69.5
[NARRATIVA VUELVE A SKYLER NEWTON]
Demian si sabía como hacerme cambiar de humor en tan solo un segundo. Me había negado rotundamente a darme una ducha con él porque sabía lo que eso significaba: ninguno de los dos nos contendriamos de hacer el amor bajo la regadera.
Y yo no estaba dispuesta a exponerme a su mirada estando en mis días, pero Demian logró convencerme que, no había ningún impedimento y me hizo sentir segura.
Pero lo más angustiante de todo, era que Clark también pensaba como él y yo había estado a punto de tener relaciones en su casa de no ser por la interrupción de Aiden.
-Amo tu cuerpo, ¿lo sabías? Es tan perfecto.
Di un respingo al escuchar su melosa voz cerca de mi oído mientras mordisqueaba el lóbulo de mi oreja bajo el agua. Él me tenía estampada en la pared de mosaicos, siendo uno mismo.
-Si sigues haciéndome sentir así-gemí cuando se movió de nuevo en mi interior-lo lamentarás, Dem.
-¿Qué harás? ¿Besarme con más pasión mientras te hago muchas veces el amor y gritas mi nombre?-vaciló, besandome el cuello.
-Demian...-jadee.
Era gracioso que los dos estábamos sudando a pesar de estar bajo el agua de la regadera. Habíamos empañado los cristales y no podíamos dejar de hacerlo ni un momento.
Y así continuabamos hasta que verdaderamente nos quedamos sin fuerzas.
Demian se encargó de secarme con la toalla y salimos envuelto en varias de ellas hasta su habitación.
Nos recostamos en la cama con la cara vuelta al techo. Mi cabeza sobre su brazo y una de mis manos sobre su pecho.
-Lamento tanto haberte asustado hoy-susurré, acariciandolo.
-En cierto punto, fuiste víctima de Ravel y también de Carrowl. Pero estoy aliviado de que estás a salvo y conmigo ahora mismo-replicó, pasando sus dedos sobre mi hombro desnudo.
Alcé la cabeza a él y noté que sus ojos ardían al devolverme la mirada.
-¿Sucede algo?-pregunté.
-No, nada. ¿Por qué habría de suceder algo?-evadió con éxito mi pregunta.
-Te noto extraño y distante. Sé que estás molesto conmigo, tienes todo el derecho, pero yo...
-Shhh...-me hizo callar, colocando un dedo sobre mis labios para volver a besarme-he recuperado las fuerzas, así que prepárate para no dormir hoy, nena.
Continué viviendo bajo el mismo techo que Demian por varios días más.
No supe nada de Clark y de Aiden en ese lapso, lo cual me mantuvo tranquila. A decir verdad, no tuve noticias tampoco de Jack y de Eros.
Pero sabía que si hubiera algún problema, lo sabría al instante.
La Universidad envió e-mails a todos los estudiantes, avisando que dentro de pocos días podríamos reanudar las clases con normalidad, excepto para los de la carrera de Comunicación, es decir, la mía, y la de Demian, Clark y Dexter.
Al menos no tenía que preocuparme por ese minúsculo problema.
Con Demian salíamos a menudo a pasear para pasar el rato. Él actuaba con normalidad, pero yo sabía que algo pasaba por su cabeza.
Cada que yo le preguntaba al respecto, desviaba la conversación notoriamente.
Dejé de insistir cuando me di cuenta que no planeaba compartir conmigo su inquietud.
Sobremanera me dolía su falta de confianza, pero yo tampoco era digna de pedir eso cuando también tenía mis secretos.
Una tarde, mientras el cielo se mantenía a raya al igual que el clima, optamos por salir a dar un paseo a alguna parte en su motocicleta.
El sol era cálido y no meritaba llevar paraguas o el coche.
-¿Me permites hacer una llamada antes de comprar los boletos?-volteó a verme al acercarme a la fila de personas.
-Por supuesto. Estaré aquí esperándote-le sonreí y él me devolvió la sonrisa.
Lo observé alejarse del tumulto de personas para sacar su teléfono. Fruncí el ceño sin comprender.
-Y nos volvemos a encontrar, luego de una semana y media, eso es tiempo récord, ¿no?
Salté del susto tras escuchar la masculina voz de Aiden Carrowl detrás de mí.
Suspiré hondo, armandome de valor para enfrentarlo y no mostrarme hostil, aunque ganas no me faltaban.
Me di la vuelta con serenidad y forcé una sonrisa tensa.
-Pensé que no te vería hasta el día que Jack nos llamara para el modelaje-arribé.
-Faltan solo unos días más, además, sé que me extrañaste-me lanzó un guiño y yo rodé los ojos.
-Bien, Aiden, ¿veniste solo al cine?-cambié de tema, dándole tiempo a Demian. Miré por encima de sus hombros en búsqueda de algún acompañante.
-No. No vine al cine y tampoco vine solo. Mi prima Rhiannon quería un cosmético que solo lo venden aquí y me ofrecí a acompañarla. Ella es de Toronto y se está quedando unos días en casa-me informó con su enorme sonrisa, como si, de alguna manera me interesara. Voltee a ver a la chica que llamó prima y esta me sonrió desde lejos. Tuve que devolverle el gesto. Se parecía muchísimo a él, solo que con el cabello castaño claro y ojos grises. Muy hermosa.
-Oh, espero tenga una estadía placentera aquí.
-Eso trato. Complacerla-asintió y le echó una mirada a Demian, quién no tenía ni la menor idea de que Aiden estaba conmigo-a Demian no le gustará verme contigo, así que me retiro. Pronto nos veremos nuevamente, Skyler.
Se despidió de mí de manera sorpresiva. Tomó mis hombros y besó una de mis mejillas con lentitud.
-Hasta que nos veamos de nuevo-dijo. Y se encaminó hacia su amiga.
Su frase se me hizo familiar y sonreí lobunamente entre dientes. Parecía que Aiden Carrowl amaba los mismos libros y series que yo.
A los diez minutos de su partida, Demian volvió y ambos nos dimos cuenta que ya no estábamos dentro de la fila y que esta había aumentado significativamente.
-¿Con quién hablabas?-aventuré a preguntar.
-¿No quieres entrar al cine?-cambió el tema de manera drástica.
-Eso puede esperar-lo apacigüé-ahora dime, ¿con quién tanto hablas últimamente?
Demian sonrió llanamente y se pasó una mano por el cuello.
-Con Anthony. Desde hace días ha estado deprimido-respondió sin mirarme si quiera.
-Ah, claro...
Moví la cabeza hacia adelante y hacia atrás, forzandome a no enojarme por su mentira.
-Andando, o ya no habrán boletos-agarró mi brazo, pero lo rechacé, dejándolo confundido-¿qué pasa?
-Tú dime que pasa-lo confronté.
-Si no me crees que hablé con Anthony, checa el historial de llamadas-musitó, sacando el móvil y poniéndolo sobre mi rostro.
-Así como a ti no te agrada que te oculte cosas, espero sepas que a mí tampoco-le reñí.
-¡No te estoy ocultando nada!-exclamó. Pero percibí le tono falso de su voz a pesar de que me miró a los ojos.
-Haré como que te creo-dije y comencé a caminar al lado opuesto de la taquilla.
-¿A dónde vas? El cine es por acá...
Escuché sus pasos detrás de mí y no me detuve hasta estar lo suficientemente lejos de las personas.
-Me voy a casa-sentencié.
Él me detuvo del hombro y me encaró.
-Estaba hablando con Anthony-repitió-está pasando un duro momento y te recuerdo que él me ayudó a no hacer una locura el día que me dejaste por Clark. Yo no puedo ser un maldito egoísta. Es mi amigo, Skyler.
-De acuerdo. Haz lo que desees, pero se me apetece ir a casa ahora.
-Pensé que querías ver una película.
-No he sabido nada de Eros, Jack y tampoco de Clark. Y tengo la certeza de que tú sabes algo de ellos-puntualicé.
-¿Cómo quieres que sepa algo, si no tengo ninguna conexión con ninguno de ellos?
-Entonces llévame a ver a Jack o mínimo a Clark. Quiero hablar con él.
-¿Y por qué no le llamas?-bufó.
-No traigo mi teléfono.
-Usa el mío-extendió el aparato hacia a mí.
-No me sé su número.
-Buscalo, está en la agenda...-cerró la boca rápidamente, pero ya era demasiado tarde.
-¿Cómo es que tienes el número de Clark, si se supone que lo odias?-inquirí.
El rostro de Demian perdió color y vaciló un segundo antes de recuperar el control a su nerviosismo.
-Lo tengo por si alguna vez ocurre una emergencia, como el día que casi mueres en la montaña-explicó.
-Uhmm... está bien. Marcale enseguida.
Entornó los ojos al escuchar mi petición.
-Eh... de acuerdo, de acuerdo.
Comenzó a buscar tentativamente el nombre de Clark en su agenda y cuando lo tuvo en la pantalla; me lo entregó.
Entonces tomé la decisión de colgar.
Él me miró ceñudo.
-¿Todavía tienes ganas de entrar al cine?-pregunté con una leve sonrisa, haciendo que su ceño fruncido se intensificara.
Cuando terminó la función, nos dirigimos a casa.
No hablamos en todo el trayecto, ni si quiera cuando cenamos.
Un silencio sepulcral revoloteaba el ambiente y a mí me hacía sentir tensa y huraña. Era como si estuviera viviendo bajo el mismo techo con un completo desconocido.
-Espero que uno de estos días me digas lo que ronda dentro de tu cabeza-le espeté, retirandome de la mesa con mi cena a medias.
Tiré los restos en el triturador de basura y después comencé a lavar el plato con aire ausente.
Sin Eros yo no podía seguir estando ahí. Era algo intolerable de pensar, pero Demian parecía no ser el mismo. Yo lo amaba muchísimo, y él también a mí, y había prometido no dejarlo otra vez y estar a su lado siempre, pero algo dentro de mí me decía que no estaba haciendo lo correcto.
Tal vez, lo que mi mente y corazón necesitaban era paz. Tener momentos para mí sola y pensar con claridad.
Desde luego que, desde que conocí a Clark Ravel en persona, empecé a tomar deciones erróneas con respecto a mi vida y en la de Demian, quién por desgracia pagó las consecuencias de mis actos y a pesar de ello, continuó apoyandome.
Y no merecía seguir así.
Quizá, solo quizá, Demian se estaba comenzando a cansar de mí y de mis estupideces, y no tenía razón para culparlo.
-Te diré lo que tengo en la mente justo ahora, si tú haces lo mismo, mi amor.
Salí de mis pensamientos al escuchar su voz aterciopelada cerca de mi cuello.
Me contorsioné a causa de las cosquillas que provocaba su aliento y sentí sus húmedos labios posarse en el lóbulo de mi oreja para después trazar un camino de besos hasta llegar al costado de mi cuello, justo debajo de la mandíbula.
-Estaba pensando seriamente en nosotros-murmuré, pero mi comentario no lo detuvo y siguió besandome.
-Ah, ¿Sí? ¿en qué específicamente? Si se puede saber, claro.
Detuve sus caricias y lo confronté de frente. Él me tenía acorralada entre el fregadero y su varonil cuerpo.
-No creo merecer seguir contigo, Demian-dije con voz temblorosa.
Enseguida se ensombreció su expresión y tragué saliva. Bajé la cabeza, pero él me agarró con fuerza de la barbilla y alzó mi cara para mirarlo.
Sus ojos ardían.
-¿Qué estupidez estás diciendo, Skyler?
Abrí la boca para replicar, pero me hizo callar con la mirada.
-¿Ya estás considerando volver con Ravel? ¿Acaso ya te aburriste de nuevo de estar conmigo? ¿Quieres experimentar el sexo con otra persona que no sea yo? ¿Es eso?-me agarró de los hombros con bastante fuerza, pero resistí-no soy un maldito juguete, Skyler, tengo sentimientos. Destrozas mi corazón cada que quieres y no es posible que te entrego todo de mí y cuando te aburres, me desechas. ¿Qué te pasa, eh? Explícame lo que pretendes.
-Necesito tiempo para mí-puntualicé un poco molesta.
-Y por eso piensas correr a los brazos de Clark.
-¡He dicho que no!-exclamé, apartandome de su agarre-¿sabes qué? Olvida lo que he dicho. Solo necesito descansar.
Caminé hacia la escalera con vergüenza. ¿En qué estaba pensando?
Y tenía que seguir mi costumbre de empeorar las cosas en vez de solucionarlas.
Pero para suerte mía, Demian era la clase de persona que no dejaba una conversación a medias. Me siguió hasta la habitación y esperó a que me pusiera la ropa de dormir para charlar.
-Mañana por la mañana regresaré al departamento de Eros-le informé-el tiempo me ayudará a pensar mejor las cosas. Lo que lo tiene en prisión es por culpa mía.
-Si sigues atormentandote de esa manera, no conseguirás nada.
-Quiero estar en paz por unos días. No lo tomes personal, Dem. Lo que dije de no estar juntos... no quise decir eso. Simplemente no hallaba las palabras necesarias para decirte que quiero tiempo a solas conmigo misma.
-Sola-parafraseó, incrédulo-¿cómo puedo creerte? ¿cómo sabré que no estás esperando la luz verde para correr hacia Clark o Aiden?
No era un momento cómico, pero ciertamente sus palabras me llevaron al grado de soltar una risa sin humor. Luego le envié una dura mirada y comencé a alistar mis maletas.
-Tendrás que confiar esta vez en mí-le dije, zanjando la conversación.
Demian aguardó pacientemente bajo el umbral de la puerta y hasta que vio que yo no tenía intenciones de pasar la noche con él, me bloqueó el paso para salir al pasillo, rumbo a la sala.
-¿A dónde vas?-preguntó, mientras me liberaba de su mano.
-Se me apetece leer un rato en el sofá y dormirme después.
-Es la excusa más ridícula del mundo, cariño-dijo-por favor, no hagas eso y quédate a dormir conmigo. Prometo no cuestionar tus decisiones.
-La que está mal aquí soy yo, no tú, Dem. En los últimos meses solo he cometido errores que no puedo enmendar.
-¿Y qué tienes pensado hacer?
-Cuando Eros salga de prisión y yo termine el asunto de Jack, creo que regresaré a San Francisco.
-Me estás tomando el pelo, ¿verdad?
-No-comencé a bajar los escalones. Él me siguió.
-Compré esta maldita casa por ti-estalló y su grito me sobresaltó. Me detuve al final de la escalera y voltee a verlo-decidí vivir aquí porque estabas aquí. Y si regresas a San Francisco, ¿Qué haré yo? Allá no tengo nada.
Me llevé la mano a la frente y opté por sentarme en el sofá. Él hizo lo mismo.
Estuvimos unos minutos en silencio.
-Bien, eso cambia las cosas-apreté los labios.
-¿Te das cuenta que, si te marchas, me quedaría completamente solo?
-Dios, Dem, si lo dices de esa manera, suena horrible lo que quiero hacer-miré a mi regazo, incapaz de sostenerle la mirada.
-Tú eres mi vida, mi hogar y mi mundo, Skyler-dijo con firmeza. Alcé la vista y él se arrodilló frente a mí, agarrando mis rodillas-tenlo presente, por favor.
-Escucha, Dem, no pienso quedarme en San Francisco por siempre. Voy a regresar a Vancouver en cuanto solucione mis propios pensamientos y problemas, ¿sí?
-¡No!-presionó con fuerza mis rodillas-yo voy contigo. Sabes que te seguiré a donde vayas.
Se puso en pie y apartó algunos mechones de cabello de mi rostro para luego besarme en los labios.
-Déjame acompañarte-susurró.
Cerré los ojos un momento y cuando los abrí; sentí la necesidad de abrazarlo y animarlo un poco. Así que le eché los brazos al cuello y él colocó su cabeza en mi pecho.
-Tranquilo. No me iré a ninguna parte.
-Sé que lo harás, pero yo te seguiré.
-Ya no hablemos más del tema, ¿Sí? Mejor vamos a la cama y durmamos.
-¿Qué tan dolido y destrozado tengo que estar para que consideres el amor que siento por ti?
Apreté los puños y sacudí la cabeza.
-No vuelvas a decir eso-mascullé.
-Es la verdad. Nunca piensas en el daño que puedes hacerme al tomar decisiones que crees correctas.
-¿Ahora te das cuenta por qué ya no quiero que sigas conmigo? No soporto hacerte daño por mi estupidez, Dem.
-Si tan solo dejaras a un lado tus problemas y me dejaras ayudarte, no me lastimarias. A mí ni a nadie.
-¿Cómo?-le pregunté a modo de súplica-¿cómo podría ser eso posible?
-Dejamelo a mí, ¿Sí? Me haré cargo de todo de ahora en adelante-prometió y me rodeó entre sus fuertes brazos y como yo necesitaba urgentemente una salida, acepté su promesa; aunque muy en el fondo sabía que algo lejos de ser bueno, ocurriría dentro de poco.
Más tarde probablemente suba el capítulo 70. No olviden votar, ya que estamos llegando a la recta final:)
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