82
Esa noche durmieron a escasos minutos del amanecer. Aquella, sin duda alguna, había sido la conversación más seria y larga que habían tenido los dos.
Abrieron los ojos a eso de las doce del día.
Skyler, por parte, se negó a levantarse y enfrentarse al nuevo día luego de haber cometido error tras error. Se acurrucó entre las cálidas sábanas y notó que Clark no estaba por ningún lado.
Suspiró y decidió cerrar los ojos un poco más.
-Si no te levantas y no comes, te enfermarás-dijo Clark. Su masculina voz sonó muy cerca de su oreja y ella se retorció en las sábanas.
-No voy a enfermarme, descuida-balbuceó y ahogó un bostezo.
La sorpresa que se llevó fue que él no le insistió y tampoco le dio los buenos días como solía hacerlo todos los días cuando dormían juntos.
Abandonó el deseo de quedarse un rato más en la cama.
Se puso el suéter y salió a buscarlo en alguna parte de la cabaña.
Trató de acomodarse el desaliñado cabello y ahogó un gran bostezo, provocándole lagrimillas.
Revisó de pies a cabeza aquella estancia y no lo halló por ningún lado.
Sin embargo, en el comedor yacía su desayuno cubierto con papel aluminio para mantenerlo caliente.
Corrió al baño a lavarse la cara y a enjuagarse la boca con una pasta pequeña que los dueños de la cabaña siempre dejaban y se sentó fugazmente frente al plato.
-Eh, ese es mi desayuno.
Pegó un salto en la silla tras escuchar la voz de Clark atrás de ella. Apartó las manos del plato y volteó a verlo con el ceño fruncido.
-Ah. Lo siento-se levantó y retiró la silla con brusquedad.
Con toda la intención, le cedió el lugar a regañadientes y tomó asiento en el sofá, frente a la chimenea cálida.
Contempló el fuego y suspiró.
Su estómago emitió ciertos gruñidos, pero se mantuvo serena, puesto que estaba bajo el escrutinio del chico.
-El tuyo está justo aquí-le informó él, elevando otro plato en la mano.
Ella lo ignoró.
Cualquier broma que Clark le estuviera haciendo no tenía la menor gracia. Si simplemente quería hacerla enfadar, si que lo había logrado.
Cerró los ojos unos segundos y suspiró. No pensaba demostrarle su incomodidad.
-Habermelo dicho antes, ¿no? En vez de sacarme casi a patadas de la silla-añadió con veneno, controlando el tono de su voz.
Y aquello pareció divertirle al chico.
Enfurañada, se sentó en la silla opuesta a él y destapó la comida.
Y vaya que Clark se había esmerado en pedir y elegir el desayuno.
A pesar de que era el típico desayuno cotidiano, olía realmente delicioso y el hambre hacía querer devorarselo en un bocado.
Huevos estrellados acompañados de tocino frito, pan tostado con dos botecitos, uno de mermelada y otro de nutella a un lado.
Y en el centro yacía una bandeja con dos tazas de porcelana con café americano caliente.
Se mordió el labio inferior, pensando por donde empezar, cuando de pronto, se percató de los ojos oscuros de Clark, examinandola con singular atención.
-¿Qué?-musitó ante su mirada acusadora.
-No, no. Continúa. Solo estoy viéndote.
Bajó nuevamente la mano y la posicionó sobre su regazo con los labios apretados.
-¿De qué va todo esto?
-Jamás me has cuestionado cuando te miro, ¿por qué ahora?-quiso saber él, colocando las manos en posición de oración.
Ninguno parecía tener interés en la comida.
-Porque las demás veces tu mirada era distinta. Ahora me estás asustando e incomodando.
Clark arqueó las cejas y desplazó las manos hacia la mesa.
Bajó la mirada y la centró a su desayuno.
Comenzó a devorarselo en silencio, dejándola perpleja.
Ella hizo lo mismo, pero sin dejar de echarle miradas iracundas.
-Dúchate y vístete. Estaré esperándote afuera-le avisó justo cuando dejó los trastes en el fregadero y hasta ese momento; ella no se había dado cuenta de que Clark se hallaba duchado y bien vestido, con ropa limpia.
-¿Con qué ropa? No he traído nada conmigo-frunció el ceño.
-Aproveché las horas que dormiste de más para traerte ropa limpia y algunas cosas personales. Buscalas en la otra habitación-respondió con tranquilidad-estaré afuera, en el Jeep.
Estupefacta, lo miró marcharse por la puerta y tragó saliva.
Se rascó la cabeza con confusión y logró ir a la otra habitación con desdén, sin dejar de pensar en lo que Clark se traía entre manos.
Y sí, efectivamente, halló unos jeans, ropa interior, una blusa, el abrigo que Eros le había dado y calcetas. Y a un lado una pequeña bolsita negra con todo lo necesario para afrontar el día.
Siguió las órdenes de Clark y cuando estuvo lista, salió a verlo.
El sol estaba en su mejor punto y él la esperaba dentro del Jeep, tal y como le había dicho.
Titubeando, subió al coche en el asiento del copiloto y deseó salir de ahí corriendo.
Ya habían hablado, pero parecía ser que Clark planeaba algo en contra suyo.
-¿Y ahora a dónde vamos a ir? Necesito ir al departamento y estar con mi tía, Clark-argumentó, cruzando los brazos sobre el pecho.
No se tomó la molestia en maquillarse, solo se puso crema facial y los rayos del sol mezclados con el aire cortante le pusieron las mejillas rojas.
-A dar un paseo-fue todo lo que dijo antes de ponerse en marcha a quién sabe dónde.
Simplemente se abrochó el cinturón y dejó que él la llevara a un sitio que ella desconocía.
No tardaron mucho en detenerse.
Y casi perdió el color absoluto de su rostro al darse cuenta de que la había llevado a la casa, o más bien, residencia de Aiden Carrowl.
Al principio no entendió bien lo que ocurría hasta que Clark volteó a verla con determinación.
-Baja a buscarlo y habla con él con respecto a lo que sucedió anoche entre ustedes dos-espetó, molesto.
-¿Qué te hace pensar que voy a hacerlo?
-Tienes qué hacerlo-puntualizó.
-Y según tú, ¿qué le tengo que decir o qué?
-No lo sé. Encargate de ello, ¿si? Tienes que solucionar tus problemas.
-No hay ningún problema con Aiden.
-¿En serio?-replicó con ironía.
-Bueno, eso no es asunto tuyo, Clark-gruñó, irritada por su nueva y espeluznante actitud.
-Lo es, al menos por ahora.
Y sin vacilar, le quitó el seguro a las puertas, instandola a bajar.
-Él ya salió. Está esperándote.
Skyler desvió la mirada hacia el rubio, quién se hallaba parado en el porche con expresión ceñuda y huraña, mirandolos fijamente.
-Debes estar bromeando...
-Le llamé hace un rato y aceptó hablar contigo, bajo mi supervisión-le explicó-así que hazlo. Si intenta cualquier cosa, iré a pararle el alto.
Sintiéndose humillada y ofendida, se obligó a regañadientes a deslizarse fuera del Jeep.
Cerró la puerta de golpe y se encaminó al rubio con aspecto deprimido, que entornó los ojos al verla caminar en su dirección y las mejillas se le enrojecieron brevemente.
-Hola, Aiden-saludó Skyler con nerviosismo.
-Hola, Skyler-le respondió el saludo y se acercó para besarle la mejilla de improviso-¿cómo estás? Anoche preferí no abrir la boca frente a Clark, pero es obvio que se enteró de lo que pasó entre nosotros, ¿no es así? Porque me llamó para decirme que tenías que hablar conmigo acerca de nuestro encuentro-mientras hablaba, Skyler no pudo evitar sentirse una basura. Aquel chico rubio de ojos color de una piedra de Jade no merecía sufrir por sus errores. No merecía tener falsas esperanzas y comprendió la razón por la cual Clark la obligó a hablar con él.
-Aiden, escucha, yo...
-Sé lo que vas a decirme-la interrumpió con una sonrisa triste-fue un error lo de anoche; lo sé perfectamente. Lo veo en tu mirada. Estás atrapada en este momento. Y también sé que lamentas que haya sucedido eso entre nosotros dos. Algo tan íntimo y tan lindo a la vez.
-Perdóname de verdad, Aiden. No quise lastimarte de esta manera. Soy muy estúpida y eso lo sabes-apretó los labios y cerró los ojos unos segundos y cuando los abrió, vio que el semblante triste de Aiden seguía igual-y quiero que sepas que estás en tu derecho de odiarme. Dime lo que quieras, gritame, cualquier cosa. Yo resistiré. Olvida lo que pasó entre nosotros, ¿si? Será lo mejor.
-No te odio, y tampoco te faltaría el respeto. Me gustas más de lo que debería-confesó, con la mirada gacha-y no esperes a que olvide ese momento que compartiste conmigo-alzó la barbilla y sus miradas se encontraron-además, por muy tonto y vergonzoso que sea, no tengo vergüenza de decirlo, más porque eres tú.
Skyler arrugó el ceño sin entender.
-Jamás voy a olvidar que hice el amor por primera vez contigo, Skyler Newton. Puedo olvidar cualquier cosa, menos eso.
Blanca como la nieve, la chica entornó los ojos y parpadeó, tensa.
Entonces, Aiden Carrowl la agarró de los hombros y la atrajo a su cuerpo con cariño; dándole un amistoso abrazo.
-Y si tu preocupación es que yo te moleste alguna vez, con respecto a ello, puedes estar tranquila, Skyler. No lo haré-le susurró al oído.
Skyler de pronto sintió otras manos tirar de ella lejos del chico rubio y la voz hostil de Clark se manifestó de inmediato.
-Sea lo que sea que le hayas dicho, ahí queda. No te atrevas a buscarla nunca más, ¿está bien?-le ladró a la cara.
No obstante, Aiden sonrió y asintió.
-Claro. Es lo que le estaba diciendo, Clark.
Ella le devolvió la sonrisa con timidez y bajó la mirada, odiandse por milésima vez.
¡A cuántas personas más tenía que hacerle daño!
El rubio entró a su casa y Clark la llevó hasta el Jeep de manera brusca y ella se zafó de su agarre con rabia.
También le estaba irritando muchísimo su actitud.
-¡Bien! Suéltame y no vuelvas a tocarme de esa manera-le riñó-podrás estar molesto conmigo, pero no me agarres así. No soy una maldita muñeca de trapo.
-No fue mi intención agarrarte de esa manera, pero entiende mi frustración-siseó entre dientes. Tenía el volante aferrado con ambas manos y con mucha fuerza, puesto que sus nudillos estaban blancos en su totalidad-me entristece mucho esto. Yo pensé que conmigo estarías feliz, y me equivoqué. Demian también se equivocó y terminó con el corazón roto. Deseo perdonarte y olvidarlo, pero simplemente no puedo...
Sus nudillos aún seguían lastimados por haber golpeado la pared la noche anterior y suspiró.
-Entonces no lo hagas. No me perdones, pero ya no te atormentes, por favor-suplicó. Le dolía ver que su ídolo se sentía realmente mal por su culpa.
-¿Cómo quieres que pretenda que no ocurrió nada, Skyler?-le envió una mirada lacerante y dolida-me duele hasta los huesos. ¿Y sabes por qué?
-¿Por qué prometimos estar juntos hasta que me vaya?-respondió ella con otra pregunta, la cual hizo reír al chico sin ninguna pizca de gracia. Fue más una risa de ironía e impotencia.
-Porque estoy enamorado de ti, Skyler. Locamente enamorado de ti-replicó con frustración-incluso te amo. ¿Acaso no lo ves? ¿Estás ciega? Nadie que no te ame va a sentirse devastado con lo que hiciste anoche. Odio sentirme así. La última vez que sentí este horrible dolor fue cuándo falleció mi abuela. A ella la amaba tanto. Aunque el amor fuese diferente, el dolor es igual o peor.
Ella cerró los ojos y recargó la parte posterior de su cabeza en el respaldo de la silla y deseó poder deleitarse con lo que acababa de escuchar.
En otras circunstancias hubiese gritado de emoción, como una loca, porque su ídolo, su modelo, la amaba; pero en ese momento, quiso regresar el tiempo y evitar que él sintiera esos sentimientos por ella y sufriera.
De hecho, deseó no haber conocido a nadie. A ningún canadiense y continuar siendo una subnormal en su hogar; en vez de lastimar a todos.
-Di algo, por favor-le rogó Clark con la cara entre sus brazos, los cuales estaban encima del volante. Y a juzgar por su voz ronca, y los temblores que emitían sus hombros, estaba a punto de llorar.
Skyler se quedó en silencio, sin saber qué decir.
-¿Entonces vas a quedarte callada? ¿No dirás nada? ¿No te importo aunque sea un poco, Skyler? ¿o todavía sigues de incrédula acerca de que tu ídolo se haya enamorado de ti?
La mirada desesperada del joven la ensimismó.
Un escalofrío helado le recorrió la espalda como una caricia no deseada y cuando se vino a dar cuenta, yacía fuera del Jeep, corriendo a alguna parte y huyendo de esa confesión.
Por una parte, anhelaba detenerse y volver al Jeep con Clark, y por la otra, añoraba esfumarse de la tierra.
Sus pantorillas sufrieron de calambres a causa del frío y paró en seco detrás de unos coches. Se detuvo a recuperar el aliento y a que el dolor apaciguara para continuar corriendo lejos de Clark Ravel.
Le dolía el pecho por haber corrido como idiota y su inhalador no lo llevaba consigo.
Cerró los ojos con fuerza y poco a poco se fue deslizando al frío asfalto del suelo para guardar la calma.
A medida que respiraba, su ritmo cardíaco fue estabilizandose y se tranquilizó por completo.
Sin embargo, el agonizante ardor que sentía en la garganta hasta sus pulmones le resultó incómodo.
Inhaló y exhaló bocanadas ardientes de aire y sacudió la cabeza, abrazandose a si misma.
-¡Skyler! ¡Skyler!
Le dio un espamo en el estómago al escuchar la voz de Clark. Al parecer, él había ido tras ella y la estaba buscando como un loco.
-No tienes que decir nada si no quieres, pero ya no huyas, ¿está bien? Ignora mis sentimientos, pero regresa. No me gusta que estemos en esta situación-gritó a todo pulmón y ella se estremeció detrás de los coches.
Pensó en saltar fuera de su escondite y tomarle la palabra, pero prefirió no mover ningún músculo y preocuparse solamente por respirar pausadamente.
-No somos novios oficiales, eso me queda claro, pero no trates de escapar de mí porque no lo vas a conseguir.
Horrorizada, volvió el rostro hacia adelante y se encontró con él.
Clark estaba sudoroso y sonrosado por el esfuerzo, al igual que ella.
Acalorado, se acercó un poco más y se puso de cuclillas para estar a su altura.
Le acarició la mejilla con la palma y ella sintió la suavidad de esta con desdén.
-Verte correr lejos de mí me hizo reaccionar. Sé que me estás rechazando. En tu corazón todavía está Demian, ¿no es así? Y por eso actuas de manera impulsiva sin medir las consecuencias-dijo. Ella se tensó, parte de lo que decía era cierto-te daré un consejo, Skyler: Ve a un retiro espiritual, a esos lugares donde asiste gente que está cómo tú o incluso peor. Ahí vas a encontrarte contigo misma y meditarás acerca de lo que has hecho o pensado. Solo Dios te puede sacar de este estancamiento. Y te lo digo por experiencia propia.
-¿Tú has ido a un retiro espiritual?-le preguntó en medio de un sollozo.
-No. Pero Jodi sí. Hace unas semanas fue y le sirvió de mucho. Ha logrado seguir adelante y más porque le hacía falta ordenar sus ideas. Y realmente le sentó bien porque está llevando su embarazo a la perfección.
-¿Cuándo nacerá el bebé?
-En diciembre, creo. No estoy seguro-se quedó pensativo y ella lo sorprendió con un abrazo. Le echó los brazos encima y cayeron al suelo. Skyler sobre su pecho y él con la vista al cielo nublado.
-Llévame a un retiro, por favor-suplicó.
-Los retiros se hacen los fines de semana. Entras el viernes por la noche y sales el domingo a la misma hora más o menos-le susurró sobre el cabello, correspondiendo al abrazo-y solo te diré que es un poco fuerte, pero vas a soportarlo. Te va a ser de mucha ayuda.
-Sí, no importa lo que tenga que pasar; quiero ir a uno. Sentirme bien.
-De acuerdo. Entonces tengo que hablar con mis padres para que ellos te anoten en la lista de los que asistirán este fin de semana-le acarició el cabello-ellos se hicieron amigos de los organizadores luego del retiro de mi hermana, así que no te preocupes.
-¿Tú crees que para mi cumpleaños me haya servido de algo?-alzó la cabeza y lo miró a los ojos.
-Sí. Pero está todo en ti. Si realmente quieres un cambio, lo tienes que ofrecer de corazón.
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Esa misma noche, después de cenar en la cabaña; Clark la llevó de vuelta al departamento.
Y no habían parado de hablar acerca del retiro ni un instante, y eso alegró al chico, ya que a ella le faltaba mucho que aprender y en el retiro aprendería muchas cosas.
Vio los resultados en su hermana y tenía la certeza que le funcionaría también a ella.
-Tu ropa sucia está aquí-le dijo y buscó en los asientos traseros una bolsa negra de plástico-mañana vendré a verte, ¿está bien?
-¿No gustas pasar a saludar a mi tía?
-Será mañana, Sky. Ahora mismo tengo que llamarles a mis padres e informarles sobre tu retiro-se acercó a ella y le plantó un beso en la frente.
Sonrojada, cogió la bolsa con ropa y se deslizó hacia afuera.
El frío resultó insoportable y tuvo que correr al porche.
No estaba el coche de Jack, por lo que se tranquilizó.
Y antes de que pudiera sacar la llave y abrir, la puerta se abrió y su tía se le fue encima en un abrazo.
Clark tocó claxón a modo de despedida y se marchó.
Mientras tanto, la tía de Skyler se negó a soltarla por miedo a verla desaparecer nuevamente por un día entero.
-Tía, tranquila, estoy bien-la calmó. Pero ella había comenzado a llorar amargamente-no llores, mira, no me pasó nada. Estaba con Clark.
-¿Cómo quieres que no llore, si tú mamá me encargó cuidarte muchísimo? ¿Qué hubiera pasado si algo terrible te hubiese ocurrido? Aquí no es San Francisco, ¡Aquí es Canadá! Un país desconocido y no puedes darte el lujo de irte a dónde quieras sin avisar-tiró de ella y cerró la puerta. Ambas se miraron con fijeza.
-No es la primera vez que salgo todo el día y regreso en la noche, tía. Y ya te dije que estaba con Clark. Él no iba a dejar que nada me pasara-se dejó caer en el sofá con su ropa sucia.
-Ese chico vino hoy en la mañana y entró con total confianza a sacar ropa tuya. Ni si quiera me dio una explicación. Simplemente me saludó y se marchó con tus cosas. Jack ni si quiera lo detuvo ni se inmutó y me pregunté a mí misma... ¿Con cuánta frecuencia viene ese niño a este departamento mientras estás sola aquí?
Skyler se vio tentada a echarle un sinfín de mentiras a su tía, pero recordó que iría a un retiro con la finalidad de cambiar y no podía darse el lujo de faltar a su palabra, así que tomó aire y le contó la verdad.
-Clark viene a menudo a hacerme compañía en las noches, porque siempre estoy sola, desde que Eros fue arrestado. Así que por eso tiene todo el derecho de venir a este departamento, tía. Y no te sorprendas, por favor. Ya tengo cerca de 21 años, no soy una niña-rodó los ojos-además, este viernes voy a ir a un retiro espiritual para liberarme de mis errores, así que no te preocupes. Quiero estar feliz en todos los sentidos en día de mi cumpleaños.
Boquiabierta, su tía parpadeó con horror. No podía creer lo que acababa de escuchar. Su pequeña sobrina estaba viviendo una vida muy acelerada.
Trató de emitir una réplica ante esas palabras, pero en eso, Jack hizo acto de presencia.
Entró rebosante de alegría, silbando y pensando en encontrarse solamente con su pareja, pero se llevó la sorpresa de ver a Skyler en el sofá, enviandole una mirada fulminante.
El fotógrafo dejó de silbar y de sonreír. En sus manos parecía llevar la cena.
-Los dejaré solos-gruñó la joven y se llevó la bolsa de ropa consigo hasta su habitación.
-¿Y-Ya cenaste?-le preguntó su tía.
-Ya.
Se escuchó un portazo y la pareja suspiró.
-¿Qué ocurrió?-quiso saber Jack al ver que ella temblaba.
-Me acabo de dar cuenta que mi sobrina está tan cambiada. Tan diferente, tan extraña-se sentaron en el sofá-ya no es la misma de antes. Venir hasta acá la transformó, Jack.
-Créeme que yo también lo noté. Cuando la conocí, era tan dulce, inocente y dócil. Y lo seguía siendo cuando Eros estaba con ella, porque él le aconsejaba; pero cambió totalmente al instante que mi amigo fue arrestado para protegerla y Demian la desechó de su vida por pasar tiempo con Clark. Pero déjame decirte que no todo está perdido-la tranquilizó. Ella lo miró con las esperanzas hechas jirones-Clark Ravel es un chico que no se le pasa nada, él se hará cargo de ayudarla. No te preocupes.
-Me acaba de contar Skyler que el viernes estará en un retiro espiritual para sentirse bien el día de su cumpleaños.
Jack alzó las cejas y asintió.
-Ahí está. ¿Ves de lo que te estoy hablando? Clark se está haciendo cargo de ayudarla. No debes preocuparte, ¿de acuerdo? Ese muchacho ha tenido serios problemas en el núcleo familiar y sabe que le hará bien a Skyler asistir a ese retiro. Así que tranquila. Mejor cenemos a gusto.
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La mañana en San Francisco anunciaba un frío caótico y severo para el resto del día.
Y él se preguntó si realmente valía la pena levantarse y asistir a la séptima cita con su nueva novia, Tori Weber, a quién había conocido gracias a Anthony, en una de las fiestas familiares que su amigo le invitó. Ella era la prima del novio de Anthony.
A pesar de que le gustó muchísimo desde la vio, no sintió la misma conexión que con Skyler Newton a la edad de diez años y hasta la fecha.
A petición de la chica, Anthony y su novio, aceptó comenzar a salir con ella.
La joven era una belleza: Cabello negro, largo y lacio, y unos ojos verdes muy llamativos con largas pestañas. Parecía una panterita negra con ojos claros. Muy exótica.
Pensó que, si trataba de salir con otras chicas, su amor obsesivo por Skyler concluiria; y esa mañana, mientras contemplaba el techo de su más reciente departamento en San Francisco, sopesando la idea de encontrarse o no con Tori, se dio cuenta que jamás dejaría de amar a aquella niña de diez años a quién tanto molestaba y que ahora su ausencia lo tenía en agonía.
Juró olvidarla, juró desechar cualquier indicio de amor por ella y seguir adelante, tal y como, quizá ella lo estaba haciendo a lado de Clark Ravel o del rubio idiota, Aiden Carrowl.
Repetidas veces, en todo ese tiempo, se vio tentado a llamarla, enviarle mensajes, pero se contuvo.
Y desde que comenzó el mes de julio, en su cabeza no había más que el día 25, su cumpleaños. El cumpleaños de Skyler.
Abrumado, saltó de la cama para encontrarse con Tori.
Se duchó con agua tibia y se vistió con una playera blanca, encima un suéter deportivo y un pants negro con tenis. Realmente no deseaba salir a ninguna parte y se moría de frío. Ir a una cita con ropa deportiva no era lo suyo, pero si Tori Weber quería algo serio con él comprendería que su humor no estaba para vestirse de gala y morir de frío a mitad de la mañana.
Buscó sus guantes, las llaves de la motocicletas y su teléfono.
Bebió un poco de jugo de naranja y guardó su billetera en el bolsillo.
Cuando salió a la calle, montó su vehículo y se acomodó el casco. Él vivía justamente en la colina más alta de San Francisco y siempre tenía que ir despacio para no colisionar con algún coche, persona o tranvía.
Habían acordado que él la recogeria a las 9:30 am en su casa.
Bajó la visera del casco y bajó la pendiente a una velocidad moderada y aceleró cuando se cercioró era prudente.
Mientras conducía rumbo a casa de Tori, pasó por el hogar de Skyler, donde solo vivía su familia y no ella.
Frunció el ceño al notar lo vacía que se hallaba la residencia y siguió su camino.
La semana que venía era el cumpleaños de ella y se imaginó que tal vez sus parientes tenían pensado ir a verla a Canadá para sorprenderla.
Condujo un poco más hasta que llegó a su destino, rozando las diez de la mañana.
Lo recibió una sonrisa tensa por parte de Tori, quién estaba vestida de manera casual: Jeans, zapatillas altísimas, una blusa de pronunciado escote y un abrigo, acompañada de una bolsa de diseñador y joyería absurda.
-Llegas tarde, Demian-le riñó ella con los brazos en posición de jarras sobre sus caderas.
-Lo siento-contestó y rodó los ojos-había tráfico.
En eso, ella lo evaluó de pies a cabeza e hizo una mueca de desaprobación.
-¿Qué es lo que llevas puesto?-arrugó la nariz.
-Mi ropa deportiva.
-¿Por qué?
-Hace frío, por si no lo has notado y esta ropa impide que me esté congelando-le extendió el segundo casco a ella-sube.
Sin embargo, la hermosa chica rechazó el casco y la invitación.
-No. Ve a casa a cambiarte y regresa.
Demian arqueó las cejas y se quitó el casco para mirarla.
-Disculpa, ¿qué?
-Me escuchaste, Demian-musitó la chica con rabia.
-¿Por qué piensas que voy a obedecerte?-rio con ironía.
-Porque soy tu novia y tienes que hacerlo.
-Wow, espera-se carcajeó y encendió el motor de la motocicleta-a la única persona que le obedeceria es a mi madre, que en paz descanse. El hecho de que seamos novios no quiere decir que tienes derecho sobre mí. Cada quién se viste lo que quiere. Es como si yo te obligara a quitarte esa ropa ridícula que llevas encima.
En eso, la palma de Tori se estrelló contra la suave mejilla derecha de Demian y la cara de este viró hacia el lado contrario.
-Eres un imbécil, Demian Say. Por eso estás solo. Nadie quiere estar contigo-le gritó, con los ojos llenos de lágrimas.
-Discúlpame, pero tú quisiste a la fuerza salir conmigo, cuando yo te avisé que acababa de salir de un noviazgo-replicó él-así que aquí la dejamos, ¿está bien? De todas maneras accedí a esta cita porque pensaba terminar contigo, me solucionaste las cosas, Tori. Gracias. Y le pediré disculpas a tu primo. Él no tiene la culpa. Cuídate.
-¿Qué? ¿Hablas en serio?-se puso roja de coraje-¿me vas a dejar luego de lo que hemos compartido?
-Sí. Me di cuenta que nunca podré ser feliz con alguien que no sea Skyler Newton, la chica a la que siempre he amado y amaré hasta mi muerte.
-¡Ella ya no te ama!
-Lo sé, pero me basta con que yo la ame.
Y dicho eso, se acomodó el casco y arrancó, dejando una nube de polvo a su paso y a una chica a punto de tener una rabieta.
VOTEN POR FAVOR. SE ACERCA EL FINAL.
Zachary "Demian" Say, ha vuelto señoritas. 😏
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