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-Oye, ¿estás bien? ¿Qué tienes? ¿Qué pasa?
Escuchaba las voces de muchas personas a su alrededor, pero lo único que ella quería era su inhalador, el cual había dejado de necesitar hacía algún tiempo y no lo llevaba consigo.
-Un inhalador...-logró articular.
-Ella necesita esto-dijo una voz suave y enseguida Skyler sintió algo en los labios y por instinto sostuvo el aparato y presionó con fuerza, dejando fluir el medicamento por su garganta hasta sus pulmones.
Luego de varias aspiraciones, logró estabilizarse.
-Muchas gracias...-susurró aturdida y se sentó con ayuda de Lena.
-De nada-replicó la misma voz y ella extendió el inhalador hacia esa persona y cuando vio de quién se trataba se sintió cohibida. Era aquel chico raro y guapo con voz femenina-soy Weasley Oxford, pero dime Wes-sonrió y posó sus ojos grises en el inhalador-puedes quedartelo, cariño, podrías necesitarlo más que yo.
-Oh, en ese caso, muchas gracias-le sonrió y guardó el inhalador en su abrigo-por cierto, soy Skyler, Skyler Newton.
-Un fabuloso nombre para una chica tan hermosa-le guiñó el ojo.
Aquel cumplido la hizo ruborizarse un poco.
-No ha pasado a mayores-interpuso Adolf dando palmadas para captar la atención de los demás-así que vamos a continuar con esta maravillosa velada.
Skyler hizo el intento de levantarse, pero Lena y Weasley se lo impidieron.
-Será mejor que te quedes aquí. Ya has soportado bastante esta noche-le dijo Lena.
-No. Yo quiero continuar escuchando las reflexiones-insistió la chica.
-Te puedes poner mal-protestó la mujer con preocupación.
-Ya tengo un inhalador y teniéndolo conmigo no me ocurrirá nada-sentenció y se incorporó sin ayuda.
Viendo su determinación, ningún guía puso objeción y decidieron seguir con las reflexiones.
Sin embargo, Skyler ya había ganado un nuevo amigo: Weasley Oxford.
El chico de aspecto extraño se mantuvo firmemente junto a ella, sonriendole y dándole ánimos con la mirada.
Y al término de las reflexiones; informaron que tenían que formarse en equipos de tres y que cada uno tenía que elegir un padrino o madrina.
Skyler se mordió el labio y se unió a Wes y a otro joven demasiado tímido.
Los tres se quedaron observando entre si, y luego esperaron indicaciones.
-Tienen que elegir con su corazón quién será su padrino o madrina. Y mañana haremos unas dinámicas-dijo Adolf-por el momento terminamos; así que pasen a comer algunos bocadillos.
Weasley y Skyler suspiraron aliviados y el otro chico se presentó rápidamente antes de correr al área de bocadillos.
-Mi nombre es Mauro Watts, soy de Massachusetts, pero vivo aquí en Vancouver. Y tengo veintitrés años-dijo mecánicamente, estrechando ambas manos con los dos chicos. Sus ojos eran extremadamente negros y sin mucho brillo de vida. Tenía la cabeza rapada y un piercing en la lengua.
-Skyler Newton, soy de San Francisco, y estoy pasando una temporada aquí. El martes cumplo veintiún años.
-Soy Weasley Oxford, soy de aquí, tengo veinticinco años y antes de ser Weasley Oxford, fui Wendy Oxford-sonrió con satisfacción.
A pesar de que algo así esperaba de ese chico, no pudo evitar sorprenderse.
Mauro entornó los ojos y alzó las cejas con sorpresa.
-Tienes que contarme bien ese detalle, amigo mío-bromeó y le palmeó la espalda antes de ir tras la comida.
Weasley volteó a verla con una sonrisa tensa y ella lo tranquilizó con la mirada.
-Ya decía yo que eras especial-le sonrió-y especial en el ámbito excepcional. Y al igual que Mauro, espero que nos cuentes a los dos con detalle eso. Claro, si quieres hacerlo. No estás obligado a hacerlo.
-Por supuesto que lo haré-arribó con confianza-de hecho, me gusta decírselo a las personas que conozco o acabo de conocer para que no haya morbo. Mi tratamiento apenas dio inicio hace algunos meses y voy poco a poco.
-Eso suena interesante. Me alegro mucho por ti, Wes.
Comenzaron a caminar hacia la mesa con comida y luego de agarrar unos bocadillos, se sentaron nuevamente sobre sus mantas con las demás personas.
Y mientras engullian alegremente, todos los guías se acercaron y la mayoría, con caras sonrojadas, bajaron la mirada y pidieron disculpas acerca de todo.
Más tarde, les comentaron que ahí mismo tenían que dormir, en la misma estancia y sobre sus mantas.
Weasley llevó su manta junto a ella y se quedaron platicando en susurros hasta quedarse dormidos.
A Skyler no le hizo mucha gracia tener que levantarse antes de las seis de la mañana cuando se acostaron cerca de las tres. Pero como toda oveja, siguió al rebaño.
Despertando, desayunaron y se pusieron manos a la obra.
-Ahora elijan quién va a ser su padrino o madrina-dijo Lena y Adolf sonrió.
-Tienen diez minutos-continuó Adolf, sin dejar de mirar a los grupitos de tres.
Apenas y lograron lavarse los dientes y la cara. Era demasiada humillación.
Todos se miraban realmente bien y frescos, excepto ella.
Cada que despertaba, amanecía con los ojos enrojecidos e hinchados, pero en esa ocasión, sabía que la falta de sueño la había dejado peor.
-Yo elijo a Skyler como madrina-anunció Mauro con determinación.
-Yo elijo a Mauro como padrino-exclamó Weasley con una sonrisa de oreja a oreja.
-Eh, yo elijo a Weasley como padrino-balbuceó Skyler con nerviosismo.
Y así todos iniciaron a gritar el nombre de los que habían elegido para ser sus madrinas o padrinos y tener un vínculo de ahijados.
-Excelente-alardeó otra guía-la dinámica es esta: Cada uno de su pequeño equipo, le van a contar su vida y problemas en breve. Y una vez finalizado, haremos un círculo de pie y el que quiera contarnos de su vida y problemas a los demás y la razón por la que ha decidido asistir a este retiro, será bienvenido.
Dio una palmada y un silencio sepulcral inundó la estancia.
Skyler se debatió en comenzar o dejar que alguno de esos chicos tuviera la primera palabra.
-Ciertamente mi vida ha sido muy dura desde que tengo uso de razón. Nací en Massachusetts, pero me crié en Arizona con mi tía. Jamás conviví con mis padres hasta que cumplí los quince, ya que mi tía falleció en accidente. Cuando me mudé con mis padres, el rechazo fue inminente. Yo sabía que no encajaba con ellos y decidí averiguar por mi cuenta-dijo Mauro con la vista fija en sus pies-no entendía realmente el por qué del rechazo hasta que descubrí que yo era el hijo bastardo de mi padre. La mujer que pensaba que era mi madre me trataba peor que un perro y mis medios hermanos se jactaban de la preferencia, pero en el fondo les tomé cariño y ellos a mí, pero a hurtadillas de su madre. Mi padre ni si quiera se la pasaba en casa por el trabajo y cuando murió, dos años después de haberme mudado con él, mi vida se convirtió en un infierno completamente-suspiró-dejé la escuela y comencé a trabajar para salirme de aquella casa tan horrible. Y hace un año recibí una oferta de trabajo como mecánico aquí mismo y hace un mes el amigo de mi jefe me recomendó venir a este retiro para que encontrara nuevamente mi camino; y heme aquí.
Skyler apretó los labios y colocó una de sus manos sobre la del chico. Mauro asintió con calidez ante ese apoyo.
-Bueno, ahora es mi turno-acotó Wes con seriedad-en pocas palabras: soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer. Nací como Wendy Oxford, pero siendo Weasley Oxford desde siempre.
Soy un chico transgénero y no me avergüenza decirlo. Mi tratamiento tiene poco que comenzó y estoy muy feliz de ver estos cambios-señaló su rostro y el escaso vello en su barbilla y mejillas-pero como se imaginarán; no todo siempre fue miel sobre hojuelas. Las personas transgénero suelen sufrir mucho antes de ser ellos mismos y yo no fui la excepción-se detuvo un momento para buscar las palabras adecuadas y siguió-cuando cumplí diez años comprendí que yo no era Wendy. Descubrí que era Wes. Que aquel cuerpo no era el mío y a los trece años me di cuenta que las chicas me gustaban, pero no era lesbiana. Nací en un núcleo familiar estable, padre, madre y un hermano dos años mayor que yo, que fue el primero en apoyarme cuando les confesé a mis padres mi situación y me rechazaron por completo-contuvo el aliento y se trató las lágrimas para regalarles una bella sonrisa-tuve días horribles y grises, donde incluso llegué a pensar si me estaba volviendo loco. Pero no era así. Simplemente tenía que aceptar la verdad y afrontar la realidad. Si mis padres no querían acatar lo palpable, ¡Qué se jodieran! Era mi vida, mi felicidad y mi tranquilidad. Así que me salí de casa a los dieciocho años y como mi hermano se había mudado a Ottawa por la Universidad, me fui a vivir con él. Todo fluyó perfectamente hasta que mis padres fueron de visita y armaron un escándalo al verme con el cabello corto, ropa de chico, y besandome con una chica en la sala mientras mi hermano conversaba con su novia en el sofá de enfrente-rio por lo bajo y Skyler alzó una ceja en complicidad mientras que Mauro lo escuchaba con atención-amenazaron con llevarme a la Iglesia a que me curaran o exorcisaban. Solo me reí y la chica se fue antes de que hubieran más problemas. Y el caso es que volví a Vancouver hace un año, gracias a que mis padres recibieron una amenazaba de mi hermano donde les decía que él estaba a punto de casarse y que si no me pedían perdón, no los iba a invitar. Así que a regañadientes me pidieron perdón y prometieron no meterse en mi vida. Mi hermano se casó meses después y se fue de luna de miel. Y yo regresé a la casa de mis padres con la condición de que dejarían de verme como bicho raro. Sin embargo, comencé con el tratamiento de cambio de sexo en abril y a ellos no les gustó. Me sometí a una cirugía para la extracción de mi busto y salió a la perfección, y lo único que falta en dar resultados es mi voz-resopló-mandaron a llamar a mi hermano y tuvimos una larga charla. Él me contó que tuvo que acceder a que me convenciera de suspender el tratamiento o de lo contrario me mandarian a un convento de monjas o a un retiro. Como me negué, me obligaron a venir al retiro para ver si mi vida cambiaba; y...-extendió sus brazos a cada lado-heme aquí, frente a ustedes.
Mauro fue el primero en reaccionar.
-Cielos, amigo. Debió hacer sido duro para ti afrontar eso con tus padres-hizo un gesto de tristeza-pero estoy orgulloso de ti, ¿sabes? No todos tienen el coraje de levantar la cabeza a pesar de los obstáculos o murmuros que conlleva ello.
-Gracias, lo mismo digo para ti. Nunca te rindas. Y ahora ya tienes a un amigo que te podrá ayudar en lo que necesites.
-¡Muchas gracias! Lo mismo digo-chocaron los puños con mucha confianza y ambos se volvieron hacia Skyler.
-Ambos tienen algo por el cual luchar, por el cual sentirse orgullosos-dijo ella-en cambio yo... yo no tengo nada grave en mi vida. Es más, me doy vergüenza y asco. ¿Cómo pude pensar que mi vida no valía nada, cuándo ustedes han pasado por mucho para estar donde están?-se cubrió la cara con las manos y así evitar el escrutinio de ese par de jóvenes.
-Oye, ¿por qué dices eso? Cálmate, preciosa-susurró Wes y Mauro le agarró la mano-todos tenemos problemas, algunos más grandes que otros. Y si estás aquí, es por un motivo; nadie asiste a retiros cuando tienen la vida perfecta. A menos que sea por vanidad y quieran verse bien ante la sociedad; y sé que ese no es tu caso. Percibo que estás aquí porque realmente deseas cambiar o hacer de tu vida algo extraordinario.
-Es que si yo les contara realmente el motivo, se darían cuenta que es algo estúpido-sollozó y ambos jóvenes intercambiaron miradas confusas.
-Entonces hazlo. Para eso nos reunimos, ¿no?-dijo Weasley con suavidad y su voz sonó aún más aguda.
-De acuerdo-aceptó con el corazón en la manos y despejó su mente. Se encargó de mirarlos a los ojos y comenzó-les voy a preguntar una cosa, y quiero que me respondan con sinceridad-ambos chicos asintieron-¿les resulto aunque sea un poco bonita?
Mauro arqueó una ceja y Wes esbozó una sonrisa pícara.
-Eres muy guapa y sexy-contestó Weasley de inmediato-claro, si hablamos de físico, porque realmente me resultas una persona muy bella también por dentro.
-Yo opino lo mismo que Weasley-apuntó Mauro-tienes belleza interna y externa, lo cual muy pocas personas poseen.
-Gracias-sonrió sonrojada-pero jamás fui así. Tengo este aspecto porque bajé de peso, y estilistas profesionales me ayudaron a cambiar mi físico. Desde pequeña sufrí mucho bullying con respecto a mi aspecto con sobrepeso, y mi autoestima estaba por los suelos. Todavía me siento insegura. Pero gracias a un chico, que se convirtió en mi primer novio-murmuró y Wes le sonrió con más alegría-me hizo ver cuán hermosa era y fui muy feliz por un lapso de tiempo; hasta que un cazatalentos lo descubrió y lo llamó para probar suerte en el modelaje; y por muy descabellado que suene, a mí también me ofreció esa oportunidad. Él no quería pero yo le insistí en qué podía hacerlo. Así que nos mudamos aquí y todo iba bien hasta que conocí a un modelo que admiraba en persona y fue donde cambié totalmente. Comencé a herir los sentimientos de mi novio por estar con ese modelo. Me convertí en una asquerosa perra y ya no si quiera me importaba nada, solo lo que me hacía sentir bien. Y más cuando cambié de aspecto-resopló-y terminé con mi novio. Me quedé aquí con mi modelo y él fue quién me recomendó venir a enderezar mi vida en este retiro. Quiere que vuelva a ser la misma de antes y yo también...
Su voz se fue apagando a medida que observaba la expresión de Wes y Mauro, quiénes estaban perplejos totalmente.
-¿Lo ven? Es muy patética mi historia. Ni si quiera debo estar aquí porque no he sufrido tanto como ustedes.
-¿Qué? ¿de qué hablas?-objetó el chico de ojos grises con extrañeza-por supuesto que has sufrido mucho. De distinta manera, pero igualmente. Y que no te dé vergüenza decir tus problemas, porque por eso estás aquí. Para reivindicarte de eso.
-Exacto. Y ha sido de gran ayuda que hayas venido hasta acá. Es de valientes.
-Mi vida comparada a las suyas es patética...
-¡No!-exclamó Wes-deja de decir eso o no querrás ver al Weasley en modo Wendy.
-¿Modo Wendy?-interrogaron Mauro y Skyler al unísono.
-Sí. Me sale mi antiguo genio, así que no querrán verme así-vaciló.
Rieron por aquel comentario y extrañamente Skyler se sintió un poco mejor.
Minutos más tarde, anunciaron que ya era hora de formar el círculo y hacer la dinámica.
Skyler comenzó a sentirse a gusto junto a ese par de chicos que entendían su situación y ella la de ellos. Parecía que Dios hubiera hecho el milagro de juntarlos y compartir sus vidas.
La dinámica dio inicio con una mujer de edad madura, que se limitó a contar parte de su vida: Haber abortado el producto de una violación.
Y en ese segundo Skyler la reconoció; ella había sido la que vomitó horriblemente cuando fue la reflexión del aborto y bajó la mirada.
La fémina contó que fue violada a los veinte años por su propio padre y que en vez de recibir apoyo de su madre, esta la acusó de ser una resbalosa y que por eso había sido mancillada de tal manera; y al sentirse devastada y sin saber que hacer, abortó, lo cual le trajo muchas complicaciones. Ella ahora tenía cerca de los cuarenta años y no tenía hijos. ¿La razón? A los cinco años de haber abortado, y a causa de aquella atrocidad, su útero quedó lastimado, provocando una serie de tumores cancerígenos y no hubo más remedio que quitárselo por completo.
Volvió a romper en llanto y varias personas comenzaron a consolarla.
-Y estoy aquí para pedirle perdón a Dios y rogarle que me dé una segunda oportunidad para amar a la vida, a él y a mi misma-concluyó entre sollozos.
Todos le aplaudieron y le dieron palabras de aliento.
Y así fueron pasando varios, algunos, incluida ella, se retraían y solamente negaban con la cabeza con tal de no participar en aquella confesión.
-Yo quisiera hablarles acerca de mi vida-Weasley Oxford alzó la mano y captó la atención de todos.
Soltó a Skyler y se colocó en medio del círculo; para poder expresarse con mayor fluidez.
Se pasó una mano por el cabello y fijó la mirada en Skyler antes de comenzar. Ella le sonrió y Mauro le enseñó el pulgar hacia arriba.
-Y tal vez eso sirva para que dejen de mirarme con ese morbo-dijo con desdén. Varias personas se ruborizaron.
Wes inició a relatar absolutamente toda su vida; tal y como se los contó a Skyler y a Mauro.
La gente lo escuchó con atención, y mientras él iba poco a poco narrando su vida, el rostro de los demás fue transformándose en sorpresa. Hasta que al final, le aplaudieron y Weasley se limpió las lágrimas.
-Así que ahora que estoy en proceso de ser yo mismo, me siento muy gozoso y agradecido-finalizó.
Los aplausos se hicieron más altos y con euforia.
Skyler alcanzó a notar que verdaderamente las miradas morbosas hacia Wes habían desaparecido, y ahora lo miraban con admiración.
Lena Simpson y Adolf Kennedy se quedaron estupefactos con aquella confesión y le aplaudieron más que nainguno.
El haber hecho esa dinámica les llevó casi todo el día y aprovecharon a comer en el área de bocadillos.
Skyler incluso había olvidado lo que se sentía tener un teléfono o ver la televisión. Se sentía realmente a gusto estando ahí.
A pesar de que la asignación de tres personas ya no era necesaria, el trío de jóvenes decidió sentarse juntos y charlar de algunas cosas de la vida. Sus planes a futuro.
-El martes es mi cumpleaños número 21, y planeo pasarmelo en compañía de mi familia y amigos. Sé que no estaré con mis seres queridos pero anhelo al menos estar con las nuevas personas que conocí en este país-dijo ella, dándole un mordisco a su tostada.
Weasley enarcó una ceja y sonrió de lado.
-Si tú me invitas a tu fiesta, iré-sentenció.
-Yo también-afirmó Mauro y Skyler se sintió halagada por ese par.
Tiempo después, informaron que ya era hora de dormir y se acomodaron en el suelo sobre las mantas.
Mauro y Weasley se tumbaron a cada lado de ella para brindarle calor, puesto que había muchísimo frío y ninguna sábana apaciguaba la helada.
-Si quieres puedo darte mi cobija. Vivo cerca de aquí y ya estoy acostumbrado al frío-le ofreció Wes al verla tiritar en la penumbra.
-No, gracias. Estoy bien-murmuró, haciéndose bolita.
-A ver, vamos a compartir mi sábana, ¿de acuerdo? Y no acepto un "No" como respuesta.
Skyler quiso protestar pero Weasley le envió una mirada severa mientras la cubría con la sábana.
-La mayoría de veces nos hacemos los fuertes y no aceptamos la ayuda de los demás. Pero, ¿no crees que ya es tiempo de bajar un poco la guardia?-le acarició la punta de la nariz.
-Es solo frío, Wes-bromeó y comenzó a entrar en calor.
-Lo sé, es frío, pero estás cálida ahora, ¿no?
Asintió como niña pequeña y se abrazó a si misma.
Y se preguntó al mismo tiempo si hacía lo correcto en confiar demasiado en ese chico.
En pocas palabras, Weasley era un chico; y a pesar de estar bajo hormonas masculinas, seguía teniendo el cuerpo de una chica de la cintura para abajo. Así que no había nada de qué preocuparse.
-¿Podrías abrazarme?-le pidió al chico y este asintió con suavidad y se acercó a ella para rodearle la espalda con el brazo.
Al día siguiente, despertaron antes del alba.
Mauro fue el primero en darse cuenta de que los guías estaban a punto de someterlos a una nueva dinámica e hizo despertar a Skyler y a Wes antes que todos.
-Planean darnos la despedida-susurró Mauro, envuelto en su cobija para no levantar sospechas.
-¿Y por qué lo dices con un tono de misterio?-quiso saber Weasley con el rostro contraído de sueño.
-No es que lo diga con un tono usualmente misterioso, sino que ya no quiero llorar-vaciló-en las primeras reflexiones lloré como no tienen idea y estoy seguro que nos harán llorar el triple para finalizar esto.
-Ay pero que gallina...-comenzó a decir Weasley con diversión, pero la voz de Adolf lo interrumpió y el trío de jóvenes se levantaron de un salto con el corazón desembocando, al mismo tiempo que todas las personas; y en su gran mayoría, aturdidas.
-¡Ya estamos por regresar, mis queridos amigos!-chilló Adolf-y para eso vamos a desayunar y hacer las últimas dinámicas, ¿les parece?
Almorzaron con tranquilidad, divagando de algunas cosillas y demás.
Skyler le contó todo a Wes y a Mauro acerca de Demian, Clark, Aiden, e incluso de Dexter y Hannah.
A Mauro le interesó mucho el asunto que había tenido que lidiar con Aiden y Skyler se sonrojó, pero él enseguida la calmó.
-Para eso estamos, para cometer errores y aprender de ellos-le dijo, animandola.
-Además, no eres la única persona que comete ese tipo de errores-puntualizó Weasley al término de su desayuno con una gran sonrisa-yo también pasé por algo similar a eso, déjame decirte-suspiró.
-¡Cuéntanos!-dijeron Mauro y Skyler al unísono.
-Pues verán, estuve en un romance prohibido con dos chicas. Pero el caso es que una realmente lesbiana y pensaba que yo también. Y la otra tenía el extraño pensamiento que yo era chica vestida de hombre-se encogió de hombros-cuando supieron la verdad, no se desanimaron, pero se pelearon entre ellas, tratando de que yo eligiera a una. Pero lamentablemente no eran lo que yo buscaba. Y tuve que lidiar con eso mucho tiempo hasta que pude deshacerme de las dos. Y hasta hoy en día, siguen buscando la manera de localizarme y estar conmigo-se rascó el cuello-es tedioso, en serio. Fui sincero, pero no les importó.
-Ufff, es ganancia que no te hayan encontrado aún-observó Mauro. Y ella estuvo de acuerdo.
-Y dinos, Mauro, ¿qué hay de ti? ¿has tenido algún romance que no logras superar?
-A decir verdad, casi ninguno. No soy muy bueno en el ámbito romántico-respondió el chico con las mejillas levemente sonrosadas.
-Oh vamos. Estamos seguros que debe haber algún romancillo por ahí-bromeó Wes.
-A diferencia de ustedes dos, lo mío si es algo más oscuro-replicó con vehemencia. Skyler y Weasley fruncieron el ceño-tuve un romance fugaz con una joven monja, ella vivía en la casa continúa de donde yo rentaba cuando recién me marché de casa.
Esa vez Skyler ahogó un chillido de sorpresa y Weasley entornó los ojos, incrédulo y pasmado.
-¿Lo ven? Por eso me mantengo reservado en ese asunto-carraspeó Mauro con desdén e hizo una mueca.
-¡De ninguna manera, chico!-exclamó Wes-cuéntanos la historia.
Mauro dudó por unos segundos hasta que la sonrisa cálida de Skyler lo contagió y sonriendo, asintió.
Al final de cuentas, la historia romántica en sí, resultó ser trágica y espeluznante a criterio de Skyler.
Mauro había confiado en que en el momento que saliera de casa para vivir por su cuenta, sería como miel sobre hojuelas, pero se equivocó al instante de haberse mudado en el mismo vecindario de una chica hermosísima de nombre Jane Sanders, que solía saludarlo cada que él salía en las mañanas a trabajar. Y una noche, cuando Mauro volvía de su turno nocturno, se la cruzó en la banqueta y se presentaron. La chica comenzó a buscarlo, incluso en su casa con el típico pretexto de la azúcar. Así que una de tantas, Mauro le robó un beso y ella le correspondió. Comenzaron a mantener relaciones íntimas del diario, Jane se mudó a su casa temporalmente y aparentemente Mauro era feliz, pensando que todo iría bien. Y no fue hasta que una tarde, mientras hacían el amor en la sala de la casa, cuando llamaron a la puerta. Él abrió con aire irritado y de pronto un sacerdote-lo identificó por la sotana-irrumpió hecho una furia con seis monjas acompañandolo.
Jane Sanders se arrodilló pidiendo perdón y piedad por haber sucumbido a los deseos carnales. Mauro sintió morirse pero ella le rogó su perdón y se fue semi desnuda con el sacerdotes y las monjas. El chico quedó amenazado por esa gente y no tuvo más remedio que largarse cuanto antes de ese lugar.
-Eh, en mi defensa, digo que tú no sabías nada acerca de su verdadera vocación-atribuyó ella para aliviar el ambiente.
-Sí-asintió Weasley-no tenías ni idea.
-La verdad es que un compañero de trabajo que fue a mi casa una mañana, y la conoció, me comentó que la había visto vestida de monja en la Iglesia del centro pero no le creí.
Skyler se quedó pensativa y al cabo de un minuto, le palmeó el hombro.
-Eso ya es cosa del pasado. No te lamentes.
-No me lamento de haberla conocido, sino de no haberle creído a mi compañero-se encogió de hombros.
De repente, los aplausos para llamar la atención provenientes de las manos de Lena y Adolf, hizo que respingaran del susto.
Sin necesidad de que la dijeran, todos se acomodaron en su sitio, formando un círculo.
Observaron con incertidumbre la grabadora al centro y tanto Mauro y Skyler se prepararon mentalmente para el momento de sentimientos encontrados.
Y con unas palabras por parte de otros guías, la segunda sesión de llanto y reflexión comenzó. Todos cerraron los ojos y se concentraron en su sentido auditivo.
Dieron inicio con una serie de palabras con música triste de fondo que trató de la amistad.
A Skyler se le revoloteó el estómago y pensó enseguida en Hannah, Dexter, Aiden, Eros, Jack y su amiga Isa que estaba en San Francisco, e incluso en Clark Ravel.
Sonrió a medias y sintió una lágrima mofarse por sus párpados.
Y a continuación, acerca de la familia.
Paulatinamente, los rostros de todos los miembros de su familia atravesaron su mente, posicionandose en sus recuerdos.
Y esta vez, las palabras de la reflexión la hicieron temblar y echarse a llorar.
Le dolía totalmente con el alma haberse distanciado de su familia, quiénes habían sido siempre el pilar de su vida.
Deseaba verlos, saber de ellos y demás.
Le alegraba mucho tener a su tía en la ciudad, pero se sentiría más dichosa si su madre y abuelos también estuviesen.
Apretó los labios y se negó a abrir los ojos una vez que esas reflexiones concluyeron; y al parecer, simplemente se trabajan de esas dos. Nada más.
-¡Bien!-chilló Adolf con emoción. Ella permaneció con los ojos cerrados-cada uno va a acercarse cuando comencemos a llamarlos, ¿de acuerdo? Se les entregará un sobre y no lo abrirán hasta que les indiquemos..
Sin vacilar, se animó a abrir los ojos y a enjuagarse las lágrimas pegajosas de la cara y se agrupó más cerca de Wes y Weasley.
Volteó a verlos y se dio cuenta que también ellos habían sucumbido a la reflexión como el resto, y se sintió tranquila.
Lena comenzó a llamar uno a uno.
Y al cabo de quince minutos, fueron llamados Weasley, luego Mauro y finalmente ella. Skyler fue la última.
Cogió el sobre de las manos de Adolf y este le guiñó el ojo.
Perpleja, tomó asiento nuevamente en el suelo y esperó indicaciones.
-Agrupense con sus grupos y abran sus paquetes-ordenó otro guía, cruzandose de brazos-vean el contenido y cuando termine, pueden intercambiarlo y hablarlo con sus compañeros de equipo.
Ceñuda, Skyler y los dos chicos comenzaron a abrir los sobres.
Ella se concentró en el suyo y entornó los ojos. El contenido del sobre eran cartas. Cartas de su familia y de sus amigos.
Había una carta de su mamá, su tía, sus abuelos, de Jack, Hannah, Dexter, Clark... ¿Eros, Aiden?
Las lágrimas que se habían esfumado hacía un rato, reaparecieron.
Sonrió ampliamente y echó un vistazo periférico: Todos habían recibido cartas de sus seres queridos, no solo ella. Y se llenó de alegría.
Miró por el rabillo del ojo a Wes, quién se había cubierto la boca con una mano y en la otra sostenía varias cartas. Sus ojos grises estaban inundados de lágrimas de felicidad.
Y al otro lado, Mauro se había llevado una mano a la frente y sus hombros se movían en una serie de temblores gracias al llanto. Él también había recibido cartas.
Y a todo eso, ¿cómo era posible que su familia le hubiera enviado cartas, estando tan lejos? Y su mente le arrojó la respuesta: Clark Ravel.
Emocionada, comenzó a leer una a una.
La de su madre provocó que llorara sin parar, dándose cuenta que estaba al pendiente de ella a pesar de la distancia.
Las de sus abuelos fueron más emocionales y sentimentales, dónde sonrió entre lágrimas y deseó poder abrazarlos.
La de su tía fue muy empalagosa y cerró los ojos, memorizando cada frase, en especial "Dale la oportunidad a tu corazón de decidir por si mismo, sin la intervención del cerebro" y "No puedes darle al cerebro el trabajo del corazón".
Sin embargo, la carta de Hannah la hizo romper en risas por sus ocurrencias. Igualmente con la de Dexter. Ambos le prometieron una amistad incondicional, a cambio de nada. Se sintió jubilosa.
Le tocó leer la de Jack Malí y respiró hondo antes de saber lo que ese fotógrafo deseó decirle entre líneas.
No era una carta en si, sino una frase acompañada de una pequeña foto de ella y él, donde salían junto a Eros.
"FORMAS PARTE DE MI VIDA AHORA Y VOY A CUIDARTE SIEMPRE. TE QUIERO, CARIÑO"
Aquello si la sorprendió, luego de haber estado peleados por días.
Guardó las cartas leídas y se quedó con la de Clark, Eros y Aiden.
Optó por la de Aiden. Ese chico rubio, ¿quién lo diría?
Abrió la carta y se percató que llenaba toda la hoja, de lado y lado y resopló.
Leyó absolutamente toda la carta, lo cuál solo tardó menos de dos minutos porque ella leía muy rápido y elevó los ojos al techo.
Aquella carta no derramaba miel solo porque era de papel y sonrió a sus adentros. Aiden Carrowl era un buen chico y lo estimaba como un amigo y le alegraba saber que todo entre ellos se había solucionado.
Guardó la carta y abrió la de Eros. Oh, Eros Rabanne. Incluso lejos se preocupaba por ella.
Una lagrimilla traviesa surcó por su mejilla hasta caer sobre la carta, escrita con la letra pulcra y elegante de Eros.
"Para la hija que nunca tuve, pero que hallé en ti..."
Nada más leyó esas simples palabras y se echó a llorar como Magdalena.
Y tuvo que obligarse a estar serena, puesto que todos lloraban pero en silencio, excepto ella. De sus labios habían brotado sollozos y su cuerpo había tomado la viva forma de un vibrador encendido.
Terminó de leer la bella carta y sorbió por la nariz. Era la más hermosa carta dirigida a ella que jamás había leído.
Guardó como un tesoro la carta junto con las demás.
Se limpió los ojos antes de leer la última. Clark Ravel.
"A veces la belleza es efímera. Así como al ciclo vital de la mariposa. Duran menos siendo hermosas con sus alas de colores de lo que tardaron en serlo.
Y Skyler, cariño, nuestro amor es así, efímero..."
La manera de empezar la carta la estremeció. Sintió que Clark estaba despidiéndose de ella o algo así y continuó leyendo con las manos tensas y el labio inferior tembloroso.
Tardó un minuto en hacerlo y se quedó en blanco. Repitiendo una y otra vez una parte que le causó demasiado desasosiego.
"Cuando termines el retiro, estoy seguro que tus dudas se disiparan. Habrás encontrado tu verdadero camino y me alegra mucho haber formado parte de ese viaje. Te amo. El único que puede darte el amor que necesitas y la compañía perfecta no soy. Ya sabes quién es.
Por supuesto que lo sabes. Es Demian Say."
Y enseguida en su mente apareció la viva imagen de Demian, sonriendo alegremente con dulzura. Incluso escuchó su risa angelical en lo más profundo de su cabeza y sintió vértigo.
Pero si tan sólo Demian le hubiese enviado alguna carta... las palabras de Clark hubieran tomado sentido. Pero no.
Demian ni si quiera se enteró del retiro y verificó el sobre en busca de una carta suya y suspiró. Nada.
Guardó la carta de Clark y miró a sus compañeros.
-Esto es maravillo-le oyó decir a Weasley con lágrimas secas en las mejillas-aunque ciertamente, esperaba ver la carta de dos personas en particular, pero ya qué-se encogió de hombros-¿y ustedes?
-Yo también esperaba dos cartas-Mauro suspiró-pero estoy feliz.
-También quería ver una carta de alguien, pero estoy satisfecha-dijo ella con tranquilidad.
-¡Ahora sí, atención!-gritó Lena Simpson. Todos volvieron el rostro a ella-levantense y dejen sus sobres en el suelo. Tomense de las manos y cierren los ojos.
-Todos ustedes recibieron un sobre lleno de cartas de sus familiares, ¿no es así?-las personas asintieron-pues quiero que piensen en las personas que no les enviaron cartas y griten su nombre. No importa la vergüenza ahora, ¡Háganlo ahora mismo!
Skyler sintió que se ruborizaba y cuando escuchó los gritos de todos, se unió a ellos.
-¡Demian Say!-gritó a todo pulmón, sintiendo un leve ardor en los ojos, quizá por las lágrimas que amenazaban con salir.
Junto a ella, los gritos de Wes y Mauro la estremecieron.
-¡Candace y George Oxford!-vociferó Weasley, al borde de las lágrimas.
-¡Emma y Eustace Watts!-gritó Mauro con voz temblorosa.
Luego el silencio se hizo denso y todos sollozaban, deprimidos por no haber recibido nada de esa persona especial.
Sin embargo, Adolf Kennedy obligó a soltarse de las manos y Lena tomó la palabra.
-Abran los ojos, queridos míos.
Todos obedecieron.
Skyler abrió lentamete los suyos y se halló a Adolf Kennedy frente a ella con una carta en sus manos, extendida en su dirección.
Los demás guías también se habían posicionado frente al resto y trató saliva.
Fijó la mirada en aquel chico y tragó saliva por segunda vez.
-Tomalo-le instó él, con suavidad.
Con la mano temblorosa, cogió la carta y su visión se nubló.
Reconocía esa letra. Reconocía la hermosa caligrafía que había en ese papel.
De pronto, sus pulmones dejaron de recibir aire y sintió que se asfixiaría.
Tuvo que palpar su bolsillo y sacar el instalador de Weasley para darle un respiro y así mantener a sus pulmones en orden.
Percibió que no solo ella estaba sorprendida. Pero todos ya habían tenido el valor de abrir la carta, menos ella.
Así que se apresuró a hacerlo.
》"Podremos no estar juntos en este momento. Podremos habernos separado hace tiempo. Podremos incluso no vernos, pero el amor que tenemos es eterno.
Mi corazón sigue siendo tuyo, jamás ha sido de nadie más. Desde los diez años te ha pertenecido y ya estamos en los veintitantos.
Pese a las peleas, al distanciamiento, sigues en mi mente. En mi memoria. Eres en lo único que pienso a todas horas, los siete días de la semana.
Y me alegro de corazón que hayas asistido a ese retiro espiritual. Yo también lo necesito.
No interrogues la manera en la que me hice sabedor de ese gran logro, solo lee esta carta hasta el final.
De la Z a la A somos muy diferentes, pero, ¿qué más da? Para mí eres la única chica en el mundo que puede hacerme feliz y a la vez hacerme pedazos. Pero estoy tranquilo con eso, ¿y sabes por qué? Porque es señal de que estoy vivo y siento. He experimentado el amor contigo y nadie nunca te igualará..."《
Siguió leyendo la carta hasta que llegó a su fin.
Cayó de rodillas al suelo con la hoja entre sus manos. Las lágrimas rodaban como caudales de agua por sus mejillas sin dejar de sollozar.
Entonces sintió unos cálidos brazos sobre sus hombros y un sollozo acompañado de otros brazos.
Sus amigos Mauro y Weasley la consolaron. Y ella a ellos también.
En ese momento, eran los más felices del mundo.
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