61
Clark no necesitó ninguna puntada en los labios, pero si tuvo que mantener la boca bajo gasas y banditas, incapacitandolo para hablar o gritar. Y fue amenazado por el doctor Robert a no crear otro alboroto o de lo contrario, sería echado del hospital sin miramientos.
Pero aunque Clark tuviese al menos la más mínima oportunidad, no lo podría realizar, ya que Eros Rabanne y Aiden Carrolw se dieron a la tarea de cuidarme como guardaespaldas.
Y cuando traté de preguntar sobre Demian, ambos me dirigieron una mirada hostil, incluyendo Clark.
Todavía faltaban horas para que me dieran de alta, por lo que me revolví incómoda en la cama.
-¿Estás bien?-me preguntó Aiden de inmediato, incluso antes de que Eros se diera cuenta de mi incomodidad.
-Ya quiero ir a casa-grazné.
-En poco tiempo, aguanta un poco más-terció Eros con incertidumbre.
Sonreí forzosamente y cerré los ojos con impaciencia.
El olor que despedía el hospital me resultaba enfermizo, como si estuviera a punto de morir o de contagiarme de alguna enfermedad terminal.
Odiaba estar ahí.
Odiaba como respiraban las personas.
Odiaba el color blanco de las paredes.
Odiaba no largarme a casa.
Y en resumen, odiaba a todo el mundo.
-Esa mirada fría y distante, y tus puños apretados me dan la impresión que en tu cabeza estás planeando un homicidio-dijo Eros, sacandome de mis pensamientos abruptamente.
Lo miré confundida y chasquee la lengua al recuperar la lucidez.
-No estás tan lejos de la verdad.
-¿Qué ocurre, cariño?
-Ya no soporto estar un momento más aquí. Llévame al departamento, por favor. Me siento muy bien. No hay necesidad de que siga internada.
Aiden, de la nada, se acercó a nosotros y se sentó en el frío suelo con una sonrisa en los labios y los ojos muy abiertos.
-Todavía no-repitió con suavidad-pero en lo que mi padre te deja ir, ¿por qué no jugamos algo divertido?
-¿A qué te refieres?-lo cuestionó Eros con desconfianza.
Desvié la vista hacia un costado y encontré a Clark mirándome ceñudo desde su cama. Se miraba gracioso con la boca tapada y la frazada hasta el cuello. Era extraño que sus padres no hubieran llegado a verlo, pero intenté ignorarlo.
-¿Saben jugar ajedrez?-quiso saber el rubio. Volví a mirarlo y en sus ojos vi cierto brillo infantil.
-¿Para ti el ajedrez es divertido?-exclamó Eros, riéndose burlonamente.
Enseguida, las mejillas de Aiden enrojecieron y bajó la cabeza, avergonzado.
-Soy hijo único y de pequeño no tenía con quién jugar, así que mi padre compró un tablero de ajedrez y me enseñó a jugar. Él era mi compañero de juegos-explicó.
-Honestamente yo no sé jugarlo-dije-pero podrías enseñarme.
La felicidad regresó a la cara del chico y se levantó entusiasmado del suelo.
-¡Voy por mi tablero!-anunció y salió corriendo de la habitación.
Eros se quedó mirándome fijo durante casi un minuto.
-¿Qué?-increpé.
-¿Por qué actuas tan extraña con Aiden? Es cierto que casi no has convivido con él, pero veo que lo tratas con mucha confianza.
-Estoy siendo amable-arrugué la nariz-¿eso está mal?
-No, no está mal; es solo que...-cerró la boca y se relamió los labios-olvidalo.
La mirada insistente de Clark provocó que volteara a verlo una vez más.
Le sonreí para tranquilizarlo, pero me devolvió una mirada lacerante y llena de hostilidad, que me hizo darle la espalda rápidamente.
El hijo del doctor regresó con el tablero bajo el brazo y con mucha energía.
La verdad es que no me interesaba en lo absoluto aprender ajedrez, lo único que ansiaba era salir de ahí y si tenía que matar el tiempo escuchando a un chico ansioso e idolatra del ajedrez, lo haría sin dudarlo.
Francamente no entendí nada de lo que explicó y fingí interés y curiosidad, haciéndolo jugar a él y a Eros mientras yo asentía, con la mente en otro lado.
Al cabo de una hora, el padre de Aiden hizo acto de presencia. Escridriñó a su alrededor y se avanzó a nosotros con el rostro amable.
Su hijo se levantó de un salto y guardó el tablero detrás, es decir, en su espalda.
-Bien, Skyler, ¿cómo te sientes? Dímelo con total honestidad-dijo el médico, mirándome.
-Me siento estupendamente, doctor Robert. Ansiosa por ir a casa-sonreí.
-¿Segura? Porque si mientes, tarde o temprano volverás aquí, jovencita-dijo. Su voz era profesional y neutral.
-Segura. Nunca me había sentido tan bien-insistí.
Asintiendo, agarró unas hojas y escribió algo en ellas antes de volver a centrar su atención en mí.
-Bien, entonces creo que ya puedes irte a casa-sonrió a tal grado que sus ojos casi desaparecieron entre sus mejillas.
-Gracias-dijo Eros antes de que yo pudiera decir algo.
Como Eros había venido preparado, me entregó una mochila con ropa y se tomó la molestia de indicarme al camino del baño para que pudiera cambiarme.
Sonreí para mis adentros al darme cuenta que había llevado también maquillaje y se lo agradecí. Tenía que volver a sentirme como una chica.
Regresé a la habitación, pero en el pasillo me hallé cara a cara con Demian.
Él tenía mejor aspecto y parecía entretenido en su teléfono, por lo que no reparó en mi presencia de inmediato.
Traté de pasar de inadvertida, pero fallé.
Los ojos achocolatados de él se fijaron sobre mí y abandoné la idea de correr para no hacer un escándalo.
Me quedé de pie, afuera de mi habitación, en espera de su acercamiento.
Lo hizo. Demian guardó su teléfono y caminó lentamente en mi dirección.
-¿Cómo estás?-fue lo primero que dijo.
-Ya me voy a casa.
-Ah, ya veo-asintió y miró por encima de mi hombro-¿Puedo verte mañana? Quisiera platicar contigo a solas.
-Te diría que sí, pero como están las cosas, asumo que Eros me tendrá vigilada día y noche.
-¿No irás a la Universidad?
-Quiero creer que sí.
-Bien, estaré hablando contigo a través de WhatsApp.
-Sí, como gustes.
Dios. El ambiente entre nosotros era muy tenso e incómodo.
-Lamento tanto haberte causado problemas. Pensé que te perdería-dijo, y titubeó. Lo vi debatirse entre abrazarme o quedarse con los brazos laxos a cada lado de sus costados.
-Fue mi culpa, en serio. Actué como una loca.
-Aún así, lo siento.
Un estremecimiento repentino me invadió al verlo tan desolado. ¿En qué momento de nuestras vidas nos ocurrió todo esto?
Pensé en la mejor manera de aligerar el ambiente y le di un golpecito amistoso en el hombro.
-La próxima vez debemos ir muy preparados.
-¿A dónde?-preguntó perplejo.
-A la montaña o a donde sea.
Mi último comentario pareció animarlo porque en su preciosa cara se plasmó una leve sonrisa.
-Nos vemos, Skyler-se despidió, y sentí una punzada en el pecho-ya habrá tiempo de hablar.
Asentí, apretando los labios y me sobresalté cuando sus brazos me envolvieron, pegandome a su cuerpo con firmeza.
Nos separamos y nos quedamos mirando arduamente durante un doloroso minuto antes de que él tomara la decisión e iniciativa de marcharse.
Esperé a perderlo de vista por el pasillo y entré a la habitación donde me esperaba Eros.
Aiden y su padre no estaban por ningún lado y fruncí el ceño. También busqué a Clark por toda la estancia y no lo hallé.
-¿Y Clark?-le pregunté a Eros como quién no quiere la cosa.
-Fue a buscarte-respondió Eros con indiferencia-a lo mejor se quedó pasmado en alguna parte. ¿Ya tienes todo listo?
-Sí.
Subí el cierre de mi chaqueta y Eros cogió la mochila con el afán de marcharnos de ahí cuanto antes. Él se había despedido de todos en mi nombre, haciendo que yo no perdiera más el tiempo, gesto que le agradecí.
Cuando salimos al pasillo, vimos a Clark sentado en el suelo, con la espalda recargada a la pared, esperandomos. Tenía la boca enrojecida y amoratada gracias al golpe, y en sus manos sostenía las gasas que recién se había quitado de la herida.
-¿Te vas, chico?-le preguntó Eros con cara de pocos amigos.
-No. Mis padres me esperan afuera, solo estaba esperándolos para despedirme como es debido.
-¿Despedirte?-me asusté-¿Vas a alguna parte?
Di un paso hacia él, mostrando mi nerviosismo.
-No, no-se apresuró a decir, sonriendo tranquilamente. Se levantó y me acarició la mejilla bajo la mirada iracunda de Eros-me iré a casa nada más-hizo una mueca de dolor y casi sentí su malestar de la boca.
-¿Mañana irás a clases?
-Lo más probable es que si, ¿y tú?
-No. Va a estar en casa tres días, son órdenes del doctor Carrowl-interrumpió Eros.
-Ah-dijo Clark, mirándolo con irritación y luego se concentró en mí-entonces te veré en unos días. Pero estaremos comunicándonos por teléfono, ¿sí?
-Claro. No te preocupes.
Clark tuvo deseos de besarme en los labios, pero gracias a que Eros no nos despegó la mirada de encima, optó por darme un ligero beso en la frente y se marchó sin ánimos por el largo pasillo.
Sin decir nada, nos dirigimos al lado opuesto del pasillo porque Eros necesitaba arreglar unos cuantos asuntos con el doctor antes de partir.
Estuve alrededor de veinte minutos sentada en una silla dura e incómoda, aburrida a más no poder, hasta que por obra del espíritu Santo, apareció Aiden Carrolw frente a mí. Ya no llevaba el tablero de ajedrez consigo, sino dos bebidas. Me dio una y la suya la abrió cuando se sentó en el suelo, junto a mis pies.
Él parecía un niño, al que le daba igual si las personas lo observaran con rareza de hacer cosas que ningún chico de su edad haría.
-Pensé que ya te habías ido-le dije, dándole un sorbo a mi jugo de manzana. Mis ojos estaban puestos en la ancha espalda de Eros que lograba divisar a través de una ventana de cristal.
-Tengo permitido quedarme todo lo que yo quiera-se encogió de hombros mientras jugaba con la tapa de la botella con aire distraído-a estas alturas ya me hubiera largado a casa, pero estás aquí.
Voltee a verlo con confusión.
-Es decir, hay alguien conocido por primera vez-corrigió, riéndose.
-¿Nunca han venido tus amistades?
-No. Tengo amigos que sus padres son colegas del mío; así que no tienen necesidad de acudir al hospital porque tienen atención médica en casa, así como yo.
-Oh, ya veo...
-Es aburrido. Mi padre quiere heredarme sus conocimientos sin que tenga la necesidad de estudiar medicina; pero solo estoy aquí para no desilucionarlo. Lo mío es la música.
-¿Cantas o tocas algún instrumento?
-Ambas cosas. Pero mi fuerte es tocar la guitarra, violín y piano.
-¡Vaya!-me sorprendí-tienes talento entonces.
-Un poco-se mostró modesto-a ver que día Clark y tú van a mi casa a escucharme. O al menos solo tú, ya que él es un poco perfeccionista.
-Le encantará, ya lo verás.
Aiden asintió, contento.
-Y a todo esto... ¿Cómo es que surgió el triángulo amoroso entre esos chicos y tú?
Sentí un leve ardor en las mejillas y usé mi cabello como una cortina entre él y yo.
-Es una larga y complicada historia.
-¿Algún día me la contarás?
-Tal vez.
-Yo podría aconsejarte. He pasado por eso una vez y fue terrible; solo que me tocó ser uno de los chicos que peleó contra otro por el amor de una chica.
-¿Y qué final tuvo?-murmuré, mirándolo a través de mi cabello.
-Creo que ya debes de imaginarte a quién eligió, ¿no?-dijo con una sonrisa arrogante y melancolía.
-Lo siento, debí tener más tacto al preguntar.
-Nah, no importa ya. Eso fue hace dos años más o menos. Ellos incluso ya terminaron su relación y yo estoy libre de ataduras. Me estoy dedicando de lleno a lo que me apasiona.
-¿Y la chica no te volvió a buscar?
Aiden me regaló una mirada egocéntrica y maliciosa. Sus ojos color Jade ardían de arrogancia.
-Por supuesto que sí. Como toda idiota que piensa que uno va a aceptarla luego de habernos roto el corazón.
-¿Y qué hiciste?-mi interés era sumamente sincero en esa ocasión.
-La rechacé-sonrió con los ojos cerrados, como si aquello le produjera una paz placentera-y creo que continua pensando que aún le tengo cierto afecto porque de vez en cuando me busca.
-¿Y no te gusta alguien ahora?
-Después de ese patético triángulo amoroso, me fijé en otra chica peor que la anterior-rodó los ojos con frustración-pero me di cuenta, gracias a Clark, que ella no valía la pena.
-¿Gracias a Clark?-fruncí el ceño.
-Sí. Clark la conocía mejor que yo y sabía que no era una chica de fiar.
-¿La conozco de casualidad?-pensé de pronto en Sasha Clavers.
-Creo que sí. Ella estuvo en casa de Jack en una fiesta navideña a la que asististe y te conocí-afirmó-¿te suena el nombre de Sasha Clavers?
-Sí, y de solo recordarlo me dan náuseas.
Él rio.
-Pues cuando estuve metido en el modelaje por un tiempo, la conocí y me gustó muchísimo. En ese entonces tenía muy reciente mi desolación de amot y salí con ella unos meses. Pero me di cuenta, gracias a Clark, de que no quería nada serio conmigo; así que la boté. Y hasta hoy en día Sasha continua mandandome mensajes con saludos súper cariñosos, los cuales ignoro con éxito.
-Ella estuvo también detrás de mi ex novio, Demian.
-No me gusta expresarme mal de las chicas, porque son magníficas, pero ella en particular es una pesadilla. No se respeta a si misma y dudo mucho que llegue a casarse con alguien y formar una familia.
-La detesto-admití.
-No tanto como yo-me guiñó el ojo y sonreí.
La puerta de enfrente se abrió y Eros nos miró fijamente a ambos y luego suavizó el semblante.
-Andando, eres libres-me dijo y sin pensarlo dos veces, me incorporé de la silla.
-Adiós, Aiden-le dije.
-Adiós, chico-se despidió Eros de él.
El rubio se levantó rápidamente y antes de que comenzara a caminar rumbo a la salida, me detuvo del brazo.
-Dame tu número de teléfono.
Eros alzó las cejas en su dirección y yo parpadee.
-Claro...
Aiden me entregó su teléfono y teclee el número y por consiguiente, lo guardé en su agenda.
-A ver que día salimos a por ahí-dijo con tranquilidad.
Le eché un vistazo a Eros y mágicamente no parecía estar molesto o alerta a causa de la invitación de Aiden, por lo que pude respirar con normalidad.
-Solo mándome mensaje diciéndome que eres tú y ya hablaremos al respecto-le aseguré.
Salimos del hospital y mis ojos agradecieron ver el cielo nublado, dándole paso al atardecer porque ya se habían aburrido de ver las tediosas paredes blancas de la habitación hospitalaria y ansiaban ver nuevamente el bello paranorama del mundo.
Subí al Jaguar negro de Eros y en cuestión de segundos, incluso mucho antes de que él arrancara, me quedé dormida gracias a los estúpidos efectos secundarios de los medicamentos.
Desperté desorientada en la suavidad de mi cama en el departamento de Eros en la madrugada del día siguiente. No tenía ni un poco más de sueño, por lo que me obligué a salir de la cama y ver mi teléfono que había estado muerto por días.
En cuanto lo puse a cargar, se trabó de una manera inexplicable y esperé a que se normalizara de tantas notificaciones.
Encontré mensajes de Clark, Demian, Dexter, e incluso de Hannah Roberts, quién me explicaba en un mensaje que Clark le pasó a regañadientes mi número y esperaba que yo no me molestara. Sonreí ante el recuerdo de la cara de aquella chica tan linda.
También vi un mensaje de un número desconocido, donde explicaba en breve que se trataba de Aiden Carrolw.
Agendé tanto a Hannah como al chico rubio y me la pasé revisando mis redes sociales.
Eran las cuatro de la mañana y quería hacer ejercicio. Sonaba loco, pero esa necesidad lo pedía mi cuerpo a gritos.
Salté de la cama y corrí a echar una hojeada rápida a la calle a través de la ventana.
El cielo continuaba más nublado que nunca y a lo lejos, en las montañas, en donde casi había muerto, los relámpagos hacían acto de presencia, anunciando una tormenta eléctrica.
De todas maneras no iba a asistir a clases en unos días, por lo que no le tomé importancia a la lluvia y regresé a la cama a seguir indagando en Internet.
Tenía cierta curiosidad por ver el perfil de Clark ahora que éramos más cercanos, así que entré a ver que tenía de bueno y quedé mirando la pantalla del teléfono con los ojos entornados. ¿Pero qué demonios había hecho él?
Hacía tiempo que no revisaba instagram, pero no pensé que Clark haría semejante idiotez y llegué a la conclusión que por eso se debía las tantas notificaciones y peticiones de seguimiento en mi cuenta.
Azorada vi alrededor de diez fotos posteadas en su perfil donde yo aparecía distraída con él en la Universidad, en el Jeep e incluso aquí en el departamento de Eros.
¿En qué momento fue que logró tomarme tantas fotos?
Y lo peor era que salía horrenda en todas y él estupendamente bien.
Incluso la más reciente yo estaba dormida en el Jeep sobre el cojín que me había dado y gruñí.
¿Acaso Clark se había vuelto loco?
Mis ojos repararon en los cientos de comentarios ofensivos hacia a mí por parte de sus fanáticas y sonreí maliciosamente.
Estaban celosas.
Y las entendía.
A pesar de haber estado molesta segundos atrás, ahora tenía ganas de reír como demente.
Tal vez haber estado en el hospital me provocó algún tipo de trauma porque mi estado de ánimo estaba cambiando a cada momento.
Y sin más, cuando me vine a dar cuenta, se soltó la tormenta eléctrica, haciéndome saltar del susto ante los rayos cargados de furia.
Dejé el móvil lejos de mí y me tumbé en la cama con las sábanas hasta la barbilla, observando la luz cegadora de los rayos y relámpagos que se alcanzaban a distinguir a la perfección desde la ventana.
Hecha un ovillo, me dediqué mejor a ver el techo y encontrarle forma a las figuras siniestras que reflejaba la luz de afuera.
Sin embargo, aunque había dicho que no sentía más sueño, el ruido de la tormenta logró arrullarme hasta hacerme caer rendida hasta horas después.
-Me llamaron de la Universidad, dijeron que estará cerrada hasta nuevo aviso-Eros me puso al tanto horas después, mientras desayunabamos, que la Universidad había sufrido daños severos a causa de las recientes tormentas que se presentaron en ese fin de semana. Lo miré con atención.
-¿Tan grave fue el daño?-pregunté, sorprendida, ya que aquella Universidad era enorme y parecía ser lo suficientemente fuerte como para soportar cualquier tipo de desastre natural.
-La tormenta de esta madrugada provocó que terminara de destruirte gran parte de las aulas-siguió diciendo-y no pueden asistir porque puede que continue lloviendo de manera desconcontrolada.
Piqué una verdura con el tenedor y me la llevé a la boca.
-De todos modos no tengo permitido ir en días-me encogí de hombros.
-Sí, pero tienes que aprovechar al máximo tus días de descanso.
-¿Iré al gimnasio?-alcé las cejas.
-Uhmm... sí quieres. Pero no con Clark.
Asentí. Creo que era lo justo. Estar con Clark me acarreaba muchos problemas y era mejor distanciarse un poco.
-De acuerdo. Pero tú te vas a encargar de darle la cara por si en caso viene a verme.
-De antemano sabes que sí.
El desayuno concluyó y Eros me invitó a ver películas con él en la sala con frazadas, café y chucherías dulces. El clima lo ameritaba y yo no podía negarme.
Decidimos ver todas las películas de Harry Potter y ponernos a prueba cuando lograriamos durar hasta el final.
Y según mis cálculos, ver las 8 películas equivalía a estar sentados frente a la TV alrededor de 19 horas más o menos.
-En San Francisco fui capaz de hacer el reto de ver todas las películas del Señor de los Anillos en un solo día-le informé con aires de superioridad-y este nuevo reto es fácil para mí.
-¿Al menos ya leíste los libros?-me retó.
-Sí-afirmé-cada uno de ellos, incluso Cursed Child.
-Vaya, ¿y Animales fantásticos y dónde encontrarlos?
-Esos no-negué con la cabeza-pero están en mi lista de libros por leer-rodé los ojos y moviendo mi cabello de manera rebelde, tomé asiento junto a él.
Riendo por mis tonterías, Eros buscó la primera película y nos acomodamos. No obstante, soñó el timbre y nos enviamos miradas perplejas.
¿Quién en su sano juicio saldría de su casa en plena tormenta?
Eros se levantó endiablado por tener que caminar hacia la puerta. Se colocó las pantuflas y se subió el cierre de la sudadera antes de ir abrir.
-¿Quién es?-preguntó con desasosiego.
-¿Quién más podría venir bajo semejante clima?
Di un respingo al escuchar la voz de Clark desde el porche y Eros me envió una mirada de advertencia.
Cogí mi teléfono y a hurtadillas eché a correr a mi habitación.
Escuché los pasos de ambos alojarse en la sala. Mis intentos inútiles por descifrar lo decían fueron en vano, por lo que esperé.
Después de diez minutos me asomé a la ventana y vi que aún seguía el Jeep de Clark estacionado en la calle.
Regresé a la puerta y escuché con claridad que se acercaban a mi habitación.
Me lancé sin miramientos a la cama y fingí interés en el teléfono, el cual estaba bloqueado.
La puerta se abrió y alcé la vista para ver quién era.
Y sin previo aviso, los fuertes brazos de Clark me rodearon con cariño.
Unas cuantas gotas salpicaron mi cara y me di cuenta que tenía el cabello húmedo.
-Clark-dije, mientras él acariciaba mi mejilla con la suya y depositada un beso en ella.
-Habría venido antes, de no ser por la maldita tormenta-explicó y nos miramos a la cara.
Él andaba ropa que Eros solía usar cuando estaba en casa y llegué a la conclusión de que Clark había llegado empapado y tardaron unos minutos en la sala porque se estaba cambiando de ropa para verme. Su boca tenía mejor aspecto que antes y me estremecí.
-Es peligroso, Clark. No debiste venir, estoy bien.
-¿Por qué? Eres mi novia, ¿no? Y como novio tengo que estar contigo.
Sentí mis mejillas enrojecer al escucharlo decir "mi novia" y sonreí como idiota.
Él sonrió de vuelta y me abrazó nuevamente con fervor.
-Hey, nada de cariñitos en la habitación-Eros se situó en el umbral de la puerta con los brazos cruzados-vamos a la sala.
-¡El maratón de Harry Potter!-chillé y salté de la cama con un Clark asustado por mi reacción y reí al ver su expresión-sucede que estábamos a punto de ver todas las películas de Harry Potter, ¿quieres unirte a nosotros?
-¡Sí!-aceptó sin pensarlo y Eros rio entre dientes, adelantándose a la sala.
Veinte minutos luego de la visita inesperada de Clark, nos hallabamos comenzando a ver Harry Potter y la piedra filosofal, cuando llamaron a la puerta.
Echamos un vistazo a la ventana y perplejos, pausamos la película.
El cielo parecía estar cayéndose en agua y no había razón para que alguien, aparte de Clark, tuviese motivos para venir, a menos que se tratara de...
Eros abrió y nos miró por encima del hombro, suplicando una disculpa.
-¡Hola, Eros!
Palidecí al escuchar a Demian saludarlo con mucha confianza y amabilidad.
Clark, que estaba sentado junto a mí, me acercó más a él, para que Demian se diera cuenta que estábamos juntos.
-¿Qué te trae por aquí, chico? Estás goteando, entra-Eros le abrió el paso y él avanzó al interior.
-Pasaba por aquí y vi el Jeep de Ravel, así que pensé en venir a hacerles una grata visita-respondió con mucha dulzura, pero nos dimos cuenta que estaba teñido de veneno. Nos observó con incertidumbre y se dirigió a mí.
-¿Por qué no te secas? Ven, te daré ropa-la voz de Eros lo desconcertó y tuvo que seguirlo a su habitación.
Al perderlo de vista, Clark gruñó y me besó en la mejilla.
-Solo falta que Dexter y Aiden vengan también-añadí con ironía.
-Ni lo menciones-carraspeó.
En eso, como si nuestra conversación hubiese sido algún tipo de invocación, mi teléfono comenzó a sonar y parpadee, incrédula.
-¿No vas a responder?
-Mira quién me llama-le mostré la pantalla mientras me mordía el interior de las mejillas.
Los ojos oscuros de Clark se agrandaron.
-Esto debe ser una broma, ¿Qué es lo que quiere Aiden Carrolw?-musitó.
-¿Cómo quieres que lo sepa?-mis manos comenzaron a temblar.
-Respondele-me urgió Clark-o lo hago yo.
-Ya, yo lo haré.
Aclaré la garganta al contestar, bajo la mirada penetrante de Clark.
-¿Hola?
-¡Hola, Skyler! Soy Aiden.
-Hola, Aiden, ¿Qué tal?
-Perdona si te molesto, pero me preguntaba si hoy en la tarde o mañana que el clima se componga un poco, quisieras ir a ver una película al cine conmigo.
Ahora sí, la perturbación llegó a mi cara tras oírlo. ¿Qué estaba pasando en el mundo?
¿Por qué de repente todo el mundo quería salir conmigo? ¿Acaso se habían cansado de salir con super modelos y ahora estaban experimentando con chicas sin chiste como yo?
Maldita sea.
50 votos y subo y si llegamos a los 100 votos, les muestro a Aiden Carrolw xD
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