92.5
Skyler evaluó el semblante de su novio mientras este la besaba. Era como si estuviera triste. No lograba comprender lo que lo estaba atormentando tanto, si apenas hacía unos momentos todo estaba bien.
Como los cristales del Jaguar eran poralizados, nadie podía verlos en el interior. Él parecía tener la necesidad extrema de poseerla sin miramientos y embarazarla de una vez por todas sin ser dulce ni suave. A pesar de que eso la excitaba muchísimo, no podía permitirlo. No hasta que le dijera aquello que se negaba a confesarle.
Lo detuvo justo en el momento en el que iba a penetrar en su interior, dejándolo "emocionado" y confuso.
-No, Dem. No hasta que me lo cuentes—bajó la vista hacia su erección y le regaló una delicada caricia, haciéndolo estremecer.
-Por el amor de Dios, Skyler, no puedes dejarme así—gruñó con voz ronca de deseo. Sus ojos no dejaban de mirarla en su total desnudez en los asientos traseros.
-He aceptado tener un bebé contigo, pero necesito que me cuentes lo que está pasando. Sé que no es nada bueno, lo percibo en tu mirada—se acercó a él cautelosamente y se sentó a horcadas en su regazo, colocándose en medio de su erección, dejando que entrara poco a poco en su cavidad con suavidad.
Demian cerró los ojos, deseoso de moverse, pero ella le acunó el rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla. Él tenía las pupilas dilatadas y la respiración agitada, y gotas de sudor adornaba su frente y pecho; al igual que ella.
-No dejaré que te muevas, cariño, a menos que me lo digas...
-No podrás torturarme por mucho tiempo—agregó con voz maliciosa y de pronto, se invirtieron los papeles y él quedó encima de ella, dejándola a su merced—ahora serás mía, nena.
Y así fue. Demian comenzó a dar fuertes embestidas, excitándola al máximo y deseándolo aún más. Esa nueva faceta de Demian la estaba volviendo loca. Él solía ser tierno con ella, pero en ese preciso instante, era todo lo contrario. Parecía estarlo tomando muy en serio lo de dejarla embarazada lo antes posible.
Demian tuvo que cubrirle la boca a Skyler para que esta no gimiera demasiado fuerte, ya que el coche se movía de manera brusca a causa de los movimientos sexuales. Él tuvo que morderse los labios también para no hacer ningún ruido.
Se vinieron juntos, literal, y ninguno de los dos pudo ahogar el jadeo y el gemido a causa del orgasmo.
Demian se dejó caer lentamente a su lado y ella deleitó el calor que él le depositó dentro de su ser, deseando desesperadamente tener un bebé, fruto de su amor o más bien, de su deseo descabellado de ser padre a temprana edad.
-Te aseguro que esta vez sí quedaré embarazada de ti, Demian, y creo que también el jaguar de Eros—rio cuando él se sonrojó al haber manchado parte de los asientos al haberse excitado demasiado sin prever las consecuencias.
-Jamás me había sucedido. ¿Qué le voy a decir a Eros? Me va a matar sin duda alguna—titubeó, poniéndose la ropa junto con ella mientras Skyler reía.
-Es normal que mancharas un poco el asiento, Dem. Tranquilo—le dijo en cuanto terminó de colocarse el sostén y la blusa.
-Créeme que hablo en serio. Nunca en la vida—su rostro se tiñó por completo de rojo y a ella le causó ternura.
-Fuiste tú quién no quiso esperar—se encogió de hombros—pasémosle toallitas de bebé. Creo que Eros guarda un paquete en la guantera.
-No me atormentes más con eso, por favor...
Buscaron en la guantera y hallaron el paquete de toallitas para bebé y limpiaron a conciencia la mancha blanquecina. Skyler no paraba de reírse y Demian de lamentarse.
-Hacer esto me enciende de nuevo, ¿a ti no? –le dijo a él de manera seductora.
-También a mí, pero no quiero arriesgarme a estropearlo una vez más...
Ni si quiera había terminado la frase cuando Skyler ya le había desabrochado otra vez el pantalón y a continuación la camisa.
A las 10 de la mañana en punto, regresaron al departamento de Eros con el cabello revuelto y la ropa mal puesta. Nadie opinó sobre su apariencia y siguieron con lo suyo.
Como no habían desayunado, Demian preparó algo para él y Skyler; pero en lo que lo hacía, ella fue en busca de su madre y tía.
Buscó en todas las habitaciones a su tía, pero no la halló, tampoco a su abuela. Era extraño, puesto que ella no salía sin el abuelo.
- ¿Y mi tía y abuelita? –cuestionó a su madre.
-Eh, salieron cariño. Volverán más al rato—le contestó con la voz ronca. Ni si quiera la miró, sino que se alejó de ella por el pasillo.
Más confundida de lo normal, optó por hablar con el abuelo, pero este se había quedado dormido en el sofá, así que probó con Eros, quien estaba en su estudio bebiendo una copa de vino tinto con nerviosismo. En una mano sostenía la copa y en la otra su teléfono, como si esperara una llamada importante. Tenía los ojos ligeramente llorosos.
-Eros, ¿puedo hablar contigo un minuto? –abrió bien la puerta y se recargó en el umbral, en espera de su respuesta.
-En este momento no, nena. Estoy esperando una llamada urgente de... alguien de la agencia porque ocurrió un incidente—le respondió con dulzura, pero su voz tembló un poco.
-Ah, de acuerdo. ¿Y Jack dónde está? ¿Se fue con mi tía y la abuela a alguna parte?
Eros no contestó.
-Dame un respiro por favor, cariño. Ve y come algo—ignoró por completo su pregunta y cerró los ojos luego de darle un sorbo al vino.
Humillada, cerró la puerta del estudio y se sentó en la mesa, esperando a Demian para almorzar. Su novio sirvió los alimentos y comieron en silencio. En el departamento reinaba el silencio y un aire fúnebre y espectral que no le gustó para nada.
-La verdad no tengo apetito. Voy a ir a recostarme a la habitación—anunció, pero Demian la agarró de la mano.
-Come. Necesitas fuerzas después de lo que hicimos hace un rato—la madurez en sus palabras la acojonó.
-Escucha, ya lo hemos hecho antes y no pasa nada si no como en horas—siseó—además, me duele la cabeza. Todo el mundo está actuando extraño desde ayer.
Y otra vez Demian optó por darle la ley del hielo, gestó que la enfureció. Mandó al carajo la comida y se retiró de la mesa. Fue hacia su habitación a grandes zancadas. Cerró la puerta con seguro y se asomó a la ventana, donde visualizó a su madre de cuclillas en el jardín de al lado, detrás del jaguar, llorando amargamente. Sus hombros se sacudían incontrolablemente y de pronto salió el abuelo a consolarla y a llorar juntos.
Skyler, horrorizada por la situación, se puso un abrigo y salió corriendo a ver a su mamá y a su abuelo.
Demian trató de detenerla, pero fue imposible. En ese momento ella parecía tener la fuerza de una bestia porque hizo trastrabillar a su chico al salir al porche, donde divisó a su familia llorando silenciosamente.
-Mamá, abuelo, ¿Qué pasa? ¿por qué lloran? ¿pasa algo? –contuvo la respiración cuando los dos postraron la mirada en ella. Vio en sus ojos un inmenso dolor y desesperación.
-Ay, hija—sollozó su madre y le echó los brazos encima. Skyler se aferró a ella con fuerza—no queríamos decirte nada para no alarmarte, pero ha ocurrido una desgracia. Una fatal desgracia.
-Mamá, me estás asustando, dime qué pasa—a pesar de no saber nada, se le llenaron los ojos de lágrimas. Su abuelito bajó la cabeza y se limpió las lágrimas con un pañuelo.
-Tu tía, Skyler, tu tía...—balbuceó entre el llanto, como si le costase respirar.
De repente, un coche desconocido aparcó a la par del jaguar de Eros y reprimió las ganas de hacerle señas obscenas al conductor por interrumpir aquel momento importante.
-Ginna, por fin has venido—gritó el abuelo y corrió a recibir a su hija mayor, que era médico. Y aquello le gustó menos a Skyler. ¿Qué hacía ahí su tía, si se suponía que le valía un rábano los demás menos su dinero? Y mentalmente le agradeció a Dios que no estaban también sus primas, que también eran una molestia enorme.
Entonces hubo una serie de saludos fúnebres y más llantos. Skyler permaneció petrificada en su sitio porque parecía ser que solo ella era la que desconocía lo que estaba pasando.
- ¿Alguien podría por favor decirme qué está pasando? –espetó.
Su tía Ginna se volvió hacia ella con aire arrogante a pesar de estar llorando.
-Tu tía Gabrielle tiene cáncer etapa 3 de estómago, Skyler.
Y ahí fue donde Skyler se quedó lívida, y sintió nauseas. Todo le dio vueltas, como si le faltara el aire excesivamente en los pulmones y no pudiera si quiera respirar. Miró todo borroso y estuvo a punto de caer ante esa noticia devastadora de no ser por las fuertes manos de Demian que la agarraron con total seguridad y la tomó en brazos.
Skyler rodeó su cuello y ocultó su rostro debajo de su mandíbula; y rompió a llorar como jamás lo había hecho. Incluso comenzó a hiperventilar.
Demian lo llevó dentro corriendo y la recostó en el sofá. Le estaba dando uno de sus ataques asmáticos. Tanto su madre como el abuelo comenzaron a gritarle a Eros y este salió del estudio con el rostro pálido.
-Skyler, ¡Necesita su inhalador!
-Tengo uno en el botiquín de primeros auxilios, ¡Voy por él! –dijo y se fue hacia el baño lo más rápido que pudo.
Ginna, su tía, la agarró de las manos con fuerza y Demian se negó a apartarse de su novia.
-Cálmate, respira hondo. No pasa nada, respira, por favor.
Pero Skyler estaba perdida y en shock que no podía hacer el menor esfuerzo. Le dolía el pecho y no por la falta de aire, sino por su tía.
¿Cómo podía ser posible, si apenas unos días atrás habían celebrado su cumpleaños de la mejor manera? Ni si quiera notó que su tía tuviera molestias de nada.
Su mente trabajaba a toda prisa, asimilando o al menos haciendo lo posible por hacerlo, pero estaba bloqueada. Era como si alguien le hubiera lanzado un balde de agua fría de lleno a la cara.
En sus labios alguien, no supo quién, porque su visión le fallaba, le introdujo el inhalador y la obligó a succionarlo con fuerza.
Cuando por fin pudo tomar el control, lo aspiró con desesperación y tosió al volver en sí.
-Por favor...—inhaló profundo y consiguió hablar—díganme que es una broma de mal gusto... díganme que mi tía está bien.
Miró por instinto a Demian y este desvió la mirada a otra parte con pesar, luego su madre, su abuelo, su tía Ginna e incluso Eros.
El labio inferior le tembló al borde de las lágrimas otra vez y se levantó de golpe del sillón. Empujó a todos y se fue directamente a la calle.
Demian la siguió.
-Nena, ¿A dónde vas? No puedes andar sola, así como estás, entra al departamento para que hablemos.
-Buscaré a Clark para hablar con él.
Demian endureció su rostro.
-Y, ¿por qué vas a buscarlo?
-Necesito hablar y desahogarme con alguien sin que piense que soy una idiota. Todos ustedes me mintieron sobre el estado real de mi tía, sabiendo que ella es como mi mamá—le gritó enfurecida.
-Quieres que haya confianza entre nosotros y buscas la menor excusa para irte a los brazos de otro. ¿Acaso soy tan poca cosa para que no recurras a mí en momentos como este? –se mostró herido. Ella titubeó.
-Me mentiste. No quisiste decirme sobre mi tía, Demian. ¿Qué quieres que haga? ¿Que fácilmente me deje mimar por ti, cuando no me dijiste la verdad, por más dolorosa que fuera?
-No vayas, por favor. Y déjame explicarte más sobre el asunto de tu tía, por favor—suplicó—Clark no sabe nada al respecto y dudo mucho que te ayude en algo.
Las piernas de Skyler parecían de gelatina. Cedieron ante su peso, a sus emociones y a su debilidad por no haber comido.
Cayó arrodillada sobre el suelo con piedras y se lastimó las rodillas. Demian avanzó a ella y se acuchillo justamente enfrente.
-No hagas esto más difícil. Sé que es dura la realidad, pero mientras tu tía siga viva, hay esperanza—se dio la vuelta y la instó a subirse a su espalda como un koala—sube, vamos a dar un paseo.
-Peso demasiado. Mejor quedémonos aquí, en mi miseria...
-Hazlo—le ordenó y ella obedeció a regañadientes.
Y una vez trepada en su espalda, él afianzó sus manos en sus piernas y ella sus brazos alrededor de su cuello como si su vida dependiera de ello.
Skyler recargó su mejilla en el hombro de Dem y cerró los ojos tras un suspiro a causa del llanto de minutos atrás.
El perfume de Demian era como algún tipo de anestesia y sedante para ella y su compañía lo mejor del mundo. Había estado loca al querer buscar a Clark solo para empeorar las cosas.
-Te amo, Demian—susurró en su cuello.
El cabello castaño del chico que estaba en el inicio de su cuello le hacía cosquillas en la mejilla a ella.
-Yo te amo el doble de lo que tú me amas a mí y no estará a discusión—bromeó.
-No sé qué haría sin ti. Eres lo que me mantiene viva, literal y a la vez cuerda.
-No digas eso, cariño.
-Es la verdad—suspiró, dándole un beso en la espalda—si tú no hubieras estado aquí ese rato, quién sabe qué estuviera haciendo ahora mismo. Tal vez ya me hubiese lanzado de un puente o dejado arrollarme por algún coche. Algo dramático para calmar mi dolor.
Demian no dijo nada y siguió caminando. Él sentía el sufrimiento de Skyler porque desde los diez años siempre la observaba, observaba todos sus movimientos, sus palabras, sus expresiones y sabía cuándo mentía o cuando sufría. Y en ese momento ella estaba al límite del dolor y sufrimiento espiritual. No iba a dejarla caer al vacío de la depresión. Primero muerto a dejar que ella se dejara morir lenta y silenciosamente.
Llegó hasta el lago donde anteriormente Eros la había llevado a patinar y la sentó cuidadosamente en el mismo tronco y la abrazó protectoramente porque se había dormido en su espalda.
Y lo que más le partió el corazón fue ver que en sus mejillas quedaban los rastros de lágrimas que había derramado dormida. Apretó los puños y maldijo la enfermedad de la tía de Skyler. Maldijo el cáncer como jamás lo había hecho, ya que no solo afectaba al enfermo, sino a toda la familia del mismo. Los desgarraba de peor manera: espiritualmente. El dolor físico podía soportarse con medicamentos, pero, ¿y el dolor del alma? No había medicina para ello.
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<<LES DEJO DE PILÓN ESTE CAPÍTULO PARA QUE NO SE QUEDEN CON LA INTRIGA. Y ESTO DE LA TÍA DE SKYLER ES DE LA MISMA EXPERIENCIA QUE PASÉ HACE MESES. RECUERDEN QUE PARTE DE MI VIDA ESTÁ PLASMADA EN ESTA HISTORIA. ESPERO CONTAR CON SU APOYO EN LOS VOTOS Y COMENTARIOS PORQUE YA ESTÁ LLEGANDO A SU FIN>>
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