42
Su perfume había cambiado. Olía distinto, pero igual de delicioso.
Sus músculos estaban más definidos y su piel más suave que nunca.
Incluso sentí que me cargaba con una facilidad excesiva.
Eros cogió los girasoles para que Demian y yo tuviéramos un momento íntimo y cercano en medio de la sala.
Yo apenas podía salir del shock sin parar de llorar.
-Mi pequeña princesa-le oí decir en mi oreja mientras me quitaba el cabello del hombro y me besaba el cuello al tiempo que yo sollozaba.
No obstante, mi voz no salía de tanto llorar.
Demian rio y agarrandome de la mano, se sentó en el sofá y me acomodó entre sus piernas.
Acomodé mi frente en su fuerte hombro y le acaricié el pecho con ternura.
Sus brazos me tenían rodeada, protegiendome y mimandome en lo que paraba de llorar.
-No supe nada de ti en muchos días-logré articular entre balbuceos.
Demian apretó los labios y acomodó un mechón de mi cabello detrás de la oreja para verme a los ojos.
Por primera vez en tanto tiempo, volví a sentirme cohibida ante su mirada, como cuando comenzamos a salir.
Incluso el brillo de sus ojos era distinto, más vivo, más maduro y más rudo. Casi no lograba ver al Demian de antes; tierno y risueño.
Ahora era todo un chico de mundo.
Había cambiado tanto en solo un mes.
-Aunque no me creas, no tengo tiempo ni si quiera para quedarme cinco minutos más en la ducha o en la cama-explicó, sin dejar de mirarme-desde que me levanto, tengo que acompañar a la anciana que te mostré para que me ponga al tanto de las nuevas locaciones que se usará para el comercial o me lleva a reuniones con más modelos que van a colaborar y es muy agotador, sumandole que tengo que ir al gimnasio en el tiempo libre que me dan-suspiró-había querido llamarte y verte todos los días, pero no podía hacerlo.
-Te ves tan diferente-me animé a decirle-incluso te hiciste una perforación.
-Necesitaba un poco de modificación. Un cambio, pero si no te gusta, puedo quitarmelo.
-Me encanta-añadí, cortandole las palabras y lo besé en los labios.
Había extrañado tanto besarlo, que me parecía irreal tenerlo conmigo en ese momento.
Ambos nos sentíamos deseosos de fundir nuestros labios y estar juntos el mayor tiempo posible. Y por más que yo quería no pensar en ello, sabía que Demian solo había venido a verme y luego se marcharía nuevamente.
-¿Te tienes que ir otra vez?-jadee cuando dejamos de besarnos.
Él juntó su frente con la mía con la respiración agitada y se mordió el labio antes de besarme una vez más.
-Mañana en la noche sale mi vuelo de regreso. Vine exclusivamente a pasar el día de San Valentín contigo, cariño. No podía estar más tiempo sin ti, y menos en este día que hace honor al amor que siento por ti-acarició mis mejillas y cerré los ojos, evitando llorar.
-Entonces tengo que aprovecharte el mayor tiempo posible-murmuré sobre sus labios y luego lo abracé.
Minutos después, Demian me explicó que no había querido avisarme de su visita fugaz porque no estaba seguro de poder huir de Estocolmo a tiempo, y que era mejor darme una sorpresa.
-Además, te compré algo aparte de los girasoles-dijo.
-No debiste. Yo no compré nada para ti-titubee, ruborizandome.
-Tú no debes darme nada. El haberme aceptado como tu novio es más que suficiente-sonrió y negué con la cabeza.
Se inclinó a agarrar la caja enorme y la depositó en el sofá.
-Abrelo.
Miré hacia el regalo y luego a él, dudando.
¿Qué había ahí dentro?
Comencé a abrir la caja y fruncí el ceño en dirección de Demian cuando vi que había otra caja adentro de la caja.
-¿Más cajas?-le pregunté, riendome.
-Tú continua-me instó, esbozando una sonrisa torcida.
De no ser que Demian vio la hora, y que solo habían pasado dos minutos, juraría que me había llevado una eternidad sacar caja por caja, cada una más pequeña que la otra hasta que llegué a la última, la cual tenía algo escrito al frente.
"Espero que esto te haga siempre recordar que te amo"
Besé a Demian por su bello mensaje y él me guiñó el ojo.
-Es la última. Abrela.
Haciéndole caso, la abrí poco a poco y entorné los ojos.
Había una cajita roja en el interior y se me erizó la piel por completo.
Abrí con manos temblorosas la cajita y encontré un anillo hermoso en el interior; pero lo que más me causó emoción fue que tenía un pequeño búho formado por piedras preciosas justo en el medio.
-¡Es hermoso!-chillé.
-¿Te acuerdas que me diste tu amuleto de la suerte?
-Sí, mi collar de búho.
-Exacto, y es por eso que ahora te doy un amuleto y recordatorio para que sepas que siempre te llevo en mi mente y corazón a pesar de estar lejos de ti. Y cuando te sientas sola, solo tienes que mirar el anillo y saber que yo estoy contigo.
-Es perfecto-murmuré y él deslizó el bellísimo anillo en mi dedo anular. Contemplé mi mano con el anillo y me di cuenta que jamás podría reemplazar a Demian.
-Cada día que pasé allá, besaba el búho que me diste para reconfortarme-agregó con voz tierna-incluso ahora.
No entendí a que se refería hasta que vi como sacaba del interior del suéter mi collar de búho. Es decir, lo llevaba puesto en el cuello pero oculto debajo de su ropa.
-También el anillo significa que eres mía y de nadie más. Me perteneces, así como yo te pertenezco-apretó el collar de búho y le eché los brazos encima.
Estuvimos cerca de media hora abrazados en silencio, contemplandonos el uno al otro sin necesidad de decir nada.
Aquel momento era mágico y excepcional.
-Deberían salir a alguna parte y disfrutar el día-sugirió Eros, acercándose a nosotros.
Demian elevó las cejas y después me miró.
-¿Salimos, amor?-me preguntó.
Yo asentí.
-Sí, pero deja que me cambie. No tardaré-le aseguré.
Eros sonrió y regresó a la cocina muy satisfecho.
Besé a Demian antes de correr a la habitación y ponerme guapa.
El hambre que había sentido cuando me estaba duchado había desaparecido, y en su lugar arribaba un nerviosismo gigantesco.
No podía conciliar que Demian se hallara en el departamento después de un mes de ausencia.
Y con tanta aflicción, mi guardarropa se fue al traste en un intento de elegir algo especial que ponerme.
Entonces escuché la puerta de la habitación abrirse y a través del espejo observé a Demian, que a su vez me devoró con la mirada en el umbral.
Yo andaba en ropa interior, inclinada hacia adelante, a la mitad de mi búsqueda de ropa cuando él comenzó a acercarse peligrosamente.
Se situó junto detrás de mí y cerré los ojos, percibiendo y deleitandome de su cercanía.
-Luces bellísima estando así-susurró en mi cuello y deslizó sus labios a mi oreja, dándome un mordisco.
-Echaba de menos tus caricias-dije con voz ronca cuando él colocó sus varoniles manos en mi cintura y me hizo sentir absolutamente toda su masculinidad por medio de la suave tela de mi ropa interior.
-Vístete rápido para que tengamos todo el día y parte de la noche para nosotros-dijo, dando un paso hacia atrás, dejándome con ganas de estar con él por más tiempo.
Voltee a verlo cuando salía de la habitación con una sonrisa maliciosa en sus labios, sabiendo el efecto que provocaba en mí y sonreí, dándome cuenta que ese acercamiento me había dejado acalorada.
Finalmente, encontré lo que buscaba. Jeans vaqueros y una blusa manda tres cuartos.
Perfecta para la ocasión, o al menos eso pensaba; ya que mi sentido por la moda jamás había sido el mejor.
Dispuesta a verme y sentirme bien conmigo misma ese día, me maquillé; algo que ocurría cada eclipse de sol o lluvia de meteoritos en la tierra.
Pensé en alaciar mi rebelde cabello, pero dejarlo al natural era mejor que nada; así que salí por fin de la habitación y Eros me quedó mirando a mitad del pasillo.
-Te ves hermosa, pequeña.
-Gracias-agradecí y mi estómago gruñó.
-Oh, no has desayunado y piensas salir todo el día-añadió, preocupado-no saldrás de aquí con el estómago vacío. Ven, come algo.
-Eh...
-Vamos. Aunque sea un jugo y una fruta.
Accedí a sus protestas y me vi obligada a comerme una manzada y beber zumo de naranja recién exprimido a regañadientes.
Enjuagué mi boca y le eché un último vistazo a mi atuendo en el espejo de la habitación antes de encontrarme con Demian en la sala.
-Eros-lo llamé. Él dejó a un lado el libro de recetas para acercarse a mí.
-¿Qué ocurre?
-Ya debe estar por venir Clark-apreté los labios-dile que le deseo muchas felicidades porque hoy es su cumpleaños-susurré y Eros asintió-y que no podré felicitarlo en persona hasta que Demian se vaya. ¿Sí?
-De acuerdo. Vete ya, antes de que venga y Demian mal interprete las cosas.
Nerviosa, seguí su consejo.
Avancé hasta Demian y este se levantó rápidamente del sofá al verme.
-Perfecta-me lanzó un cumplido y agarró una de mis manos.
Salimos al porche y por consiguiente, quedé anonadada al contemplar un majestuoso Camaro azul rey aparcado detrás del Jaguar de Eros.
-No me digas que...
-Sí-Demian cortó mis palabras y tiró de mi hacia el coche-lo he rentado por un día y medio, ¿acaso no es grandioso? Algún día compraré uno y saldremos a todas partes los dos.
Su expresión fue lo que más amé de él en ese instante. Parecía un niño maravillado con su juguete nuevo y me encantó la manera en la que me condujo hasta la puerta, la abrió y después cerró como todo un caballero.
El interior del coche era de piel y olía a su nuevo perfume.
Y no sabía si eran los nervios o el perfume lo que me había puesto así: Mareada y llena de ansiedad.
No tenía idea de lo que me pasaba; pero con solo verle el perfil perfecto de Demian me tranquilizaba.
Si él estaba a mi lado, nada podía pasarme.
-¿A dónde vamos?-quise saber, mirando y jugando con el anillo que me había dado. No quería mirarlo a la cara, puesto que me sonrojaría por su belleza; así que me dediqué a centrar mi atención en algo lejos de él.
-Escuché que no has desayunado, ¿quieres ir a desayunar? Después podemos ver a donde ir. Por mí no hay problema, amor.
-Me parece bien-dije.
-Por cierto, ¿cómo vas con tu entrenamiento? Te veo más delgada-observó y alcé la cara para mirarlo.
-Voy bien, supongo. Bajé dos kilos-le informé y desvié rápidamente la vista a mi anillo antes de que él me mirara.
-Ravel debe estar haciendo un trabajo excepcional-le oí decir entre dientes y la velocidad aumentó un poco.
-Sus rutinas me dejan agotada. Casi no pude caminar la primera semana por tanto dolor-suspiré.
-¿Qué clase de rutina te exige hacer para dejarte tan adolorida?-preguntó y noté el cambio radical de su voz.
-Sentadillas, abdominales y mucho cardio-expliqué-y una que otra vez lagartijas.
-Uhmm... ya veo-dijo irritado-aunque me encantaría con toda el alma ser yo quién te esté entrenando, no él.
-No te enfades. Clark está metido en su papel de entrenador, descuida-lo tranquilicé, acariciando su pierna.
-Eso espero, porque no me gustaría que en mi ausencia, aproveche a enamorarte-gruñó y detuvo de golpe el coche ante un semáforo.
Lo miré de soslayo y él se inclinó a mi para besarme arduamente.
-Recuerda-siseó, besandome y luego mordiendo mi labio inferior, donde semanas atrás había estado herido-eres mía, en cuerpo y alma-y tiró de él, haciéndome soltar un gemido.
-Sí-dije, entre cortadamente y bajé la mirada.
-¿Por qué evades mi mirada?
-No lo hago-titubee y lo miré a los ojos.
-Sí, sí lo haces.
-Lo que pasa es que...
Me quedé callada. No sabía que responderle.
-¿Qué?
-Me haces sentir nerviosa-susurré, insegura. Demian sonrió tenuemente.
-Tú me haces sentir calma-me besó nuevamente.
El semáforo cambió a verde y reanudamos la marcha.
Anduvimos por varias calles hasta que Demian se estacionó afuera de un restaurante con mucha familiaridad.
Quise preguntarle como es que sabía a donde ir, pero dejé que me sorprendiera.
Nos tomamos de la mano y fuimos cuidadosos de no pisar lo último que quedaba de nieve en la banqueta.
-No sabía a donde llevarte, así que mientras comías la fruta, busqué rápidamente un lugar adecuado donde desayunar y el gps me ubicó muy rápido-me explicó sin que yo le preguntara.
-Vaya, es un gran detalle-le acaricié el brazo y entramos.
Hacía semanas que había imaginado estar con él otra vez y ahora que estaba a mi lado; no podía pensar con claridad.
Por lo que dejé todo en sus manos y me dediqué a obedecerle.
Desayunamos gustosamente algo que, según diría Eros, es para la comida.
Desayunamos espagueti a la boloñesa.
Y mientras lo hacíamos, tomé un momento para admirar su belleza resplandeciente, que opaca a toda persona atractiva del restaurante, en especial a mí. Y yo no podía sentirme más orgullosa de él en aquel instante.
-He notado que desde hace un rato has estado mirándome con mucha insistencia, ¿tengo algo en la cara?-dijo de repente, tomándome en curva. Se limpió las comisuras de sus labios con una servilleta y sonrió.
-¿Acaso no puedo mirarte mientras comes?
-Desde luego que sí, pero me encantaría que en vez de mirarme, me hablaras de lo que has hecho en este tiempo que no he estado aquí contigo.
-¿Y si mejor me cuentas a mí lo que has hecho en Estocolmo? Porque realmente no tengo nada interesante que contarte. Te he extrañado tanto, lo único en lo que pienso es en ti.
-Oh, cariño-sonrió ampliamente y extendió su mano hacia a mi cara, deslizando su dedo pulgar en mi mandíbula-te prometo que este día te compensaré el tiempo perdido.
No supe bien que quiso decir, pero asentí.
Al término del desayuno, salimos a la calle y notamos que hacia un día increíble.
-Enamorados por todas partes-me dijo, señalando varias parejas con la barbilla que iban andando de la mano riéndose o algunos con globos en forma de corazón o peluches.
-Suerte que nosotros sentimos más amor que ellos-bromee.
-Suerte que te tengo conmigo para pasar este día. Ningún San Valentín había sido tan hermoso como este.
-¿Nunca disfrutaste este día con tus antiguas novias?-pregunté justo cuando nos metíamos al coche.
Demian curvó las comisuras de sus labios hacia abajo y negando con la cabeza, puso en marcha el coche.
-La verdad no. De hecho, siempre trataba de terminar mis relaciones antes de este día.
-¿Por qué?-fruncí el ceño.
-Porque no me nacía comprarles algo y festejar el día. Simplemente me parecía ridículo.
-Uhmm...
-¡Hey!-exclamó al ver mi expresión acusadora-ni si quiera pienses que me parece ridículo festejar este día contigo porque es todo lo contrario. Skyler, había querido pasar un San Valentín contigo desde que te conocí y otro de mis deseos se me cumplió; por lo que te prohibo pensar cosas negativas.
-No estoy pensando nada-mentí.
-No me veas así. Mis antiguas parejas no significan nada y lo sabes.
-Lo sé. Me amas a mí y eso me encanta, aunque me gusta escuchar que me lo digas.
-Te amo. Te amo. Te amo-gritó con fuerza y solté una carcajada-¿quieres que lo grite más fuerte?
-¡No!
Ambos reímos y luego de unos minutos, nos centramos en el dilema de donde pasar el día de San Valentín.
-Me encantaría estar contigo en un lugar privado, donde no haya nadie que nos moleste-sugirió con voz seductora. Habíamos aparcado en un sitio solitario para poder pensar-tal vez en algún hotel...
-¡Demian!-me ruboricé-son las once de la mañana como para estar pensando en cosas...
Dejé de hablar al segundo que sentí su mano desplazarse por mi muslo, apretandolo suavemente.
-Más de un mes sin ti me tiene loco, Skyler.
-También yo, pero estamos en medio de la calle y...
Perdí total control de mis palabras cuando Demian se atrevió a besarme el cuello y deslizar sus dos manos en mi cintura.
-Tiene los cristales polarizados-susurró, en un intento de hacer que yo cediera ante sus encantos.
-Nos van a ver-logré decir, presa de sus besos.
En eso, justamente en el instante que había decidido hacerle caso a su seducción, pasaron varias personas en la acera, charlando animadamente y mirando el coche con admiración.
Nos separamos rápidamente y escuché a Demian gruñir.
-Te lo dije-canturré.
Nos movimos de ahí, Demian con la esperanza de encontrar un lugar en donde poder estar y yo pensando en el recado que le encargué a Eros para Clark.
-¿Qué te parece si vamos al cine?-propuse, luego de un rato de dar vueltas.
-Bien pensado.
No importaba el lugar al que fuéramos, a mí lo único que me interesaba era estar con Demian. Sentirlo a mi lado, saber que lo tenía solo para mí.
Ver su bello rostro, su deslumbrante sonrisa y sus cálidos ojos.
Escuchar su risa tonta cuando se le ocurrían tonterías o nada más saber que estaba ahí.
Vimos la película de 50 sombras más oscuras, la cual fue una mala idea, ya que la ansiedad y tensión sexual entre nosotros aumentó; pero logramos mantenernos al margen.
Aparte de nosotros, habían más parejas cachondas besándose a hurtadillas o acariciandose de una manera indecente.
Reí entre dientes al ver como una chica había tenido que morderse la mano para no soltar gemidos al momento que su novio le metía la mano en su escote y aparté la mirada en cuanto notaron que yo los observaba.
-Apuesto que todas las parejas de esta sala van a ir corriendo a un hotel o a sus casas a hacer lo mismo que Christian Grey-me dijo Demian al oído cuando los créditos de la película habían comenzado a salir en la pantalla.
-No lo dudes-reí, señalandole con la mirada a los dos chicos excitados que casi corrían a la puerta de salida en medio de la poca oscuridad.
Cuando salimos, dimos una vuelta a todo el centro comercial y me sentí un poco cohibida; puesto que el porte y atractivo de Demian había aumentado un 100% desde que se fue a Estocolmo y una gran cantidad de mujeres de todas las edad reparaban en él mientras caminábamos tomados de las manos en todo el centro comercial.
Junto a él, yo era un borrón amorfo en el que nadie reparaba.
Por un lado estaba bien, ya que jamás me había gustado ser el centro de atención; pero por otro, quería que se dieran cuenta que yo era su novia y que me amaba.
Aventuré a besarlo por sorpresa y él rio.
-¿A qué se debe ese arrebato de amor?
-Quiero que todos sepan que eres mío-farfullé y Demian alzó las cejas con vacilación.
-¿Y esto no crees que les da una idea?-levantó nuestras manos entrelazadas y después me besó el dorso de la mano derecha.
-Pero quiero que vean que nuestro amor es más grande que los de ellos.
Sabía que las palabras que salían de mi boca eran estúpidas, pero no hallé una excusa ideal para justificar mi locura.
-A nadie tienes que demostrarle que nuestro amor es grande. Tú y yo lo sabemos y es suficiente, ¿no lo crees? Es decir, mientras nos amemos, nada más importa, amor.
-Lo que pasa es que...-titubee.
-¿Qué?
Demian se detuvo para mirarme de frente y yo apreté los labios.
-¿Y bien?-me agarró de las mejillas y me obligó a mirarlo a los ojos. A sus cálidos ojos cafés.
-Me siento eclipsada por ti.
-¿Eh?-se mostró confundido.
-Es que estás más guapo que nunca, todos y todas te miran con admiración, y siento que...en algún momento vas a cambiar conmigo. No sé, tengo un presentimiento horrible. Estoy asustada realmente porque no quiero perderte poco a poco-balbucee, dejándolo atónito.
-¿Pero de qué hablas?-juntó las cejas con desdén.
-Presiento que cuando seas famoso, ya no vas a querer volver a buscarme como ahora.
Demian puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiro de frustración.
Pensé que se apartaría de mí, pero fue todo lo contrario.
Me besó de una manera feroz, hambrienta y voraz en medio del centro comercial sin importarle que muchísimas personas estuvieran mirándonos.
Y cuando dejamos de hacerlo, me envió una mirada fría.
-Parezco disco rayado diciéndote lo mismo una y otra vez-replicó, fastidiado. Fruncí el ceño e intenté empujarlo, pero no me soltó-estaría loco si te cambiara por alguien más. Esperé por ti diez años, Skyler, y lo sabes. ¿Crees que seré capaz de reemplazar a la chica que he amado desde que era niño?-al decir esas palabras, no parpadeó ni titubeó, lo dijo con tal seguridad que me sentí una tonta. Lo único que yo hacía era estropear lindos momentos por mi paranoia.
-Perdona-musité, sintiéndome la chica más tonta. Agarré sus manos que estaban en mis mejillas y las acaricié-lo que pasa es que me entró un bajón de autoestima al verte tan radiante, tan guapo, tan perfecto... y siendo imán de miradas.
-Oh, vamos-sonrió y me abrazó con fuerza-sido siendo el mismo. Tal vez lo diferente en mi es el piercing. Pero me lo quitaré si no te sientes bien con el hecho que lo use.
-Estoy siendo paranoica. No me hagas caso-repliqué con la voz apagada por estar pegada a su pecho-te ves espectacular.
-Podría ponerme un cartel en el pecho donde diga "Skyler Newton es mi novia. Alejense de mí, perras". Por mí no hay problema realmente-vaciló.
-No digas tonterías-reí-olvida lo que te dije y continuemos disfrutando este día.
No estaba segura si mi paranoia iba a mantenerse tranquila por un buen rato, ya que a pesar de que le prometí no pensar en cosas absurdas, no podía pasar por alto las miradas insistentes de mujeres de todas las edad sobre él.
Después de disfrutar la mayor parte de la tarde dando vueltas por el centro comercial, nos dio hambre y optamos por ir a comer a algún sitio.
Muchas parejas de novios siempre han pensado que comer o cenar en restaurantes lujosos es lo máximo, que conllevan su relación a otro nivel de formalidad; pero deberían de saber que, con el solo hecho de estar juntos, es más que suficiente. Preferible el amor sincero, que el materialismo.
Sin embargo, Demian se empeñó en llevarme a un restaurante lujoso y no pude negarme.
-¿Pizza?-reí ante su sugerencia. Él asintió con ansiedad y con una sonrisa dulce-¿en serio? Estamos en un restaurante carísimo y...¿quieres que pidamos pizza?
-¡Sí!
-Está bien. Amo la pizza-asentí, dándome gracia su mirada de anhelo.
Pedimos la pizza y esperamos pacientemente.
No obstante, minutos después de que pedimos nuestra orden, Demian acercó un poco más la silla y se inclinó sobre la mesa para decirme algo.
Me acerqué a él y alcé las cejas.
-Tiene más de un mes que no he podido darme el lujo de comer lo que a mí me gusta. Y créeme que esta es mi única oportunidad de desmedirme.
-Oh, ya veo. De todos modos yo no como pizza comúnmente, así que está perfecto.
Posteriormente; cuando terminamos de comer, se nos ocurrió la maravillosa idea de ir al parque, que hacia semanas había estado congelado para dialogar y estar más juntos que nunca, ya que ambos no conocíamos a la perfección Vancouver.
Mientras esperábamos a que un semáforo cambiara a verde, Demian recibió una llamada sospechosa a mi parecer. Murmuró algunas palabras y colgó de inmediato, y cuando le pregunté quién le había llamado, se encogió de hombros y contestó que alguien sin importancia.
Abatida, le creí.
Llegamos al parque semi congelado y bajamos con cuidado.
Aún había escasa nieve por algunos rincones y el lago estaba descongelado, pero aún se lograba sentir el aire fresco que despedía el ambiente; y como no llevaba suéter, comencé a tiritar.
-¿Sientes frío?-me preguntó.
-Un poco. Pero es reconfortante.
-¿Quieres mi suéter?
-Estoy bien-le aseguré-mejor siéntate y contemplemos el atardecer.
El cielo estaba poniéndose color violeta, una fusión de naranja, amarillo y diferentes tonos de azul. Un espectáculo bellísimo.
Nos sentamos justamente en el tronco de siempre y suspirando al mismo tiempo, nos abrazamos.
Sus brazos me dieron el calor necesario para no sentir frío y me animé a besarle la mejilla.
El la luz de un farol se reflejó en mi anillo y me dediqué a observarlo con detenimiento.
-¿Qué es lo que más te gusta de mí, Demian?
-¿Sólo una cosa?
-Sí, solo una-susurré, recargando mi cabeza en su hombro.
-Uhmm...
Se quedó pensativo y yo continué contemplando mi anillo.
-Todo.
-¿Qué?
-Todo-repitió. Voltee a verlo-me gustas completa.
Sentí el rubor escalar mis mejillas y oculté mi cara en el hueco de mi hombro.
-¿También te gusta mis cambios de humor repentinos?
-También, por supuesto-afirmó, riéndose-es lo que te hace ser tú.
Luego de unos minutos, el cielo se volvió completamente oscuro y silencioso. Ráfagas de aire helado nos envolvió y nos abrazamos con más soltura.
-¿Qué hacemos ahora?-le pregunté.
-¿Quieres que vayamos al departamento de Eros o quieres que pasemos la noche en otra parte?-murmuró en mi oreja de una manera tan sutil que se me erizó la piel.
-Pasar la noche-repetí, incapaz de contener la risa.
Él bajó la mirada hacia a mi y arqueó la ceja donde residía su nuevo piercing, viéndose sumamente guapo.
Cualquier cosa que Demian me propusiera en ese momento aceptaría sin dudarlo, incluso lanzarnos de un acantilado.
¿Quién se negaría a ese chico de dulces ojos chocolates y sonrisa traviesa?
-Claro-acepté-pero necesito pasar al departamento de Eros.
-¿Es tan necesario?
-Sí.
***
-Lo digo en serio, chico. Ella no creo que vaya a pasar la noche aquí-le repitió Eros por tercera vez al verlo sentado en el porche de su departamento en la espera de Skyler.
-Pensé que era un poco importante para ella-murmuró, con un poco de tristeza en su voz y a la vez con reproche.
-Escucha-Eros se sentó junto a Clark y le palmeó el brazo-Skyler te tiene en un altar, eso no lo dudes; pero ama a Demian. Es su novio y él vino desde lejos para pasar el día con ella. ¿Qué esperabas que Skyler hiciera, si ha estado extrañandolo durante más de un mes?
-Lo entiendo-asintió-pero ni si quiera me felicitó. Sé que parece tonto, pero la única felicitación que esperaba era la de ella.
-Me dijo que te felicitara.
-Ya sé, pero...
Se quedó en silencio y negó con la cabeza con las mandíbulas tensas.
-A ver, voy a preguntarte algo y quiero que me respondas con la verdad.
Clark chasqueó la lengua y volteó la cara a otra parte.
-Clark-sentenció Eros de hito en hito-¿te ha comenzado a gustar Skyler, tu fan número uno?
En el capítulo anterior no llegamos aún a los 50votos:( Espero que en este si.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro