55
Demian Say había tenido el coraje suficiente para romper su relación amorosa con la chica que había amado por más de diez años y se sentía peor de lo que había pensado. Pero tampoco iba a ser un idiota en seguir tolerando las humillaciones que ella le hacía.
Por más que le había dicho horas atrás que no le importaba ser traicionado, lo que ella le dijo hacía unos momentos lo hizo cambiar de opinión. Una cosa era tener una aventura con alguien y otra muy distinta a amarlo con la misma intensidad que decía amar a su verdadera pareja.
Era nauseabundo.
Y deseaba con todo el alma largarse a Estocolmo a continuar con su carrera de modelaje y olvidarse completamente de ella.
-Demian, déjala y vamos a casa.
Una tercera voz lo hizo reaccionar, puesto que había estado sujetando a Skyler con tal fuerza que ella estaba tendida de espaldas en el suelo con él encima. Ambos rojos de histeria y mirándose con desprecio.
Él volvió el rostro hacia su amigo Anthony y obedeció a regañadientes.
Bajo su cuerpo, Skyler se echó para atrás y después se incorporó.
-Deberías estar contenta, Skyler, al fin lograste alejar a Demian para estar con ese modelo.
-Tú no metas en este asunto-espetó ella al recién llegado.
-No me meteré más, te lo prometo, pero espero que jamás vuelvas a buscarlo, rogandole regresar-exclamó Anthony, defendiendo a su amigo-o de lo contrario, me veré obligado a hacerte pagar por lo que le hiciste de la manera más tajante.
Demian agarró a su amigo del hombro y se lo palmeó.
-Gracias por defenderme, pero esto ya acabó. Vámonos, tengo que apartar mi vuelo de regreso-le informó y se aclaró la garganta al notar que Skyler había comenzado a temblar-y por favor, encargate de que el taxi que te trajo hasta acá, la lleve a su casa.
Minutos después, en contra de su voluntad, Skyler se hallaba rumbo a su casa con los nervios a flor de piel.
Ya era casi media noche y no paraba de darle vueltas a lo que acababa de ocurrir.
Demian la odiaba.
¡Y con mucha razón!
Gracias a la cólera que sintió en ese preciso momento, le gritó que lo odiaba, lo cual era una vil mentira.
Era una idiota, tonta e imbécil.
No solo había perdido a su primer amor, sino al chico que verdaderamente la amó a pesar de todos sus defectos.
El maldito taxi iba tan deprisa que apenas le daría tiempo de pensar en la excusa que le tendría que dar a su madre y a Clark en cuanto llegara, porque estaba segura que ya se habían dado cuenta de su ausencia.
Tal y como había pensado: Tanto Clark Ravel y su madre, estaban afuera de la casa con sus teléfonos en la mano y con el rostro afligido.
Como Demian le pagó al taxista, descendió sin si quiera agradecerle.
Caminó hacia el porche y en cuanto la vieron, sus rostros se relajaron.
El de su madre no tanto para ser exactos.
-¿Dónde crees que estabas?-le riñó alterada.
-No estoy de humor para nada...
El sonido crudo y sordo de la palma de la mano de su madre al impactarse en su mejilla izquierda y el fuerte dolor a continuación, le hizo ver estrellas. Su cara viró hacia la derecha y se agarró la mejilla que le ardió al tacto.
Se lo tenía merecido.
-Métete-le ordenó su madre y obedeció.
La conmoción era tanta, que decidió romper a llorar en cuanto entró a su habitación; sintiendo la mirada lacerante de Clark a su espalda.
Cerró su habitación con llave y se lanzó de lleno a la cama.
Enterró la cara como un avestruz cobarde entre las almohadas y lloró desolada hasta el amanecer.
Tal vez si se hubiera lavado la cara antes de quedarse dormida, sus ojos hubiesen tenido mejor aspecto por la mañana, ya que el escozor, ardor e inflamación la hicieron deprimirse más.
Llorar. Llorar. Llorar. ¡No iba a solucionar nada llorando! Además, ¿Qué esperaba? Ya no tenía a Demian y Clark Ravel no merecía ser su paño de lágrimas.
Lo que tenía que hacer era decirle a Clark que volviera a Vancouver en lo que ella arreglaba sus conflictos personales. Y si era necesario, renunciaría a cualquier lazo que la uniese en el ámbito laboral con respecto al modelaje.
Ya no deseaba nada. No tenía ganas de irse de su hogar.
Antes de plantarle cara al nuevo día, cogió su teléfono y le envió un mensaje a Eros Rabanne.
"Ya no regresaré a Vancouver. Es lo mejor, lo siento. Y gracias por tus atenciones. Te pagaré lo que te debo en cuanto pueda."
Dejó el móvil sobre la cama y se bañó a conciencia, tratando de quitarse los residuos amargos del día anterior.
Por más extraño que le pareció, no lloró en la ducha como cientos de chicas solían hacer, sino todo lo contrario. Se mantuvo serena y le ayudó a despejarse.
Cuando salió del baño, no le sorprendió ver metida a su madre en su habitación sin su consentimiento, ya que después de todo, ella era la dueña de la casa.
-Tenemos que hablar.
Skyler asintió, y se dirigió a su guardarropa.
Comenzó a cambiarse mientras su madre iniciaba la más larga y patética conversación de la historia.
-Lo que estás haciendo es una locura, Pearl. Ya no eres la misma de antes y me preocupa que manejes tu vida de esta manera-sentenció su progenitora con dejo de decepción.
-¿Qué he hecho mal, aparte de nacer en esta familia que siempre ha sido mi opresora durante tanto tiempo?-exclamó ella, al borde de una rabieta-jamás en la vida había experimentado cosas que la mayoría de chicas de mi edad sí y ahora que por fin he salido de mi zona de confort, dices que estoy haciendo las cosas mal. Y quizá tengas razón, pero esto no hubiese sucedido si no me hubieras criado como un animal en cautiverio.
Aquellas palabras filosas y ácidas dejaron desarmada a su madre, quien después de haber llegado con toda la actitud de reprenderla, se quedó sin habla ante la verdad tan tajante.
-Ya no tengo salida-continuó diciendo Skyler, apretujando la toalla entre sus manos con fuerza-no sé si quiero ir a Vancouver y terminar lo que comencé o regresar a la Universidad y quedarme aquí mismo, retomando mi vida ordinaria.
-Necesitas poner en orden absolutamente todas sus decisiones-replicó su madre-además, detrás de estas paredes está ese modelo canadiense que ni en tus sueños pensabas conocer y no puedes mandarlo a volar gracias a Demian Say.
Escuchar el nombre de Demian le provocó unas punzadas en el pecho.
-No metas a Demian en esto. Él ya no es nada mío, ya puedes estar tranquila-siseó.
-Bien-dijo tajante Rose Brown-sal de tu habitación porque el desayuno ya está listo desde hace un rato.
Los días pasaron.
Eros Rabanne trató de localizarla por teléfono y por medio de Clark Ravel, pero por indicaciones de Skyler, se mantuvo fuera de su alcance.
Los días posteriores fueron largos y mezquinos.
Clark se acopló a ella en todo, incluso en el aburrimiento y depresión. Él no estaba al tanto de que Skyler pensaba no regresar con él a Canadá, por lo que una noche antes de regresar a Vancouver, la escuchó hablando seriamente con su madre en la cocina.
-Piénsalo bien-le repitió su madre con desdén-estás tomando decisiones estúpidas, ¿no te das cuenta?
-Es mi vida, deberías dejar de meter tus narices en todo lo que hago-le gritó furiosa y Clark se asustó cuando Rose Brown abofeteó a su hija sin miramientos-¡Te odio! ¡Odio a todos sin distinción!
Sin embargo, a él no le dio tiempo de esconderse y Skyler chocó contra su pecho al intentar huir de la cocina.
Y pensando que tal vez ella lo empujara, la chica lo abrazó con fuerza y él le devolvió el gesto con confusión.
La madre de ella salió detrás y paró en seco en el umbral de la puerta, tragandose las palabras que pensaba soltar.
Le envió una mirada conciliadora al chico y se dio la vuelta, dirigiéndose a las escaleras en silencio.
-¿También a mí me odias?-le preguntó él.
Ella soltó un sollozo y negó con la cabeza.
-He escuchado lo suficiente para saber que estás realmente mal en todos los sentidos. No tienes porqué venir conmigo a Vancouver si no quieres. Hablaré con Eros y le explicaré, pero sin entrar en detalles, lo ocurrido...
-¡No!-se apartó para mirarlo-no me queda nada aquí y allá sí. Ya lo pensé bien y lo mejor será largarme de aquí.
-Dios, si tan solo pudiera ayudarte a sentirte bien...
-Tu compañía es grata.
-No, claro que no. Por mi culpa terminaste con Demian y yo no creo que pueda ser suficiente para ti.
-¿Por qué dices eso? Hace días me dijiste que podrías hacerme feliz, ¿lo olvidas?
-Sí. Lo intentaría. Pero estás confundida conmigo-tragó saliva con incertidumbre-al que amas realmente es a él, no a mí.
-¡Ayúdame simplemente a no pensar en él!-le recriminó, con el nudo en la garganta creciendo a medida que lo escuchaba-no me importa nada. Quiero tener mi corazón tranquilo al igual que mi mente. No te estoy pidiendo que me quieras o que me ames ahora mismo. Sé un buen amigo al menos.
-Con la amistad se crean noviazgos de verdad-añadió él con positivismo y la abrazó otra vez.
Esa noche se ayudaron a componer las valijas mientras escuchaban canciones de todo tipo.
No obstante, hubieron dos canciones en particular que le tocaron la llaga del alma e hizo lo posible para que no le afectara.
["King and Lionheart del grupo Of Monsters and Men"]
["I'll be Around del dúo Empire of the Sun"]
Pero fue inútil, ya que al parecer, a Clark le encantaban ambas y la repitió varias veces.
-¿Por qué te gustan tanto esas canciones?-bufó ella con desgana.
-El ritmo es bueno. La música es relajante, aunque no creas que me identifico con la letra-le explicó él, moviendo la cabeza al ritmo de la mediodía.
-De las dos, me agrada más King and Lionheart, la otra es muy... nostálgica.
-Me gusta más I'll be around porque me relaja-se encogió de hombros-pero ambas son buenas.
Levantó una ceja en dirección a ella y le guiñó el ojo.
-Estar abierto a las posibilidades hace que todo sea más fácil.
Las maletas estuvieran hechas a esos de las tres de la mañana y el boleto de avión decía que el vuelo era las ocho en punto.
Y cinco horas no serían suficientes y más teniendo en cuenta que era probable que ninguno se despertara a tiempo; por lo que decidieron quedarse viendo películas desde la portátil de Skyler.
(...)
Por más que él se obligara a sí mismo a mandar al carajo a Skyler o todo lo que ella implicaba, no podía.
Hasta había pospuesto un poco más su regreso a Estocolmo solo por la simple razón de estar viéndola a hurtadillas desde la ventana cada que ella dormía en su habitación.
-Demian, eres un maldito masoquista-le decía Anthony cada que lo miraba salir en la madrugada.
Él no esperaba que ella se fuera tan pronto y casi se cayó de espaldas al verla acomodar sus maletas en compañía de Ravel de lo más tranquila, después de haber roto su relación con él.
-Yo estoy sufriendo por ti y tú ya estás feliz con alguien más-dijo el chico detrás de la ventana, mirándola sonreír alegremente con el modelo canadiense.
Alcanzaba a escuchar la música que había dentro y suspiró contrariado.
¿le hacía tan feliz largarse a Vancouver con ese estúpido?
Estuvo un largo tiempo observandolos hasta que se dio cuenta que ellos planeaban quedarse toda la noche despiertos viendo películas en la habitación de ella y con la puerta cerrada.
Ya no podía armar un escándalo porque ya no tenía derechos sobre ella, así que con una presión espantosa en la garganta y pecho, y un poco de ardor de ojos, se echó a correr hacia su coche con el fin de largarse de ahí antes de enfermarse más.
Aún no comprendía el grado excesivo de cinismo que ella tenía.
(...)
No se despidió de su madre. No se tomó el tiempo para dudar en irse o quedarse.
Agarró sus maletas y atesoró su portátil en una mochila aparte antes de subir al taxi con Clark que los llevaría con destino al aeropuerto.
Si pretendía cambiar su vida para bien, la decisión correcta estaba en Vancouver, junto a Eros, Jack y Clark.
Ahora ya no estaba atada sentimentalmente a nadie. Era libre.
Estaba triste, obviamente, pero tranquila.
Tal vez Demian encontraría a una chica mejor que ella que de verdad lo haría feliz.
-¿Lista?-le preguntó Clark con vehemencia; sopesando la idea de que tal vez ella se retractaria en último momento.
-Vamos-le instó ella, agarrandolo de la manga del suéter, en dirección al área de abordaje.
Se tomó un segundo para echarle un último vistazo al aeropuerto de San Francisco y obligó a sus piernas a moverse junto a Clark.
Sin embargo, por el rabillo del ojo, percibió una silueta idéntica o tal vez muy parecida a la de Demian, pero cuando volvió el rostro hacia esa dirección, no vio a nadie, es decir, a nadie importante a quién notar.
Retomó la marcha detrás de Clark y deseó olvidar cualquier recuerdo que le atara a esa ciudad, a su ciudad natal.
Había querido llevarse muchas cosas más de su casa, pero el peso mínimo de su equipaje estaba al límite y con el chequeo general, le fue imposible llevar algo de contrabando.
-Elegí clase turista porque no te gusta la primera clase-le informó el canadiense mientras abordaban.
-Me hubiera gustado viajar en coche-balbuceó ella a sus espaldas.
-¿Qué? ¿Por qué? Incluso si fuésemos a una velocidad excesiva, tardariamos muchísimas horas en llegar-se horrorizó.
-Ese tiempo me serviría para pensar y aclarar mi mente.
-Debiste habermelo dicho y quizá...
-Tranquilo. Ya tendré tiempo de sobra allá-sonrió con nostalgia y se sentaron en sus lugares.
-Lo bueno de todo es que cambiamos los horarios del vuelo porque no nos despertamos-bromeó él.
Las cuatro horas de vuelo le resultó a Skyler conciliar un poco el sueño, por lo que se dedicó a escribir otro capítulo más de su historia de criminales en su portátil mientras miraba de vez en cuando el perfil griego y perfecto de Clark Ravel a un asiento continuo, quien dormía.
No obstante; el bajón de tristeza volvió a atacarla y guardó la lap top en un rápido movimiento. No quería pensar más, así que la última hora de vuelo consiguió dormir.
-Ya estamos en Vancouver.
Sintió el susurro de la voz masculina de Clark en su oreja y se estremeció.
-No quiero...-balbuceó.
-Si quieres te bajo en mis brazos, por mí no hay problema-bromeó el chico. Y a decir verdad, el avión prácticamente se estaba vaciando y solo quedaban alrededor de diez personas más ahí.
Ella gruñó en respuesta y se hizo un ovillo en el asiento con incomodidad a causa del cinturón de seguridad.
La azafata que aguardaba junto a Clark, le envió una mirada reprobatoria a ambos.
-Bien, bajaré por mi cuenta-sentenció él y se encargó de quitarle el cinturón cuidadosamente. La acomodó entre sus brazos, pasandole un brazo por debajo de las piernas y el otro en su cintura.
Ella, a pesar de no estar en su peso ideal, era liviana como una hoja para él.
La cargó en sus musculosos brazos y caminó por el pasillo, siendo escoltado con la azafata hasta la puerta.
Clark la llevó en sus brazos todo el tramo hasta el área de equipajes bajo el escrutinio de todas las personas presentes. Algunas hasta chocaron entre sí por verlos.
Skyler se miraba muy linda dormida y en brazos de un chico guapísimo y a la vez Supermodelo.
-Hasta para un vuelo de avión ustedes llaman la atención-dijo Eros, apareciendo de la nada.
-Se durmió y no quiso despertar-le explicó Clark.
El sol se estaba ocultando y el reflejo naranja del cielo llamó su atención.
-Encargate de ella, iré por nuestras cosas-le dijo a Eros, quién la agarró en sus brazos para llevarla a los asientos de la sala de espera.
La recostó sobre una de las sillas, colocando una pesada mochila sobre sus piernas, ya que la llevaba en una posición poco cómoda. Le echó un vistazo al interior y vio que era una computadora.
Le acarició la frente y se la besó fraternalmente, puesto que estaba al tanto de la situación que había tenido que pasar en San Francisco y sabía que tenía que apoyarla incondicionalmente, ya que la miraba como a una hija.
Al poco rato, Clark regresó con las pesadas maletas y ella despertó. Adormilada, arrastró los pies hasta el estacionamiento sin estar del todo lúcida y volvió a dormirse en cuanto entró al coche de Eros, sin importarle el espantoso frío helado de Canadá.
-¿Cómo está?-le preguntó Eros a Clark, señalando a Skyler con la barbilla cuando abordaron el coche, listos para irse del aeropuerto.
-¿Con respecto a su asunto personal o en general?
-En general.
-Está mal. Muy mal-se lamentó el chico, suspirando-y yo tengo la culpa de todo. Nunca debí meterme en su relación con él.
-Hasta que por fin reaccionaste-lo regañó Eros, conduciendo. Su mirada era desaprobatoria. Clark lo ignoró-te lo dije tantas veces...
-Ella dijo que me ama más que a Demian-añadió con egocentrismo-y ahí no tuve nada que ver.
-¿En serio te dijo eso?-Eros se quedó impactado y bajó la voz-no te creo.
-Créeme. Hablo en serio.
-¿Y qué harás al respecto?
Clark se quedó unos segundos pensativo.
-¿Qué se supone que tengo en mente?-inquirió con una ceja elevada a Rabanne.
-No lo sé-se encogió de hombros-tal vez hacerla entrar en razón y ayudarla a regresar con Demian.
-Supones mal-le cortó de tajo y sonrió lobunamente.
-Ay, ni se te ocurra-siseó el otro en respuesta.
-Voy a intentarlo con ella. Me gusta demasiado. Es una chica totalmente diferente a las que he conocido. Es tan inocente en muchos aspectos, manifiesta lo que siente con certeza y sé leer perfectamente bien sus expresiones con solo mirarla a los ojos, y además, la atracción que siento por ella ha incrementado-admitió-deseo totalmente hacerla mi novia.
-¿Estás seguro o es únicamente un capricho?-gruñó el sujeto tras el volante.
-Estoy seguro-aseguró, volteando la cabeza hacia atrás para mirarla. Ella suspiró en sueños y él le regaló una suave caricia sobre el cabello-es totalmente mía. Desde antes de conocerla ella ya me amaba, ¿Qué más puedo pedir?
-Te equivocas. Lo que Skyler siente por ti es fanatismo.
-No. Eso pensé también, pero ella me confirmó que me ama de verdad.
-Oh, aún me cuesta trabajo creerlo-argumentó Eros con desdén.
-Demian Say decidió dejarla ir, así que tengo el campo libre.
-No cantes victoria todavía-le advirtió.
-¿Por qué no?
-Porque hay posibilidad de que ella esté dolida y por eso esté actuando así.
-Eros...-resopló el canadiense, poniendo los ojos en blanco-¡Skyler me confesó su amor antes de romper con Say! Ellos aún eran novios cuando hablamos.
Eros se frotó los ojos con ansiedad y meneó la cabeza en negación.
-Espero que no resulte un desastre lo que pretendes hacer. No quiero que esta chica salga herida otra vez y por tu culpa-lo amenazó-porque si eso pasa, jamás te lo perdonaré.
-¿Por qué estás amenazandome?
-Porque Skyler me importa. La quiero como si fuera una sobrina o hija-le espetó, molesto y Clark entornó los ojos, sorprendido.
Skyler emitió un sollozo estando aún dormida y Clark se estremeció al escucharla. Ella estaba llorando inconscientemente.
-¿Lo ves? Ella es frágil. ¿Quieres hacerla llorar también tú?-musitó.
-No, yo...
-Mejor cierra la boca, chico. Vas a empeorar las cosas.
Haciéndole caso a regañadientes, Clark guardó silencio hasta que Eros lo dejó en su casa. Quiso despedirse de Skyler, pero ella permaneció dormida sin enterarse de nada; entonces abrió la puerta trasera y siendo presa de la mirada de Eros, le besó suavemente la mejilla como despedida.
-Cuídate. Mañana hablamos-le dijo este a al hombre atractivo y de edad madura que ansiaba poder llegar a su departamento a descansar también.
-De acuerdo, Clark. Mañana hablamos-repitió y se puso en marcha al ver al chico entrar a su respectiva casa con esfuerzo por el equipaje.
Varios minutos después, se hallaban rumbo al departamento.
Varias veces él escuchó sollozos por parte de la chica y se sintió un poco mal.
¿Cómo era posible que en una semana hubiese pasado tantas cosas?
Se reprochó por no haber estado ahí para ella y aconsejarla.
Antes, Eros había pensado que, si se ganaba a Skyler, podría tener su consentimiento para salir con Rose Brown, su madre, pero pasaron los días, semanas; y él se dio cuenta que parte del cariño que le había agarrado a la chica no se debía a su cometido, sino que logró quererla por su persona. Como si de verdad fuese su hija o sobrina. Ya ni si quiera le importaba si lograba salir con su madre, ahora le importaba su bienestar.
Cuando llegaron, Eros se encargó de abrir la puerta y llevarla a su habitación para luego meter su equipaje sin molestarla, pero ella sorpresivamente abrió los ojos y por cuenta propia entró a su pieza, sin mostrar signos de lucidez aún.
Y la entendía. Así se sintió cuando perdió a Annie; no quería nada, solo dormir la mayor parte del día y evitar cualquier contacto con el exterior.
Después de cerciorarse de que la chica estaba bien, se sentó en el sofá de la sala y le llamó a Jack Mali para comentarle algunas cosas con respecto a Demian.
-Demian no me puso al tanto de nada-se mostró ofendido su amigo cuando le mencionó el problema entre Demian y Skyler sin entrar en detalles-de ser así, hubiese hablado conmigo.
-¿Por qué habría de decírtelo?
-No lo sé, simplemente porque me estoy haciendo cargo de él y el contrato que tiene con Estocolmo.
-De todas maneras ya estás informado y si él te habla, no dudes en decírmelo.
-Bien, ¿y cómo lo ha tomado ella? Se ve que eran inseparables.
-Clark provocó parte del problema-resopló.
-Mañana reunamonos los dos con Clark. Necesito hablar seriamente con él.
-Necesitamos- le corrigió.
-Tengo en claro que no vamos a solucionar nada, ya que sabemos de sobra que Clark no va a obedecernos, pero no vamos a permitir que se meta en más problemas y menos perjudicar a esa chica.
-Ya se lo advertí anoche. Clark no va a cambiar-resopló Eros con incertidumbre.
-Lo peor que hemos hecho es hacerle acreedor de sentirse el chico más sexy del mundo y alimentar su egocentrismo hasta el cielo.
-¿Y no crees que es mejor prohibirle ir a la agencia en lo que Skyler termina su formación?
-¿Y quién la va a entrenar para estar en su peso ideal?
-Yo podría hacerlo-se ofreció Eros.
-¿Seguro?
-Seguro. Tengo tiempo de sobra y me hará bien distraerme un poco.
-Ajá. Y también servirá para que tengas cierta distancia en tu bar.
-Ya-le cortó tajantemente a Jack-entonces en eso quedamos. Hablamos mañana a primera hora y encargate de citar a Clark en tu casa. Yo llegaré temprano.
Los dos amigos terminaron la llamada y se dejaron caer en sus sillones, pensativos.
Todo se estaba saliendo de control y ninguno de ellos había previsto que tendrían problemas al haber encontrado a Skyler y a Demian, pero ellos no eran los culpables, sino Jack y Eros, ya que se habían encargado de sacarlos de su vida normal, feliz y ordinaria.
Se llevó la mano a la frente y gruñó.
-Si tan solo no hubiese insistido en traerme a ambos jóvenes...
(...)
El frío clima de Vancouver la hizo enrollarse aún más en las sábanas a la mañana siguiente.
Skyler abrió los ojos y se sintió tranquila de estar de nuevo en el departamento de Eros y por primera vez en días, sonrió genuinamente.
Se hallaba lejos de los problemas y eso la tranquilizaba, porque estaba segura que ahí nada podría afectarle de la misma manera que en San Francisco.
"Disfruta este día, sal y respira el aire helado de Canadá" le decía una voz dentro de su cabeza al mirar el techo de la habitación "no importa si coges un resfriado, solo hazlo"
Ante la idea de aquel pensamiento, se puso en pie y se planteó arribar el día sin tener la intención de entristecerse por el recuerdo de Demian.
Observó su equipaje a los pies de la cama y la mochila donde tenía su computadora también. Eros se había hecho cargo de todo y se lo agradeció.
Salió a buscarlo, pero no lo encontró.
Y halló una nota sobre la isla de la cocina donde le dejaba indicaciones y disculpas por no estar al despertarse.
Y así como pasó volando la breve semana en San Francisco, ocurrió lo mismo con los días posteriores.
Skyler se sintió devastada al no tener ningún contacto con Clark Ravel y demasiado molesta cuando se enteró que Eros había comenzado a ser su nuevo entrenador y que, con todo el cinismo del mundo, se había reunido junto con Jack Mali y Clark en la Universidad Marriott para inscribirla.
No comprendía la razón por la cual estaban evitando que ella se viera con Clark y que él no hiciera nada para buscarla.
Los días y noches transcurrieron velozmente hasta que llegó el primer día de clases en aquella majestuosa Universidad.
-Me niego a ir-masculló ella, era la décima vez que se lo decía a Eros, quien la esperaba en el porche con su nueva mochila y todo lo necesario para estudiar.
-¿Por qué?-le preguntó él con irritación, la misma cantidad de veces que ella se había negado.
Skyler volvió a quedarse callada, negándose a cooperar y continuar con el berrinche.
-Apenas llegaremos a tiempo si nos vamos ahora-musitó él.
-Ya te dije que no iré.
-¡Dime porqué no quieres ir!-exclamó contrariado.
-Porque... porque no me has permitido ver ni contactar a Clark-dijo entre balbuceos-y no quiero sentirme sola en esa Universidad de juniors.
-Clark debe estar esperándote allá-bufó Eros y rodó los ojos-así que date prisa y sube al coche. Solo te estaré llevando la primera semana, de ahí ya ves como te trasladas.
-¿Y cuándo será el día que comience a trabajar con Jack? He bajado varios kilos y necesito dinero propio-espetó, subiéndose a regañadientes al coche de Eros. Él la siguió con una sonrisa maliciosa en los labios.
Consiguieron incorporarse en la carretera, charlando acerca de la pregunta que había hecho ella antes de abordar el automóvil.
-Hasta que estés en tu peso ideal...
-Ya sé, pareces disco rayado-lo acusó, haciendo pucheros.
-Entonces deja de preguntarlo si ya sabes la respuesta.
-¡A este paso nunca seré independiente! Muero por trabajar y conseguir dinero.
-¿Mueres porque te paguen al desnudarte frente a cámaras?-inquirió Eros y ella se ruborizó.
-No... no...
-Todo a su tiempo. Estarás lista en cuanto domines ese nerviosismo.
-No es justo.
Discutieron todo el camino hasta que se abrieron paso en aquella enorme Universidad.
Skyler se sintió sumamente pequeña al ver a todos los atractivos alumnos bajar de sus coches lujosos de una manera elegante y con mucha seguridad en sí mismos.
Y sin más, se echó a temblar en el asiento.
-No estoy preparada para afrontar esto-afirmó, insegura. Se negó a descender y Eros se vio obligado a bajar del coche y abrir su puerta a la fuerza.
-Bájate ahora.
-No quiero y no vas a obligarme-se rehusó como niña pequeña.
-Deja de ser testaruda y bájate, por favor...
-¡No...!
Ella intentó cerrar la puerta, pero una mano ajena a Eros se lo impidió.
-¿Qué ocurre?
El rostro de Skyler se iluminó al ver a Clark Ravel plantado frente a ella con el rostro resplandeciente y el resto de su cuerpo de infarto, como siempre.
De pronto, la cara de ella se enfureció y bajó salvajemente del coche solo con la intención de golpearlo.
-¡Ni si quiera te dignaste a hablarme en estos días!-le gritó, golpeandolo con su mochila y bajo el escrutinio de algunos estudiantes.
-Tranquilizate, Skyler-la agarró de las muñecas, inmovilizandola y lanzando al suelo la mochila.
-¡No! ¡Me dejaste!
Eros hizo una mueca y recogió la mochila del suelo, esperando la respuesta de Clark.
El chico la acercó con fuerza a su pecho mientras ella hacía lo posible para liberarse.
Sin embargo, de la nada, ella rompió a llorar desconsolada.
Clark le hizo una seña a Eros y este asintió.
Dejó la mochila cerca de ellos y abordó su coche. Los miró una vez más y se marchó de la institución, sabiendo que Skyler estaba en buenas manos.
-Tienes que calmarte, ¿sí? Aquí estoy, no te he dejado-le dijo suavemente sobre el cabello y dándole palmaditas en la espalda en lo que ella dejaba de llorar.
Los débiles puños de Skyler se incrustaron en sus costados tras un sollozo. Había guardado tantas lágrimas en aquellos días, que no estaba segura si pararía. Se suponía que Clark era su hombro y no estuvo cuando más lo necesitó y le molestaba quererlo.
-Vamos a clase. No puedes perderte la primera hora...
-Quiero una explicación-exigió la chica, apenas respirando con normalidad. Alzó la cara a él y sus ojos llorosos le suplicaron.
Clark, al ser tan débil en ese aspecto, accedió.
Se colocó la mochila de ella sobre el hombro y arriba de la suya, la agarró de la mano y se encaminaron por el lado contrario a los edificios con aulas.
Caminaron unos cuantos minutos hasta que él se detuvo y ella también. Dejó las mochilas encima de una banca de cemento y se sentaron frente a frente.
-Explícame todo. Incluido el asunto de mi entrenamiento-le ordenó Skyler con arrogancia. Se le habían secado las lágrimas en las mejillas y se las frotó con el dorso de las manos.
Clark se rascó el cuello con incomodidad y desvío la mirada a otra parte.
-No fueron ideas mías. Traté de buscarte, pero Jack y Eros me ordenaron alejarme de ti hasta que comenzaran las clases. Querían que ordenaras tus ideas sola, sin que yo estorbara y es por eso que no contesté tus mensajes ni llamadas y Eros optó por entrenarte esos días.
-¿Qué? ¿Por qué harían algo así?-masculló.
-Porque quieren tu bienestar.
-¿Y por qué les hiciste caso? Se supone que debíamos estar juntos, tú...
Skyler cerró la boca en el momento que alguien se unió a su charla y notó que Clark palidecía notoriamente.
Un hombre alto, delgado, ligeramente calvo y de edad mediana, yacía de pie junto a ellos con los brazos cruzados. Sus ojos oscuros destilaban molestia y sus labios contraídos cólera.
-¿Qué demonios están haciendo ustedes aquí? Las clases comenzaron hace diez minutos-graznó el sujeto con voz aguda.
-Prefecto Justin, escuche-comenzó a decir Clark.
-Oh, Ravel, cállate. Siempre me sales con excusas ridículas-lo calló de la manera más vil y el chico se ruborizó.
-Es mi primer día aquí-espetó Skyler sin ningún tipo de intimidación-y no me sentía lista. Mi amigo se tomó la molestia de calmarme, ya que soy de San Francisco, California.
El semblante del hombre no cambió y Skyler tampoco flaqueó.
Clark resopló y a continuación, asumió la responsabilidad.
-Lleveme a la dirección a mí, a ella dejela que vaya a su clase.
-Correcto. Acompañeme, joven Clark...
-Yo voy contigo. Estás loco si piensas que te dejaré solo-interpuso Skyler, agarrandolo del brazo.
El prefecto hizo caso omiso a esa escena y los dos jóvenes lo siguieron por uno de los tantos largos y presentables pasillos.
Clark la soltó unos segundos y se inclinó hacia el sujeto para intercambiar algunas palabras sin que ella lo escuchara.
-Bien, señorita Newton-dijo el prefecto con voz aguda-por esta vez voy a pasar por alto este percance, ya que es su primer día. Si mañana vuelvo a verlos fuera de clase, me veré obligado a llevarlos a detención.
Y para cuando el sujeto se fue por completo, Skyler estrechó los ojos en dirección a Clark y este se encogió de hombros.
-Lo sobornaste-puntualizó ella.
-¿Tenía otra alternativa? Es tu primer día y estar en detención hará que tengas una mala reputación desde el comienzo.
Le ayudó a cargar la mochila y ambos se dirigieron a su salón de clase.
El bullicio se escuchaba por todas partes y ella se escogía cada que pasaban por los salones.
-No creo estar lista-le dijo antes de que él abriera la puerta del aula indicada.
-Estás conmigo, no tienes de qué preocuparte-le aseguró con una sonrisa y Skyler no tuvo más remedio que confiar en él.
Clark Ravel abrió la puerta de madera y el bullicio llegó a su fin cuando Skyler asomó la cabeza detrás del hombro del chico.
-¡Skyler!-gritó alguien entre los alumnos y lo reconoció al instante.
Dexter Jackson se abrió pasó entre los pupitres con una gran sonrisa. Saludó amistosamente a Clark y luego a Skyler.
-Hola, linda, pensé que no te habías animado a venir.
-Hola, Dex, tampoco pensaba estar aquí, pero las cosas cambian...
Ella sintió la mano de Clark presionar la suya y sonrió levemente.
-¿Podrían dejar los saludos para después, jóvenes?-carraspeó una voz gruesa y muy masculina detrás de ellos.
Los tres chicos volvieron el rostro hacia el docente que los miraba a través de sus enormes gafas de aumento con incredulidad.
-Lo sentimos-se disculparon Clark y Dexter al unísono.
Skyler fue arrastrada por Clark hasta el fondo del salón y ella quedó de lado de la pared con Clark a un costado y Dexter dos filas lejos.
A pesar de que el profesor había comenzado a hablar, la clase mantenía su atención en los recién llegados, en especial en ella.
-Bien, bien-dijo el profesor, aclarandose la garganta-como sé que quieren saber acerca de la nueva alumna que se ha unido a nosotros, le daremos la bienvenida-arribó, señalandola.
Skyler perdió el color del rostro y Clark le sonrió con dulzura, dándole ánimos.
-Tú puedes-le susurró.
Levantándose con las mejillas ruborizadas, miró al frente y cuadró los hombros antes de presentarse.
-Mi nombre es Skyler Pearl Newton, tengo 20 años, soy de San Francisco, California, y espero llevarme bien con todos ustedes-habló con tanta seguridad que incluso sus compañeros le sonrieron con curiosidad.
-Bienvenida entonces, Pearl-exclamó el docente.
-Skyker-interpuso ella-llámeme Skyler.
-Bien, entonces bienvenida Skyler.
-¿Eres amiga de Dexter y Clark?-le preguntó una chica a seis sillas de distancia.
Skyler asintió y se sentó en su sitio.
-¿Eres modelo?-le preguntó alguien más.
-¿Qué te trajo hasta aquí?
Una lluvia de preguntas se hizo presente y ni el profesor pudo controlar.
-Hey, la están intimidando-gruñó Clark.
Guardaron silencio en cuanto este alzó la voz.
Al parecer, el modelo canadiense tenía cierta autoridad en el aula, incluso más que los docentes y aquello le agradó a Skyler.
Las clases comenzaron. Ella ni si quiera se había dado cuenta que Clark y Dexter estaban en la carrera de Comunicación hasta que observó y escuchó con atención cada una de las clases.
¿Qué hacía metida ella ahí? No lo sabía, pero no parecía ser tan malo.
Pasaron las horas y ella no se despegó de Clark ni un momento.
Varios compañeros de clase se acercaron a ella con interés y el que contestó en su lugar fue Clark, cuidandola.
-¿Son novios o algo así?-cuestionó una chica sorprendida.
-¿Y qué si lo somos?-replicó Clark a ka defensiva, agarrando la mano de ella.
Todos se quedaron mirandolos de soslayo.
-Pensé que seguías con esa chica guapa-inquirió otro chico.
Skyler percibió el malestar de Clark, puesto que apretó las mandíbulas y un músculo palpitó en su mejilla.
-Eso es cosa del pasado-interrumpió Dexter-¿por qué no se enfocan en otro tipo de preguntas?
-Tenemos curiosidad. Esa chica era realmente bella y no podemos creer que la haya dejado así de la nada-continuó diciendo el chico.
Ella bajó la mirada y se acomodó el cabello detrás de las orejas, ignorando su comentario y fingiendo que le daba igual.
-Basta ya, ¿no?-vociferó Clark, molesto-¿qué más les da si estoy saliendo con Joanna o con Skyler? Es asunto mío.
Empujó los otros pupitres y los jóvenes retrocedieron alarmados.
Él, sosteniendo su mano, tiró de ella para salir del salón.
Todavía faltaba una hora más de clase, por lo que le envió un mensaje a Dexter pidiéndole de favor que le sacara sus mochilas.
Y una vez que tuvieron sus cosas, se despidieron del chico y se encaminaron al estacionamiento, rumbo al Jeep negro.
-Estoy bien-le dijo al instante que notó la mirada oscura de Clark sobre ella antes de subir. Dejaron las mochilas sobre el cofre del Jeep y se miraron fijamente.
-No, no lo estás. Mis compañeros a veces son tan imbéciles-apretó los puños y golpeó con fuerza el cofre.
-Ellos tienen razón al sorprenderse, ¿no crees? Joanna es tan hermosa y si me comparo a su lado, yo no soy nadie. Lo siento.
-Oh, ¡Vamos! ¿Por qué dices eso?
-Es cierto. También soy tan tonta al tener esperanzas contigo. Incluso sigo siendo una tonta porque me he involucrado con personas que están más arriba que yo en todos los aspectos y por eso termino sufriendo.
-¿Te refieres a Demian?-ella asintió-¡En mi caso es diferente!
-¿Por qué habría de ser diferente?
-Porque no estoy lejos de ti. Cualquier problema lo vamos a solucionar los dos juntos-extendió su mano a ella con la intención de tomar la suya; pero Skyler mantuvo sus manos firmes sobre el cofre.
-¿Qué quieres decir con eso?-parpadeó, confudida.
Él siguió con la mano hacia ella y sonrió genuinamente.
-Sé que aún no dejarás de amar a Demian, pero también sé que me amas más que él, así que quiero proponerte que salgas conmigo como es debido.
-¿Qué?-titubeó, con los ojos como platos.
-Sí-asintió Clark Ravel-quiero que seas mi novia. Prometo hacerte olvidar cualquier recuerdo que tengas de Demian Say.
Skyler se llevó las manos a la cara, atónita.
Clark Ravel, su modelo, le había pedido ser su novia. ¿Qué debía responder? ¿Acaso no era lo que siempre había soñado? Y si así era, ¿por qué le costaba tanto llegar a una respuesta?
Lo amaba, sí, pero también a Demian.
Sin embargo, ahí se dio cuenta que era una idiota. Una estúpida chica indecisa y boba. Si aceptaba salir con Clark, estaba aceptando jugar con sus sentimientos, tanto los de ella y de Clark, y obviamente los de Demian.
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