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52

Era cierto que en una relación romántica uno de los dos termina más afectado que el otro porque ese es el que amó más y lo entregó todo, sabiendo que algún día sufriría.

Tal era el caso de Demian Say.

Haber mentido solo por el simple hecho de cubrir su dolor ante la traición de Skyler con Clark Ravel.

A él jamás se le hubiese ocurrido besar a Sasha Clavers, ni si quiera ebrio. Pero era rescatar un poco de dignidad o ser el perdedor absoluto.

Ya sabía que tarde o temprano sería sustituido por el modelo canadiense, y no se preparó para ese golpe fatal. ¿De qué le sirvió esperar diez años para que al final de cuentas, viniera otro y en menos de dos meses se la arrebatara sin miramientos?

En ese momento que le relataba absolutamente todos los detalles a su amigo, llegó al punto en el que respirar le resultó imposible y tuvo que tranquilizarse a regañadientes para no llamar la atención.

Anthony le pidió un vaso de agua al mismo joven que había atendido a Demian para que su amigo la bebiera y lograra calmarse. Era la primera vez que lo miraba en ese estado tan deprimente y sensible. Demian Say era catalogado como un chico fuerte, vivaz, incapaz de quebrarse por algo sin importancia, pero en esa ocasión todo era diferente.

-Por favor, amigo, bebe el agua y respira lentamente.

Asintiendo, Demian obedeció y dejó que sus respiraciones volvieran a la normalidad. El hipo gracias a su llanto se desvaneció a los pocos segundos, sustituyéndolo varios sollozos.

-Ya es hora de marcharme de vuelta a Estocolmo—le avisó, levantándose del asiento de manera precipitada. Anthony frunció el ceño y se apresuró a agarrarlo del hombro.

-Estás loco si piensas que voy a dejar que te vayas en este estado—farfulló y Demian volteó a verlo—vamos, te quedarás en mi casa y ya mañana, cuando tengas la mente despejada vas a poder pensar bien las cosas.

-Me siento como una basura, Tony. Quisiera borrar mi memoria, olvidar cualquier recuerdo con ella y de su maldito y hermoso rostro—se lamentó y su amigo le ofreció un abrazo conciliador—tenía pensado llevarla conmigo en verano a disfrutar de Estocolmo y pedirle que se casara conmigo. Suena loco, pero estaba dispuesto a todo por ella. Había mentalizado mi vida entera a su lado. La madre de mis hijos, la persona a la que me hubiera gustado ver por última vez antes de morir e irme feliz, sabiendo que tuve una fantástica vida plena junto a ella. ¡Pero no! –gimoteó, preso de la tristeza.

-Por favor, Demian, ¡Cálmate! No es el fin del mundo.

-Ella es mi mundo, maldita sea. Y me ha dejado por otro.

-Las cosas suceden por una razón.

-Esa maldita frase no tienen ningún sentido. Y lo dices para consolarme, pero no me consuela en lo absoluto. Lo único que quiero es ir tras ella y robármela.

Anthony gruñó y consiguió hacerlo caminar rumbo a la salida del local. Reunió todas sus fuerzas para arrastrarlo fuera del alcance de Skyler y Clark, que parecían no tener la intención de marcharse aún del centro comercial.

Demian balbuceó varias ideas tontas acerca de secuestrar a Skyler mientras era llevado a la fuerza al estacionamiento hasta que, por fin, su amigo le quitó las llaves de su coche y lo empujó al interior.

-Tienes suerte de que haya venido sin el coche de mi padre porque estoy castigado y vine por casualidad a pagar el plan de datos de mi teléfono—le recriminó a Demian, quien se recostó en los asientos traseros como un niño pequeño a punto de hacer una rabieta.

Encendió el coche y comenzaron a alejarse de ahí, en dirección a la casa de Anthony.

- ¿Vas a secuestrarme? –inquirió Demian desde atrás, pareciendo ebrio. Aunque solo hubiese comido un triste cono de helado de vainilla sin gota de alcohol.

-Si fueras una chica sexy y ardiente, lo haría. Pero desafortunadamente eres tú—bromeó su amigo en respuesta.

- ¿Alguna vez te has enamorado, Tony? –le preguntó con voz curiosa.

El chico se revolvió inquieto en el asiento mientras conducía.

-Obviamente—repuso— ¿Quién no se ha enamorado? Tengo veinte años, joder. Sería una abominación que jamás me hubiese enamorado de alguien a pesar de no ser correspondido.

-Entonces tengo un poco de suerte—rio Demian.

-Hey, recuerda que tardaste años en que la suerte fuese positiva.

- ¿Te refieres a Skyler?

-Sí.

-Yo no me refería a ella—gruñó—sino que a mí todas me han correspondido, incluso si yo no estaba enamorado. A ti no te he conocido alguna novia, Tony, eso es extraño. ¿Has salido con alguien?

De pronto, Demian notó que las mejillas de su amigo estaban completamente rojas y parte de su nariz también.

-No es momento de hablar de mí—añadió el chico, fastidiado.

- ¡Anda! Somos amigos. No hay secretos entre nosotros—lo animó con una sonrisa y Anthony rodó los ojos. Prefería ver a Demian así que triste.

-Tengo pareja—confesó por fin el muchacho, encogiéndose en el asiento y dejando boquiabierto a Demian.

- ¿Qué?

-Ya lo dije—le cortó bruscamente—estoy saliendo con alguien.

- ¿Con quién? ¿Es linda? ¿Desde cuándo? –Demian comenzó a bombardearlo de preguntas.

-Llevamos cerca de dos años—admitió, entrecerró los ojos cuando Demian dejó escapar un grito de sorpresa—cálmate.

- ¿Por qué no me lo habías contado?

-Porque no es algo que me gusta andar contando. Se supone que un noviazgo es cosa de dos, no de tres ni de seis.

-Como sea, dime con quién sales. ¿La conozco?

Anthony apretó el volante por un segundo y se pasó una mano por el cabello, estresado y nervioso.

- ¿Por qué necesariamente preguntas por alguien del sexo opuesto?

- ¿Eh?

-Sí. ¿Por qué asumes que es una chica?

-Eh, pues porque es lo normal, ¿no? –y de repente, Demian cayó en la cuenta de algo—espera... ¿a qué te refieres con eso? No me digas que...

-Sí—dijo su amigo, avergonzado, pero con la frente en alto—me gustan los chicos y no le veo el caso que te dé una explicación a algo que es normal.

- ¿Eres gay? –Demian no quería preguntárselo de esa manera, pero se le escapó sin querer, puesto que estaba en shock.

-Me encantaría que cambiáramos de tema, porque el que necesita ayuda eres tú—trató de evadir la pregunta.

-No te estoy discriminando ni juzgando, es solo que jamás sospeché que te gustaran los chicos. Ahora todo encaja a la perfección, ¡Todo!

-Ahora que lo sabes, espero que tengas discreción, no quiero que nadie de la universidad lo sepa, y no tanto por miedo a que me discriminen, sino que comiencen a cuestionarme. En especial Charles. Detesto sus bromas y si se entera, seré su blanco por mucho tiempo.

-Soy una tumba—le prometió—pero me gustaría que me dijeras quien es.

-Lo conoces, se llama Arthur Farrera.

- ¿Qué? ¿Arthur? ¿el chico de último grado, que es todo un rompecorazones? ¿en serio? –exclamó sorprendido—pero si él tiene novia...

Anthony dejó escapar una risotada cómica.

-Es su mejor amiga. Finge ser su novia para guardar las apariencias, aunque ha habido veces que ha querido gritar a los cuatro vientos que me ama para poder tomarnos de las manos dentro de la institución, pero me niego a que lo haga.

-Si se aman, no veo el problema. Recuerda que me dijiste que el noviazgo es de dos, no de tres ni de seis—le repitió sus palabras.

-Lo sé, pero este caso es distinto. Arthur tiene un futuro como beisbolista, y si confiesa que sale con otro chico, su carrera se vendrá abajo.

- ¿Y no te duele verlo con esa chica? ¿no quieres besarlo y abrazarlo cuando lo ves en los pasillos?

-Por supuesto que sí. Pero a veces hay que hacer sacrificios en el amor, ¿no crees?

-Créeme que lo sé. Soy el claro ejemplo del sacrificio amoroso, pero como te habrás dado cuenta, no me sirvió de nada. Y no quiero que te ocurra lo mismo, Tony. Mírame: Sacrifiqué muchas cosas y Skyler me pagó sustituyéndome con otro.

Anthony se mordió los labios y carraspeó. Demian tenía razón.

-Vaya, se han invertido los papeles. Antes yo te estaba consolando, ¿y ahora? Me estás consolando a mí, qué locura.

-Si al menos intentaras hablar con él, todo podría ser diferente, apuesto que estará de acuerdo.

-Ay, Demian. Mi situación es más complicada que la tuya y estoy dispuesto a enfrentar cualquier cosa por seguir con él.

- ¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que, si amas a Skyler así como dices... ¡No renuncies a ella! Pelea por su amor. Recupérala. Hablen seriamente y déjense de inmadureces y estupideces, ya que lo único que hacen es lastimarse.

-Ella piensa que de verdad la traicioné con esa chica.

-Fuiste un verdadero idiota al decírselo. Sé que tu dignidad estaba en juego, pero fuiste honesto y fiel a ella, mientras que Skyler no. Tenías puntos a favor, pero lo echaste a perder.

-No me lo recuerdes—se lamentó.

-Entonces, ¿Qué procede? ¿vas a ir a buscarla o te llevo a casa?

-Haga lo que haga en este momento no hará que ella quiera verme, así que me gustaría que me invitaras a tu casa para que pueda dormir. No traje las llaves de mi antigua casa y no quiero encontrarme con mi padre.

-Bien, como gustes.

(...)

Skyler y Clark regresaron a casa a eso de las nueve de la noche; y fue como si hubiera pasado una eternidad luego de la confrontación con Demian en la universidad y en la calle. Y, a decir verdad, ella apenas y era consciente del minúsculo dolor que le molestaba en el pecho. Estaba tomándolo muy bien, aunque dudaba que el día siguiente pudiera estar tranquila. Había roto con Demian, el cual le pareció algo similar a cuando te caes de la bicicleta y te golpeas muy fuerte, pero el dolor es tan intenso que incluso en ese momento no te duele, y cuando comienza a pasar el tiempo, ese dolor arremete con fuerza, dejándote sin aliento y provocándote el llanto. Se podría decir que ella estaba adormecida, aún no sentía la realidad de lo que había ocurrido.

-Al fin vuelven—dijo Rose Brown delante de la televisión. Le bajó el volumen a su telenovela mexicana y los observó— ¿Qué tal les fue?

-Muy bien, mamá. Estaré en mi habitación.

Skyler pasó de largo y se encerró en su alcoba, dejando a Clark a solas con su madre.

¿Por qué no existía un manual acerca de cómo amar a alguien y cómo olvidarlo al mismo tiempo?

Si existiera alguno, Skyler lo leería al derecho y al revés hasta tener las respuestas, evitando ser herida una vez más.

Esa misma noche, se la pasó redactando varios capítulos de su historia hasta quedar realmente agotada. Se quedó dormida con la portátil cerca de su cara y la ropa de salir puesta.

¿De verdad su historia con Demian iba a terminar así, de la manera más ridícula y patética?

¿Acaso no tendrían más recuerdos juntos?

¿No más besos?

¿No más abrazos?

¿Caricias?

¿No más momentos íntimos y preciosos?

¿Él comenzaría a compartir todas sus muestras de cariño a otra chica?

¿A Sasha Clavers?

Todas aquellas dudas fueron las causales por la cual ella se quedó dormida sin si quiera tener el tiempo de ponerse la ropa de dormir.

A la mañana siguiente despertó desorientada y horrorizada al haber tenido una pesadilla en la que Demian la invitaba a su boda con Sasha Clavers en Estocolmo la semana entrante; y al segundo que recibió la invitación, gritó y despertó de inmediato.

¿En serio iba a mandarlo al carajo por haber besado a otra chica, cuando ella misma había hecho lo mismo, pero con un chico?

Los dos habían sido infieles. No había ninguna víctima.

Adormilada, se percató que eran apenas las seis de la mañana y se deslizó fuera de la cama con la intención de buscar los girasoles que Demian le había hecho llegar la tarde anterior.

Fue al sanitario a cepillarse los dientes y la cara antes de salir de su habitación.

Salió de su habitación y fue a la cocina a beber un poco de leche antes de husmear en la basura, donde no halló rastro de los girasoles.

Y con el ceño fruncido, regresó a su habitación, en donde encontró, dentro de un jarrón, en lo alto de su closet, los girasoles de Demian.

Palpó los bolsillos de su pantalón, extrajo la nota y suspiró al releerla.

Demian jamás le hubiera enviado nada si fuese de verdad culpable. Él era muy orgulloso, pero no parecía tener culpabilidad de nada. Es más, Skyler recordó su mirada cuando él le confesó de su traición y notó que, a pesar de que sus palabras sonaron muy sinceras, sus ojos parecían no mostrar sinceridad, sino desesperación, como si se le hubiese ocurrido esa mentira al instante.

Y luego de asimilarlo más a fondo, rio sin ganas y estrujó el papel en sus manos para después botarlos en alguna parte de la habitación.

-Demasiado bueno para ser verdad. Me engañaste, Demian Say. No eras el chico bueno después de todo—masculló entre dientes.

Se puso de puntillas para bajar los girasoles y tirarlos a la basura, pero resbaló y cayó de espaldas con ellos encima.

Resopló indignada al escupir un trozo de la flor que casi se tragó al resbalar.

Enfadada, se incorporó y continuó con su cometido. Reunió los trozos del jarrón y los amontonó en un rincón para tirarlo luego de ducharse.

Entró a darse una refrescante ducha y decidió ponerse ropa mucho más cómoda: Jeans, playera, tenis y sudadera.

Cogió una manzana de la cocina y la sostuvo en su boca mientras llevaba los girasoles a la puerta principal.

Abrió y salió al exterior, no dándose cuenta que alguien, dentro de su coche, la acechaba.

Caminó hasta el depósito de basura y agradeció que estaba abierto y tiró los restos del jarrón, pero no los girasoles.

Se sacudió las manos y le dio un mordisco a su manzana antes de girar sobre sus talones y dirigirse de nuevo a su casa.

-Si te mantienes en silencio y cooperas, juro que no me veré obligado a cubrirte la boca y llevarte conmigo a la fuerza—una voz masculina surgió de la nada y a continuación unas manos que tanto conocía, la inmovilizaron por detrás.

La manzana que ella había disfrutado por un instante, cayó al suelo y rodó hacia el porche de su casa.

-Eres un completo...

Y, como si hubiese sido alguna escena de alguna película romántica o un libro de romance, Demian Say la hizo callar dándole un beso en los labios a pesar de tenerlos lastimados y la atrajo a su cuerpo, sin dejar de acariciarle la cintura.

Y ella no opuso ninguna resistencia, sino todo lo contrario.

No obstante, la realidad de la situación la golpeó con fuerza y lo empujó, no tan fuerte para derribarlo, pero si para apartarlo de su rostro.

-Ya no tienes ningún derecho conmigo, así que lárgate de mi casa y de mi vista—le espetó.

-Te dije que no te llevaré a la fuerza conmigo si cooperas—reiteró.

- ¿Qué quieres de mí? ¿eh?

-Hablar contigo como gente civilizada. Después de que me escuches, prometo traerte de vuelta.

Verlo de pie, frente a ella, con la cara inflamada por los golpes, y vestido estupendamente bien y con su peculiar aroma tan varonil, le fue imposible ignorarlo. Sus ojos chocolate le suplicaron.

-Si a las diez de la mañana no me traes a casa, mi familia se va a preocupar—le advirtió.

-Cuatro horas son más que suficientes para que arreglemos todo esto.

Skyler respiró hondo antes de echar un último vistazo a su casa y subir al coche junto con Demian.

Verdaderamente se había vuelto loca al aceptar hablar con él una vez más, pero, ¿Qué podía hacer?

Lógicamente no iba a perdonarlo ni a volver con él, pero al menos necesitaba una explicación o algo que hiciera que Demian no se viera tan maldito.

Habiendo abordado el vehículo, se encaminaron a alguna parte, bajo el tenue resplandor del sol mañanero, el cual le hizo recordar los días en el que él pasaba por ella para ir a la universidad.

En todo el estúpido trayecto ninguno de los dos se atrevió a hablar, como la primera vez. Esa incomodidad había regresado y a ella no le gustó en lo absoluto.

Demian iba a su lado conduciendo, pero tenía la sensación de que iba con un completo extraño.

Luego de casi cuarenta minutos de camino, él detuvo el coche y suspirando, se quitó el cinturón.

-Ven, acompáñame.

Ella no se había dado cuenta que habían llegado al Parque Golden Gate, que estaba situado un poco alejado del centro de la ciudad, y al que jamás había ido a pesar de vivir en San Francisco desde que nació.

Descendió del vehículo y corrió a alcanzarlo.

- ¿Qué hacemos aquí?

-Por hoy, quiero respirar aire puro en su máximo esplendor. Solo una vez he venido aquí y supuse que te gustaría.

-Es bonito—reconoció—pero no había necesidad de venir hasta acá. Podemos hablar en cualquier parte, incluso en la acera de mi casa.

-Vamos, entremos—la agarró inconscientemente de la mano y tiró de ella hacia una gran entrada.

La sensación que tuvo cuando sintió su tacto fue como un choque eléctrico que le erizó la piel como la primera vez.

Hizo todo lo necesario para poder entrar y en coche se abrieron paso a ese maravilloso parque, donde, increíblemente, había animales muy hermosos. Había búfalos, sí, búfalos.

Skyler no dejó de sonreír al contemplar lo majestuoso que era aquel sitio.

Como todavía era muy temprano, y tanto ella como él aún no desayunaban, decidieron comprar café y rosquillas en un local que apenas estaba abriendo.

Dejaron aparcado el coche y optaron por caminar mientras devoraban sus alimentos en completo silencio.

El aire fresco los despeinaba, pero les llenaba los pulmones de oxígeno puro.

-Estoy dispuesta a escucharte ahora. Habla, por favor—le instó ella al término de su desayuno rápido.

Él, como no podía masticar del todo bien a causa de los golpes, ni si quiera estaba cerca de terminar su rosquilla y menos su café.

-Oh, lo siento. Come tranquilo, esperaré.

No obstante, a ella se le formó un nudo en la garganta al verlo tan vulnerable con esos golpes y la torpeza de sus movimientos gracias al dolor corporal.

-Sostendré tu café mientras comes—se ofreció y él, perplejo, se lo entregó.

Le dio un mordisco a la rosquilla y lejos de saborearlo, trató de lamer un trozo de pan que le había quedado en la comisura de sus labios e hizo un gesto de dolor.

-Permíteme—dijo ella, dejando el vaso con café sobre una roca. Se acercó a Demian y con dulzura le quitó la migaja con el dedo.

- ¿Por qué haces eso? Se supone que me odias—acotó él, acojonado.

Ella retiró las manos de su cara y le dio la espalda.

-Porque sé que necesitas de mi ayuda. No soy una perra desalmada, estás herido y te ayudaré si requieres apoyo de algo.

Luego de sus palabras, pasó unos minutos de silencio, en el que simplemente se escuchaba los canticos de los pájaros y el murmullo del aire contra los árboles.

-Necesito de tu ayuda y apoyo, Skyler—le dijo. Ella se volvió rápidamente, pero no constaba con que él estaría justamente detrás de ella, esperando a que se volteara.

Una de sus manos se desplazó hacia su cintura con firmeza y la atrajo hacia él con determinación, dejando nada que los separara entre sus cuerpos, excepto la ropa.

-Escucha bien lo que voy a decirte, porque no pienso repetirlo dos veces—le murmuró sobre sus labios. Skyler contuvo la respiración y se le dilataron las pupilas— ¿vas a escucharme con atención?

La chica asintió, hipnotizada por sus ojos.

-Yo nunca te traicioné con Sasha Clavers ni con nadie. En mi mente jamás ha pasado esa idea y creo que nunca lo hará. Si de verdad me amas, mírame a los ojos y cerciórate de mis palabras.

Skyler comenzó a temblar de desasosiego e intentó inútilmente de separarse de Demian. Sin embargo, él la obligó a mirarlo a los ojos con salvajismo.

Ella dejó escapar un gemido cuando en un microsegundo, Demian la besó apasionadamente, sin darle tiempo de protestar.

Los labios de Demian Say, pese a que estaban heridos, seguían siendo los mismos: Suaves, deliciosos y muy tiernos. Pero en esa ocasión parecían feroces y sedientos de los suyos.









LO SÉ, ANDO MUY INSPIRADA XD DISFRÚTENLO ^^ 

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