93
https://youtu.be/8p382RGIXYk
POR FAVOR, REPRODUZCAN EL VÍDEO DE ESTA CANCIÓN TODO EL CAPÍTULO MIENTRAS LEEN HASTA QUE TERMINEN <3
Demian esperó con mucha calma a que ella despertara del sueño al que se había sumido por tanta tristeza y sentimientos y/o emociones encontradas en un solo día. Él todavía no concebía que estuviera ocurriendo tan fatal episodio; comprendía a la perfección el amor que se tenían ambas, tía-sobrina, y sabía que cuando llegase el momento en el que tuvieran que separarse, sería muy doloroso para el amor de su vida, Skyler.
A pesar de que él tuvo que afrontar la muerte de su madre solo, su temperamento no tan sensible le ayudó muchísimo a mantener la cabeza fría el mayor tiempo posible, pero Skyler era todo lo opuesto a él. Ella era la sensibilidad personificada en persona.
Mientras pensaba en cómo ayudarla de ahora en adelante, se limitó a acariciarle la mejilla y a pegar más su rostro a su hombro para que pudiera descansar mejor.
El sol estaba muy brillante sobre ellos, pero el aire fresco atenuaba su calidez, haciéndolo un día excelente, pero con matices tristes.
-Podría ser este un sueño, ¿verdad, Demian?
Él dio un pequeño respingo al escucharla hablar de repente ante el silencio conmovedor que los rodeaba.
-Podría serlo, cariño. Vuelve a dormir.
-La realidad me lo impide—se incorporó y se frotó el rostro con las mangas de su abrigo—quisiera que me dijeras cualquier detalle que sepas acerca de la enfermedad de mi tía, Dem. Dime todo lo que sepas.
- ¿No prefieres hablar con tu tía Ginna de eso? Siento que ella sabe más que todos nosotros—sugirió. Ella negó con la cabeza.
-Mi tía Ginna es una mujer sin sentimientos. No tiene delicadeza para decir las cosas y siempre le ve el lado negativo a todo—dijo—y no quiero que ella me explique lo que tiene mi tía Gabby.
Demian asintió y se inclinó a besarle el cabello. Ella, demasiado sensible, le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con fuerza, negándose a reprimir el llanto. Skyler sabía de antemano que solo con él podía tener la confianza de hablar de cualquier cosa; y por supuesto, de desahogarse.
-Llora todo lo que quieras, cariño. Yo estoy aquí y jamás te dejaré, tenlo por seguro—le dijo él, acariciándole la espalda cuando ella comenzó a sollozar.
Y Skyler, tras escucharlo hablar, se quebró en un llanto más desconsolado y doloroso que el anterior.
Las lágrimas inundaban su visión y rodaban de dos en dos por sus mejillas hasta aterrizar en el cuello de la camisa del chico, formando una mancha irregular de humedad, cosa que él ignoró por completo.
-Quiero ir a verla, Demian—susurró con las palabras congestionadas.
-Iremos, mi amor. Solo cálmate un poco para que cuando la veas, la llenes de fuerza y fortaleza.
- ¿Sabes dónde está?
-Eros me dijo que la llevaron a un sanatorio de urgencia. Me mandó la ubicación, así que tranquila.
Skyler asintió y continuaron abrazaron un rato más.
(...)
Todos tenían en mente lo que iba a ocurrir dentro de poco. La enfermedad de Gabrielle Brown era letal, era terminal. No había manera de salvarla. Y lo peor era que ella misma también lo sabía, pero jamás quiso comunicárselo a nadie por miedo. El único al que se lo confesó y fue porque la acompañó al especialista fue a Jack Malí, su novio. Eros no podía concebir ver a su amigo de esa manera: Destrozado, nervioso, desolado y demasiado irritado de tener todo el dinero del mundo, pero no la medicina correcta para salvarla. Gabrielle Brown había sido la primera mujer en mucho tiempo que había llegado a su corazón para apoderarse de él y no soltarlo jamás, y no toleraba pensar que la perdería muy pronto.
-Te pondrás bien, Dios es muy milagroso, hija mía—le decía su madre a Gabrielle para darle ánimos y fuerzas, aunque sabía que era solo un teatro.
-Mamá, estoy en manos de Dios. No te angusties, por favor—replicó Gabrielle con la voz quebrada, pero sin borrar su espectacular sonrisa—además, faltan más estudios. Más opiniones de los médicos.
Se hallaban en un sanatorio particular donde le estaban extrayendo líquidos del estómago a causa del cáncer. La maldita Ascitis, que había provocado llenar todo su abdomen de agua, haciéndola parecer embarazada.
Gabrielle hizo una mueca de dolor cuando la sonda se movió de su nariz y extrajo más líquido verdoso de su interior, pero no perdió la positividad.
Tanto su madre y Jack Malí estaban a su lado. Cada uno a cada costado de la camilla de la habitación.
Él sostenía su mano y le sonreía con tristeza, aguantándose las ganas de llorar. ¿Cómo era posible que apenas ayer habían estado felizmente en el cine y luego ella se puso tan mal?
En eso, Jack recibió una llamada y se disculpó para atenderla fuera de la habitación. Era Eros Rabanne, su mejor amigo.
-Skyler ya lo sabe. Ginna, la hermana mayor de Rose acaba de venir y se lo dijo—le informó a Jack con seriedad.
-Demonios, Eros. Gabrielle no quería que lo supiera la chica todavía.
-Era inevitable. Ya conoces a Skyler; además se me hacía cruel que no quisieran que se lo contaran. Es como su madre, tenía todo el derecho—carraspeó.
- ¿Y cómo lo tomo? No quiero imaginarme esa escena—se frotó el puente de la nariz y luego se llevó la mano a la barbilla.
-Le dio un cuadro asmático después de tanto tiempo de que no le pasaba—hizo una pausa para suspirar con agobio—Dios, pensé que se iba a morir de un ataque—le explicó con horror—pero gracias al cielo yo tenía un inhalador en el botiquín de primeros auxilios y se lo brindé. Volvió en sí, pero rompió en llanto amargamente y Demian la llevó a alguna parte a calmarse.
-Me alegro que él estuviera para ella en estos momentos—dijo, tragándose el nudo que se le había formado en la garganta. Eros percibió su tristeza.
-Hermano, en serio, lamento tanto esto. Maldita sea, Gabrielle es una mujer fenomenal y sé que la quieres muchísimo. Ni ella ni tú se merecen esta mierda—le dijo con total honestidad. Jack sonrió débilmente a través del teléfono sin que su amigo lo supiera.
-La amo, Eros. Te juro que en verdad la amo—quiso gritar, pero se lo tragó—desde que la conocí supe que era la indicada para mí. Tú sabes que he sido un maldito mujeriego sin remedio, pero Gabrielle hizo que mandara al carajo todo eso. Ya no tuve ojos para nadie que no fuera ella.
-Eso me recuerda a mí con ella—se lamentó por su amigo al recordar que así le ocurrió con su prometida y que en un abrir y cerrar de ojos, ella ya no estaba más a su lado y no porque así lo hubiera decidido, sino que el destino así lo quiso—pero amala el tiempo que resta, Jack. Hazla sentir la mujer más hermosa del mundo, la más amada, la más perfecta. Todo. Llévala de paseo, solo ustedes dos. Llévala a la playa o a disfrutar del ocaso. Cosas que a Gabrielle le guste y puedan atesorar juntos como un recuerdo hermoso.
-Planeaba hacer todas esas cosas en cuanto le pidiera matrimonio—le soltó de sopetón, dejando a su amigo atónito.
- ¿Qué? ¿Pensabas casarte con ella? ¡Jack!
-Sí... pero ahora todo se fue a la maldita mierda.
- ¡No! Puedes casarte con ella todavía, Eros. Por lo que Rose me contó alguna vez, a Gabrielle le hacía mucha ilusión casarse y tener una familia propia.
-No podrá cumplirse completo su sueño si nos casamos—balbuceó, comenzando a llorar.
-No, pero al menos una parte de su sueño se le cumplirá. Yo te ayudaré a que se casen en cuanto pienses que sea necesario.
-De acuerdo. Incluso ya tengo el anillo de compromiso, solo estaba esperando el momento para dárselo y pedírselo—sorbió por la nariz—creo que lo haré esta noche. Ayúdame a que todo salga perfecto.
-Cuenta conmigo.
-Gracias, amigo. Esto me hace pensar positivamente. Aunque me siento incapaz de hacer algo que pueda ayudarla.
-Ella y tú no están solos en esta batalla. Todos nosotros estamos con ustedes, sosteniéndolos.
Las palabras de aliento de su mejor amigo lo llenaron de fortaleza e ilusión para afrontar el enorme océano de problemas que se avecinaba.
-Tus palabras me ayudaron más de lo que piensas, Eros, muchas gracias.
-Para eso somos mejores amigos, ¿no? Ahora ve con tu novia y cuídala. Trataré de ir lo antes posible en cuanto Skyler y Demian regrese. Rose, su padre y su hermana ya van en camino a ver a Gabrielle.
- ¿Eros?
- ¿Sí?
-No le menciones esto a nadie de nuestros conocidos. Esto es privado, ¿de acuerdo? Mucho menos a Clark, ni Aiden y tampoco al doctor Robert. La familia de Gabrielle prefiere que esto quede entre nosotros para no deprimirla más.
-Bien. Cuenta conmigo. Hablaré con Skyler y Demian para que no digan nada tampoco.
(...)
Skyler y Demian regresaron al departamento y se percataron que tanto su madre, el abuelo y la tía Ginna ya no estaban ahí. Eros les comentó que se habían ido a ver a Gabrielle y que él los estaba esperando para irse también.
-Me iré a poner ropa cómoda y vuelvo de inmediato—anunció ella, yéndose a su habitación.
Demian se quedó en el sofá, mirando al vacío. Eros se colocó frente a él con los brazos cruzados.
- ¿Cómo es que tú ya estabas enterado de la enfermedad de la tía de Skyler? —le preguntó.
El chico se revolvió en el asiento y alzó la mirada, sosteniéndosela.
-Escuché cuando murmuraban ayer en la noche en la habitación de los abuelos de Skyler. Los escuché llorar desconsoladamente y supe que algo andaba mal con la tía de ella—contestó sinceramente—no alcancé a oír de qué se trataba, pero dijeron "Etapa terminal, Dios mío, ¿por qué?" así que por eso decidí llevarme a Skyler al médico muy temprano.
-Gracias por guardar la calma y no decírselo antes de tiempo—le agradeció.
-No te preocupes. Sabía que yo no era la persona indicada para darle esa pésima noticia.
-Y a todo esto, ¿Cómo les fue? ¿Qué arrojó el resultado del ultrasonido?
-Está todo en orden. Skyler ha estado muy estresada y es por eso que su organismo se había revelado, pro nada de qué preocuparse—le sonrió para tranquilizarlo—en tu coche está la carpeta con los resultados.
Con un asentimiento de cabeza, Eros dio por finalizada la conversación al tiempo que Skyler hacia acto de presencia.
- ¿Nos vamos? –preguntó la fémina y el par de hombres asintieron.
Demian temía que Eros mirara su gracia que había hecho en los asientos traseros de su Jaguar, pero por gracia divina, el sujeto optó por sacar uno de sus coches deportivos para ir más rápido. Metió el Jaguar a la cochera y después se dirigieron al sanatorio "La Rosa" donde estaba internada Gabrielle.
Skyler comenzó a temblar y no de frío.
-No sé si seré capaz de mantener la compostura frente a ella en cuanto la vea postrada en esa camilla—balbuceó.
-Ninguno de nosotros está preparado, cariño. Pero piensa que, si ella te ve tranquila y serena, le darás fuerzas para luchar—le dijo Eros con suavidad. Demian asintió, estando de acuerdo con él.
-Necesitaré tomar unos segundos antes de pasar a verla—sentenció.
-Sí. Mientras yo entro primero, Demian y tú esperan afuera y de mientras te sirve para guardar la calma.
Skyler miró a Eros a los ojos a través del espejo retrovisor. Los aterciopelados ojos verdes de él le infundieron seguridad y confianza de que todo iba a estar bien y dejó de temblar.
En cuanto estuvieron en el sanatorio, a ella se le erizó completamente la piel, como si presintiera algo espantoso.
Respiró hondo y bajó del coche con los demás.
-Entraré yo. Los esperó adentro—dijo Eros, poniéndole alarma al coche y después besó la frente de ella como muestra de apoyo—estaremos todos juntos, no pasa nada, mi pequeña.
La tempestad que se estaba desatando dentro de ella se detuvo por un segundo al escuchar sus palabras tiernas. Él, definitivamente era como el padre que nunca tuvo.
Lo observó hasta verlo desaparecer entre las puertas de cristal a lo lejos y dejó que Demian la abrazara y besara tiernamente en sus mejillas y en sus labios.
-Por favor, no me sueltes la mano por ningún motivo.
-No lo haré jamás.
Diez minutos después, Skyler, aferrada a la mano de su novio, entraron con la frente en alto a la institución médica. Les indicaron que la habitación que buscaban era el número 18.
Sin embargo, antes de girar el pomo de la puerta, Demian la agarró de la barbilla y se inclinó lo suficiente para besarla en los labios suavemente.
-Podemos hacerlo.
Y dicho eso, entraron.
Por más que ella pensara que iba a correr a los brazos de su tía a llorar y hacerla sentir peor, su cerebro pareció programarse para la situación, pese a que sus labios lograron esbozar una sonrisa radiante al verla tumbada en la camilla con la sonda saliendo de su nariz y en su mano sosteniendo una bolsita con líquido verdoso que estaba extrayéndose de su interior. Su tía le devolvió la sonrisa con alegría al verla en la puerta.
Skyler soltó la mano de Demian y avanzó hacia su segunda mamá y se arrodilló a su lado para besarle las manos.
- ¿Cómo te encuentras, tía?
-Ya mejor, princesa. Solo que es un poco molesto esto—le mostró la bolsa y Skyler rodó los ojos, riéndose.
-Es para que te recuperes—le besó la frente y su tía cerró los ojos sin dejar de sonreír.
Hasta en ese momento, Skyler observó a su alrededor. Su madre, abuelos, su tía Ginna, Eros y Demian la miraban con regocijo. Sus miradas no estaban tristes o tal vez sí, pero camufladas. Al que no vio fue a Jack por ningún sitio, pero no quiso preguntar. Él debía estar igual de destrozado.
-Siéntate aquí para que estés con ella—le oyó decir a su madre y le acercó una silla.
-Gracias—le agradeció. Tomó asiento y volvió a agarrar la mano de su tía entre las suyas.
No estuvo consciente de las horas, pero el cielo comenzó a oscurecer a medida que avanzaba el tiempo. Ella siempre había sido comelona por naturaleza, pero en esos momentos la comida no era importante. De hecho, nada era importante, salvo su tía Gabby. Solo ella.
Sus abuelos se habían quedado dormidos en los sillones y tanto su madre, Eros y Demian miraban la televisión en bajo volumen porque también su tía se había dormido con una de sus manos entre las suyas. Su tía Ginna había salido a comprar cena, pero ya se estaba tardando.
A Skyler le dolía el cuerpo, pero no era nada comparado a lo que su tía debía sentir. El único que notó su incomodidad fue Demian. Dejó el control remoto de la televisión en manos de Eros y se acercó a ella con cautela.
- ¿Quieres que cambiemos de lugar un rato? Te ves incómoda, amor.
-No, estoy bien. Pero lo que me gustaría es un poco de agua, ¿podrías traerme un poco por favor?
-Seguro que sí. Espérame.
Eros lo miró con el ceño fruncido salir y le encargó el control a su madre porque él también pensaba salir, probablemente a estirar las piernas.
-Vuelvo en un momento, preciosa—le dijo antes de salir tras Demian.
Skyler continuó contemplando y velando el sueño de su tía en silencio, mordiéndose de vez en cuando los labios cuando el sentimiento la inundaba. Todavía no podía asimilar la verdad de las cosas y mucho menos tolerar verla en ese estado tan delicado, siendo que siempre había sido muy fuerte en cuestiones de salud.
Se animó a acariciarle el cabello con ternura, después a pasarle las yemas de sus dedos por todo el contorno de su rostro para grabarse cada una de sus facciones para siempre en su memoria. Su rostro relajado, como si nada malo estuviera sucediendo en su interior.
Miró con despreció aquella sonda que salía de su nariz y que tal vez la estaba lastimando por dentro y maldijo su enfermedad. Maldijo el cáncer con todas sus fuerzas.
¿Por qué a su tía y no a alguien más que sí lo merecía? ¿por qué en su familia y no en otra? ¿por qué no les dio el cáncer a los malditos asesinos, violadores o si es tanto a los malditos funcionarios públicos que no hacían más que robarle al pueblo y dejarlo en la miseria?
Demian regresó con cinco bebidas dentro de una bolsa, pero Eros no venía con él.
-Toma, amor—le tendió un refresco de lata sabor fresa después de abrírselo, el favorito de ella. Luego le pasó una lata a la mamá de su novia, que lo recibió gustosa—le doy las demás latas para sus papás—le dijo a la señora Rose Brown, y esta asintió, absorta en la televisión.
-Gracias—lo agarró Skyler, le dio un sorbo y miró a la puerta— ¿a dónde fue Eros?
-No tengo idea—se encogió de hombros—dijo que iría a traer a Jack a su casa.
-Oh—dijo ella, pensativa—y mi tía Ginna se está tardando con la cena, eh.
-Son las diez de la noche, nena. Ella se fue a las ocho—le informó Demian al verificar el reloj de su teléfono—quizá está haciendo otras cosas.
-¿Cómo qué? No conoce Vancouver.
-Saber. Solo ella sabe, pero no te preocupes.
-No estoy preocupada por mí. Yo no tengo hambre, pero mis abuelos sí. Ellos me preocupan a parte de mi tía—dijo y miró a su madre—mamá, deberías llamarle a tía Ginna porque mis abuelitos no han comido nada.
Skyler se movió un poco, pero eso ocasionó que su tía se revolviera incómoda en sueños y abriera los ojos de repente. Escudriñó a su alrededor y su mirada se ensombreció por un momento, como si la realidad volviera a su mente, pero volvió a la normalidad al ver a su sobrina a su lado y sosteniendo su mano con confianza y seguridad.
-Duérmete de nuevo, tía. Lamento haberte despertado—se disculpó Skyler.
-No me despertaste, princesita. Ya he dormido mucho—presionó un botón por debajo de la camilla y esta se movió hasta quedar en una posición cómoda para que ella se sentara sin moverse. Volvió el rostro y vio a sus papás profundamente dormidos en una posición poco cómoda en los sillones de la habitación— ¿a dónde han ido todos? –buscó con la mirada a alguien en particular. Jack.
-Tía Ginna supuestamente fue por algo de cena, Eros salió hace un rato, y Jack no ha vuelto todavía—le informó Rose, su hermana, apagando la televisión.
La decepción se mostró demasiado en la cara de Gabrielle, pero la disfrazó con una sonrisa conciliadora y genuina.
-Enciende la televisión, quiero ver algo bueno—le dijo a su hermana y ella obedeció.
Quince minutos había transcurrido, cuando Skyler recibió una llamada. Sacó rápido el teléfono que tenía 30% de batería y vio que era Eros quién la llamaba.
-Voy a contestar. No tardo, tía—le dijo y por fin la soltó para salir de la habitación con el móvil pegado a su oreja.
Cruzó las puertas de cristal de la entrada y deslizó el dedo en a la opción color verde.
- ¿Hola, Eros? –preguntó al contestar.
No obstante, se quedó de piedra al ver a Eros, Jack e incluso su tía Ginna sosteniendo globos enormes de helio en forma de corazón, rosas rojas de alguna florería carísima y una caja de chocolates, lo más cursi del mundo. Jack se había duchado y puesto una ropa que lo hacía lucir muy guapo.
Un pantalón de mezclilla negro, una camisa color vino que le hacía resaltar más su piel de porcelana y una corbata negra, haciendo juego con sus zapatos bien lustrados. Se había acomodado el cabello de manera que se viera más joven y jovial, inclusive se rebajó un poco la barba para quedar impecable.
-Le pediré matrimonio a tu tía, Skyler—le anunció con una enorme sonrisa de oreja a oreja, pero con los ojos llorosos.
Skyler se cubrió la boca de la emoción y se echó a llorar. Corrió a Jack y él la abrazó con todas sus fuerzas, compartiendo su dolor mejor que nadie.
-Gracias, Jack, en serio. Gracias por hacerla feliz en todo momento—le susurró en medio del abrazo.
-Haré lo que esté en mis manos para darle todo lo que necesite y desee, y por supuesto, la felicidad viene incluida, cariña—dijo él sobre su cabello.
Se separaron riéndose de la emoción y de la tristeza al mismo tiempo. Eros sonrió, limpiándose también las lágrimas.
-Iré a arreglar a Gabrielle—dijo su tía Ginna, conteniendo el llanto y llevándose las bolsas de la cena consigo—así que esperen aquí. Te mandaré un mensaje Skyler cuando sea el momento. Ella debe estar más preciosa para esto.
La vieron entrar corriendo y Skyler sostuvo la caja de chocolates.
- ¿Desde cuándo venías planeando esto? –la chica se atrevió a preguntarle a Jack. Él se ruborizó.
-Ya tiene algunas semanas. Pero Eros fue quién me dio coraje para hacerlo a pesar de esta situación.
-A mí tía le hará muy feliz esto. Es lo que más ha deseado—se le quebró la voz y Jack junto con Eros le agarraron la mano.
Los tres se quedaron en silencio, compartiendo el sentimiento. Y exactamente a los 13 minutos, Skyler recibió un mensaje de su tía Ginna.
"Es ahora, o no nunca."
Jack rio con nerviosismo y se volvió hacia la chica.
- ¿Me veo bien?
-Te ves estupendo, vamos—lo agarró del brazo y se dirigieron al interior del sanatorio.
Las puertas de cristal se abrieron y se deslizaron al interior, siendo presas de muchos pares de ojos sorprendidos. Los globos abarcaban gran parte del vestíbulo y la belleza y seguridad de Jack era difícil de ignorar. Algunos familiares de otros pacientes se unieron a las enfermeras que miraban enamoradas la escena.
Skyler se encargó de abrir la puerta número 18 y entró con una sonrisa y lágrimas en los ojos.
Y Jack hizo acto de presencia con una enorme sonrisa.
Gabrielle y los presentes se quedaron boquiabiertos, en especial ella, quién comenzó a llorar.
A su tía la habían maquillado hermosamente y aunque las lágrimas le hicieron escurrir el delineador y el rímel, seguía viéndose bellísima.
Jack avanzó con paso decidido, tomó los globos de helio que casi no entraban en la habitación, la caja de chocolates y se los tendió. Ella los recibió sin dejar de llorar.
Skyler recordó la manera dulce en la que Demian le había pedido matrimonio el día de su cumpleaños y las emociones la embargaron. Él se acercó a ella y la abrazó mientras miraban a Jack dar la propuesta más importante de su vida.
Los abuelos lloraban silenciosamente como todos, y todos englobaba también a personas ajenas a la familia, como los familiares de otros pacientes, doctores y enfermeras que miraban de manera cotilla en el umbral de la puerta.
Entonces, Jack se arrodilló y de su bolsillo del pantalón sacó una cajita pequeña de terciopelo color dorado y tragó saliva.
Comenzó a abrirla poco a poco, saliendo a la vista un anillo hermosísimo, con un diamante pequeño incrustado al centro.
-Lucía Gabrielle, ¿me harías el fabuloso honor hacerme el hombre más feliz del mundo al aceptar casarte conmigo?
NO OLVIDEN VOTAR NI COMENTAR <3 YA ESTAMOS POR FINALIZAR LA HISTORIA. GRACIAS POR LEER.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro