CAPÍTULO 95 PARTE FINAL
CAPÍTULO 95 PARTE 2/2
A principios de enero, la familia Brown, incluida Skyler, Demian, Jack y Eros, viajaron de urgencia a San Francisco en un Jet privado con todo lo necesario para trasladar a Gabrielle al hospital donde tenían un medicamento que le haría resistir más el dolor. Abandonaron el departamento, se fueron sin avisarle a nadie.
La situación se había vuelto más crítica. No tenían tiempo que perder.
"Quiero morir en mi país, en mi casa, por favor, Jack".
Ante aquellas palabras, Jack Malí no pudo negarse a concederle su último deseo.
Cuando estuvieron en San Francisco, absolutamente todos los familiares se enteraron de la lamentable noticia de aquella abrupta enfermedad y comenzaron a llegar de visita.
Skyler había olvidado como era su vecindario, su casa y su habitación. Y tampoco recordaba la última vez que presenció nieve en su ciudad, puesto que nunca nevaba, sino cada período de tiempo y era mucha casualidad.
En esos días, ella y Demian se la pasaron paseando por sus lugares favoritos o a los puentes a observar el agua a varios metros de distancia por debajo de sus pies de noche, como cuando se hicieron promesas.
-Clark, Hannah y Dexter vendrán pronto a visitarnos—le informó a su novio con indiferencia. Él volteó a verla—eso dice en el mensaje que me enviaron al mismo tiempo.
-Yo recibí un mensaje por parte de Aiden Carrolw y dijo que también quiere venir—resopló Demian y Skyler entornó los ojos y le envió una mirada acusadora—no me mires así, yo no le comenté nada. Sabes bien que no me agrada.
Parecía que todo se estaba descontrolando.
Ella pensaba que, si todos se enteraban de la enfermedad de su tía, comenzarían a verla como un mono de feria.
De pronto, sintió la mano de Dem sobre la suya. Había estado aferrándose al frío barandal del puente durante un buen rato. Alzó la mirada a él y un profundo alivio la inundó al tenerlo consigo. El fondo del cielo estrellado lo hacía lucir más guapo que de costumbre.
-Todo estará bien y si no, yo estaré contigo por sobre todas las cosas—sus ojos centellaron y ella no logró descifrar lo que él había querido trasmitir.
-Recuerdo cuando te detestaba—bromeó ella y Demian arqueó una ceja en su dirección—pero lo que pasa es que creo que también me gustabas, pero te odiaba sobremanera.
Demian la agarró de los hombros y la atrajo hasta su pecho y luego la abrazó con fuerza, quedándose muy juntos, mirando la negrura del agua por un largo rato.
El sonido de la ciudad parecía enmudecer los latidos de dolor de su corazón.
Diez minutos después, un coche aparcó detrás de la motocicleta de Demian, pero no le prestaron la atención necesaria, ya que en ese sitio solían llegar a admirar la vista a cada rato; con decir que ellos llevaban alrededor de una hora o más ahí.
- ¿Demian, Skyler? ¿Son ustedes?
La pareja volteó rápidamente tras escuchar sus nombres salir de los labios de una persona que no esperaban ver y menos en ese momento.
-Oh por Dios, ¡Son ustedes!
Anthony, el gran amigo de Demian, que había sido su gran apoyo meses atrás, corrió a abrazar a ambos.
-Skyler, siento mucho lo de la enfermedad de tu tía, en verdad—dijo después de abrazarlos, había hablado tan atropelladamente que casi no se le entendió.
-Gracias, Anthony...
-Desde que me enteré que habían vuelto, he estado buscándolos por toda la ciudad. Al primer lugar que fui fue tu casa, Skyler, pero me dijeron que los dos habían salido desde hacía un buen rato y luego de mi búsqueda tan exhaustiva, por fin los encontré.
-No te hubieras molestado. Yo tenía pensado ir a verte un día de estos—le dijo Demian. Skyler recargó la cabeza en su hombro y Anthony bajó la mirada, avergonzado. Sus largas pestañas barrieron sus mejillas cada que parpadeaba, pensando en cómo disculparse.
-No necesito una disculpa de tu parte, Anthony—se apresuró a decir ella, leyéndole la mente.
- ¿Cómo sabías que eso exactamente quería decirte? –se mostró intimidado. El chico avanzó unos pasos más para verles bien la cara debajo del faro de luz y se horrorizó al ver el rostro pálido de la chica, pero no hizo ningún comentario al respecto.
-Me han pedido disculpas tantas veces que ya sé adivinar cuando me lo van a pedir de nuevo—dijo ella, sonriendo forzadamente. Se sentía muy cansada.
-Discúlpame—musitó—sé que no cambia nada una disculpa, pero discúlpame por todo. Nadie es perfecto y ahora me doy cuenta que el amor que hay entre ustedes es puro y genuino. Pero no puedes culparme por haber ayudado y protegido a Demian, ya que es mi amigo.
-Descuida. Ya todo está olvidado.
Demian sonrió abiertamente y Skyler notó como su novio se alegraba de verdad de volver a ver a su amigo y lo mucho que necesitaba un respiro.
-Anthony, ¿por qué no salimos un día de estos?
Demian miró a su novia con asombro y Anthony asintió, motivado.
-Me parece una buena idea, Skyler. Salir los tres a alguna parte.
Dialogaron un rato para recordar buenos momentos, bueno, los que sacaron el tema de los recuerdos fueron ellos dos, ella simplemente se limitó a observar la calma del agua bajo sus pies con aire taciturno. Cada que el aire la despeinaba, sentía un azote a su corazón y pensamientos negativos y dolorosos danzaban en su mente.
Nunca imaginó regresar a su ciudad por su tía y menos por algo tan grave.
Sin embargo, finos copos de nieve comenzaron a caer sobre su cabeza delicadamente, provocando que el aire se tornara aún más frío y tajante.
-Nos estaremos viendo en estos días. Nosotros te avisamos, Anthony—le dijo Demian mientras se acomodaba el casco y Skyler lo abrazaba de la cintura. Su amigo asintió con una leve sonrisa y abordó su coche.
Esa noche, al volver a la casa, recibieron la noticia de Gabrielle había sido llevada de urgencia al hospital tras otra de las crisis.
La chica intentó por todos los medios ir a buscarla, pero su madre y su abuelo se lo prohibieron. Todos habían ido con Gabrielle, menos Rose y su padre, ya que tenían que cuidar de ella.
-No puedo estar tranquila estando aquí mientras mi tía está sufriendo.
-Tampoco podrías hacer más allá, porque no iban a dejarte entrar mientras la trataban—le dijo Demian, en medio de su crisis, pero él logró tranquilizarla con esas duras palabras.
Dos días después de que su tía lograse estabilizarse, fue a visitarla al hospital junto con Demian, llevándole un enorme ramo de rosas rojas y un peluche muy adorable que Skyler había elegido personalmente entre muchos en el centro comercial. No obstante, esa misma noche Gabrielle suplicó ser llevada a su casa porque no soportaba quedarse ahí por más tiempo, ya que sentía que se asfixiaba y que, si algo le ocurría, prefería estar en su suave cama que en la horrorosa y deprimente cama de hospital.
Tras cumplirle su voluntad, decidieron pasar una velada viendo películas que a ella le gustaba, aunque, a decir verdad, Gabrielle, antes de poner netflix, le pidió de favor a Skyler que pusiera su canción favorita en YouTube para relajarse.
De pronto, la canción Sign Of The Times de Harry Styles.
La sentimental canción inundó toda la casa, poniendo a todos muy tristes, en especial a Skyler y a su abuela, quiénes no soportaron contener más las lágrimas y se postraron de rodillas junto al sofá donde ella se hallaba descansando con los ojos cerrados.
Tal vez no era porque les doliera en ese momento verla tan demacrada y sufriendo, sino la letra de esa canción. Parecía ser una despedida.
A Gabrielle le había gustado mucho aquella canción desde hacía algún tiempo, pero por alguna razón había pedido escucharla para relajarse o bien, para despedirse sin decir una sola palabra.
-Mañana es tu cumpleaños, hermana.
Rose Brown volteó a ver a su hermana en medio del vídeo musical, justo cuando Harry Styles cantaba el coro de la canción. Ella tuvo que tragarse las lágrimas para sonreírle a Gabrielle.
-Lo sé, aunque no me estaba acordando demasiado.
-Quiero que lo festejemos—sonrió con dificultad.
-Lo vamos a celebrar—afirmó Rose con el corazón comprimido en la tristeza.
Aquella noche del 17 de enero, Gabrielle, a eso de las diez de la noche, comenzó a vomitar sin parar. Y no porque hubiese comido algo que su estómago no tolerase, sino que era el propio estómago arrojando los residuos del cáncer. Nadie durmió. Y Gabrielle, aunque intentó hacerlo, el vómito se lo impidió.
Skyler sintió una sensación aterradora en todo su cuerpo cuando le tocó limpiar los recipientes en donde su tía evacuaba la bilis de su interior, dejándola agotada.
Desafortunadamente, la chica tuvo un mal presentimiento. Lavó los recipientes y se excusó con tener mucho sueño para no observar a su tía en ese estado.
-Cariño, ¿te encuentras bien? –Demian la interceptó en su habitación y la agarró suavemente del brazo. Ella sintió un escalofrío en todo el cuerpo y se estremeció.
-No, no estoy bien. No quiero estar aquí. Quiero ir a mi habitación—le dio un pequeño empujón y abrió la puerta.
Demian la siguió y cerró detrás de sí.
Skyler se lanzó a la cama y enterró la cara en la almohada con fuerza.
-Bien, ahora sí puedes decirme que te ocurre—dijo él, acercándose lo suficiente para acariciarle el cabello—sé que estás triste, pero siento que algo está peor. Cuéntame.
-Demian, siento que esta es la última noche de mi tía—contestó en voz baja y luego volvió a enterrar la cara en la almohada para ahogar el ruido de su sollozo.
El chico se quedó de piedra y bajó la mirada. Y se dio cuenta que él no había sido el único con esa asquerosa sensación.
La muerte ya había llegado a esa casa. Estaba acechándolos. Esperando el momento perfecto.
-Me quedaré aquí contigo, no te preocupes.
-No sé si podré dormir, Demian. Pero quiero que tú seas mi intermediario allá fuera.
- ¿No quieres estar presente si en caso...?
- ¡No! ¡No lo toleraré! –volvió a hundir su cara en la cama y le dio un golpe a la almohada.
Demian apretó los labios y sopesó la idea de tumbarse a su lado para dormir con ella un rato o buscar algún libro interesante para mantenerse despierto por cualquier cosa. Se decidió por la segunda opción. Encontró el libro adecuado en el estante repleto de libros de Skyler.
Le echó un vistazo a ella y observó cómo su espalda subía y bajaba. Su respiración se había relajado; una señal de que se había quedado dormida rápidamente.
Cuando una persona está triste se duerme profundamente después de llorar. De eso no había duda.
Llevó la silla del escritorio hasta situarse justamente a su lado y abrió el libro.
Donde los árboles cantan de Laura Gallego.
Aunque ya había leído acerca de ese libro en reseñas en internet y sabía de qué trataba más o menos, jamás se había decidido por comprarlo o descargarlo, pero se sorprendió al ver que su novia lo tenía.
Comenzó a leer y quedó hechizado al instante; y mientras leía, Skyler cambiaba de posición al dormir, y una de tantas, su mano quedó suspendida en el aire y él la agarró con la suya.
Leyó por horas y horas, y Skyler parecía estar cómoda estando con la mano entrelazada a la de él porque no hacía el menor intento de moverse, y, a decir verdad, respiraba con total calma, señal de estar durmiendo satisfactoriamente por primera vez en meses.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Por otro lado, Clark Ravel iba de camino al aeropuerto. Era pasada la media noche, pero no podía seguir en Vancouver sin tener noticias de la tía de Skyler con exactitud. Así que esa misma noche, soportando los regaños de sus padres, cogió su valija, salió a la calle y pidió un taxi. El día anterior había comprado su boleto de avión hacia San Francisco, Estados Unidos; y nadie iba a detenerlo.
Cuando por fin puso un pie en el aeropuerto, se encaminó al interior. Había muchas personas a su alrededor, se detuvo un momento a componer su chaqueta negra y el gorro de su sudadera gris que llevaba debajo se la colocó en la cabeza por el frío, sin embargo, en cuanto avanzó, chocó con un par de personas, tirándoles las maletas y vio un teléfono móvil salir volando, pero lo atrapó antes de que este cayera al suelo; y reconoció esa estampilla en el reverso del iPhone: Fuck me.
- ¿Dexter? ¿Hannah?
El trío de jóvenes se quedó perplejo, observándose.
Hannah fue la primera en reaccionar ante semejante encuentro inesperado.
-Esto sí que no me lo esperaba—dijo, sorprendida.
-Esto, definitivamente es tuyo—musitó Clark, devolviéndole el teléfono a su amigo.
-Gracias—susurró Dexter, absorto en aquella sorpresa.
- ¿A dónde van? –cuestionó Clark como quien no quiere la cosa y elevó una ceja al notar el estremecimiento y tensión en sus dos amigos. Ya sabía la respuesta, pero quería ver si ellos tenían el valor de decírselo.
-Vamos a... —Dexter titubeó con nerviosismo.
-Vamos a ver a Skyler. Ella nos necesita—le informó Hannah con determinación.
-Lo suponía—añadió Clark—yo también.
Hannah y Dexter se quedaron boquiabiertos.
-Espera, ¿Qué?
-Dexter, por Dios, tarde o temprano lo haría. Yo más que nadie sé que Skyler necesita el mayor apoyo posible y voy a dárselo—espetó Clark con molestia—además soy algo así como su ex novio y sigo siendo alguien a quien ella ama.
-No puedo argumentar ante esa lógica—rio Hannah y Clark sonrió. Pero Dexter no podía hacerse la idea de que Clark iría y que, probablemente habría enfrentamientos entre él y Demian, terminando con aquella paz que necesitaba la tía de Skyler.
En eso, la bocina anunció el vuelo y los tres se sobresaltaron.
-Es mi vuelo, nos vemos—se despidió Clark y para su sorpresa, ellos lo siguieron.
-También el nuestro, cariño—le guiñó el ojo Dexter y este se echó a reír al ver que su amistad no estaba del todo perdida. Hannah simplemente elevó los ojos al techo y se dio prisa.
Horas después, a las cinco de la mañana para ser exactos, el avión aterrizó en San Francisco, Estados Unidos; pero no podían presentarse a esas horas en casa de Skyler, decidieron dormir un par de horas en un hotel cerca del centro de la ciudad; y, además, necesitaban hallar la dirección de su amiga.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
18 de enero 2018, 6am.
Rose Brown se había "levantado" muy temprano para comprar los bocadillos para festejar su cumpleaños. Eros se ofreció a llevarla y aceptó. Y a hurtadillas fue a darle el beso de buenos días a su hermana y se sorprendió al verla despierta. Sus papás, su hermana Ginna y Jack Malí yacían dormidos en sus asientos en posiciones incomodas.
-Buenos días, hermana—la saludó Gabrielle con una sonrisa débil.
-Buenos días, Gabby. No esperaba verte despierta, hermanita—se acercó a besarle la frente y su hermana estiró la mano y la persignó.
-Muchas felicidades, Rose. Te amo.
A Rose se le formó un nudo en la garganta y le sonrió ampliamente.
-Justo ahora iré a comprar las cosas para mi cumpleaños. No tardaré, ¿sí?
-Claro que sí. Estaré esperándote.
En la habitación de arriba, Demian se había quedado dormido a las 4 de la mañana mientras leía y en ese momento despertó por necesidades mañaneras. Cubrió a Skyler con la frazada, cerró el libro con un separador y fue al sanitario. Le faltaba alrededor de veinte páginas para terminarlo y el sueño se le había esfumado, y pensó en retomarlo en cuanto volviera a la habitación.
En eso, se detuvo a mitad del camino cuando vio a Eros y a Rose marcharse. Frunció el ceño y se acercó a la ventana.
Se marcharon en el coche de Gabrielle y se dio a la tarea de volver cuanto antes con su novia.
Regresó con ella y tomó el libro para concluirlo; pero esta vez tumbado en la cama junto a su adorable chica, que seguía durmiendo tranquilamente. Era la primera vez en tanto tiempo que descansaba de manera normal.
Treinta minutos después, Demian sorbía por la nariz, impactado por el final triste y trágico del libro. Y se reprendió por no haber elegido uno mejor y menos deprimente, pero, a decir verdad, el libro era increíble, no obstante, el momento no era el correcto.
De pronto, un escalofrío sin razón le recorrió la piel hasta erizársela. Se levantó trastabillando hasta llegar al alféizar de la ventana y notó como más copos de nieve se dejaron caer del cielo y el aire los estampaba al cristal sin miramientos, pero algo andaba mal. El ambiente denotaba más tristeza y melancolía.
Él se cercioró de que Skyler continuara durmiendo y salió a echar un vistazo a la habitación de Gabrielle.
Jack ya se había levantado y lo encontró preparando café y té al mismo tiempo en la cocina. Ginna, la otra tía de Skyler le estaba lavando los recipientes que usaban para el vómito y los abuelos se hallaban con Gabrielle en la habitación, la pareja lloraba amargamente, en especial la abuela.
-No es buen momento, Demian. Ve con Skyler—le dijo Ginna y saltó del susto cuando escuchó su voz en la oreja. No la había escuchado acercarse. Y percibió en su mirada muchísimo dolor.
- ¿Algo va mal? –quiso saber el chico.
-Es probable que no llegue ni si quiera al medio día—le contestó ella en voz baja y casi inaudible, ya que se resistía a llorar—y tú deber es mantener a Skyler fuerte y ayudarla a que no le afecte mucho cuando llegue el momento.
Ante aquellas tormentosas palabras, el chico asintió y mecánicamente fue a la habitación de su novia, pero no sin antes robar dos tazas con café de la cocina.
-Buenos días, princesa—saludó a Skyler en cuanto la vio despierta mirando su teléfono con el ceño fruncido.
-Buenos días, Dem...
- ¿Cómo amaneciste? Te he traído café—depositó la taza de ella en el buró y se sentó, colocando el libro en su regazo y sin despegarle la mirada de encima.
-Amanecí un poco mejor, es solo que... —se llevó el pulgar a los labios—Hannah me mandó mensaje preguntándome la dirección de aquí.
- ¿Será que planea venir?
-Posiblemente.
- ¿Se la darás?
Skyler agarró la taza y le dio un sorbo al café.
-Sí. No puedo ser mala persona al no hacerlo—se encogió de hombros.
Demian estuvo de acuerdo y se sentó junto a ella con la mirada pensativa.
-Hoy es el cumpleaños de mi mamá—le informó a él.
-Ella salió muy temprano con Eros—le comunicó Demian de vuelta y ella dejó el teléfono para mirarlo.
- ¿Salieron? –preguntó sin creerlo, él asintió—vaya, espero no planeen hacer un convivio.
-Probablemente lo hagan—Demian se encogió de hombros y suspiró.
Skyler se negó a levantarse de la cama y de ir a saludar a su tía esa mañana. Algo dentro de ella le decía a gritos que ese día sería el descenso de su tía y se rehusaba rotundamente a verla fallecer, puesto que la amaba muchísimo. Demian trató de persuadirla, pero no lo logró. Ella se deprimió toda la mañana, aferrada a las almohadas y a las sábanas; sin embargo, tenía que ir al sanitario y desayunar alguna cosa porque su novio no quiso hacerle el gusto de mantenerla encerrada; y solo así se dignó a salir de su cueva.
Se duchó aprovechando el viaje y cuando pretendía robar un pan tostado de la cocina, alcanzó a escuchar la voz de su tía, la cual estaba distorsionada y ronca, como si le costara hablar y expresarse con normalidad. Avanzó sigilosamente y encontró a su abuela hablando con su tía a solas.
Volvió el rostro hacia la esquina y halló a Jack Malí, la tía Ginna y a su abuelo con lágrimas en los ojos.
Y ahí fue donde Skyler sintió un espeluznante miedo que le recorrió todo su ser.
Alarmada, echó a correr a su habitación porque ya sabía lo que significaba.
Había llegado la hora y en cualquier momento sucedería lo inevitable.
Azotó la puerta tras cerrarla y recargó la espalda hasta deslizarse al suelo con los ojos cerrados. Demian se levantó de un salto al verla en ese estado.
-Dime que pasó, cariño.
-Hoy es el día. Hoy será. Mi tía no pasará de hoy—gimoteó entre balbuceos.
- ¿Por qué dices eso? ¿Qué viste? –le preguntó, tragando saliva. Había recordado las palabras de Ginna acerca de que a Gabrielle ya no le quedaba mucho tiempo y temió ante la posibilidad de que Skyler también lo había escuchado.
-Parece que mi tía está preparando a mi abuela para su partida—titubeó y se abrazó a sí misma. De pronto la bata de baño le resultó muy pesada y húmeda—, así que debo cambiarme rápido.
Demian la ayudó a vestirse, tratándola con suma ternura, procurando hacerla sentir bien. Incluso le cepilló el cabello lentamente.
Quince minutos después, ambos jóvenes yacían sentados en el sofá, con la vista perdida en sus pies, escuchando las voces lejanas en la habitación. Lo que para Demian eran voces tristes, para Skyler eran palabras de despedida. Y el sonido del "tic tac" de las manecillas del reloj la estaban torturando cruelmente. Cada segundo y cada minuto que pasaba era peor para ella.
Afuera, la nieve caía como bendita sin parar. Parecía una nevada gutural. Jamás había nevado de esa manera en San Francisco.
De repente, llamaron a la puerta. Demian se encargó de abrir y la hermana de la abuela hizo acto de presencia. La tía abuela Hilda. Abrazó a Skyler con fuerza con los ojos inundados de lágrimas y corrió a la habitación. Y a la media hora, llegó la hermana menor del abuelo, la tía abuela Anna junto con su hijo que seguía soltero, el tío Hernán. Por obviedad no podían haber faltado las hijas de su tía Ginna, quienes llegaron muy tristes, directamente a ver a Gabrielle sin saludar a Demian o a Skyler.
Y para las doce del día, había demasiada familia en la casa. Incluido su tío Joseph, el mayor de los hermanos de su madre y tías; con sus dos hijos adolescentes, Ángel y Joseph Jr.
Pero lo horrible era que su tía Gabrielle estaba agonizando y su madre no llegaba aún.
-Oye, Sky, ¿Cómo estás?
Skyler y Demian voltearon a ver a Joseph Jr. y a Ángel en cuanto tomaron asiento en el sofá de enfrente. Se veían devastados, pero por ser jóvenes adolescentes, parecían hacerse los fuertes.
-He estado mejor antes—le respondió a Joseph con desgana y Ángel le regaló una sonrisa conciliadora. De los dos hermanos, se llevaba mejor con Ángel, el mayor de ellos— ¿y ustedes?
-Papá no quería decirnos, ya sabes, porque después podría haberlo escuchado Georgia e iría de chismosa a contárselo a mi mamá—replicó Joseph con los ojos en blanco.
-Georgia no tendría por qué enterarse porque no es nuestra familia realmente.
-Desgraciadamente ante la ley, es nuestra hermana—declaró Ángel.
-Pero biológicamente es adoptada—sentenció su hermano y Demian sintió una cierta fricción entre ambos hermanos.
-Da igual. El caso es que tío debió habérselos contado desde antes. Tía no creo que logre pasar la tarde—les dijo con pesar.
Demian automáticamente le pasó un brazo por encima de lo hombros y ella recargó su cabeza en su pecho; mientras él le besaba el cabello con ternura.
-No me digas que él es tu novio—canturreó Joseph riéndose.
-Lo es, ¿por qué?
Los hermanos intercambiaron miradas de asombro.
-Por nada. Es que es extraño. Nunca te habíamos conocido a un novio, primita.
-Ay Ángel, será porque no había tenido ninguno—gruñó.
- ¿Y vas a presentárnoslo? –inquirió Joseph con una ceja elevada—tal vez no sea el mejor momento, pero es necesario.
La chica resopló y asintió.
-Chicos, él es Demian Say, mi novio, Dem, ellos son mis primos Ángel y Joseph.
-Mucho gusto—dijo Demian con una leve sonrisa.
-El gusto es nuestro. Más te vale cuidarla muy bien o te la verás con nosotros—bromeó Joseph y Ángel estuvo de acuerdo.
Tras esa conversación inocente y tranquila, se desató un arrebato de locura cuando los dos hermanos, Ginna y Joseph rompieron a llorar fuera de la habitación luego de haber hablado con su hermana menor que agonizaba.
Los cinco primos se miraron con pesar, sin saber qué decir o hacer. El quinteto adoraba muchísimo a su tía Gabrielle porque ella siempre había sido como una segunda madre para ellos y estar en ese momento crucial, los destrozaba cada vez más.
- ¡Oxígeno! ¡Llamen a la enfermera para que traiga el tanque de oxígeno, rápido! –Ginna salió a gritando a la sala y su hermano asintió, sacando su teléfono.
- ¡Tía! ¿Qué pasa? –Skyler se alteró y se puso en pie rápidamente.
- ¡Parece que no puede respirar, necesitamos ese oxígeno o la perderemos! –y dicho eso, Ginna corrió a la habitación.
Skyler se sentó en las piernas de su novio y se hizo un ovillo.
Escuchó como, luego de un rato, llegaba la enfermera empujando un carrito con oxígeno en dirección a la habitación de su tía. Observó a sus primos ponerse histéricos cuando escucharon un grito desgarrador proveniente de la habitación; seguido por más gritos.
Y lo que pasó a continuación, ella vio y escuchó como si estuviera bajo el agua o a través de una pantalla donde todo era lejano. Alcanzó a ver la silueta de Jack Malí caminar tambaleante hacia la calle y después un grito.
Demian la abrazó con fuerza, pero en vez de corresponderle el abrazo, siguió a sus primos a la recámara donde sus abuelos, tíos y primos yacían arrodillados alrededor de la cama, llorando, gritando, golpeando el suelo con los puños, lamentándose. Pero Skyler había entrado en un estado de shock donde no escuchaba nada más que los latidos erráticos de su corazón, y más cuando se atrevió a verle el rostro demacrado de su tía Gabrielle, que parecía tener por fin paz. Parecía que su dolor había desaparecido.
- ¿Amor?, ¡Reacciona! ¡Skyler! ¡Cariño, por favor! –Demian la zarandeó de los hombros para hacerla volver en sí.
Parpadeó y enfocó su vista en la mirada achocolatada de su novio, que la observaba con preocupación. Tenía los ojos llorosos, pero estaba más preocupado que triste.
Y sin miramientos, sus oídos lograron escuchar los gritos, los llantos, la negación, y sus ojos por fin vieron lo que tenía enfrente.
Su tía había fallecido.
Sus rodillas perdieron estabilidad y flaquearon, tirándola al suelo inmediatamente.
-No es posible—susurró y de pronto, de sus labios comenzaron a salir gritos que ella no podía controlar – ¡No es posible! ¡No pudo haber muerto! ¡Ella es mi segunda mamá! ¡No, por favor! Esto es una pesadilla. Me voy a quedar sola; ¡No!, ¡Dios, por favor!
Demian la agarró del brazo y la estrechó en su pecho en el momento exacto cuando ella por fin se soltó en llanto. En un llanto desgarrador, donde a cualquiera se le saltarían las lágrimas de solo verla y escucharla implorar a Dios que todo fuese una pesadilla.
El maldito tanque de oxígeno había llegado demasiado tarde.
Gabrielle Brown había fallecido el 18 de enero de 2018, a la 1 de la tarde, justamente el día del cumpleaños de su hermana mayor.
A pesar de la inmensa tristeza, Skyler reunió las pocas fuerzas para articular palabra alguna en medio del griterío agonizante.
-Mi mamá todavía no lo sabe, tenemos que avisarle.
-No contesta—le contestó la tía Ginna con los ojos nublados de dolor.
-Entonces le hablaré a Eros...
Ensimismada y con ayuda de Demian, logró levantarse, pero con las piernas, aun temblando, se obligó a salir de la habitación con el teléfono aferrado a su pecho.
-Yo hablaré si no te sientes bien...
-No, Demian. Déjame hacer esto sola—se limpió bruscamente la cara y se alejó de él.
Llamó a Eros y al tercer pitido contestó.
Ella fue al grano.
- ¿Dónde están?
-Skyler, cariño, tuviste suerte de que entraran las llamadas. Estamos varados lejos de tu casa, la nieve subió casi un metro y medio y ni caminando podemos avanzar.
-Dime dónde demonios están exactamente. Iremos por ustedes—siseó, con cólera.
Le dio la dirección exacta y se quedó perplejo ante su arrebato de furia.
- ¿Hay necesidad de ser grosera?
-Mi tía acaba de morir, maldita sea. Acaba de morir—le gritó al teléfono con irascibilidad palpable—y no quiero que se lo cuentes a mi madre. Para eso estoy yo iré por ella personalmente.
Y antes de que Eros pudiera decir algo, le colgó abruptamente.
-Demian, pásame las llaves de tu motocicleta.
Él se las pasó y la vio ponerse la chaqueta con rapidez. Trató de seguirla hasta el porche, pero ella lo detuvo.
-No. No quiero vengas. Quédate aquí por si se ofrece algo.
-No puedo dejarte ir sola. No en ese estado—insistió.
- ¡He dicho que no! –se precipitó y se tragó las ganas de lanzarle un golpe—quiero que te quedes. Volveré pronto—dicho eso, le plantó un suave beso en los labios antes de correr debajo de la nieve hasta la motocicleta.
Con manos temblorosas encendió el motor, se colocó el casco y lo puso andar con dificultad por encima de la nieve. Miró a Demian que estaba de pie el porche con cara de preocupación y aceleró en busca de su madre.
¿Qué clase de cumpleaños era ese? No, ¿Qué clase de día era ese?
Condujo con lágrimas deslizándose por sus mejillas una y otra vez. Observando con detenimiento las malditas calles vacías por el estúpido mal tiempo. Era como si el clima también se hubiera puesto de luto como su corazón.
¿Qué le diría a su madre en cuanto estuvieran frente a frente?
¿Cómo le explicaría a su madre que su hermana menor había fallecido apenas treinta minutos atrás?
Frenó de golpe y salió de sus pensamientos al llegar al centro, donde todos los carros estaban atascados en el tráfico gracias a la nieve. Dio la vuelta y aparcó en una calle más atrás para ir a pie, puesto que el coche donde estaba su madre y Eros era de los que estaban en medio.
Se deslizó entre los vehículos hasta que llegó a la ventana de su madre. Aporreó el cristal, sobresaltándola.
- ¿Skyler? –su madre bajó el cristal y la chica se dio cuenta que se hallaba sola dentro del coche.
-Es hora de ir a casa, mamá.
- ¿Qué sucede, hija? Eros recibió una llamada ese rato y no ha vuelto todavía.
Rose descendió del coche y Skyler la ayudó a salir de la calle para hablar seriamente con ella.
- ¿Con quién viniste? ¿Quién te trajo? –miró a todos lados y divisó la motocicleta de Demian—no me digas que te viniste montada en esa monstruosidad tú sola hasta aquí.
-Mamá, felicidades—la abrazó sin miramientos.
-Muchas gracias, cariño—se mostró insegura ante ese arrebato—Eros me acompañó a comprar algunos bocadillos para celebrar mi cumpleaños en casa. Hasta compré la bebida favorita de tu tía Gabby. Espero pueda beberlo.
La felicidad con la que su madre se expresó de su tía la destrozó más y el escudo de fortaleza que había forjado en todo el camino comenzó a desmoronarse.
Skyler tomó las manos de su madre y la obligó a mirarla a los ojos.
-No—dijo Rose Brown al leerle el pensamiento. La chica bajó la cabeza un segundo y cuando volvió a mirarla, se encontró con el rostro de su madre rojo y los ojos a punto de echarse a llorar.
Entonces madre e hija se abrazaron fuertemente, mandando al carajo cualquier tipo de escudo y lloraron desoladas.
-No, ¡Dios mío! ¡Por qué justamente hoy! ¡En mi cumpleaños! —gritó su madre—no debí salir a ninguna parte, ¡No debí! Debí estar con ella.
Las personas de los coches miraban la escena con preocupación. No obstante, desde atrás apareció Eros y abrazó a las dos féminas. Él también estaba llorando.
Skyler pensó que era una lástima que tanto Eros y su madre no hubiesen continuado en una relación, pero al menos sabía que él seguiría cuidándolas a pesar de todo.
- ¿A qué horas pasó, mi amor? –quiso saber su mamá con la cara curtida de sudor y lágrimas.
Ella se tomó el tiempo necesario para explicarle absolutamente todo poco a poco, incluso la visita de la familia. Su mamá temblaba incontrolablemente mientras escuchaba y Eros apretaba los labios a cada segundo.
-Tenemos que ir a casa cuanto antes—dijo Rose con voz temblorosa y cuando Skyler se disponía a ir por la motocicleta, ella la detuvo—no dejaré que regreses en esa cosa peligrosa. Regresemos en el coche los tres.
-No puedo dejar la motocicleta aquí, van a robarla.
-Demian entenderá. Ahora sube al coche, por favor—le rogó con los nervios a flor de piel.
Skyler retrocedió unos pasos, negándose a obedecer, ya que ella planeaba ir a alguna parte sola antes de regresar a casa y ver los arreglos del funeral. En pocas palabras, quería escaparse unas horas.
-Sube al coche ahora, maldita sea—le espetó su progenitora perdiendo los estribos—perdí a mi hermana este día, pero no perderé también a mi hija por un capricho suyo. No sabes conducir bien esa motocicleta.
-Demian me enseñó y es por eso que logré venir hasta acá. Y quiero estar sola, ¡Muy sola! —le gritó de vuelta—no puedo ir ahora a casa y ver los malditos preparativos para el funeral de mi tía. Necesito reunirme de valor, pensar y reflexionar.
Apretó los puños, giró sobre sus talones con la intención de marcharse furiosamente, y de pronto, su cara quedó estampada en algo suave con un aroma exquisito que tanto recordaba. Pero no podía ser posible. Y un segundo después, sintió unos fuertes brazo alrededor de su espalda.
-Estoy aquí.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Dexter, Hannah y Clark se dirigían por fin a la casa de Skyler. La dirección se la había enviado a Hannah y habían dudado mucho en ir por sorpresa y avisarle; pero al final de cuentas, gracias a Clark, decidieron ir sin avisar.
Tomaron un taxi y estuvieron varados un buen tiempo en algunas calles cubiertas de nieve hasta que a vuelta de rueda pudieron ir avanzando poco a poco.
A decir verdad, a Clark le entristecía muchísimo la situación. Quería sorprenderla, pero no quería molestarla, más teniendo en cuenta que Demian estaba ahí con ella; y que seguramente armaría un show si en caso la abrazaba o hablaba un segundo a solas.
Sin embargo, volvieron a detenerse en una calle donde parecía que no iban a poder salir tan fácilmente.
-Fabuloso. Vamos a llegar a medianoche—bufó Dexter desde el asiento de atrás. Clark rodó los ojos y su novia resopló.
-Lo lamento. La nieve ha estado cayendo sin parar—se disculpó el taxista—pero no se preocupen, no les cobraré de más ni nada por el estilo. Llegaremos a su destino.
-Eso no es lo que nos preocupa, pero gracias por la información—dijo Clark.
En eso, el taxista estrechó los ojos y señaló hacia enfrente, donde había tres personas discutiendo en la acera. Eran dos mujeres y un hombre.
-Tenemos que tener paciencia o terminaremos, así como ellos—dijo.
El trío de amigos agudizó la vista y Clark fue el único que se percató de un pequeño detalle.
- ¡Es Skyler! –exclamó y sin miramientos, se deslizó fuera del taxi.
- ¿Qué demonios...?
- ¡Clark!
-Les encargo mis cosas—les dijo antes de correr hacia ellos.
Dexter y Hannah no se movieron de sus lugares hasta que divisaron a la perfección a Skyler.
-Tiene razón, ¡Es ella! –chilló Hannah e hizo el ademán de bajar, pero su novio le agarró la mano – ¿Qué haces?
-No. Debe ser alguna pelea familiar. Lo mejor que debemos hacer es ir mejor a su casa y esperarlas allá, ¿no crees? Además, Clark ya fue con ella.
-Tienes razón—Hannah se dejó caer nuevamente en el asiento con desgana y observó detenidamente.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Skyler alzó brevemente la cabeza para estar segura de que realmente se trataba de él y no de algún extraño parecido a él.
-Clark...
-Estoy aquí—repitió—por fin estoy aquí, Skyler.
Aquello parecía ser una película romántica donde los protagonistas se reencuentran de manera sumamente dramática y cursi, pero en este caso, era la realidad y ellos no eran los protagonistas. No era una película. Su tía no era actriz y de verdad había muerto.
Y sin pensarlo dos veces, la chica abrazó al modelo sin decir una palabra.
Eros y Rose se quedaron perplejos ante la presencia del canadiense, que había llegado de manera abrupta y sin avisar, sorprendiendo a todos.
-Por favor, sácame de aquí, Clark—le susurró. Él asintió—la motocicleta de Demian las tengo en mi bolsillo, pero salgamos corriendo antes de que mi madre lo impida.
Clark no sabía que estaba sucedieron, pero aceptó. Él aceptaría cualquier cosa que esa chica le pidiera, excepto alejarse de ella.
-Corre conmigo a la cuenta de tres—murmuró el chico sobre su cabello—uno... dos...
- ¡Tres! –gritó ella y echaron a correr en dirección a la motocicleta.
Detrás, los gritos de su madre se hicieron oír estruendosamente. Eros, por su parte, sonrió de manera arrogante, puesto que sabía que Skyler lo que necesitaba era distraerse y no hundirse más con lo que acababa de pasar; y si Clark o Demian eran la solución, los apoyaría incondicionalmente, aún si tenía que ponerse en contra de Rose Brown, la mujer que amaba.
Clark le pasó el casco a Skyler y ella le entregó las llaves de la motocicleta.
-No conozco esta ciudad, pero trataré de llevarte lo más lejos posible—le comunicó a Skyler mientras encendía el motor.
-Llévame lejos, no importa. Después pensaremos en qué hacer—le suplicó, abrazándolo de la cintura cuando él dio la vuelta, derrapando en la nieve y yendo a toda velocidad.
Clark Ravel la llevó por las calles menos cubiertas de nieve, cruzaron el puente significativo de San Francisco, el Golden Gate; y al parecer, comenzaron a salir de la ciudad sin darse cuenta. El sol resultaba reconfortante haciendo contraste con el frío.
El aire helado le acariciaba las mejillas a través del casco, y se permitió de disfrutar ese momento en el que parecía haberse alejado de la cruel realidad.
Skyler alcanzó a ver un letrero "Autopista 131" y anticipó de inmediato que, sin lugar a dudas y sin saber, Clark la estaba llevando al condado de Marin; que estaba situado a una hora de distancia de San Francisco, pero ella quería ir al pueblo de Tiburón, que solo estaba a unos veinte minutos de distancia con la ciudad. Y a medida que recorrían la autopista, la fulminante nieve iba disminuyendo.
-Quiero ir al pueblo de Tiburón—le gritó por encima de su oreja para que la escuchara con todo el aire y la adrenalina por encima.
- ¿¡Qué!? –gritó él en respuesta y disminuyó un poco la velocidad.
- ¡Al pueblo de Tiburón!
- ¿¡Y dónde queda eso!?
- ¡Sigue derecho, vas a encontrar indicaciones!
Incrementando nuevamente la velocidad, Clark fue observando las indicaciones y por fin, luego de escasos minutos, se abrieron paso al Pueblo de Tiburón, donde el clima parecía estar en calma, sin nieve ni nada de frío, incluso sintieron un poco de calor al estar con los abrigos puestos.
Él detuvo la motocicleta frente a una heladería, que estaba casi a la entrada del pueblo. Los dos aprovecharon a quitarse los abrigos. Skyler dejó el casco en el asiento y estiró los brazos y piernas al igual que él.
-No puedo creer que aparecieras de repente, Clark. Fuiste mi salvación, muchas gracias.
-Me encontré con Dexter y Hannah en el aeropuerto de Vancouver; ella fue la que te envió un mensaje como quién no quiere la cosa para saber tu dirección—explicó con una leve sonrisa y se limpió el sudor de su frente con el dorso de la mano. Incluso sudado se miraba muy guapo, sumando que debajo de la chaqueta llevaba una sudadera, que también se había quitado y había quedado una playera negra estrecha y sin mangas que le sentaba bien—planeábamos darte una sorpresa, pero te vi en la calle y pensé que tal vez necesitarías algo de ayuda.
La expresión relajada y viva que había tenido Skyler minutos atrás se ensombreció, volviendo a recordar la realidad.
-Llegaste al momento justo, Clark.
- ¿Podrías decirme por qué estaban discutiendo? –él notó el cambio en ella, pero esperó a que se lo contara en vez de presionarla.
Ella le regaló una sonrisa triste y negó con la cabeza. En otras circunstancias habría corrido a sus brazos y llorar como una niña, pero no. Se mantuvo tranquila, pero triste al informarle lo que había pasado con su tía.
-Mi tía Gabrielle falleció hace un rato—le tembló la voz y Clark entornó los ojos—a la una de la tarde para ser exactos, y fui a buscar a mi madre porque había ido a comprar algunos bocadillos porque hoy es su cumpleaños y le di la noticia; pero no quería que me regresara en la motocicleta de Demian.
-Espera, ¿qué? ¿tu tía... falleció hace un rato?
Ella asintió y él enseguida se acercó a abrazarla. La fémina le correspondió al abrazo, pero no se quebró, ya que ella ya estaba rota desde que se enteró de la enfermedad de su tía.
-Lo lamento muchísimo. Vine demasiado tarde, perdóname...
-No te disculpes. Nadie sabía que hoy pasaría—suspiró estando en sus brazos aún—he llorado muchísimo y siento que ya no me quedan lágrimas.
-Desgraciadamente no puedo comprender este dolor tan grande, pero cuando quieras llorar, hazlo. Tendrás que sacar lo que tienes dentro en cualquier momento, cariño. Y yo estaré contigo; y cualquiera que se atreva a molestarte, le romperé la cara.
-Gracias, pero estoy bien. Lo que necesito ahora es despejarme un poco—se obligó a sonreír a regañadientes—no conozco del todo aquí. Una vez vine de pasada con los de la universidad por una expedición, pero jamás nos dejaron pasar a comprar recuerdos o echarle un vistazo a la bahía.
-Claro, iremos a pasear si así lo deseas, pero, ¿estás segura que te sientes bien, Skyler? –se negó a soltarla y le inspeccionó el rostro, agarrándole la barbilla y moviendo su cabeza de arriba abajo y de un lado a otro.
-Lo estoy—le agarró la mano con la que había sujetado su cara y lo fulminó con la mirada—y no me iré de aquí sin antes de comprar un helado, ir a la bahía, hacer algo estúpido y comer algo delicioso.
Clark la observó con desasosiego y segundos después, cedió. Él había llegado para animarla y complacerla, ya que eso lo hacía feliz.
Aseguraron la motocicleta junto a la heladería y entraron. El calor era un tanto sofocante y el aire acondicionado del interior los refrescó.
Skyler pidió un helado de vainilla con chispas de chocolate y Clark eligió una paleta de limón por el calor. Se sentaron en una pequeña mesa a saborearlo.
A los diez minutos, Clark recibió una llamada y torció el gesto al ignorar a la persona que lo había llamado y ella adivinó sin que él le dijera: Joanna.
Y como si tratara del destino fastidiándolos, el suyo sonó poco después y dio un respingo al ver que era Demian. Se debatió en contestar o declinarle la llamada, pero sabía que él se molestaría, más si ya sabía que estaba con Clark, por lo que respiró hondo y contestó.
- ¿Sí?
-No me voy a alterar porque sé que este no es el momento para ponerme celoso o ponerme dramático, pero...
-Demian, por favor, ahora mismo no me encuentro bien y ya sabes por qué; además fue culpa de mi madre. Ella no quería dejarme volver en tu motocicleta y...
-Solo quería decirte que estaré esperándote pacientemente a que regreses de tu viaje con Clark. Pero ten en cuenta que eres mi novia y me prometiste que jamás volverías con él.
-Esa promesa sigue vigente hasta que me muera—sentenció—regresaré pronto. Estoy tratando de reunir el maldito valor suficiente para... —tragó saliva. Y se odió por ello. ¿Por qué al hablar con Demian le entraba el sentimiento de querer llorar y maldecir por haber perdido a su tía?
-Solo dime a dónde fuiste.
-Clark me trajo al pueblo de Tiburón, por la autopista 131.
Y luego de eso, se cortó la llamada por la mala señal del lugar.
-Tal parece que estoy en problemas, ¿verdad? –inquirió Clark, elevando una ceja en su dirección.
-No lo creo. Demian comprende a la perfección que quería distraerme y que llegaste por casualidad.
-Lo amas muchísimo, ¿no es así?
-Clark, ya lo hablamos. Me parece injusto que te lastimes de esa manera—lo miró a los ojos y percibió un brillo de ternura en la mirada de él, como si a pesar de que había sido rechazado por ella, él no dejaría de estar a su lado, aunque sea como amigo.
-No me estoy lastimando, simplemente me estoy cerciorando de algunas cosas, eso es todo—se encogió de hombros y tiró lo que quedaba de su paleta al cubo de la basura—ahora andando, tenemos un pueblo entero por conocer.
La instó con una sonrisa y ella se atrevió a sonreír genuinamente, ya que jamás pensó sonreír después de que su tía falleciera, pero ahí estaba, siendo feliz por un momento a pesar de la tristeza que la rodeaba.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-Tienes que confiar en Skyler, Demian—le dijo Hannah estando en la casa de Skyler y después de haber dado el pésame a toda la familia.
-Confío en ella, pero no en Clark. Skyler está vulnerable en este momento—gruñó, molesto.
Él, Dexter y Hannah se hallaban ayudando a acomodar los muebles para que el ataúd fuese colocado en medio de la sala y hubiera lugar para las sillas en donde las personas iban a sentarse. Ya había llegado alrededor de veinte personas sin contar a los familiares y también estaban ayudando. Gabrielle Brown había dejado estipulado estar en su casa y no en ningún otro sitio.
-Pronto volverán. Confía en ella—le dio ánimos Dexter.
- ¿Por qué prefirió irse con él en vez que conmigo?
-Clark la vio por casualidad. Te apuesto que con o sin él, ella se hubiera ido por su cuenta—dijo Hannah—es por eso que no quiso que la acompañaras.
-Voy a esperarla en el Golden Gate—vociferó Demian, terminando de acomodar los muebles en la habitación de huéspedes. Cogió su chaqueta y salió sulfurado a la calle donde la gente lo miró con perplejidad ante su arrebato. Dexter y Hannah lo siguieron.
-Ni se te ocurra hacer una locura—lo amenazaron al unísono.
-Pretendo esperarla...
-Pues te acompañaremos, además, queremos abrazarla y darle el pésame—increpó Hannah con sabiduría.
Demian les regaló una mirada de desprecio y no tuvo más remedio que aceptar.
-Agarraré prestado el coche de la tía de Skyler—dijo y regresó a la casa por las llaves. Volvió a los pocos segundos y los tres arribaron el vehículo. El sol ya había comenzado a ocultarse y lo más seguro era que los interceptarían al anochecer.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-Deberíamos regresar, está oscureciendo—le recordó Clark; pero Skyler estaba relajada mirando el agua desde la orilla de la bahía. Las luces del pueblo ya estaban encendidas y el atardecer estaba haciéndose presente.
-Un poco más. De que se oculte por completo el sol, por favor.
-Está bien—dijo el modelo y suspiró, sin dejar de mirarla.
Habían recorrido todo el pueblo, probando delicias a cada esquina o puesto de comida que hallaban, incluso comieron en un restaurante en la bahía con la mejor vista del mundo. En cuyos momentos de silencio, Clark se encargó de rellenarlos con algún chiste malo para que Skyler no tuviera tiempo de pensar en su tía, y parecía haber funcionado.
Al cabo de un tiempo, decidieron volver.
Se abrigaron y emprendieron el viaje de vuelta al frío San Francisco; no sin antes devorarse un último helado porque una vez saliendo de Tiburón, iban a volver a sentir frío.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
El cielo oscureció por completo y Demian optó por bajar del coche aparcado en pleno puente para esperarlos.
La rubia y su novio lo imitaron, siendo temerosos por lo cerca que pasaban los otros vehículos a toda velocidad.
-En este sitio nos hemos hecho demasiadas promesas—le confesó a la parejita—no hemos cumplido casi ninguna, pero lo haremos—se puso un poco nostálgico y lanzó un puñado de nieve al agua—aquí hicimos la promesa de casarnos cuando termináramos la universidad.
-Tengo entendido que te comprometiste con ella el día de su cumpleaños, ¿no? –se animó Hannah a hablar, aunque Dexter no quisiera.
-Sí...
Demian recargó la espalda en el barandal con una leve sonrisa, pero su expresión se horrorizó al ver semejante escena que estaba a punto de suceder frente a sus ojos.
- ¡Cuidado! –gritó el chico al tiempo que señalaba una motocicleta muy familiar derrapar con el resbaloso suelo con nieve.
Hannah y Dexter se lanzaron fuera del camino mientras que la motocicleta se estampaba de lleno en el cofre del coche de la tía de Skyler con mucha fuerza. Aterrorizado, corrió a auxiliar a aquellas personas, pero se quedó de piedra al reconocer la motocicleta. Era suya.
Se apresuró a llegar hasta la persona que no llevaba el casco y lo halló incrustado en una gran pila de nieve, la cual había amortiguado su caída.
-Oh por Dios, ¡Ravel! –gritó Demian y el canadiense intentó moverse y abrir los ojos. Estaba a salvo—tienes la maldita suerte de tener la cabeza más dura que una piedra para no morir de esta manera.
Y sin miramientos, Demian corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron para ver a su amada novia, quien se encontraba tumbada con la cara de vuelta al suelo. El casco estaba partido en dos y se lo retiró de la cabeza. Había poca nieve debajo de ella, pero parecía haberle ayudado a no partirse el cuello con el impacto.
- ¡Skyler! ¡Por Dios! ¡Skyler! –la colocó entre sus piernas y vio que tenía un corte en la ceja y parte de la nariz, pero fue de todo estaba bien. Ella gruñó de dolor y abrió los ojos de manera rápida—gracias al cielo que estás bien—la abrazó con fuerza, pero la chica se contorsionó de dolor—lo siento, lo siento.
- ¿Y Clark? –quiso saber ella temblando de miedo.
-Él está bien, no te preocupes—le susurró con los dientes apretados. Si el accidente no lo había matado, él lo haría.
-Santo cielo, ¿están bien?
De la nada comenzó a aparecer personas curiosas a su alrededor.
-Por favor, llamen a una ambulancia—rogó Demian.
-Estamos en eso—contestó Dexter a unos pasos de distancia.
Demian asintió y puso de nuevo su atención en Skyler, que lo observaba con los ojos llorosos.
-Lo siento, Dem. En verdad, soy una completa idiota. Casi morimos por mi culpa—balbuceó la chica.
-Hablaremos de eso más tarde, amor. Ahora tranquilízate, no me iré de tu lado—se inclinó lo suficiente para darle un beso en los labios; ella gimió e intensificó el beso.
- ¿Qué hacías aquí? ¿Cómo es que siempre llegas en mi auxilio luego de mis estupideces?
-Soy tu ángel guardián, nena. Jamás dejaré que nada malo te pase.
A pesar del dolor infernal que sentía en el brazo derecho, Skyler sonrió.
-Creo que me he roto el brazo. Me duele muchísimo—susurró.
-Gracias a Dios es tu brazo, no tu cabeza—le oyó decir al chico y segundos después, lo vio llorar. Sus lágrimas cálidas le cayeron sobre las mejillas y el temblor de su cuerpo la adormiló.
-Por favor, Dem, no llores. Te juro que es la última vez que me escapo de esta manera...
-No estoy llorando por eso, idiota—carraspeó, sorprendiéndola—casi te mueres, ¿Qué no te das cuenta? Ibas a morir. ¿Crees que tu tía hubiera querido marcharse si le hubieran dado la opción? ¡No! Ella hubiese seguido aquí, con nosotros. Contigo—perdió los nervios—si algo te hubiera ocurrido, yo... jamás me lo habría perdonado.
Skyler apretó los labios y le acarició suavemente la mejilla, limpiándole las lágrimas que él no merecía derramar por su culpa. Demian tenía razón. Él siempre tenía razón. Ella había logrado despejarse bastante esa tarde, pero también había estado cerca de la muerte. Y en ese momento comprendió la enorme imprudencia. Su tía acababa de fallecer, y no tendría por qué haber actuado precipitadamente como si nada hubiera sucedido, y para rematar, casi mataba del susto a su novio. La única persona que estaría dispuesto a dar su vida por ella.
Demian se calmó y se mantuvo a su lado todo el tiempo hasta que llegó la ambulancia. Él se encargó de acompañar a Skyler y a Clark dentro de la misma, mientras que Hannah y Dexter optaron por seguirlos en el coche de Gabrielle, el cual funcionaba bien, aunque el cobre estaba casi destruido.
Una grúa levantó la motocicleta, llevándola a alguna parte y que a Demian le importó bien poco. Para él, esa motocicleta se podía ir a la mierda.
En el hospital, luego de hacerles una revisión general, Clark despertó de su inconsciencia con una venda en la cabeza y una sutura en la mandíbula. Dexter y Hannah lo recibieron en la habitación.
En la habitación continua, Skyler charlaba con Demian en lo que el sedante le surtía efecto. Tenía el hombro dislocado y el antebrazo roto, por lo que le tuvieron que poner una férula junto con el yeso; y una leve sutura en la ceja y una bandita en la nariz.
-Mi mamá debe estar preocupada y mi tía también... -su voz se fue apagando a medida que volvía a azotarle la vida la maldita realidad—es decir, mi familia.
-Acabo de hablar con tu madre. Le expliqué que te caíste de la motocicleta y te lastimaste el brazo—dijo Demian—si le contaba del accidente, es probable que a tu madre le iba a dar un ataque.
-Gracias—se mordió el labio inferior y bajó la mirada—y Clark, ¿Qué tal está él?
-El bueno para nada está bien. Desafortunadamente tú te llevaste la peor parte y tanto Hannah y Dexter están con él y le han llamado a su familia para que vengan a traerlo lo antes posible.
Veinte minutos después Rose Brown llegó al hospital acompañada de Eros y de no ser porque su hija estaba delicada de salud no la abrazó con todas sus fuerzas. Demian la tranquilizó y pudieron hablar al respecto.
-El coche de tía...
-Lo material es lo que menos importa. Tú estás bien y yo estoy agradecida con Dios.
-Puedes regresar a casa, mamá. Puede que te necesiten allá.
-De ninguna manera voy a dejarte sola.
Eros, que estaba afuera de la habitación, se deslizó al interior a interrumpir esa riña.
-Skyler está en buenas manos. Demian no se separará de ella hasta que le den de alta mañana a primera hora, ¿no es así, chico? –miró a Demian.
-Así es. No me iré de aquí sin ella—repuso.
Rose apretó las mandíbulas y se frotó el puente de la nariz, agobiada. Sabía que, si se ponía a discutir, ella saldría perdiendo. Tres contra uno.
-De acuerdo. Mañana a primera hora vendré por ti; y más les vale decirle al canadiense Clark Ravel que no quiero verlo en el entierro de tu tía—sentenció, irascible—esa es mi condición.
Elevando los ojos al techo, Skyler le dio la razón.
-Está bien, mamá. Se lo haré saber.
Tiempo más tarde, Skyler volvió a quedarse con Demian en la habitación. Su madre y Eros se marcharon con algo de incertidumbre, pero tenían que atender a las personas que estaban en el funeral.
-Duerme.
-Pero, ¿qué hay de ti? Esa silla es incómoda—a ella comenzaban a pesarle los párpados, efectos del sedante.
-No tengo nada de sueño. No te preocupes.
-Escucha, si te niegas a lo que te voy a decir, juro por Dios que me levanto de esta cama y me voy a casa en un taxi—gruñó.
Demian alzó una ceja, desafiante.
-Adelante.
-Ven a dormir conmigo. Hay suficiente espacio para los dos—dijo, adormilada y risueña.
-Iré llamando a un taxi, señorita—bromeó.
- ¡Demian! –soltó una risotada y le hizo un hueco en la cama.
-Te aprovechas que no puedo decirte que no.
Al día siguiente, la realidad y el dolor, le dieron los buenos días a Skyler. El sedante había concluido con su función y ahora ella tenía que arreglárselas sola. Y no existía tanto problema en ello porque contaba con Demian Say.
El chico logró quedarse dormido hasta muy tarde porque quería cuidarla si en caso necesitaba algo. Ella aprovechó unos minutos para contemplarlo y verlo dormir plácidamente: Esas largas pestañas posadas sobre sus mejillas sonrosadas, esas pobladas cejas, esa nariz perfecta, esos hermosos labios rojos, y ese cabello color chocolate tan maravilloso y despeinado; y por supuesto, sus maravillosos ojos debajo de aquellos párpados que solo eran para ella, puesto que cuando él estaba despierto, lo único que llamaba su atención era simplemente ella. Ella y nadie más.
Dios. Era tan afortunada de tenerlo a su lado.
La puerta se abrió y una enfermera hizo acto de presencia. En sus manos portaba unos papeles y un lapicero; y en cuanto vio la escena, frunció el ceño, mostrando un sinfín de arrugas en la frente.
-El familiar o acompañante no puede estar en la cama junto al paciente—espetó.
En otras circunstancias, la chica hubiera pedido disculpas, pero ya había comprendido que la vida era una sola como para soportar reclamos o enfrentamientos estúpidos como aquel.
-Te daré 500 dólares si cierras la maldita boca y nos dejas unos minutos más en paz—replicó Skyler con molestia.
La boca de la enfermera se abrió con asombro y se ruborizó de la vergüenza.
-Lo lamento, yo... los dejaré a solas—titubeó con idiota, largándose demasiado rápido para el gusto de Skyler.
Treinta minutos pasaron en los que ella continuó contemplando y admirando fascinada el rostro bellísimo y masculino de Demian. Parecía un Dios adonis muy sexy.
Pero aquel momento intimo se fue al traste cuando se volvió a abrir la puerta e irrumpieron la estancia sus dos amigos. Hannah y Dexter. Ambos desaprobaron ver a Dem en la cama con Skyler, pero no objetaron nada gracias a la mirada fulminante de ella.
-Los padres de Clark ya están aquí. Están con él y lo están reprendiendo verbalmente como no te imaginas—le informó Dexter entre risas.
-Parece ser que se lo van a llevar a Vancouver en el próximo vuelo—dijo Hannah—están muy enfadados.
-Nadie más que yo tuvo la culpa del accidente. Él simplemente se ofreció a ayudarme, no quiero que lo culpen de nada. Iré a hablar con ellos...—sentenció Skyler, azorada. Trató de incorporarse de la cama con cuidado, pero una punzada de dolor la estremeció y se quedó inmóvil—maldita sea.
-Por el bien de tu brazo y por mi salud mental, deja de hacer cosas estúpidas, amor. Lo prometiste, ¿lo olvidas?
La joven dio un respingo al escuchar la voz de Demian de repente. Bajó la mirada y se encontró con sus bellos ojos color chocolate mirándola fijamente y con enfado. Hasta con cara de sueño se miraba tan guapo.
-Dem, ¿desde cuándo estás despierto?
-Déjame refrescarte la memoria—esbozó una sonrisa que la hizo ruborizar—desde que le dijiste a la enfermera que le darías 500 dólares a cambio de que se largara y te dejara mirarme un poco más mientras dormía.
Skyler miró por el rabillo del ojo a sus amigos que querían partirse de la risa sin disimulo alguno.
-No es verdad. Yo no soborné a nadie—se defendió con la cara roja de pena—y tampoco estaba contemplándote, no seas ridículo...
Demian la agarró sutilmente del cuello y la besó en los labios, callándola de una vez por todas.
-Ya hemos visto más que suficiente. Estaremos afuera esperándolos—canturreó la rubia, tirando de la mano de Dexter en dirección a la puerta.
-Le diremos a los padres de Clark que antes de que se vayan, ustedes dos hablaran con ellos al respecto.
-No es necesario, Dexter, personalmente hablaré con ellos ahora mismo—afirmó Demian, levantándose de la cama y alisándose la camisa.
Hannah y Dexter dejaron la puerta abierta para que Demian saliera también, pero cuando el chico terminó de arreglarse el cabello, la ropa y se había llevado un chicle a la boca con la intención de ir a hablar con los señores Ravel, la mano de Skyler lo detuvo.
-No seas tan duro con ellos y menos con Clark. Recuerda que la culpable soy yo, no él.
-Diré lo que tienen que escuchar. Es decisión de ellos si se llevan ahora a su hijo o esperan a que tu tía sea llevada a inhumar.
Lo soltó lentamente, dejándolo ir.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Los señores Ravel se encontraban comprando café de una máquina cerca de la sala de espera. La pareja se miraba cansada, demacrada, preocupada y huraña. Todo al mismo tiempo; y tenían razón de estarlo, puesto que su hijo se había marchado así sin más.
Say se acercó a ellos cautelosamente, pero con la frente en alto y con los hombros rectos, haciendo que su pecho sobresaliera, mostrando mucha seguridad en sí mismo.
-Buenos días, ¿señores Ravel?
El señor fue el que se dignó a voltear a verlo con recelo.
-Ajá, ¿y tú eres...?
La manera tajante con la que contestó lo hizo enfadarse, pero se contuvo. Y en vez de responder de la misma manera, sonrió.
-Oh, espera, eres Say, Demian Say—el reconocimiento llegó a la cabeza del señor y suavizó su semblante—tiene mucho que no te veíamos, chico.
-Sí, ha pasado tantas cosas—dijo con amabilidad fingida—y me gustaría hablar con ustedes un momento.
-Claro que sí—acotó la señora en cuanto se unió a la conversación— ¿Cómo está Skyler? Me dijeron que solo se lastimó el brazo.
-Gracias al cielo no pasó a mayores—dijo Demian con pesar.
-Me alegro muchísimo. Queríamos ir a saludarla, pero pensamos que no sería prudente.
-De hecho, algo relacionado a ese tema es por lo que quiero hablar con ustedes—fue casi directo al grano.
-Por supuesto, hijo, ven, vamos a la cafetería a hablar.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.----.-.-.-.-.-.-.-.----.-.-
Clark insistió en visitar a Skyler antes de que sus padres se lo llevaran de vuelta a Vancouver aun en contra de su voluntad. La charla de Demian había dado buenos resultados, puesto que los señores Ravel prometieron vigilar un poco más a su hijo y pidieron disculpas apropiadas a Skyler y a su madre, a Rose por medio de un mensaje de texto, ya que ella había condicionado no ver a Clark ni nadie de su familia en el funeral.
-Quisiera hablar a solas con ella—pidió el modelo canadiense.
Demian y los señores Ravel aguardaban en el umbral de la puerta.
-Lo que le tengas que decir a mi novia, puedes decírselo ya—le instó Demian de mal humor.
-Por favor, Dem. Solo cinco minutos, no más—le imploró ella.
-Cinco minutos, ni un segundo más ni un segundo menos—sentenció con hostilidad y tanto él y los señores salieron de la habitación con recelo.
Clark se acomodó la venda en la cabeza y alzó una ceja en dirección a ella.
-La cicatriz que tendrás en la ceja te hará ver muy sexy y ruda, ¿lo sabías?
-Deseo totalmente que así sea—bromeó Skyler, pero después se puso seria—Clark...
-Escucha—la calló él con suavidad—sé muy bien que tal vez esta será una de las últimas o quizá, la última vez que nos veamos frente a frente y que podamos hablar, ya que nos va a separar un país entero de distancia, pero quiero que sepas que no tienes la culpa de nada. Lo que sucedió ayer fue un accidente que a cualquiera pudo pasarle—suspiró. Sus ojos oscuros se pusieron llorosos—y, además, yo deseaba hacerte sentir bien, cariño. Hacer que te olvidaras de lo que pasó.
-Te lo agradezco mucho, Clark...
-Me quedaría más tiempo contigo hasta que todo el protocolo del funeral pasase, pero tengo entendido que tu mamá no quiere verme más. Recuerda que eres fuerte, tu tía se fue de manera física, pero no espiritual y ella está contigo—cerró los ojos un momento y los abrió para sonreír—en mí siempre encontrarás el apoyo que necesites.
El chico se sentó al borde de la cama y le acarició la pierna, sin despegarle los ojos encima.
-Skyler Newton, te volveré a ver...—dijo sonriéndole de manera triste y a la vez destilando mucha calidez.
Lo observó acercarse a la puerta, la abrió y antes de salir al pasillo, volvió el rostro hacia ella y le guiñó el ojo.
-...más pronto de lo que imaginas—le susurró y cerró la puerta.
MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR ESTA HISTORIA QUE FUE BASADA EN BREVES PARTES DE MI VIDA. A MÁS TARDAR, EL MARTES SUBO EL EPÍLOGO.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro