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86

Las rosas rojas eclipsaron a las demás personas, haciendo que nosotros fuésemos los únicos en ese momento.
No había nadie, a parte de nosotros, que nos importaran.

Lo miré fijamente a los ojos y noté que tanto sus labios y ojos, me sonrieron de la manera más dulce.
Yo continuaba en shock, pero a la vez feliz y muy amada, teniendo a Demian a mi lado.

Pasaron varios segundos hasta que por fin me colocó nuevamente sobre mis pies y me abrazó con cariño, regalandome un beso sobre el cabello.
Y hasta ese momento me percaté que había cambiado totalmente. Demian usaba una fina barba bien recortada y el cabello peinado ligeramente hacia atrás, un poco rebelde por no usar fijador, pero muy guapo. Y vestía jeans de mezclilla, con una camisa vino manga larga y encima un suéter tejido color negro, haciéndolo ver excitante.

-¡Muchas felicidades, hija!-chilló mi madre a nuestra espalda. Entorné los ojos y me volví hacia atrás, emocionada.
Y no sólo de hallaba ahí mi madre, sino mis abuelitos, mi tía, Jack, Eros, Aiden, Hannah, Dexter y... Clark.

Dejé que me abrazaran todos con ímpetu. Fui de brazos en brazos hasta que me tocó el turno de Clark.

Ambos nos quedamos mirando con desdén.
Había recuperado a Demian, porque era a quién yo de verdad amaba en realidad. Y me estremecí al recordar lo que me había dicho Clark con tristeza antes de subirme al autobús para ir al retiro. Él sabía que tarde o temprano ordenaría mis ideas y eso implicaba darme cuenta de mis verdaderos sentimientos.
Un dolor sofocante inundó mi pecho al verlo con aquella sonrisa triste y los ojos llorosos al verme felizmente con Demian.

-Lo siento-le susurré-tú sabías desde un principio que esto pasaría, ¿verdad?-no respondió, pero movió la cabeza hacia adelante y hacia atrás con incertidumbre. Asintió con la sonrisa aún plasmada en sus labios-¿por qué lo hiciste? ¿realmente querías que te dejara al darme cuenta que fui una estúpida contigo, al haber jugado con tu corazón?-me tembló la voz y enseguida sentí la mano de alguien posarse sobre mi hombro.
Era Demian.

-Quiero que seas feliz con la persona que verdaderamente amas, cariño. Demian y tú deben estar juntos, así es como es-se llevó una mano al cuello y le sonrió a Demian-cuidala muy bien de ahora en adelante; ella en este momento está segura que eres el amor de su vida. No la dejes ir.
-Te agradezco mucho que hayas hecho todo esto por nosotros, por ella principalmente-arribó Demian y yo voltee a verlo. Sus palabras eran auténticamente sinceras-honestamente no imaginé que llegases a planear algo como esto con tal de ayudarla. Ha sido un gesto muy admirable de tu parte, Clark.
-No me tienen que agradecer. Me di cuenta que Skyler lo que necesitaba era paz en su máxima expresión y este retiro le dio lo que ansiaba con desesperación-dijo Clark. Pero noté tristeza en sus palabras. No quería lastimarlo otra vez; pero mis sentimientos ya estaban despejados. Amaba a Demian con mi vida y a Clark lo quería mucho, pero como un amigo. Se podría decir que era como mi mejor amigo y me dolía ver que había sacrificado su amor por mí para verme feliz, aunque no fuese con él.

Me forcé a sonreirle a Clark y Demian deslizó sus brazos fuertes alrededor de mi cintura, dándome una oleada de su cálido cuerpo detrás del mío.

-Sé muy feliz, Skyler-dijo Clark antes de agarrarme una mano y acariciarla, sin importarle que Demian lo estuviera viendo, pero a él pareció no incomodarle-ahora debo ir a ver a Jodi. Ha ido a casa y quiero estar con ella. Nos veremos después.

Apartó sus manos de la mía y con una sonrisa de oreja a oreja, me miró con sus petulantes ojos oscuros y comenzó a alejarse, rumbo a la salida. Segundos más tarde, escuché el motor del Jeep rugir al marcharse a toda velocidad.

Pero no pude estar triste mucho tiempo, porque de inmediato Weasley y Mauro hicieron acto de presencia hasta donde Demian y yo estábamos.
Demian les envió una mirada interrogante y torció los labios en una sonrisa.

-Guapa, te presento a mis padres-Wes fue el primero que habló, mirando directamente por encima de mi cabeza, donde yacía el rostro de Demian, mirándolo-Erick y Darla Oxford. Padres, ella es Skyler Newton, la chica de la que les hablé.
-¡Un gusto conocerlos, señor Oxford!-les di la mano encantada. Ellos sonrieron abiertamente, devolviendo el saludo. Noté que aún les costaba asimilar la situación de su hijo, pero les regalé una mirada tranquilizadora al tiempo que nuestros ojos se cruzaban-y les presento yo a Demian Say, mi novio. Demian, él es Weasley Oxford, y ellos su padres.
-Un gusto conocerlos-dijo Demian, moviendo la mano por encima de mi cintura y sentí su barbilla sobre mi hombro, pegándose más a mi cuerpo.
-¡Demonios!-exclamó Wes a Dem, asustandolo-Skyler es una chica maravillosa, eh. Más te vale cuidarla y amarla, porque de lo contrario, te la verás conmigo.
-Tranquilo, ya hay una larga fila de chicos que me han amenazado con lo mismo-bromeó Dem y me dio un beso en el cuello para hacerme saber que quería estar a solas conmigo lo antes posible.
-Y también yo me uno a la fila-añadió Mauro de pronto y le guiñé el ojo-conocer a Demian me ha hecho ver que no hay nada mejor que estar con los que amas, ¿no?
-Exacto, Mauro-suspiré, tranquila y segura en los brazos de Dem.
-Te presento a mis hermanos gemelos, Eloisa y Paul Watts-canturreó mi amigo y vi al par de jóvenes de quizá unos quince años asomarse tímidamente detrás de la espalda de Mauro-chicos, ellos son Skyler Newton y su novio, Demian Say.
-¡H-Hola!-tartamudearon al mismo tiempo y extendieron sus manos a nosotros.

Demian y yo correspondiendo al saludo, les enviamos una sonrisa conciliadora.

Sin embargo; teníamos en mente continuar charlando, pero la multitud de personas que habían llegado por mí se acercó a nosotros y tanto Wes, Mauro y yo, nos encargamos de presentar a nuestras familias.
Tardamos veinte minutos y ya todos nos tratábamos con confianza, hasta llegar al grado de bromear al respecto.
Los guías habían organizado una fogata en el patio de la Iglesia donde todo era hierba y árboles frondosos. Así que nos dijeron que podíamos ir a adelantarnos en lo que llevaban algunos bocadillos. Me sentí un poco mal por la ausencia de Clark; pero era lo mejor. Él había decidido que aquello era lo correcto y yo lo respetaba. Pero esperaba que siguieramos siendo amigos en un futuro no muy lejano.

Y a cada paso que daba, Dem me seguía.
Por el rabillo del ojo, alcancé a ver a Eros llevándose a mi madre a caminar por los alrededores de aquel extenso patio, que más bien era el inicio del bosque que daba a la montañas. Ambos iban tomados de la mano y salté de la emoción, provocando que Demian riera.

-Sé que estás muy feliz de verme, nena-susurró en mi oreja y completamente toda mi piel se erizó ante su aliento cálido.
-Estoy feliz de verte-asentí-pero el motivo de este inesperado salto es porque Eros y mi madre se han tomado de la mano y se han ido a caminar.
-¿Por qué no hacemos lo mismo nosotros? Está oscuro, y la fogata danza hermosamente, arrojando un ambiente romántico, ¿no crees? Además, quiero recuperar el tiempo perdido contigo.

Cerré los ojos mientras hablaba. El sonido de su voz me arrullaba.
Él permanecía abrazandome por detrás y caminando lentamente sin desprenderse de mí.

-¿A dónde quieres, pequeño pillo?
-¿Contigo? A dónde sea, pero las estrellas si es posible.

Sonreí y por primera vez en todo el rato que llevábamos juntos, me soltó y me tomó de la mano para caminar rumbo al bosque, del lado opuesto a donde mi madre y Eros habían ido.

Su mano seguía siendo cálida y fuerte; y me recordó a la mano del guía que me ayudó a bajar.
Y ahí comprendí: Demian había sido quién me ayudó en el autobús y reprimí una sonrisa.

Tal vez me estaba poniendo paranoica; pero sentí un mareo denso, que provocó que él se pusiera alerta. No me soltó por ningún motivo, y me hizo detenerme.

-¿Te encuentras bien? Podemos regresar si quieres-dijo al ver mi expresión. Tenía la vista desenfocada y me costaba distinguir a mí alrededor.

Respiré hondo y me incliné hacia adelante para recuperar el aliento. Probablemente la presión se me había bajado o mis pulmones deseaban colapsar. Una de dos y ninguna era la mejor suposición.

-Estás pálida y fría como un hielo-observó Demian con nerviosismo.
-Necesito mi inhalador, todo estará bien. Tantas emociones en poco tiempo-intenté sonreír-mis pulmones no son tan fuertes.

Llevé una mano a mi bolsillo y saqué el inhalador de Wes. Dejé que el medicamento alivianara mi malestar y así fue.
Poco a poco sentí que mi vista se aclaraba y que mi pulso se tranquilizaba.
Miré a Demian quién me observaba aterrado con la boca entre abierta.

-Estoy bien, ¿lo ves?

Pero el sudor frío de mi frente decía todo lo contrario.
No era a causa de mi problema asmático porque no había sufrido un ataque, sino un mareo.

-¿Estás segura?-estrechó los ojos luego de salir del ensimismamiento.
-Demian, te juro que estoy bien. Es solo que como he estado varios días encerrada en un sitio aislado...-parpdee ante la sensación de mareo nuevamente y sonreí para no preocuparlo.
-Creo que deberíamos volver-sentenció con preocupación. Su rostro estaba contraído de miedo al verme enferma y sentí ternura por él.

Me incorporé, porque había estado de cuclillas en la tierra y alcé la barbilla para desafiarlo con la mirada.

-Si quieres volver, entonces tienes que atraparme-dije y riendome, lo empujé brevemente y eché a correr hacia el bosque.

Alcancé a escuchar una risita divertida por parte suya y seguí corriendo sin ningún rumbo en particular.

El cielo estaba oscuro como el alquitrán pero bañado de estrellas que le daban un toque menos siniestro, teniendo en cuenta que nos hallabamos en medio de un bosque en Vancouver, justo en la misma montaña donde había acampado meses atrás con Clark y Demian, y donde tuve una mala experiencia. Pero en ese momento yo me sentía bien conmigo misma y no había nada que temer.

Minutos después de tanto correr, me oculté detrás de un árbol para respirar. No escuchaba los pasos de Demian y fruncí el ceño. ¿Acaso se había perdido?

Estaba a punto de asomarme a echar un vistazo, cuando...

-Aquí estás.-su voz estaba agitada y chillé del susto.
Tenía el rostro sudoroso y rojo por la adrenalina.
-Parece que hubieras corrido un maratón en vez de diez metros-reí y ladee la cabeza para contemplar su belleza que tanto me volvía loca.
-Tuve que buscar un atajo para sorprenderte-señaló la barbilla el oscuro pasaje entre los árboles que se había abierto gracias a él. Los arbustos estaban albortados.
-Me has atrapado-alcé las palmas por encima de mi cabeza. Y percibí un brillo pícaro en lo más profundo de sus ojos.

Ni si quiera me dio tiempo de protestar o decir algo más, cuando Demian me cogió de las muñecas con una sola mano y su cuerpo se frotó con el mío, sin dejar ningún espacio entre nosotros, solo la ropa. Ahogué un gemido al sentir sus labios sobre los míos y luego fue deslizandolos hasta llegar a la altura de mi cuello.
Y de pronto, se apartó de mí, jadeando.
La excitación de ambos era más que notoria. Liberó mis manos y las posé sobre sus hombros, que subían y bajaban por su respiración a mil por hora.

-Juro que si no estuviéramos acompañados con personas, a merced de una iglesia en este momento, me valdría un carajo y te haría mía justamente ahora. En este momento, sin importarme nada-gruñó, atacando nuevamente mis labios.

Gracias a la gente de la Iglesia, Demian no procedió, tal y como había dicho; pero eso no impidió que nos besaramos hasta acalorarnos más y desear estar más unidos que nunca. Nos acariciamos, sentimos nuestros cuerpos sin propasarnos, respetando la iglesia.

Encontramos un lugar tranquilo e iluminado por la escasa llamarada de la fogata a varios metros más abajo y abrazados, contemplamos la noche sin luna.

Mi cabeza estaba apoyada en el hombro de él y su brazo izquierdo sobre mis hombros, acariciando parte de mi brazo con el pulgar.
Había olvidado la sensación de protección y seguridad que sentía cuando estaba con él; y en ese momento había vuelto a sentirla.

-Quiero que esta noche no se acabe nunca-murmuré. Mantuve la vista fija hacia la fogata varios metros lejos de nosotros y sonreí levemente.
Los cálidos dedos de él acariciaron mi barbilla y cerré los ojos ante su caricia. Lo amaba con todo mi corazón; ya no tenía duda ni excusas. Él era el chico de mi vida.
-Es curioso, porque yo sí quiero que acabe pronto-dijo con una sonrisa llena de picardía y los ojos expectantes. Sabía a que se refería. Sonreí-para tenerte solo para mí de una vez por todas. Sin nadie de por medio.
-¿Y qué hay de la chica que era tu nueva novia?-inquirí antes de dejarme besar por él. Si íbamos a intentarlo de nuevo, teníamos que hablarnos con la verdad.
Había pensado que Demian pondría alguna expresión tensa, pero fue todo lo contrario. Esbozó otra sonrisa, una verdaderamente hermosa y suspiró sin dejar de mirarme.
Su mirada me enloqueció.

-Quise intentarlo con Tori; pero no funcionó. Jamás iba a funcionar, ¿y sabes por qué?-alzó una ceja, esperando a que respondiera. Negué con la cabeza-porque yo siempre estuve pensando en ti. Te he tenido presente todo este tiempo y me di cuenta que nadie puede ocupar tu lugar. Estaría demente si hubiera seguido fingiendo por más tiempo. La chica no merecía estar con un chico que tenía a otra persona en su mente mientras estaba con ella, ¿no lo crees?

No respondí a su pregunta, él tenía razón. Lo mismo me sucedió a mí. Podía haber continuado fingiendo con Clark, pero mis verdaderos sentimientos eran otros. Podría engañarme a mi misma, pero no a mi corazón.

-Clark viajó a San Francisco hace unos días y me rastreó hasta hallarme-continuó hablando y yo entorné los ojos. No me imaginaba a Clark viajando solo por mí-me platicó lo que tenía en mente y que necesitaba de mi ayuda. En ese entonces, tenía días que había concluido mi relación con esta chica, Tori.

No abrí la boca. Me dediqué a escucharlo bajo el suave sonido de los grillos y murmullos de las personas a lo lejos.

-No hubo necesidad de que me convenciera. De hecho, si él no me hubiera buscado, de todas maneras yo te hubiese venido a ver sin ninguna excusa, más que pedirte volver-sus ojos, de pronto, adoptaron una ternura extenuante, y me acarició la mejilla con suavidad-me hiciste tanta falta, Skyler. Y quiero pedirte una disculpa.

Fruncí el ceño. ¿Demian pidiendo disculpas? ¿Por qué?

Curvé las comisuras de mis labios hacia arriba, arquee las cejas.

-¿Por qué habrías de pedirme eso? No me has hecho nada, Dem.
-No. Sí te he hecho muchas cosas, Sky-reiteró y yo seguí sin entender. ¿Qué había hecho para que se sintiera tan vulnerable?
-Sea lo que sea que hayas hecho, quedó en el pasado...-comencé a decir, pero interrumpió mis palabras, colocando su dedo índice sobre mi boca.
-El amor que siento por ti es muy grande, incluso para haber llegado al grado de enloquecer, ¿lo recuerdas? Me hice un chico agresivo, posesivo y casi psicópata. Mis acciones orillaron a que nos distanciaramos de una manera sorprendente. Y es por eso que quiero que me perdones-suplicó, al borde de las lágrimas. Yo estaba fría por esa confesión y no supe que decir al instante, por lo que opté por sostenerle la mano que agarraba mi barbilla-en serio-sus ojos brillaron con intensidad, en espera de una respuesta.

Sopesé la mejor respuesta. Y es que además de que sus fundamentos eran tontos, porque parte de la culpa, o más bien, toda la culpa, era mía. Demian jamás fue así, hasta que comencé a portarme como una zorra.

Él besó la punta de mi nariz, estremeciendome.

-¿Me perdonas?-dijo en un hilo de voz.
-Perdóname tú a mí.
-¿Qué?
-Escucha, Dem-hice el mejor de los intentos para que mi voz no se quebrara-asistir a este retiro me hizo abrir los ojos totalmente. Te juro que antes de subirme a ese autobús, yo ya te daba por olvidado, aunque me dolía pensar en eso. En mi mente todavía había ese revoltijo de emociones e ideas enredadas. Pero cuando comenzó el retiro, las dudas, inquietudes, miedos, inseguridades y más; se disiparon. Fue como si la niebla que obstruia mi camino se esfumó por completo, ayudandome a seguir mi camino.
Hice una pausa para recuperar el aliento y noté que Demian me miraba con fascinación. Mis mejillas se encendieron y le sonreí de manera tierna. Él sonrió también.

-Ese camino despejado es lo que tanto necesitaba. Pero también llegué a la conclusión que no quería recorrerlo sola, sino acompañada de la persona que más amo en el mundo.  ¿Y quién crees que es esa persona que vi junto a mí, enfrentando aquel camino?-continué y le agarré el rostro con ambas manos. Él tragó saliva y en su mirada se disparó algo nuevo, algo así como esperanza-tú, Demian Say. Tú eres la persona que quiero en mi vida.
-¿A pesar de mis defectos?-le tembló la voz.
-A pesar de los tuyos y los míos-dije y lo besé.

Había esperado tanto para hablar de nuestros problemas con él sin que comenzaramos a discutir y me sentía extasiada. Era la primera vez que lo resolviamos sin tapujos.

-Lamento interrumpir esta bella velada, pero nos preguntábamos si podíamos hacerles compañía.

Dejamos de besarnos para volvernos y ver a Aiden, Dexter, Hannah, Weasley y Mauro.

Los cinco sonreían de oreja a oreja y nos observaban con optimismo, incluso Aiden. El pobre chico me había deseado muchas bendiciones y como habíamos quedado en buenos términos, supuse que se había preparado para verme con Demian porque no añadió nada y tampoco hizo ninguna mueca.

-Claro, son bienvenidos-contestó Demian y señaló el tronco caído que estaba frente a nosotros-ahí es un buen sitio para sentarse, chicos.
-¡Se ven bien lindos los dos, eh!-canturreó Weasley.
-¿Lo ves, Skyler? Te dije que Demian iba a recibirte en la iglesia. Soy un brujo-replicó Mauro con orgullo.

Y todos rompimos a reír.

-Oye, cariño, te tengo un obsequio-Hannah saltó del tronco y corrió hasta mí-lo elegí cuidadosamente para ti. Ojalá te guste.

La miré con extrañeza y ella enseguida depositó una cajita en mis manos color negra de terciopelo.
La abrí y entorné los ojos con sorpresa.
Demian le echó un vistazo y asintió con una sonrisa y elevando el pulgar.
-Te has lucido, Hannah-le dijo a la rubia. Ella se ruborizó y Dexter se acercó también.
-¡Es hermoso!-chillé. Cogí el collar con el nombre grabado de Demian.
-Y yo elegí este para ti, Demian-alardeó Dex, dándole una cajita igual a la mía a Dem.
Sorprendido, la tomó y la abrió.
-Oh Santo cielo...-balbuceó y sacó el contenido de la cajita para mostrarselo a todo el mundo.

Era un collar idéntico al mío, solo que en vez de decir Demian, decía Skyler.

Weasley aulló de entusiasmo, Mauro aplaudió eufórico, y Aiden simplemente se dedicó a sonreír y Demian se sonrojó.

-Muchas gracias en verdad, pero no se hubieran molestado-dije.
-No es molestia. Ustedes merecen eso y más, en especial tú, preciosa-dijo Hannah, acariciando mi cabeza.
-¿Y qué esperan?-intervino Wes-¡Pónganse los collares!

Mordiendome el labio inferior, tomé el collar que decía mi nombre y Demian se puso a espaldas de mí para que se lo abrochara. Y una vez que lo hice, le tocó hacer a él lo mismo.
Tardó más de lo normal porque acarició mi cuello de manera que la piel de esa zona se erizó bajo su tacto.
Y agradecí que estuviera lo suficientemente oscuro para que mis amigos no notaran mi rostro hambriento de él y de sus labios.

De pronto, unos pasos crujieron sobre las ramas del suelo y todos agudizamos las orejas. Escruté a mi alrededor, en búsqueda de las personas responsables y me calmé al ver de quiénes se trataban.

-Mamá, Eros, nos dieron un susto de muerte-musité, llevandome una mano al pecho.
-Lo sentimos, no era nuestra intención-balbuceó mi madre y Eros afianzó con más confianza su mano.
-¿Acaso iban a alguna parte más alejada?-deduje con una ceja levantada. Hannah soltó una risita.
-¡Skyler!-me regañó mi progenitora y reí.
-Eros, cuidala bien porque de ahora en adelante te tendré vigilado-sisé y luego reí
-La trataré como debe ser tratada, mi pequeña. Con mucho amor-le oí decir. Se pasó una mano por el cabello y señaló la fogata-deberíamos volver.

Nos levantamos a regañadientes y comenzamos a descender hacia la iglesia.
Decidimos ir detrás de todos para ir más cómodos.
Todavía me costaba trabajo creer que Demian hubiese venido a verme desde tan lejos.
Esto parecía más una película, un libro o una serie que la vida real.
Después de todo no me había equivocado al elegir a Demian desde siempre. Aunque bien, él fue quién me eligió en primer lugar y durante 10 años aproximadamente estuvo tras de mí hasta que lo acepté en mi vida.

Nos reunimos con los demás y tuvimos una velada muy hermosa. Comimos hasta reventar carne de res asada, verduras al vapor, incluso alguna que otra chuchería, como malvaviscos al fuego atorados en varitas de madera muy limpias, a mi parecer.

La luz naraja que despedía la fogata hacia que nuestros rostros se miraran miseriosos y siniestros en la oscuridad.
Dem robó mi malvavisco y se lo llevó de lleno a la boca, sin importarle lo crujiente y caliente que estaba. Pareció disfrutarlo porque se relamió los labios para comerse el suyo después.
Lo miré con ojos retadores y se lo quité cuando pensaba comérselo. Rápidamente lo metí entre mis dientes y ahogué un gritito. Me quemé los labios y lengua, y terminé escupiendolo al suelo.

Él rió ante mi angustia.

-El truco está en soplarlo un poco antes de masticarlo-me regaló uno de sus guiños y rodé los ojos.
-Mentiroso. No vi que soplaras nada, de seguro lo calentaste de más porque sabías mi tirada-estreché los ojos y él me abrazó sin miramientos.

Cómo nos habían devuelto nuestras pertenencias, busqué mi teléfono, el cuál estaba a punto de morir porque la batería estaba en 10%, y corrí con Demian pegado a mis talones hasta donde estaban Mauro y Weasley.

-Denme sus números telefónicos-dije-por si hago algo para mi cumpleaños y yo les avise.
-Claro, guapa.
-Grandioso, por supuesto.

Me dictaron sus números y yo el mío.

Probablemente una hora después, se apagó la fogata y dieron por concluido con éxito la reunión y el retiro.
Los chicos se despidieron de mí con mucha nostalgia y amenazaron rastrearme el martes si a mí no se me ocurría llamarlos y mandarles la dirección de donde yo iba a estar para mi cumpleaños.

Demian se hizo cargo de cargar mi mochila y de llevarme de la mano, mientras que yo cargaba ambos ramos de flores.

Cómo todos habían llevado coche, no tenía por qué preocuparme.
Quedamos en vernos en el departamento de Eros y dejé que Demian me condujera hacia donde estaba el acceso a vehículos.
Olas y olas de personas también salió en busca de sus coches, los cuales eran muchísimos.
Perdí de vista a mi madreq mientras caminaba con Eros en la acera a varios metros de distancia. Mis abuelos movieron sus manos enfrente de mi rostro. A su lado estaba mi tía y Jack detrás.

-Nos vemos en el departamento-les dije y asintieron.

Demian tiró de mi mano y nos echamos a andar otra vez. No sabía con exactitud si había llevado un coche, pero dejé que me guiara. Después de todo, estando con él no podía pasarme nada.

-Está justo a la vuelta-dijo, como si hubiera leído mi pensamiento-uno de los deportivos de Eros.

Su voz sonó divertida e hice memoria de los diferentes coches súper caros de Eros que tenía en su garage, por debajo del departamento. 
Y asumí que el Jaguar negro estaba en posesión de Eros, ya que por eso le había prestado otro coche a Demian.

Doblamos la esquina y vi el deportivo que Eros me había dejado conducir y que supuestamente me pertenecía y sonreí.

Demian metió la mochila en la parte de atrás y arribamos el vehículo, sintiendo una comodidad excesiva. Había olvidado lo suave que eran los asientos.
Estremecida; acaricié la guantera que estaba pulcramente encerada.

-Se me apetece darme un largo baño en la bañera-dije. Demian encendió el motor y lo puso a andar, siendo cauteloso de no derribar a alguien o colisionar con otro coche; y después de incorporarse a la calle; me echó un vistazo de reojo.
-La temperatura va en descenso a cada minuto de la noche, nena. No querrás coger un resfriado.
-No me he bañado desde el viernes-confesé, avergonzada. Él alzó las cejas y soltó una carcajada, y me tomé unos segundos para deleitarme con el sonido de su risa-y es justo y necesario para mi salud.
-En el departamento de Eros te será imposible darte un baño relajante.
-¿Por qué?-fruncí el ceño.
-Todas las habitaciones estarán llenas, ya sabes, tu familia ha venido desde lejos y estoy seguro que se irán hasta el miércoles.
-Oh-no había pensado en eso realmente y tenía razón. Quizá compartiría mi habitación con la abuela o mi madre. Pero luego llegué a la conclusión que, había una alta posibilidad de que mi mamá compartiera la habitación de Eros y reí entre dientes.

Acto seguido, Demian sacó algo de su bolsillo de los jeans sin dejar de mirar al frente y me extendió la mano.

-Llamales y diles que mañana nos vemos en el departamento.
-¿Qué?-cogí el aparato con sorpresa.

Demian se tomó la molestia de apartar la vista del camino para enviarme una mirada pícara y nublada de un brillo siniestro, pero a la vez excitante.
Capté su referencia justo a tiempo; y mordiendome la uña del pulgar, marqué el número de mi madre; el cual me sabía de memoria.
Y en lo que atendía el teléfono, contemplé los tulipanes y las rosas sobre mi regazo.

-¿Diga?-contestó mi mamá. Su voz sonaba muy alegre y sacudí la cabeza, despejando mi mente de los pensamientos prohibidos.
-Soy yo, mamá, Skyler.
-Oh, cielo, ¿dónde están? Eros y yo todavía vamos en camino a su departamento-y para que sus palabras sonaran más sinceras, en el fondo alcancé a escuchar a Eros decir "Te amo, Skyler" en tono dulce y a la vez divertido. Sonreí.
-Ammm... sobre eso-reí nerviosamente y miré por el rabillo del ojo a Dem-se nos ocurrió ponernos al corriente a Dem y a mí; ya sabes, hablar y esas cosas. Y es probable que los vea mañana en el departamento-alejé un poco el auricular porque estaba segura que comenzaría a regañarme.
-Está bien, cielo. Llámame si necesitas algo-replicó con suavidad y me mordí el labio inferior; sin poder creerlo.

Nos despedimos y luego colgamos.

-Eros hace magia con mi mamá-observé, hundiendome en el asiento y jugando con el cinturón de seguridad.
-Están enamorados, nena. Como nosotros-confirmó, dejando a relucir su brillante y perfecta dentura en aquella sonrisa.

Demian condujo un buen rato, y no tuve la necesidad de preguntarle a donde nos dirigiamos, porque me daba igual. Si estaba con él, cualquier sitio era perfecto.
Cerré los ojos un momento y doblé mis rodillas sobre el pecho, inclinandome al cristal para descansar un poco.

El sueño irrumpió en mis sentidos y desperté desorientada en una superficie suave y blanda.
Incorpandome de un salto, barrí la habitación con los ojos estrechados.
¿Dónde estaba?
La luz estaba apagada, pero gracias a la pequeña luz que destilaba las lámparas de los burós, llegué a la conclusión de que estaba en una habitación de hotel muy esparciosa.
Volví el rostro hacia mi costado y me encontré con Demian con la cara vuelta al techo bajo las sábanas. Estaba dormido.
Y estaba desnudo, salvo por el boxer.
Enseguida eché un vistazo a mi atuendo y suspiré.
Todavía traía la ropa sucia del retiro.
Estiré la mano al buró y vi en el teléfono de Demian que era pasada la media noche.
Todavía me daba tiempo para ducharme rápido y dormir fresca como una lechuga.

Así que me di a la tarea de deslizarme fuera de la cama sin hacer el menor ruido. Descalza, caminé a hurtadillas hasta donde estaba mi mochila y la llevé hasta el cuarto de baño.
Cerré la puerta y encendí la luz.

Vi mi reflejo en el espejo y horrorizada noté que toda mi apariencia era un desastre. Parecía un zombie desvelado con aires demenciales.

Chasquee la lengua y opté por desvestirme rápidamente. Comprobé que el majestuoso baño contaba con una bañera y aparte un jacuzzi. Pero lamentablemente era muy tarde para disfrutarlo, por lo que abrí la regadera y el agua tibia cayó sobre mi piel.

Quince minutos más tarde, me había puesto una pijama y secaba mi cabello con una de las toallas de ahí y miraba mi reflejo en el espejo.

Había bajado considerablemente de peso, quizá unos cinco o seis después de que tuve aquella aventura con Aiden, y se debía a la culpabilidad.
Pero estaba segura que todo iba a cambiar.
En lo personal, yo misma me sentía diferente, lista para enderezar mi camino al precio que fuera.
Ahora que Eros estaba en libertad, ya nada me ataba a Vancouver, o al menos eso quería pensar.
Lo que no sabía era lo que iba a pasar a continuación con Clark Ravel.
Era más que obvio que los sentimientos que creí tener por él se despejaron, y aparentemente quedamos en buenos términos. Pero no podía pasar por alto todo el daño que le estaba provocando todo esto.
Él dio y sacrificó mucho por mí y tenía que hacer algo para compensarlo, siempre y cuando no fuese alguna estupidez.

-Pensé que no despertarias hasta mañana.

Miré a Demian detrás de mí con el cabello ridículamente desordenado, los ojos adormilados y con una sonrisita de satisfacción.
Colocó ambas manos en mi cintura y recargó la barbilla en el hueco de mi hombro.

Nuestras miradas se encontraron en el espejo.

-Tengo que recuperar el tiempo perdido-le oí decir, haciéndome reír por las cosquillas de su aliento en mi cuello-y eso incluye...-deslizó una mano hacia arriba y metió un dedo debajo del tirante de la pijama; y tiró de él hacia abajo, desnudando mi hombro lentamente-las noches que estuve sin ti.









Voten☆☆☆☆☆ :)

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