ese momento creo que ya dará igual que me llamen Alet o Jorge, eso dejará de ser un problema para mí...
Gracias por leerme hoy, espero tener cosas nuevas que contar en la próxima entrada.
Jorge Misivo
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