65
La cercanía que tuvo Aiden Carrowl con ella fue palpable.
Skyler quedó pasmada ante sus ojos perfectos y brillantes; pero el rostro de Demian sonriendo la sacó del ensimismamiento, provocando que sonriera y se apartara.
-Divertido, muy divertido-le dijo al rubio.
Él, por su parte, le sonrió nuevamente y reanudó la marcha como si nada hubiese pasado.
Estando en el centro comercial, Skyler percibió que Aiden actuaba con total normalidad y decidió imitarlo, ya que sí a él no le importaba la declaración en su coche, a ella tampoco debería importarle.
Caminaron hasta el cine y se colocaron detrás de la enorme fila de personas que esperaba impaciente a comprar sus boletos.
Ella alzó la cabeza para mirarlo, porque él, Clark y Demian eran sumamente enormes de estatura y a su lado parecía un hobbit.
El perfil de Aiden era rudo y a la vez tierno, ¿y acaso era legal ser así?
Se le notaban las fuertes mandíbulas al tensarlas o simplemente al hacer muecas mientras echaba un vistazo la cartelera de funciones.
-Uhmm no veo alguna interesante-le oyó decir. Ella apretó los labios y le puso atención cuando él bajó la cabeza para verla-¿no te gustaría ver alguna película antigua, no sé, que ya tiene algunos meses de haberse estrenado?
-¿Es eso posible?
-Sí. Dime si quieres para que salgamos de esta fila y vayamos a la correcta.
-Está bien. Suena estupendo.
A él le agradó verla con determinación y se movieron de lugar, yendo a una fila de personas más pequeña.
-¿Y cuál veremos?
-¿Hay alguna película en particular que te guste y disfrutes mucho verla?
-Sí-contestó y se ruborizó enseguida. Él frunció las cejas, perplejo-pero tal vez a ti no te guste.
-¿Nombre?
-Maze Runner: Correr o morir.
Los ojos del chico centellaron de alguna emoción desconocida y ella no supo interpretar su reacción.
-¡Amo esa película! Y los libros, ¡Son increíbles!-exclamó Aiden por fin.
Tal sorpresa se llevó al escucharlo hablar tan eufórico y emocionado de sus libros favoritos.
-Por Dios, ¿en serio eres fanático de James Dashner?-entornó los ojos, reprimiendo el impulso de gritar en medio de toda esa gente.
-¡Sí!-la agarró de los hombros-¿entonces quieres verla?
-¡Nada me haría más feliz que disfrutar ver a mis personajes literarios en la pantalla grande!
Aiden soltó una carcajada y se volvió ansioso, esperando a comprar los boletos.
La fila avanzó rápido y él intimidó al chico que atendía con su voz divertida y sus ojos expresivos.
-¿Maze Runner?-repitió el joven mirando a la pantalla de su computadora.
-Sí-replicó Aiden.
-Vaya, últimamente han estado viéndola muchísimo, incluso más que cuando se estrenó-murmuró el chico para sí y les entregó los boletos después de que Aiden le diera una tarjeta de crédito.
Skyler protestó en pagar su entrada, pero el rubio se negó rotundamente y ella no insistió más.
Compraron palomitas y refrescos, y riéndose de los chistes malos de Aiden, se deslizaron a la sala para ver la función.
Era extraño que, aparte de ellos, una enorme cantidad de personas también entrarían a ver la película que tenía tres años de haberse estrenado.
Buscaron sus lugares elegidos y tomaron asiento.
Cuando ella salía con Demian, sus emociones estaban a flor de piel, deseando besarlo y hacer cosas sucias con él sin importar nada.
Sin embargo, con Clark era casi lo mismo, pero una fuerza descomunal la frenaba, poniéndola sobre sus pies.
Pero ahora que había salido con Aiden; él no le provocaba nada de lo que sentía con Demian o Clark. Lo miraba muy guapo y atractivo, pero la atracción que sentía por el rubio era más como hermandad.
-¿Cuál es tu parte favorita de los libros?-le susurró Aiden cerca de la oreja.
-Uhmm-dijo, pensativa. La película aún no comenzaba y las personas todavía buscaban sus lugares en la oscuridad-el final. Donde Thomas besa a Brenda cuando se da cuenta que, a pesar de ser la cura a la llamarada, no puede salvar a los infectados y lo único que le queda es ser feliz con ella y darse a la tarea de repoblar la tierra-concluyó con una risista boba.
Aiden rio también y ambos se hallaron riendo como idiotas a mitad del cine, siendo el centro de atención de algunas personas.
-Shhh-alguien los cayó abruptamente.
Skyler se hundió en el asiento riendo en silencio, temblando como si fuese un vibrador y Aiden tuvo que morderse la lengua para parar de reír.
-A este paso nos echarán de la sala-logró decir él, limpiandose una lagrimilla del ojo a causa de tanta risa.
-Tú tuviste la culpa-se mordió los labios, conteniendo una nueva risa, pero esta vez escandalosa.
-Solo te hice una inocente pregunta y rápido pensaste en cosas sucias-bromeó.
Skyker no pudo más y rio fuertemente.
Aiden, que había tratado de calmarse y estar quieto, se contagió de su risa.
-¡Eh! ¿Qué les pasa a ustedes dos? ¿Qué es tan gracioso? ¿acaso están locos o qué? La maldita película no ha iniciado.
Dejaron de reír y miraron hacia abajo, donde yacía un sujeto de edad madura de pie entre los asientos, con la vista taladrándoles encima.
-No estamos haciendo nada que pueda irritarlo, usted lo ha dicho, no ha comenzado la película; por lo que podemos reírnos sin problema-gruñó Aiden, molesto.
Skyler miró al hombre con cara de pocos amigos.
-Pues déjame decirte que sus malditas risas son irritantes y de mal gusto. Esto es un cine, no un sitio de comediantes-protestó el hombre.
-Oye, dejalos, cielo, son unos chiquillos...
Una mujer, que al parecer era su cónyuge, intentó interceder por ellos, pero el hombre la hizo callar al levantar una mano sobre su cara.
-No te metas, Molly. Estos idiotas no nos van a dejar ver la película en paz. Iré por los de seguridad para que los saquen de aquí-arribó el sujeto, moviéndose hacia la salida.
No obstante, al momento que Aiden hacía el ademán de levantarse de la silla, alguien más lo hizo y confrontó al hombre antes de que este llegase a la salida.
-No sea aguafiestas y vuelva a su lugar, por favor. Esos jóvenes no han hecho nada que pudiera dañar a alguien.
-¿Y usted quién es para decirme que debo o no hacer?-le espetó el hombre.
-Soy el vicepresidente de todo el centro comercial y siempre había querido ver esta película, pero el trabajo me lo impide; así que eviteme la pena de echarlo definitivamente de aquí-le contestó el otro.
El hombre mezquino se quedó de piedra en su sitio y varias personas lo abuchearon.
Skyler casi sonrió y Aiden se dejó caer nuevamente en la silla con satisfacción.
Al final de cuentas, el hombre llamó a su mujer y ambos salieron de la sala a grandes zancadas.
-Disculpen esta vergonzosa situación y continuen disfrutando la estancia-se disculpó el vicepresidente, saliendo también con tres personas escoltandolo.
Skyler se estremeció. ¿Por qué a todos los lugares que ella iba, provocaba problemas? Ahora estaba metiendo a Aiden en conflictos sin que tuviera la culpa y se odió por ser tan idiota.
Mentalmente, se obligó a mantenerse calmada y seria en toda la película para no repetir la escena anterior.
Al finalizar, bajaron las escaleras y salieron por el largo pasillo hasta llegar a la salida de emergencia, que colindaba con el otro lado del centro comercial.
-¿Y ahora qué quieres hacer? Luego del incidente, me entraron ganas de moverme a libertad y golpear a alguien-vaciló él, cerrando las manos en puño y moviendolas en el aire como si estuviera practicando boxeo.
-Siento pena por ese hombre.
-¿Por qué? Se lo merece.
-De no haber estado ahí el co-dueño de este lugar, tal vez nos hubieran echado de la sala.
-La verdad es que no.
Ella lo miró con extrañeza.
-¿Por qué lo dices?
-Un familiar trabajó en el cine y dice que a pesar de que un cliente esté incómodo o tenga problemas con otro, lo único que hacen es llevarte a otra sala para evitar molestias. No echan a nadie; claro, a menos que estén dándose de golpes. Ahí incluso la policía interviene.
-Soy un imán de problemas. No debí reírme como loca.
-No debimos reírnos-la corrigió-pero no te lamentes. Ha sido divertido. Una experiencia interesante, así como tú. ¿Ahora ves por qué creo que no me voy a aburrir de ti tan fácilmente?
-Deberías...
-Tal vez dentro de unos años-le guiñó el ojo y antes de que pudiera reaccionar, la tomó de la mano y tiró de ella para que caminara-vamos, tengo ganas de comprar un frappé en Starbuck's.
En lo que caminaban, el pensamiento punzante de Clark y su hermana le hicieron sentir dolor de cabeza. Tenía deseos de saber el estado de salud de Jodi, pero no quería molestar.
Y lo curioso de todo, era que ese pensamiento duró escasos segundos porque Aiden se encargó de distraerla con sus tonterías.
Aparte de sentirse diminuta junto a ese chico, le ardía la espalda al sentir las miradas de muchas chicas que irradiaban envidia y veneno. ¡Ay, si supieran que había dos chicos más de esa magnitud que la volvían loca!
Le soltó la mano discretamente, usando su teléfono como pretexto. A él no le importó y continuaron caminando rumbo al estacionamiento.
Había un mensaje de Demian y lo abrió. Tenía una hora de haber enviado el mensaje.
"¿Qué tal tu salida de amistad? Ja, ja, ja. Apenas acabo de salir del banco. Estaba repleto de personas y ya arreglé los asuntos. Estoy ansioso por verte esta noche."
Tal parecía que ella seguía siendo una chiquilla porque soltó una risita tonta y abrazó su teléfono por la emoción o quizá se debía a que Demian era el único que lograba ponerla así de loca.
Aiden volteó a verla con expresión confundida y se detuvo un poco.
-Perdona, recibí un mensaje, nada grave-le informó y sin dejar de sonreír, comenzó a caminar y él sacudió la cabeza, siguiendola.
El resto de la tarde fue igual de divertida junto a Aiden, quién no dejó que ella se aburriera en lo absoluto y la hizo reír tanto que tuvo que limpiarse el delineador corrido de la cara con un pañuelo a causa de las lágrimas.
Y como habían estado la mayor parte yendo y viniendo por la ciudad; les dio hambre y el chico rubio la llevó a comer en medio de protestas por parte de ella.
-Ha sido un día muy...
-...¿estimulante?-ella le ayudó a terminar la frase y Aiden rio.
-Más que eso, ¡Fue alucinante! No había conocido a alguien con el mismo desorden mental que yo, o al menos que pudiera soportarme sin protestar.
-Debes aprender a buscar o tal vez a fraternizar con más gente. A veces las personas menos pensadas terminan siendo increíbles.
La sonrisa que Aiden le regaló la cohibió y tuvo que escudarse en su plato de spaghetti.
Minutos después, en lo que él volvía, ya que había recibido una llamada por teléfono de su padre, ella aprovechó a revisar el suyo, pero no halló ningún mensaje de Demian, ni mucho menos de Clark.
Le hacía bien salir a despejarse y estar alejada un poco de los problemas. Aiden estaba siendole de mucha ayuda.
Pronto su acompañante regresó y se sentó con una sonrisa tensa.
-¿Pasa algo?-le preguntó.
-No, pero me temo que nuestra salida tendrá que llegar a su fin antes de tiempo-le informó y a regañadientes de un sorbo a su bebida para quitarse la sequedad de la garganta.
-¿Por qué?-sonó un poco preocupada.
-Mi padre necesita ayuda, ya sabes, en el hospital. Su enfermero personal tuvo que salir de viaje por un asunto familiar y soy yo quién ha tomado el mando en todo el papeleo que le compete a él. Ahora ya no tengo que ir a ayudarlo por aburrimiento, sino por mera obligación-torció los labios y siguió comiendo, pero ahora con frustración.
-¿Y la labor del enfermero de tu padre es tedioso?
-¡Súper tedioso!-dijo con dramatismo y después suspiró-tiene que llevar los expedientes de cada paciente, todo ordenado cuidadosamente y si llegase a faltar alguno, habría muchos problemas. Es lo malo que tienen los del hospital, ¡No quieren pasarlo todo a computadora y tenerlo seguro en el disco duro! Todo manual y eterno.
-Que yo sepa, debería estar archivado electrónicamente.
-Aquí no, o al menos en ese hospital.
-Deberías decirle a tu papá que no quieres tomar esa obligación-comentó ella y él la miró de soslayo.
-No tengo pantalones para hacerlo. Él solo tampoco podrá.
-¿Y si le pide ayuda alguien más?
-Verás, nena, ¿Por qué crees que a los médicos generales les asignan sus propios enfermeros personales?-aquella era una pregunta retórica que ella no necesitaba contestar-lo hacen por la simple y sencilla razón de la confianza. Es decir, ambos se complementan. Se ayudan y apoyan. Se conocen entre sí y todo lo que abarca dentro y fuera del consultorio. Eso también implica los expedientes de los pacientes.
-¿Quieres decir que no puede elegir a alguien más porque es privado y clasificado la información de los pacientes?
-Exactamente-asintió, emocionado porque ella comprendió rápidamente.
-Y solo confía en ti para ayudarlo.
-Diablos, ¡Sí!-exclamó, sonriendo.
-¿Cuándo volverá su ayudante?-se mostró interesada. Era extraño sentir interés por conversaciones que no eran de su incumbencia.
-En dos semanas, problamente-gruñó.
-¿Qué tan grave es su asunto familiar?-se sorprendió.
-Mi padre no me contó bien el asunto, pero por lo poco que me informó, la madre de su enfermero tiene cáncer terminal y asumo que quiere pasar mayor tiempo posible ella antes de que fallezca.
-Oh, pobre hombre-se lamentó.
-Lo sé. Ni si quiera pude hablarle cuando lo vi salir corriendo a su coche ayer por la noche cuando le avisaron.
-Imagínate, debe ser frustrante.
-Ni que lo digas.
Terminaron de comer y a petición de Skyler, pero en contra de Aiden, pagaron la cuenta entre los dos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde y la lluvia comenzaba a dar indicios de su presencia.
Él fue a dejarla al departamento de Eros y se despidieron cordialmente, sin ningún tipo de incomodidad o rigidez.
-Espero repetirlo otra vez-le dijo el chico con repentina alegría infantil. Sus implacables ojos color Jade la contemplaron como si se tratase de una valiosa joya frágil a punto de romperse.
-También yo. Me divertí mucho-le sonrió, roja como un tomate y le dio gracias al cielo que su cabello estaba largo para cubrir parte de su rubor-hasta luego.
Descendió del coche y le dijo adiós con la mano. Él imitó el gesto y espero a que entrara al departamento para marcharse.
Afortunadamente ese día había sido divertido y estupendo. Sonrió para sí misma y colocó el abrigo en el perchero.
Frunció el ceño y la sonrisa se esfumó casi al instante.
El departamento estaba vacío. No estaba Eros todavía y se preguntó a dónde había ido.
Se sentó en el sofá con preocupación y trató de llamarle, pero su teléfono estaba apagado.
Agobiada, llamó a su novio, quién contestó de inmediato.
-He vuelto.
-Vaya, si que tardaron mucho-su voz sonó normal y no percibió ninguna molestia.
-Sí, nos quedamos platicando acerca del trabajo de su padre, nada serio-bufó.
-Bien, no seré celoso por esta vez-añadió-tienes derecho a divertirte con tus amigos.
-Me alegra que pienses eso.
-Sí. Yo también he salido con amigos y amigas.
-Haré como que no escuché eso-bromeó ella.
-Eres una listilla-murmuró él y su voz se tiñó de picardía-ya quiero verte. Estoy tumbado en mi cama y pensando en ti.
-Eros no está. Si quieres puedes venir.
-¿En serio?-se escuchó como se levantaba rápidamente de la cama. Ella rio.
-Lo digo en serio.
-Voy para allá-colgó.
Se enfadó consigo misma por estar pensando en cosas indebidas y no tratando de localizar a Eros Rabanne, quién de estar en su lugar, ya habría incluso llamado a la marina con tal de encontrarla.
Por lo que se decidió a llamar a Jack Malí para ver si en caso sabía algo al respecto.
-¡Hola, preciosa! ¿cómo vas con esos kilitos?
-Muy bien, pero no estoy yendo, ya sabes, me recetaron reposar luego de casi morir congelada-respondió, rodando los ojos.
-Oh, tienes razón. Aunque, en estos días iba a llamarte de todas maneras, pero es bueno que lo hicieras antes.
-¿Se puede saber por qué?
-¡Hay buenas y malas noticias!
-Elijo la mala-musitó.
-De acuerdo, la mala noticia es que la revista de moda que tenía planeada para verano se adelantó, es decir, me están presionando a que les envíe adelantos de los modelos a los que pondré en la portada.
-Ajá... ¿y la buena?
-La buena es que te espero mañana a eso de las ocho de la mañana en mi estudio.
A ella casi se le fue el trago que le había dado a su vaso con agua en la isla de la cocina.
-¿Qué demonios estás diciendo, Jack? No lo dices en serio...
-¡Claro que lo digo en serio, preciosa! Mañana te necesito urgentemente en casa.
-Ay madre, ¿y ya lo sabe Eros?
-No. Le he estado llamando pero no atiende la llamada.
Y de pronto, Skyler recordó el motivo de su llamada y se sintió idiota.
-¡Antes que nada debo decirte que Eros salió desde esta mañana y no dijo a donde iba y no ha vuelto! Y esa es la verdadera razón por la que te llamé.
Hubo cierto silencio entre la línea. La respiración de Jack se había agitado y esperó a que reaccionara.
-Sé donde está, o al menos eso creo-Jack habló con desdén.
-¿Dónde?-ella se precipitó.
-Iré a buscarlo, descuida. Él está bien, por si en caso esa cabecita tuya está creando telarañas mentales. Así que tranquila, lo llevaré al departamento en cuanto lo encuentre y recuerda que tienes que ir mañana a mi estudio.
-Eh, de acuerdo. Y por favor, llámame al momento que lo encuentres.
Finalizó la llamada y se sentó pensativa sobre la isla de la cocina. Escrutó a su alrededor y un vacío enorme la invadió.
Le comenzó a doler la cabeza y pensó en darse una ducha antes de que Demian hiciera acto de presencia.
Estando ya dentro del cuarto de baño, dejó que el agua tibia la sumergiera en un estado de paz y tranquilidad aunque fuera por unos breves minutos. No obstante, al terminar su delicioso baño, se dio cuenta que esa noche no podría compartir más que unos besos y caricias con Demian: Estaba reglando (menstruando).
Molesta por sus hormonas, salió a cambiarse.
Tenía una nueva pijama que todavía no usaba y la eligió. Si no podía compartir momentos inolvidables desnuda con Demian, al menos tenía que verse linda con ropa de dormir.
Había comenzado a desenredarse el cabello cuando el timbre de la puerta sonó.
Se asomó corriendo a la ventana y alcanzó a ver la motocicleta de Demian aparcada en la acera.
Entusiasmada, salió corriendo a abrirle con el cepillo en la mano.
Demian, hermoso y perfecto como siempre, la sorprendió con una caja de chocolates Ferrero, como si hubiese adivinado que esas delicias era lo que necesitaba en ese momento.
-Te ves más bonita así, sin maquillaje, natural y en pijama a pesar de ser las seis de la tarde-le dijo con una sonrisa tierna. Se quitó el impermeable y colocó el casco en el suelo.
-Gracias-se sonrojó y dejó que él la besara a su antojo con deseo-espera...-lo detuvo al segundo que Demian comenzó a empujarla hacia el sofá.
-¿Qué ocurre?-quiso saber el chico con las pupilas dilatadas.
-No voy a poder, ya sabes, hacer el amor contigo hoy y probablemente tampoco los días posteriores-le comunicó, sumamente avergonzada, cubriendo su rostro con las manos, tal y como solía hacerlo cada que quería que la tierra se la tragara o cuando se sentía muy intimidada por él.
-¿Por qué?-por unos instantes, Demian no comprendió y ella no quiso mirarlo, entonces de pronto él dejó escapar una risilla que la hizo flaquear y animarse a verlo entre sus dedos-ya, vale, entiendo a qué te refieres, cariño.
Él retrocedió unos pasos y ella deseó no haber abierto la boca aún.
-La verdad es que no tiene por qué darte vergüenza. Es algo normal-continuó diciendo. Pero el rubor en la cara de Skyler no cesó, sino todo lo contrario.
-No entiendo por qué hoy, por qué ahora-hizo pucheros y le envió una mirada triste-lo siento. Lamento decepcionarte.
Como toda una chica fracasada, se sentó en el sofá con los brazos cruzados.
Lo vio moverse hacia donde ella estaba y se sentó a su lado, pasandole un brazo sobre los hombros.
-Tu precioso cuerpo decidió que era el momento. No lo culpes y no te sientas mal. A mí no me importa tener relaciones contigo todo el tiempo, me importas tú y con estar a tu lado charlando como ahora, me doy por afortunado y satisfecho.
-Si vuelves a decir eso, juro que me va importar un bledo estar en estas condiciones y te violaré-le advirtió, besandole el cuello deliberadamente.
Ambos se acurrucaron entre risas en el sofá y encendieron la TV, escuchando como poco a poco comenzaba a llover como un infierno, enfriando el ambiente.
-¿Se te apetece un café?-le ofreció ella, suspirando entre sus brazos.
-Sí. Es una idea deliciosa...
Skyler había comenzado a levantarse, pero él la acomodó sobre su pecho otra vez.
-...pero lo haré yo mientras comienzas a disfrutar de tus chocolates-le depositó la caja de Ferreros en las piernas.
-¿Qué? Pero no estoy enferma, en serio, deja que prepare el café-insistió.
-Deja que te consienta, por favor-protestó él.
A decir verdad, solo Demian podría pelear por algo tan insignificante como aquello. Skyler respiró hondo y sonriendo, asintió.
-Comienza a deleitarte, en unos minutos traeré café.
Se levantó cuidadosamente y ella se acomodó entre los cojines en lo que él iba a la cocina como todo un macho Alfa.
Abrió la caja de chocolates y desenvolvió uno. Se lo llevó a la boca y se sintió invadida de una sensación placentera de sabor. La nutella era más exquisita de esa manera.
En la televisión puso Netflix y eligió ver la segunda temporada de Bates Motel, cuya seria siempre había sido de sus favoritas y que había agarrado ideas para su historia gracias a ello.
-Norman Bates, mi sueño frustrado es conocer a alguien como tú y estudiar todo ese comportamiento tan demencial-murmuró para sí, masticando con placer un chocolate.
Diez minutos después, Demian llevó dos tazas calientes de café sobre una bandeja de metal. La colocó en la mesita del centro y se colocó en la misma posición. Ella sobre su pecho y él respirando el aroma que despedía su bellísimo cabello y parte de su cuello.
-Bésame-le susurró.
Skyler volteó el rostro para verlo. Tenía las comisuras de sus labios manchados ligeramente de nutella.
-Estoy algo batida de chocolate-inquirió apenada.
-Por eso mismo, bésame-le instó él, tomandola de la barbilla y acercándose a sus labios.
La besó suavemente y saboreó la nutella en su lengua como si él mismo hubiese comido un chocolate y le excitó demasiado.
La mirada que ella le dedicó después del beso lo volvió loco. Skyler tenía unos ojos tan expresivos y tan demandantes, que era imposible no caer rendido a sus pies.
Y sin previo aviso, aún sabiendo que no era posible compartir intimidad con ella, le quitó la caja de chocolates y la dejó sobre la alfombra al tiempo que la deslizaba a lo largo del sofá y contrario a él para que quedara encima de ella.
Comenzó a acariciarle la cara, cuello y el pecho hasta alojar una mano en su cintura, al borde del resorte del pants. Besó sus labios como excitación a tal punto que gimió cuando ella hizo una mueca de placer cuando este le mordisqueó el labio inferior.
-No podemos hacerlo-jadeó, inmersa en aquella nube de placer que le provocaba ese chico.
-Lo tengo muy presente ese asunto-gruñó él sin dejar de tocarla y besarla-pero podemos acariciarnos, estar al menos en segunda base sin llegar a la tercera-bromeó.
Rompiendo a reír, Skyler le dio un salvaje abrazo de piernas a su cintura y lo jaló hacia su rostro para besarlo con más determinación.
La masculinidad de Demian la rozó entre las piernas y ella le mordió el cuello para sofocar la alta temperatura que se había producido en todo su cuerpo, en especial en aquella zona de abajo.
-Por el amor de Dios, no puedo resistirme-clamó el chico con voz ronca por la adrenalina.
-Por favor, resiste-jadeó ella.
El autocontrol que él demostró la dejó exhausta y feliz. Siguieron haciendo fricción entre sus cuerpos sin llegar si quiera a nada, simplemente a besos y frotes subidos de tono como dos adolescentes haciendo cosas indebidas en lugares inapropiados.
(...)
-El café estuvo delicioso, pero asumo que debió haber estado mejor mientras estaba caliente-vaciló Skyler al finalizar los chocolates junto con Demian y el café.
-No me tientes de nuevo, pequeña traviesa-le dirigió una mirada descarada.
Los dos se habían sentado como Dios manda sobre el sofá luego de haber tenido su momento de mimos calientes.
-Podría regresar Eros-le sacó la lengua-y no le gustará esa posible escena.
-En eso tienes razón-alzó las cejas con picardía.
Vieron un rato más la serie y de un momento a otro, Demian se puso serio. Desvió la vista para observarla y ella le devolvió el gesto.
-¿Qué pasa? ¿Por qué de pronto me miras así?-lo cuestionó.
Con facilidad, se deslizó hacia donde ella estaba y la abrazó.
Tensó las mandíbulas un breve momento y después suspiró.
-¿Aún sigue en pie la promesa de casarnos cuando terminemos nuestras carreras y estar juntos para siempre?-le soltó. Sus ojos color chocolate no la miraron, sino que se dedicó a mirar la puerta de entrada en espera de su respuesta.
Y como si un milagro divino hubiese interferido por ella, una llamada proveniente de su teléfono apaciguó el silencio incómodo.
Con las mejillas ardiendo, contestó.
Era Jack Malí.
-¿Jack? ¿Hallaste a Eros?
-Afortunadamente sí, preciosa-le dijo, pero su voz lejos de estar serena, se oía brevemente preocupada.
-¿A qué hora vendrá?
-Se quedará en mi casa esta noche, ¿puedes apañartelas bien sin él hoy, cariño?
-Desde luego que sí, pero, ¿él está bien?-frunció el ceño bajo el escrutinio de Demian.
-Sí, sí. No te preocupes, Eros está mejor que bien.
-¿Mañana tengo que ir siempre al estudio?-se atrevió a preguntarle.
-Claro que sí. Eso sigue en pie-acotó-me haré cargo de llevar mañana a primera hora a Eros y de paso vendrás conmigo, ¿te parece?
-Está bien. Y por favor, cuidalo mucho y dile que lo quiero.
Colgó y se dejó caer con incertidumbre en el sofá.
Demian, por lo visto, omitió o tal vez, decidió abandonar por un rato lo que acababa de decir y se concentró en hacerla sentir mejor.
-¿Quieres que te de un masaje? Luces tensa-se ofreció.
-¿Puedes hacer eso?-murmuró sin ánimos.
-Seguro, dejamelo a mí.
Se dejó masajear los hombros por él y comenzó a adormecerse.
Sin embargo, cuando perdió la noción del tiempo, despertó y se dio cuenta que se encontraba entre las sábanas de su cama.
Aparte de ella, escuchaba una respiración, lenta, tranquila y serena a su lado.
Volvió la cara asustada y observó en la penumbra a Demian. Él debió haberla llevado hasta ahí cuando quedó dormida en el sofá a causa de su masaje.
Quiso moverse para estar más cómoda, pero se encontró con el brazo de Demian posado sobre su abdomen y su aliento cálido en el cuello.
Tenerlo a él la calmaba, pero la viva imagen de Clark sufriendo en alguna parte con su hermana la atormentaba.
No quería admitirlo, pero lo echaba tanto de menos.
Se negó rotundamente a pensar en Clark Ravel y disfrutar el presente.
Suspiró angustiosamente y esperó un rato más antes de deslizarse con cuidado fuera de la cama sin despertarlo.
El cielo estaba aún oscuro y entró rápido al baño a hacer lo que tenía que hacer.
Al salir, reparó en que su teléfono tenía la pantalla encendida y lo revisó.
Aparte de ver que eran las cinco de la mañana, leyó un mensaje que al parecer, era de Aiden, el rubito que tenía demasiada personalidad y seguridad como para ignorarlo.
"Jack Malí llamó hace unas horas y me dijo que si le hacía favor de ir a recogerte para llevarte a su estudio. Creo que tiene algo que ver con el modelaje"
Verificó la hora del mensaje y frunció el ceño. A las 11 de la noche.
¿Por qué Jack Malí le había enviado mensaje a Aiden en vez de Clark o Demian?
No comprendió bien ese asunto, pero se encogió de hombros.
No era importante en ese momento, por lo que lo ignoró.
Regresó a los brazos de Demian y se dedicó a observarlo, a contemplarlo como si se tratara de una obra de arte hasta que el recuerdo de la pregunta que él le había hecho antes de recibir la llamada de Jack la hizo temblar.
¿Todavía estaba en pie aquella promesa?
¿Podría ella ser capaz de cumplirla sin herirlo otra vez?
Meses atrás, cuando su vida era tan aburrida y ordinaria, se veía en un futuro siendo una exitosa y famosa escritora, rodeada de personas de su mismo rango y ella haciendo lo que más anhelaba: viajar y conocer muchachos sexys.
Y ahora, su futuro había cambiado dramáticamente. Al parecer, la vida le omitió ser una escritora famosa y existosa para darle de lleno la posibilidad de conocer muchachos sexys, y ser un extraño imán de atracción para ellos.
Algo así como "Todavía no estás lista para ser escritoria y triunfar, pero si para conocer chicos sensuales que te pondrán a prueba"
-Tus ojos me miran sin ver realmente. ¿Debería preocuparme?
Skyler pestañeó, volviendo en sí. Se había quedado mirando a Demian con fijeza, pero con la mente lejos; y él, tal vez abrió los ojos por casualidad y la vio, perdida en el vacío.
-Eh... lo siento-ella cerró los ojos y enterró la cara en su pecho.
-¿En qué pensabas?-preguntó él en un susurro, acariciandole el cabello.
-Pensaba en la pregunta que me hiciste antes de que Jack llamara.
Aquello, por obviedad, lo tensó y lo dejó un poco desconcertado y paralizado. Dejó de acariciarle la cabeza y colocó la mano en su hombro.
-¿Tienes ya una respuesta?
Ahora la que se tensó fue ella, pero él la abrazó con fuerza.
-¿Podrías darme un respiro? No estoy del todo bien para contestarte-murmuró titubeante. Era muy difícil hacer promesas.
-Yo te esperaré el tiempo que necesites.
Le comenzaron a temblar los labios y deseó olvidarse de sus problemas con él.
-¿Acaso he sido bendecida o algo así?
-¿A qué te refieres?
Él se acomodó, pasando un brazo por debajo de la cabeza de ella y el otro sobre su cintura.
Skyler recorrió el contorno de su mandíbula masculina con las yemas de sus dedos y besó su barbilla. Demian tenía una breve barba de tres días que lo hacía lucir muy varonil y el piercing le sumaba más puntos.
-El primer chico que se fijó en mí, el único al que le he entregado mi cuerpo, mi alma y todo lo que puedo ofrecer, el que ha estado esperando por mí durante tanto tiempo; sigue conmigo a pesar de que yo he sido la peor persona del mundo. Y me pregunto sí...-hizo una pausa para tragar saliva y seguir soportando la mirada de él-es alguna bendición del cielo tenerte todavía conmigo, en estos momentos.
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