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57

Su piel cálida provocó que deseara besarlo.
Sentía sus labios recorrer mi cuello con excitación, haciendo caso omiso a mis súplicas que habían sido reducidas a monosílabos estúpidos al no poder articular bien las palabras gracias a su cercanía.
Traté de empujarlo, pero agarró mis manos y dobló mis brazos detrás de mi espalda para que no me moviera.

-Lo nuestro acabó-dije con esfuerzo-ahora estoy con Clark. Por favor, déjame en paz. Puedes buscarte a una chica perfecta para ti.

Demian dejó de besar mi cuello y me miró a los ojos.

-Gracias por la oferta-le oí decir y estrechó los ojos, besandome directamente en los labios de manera rápida, dejándome helada-pero a la que quiero es a ti. Si no logré quedarme contigo siendo dulce y atento, entonces te enamoraré siendo un imbécil, así como te gusta.

Besó furiosamente mi boca, llegando al grado de lastimarme.

-A mí no me gustan los imbéciles-coloqué las manos en su pecho y lo retiré varios centímetros para verlo a la cara-¿qué te sucede? Tú no eres así. Casi me partes los labios.
-He pensado muchas las cosas y francamente me tomé la molestia de reunirme con una persona que hizo que abriera los ojos por completo-respondió con dureza. Su aliento me rozó las mejillas y contuve la respiración-también me ayudó a no sentirme mal porque amas a otro y a reunir las fuerzas necesarias para poder recuperarte de la manera más sucia.
-¿Quién es esa persona?-le exigí saber.
-Eso-dijo, pegando su nariz a mi cuello-te lo dejo de tarea.

Dejó de tocarme y para cuando volví en sí completamente, él ya se había ido.
Me hallaba yo sola en la pequeña área de limpieza con el corazón desembocado y deseosa de salir de ahí.
Salí trastabillando de ahí y me encontré a Clark buscandome con desesperación por todo el pasillo.
Cuando su mirada recayó en mí, se acercó de inmediato.
-¿Dónde estabas?-interrogó preocupado y al notar el temblor en mi cuerpo, endureció la mirada-¿Demian te hizo algo?

No contesté.

-¡Habla, por favor!-agarró mis hombros y acercó su rostro al mío.

Todos lo intentos que hizo para que le respondiera fueron en vano. Mi cabeza aún no reaccionaba ante la repentina presencia de Demian, hasta que por fin fui capaz de hablar.

-Quiero ir a casa...
-Nos vamos ahora mismo.

Llegamos cuanto antes al Jeep y lo abordamos con aire taciturno. Ninguno de los dos quería hablar al respecto y agradecí su silencio.
Necesitaba cavilar un poco más lo ocurrido.
Demian había vuelto a mi vida, pero de la manera más extraña y drástica.
No parecía ser él mismo, sino alguien más. Como si de una manera u otra, hubiese cambiado de personalidad.
Y si todo se debía a esa persona incógnita, tenía que saber de quién se trataba y exigirle que no lo molestara.
Pero, ¿quién podría ser?

Estuve pensativa todo el trayecto al departamento de Eros y cuando llegó el momento de bajar, no lo hice. Quedé observando fijamente el parabrisas sin darme cuenta que Clark llevaba varios segundos hablandome.

-¡Skyler!-alzó la voz, haciendo que yo volviera en sí-¿estás bien?
-Honestamente no. Necesito respuestas-sentencié. Cogí mi mochila y bajé del Jeep lo más rápido que pude-¡Nos vemos, Clark!

Corrí al porche del departamento, dejándolo dentro del su vehículo con perplejidad.
En esos momentos lo único que mi mente quería era indagar acerca de lo que Demian argumentó y adquirir una buena explicación al respecto.
Entré sin saludar a Eros y por el rabillo del ojo vi que salió al porche con aire confundido.
Me metí a mi habitación y entré a ducharme para estar cómoda.
Planeaba hablar con Eros al respecto, luego de hacer tarea, pero aquella conversación se adelantó.
Él entró a la recámara con todo el derecho del mundo y se situó frente a mí.
Alcé la mirada a él y fruncí el ceño, ya que no solía entrar de esa manera.

-¿Se te ofrece algo?-le pregunté, volviendo a bajar la mirada a mi libreta.
-¿Cuándo ibas a decirme que Demian se metió a la Universidad contigo y con Clark?
-Ah-dije con desgana-iba a ir a buscarte en cuanto terminara la tarea.
Eros se sentó al borde de la cama sin apartarme la vista de encima y al ver que yo no tenía la menor intención de ponerle atención, me arrebató la libreta sin miramientos.
Me vi obligada a mirarlo de soslayo.
-¿Podrías devolverme la libreta?-inquirí.
-Seguro, pero después de que hablemos-esbozó una tenue sonrisa y dejó la libreta fuera de mi alcance. Se acomodó de la manera en la que ambos estuvimos frente a frente y suspiró-¿y bien? ¿me contarás qué pasó?
-Asumo que hablaste con Clark.
-Así es. Pero necesito oír tu propia versión.
-Son la misma versión de los hechos-arribé, poniendo los ojos en blanco, intentando persuadir a Eros de que todo estaba bien en mí, aunque fuese mentira-Demian apareció de la nada en nuestro salón, se presentó e hizo de las suyas. Nada más llegó y volvió a ser tan popular como antes-resoplé-eso es todo.

Eros me miraba con una expresión dubitativa, con una mano sobre su barbilla, valorando mis palabras. Y al final, estrechó los ojos y con voz claramente suave, dijo:
-Clark dijo que tuviste un encuentro a solas con Demian en la habitación de limpieza, ¿es eso cierto?

Parpadee, azorada antes de contestarle.

-Pues sí-balbucee con vaguedad, restandole importancia-pero no ocurrió nada.
-¿Segura?-elevó una ceja en mi dirección.
-Segura-mentí.
-¿Y cómo te sientes al respecto? ¿te sientes bien ahora que tendrás que verlo nuevamente, después de lo que ocurrió entre ustedes?
-¿Por qué me preguntas semejante cosa?-perdí el control y me levanté furiosa de la cama en dirección a la puerta-sabes bien la maldita respuesta. No tienes porqué cuestionarme acerca de ello.
-Skyler, cálmate.
-¡No! No voy a calmarme. Estoy tratando de llevar la fiesta en paz, ignorando el hecho de que me angustia tener que verlo otra vez, cuando pensaba que mi vida ya estaba un poco normal-solté, dejando salir el coraje a través de mis palabras cargadas de veneno y mis lágrimas de impotencia que me escurrían por las mejillas.

Negué con la cabeza y salí al pasillo para tomar aire.
A continuación, corrí hacia la sala y agarré mi abrigo del perchero. No podía estar un minuto más ahí dentro, asfixiandome.

Cerré los ojos unos segundos antes de decidir salir del departamento.
No obstante, cuando los abrí, descubrí a Eros junto a mí, con el brazo extendido hacia la puerta, bloqueandola, sin lugar a dudas.
-No vas a salir, pequeña. No hemos terminado de hablar-sentenció.
-No necesito tener esta charla contigo. Ya te dije lo que querías saber, ahora déjame sola.

Di media vuelta dispuesta a regresar a la habitación y de pronto sentí la mano de Eros agarrarme del codo. No volví el rostro, sino que apreté los puños y chasquee la lengua.

-No, no me has dicho todo lo que quiero saber-dijo, haciendo énfasis en la última palabra y apretando con fuerza mi brazo.
-¿Por qué estás actuando así?-voltee a verlo a los ojos.
-¿Así cómo?-su agarre flaqueó y logré zafarme con éxito, retrocediendo unos pasos de él.
-Como un loco-musité-la presencia de Demian no es importante, o al menos para mí no lo es.
-Escucha, sé que su aparición inesperada te ha dejado mal, aunque quieras ocultarlo y quisiera que me tuvieras la confianza para hablar al respecto-dijo con seriedad. Su expresión me resultó imposible de descifrar, por lo que esperé a que siguiera hablando-de ante mano ya sabes que te quiero y te adoro como si fueras mi hija y quiero hacer lo posible para evitar que sientas dolor de ningún tipo, ¿entiendes? Si tú me cuentas a fondo lo que sucedió con Demian, podré hacer algo, cualquier cosa, para que lo echen de la Universidad o hacer una petición para una orden de restricción por asuntos de causa mayor sin especificar. Tengo los medios necesarios para que él no se atreva a molestarte nunca más, pequeña. Solo tienes que confiar en mí.

Para cuando terminó de hablar, ambos nos hallabamos arrodillados en la alfombra de la sala; él abrazandome y yo, aferrada a su pecho, llorando y asintiendo a sus palabras.
Estaba dispuesta a contarle lo que pasó en aquella aula vacía con todos los detalles posibles.
Agarró delicadamente mis manos y se ofreció a ayudarme a sentarme en el sofá, con él junto a mí.

-Te traeré un poco de agua, ¿está bien?

Palmeó mi rodilla izquierda y corrió a la cocina. Estuvo de vuelta en pocos minutos y bebí absolutamente el agua para mantener hidratada mi garganta y así poder hablar sin sentirme asfixiada.

Comencé desde el principio, donde Demian apareció sorpresivamente por el umbral de la puerta hasta donde me acorraló en aquel lugar desértico. Mientras relataba lo ocurrido, el rostro de Eros se fue ensombreciendo hasta llegar al grado de tener sus facciones duras y tajantes, como si el mero de hecho de escuchar y saber lo que Demian había hecho conmigo le hirvió la sangre.
Y al instante que llegué a lo último de la conversación con Demian, se quedó perplejo, mirándome.
-¿Qué persona? ¿te dijo con quién demonios se reunió para que actuara como un idiota?-espetó, realmente furioso.
-No. Él dijo que averiguarlo iba a ser mi tarea.
-Definitivamente hablaré con mi abogado para solicitar la orden de restricción. Demian Say no podrá acercarse a ti a una distancia de 1 kilómetro a la redonda.

Había un brillo demente en la mirada de Eros, parecido al de un animal defendiendo a los suyos, dispuesto a atacar con todo y me estremecí.

-¿No crees que... estás exagerando?-titubee.
-¿Te gustó que te asustara de esa manera? ¿te agradó el hecho de que se comportara como un imbécil, sin importarle lo mucho que te dañó?

No respondí ante sus preguntas y mordiendome los labios, bajé la cabeza.

-Si tú no tienes el valor suficiente de mandarlo a la mierda como se debe, lo haré yo-siseó-¿entiendes?
-Entiendo.

Agarró mi barbilla con los dedos y alzó mi cara para mirarme. Miré que sus ojos se entristecieron al ver los míos, que tenían lágrimas contenidas.

-Cariño, no te pongas así.
-Simplemente ya no sé qué pensar. Mi vida es un total desastre. Odio todo. Quiero ir a casa y volver a ser la misma chica ordinaria y demente, que se encerraba en su habitación, con su portátil y su mundo virtual-jadee a falta del aire y sollocé-quiero marcharme, Eros, donde Demian no me encuentre.
-¿Le tienes mucho miedo?
-No es eso. Sino que tengo la sensación que Demian está planeando vengarse de mí con ayuda de esa persona incógnita.
-Entonces contrataré guardaespaldas para ti, y de tal forma, no podrá acercarse a ti por la orden de restricción y tampoco enviando a alguien a hacerte daño porque lo harán pedazos-sugirió y me encogí ante la idea de ver a Demian golpeado por enormes gorilas.
-¡No!-exclamé, perdiendo los nervios-mejor haz que Jack me haga una sesión de fotos y las edite para que no tenga que estar por más tiempo aquí.
-¿Qué hay de la Universidad?-juntó las cejas con preocupación.
-Tendrás que sacar mis papeles.
-¿Y a dónde irás?
-Quiero trabajar. E irme a vivir lejos, donde nadie sepa donde estoy, excepto tú, Jack y Clark.
-Lo que dices no tiene sentido.
-Estar aquí contigo y haber conocido a Clark tampoco tenía sentido hace meses cuando lo imaginaba y se volvió realidad-puntualicé.

Eros resopló y se pasó una mano por el cabello.
-No has si quiera concluido el entrenamiento. Te falta unos cuantos kilos más y quedarás perfecta.
-Si eso tengo que hacer para retomar mi vida normal, lo haré.

Después de aquel mal sabor de boca, él dejó que me fuera a la habitación a continuar con la tarea, pero por la conmoción del momento, me resultó imposible hacerla, por lo que decidí echarme a dormir en lo que restaba de la tarde para levantarme en la noche a terminarla.
Mantuve el móvil apagado por si en caso Clark me llamaba y dormí plácidamente hasta altas horas de la madrugada. Desperté únicamente por el sentimiento de culpa y de responsabilidad de la tarea.
Contrariada, salté fuera de la cama y a tientas encendí la luz.
En el buró, junto a la cabecera, había una bandeja de comida cubierta con papel aluminio y un vaso lleno de alguna bebida, de igual manera tapado. Junto al plato, yacía una pequeña nota. Reconocí la letra pulcra de Eros y la leí mientras le quitaba la envoltura al vaso.
"Dormiste durante horas. Son las 11pm, y todavía sigues dormida y espero leas esto para cuando despiertes. No estoy en el departamento. Iré a...-había un enorme tachón encima de la palabra y después continuó-voy a estar en ya sabes donde. Si necesitas algo, no dudes en llarmame. Probablemente esté de vuelta al amanecer y si de lo contrario, no he llegado para cuando vayas a la Universidad, llévate el coche que está en el garaje, las llaves están dentro del mismo. Ten cuidado, es deportivo y no lo uso a menos que sea necesario".

Casi escupí la limonada al terminar de leer la nota.
Corrí a enceder mi teléfono y corroboré la hora. 》3:50 am《
Se me cayó el alma a los pies al percatarme que las clases comenzaban en pocas horas y yo ni si quiera había hecho la tarea.
Comí rápidamente los bocadillos de Eros y comencé a hacer la tarea en el comedor del departamento, sin despegarme del teléfono, e ignorando los mensajes y llamadas perdidas de Clark.
Aparte de hacer los deberes y que el sueño había abandonado mi cuerpo, la curiosidad de ver el coche secreto de Eros carcomió mis sentidos y me gustosamente fui a echar un vistazo.
No conocía el garaje, pero sabía donde estaba.
Bajé por las escaleras, a través de una puerta, como si se tratase de un sótano y entré a hurtadillas, ya que había una oscuridad casi absoluta. Presioné el interruptor y las luces me cegaron.
En cuanto mis pupilas se acoplaron a la luz sumamente brillante, entorné los ojos y cubrí mi boca con las manos.

Eros Rabanne tenía un garaje enorme, del mismo tamaño o más que el propio departamento. No solo tenía ahí un coche deportivo, sino tres más y de diferente color y modelo.
¿Por qué había ocultado esos preciosos vehículos de mí?
Comprendía que no quería llamar la atención al conducirlos y trasladarse con otro menos llamativo, pero, ¿por qué no mostrarmelos? Eran bellísimos.
Deduje que tenía que elegir uno por mi cuenta porque Eros no especificó cual de los cuatro tenía que conducir.
Verifiqué en cada uno de ellos y tres de ellos no tenía su llave correspondiente, excepto uno.
El más elegante y hermoso.
Al parecer era un Audi.
Busqué en Internet información acerca del coche y sí, resultó ser un Audi R8 color azul, el más reciente.
Me puse de cuclillas y alcé las cejas al comprobar que los neumáticos apenas estaban usados y que los asientos del interior todavía tenían plástico para protegerlos.
Ese coche era...nuevo.
Parecía como si recientemente Eros lo hubiese comprado y me pregunté el porqué había decidido que yo condujera ese coche si en caso no llegaba a tiempo del bar.
Medité unos segundos antes de correr de vuelta al piso superior con la llave del coche en las manos.
La hora del reloj de la sala marcaba las cinco de la mañana con quince minutos. Las clases comenzaban a las siete en punto y tenía tiempo suficiente para arreglarme.

Tiempo después, aguardando a que Eros regresara, me di cuenta que no llegaría a tiempo si lo esperaba. El tiempo que me tomaba en ir hasta la Universidad era 30 minutos más o menos o quizá más.
Agarré mis cosas junto con las llaves del coche y del departamento. Bajé al garaje y tragué saliva.
No sé porqué pero en ese instante sentí como si mis lecciones de manejo habían sido un fraude y que realmente no sabía conducir un auto.
Despejé los malos pensamientos de la cabeza y abrí la puerta del conductor.

Al sentarme, sentí la suavidad del asiento y estremecida, deslicé un dedo por el volante y la palanca de velocidades.
Ese coche era el paraíso.
Tuve que concentrarme e introduje la llave y luego la hice girar en el interior, provocando que el motor rugiera, ansioso por correr.
Quité algunos plásticos de los asientos y abroché el cinturón en torno a mi cuello y cintura antes de darme paso hacia el exterior.
La puerta del garaje que daba a la calle era grande y automática, así que probé con la voz y la alarma emitió un ruido tedioso, así que aplaudí y escuché las bisagras de la puerta al comenzar a abrirse.

El cielo aún estaba aclarandose, pero dentro de aquel majestuoso coche, me sentía invencible.

No tenía licencia, pero era lo que menos me interesaba. Así que inhalé hondo y aceleré.

Tan sólo rocé la suela de mis tenis con el pedal y el coche en sí se impulsó de manera brusca hacia adelante. Frené de golpe para asimilar que aquel monstruo era feroz y de cuidado.
Esperé a que la puerta se cerrara para avanzar.
Afortunadamente había memorizado cada una de las calles para dirigirme a la Universidad y no se me complicó, aunque tuve que ir a una velocidad reservada.

Llegué lo más temprano que pude y busqué un lugar donde el coche pudiese estar a salvo.
Aparqué junto al Jeep hiper reconocible de Clark. Él también acababa de llegar y se quedó de piedra al verme bajar del vehículo de Eros con vanidad.

-Por Dios, ¿acaso Eros está loco?-dijo en cuanto estuve junto a él.
Reí ante su desconcierto y lo saludé con un beso en la mejilla.
-Buenos días para ti también.

Lo dejé ahí y comencé a caminar rumbo al aula, bajo el escrutinio de la mayor parte de estudiantes. Clark corrió detrás de mí.
-Estás actuando algo extraña...
-¿Por qué dices eso?-fruncí el ceño, entrando rápidamente al salón.

Habían unos cuantos ya sentados en sus lugares, incluyendo Demian Say, quién, como era de esperarse, estaba rodeada de los pocos compañeros del salón y en cuanto su mirada chocolate cruzó con la mía, esbozó una sonrisa cínica en mi dirección y tragué saliva.
El piercing en su ceja le daba un toque más malvado y demencial a su aspecto nuevo.
Quedé inmóvil en el umbral de la puerta, como si mis pies hubiesen sacado raíces y estas se hubieran anclado al suelo. Estaba algo en shock y llena de angustia.
Sin embargo, sentí la mano de Clark apoyarse en mi cintura y empujarme suavemente hacia adelante, dándome ánimos con el tacto. Le agradecí con la mirada y juntos atravesamos el salón hasta alojarnos en nuestros lugares. Pero para mi mala suerte, Demian había optado por sentarse junto a mí, y lo supe porque vi su mochila en la silla.
Y prácticamente yo quedé en medio de Clark y de él.

Obviamente a Clark le molestó y de no ser porque el docente entró al aula junto con los demás chicos, se le hubiera ido encima a Demian sin miramientos.
Le envió una mirada furtiva a mi ex novio y tomé asiento con aire taciturno.
A ambos costados, podía sentir las miradas que ellos se enviaban por encima de mi cabeza y el aura tóxica que liberaban por los poros.

Las clases comenzaron y resultó de lo más estresante. No logré concentrarme en lo absoluto, solo en las palabras sarcástica que se lanzaban cada que participaban.
Al término de una ronda de clases sumamente estresantes, llegó la hora de almorzar.
Francamente no pensaba que Demian pudiese ser de verdad un maldito hasta que vi claramente como empujaba los pupitres, provocando que mis cosas cayeran al suelo al levantarme y trastabillara hacia atrás por el pesor.
-Lo siento-se disculpó en torno de burla y salió al pasillo con tres chicas detrás.

Las mejillas se me tornaron rojas y recuperé el equilibrio antes de salir también de ahí.
Clark no se hallaba conmigo porque había recibido una llamada justamente antes de terminar esa hora y quizá se encontraba afuera hablando todavía.
-¿Quieres que le rompa la nariz en lugar de Clark?-se ofreció Dexter, apretando los puños. Él vio todo lo que ocurrió y se quedó a mi lado, lanzando siseos de furia.
-Será mejor que mantengamos este suceso en secreto, ¿te parece?
-Está bien, pero aún no asimilo que ese tipo fue tu novio, Skyler. Dijiste que era incapaz de hacerte daño y al ver esto, parece que quiere ejecutarte-masculló y asentí contrariada-aunque tienes que saber que, si vuelve a ocurrir algo así, se lo diré a Clark.

Asentí otra vez y saqué mi cartera de la mochila.
-Salgamos por algo de comer-dije.

Estando en el pasillo, buscamos por todos lados a Clark y al no hallarlo, decidimos ir directamente a la cafetería.
Había muchísimas personas y entre tantos alumnos podía reconocer a la perfección el perfil perfecto de Demian a varios metros de distancia.
Se miraba tan distinto, tan elegante, masculino y patético.
Rodeado de muchas chicas guapas y él quitado de la pena correspondiendoles de lo más feliz.
Desee quitarle ese asqueroso piercing de la ceja con un tenedor.

-Deja de verlo. Se dará cuenta y vendrá a causar problemas-susurró Dexter sabiamente sobre mi oreja-¿quieres un sándwich y una malteada o prefieres un cóctel de frutas y yogurt natural?
-Se me apetece comer algo sólido, que reconforte a mi estómago-bufé y voltee a otra parte lejos de Demian.

Hicimos fila para alcanzar nuestro cometido y Dex se encargó de elegir el desayuno de Clark en su ausencia. Buscamos un sitio donde alojarnos y nos sentamos a comer.
Compré una hamburguesa y una soda.
Dexter sándwich, cóctel de frutas, yogurt y café americano muy caliente. Y para Clark lo mismo, excepto por el sándwich, ya que en vez de ello, fue una hamburguesa como la mía.
Escrudriñé toda la cafetería en su búsqueda y sin éxito, le di un mordisco a mi manjar.
Había decidido estar en paz esos pocos minutos, pero una voz familiar, chirriante e irritante provocó que mi decisión se fuera al carajo. Llamó inmediatamente mi atención; al igual que la de todos y postramos la mirada en esa persona. En esa patética persona.

Joanna Boston estaba de pie, con las manos en jarras, chillando y haciendo ademanes pocos femeninos hacia alguien que trataba de calmarla.

-Por Dios-oí sisear a Dexter y hundirse en su asiento-había olvidado que esa chica entró también a la esta Universidad.

No dije nada y volví el rostro hacia Joanna.

-¡Eres un cretino!-gritó ella y golpeó a esa persona.
Aspiré hondo cuando por fin pude verla la cara a su acompañante.
Clark estaba rojo de vergüenza y de ganas de explotar, pero se estaba conteniendo.

Los estudiantes habían dejado completamente de comer solo para observarlos.
-¿Qué demonios hace Clark con ella?-farfulló Dexter con irritación-¿acaso no hay un solo día de paz?

Dejó el cóctel a medio comer y se levantó de la mesa con aires de suficiencia, en auxilio de Clark.
Me habría quedado sentada engullendo la hamburguesa, pero ahora Clark era alguien importante para mí y formaba parte de mis asuntos, por que a regañadientes corrí detrás de Dexter.
Los ojos se centraron en nosotros y escogí los hombros.

-Hola-saludé a la chica y esta se dio la vuelta para verme con una mirada frívola-¿por qué haces un escándalo? Algunos queremos desayunar en paz.
-En paz-repitió en un siseo y después se echó a reír.

Sentí la mano suave de Clark buscando la mía. Se la ofrecí y él la apretó brevemente.

-Desde que apareciste, lo que menos hay en esta ciudad es paz-replicó Joanna con desprecio y empujó a Clark de mí, pero no nos soltamos-sueltalo.
-¿Podrías decirme qué quieres?-espeté. Ahora si tenía derecho de enfrentarme a ella sin remordimiento.
-Eso no es asunto tuyo. Estoy hablando con mi novio-inquirió y junté las cejas.
Dexter carraspeó detrás de mí y Clark resopló, indignado. Estábamos dando un show frente a las personas y peor aún, bajo la mirada de Demian, que, aunque no lo veía, sabía que nos estaba observando. Su mirada quemaba mi espalda.

-¿Fuiste tú quién lo hizo salir de clases?-repuse, molesta.
-Sí, ¿y qué?-se cruzó de brazos y alzó la barbilla con determinación.
-No puedes hacerlo perder clases-musité-y te aclaro que él ya no es nada tuyo, así que mantente lejos, ¿okey?
-De acuerdo-afirmó, sonriendo de manera elocuente, dejándonos perplejos-de todas maneras ya le eché el ojo a alguien más, y quién fácilmente caerá a mis pies cuando yo quiera.
-¿Qué?-preguntó Dexter-debes estar loca.
-No-contradijo Joanna y señaló a alguien por encima de mi cabeza-ahí viene. Mi nuevo prospecto.

Clark emitió un gruñido al voltear antes que yo y apretó fuere mi mano.
Giré también para ver al pobre chico que sería su víctima y me quedé boquiabierta.
-Esto debe ser una broma-graznó Clark, incrédulo.

Demian cruzó a grandes zancadas la cafetería y se plantó frente a mí, con la ceja del piercing elevada.
Joanna saltó hacia él y el muy estúpido la abrazó cariñosamente.
-Zac, te estaba buscando-le dijo con voz cantarina. Demian sonrió y le acarició la mejilla, como solía hacerme a mí.

Unos celos repentinos nublaron mis sentidos y apreté los labios, evitando mostrar mi lado vulnerable ahí mismo.
Todo parecía ser una pesadilla de mal gusto.
¿Demian con Joanna Boston?

Permanecí de pie porque continuaba aferrada a la mano de Clark.
Tragué saliva y me mantuve tranquila frente a ellos.
-No sabía que diferentes especies de serpientes podían estar juntas-añadió Dexter para cortar la tensión. Clark rio entre dientes y sonreí sin ánimos.
-Es extraño, debo admitir-esta vez habló Clark con mucha seguridad y sin soltarme-ahora entiendo tantas cosas. Y si nos permiten, mi novia, mejor amigo y yo, vamos a almorzar.

Clark abrió paso entre ellos, chocando con el hombro de Demian a propósito y nos dirigimos a la mesa donde había quedado nuestros desayunos.
No volví el rostro hacia atrás y nos sentamos los tres con aire taciturno.

-Ya no están-arribó Dexter sin casi abrir la boca y parecer concentrado en sus alimentos.

Miré por encima del hombro de Clark y sí, Dex tenía razón. Ellos ya no estaban y tampoco los estudiantes nos tomaban atención.
Logré relajarme y devorar la hamburguesa sin miramientos.
A pesar de sentirme como una mierda por ver como Demian había logrado olvidarme con facilidad, no podía culparlo. Él también tenía derecho a ser feliz, sin embargo, no podía soportar que se le hubiera ocurrido venir hasta aquí a molestarme.
Ahora ya sabía quién era aquella persona incógnita con la que Demian se reunió y le lavó el cerebro por completo: Joanna Boston.

Tiempo después, regresamos al salón y reparamos en qué Demian no estaba, y tampoco sus cosas.
Tranquila, tomé asiento y puse atención a las clases restantes.
Él no apareció hasta el término de las clases.
Dexter se despidió de nosotros y corrió a su coche.
Clark me acompañó hasta el mío, o bueno, el que Eros me prestó y nos recargamos en las puertas para platicar.
No podía negar que Clark se miraba realmente guapo y que su sonrisa era muy encantadora.

Cerré un poco los ojos cuando noté que inclinaba su cabeza a mí cara, sentí el roce de sus labios y sonreí.
Sin embargo, el motor de algún coche o moto, no estuve segura, nos hizo separarnos y voltear la cabeza hacia el causante del ruido.

Fruncí el ceño y parpadee, asombrada.
-Ese idiota-masculló Clark.

Era obviamente Demian. Pero no iba en coche, sino en una motocicleta.
No era una motocicleta cualquiera, sino una realmente hermosa y perfecta color negra.
El atuendo de él hacia juego con la motocicleta y sus lentes de sol.
Se hallaba sentado sobre ella, mirándonos con recelo y después sus facciones cambiaron y se mostró altanero. Nos desafió alzando la barbilla y sin más, arrancó, perdiéndose entre los demás coches de los universitarios que se marchaban.

Un escalofrío helado y errante me estremeció y no pude evitar abrazar Clark.
-Sigueme-le oí decir. Sentí la vibración de su voz en su pecho-llegarás un poco tarde con Eros, pero necesitas quitarte este mal sabor.
-¿A dónde iremos?-pregunté, mirándolo.

Los ojos de Clark adoptaron un brillo malicioso.
-A hacer unas cuantas maldades.


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