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Los días pasaron, y Skyler se preparaba para asistir al retiro espiritual al que había prometido ir.
Incluso fue a visitar a los padres de Clark para que estos le dieran algunos detalles sobre el retiro.
No le dijeron gran cosa porque ella por si sola tenía que averiguarlo.
-¿Por qué no mañana por la tarde vienes y nosotros te llevamos, querida?-le propuso la madre de Clark con mucha confianza.
Se hallaban tomando el té el jueves en la tarde, un día antes.
Clark y su padre sonrieron.
Ella volteó a ver al chico y este alzó una ceja en su dirección, esperando su respuesta.
-No quiero incomodar...-contestó la chica con timidez.
-Bah, tonterías-alardeó la señora Ravel con una luminosa sonrisa-Clark te irá a traer a las 4 de la tarde para que estés tranquila, ¿de acuerdo? Y estarás un rato aquí para llevarte a las 9 de la noche.
-¿Ahí no podré llevar mi teléfono, no?
-No. No se permite ningún aparato, de hecho, con que lleves una sola mudada de ropa, te irá bien.
-¿Solo una mudada?-entornó los ojos-¿acaso no voy a cambiarme ni ducharme en esos días?
Los señores Ravel e hijo, se enviaron miradas nerviosas.
-Sí, sí. Pero es preferible así-añadió el señor de inmediato-y allá comprenderás por qué estamos dándote ese consejo.
-Es fundamental no llevar muchas cosas consigo porque pueden llegar a ser una carga-puntualizó la señora Ravel con una leve sonrisa tensa, como si eso le trajera algún incómodo recuerdo a la cabeza.
-Pero si te sientes mejor llevando lo que creas necesario, adelante, Sky-le instó Clark.
No obstante, recibió una llamada y se disculpó un momento para contestar.
Mientras tanto, Skyler continuó charlando con los padres del modelo de lo más animada del mundo.
A esas alturas ya estaba totalmente emocionada y motivada para ir.
-Disculpen, la tardanza. Fue una llamada de...-Clark regresó y se quedó pasmado un segundo y después soltó una risita al notar que Skyler lo observaba con perplejidad y sus padres con una ceja elevada-Dexter. Es todo un personaje. Quiere que le pase... unos libros en pdf.
El nerviosismo del joven modelo la inquietó un poco.
-¿Dexter lee?-preguntó con una risilla, que acompañaron los padres de él también.
-Aunque no lo creas, sí-titubeó con desdén.
Skyler se encogió de hombros y dio por olvidado ese detalle.
Clark la llevó al departamento y saludó a la tía de ella con un poco de incomodidad, intercambiaron algunas palabras y luego se llevó a Jack a la calle para despedirse, prometiendo a Skyler pasar por ella el día siguiente para llevarla a su casa y de ahí llevarla al retiro.
-Me emociona mucho que estés feliz por ir a un retiro. Tu mamá y yo fuimos a uno cuando teníamos cerca de tu edad y fue estupendo-le dijo su tía mientras la chica acomodaba su poca ropa en su pequeña mochila-después de todo, ese modelo es un buen chico.
-Clark siempre ha sido excelente, solo que pocas veces deja que vean su verdadero yo-lo defendió y se sentó en el borde de la cama.
Su tía le ayudó a doblar la ropa y observó que su sobrina tenía la mirada perdida.
-¿Pasa algo, cariño?
-No, nada...
-Sí, te ocurre algo. Conozco esa mirada de agobio, cariño. Dime, ¿qué pasa?-la agarró de la barbilla y la obligó a centrar sus ojos en los suyos.
-Es que... me encantaría que mamá, y mis abuelitos estuvieran aquí, ya sabes, por el retiro y mi cumpleaños.
-Oh, mi cielo. No te pongas triste-le acarició el cabello suavemente-ellos estarán apoyandote y estarán muy felices de que recibas paz interior y te abras a Dios.
-Lo sé, pero...-se limpió las lágrimas que amenazaban con salir-leí en internet que la familia es fundamental para la persona que va a un retiro.
-¿Y yo estoy pintada, Sky?-le preguntó de soslayo.
-No, pero...
-Me tienes a mí. Estoy justamente aquí. Tu tía, la que te ama como una hija. Y voy a darte todo el amor que sea necesario para hacerte sentir segura, ¿de acuerdo?
-Gracias, tía, pero no pretendía hacerte menos, discúlpame...
-Tranquila. Entiendo bien a qué te refieres.
Al cabo de un rato, fueron llamadas a cenar por Jack.
Aún sin hacer las paces; Skyler accedió a cenar en la misma mesa que Jack Malí.
-Mañana va a ser un día en el que recibirás el espíritu de Dios en todo su esplendor...-comenzó a decir el fotógrafo, dándole un breve sorbo a su taza de café.
-¡Vaya! ¿Crees en Dios?-lo interrumpió la joven con sorpresa y a la vez perplejidad.
Jack casi se atragantó con el café que acababa de beber y la miró con ojos consternados.
-¿Qué te hace pensar que soy ateo?-replicó él.
-No lo sé-se encogió de hombros y bebió ella también un poco de café para aclarse la garganta-simplemente no tienes cara de ser apegado a Dios y así.
-Soy muy creyente, a decir verdad. No asisto a la iglesia, pero eso no quiere decir que esté apartado de Dios-admitió.
-Ah-Skyler alzó las cejas y se centró en cenar sin decir ninguna palabra más.
Su tía apretó los labios y le envió una mirada suplicante a Jack, y este rodó los ojos. Resopló y miró el techo con agobio.
-¿Hasta cuándo vas a seguir aplicando la ley del hielo conmigo, eh, Skyler?
La chica hizo una mueca irónica y comenzó a masticar con lentitud; pensando la respuesta perfecta.
Por fin volteó a verlo, dándole una suave mirada asesina.
-Hasta que dejes de mirarme como una asquerosa lacra-contestó luego de varios segundos, dejándolo atónito-buenas noches. Tengo mejores cosas que hacer que pelear de nuevo contigo, Jack.
Se retiró de la mesa con la cena a penas picada y se fue a su habitación.
Pronto se durmió y se sumió en un basto sueño tranquilo y sin interrupciones.
Era lo que necesitaba: Estar tranquila incluso en sueños.
En punto de las siete de la mañana, despertó y su estómago se contrajo y gorjeó lleno de hambre, protestando. Fue al cuarto de baño a hacer sus necesidades y a lavarse la cara y dientes.
Se abrigó bien y salió a la cocina en busca de algo de café.
La mañana estaba helada y estornudó a causa del aire helado que se coló de alguna parte.
Ese día iba a ir a su retiro y comenzó a tener nervios; y para calmarlos, preparó café y usó su teléfono un rato.
Revisó, recargada, en la isla de la cocina, sus redes sociales.
Entró a instagram y entró a ver el perfil de Clark, donde solo habían fotos de ella misma con él o simplemente sola, había insistido a que lo quitara pero él se negó, usando de excusa su sonrisa. Patético.
Vio el perfil de Hannah y también de Dexter. Y sonrió. Se miraban tan felices juntos.
Y de pronto, sin querer, se halló metida en el perfil de Demian.
Frunció el ceño al ver que ya no había fotos con esa chica, la tal Tori Weber y se preguntó la razón.
Tal vez habían terminado o ella había imaginado ese noviazgo.
Salió del ensimismamiento cuando escuchó la cafetera emitir ruidos.
Se sirvió café y se sentó en el sofá a deleitarse con aquella delicia.
Se quedó mirando el vacío por un largo rato y no reaccionó hasta que su tía le puso una mano encima del hombro.
-Ah, buenos días, tía.
-¿Tan temprano te levantaste?-le hizo compañía en el sofá de enfrente. Ella estaba envuelta en la chaqueta de Jack. Su cabello desaliñado y sus orejas le hizo ver a Skyler que su tía y Jack habían compartido la cama y no precisamente para dormir.
La joven hizo una mueca para ignorar ese detalle y se refugió en el café.
-Sí. Quise beberme un poco de café acompañada de mi soledad. Eso me tranquiliza en días en los que ni yo misma me soporto.
-Oh-asintió su tía-¿y no tienes hambre? Ayer te fuiste a la cama sin cenar.
-Un poco, sí. Pero no para morirme-sonrió.
-Te preparé de desayunar-dijo la hermana de su madre con determinación.
La observó correr a la cocina y aprovechando que Jack no estaba aún despierto; la siguió con la taza de café en las manos.
-A las 4 de la tarde Clark pasará a recogerme con mis cosas para que sus padres me acompañen a dejarme al retiro, espero no te moleste.
-¿Por qué habría de molestarme, cariño?-le preguntó mientras lavaba sus manos en el fregadero.
-No sé, pero quería que lo supieras.
Tiempo más tarde, Skyler había decidido pasar el rato antes de que llegara Clark, viendo Netflix.
>>Stranger Things << lo más popular.
Frunciendo el ceño, se aventuró a ver esa serie. Había leído en Facebook que se aproximaba el estreno de su segunda temporada y si quería verla en su estreno, al menos debía saber de qué trataba con exactitud.
-¿Vas a pasarte el día ahí?
La joven alzó la cabeza y miró a Jack con incertidumbre. Él le devolvió la misma mirada.
-Toda tuya-exclamó ella y apagó la tv, lista para escabullirse a su habitación, pero a mitad de la sala, en el momento justo que pasó junto a él, Jack la detuvo del antebrazo, haciéndola detenerse a la fuerza. Volteó a verlo con expresión huraña-¿qué crees qué haces?
La mirada del fotógrafo dejó de ser irónica y molesta para ser la misma de siempre: suave, fraternal, y amable. Gesto que la confundió.
-Discúlpame si te traté mal, Skyler. No era mi intención.
Los oscuros ojos de Skyler lo barrieron de arriba abajo, y los fijó en la mano de él donde la tenía apresada. Jack apartó la mano y apretó los labios.
-¿Lo dices en serio o sólo porque iré a un retiro?-le preguntó ella de vuelta con los ojos estrechados.
-Lo digo muy en serio, pequeña. ¿Por qué habría de decirlo si no?
-Desde ese día que ocurrió lo de Aiden, cambiaste y yo también. Así que por eso decidí poner una distancia contigo y se me hace sospechoso que hasta ahora me pidas disculpas por haberte comportado como un psicópata conmigo.
-Acepto que actué peor que un demente, pero acepta también que actuaste mal. No puedes ir a por ahí rompiendole el corazón a todos los chicos solo porque estos estén enamorados de ti y sean capaces de todo por ver que estés bien. No tienes derecho ni control sobre ellos, cariño.
-Sí. Eso ya lo sé, y es por eso que necesito ir a ese retiro a encontrar respuestas y paz conmigo misma-musitó contrariada.
-Eso me alegra muchísimo, créeme-Jack sonrió y se mordió los labios-¿entonces me perdonas?
-Mirame y dime lo que ves-lo desafió, aguantando las ganas de sonreír. Quería torturarlo un poco más.
-Ammm... tienes el ceño fruncido, tus ojos echan chispas y tus puños están apretados-observó él con desdén-así que creo que... me has perdonado.
Ella titubeó y parpadeó, demasiado incrédula. ¿Cómo fue que Jack adivinó que ya lo había perdonado?
-¿Qué te hace pensar eso?-trató de mantenerse fría.
-Olvidé mencionar que, tus labios tienen el fantasma de una sonrisa a punto de aparecer en cualquier instante-le guiñó el ojo; y sin darle tiempo de reaccionar, la agarró de los hombros y atrayendola a su cuerpo, la abrazó. La abrazó igual como Eros solía abrazarla cada que hablaban de cosas importantes.
Su tía, que se hallaba en la cocina, sonrió al verlos hacer las paces antes de que su sobrina se reuniera al retiro con más personas.
Más tarde, casi a las 4 de la tarde, Skyler ya estaba preparada con su mochila para cuando Clark pasara a traerla.
Y solo se dedicó a perder el tiempo, observando con atención su teléfono y sus redes sociales.
"Ya estoy aquí"
El mensaje de Clark la paralizó y a la vez la emocionó.
Sintió que su corazón había acelerado el ritmo.
En pocas horas ella iba a experimentar un retiro y la ansiedad comenzó a apoderarse de ella.
Corrió a abrir y se encontró con él; tan guapo como siempre.
Se abrazaron y permanecieron así un pequeño rato.
-Mis padres están muy ansiosos, creo que más que tú-bromeó.
-No creo que más que yo. Estaba tranquila, pero me doy cuenta que estoy a escasas horas y estoy muy nerviosa-admitió-mis manos están muy frías y siento que mi corazón parece un loco dentro de mi pecho.
-Es normal-dijo Clark, agarrandole las manos para sentir su temperatura-así se puso Jodi también, incluso tuvo dolor en el vientre, pero una vez estando ahí, la ansiedad y nerviosismo se fue.
Ella asintió.
-¿Estás lista?
-Eso creo-miró su mochila que descansaba en el suelo.
-Bien, entonces la subiré al Jeep y tú te despides de tu tía y de Jack, ¿te parece?
-Sí. Pero Jack salió hace un rato y no me dijo a dónde.
-Tranquila, despidete de tu tía. Yo te espero en el Jeep-le acarició el hombro antes de salir a la calle.
Skyler buscó a su tía y la abrazó.
-Volveré el domingo en la noche-prometió.
-Por supuesto que sí. Cuídate mucho y disfruta de esos días, princesita hermosa.
-Gracias tía. Despideme de Jack, ¿si?
-No te preocupes, ¿de acuerdo? Yo le digo-le sonrió-ahora anda, ve. Nos veremos pronto.
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-Estamos muy felices de que hayas aceptado dejar que te acompañaramos hasta la Iglesia, Skyler.
-Para mí es un honor ser acompañada por ustedes-les regaló una sonrisa a ambos señores Reeh en la parte de atrás del Jeep, mientras Clark conducía junto a ella.
Iban rumbo a la Iglesia donde todos los que tenían la intención de formar parte del retiro se tenían que reunir ahí.
Y eso era afuera de la ciudad, rumbo a las montañas.
La temperatura comenzó a descender notablemente.
Y el sol amenazaba con darle paso a la noche en un par de segundos, trayendo así temperaturas muy bajas consigo.
El trayecto hacia su destino fue más largo de lo que pensó. Sin contar que aún continuaban dentro de los límites de la ciudad. Y jamás imaginó que habría una Iglesia cerca de las afueras.
Aparcó el Jeep y todos descendieron.
Skyler contempló a una gran masa de personas de todas las edades; y se dio cuenta que quizá ella era la más joven del grupo.
Clark se encargó de llevarla abrazada de la cintura mientras cargaba su mochila en la mano libre y los padres de este los siguieron desde atrás.
-¡Señores Ravel!-una señora de edad madura se acercó a ellos con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Era muy hermosa y sus ojos color miel se postraron en Skyler en un segundo-¡Ella debe ser Skyler Pearl Newton Brown!
Anonadada, Skyler sonrió por inercia y se preguntó si los padres de Clark le habían dado toda su información a aquella enigmática mujer de aspecto alegre.
-Sí, es ella-arribó Clark con orgullo.
-¡Un placer conocerte, querida! Mi nombre es Lena Simpson, y voy a cuidarte como si fueras mi hija este fin de semana-le dio unas palmaditas en el hombro y después les indicó que la siguieran.
Y lo que le llamó mucho la atención de esa fémina, fue el tatuaje casi deslavado que sobresalía del cuello de su blusa, por debajo de su cabello corto de honguito; parecía ser un dragón o algún animal mitológico.
-Es un dragón de komodo-le susurró Clark en la oreja, haciéndola respingar-no es la gran cosa. Lena ha deseado quitárselo con láser en su totalidad, pero la tinta es muy fuerte.
-¿Y por qué quiere quitárselo?
-No tengo idea-se encogió de hombros-pero me contaron que desde asistió al primer retiro, sus ideales cambiaron.
-Ojalá no cambie mis ideales importantes...
Clark le guiñó el ojo y la besó en la frente.
-¡Por aquí, por aquí!-indicó Lena Simpson justo en la puerta de un pequeño autobús-estamos contra reloj. Todos a bordo.
-¿Qué? ¿Tan pronto? ¿no vamos a estar más tiempo aquí?-Skyler se paralizó a medio camino y aferró su mano al antebrazo de Clark.
-Así es esto-la calmó y le entregó la mochila de ella a otra persona, que se encargó de guardarla con las demás cosas-mucho éxito, ¿sí?
Entonces Clark la agarró de las mejillas y la miró a los ojos con tristeza y nostalgia.
-Pase lo que pase, quiero atesorar este momento contigo-le sonrió y ella parpadeó sin entender.
-¿De qué hablas? Me estás asustando...
-Déjame quedarme con este recuerdo.
-¿Qué recuer...?
Clark la besó deliberadamente en los labios con algo de salvajismo y ella se estremeció por completo.
-Ve con ellos. Yo estaré esperándote el domingo en la noche-apretó los labios y volvió a besarla en los labios, pero ahora con ternura.
Skyler se rehusaba a marcharse, no quería dejar a Clark en ese estado. Su mirada estaba muy triste y no entendía por qué.
-Vamos, querida, es hora-Lena la tomó de los hombros y la empujó tenuemente hacia el autobús.
Subieron al vehículo, y cuando estuvo ubicada en su asiento, volteó a ver a Clark y a los padres de este diciéndole adiós con la mano.
El autobús se puso en movimiento y acojonada; se hundió en el asiento, rodeada de personas completamente desconocidas.
A su lado, Lena Simpson charlaba con naturalidad con los demás.
-Así que tú eres la novia de Clark Ravel, hermano mayor de Jodi.
Skyler volvió el rostro hacia un chico no mucho mayor que ella, de rasgos levemente femeninos, que estaba a su otro costado. Tenía el cabello rubio cenizo, cejas pobladas del mismo color y ojos verdes. Tenía el semblante aburrido.
-No soy su novia, soy su amiga-corrigió con nerviosismo. Era la primera vez en mucho tiempo que interactuaba con nuevas personas.
-Oh, cierto-exclamó el chico con sutileza-su novia es otra, ¿no? Una chica bellísima de ojos azules y cabello negro.
-Sí. Joanna Boston-asintió ella con un poco de molestia-pero se están dando un tiempo.
-Ah, ya veo. Esa chica si que es hermosa-suspiró el sujeto, poniéndola de mal humor-por cierto, mi nombre es Adolf Kennedy. Tengo veintisiete años-bajó la voz y susurró en su oreja-y seré uno de los guías, pero eso es un secreto.
-¿Qué? ¿no estás aquí para hacer el retiro?-se mostró confusa.
-Hay de todo aquí mismo-farfulló-estamos mezclados guías y personas que van al retiro.
-¿Y por qué me lo estás diciendo? ¿que no es un secreto?-alzó la ceja en dirección al chico.
-Lo hago porque conozco a Jodi y Clark Ravel. Y eres amiga suya-se encogió de hombros-no es que seas muy importante, pero para ellos si lo eres y por eso estás aquí.
Skyler se tragó las ganas de decirle unas cuantas cosas al estúpido y arrogante idiota.
Decidió ignorarlo por completo y continuar viendo a través de la ventana del autobús en movimiento. Pensó en ver su teléfono, pero su mochila estaba en alguna parte y apartó ese pensamiento por largo rato.
Alrededor de cuarenta minutos después, el vehículo se detuvo.
Miró a Lena Simpson sonreír ampliamente y a ese tal Adolf Kennedy alzar las cejas.
-Bien, por fin estamos aquí. Hagan favor de ir bajando poco a poco y con cuidado-anunció Lena, y aprovechó a encabezar la fila de personas en la puerta.
Abrumada; se preparó para bajar también, pero el chico extraño se adelantó y ella retrocedió con el ceño fruncido.
-Los guías primero, querida-le dijo con una sonrisa y ella deseó patearlo.
Negó con la cabeza y lo siguió.
Al momento que estuvo fuera, todo su cuerpo se congeló de inmediato y entornó los ojos con desasosiego.
Ahí la temperatura debía estar a -20' grados o menos.
Se subió el cierre del abrigo y se abrazó a sí misma.
-Todos, por favor, sigan a Adolf-ordenó Lena con la voz seria. Todo rastro de humor y simpatía se esfumó de su cara-y apurense, holgazanes. ¡No vamos a estar aquí toda la noche!
Sorprendidos y perplejos, las personas obedecieron, incluida Skyler.
-¡Y lleven su mochila! ¡Nosotros no vamos a cargarselos!-espetó Adolf en la cabeza de la fila-¡sus cosas están en el autobús, agarrenlas y siganme!
La gente, anonadada por el cambio drástico de trato, se dirigió al sitio indicado. Tomaron sus cosas con aire confundido y mientras Skyler buscaba su mochila, percibió una sonrisita burlona por parte de ese tal Adolf junto con la mujer, Lena.
-¡Ahora sí! ¡Andando!-gritó Lena, poniéndose en marcha.
Estaba poco iluminado y apenas logró distinguir aquellas sonrisas estúpidas en sus rostros; y se preguntó si todo era parte del retiro o es que aquellas personas no tenían nada que ver.
Y además, Clark y sus padres no la hubiesen dejado ir si esas personas realmente eran de esa manera. Tenía que haber una explicación lógica.
Siguió las órdenes de aquellos dos y se colocó detrás de seis personas, formando otra fila antes de entrar a una casa enorme, parecida a una hacienda en medio de las montañas o tal vez lo era, pero por la oscuridad le era imposible saberlo.
-Mujeres conmigo-informó Lena.
-Hombres conmigo-interpuso Adolf.
Se dispersaron y los hombres se alejaron a paso rápido detrás de ese sujeto, mientras que las mujeres, la gran mayoría, se quedaron en su sitio.
A Skyler le tocó la mala suerte de ser la primera en la fila y tragó saliva. Algo dentro de su cabeza le dijo que lo que iba a pasar a continuación no le iba a gustar en lo absoluto.
-Tú, ven acá; princesita de familia-se burló Lena-, levanta esa Cruz de madera y cargala sobre tu hombro.
Entornando los ojos, miró hacia aquella Cruz que era dos veces más grande que ella y luego volvió la mirada a la mujer.
-Está bromeando si cree que voy a cargar esa cosa-le dijo con ironía.
-Pues lo tendrás que hacer, de otro modo te quedarás afuera-sentenció.
-De acuerdo-accedió a regañadientes-¿dónde dejó mi mochila?
-¿Disculpa?-inquirió Lena con ironía-vas a llevarla también contigo. Aquí todos se rascan con sus propias uñas. Así que apurate.
Enfurañada; pensó en destrozarle la cabeza con aquella Cruz enorme de madera.
Gruñó al tiempo que se colocaba las correas de la mochila sobre los hombros y agarraba la cruz, poniendosela en la espalda y en el hombro derecho.
La estructura de aquel objeto parecía menos pesado, pero cargandolo se dio cuenta que probablemente pesaba cerca de 100 kilogramos.
-¿Y a dónde lo llevo...?-carraspeó, molesta y roja por el esfuerzo.
-¡Por allá!-señaló la mujer hacia una puerta.
Sudando frío, comenzó a caminar hacia la dirección correcta con la Cruz arrastrándose en el suelo. Sentía que la columna iba a partirsele en dos en cualquier instante.
Agitada, entró por aquella puerta y se horrorizó al ver a alrededor de veinte mujeres más formando un camino a cada costado, tenían el rostro lleno de humor negro y desagradable.
Pero es no fue lo peor, sino lo que ocurrió a continuación.
-¡Apresurate, mujer de muchos hombres! ¡No tenemos todo tu tiempo!-comenzó a gritarle una, justo en su cara.
Skyler se tambaleó ante la impresión y a cuestas recuperó el equilibrio y siguió andando.
-En tu cara se ve que eres una mujer que es incapaz de amar a un solo hombre. Te gusta lastimarlos a tu antojo-le dijo otra.
-Te crees la manzana de la discordia.
-Tienes el ego muy arriba porque no sabes respetar los sentimientos de la gente.
-¡Nunca vas a estar con nadie siendo así, querida! Morirás sola-dio un respingo al reconocer esa voz. Era Lena Simpson, la mujer que le había prometido a Clark cuidar de ella.
Aquellos insultos no eran más que verdades.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero se obligó a tragarselas.
-¡Mueve ese trasero, chica! Aquí tu técnica de coqueteo no surtirá efecto con nosotras-le gritó otra con enjundia.
Humillada, rechinó los dientes de furia y se obligó a seguir adelante, soportando el pesor de la Cruz, la mochila y la gran carga de esas palabras que le llegaron de lleno al corazón.
Incluso llegó a pensar que aquel retiro sería solamente así.
Diez minutos después de pura agonía tanto física y espiritual; le ayudaron a quitarse la Cruz de encima y con un nudo en la garganta, se dirigió a donde le ordenaron y con la mochila apretujada en su pecho; aguardó nuevas indicaciones.
Le zumbaban las orejas y el temblor de la humillación la estaba corroyendo por dentro. Y estaba a punto de mandar al cuerno ese sitio.
De repente, unas manos se posaron sobre sus hombros y se alejó por instinto.
-¡No me toques!-chilló.
-Tranquila, ya pasó, ya pasó. No tienes de qué preocuparte-dijo Lena Simpson de nuevo con su voz dulce y aquello le irritó muchísimo.
-¿Que ya pasó?-ladró con rabia y volteó a mirarla con desprecio-me bajaron la piel ahí mismo. Y no puedes decir que no me preocupe o que piense que ya pasó. Jamás en la vida me habían humillado de esa manera. Ninguna de esas idiotas me conocen, y eso te incluye a ti, imbécil.
La empujó con furia contenida y acomodando la mochila en su espalda, alzó la barbilla y espetó.
-Me largo a casa-anunció, encaminandose a la salida por donde había arrastrado la Cruz.
-No puedes irte, cariño, es parte del ritual de iniciación-la detuvo del brazo.
-¿Qué clase de ritual de iniciación es ese?-masculló la joven.
-Así cómo tú pasaste eso, las demás mujeres lo van a pasar, mira-le señaló a una fémina que venía envuelta en lágrimas con aquella enorme Cruz junto con su bolsa de ropa. Skyler tragó saliva-y no solo ustedes lo sintieron horrible, sino también nuestro señor Jesucristo. Cuando él cargó la Cruz, lo golpearon, lo insultaron y lo empujaron al suelo; pero nunca se rindió. ¿Ahora entiendes por qué era necesario? Este retiro espiritual es para que te conozcas a ti misma, estés al tanto de tus errores, inseguridades y demás.
-Respeto sus ideas; pero a mi parecer no es de mi agrado. Lo veo innecesario que humillen a los demás de una manera tan insolente.
-Es parte de-se atrevió a agarrarle la mano pero ella la rechazó.
-Sólo quiero irme a casa. No quiero estar aquí. Fue un error.
-Asumiendo que estamos en las afueras de la ciudad, es imposible hacerte regresar. Además; tienes que entender que esto es parte del protocolo del ritual. No eres la única.
-¡Quiero ir a casa...!
En eso, el tal Adolf Kennedy hizo acto de presencia y Skyler rodó los ojos. ¿Acaso podía empeorar más el momento?
-¿Qué pasa? ¿por qué se apartaron del grupo?-inquirió, dirigiéndose a Lena.
-Ella quiere marcharse. No soportó mucho su calvario-informó Lena.
-Ay, por favor-se echó a reír el sujeto y Skyler apretó los labios-se ve que de verdad tienes muchos defectos y no te gustó escucharlos.
-¿Y eso a ti qué te importa, eh?-lo confrontó, llegando al límite de su poca paciencia-deberías por comenzar a criticarte a ti mismo porque tampoco es que seas alguien ejemplar y menos viéndote que tal vez te gustan personas del mismo sexo que tú. Y de los dos, el más retorcido aquí eres tú-añadió con veneno, dejándolo boquiabierto.
Lena, por su parte, parpadeó atónita y tragó saliva.
-Ese asunto es algo que tampoco te importa-replicó Adolf, rojo de coraje y Skyler se sintió realizada.
-Entonces estamos a mano-le guiñó el ojo-y si me disculpan, yo me largo de aquí.
Arribó hacia la salida nuevamente, pero esta vez quién la detuvo fue el chico.
-¡Déjenme!-trató de zafarse.
-Mira, muñeca, la familia de Clark te recomendó con nosotros y aceptaste a venir por tu propia cuenta, así que te vas a quedar, quieras o no.
-Me están privando de mi libertad, ¿lo sabían?
-No. Esto está permitido-le explicó Lena con tranquilidad-ahora vamos, los demás ya están en la sala principal.
En contra de su voluntad, se dejó arrastrar por ese par.
Al momento de entrar en la estancia, la cual estaba cálida, fue víctima de todas las miradas.
Algunos hombres y mujeres tenían el rostro lloroso al no haber soportado aquel calvario y otros estaban idos y perplejos.
Adolf la acompañó a sentarse entre la gente, quiénes estaban sobre unas mantas en el suelo.
Alrededor de treinta personas,sin contar a los que estaban en el suelo, qu eran alrededor de cuarenta, los rodearon.
-Les pedimos una disculpa a todos ustedes-comenzó a decir Lena Simpson con las mejillas sonrojadas-todos esos abucheos eran parte del ritual. Y así como ustedes se sintieron mal, esto es solo una probadita de lo que nuestro señor Jesucristo sintió cuando lo obligaron a cargar la Cruz.
Entonces un sinfín de murmullos llenó la habitación y Adolf se encargó de callarlos.
-Y en nombre de mis demás compañeros guías, nos ponemos a su servicio. Nosotros nos haremos cargo de ayudarlos a encontrarse a ustedes mismos y a amarse tal y como son-dijo el joven de ojos verdes mirándola fijamente a ella-así que no se preocupen, no habrá más abucheos. Solo momentos espirituales y mucho amor.
Skyler y algunos más rompieron a reír en carcajadas burlonas.
-De ustedes me espero todo, menos amor-musitó alguien entre la multitud. Su voz era suave y cantarina como el de una chica, pero era chico. Un chico muy guapo, a decir verdad. Cabello castaño, ojos grises y una breve barba de tres días que le sentaba muy bien.
Varios fruncieron el ceño, pero Skyler se limitó a ladear la cabeza en dirección al chico extraño.
-Muchos están aquí porque quieren cambiar su vida. No fueron obligados a nada-contraatacó Adolf hacia aquel joven.
El joven raro de voz femenina elevó los ojos al techo y sonrió de manera arrogante pero ya no añadió nada más.
Lena Simpson se hizo cargo de explicarles que sus pertenencias iban a quedar resguardadas hasta el domingo. Iban a estar con la misma ropa sin protestar. Es decir, tampoco se iban a bañar.
Skyler decidió mandar al carajo todo y sobrevivir a ese tormentoso fin de semana.
Comenzaron dándole indicaciones: Ponerse en círculo en el suelo, y en medio de todos se hallaba una grabadora.
-Vamos a ponerles reflexiones de todo tipo-informó Adolf-y no va dirigida a alguien en particular. A quién le venga el saco, que se lo ponga.
Los CD's con reflexiones de todo tipo iniciaron.
Cuando pasó la reflexión del Aborto; seis mujeres se echaron a llorar a mares y ella simplemente sintió leve lástima por aquellos bebés que jamás tuvieron la dicha de vivir gracias a sus madres.
Y así, fueron pasando reflexiones de todo tipo, pero ninguna le llegó a su corazón.
Y cuando pensó que ir a ese retiro había sido una pérdida de tiempo, una nueva reflexión comenzó:
》Te has preguntado en algún momento de tu vida ¿Qué es lo que te deprime?, ¿Que es lo que te lleva a la depresión?.
La verdadera razón de ello es la ausencia de amor en nuestra vida, pero no de un amor mundano, el que él mudo nos vende. Sino de un amor verdadero, transcendente, el amor basado en el amor de Dios.
Piénsalo un poco, cuando te sientes deprimido es porque no te sientes amado, es porque crees que la vida no te ofrece lo que necesitas y esperas.
La razón principal de ello es que el mundo te vende “inconformidad permanente”, mientras más inconforme te sientas más necesidades vas a tener.
Es un hecho que en nuestra sociedad actual, el consumismo exige que los medios te mantengan inconforme con lo que eres y con lo que tienes para promover que estés siempre comprando o buscando algo que te va llenar y hacer feliz, por lo tanto quiere que estés insatisfecho, inconforme o ansioso y este ciclo se repite luego de obtener lo que has buscado.
El mundo te vende estereotipos los cuales te indican lo “Ideal”, por ejemplo la belleza, la riqueza, la fama, el poder, el prestigio y en general buscamos sentirnos“amados” y creemos falsamente que al lograrlo ese amor nos llenará y será suficiente, para cubrir nuestras necesidades, sin embargo, la belleza o la fama o cualquiera de las otras se acaba y entonces volvemos a quedar con los mismos vacios de antes ya que ese amor está basado en lo que has conseguido y no en tu propio valor como ser humano y divino.
La más grande necesidad del ser humano es sentirse amado y es por eso que creemos que si se nos admira por nuestra riqueza, fama o belleza estaremos bien, lo malo es que este espejismo desaparece tan pronto perdemos el dinero o lo que ha motivado esa admiración.
Es por ello que encuentras drogadicción, suicidio, alcoholismo y depresión en muchos de los grandes ídolos de nuestro tiempo.
El mundo te vende FUTURO en vez de presente.
“cuando tengas la casa de tu sueños, el marido o esposa de tus sueños, el carro o el dinero con que sueñas serás feliz”, lo que no sabes es que cuando los consigas seguirás queriendo lo mismo pero en mayores proporciones y siempre estarás “desperdiciando” tu presente, buscando lo que quieres en el futuro.
Estos estereotipos que el mundo te muestra te llevan a la inconformidad, por que los Brad Pitt o las Jennifer que te muestran como ideales, te hacen creer que debes pintarte el cabello, ir al gimnasio, hacerte la liposucción o el relleno en tal o cual parte del cuerpo para acercarte a ese ideal que nos venden.
El 90-60-90, que la sociedad te vende te hace sentir incomodo si no estás dentro de estos rangos, y por tanto buscas afanosamente acercarte a ellos.
La cirugía estética que más se hacen los japoneses es la cirugía de párpados, la razón de ello es que el mundo occidental, ya les vendió la idea que los ojos pequeños no están “IN” y por tanto los pobres japoneses se sienten insatisfechos con sus pequeños ojos rasgados.
La pregunta es, entonces como romper ese ciclo que termina siempre llevándote a la insatisfacción y a la depresión?
Hay que comenzar a cambiar estos valores, estas ideas que te encadenan.
Lo primero y más importante es tomar la decisión de “Amarnos a nosotros mismos”, y por lo tanto a romper con el ciclo que te mantiene atado.
Empieza por vivir y disfrutar el presente, y a aceptarte tal cual eres.
Dios te ha hecho a su imagen y semejanza y no creo que Dios te vea tan deplorable.
Ese amor a nosotros mismos, no debe basarse en tu autoestima o el pensamiento positivo que el mundo te vende hoy como la gran solución para engañarte nuevamente. Esto lo que hace es inflarte el EGO, pero con la misma rapidez que se infla, se puede desinflar.
Ten cuidado de caer nuevamente en el pecado original, en la soberbia de creer que “tu solo lo puedes lograr”.
Adán y Eva, lo creyeron así, se llenaron de soberbia y se alejaron de Dios.
El primer curso de Autoestima, valoración personal y pensamiento positivo se lo dio la serpiente (el Diablo) a Eva, al aceptar sus palabras en el paraíso.
Es mentira que tu solo puedes lograr las cosas, siempre estará Dios o el Diablo detrás de ti impulsándolas.
Piénsalo bien, el esfuerzo y la dedicación o el pensamiento positivo son importantes, pero si fuera solo por ello habría millones de millonarios en el mundo.
Siempre es Dios, el que está detrás de Ti, dándote lo que te falta para “completar el peso”, el milímetro de musculo adicional para ganar la carrera, el milímetro de cerebro adicional para hacerte sobresalir en tu posición u oficio.
Tu amor a ti mismo debe estar fundamentado en el Dios que te dio la vida, en el que está contigo así no lo quieras.
Recuerda cuando eras niño y caminabas de la mano de tu padre, nada te preocupaba, te sentías seguro, podías cruzar la calle sin temor, ya que no eras capaz de hacerlo solo.
Eso mismo te pide Dios ahora que camines de su mano, que confíes en él y así nada temerás, nada te preocupará.
Deja de auto compadecerte, tienes todo lo que necesitas para ser feliz aquí y ahora, disfruta al máximo tu presente, vívelo con intensidad y alegría, tomado de la mano del Señor tu Dios que te ama.
Rompe ahora este ciclo que te mantiene insatisfecho, quítale valor a lo que el mundo te vende, porque eres exactamente lo que Dios necesita, para eso te ha traído a este mundo.
Y ahora te pido que escuches estas palabras que Dios mismo quiere decirte:
“Hijo/hija mía, permíteme unos cortos momentos para decirte algo.
Tienes que saber, que, Yo te he creado con mis propias manos a mi propia imagen. Eres único e irrepetible, no hay nadie más como tú, mírate, tienes una identidad única, puedes asemejarte a alguien, pero nadie, tiene tus ojos ni tu forma de mirar, ni tus labios y mucho menos tus vivencias, ni las experiencias que has acumulado durante tu vida, eres único, te he moldeado con mis propias manos para darte la forma que, Yo necesito, eres perfecto, aunque te veas lleno de imperfecciones, todo detalle lo he revisado, no te sientas mal, si encuentras falencias o defectos, es así es como yo te necesito, acéptate a ti mismo, créeme, “no necesitas más de lo que ya te he dado”, confía en mí, entrégate porque yo te amo infinitamente, porque aunque no lo creas eres el tesoro más grande que tengo, amate a ti mismo, eres mi propia imagen, así te he creado.
Cuando aprendas a amarte también aprenderás a amarme y a amar a tu prójimo, como yo te amo.”《
La realidad la golpeó de lleno en la cara.
Y reaccionó en el instante que se dio cuenta que había comenzado a llorar y a faltarle el aire.
Tanto Lena Simpson y Adolf Kennedy se encargaron de recostarla en una manta, alejados del escrutinio de todos.
Aquello era el saco a su medida.
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