39
Lo que sucedió segundos después de ese arrebatado momento en el que Skyler saboreó la suavidad de los labios de Clark, fue muy dramático.
Unas manos con perfecta manicura y un perfecto esmalte color rojo la hizo separarse bruscamente de Clark, llegando casi al grado de caerse hacia atrás, encima de las bicicletas, pero gracias a que Clark se negó a soltarla, se mantuvo en su sitio con el corazón agitado.
-¡Eres un infeliz!-le gritó Joanna a Clark-¿Cómo pudiste dejarme por esta poca cosa?
-Te dije que había conseguido a alguien-espetó él, empujando a Skyler fuera del alcance de Joanna.
Su amigo Dexter miraba anonadado la situación sin saber que hacer, puesto que el grito de Joanna había sido escuchado por todo el gimnasio entero.
-¡Ya sabía que era con esta zorra! Se la pasaba resbalandose sobre ti en tus redes sociales y por fin logró su cometido de meterse entre nosotros-chilló encolerizada.
-Baja la maldita voz-siseó Clark-lo nuestro acabó. Estamos libres de hacer lo que queramos con quién sea.
-Dijiste no hace mucho que me amabas muchísimo-balbuceó, apunto de llorar.
-Me equivoqué. Lo siento.
-¿En serio lo que tuvimos nunca significó nada para ti?
-Fue increíble los momentos que pasamos, pero tienes que entender que los noviazgos terminan a un determinado tiempo. No todo es eterno, cariño.
-Dímelo de una vez, Clark-insistió Joanna con el rostro húmedo-¿desde cuando fue que dejaste de quererme?
-Desde que viajé a Nueva York-le contestó él con frialdad-te un tiempo para otro te volviste insoportable. Comenzaste a asfixiarme y a desear tenerte lejos.
-Mientes. Estoy completamente segura que fue por culpa de ella-señaló a Skyler y trató de golpearla, pero Dexter la tomó del brazo y Clark se interpuso para defender a Skyler de ser necesario.
-Lo mejor será que te marches. No tienes nada que hacer aquí, a menos que hayas venido a hacer ejercicio, pero lo dudo-dijo Clark, claramente molesto.
-¡Te odio, Ravel! ¡Te odio! Ojalá nunca hubiera ido a tu maldita Universidad y así jamás conocerte-le gritoneó con todas sus fuerzas. Skyler percibió el gran dolor detrás de sus palabras y deseó no haberle hecho caso a Clark de hacerse pasar por su novia solo para hacer pedazos el corazón de esa chica.
Joanna les envió una mirada herida entre lágrimas y salió corriendo del gimnasio azotando la puerta de cristal de la calle que hizo un estruendo terrible.
El amigo de Clark tuvo que hacerse cargo de hablar con el dueño del gimnasio por el incidente y los gritos que habían puesto en juego la reputación del lugar; mientras que Skyler y Clark se quedaron callados sin saber que añadir.
A ella ya se le había pasado las ganas y la motivación de entrenar y a él las ganas de estar ahí.
-Lamento haberte besado y que presenciaras este episodio-se disculpó con ella-ve a cambiarte, te llevaré al departamento de Eros.
La chica asintió y recogió la mochila del suelo para ir al vestidor.
Y en lo que regresaba, Clark suspiró con estrés, deseando poder resolver las cosas de una manera distinta.
Lo único que había logrado era hacer pedazos el corazón de Joanna besando a su fan número uno en los labios.
Harto, se frotó la cara bruscamente y negó con la cabeza.
¿En verdad ya no quería a Joanna o solo se estaba dejando llevar por la presencia increíble de su fan?
Por mucho, Joanna le llevaba muchísima ventaja a Skyler en lo que concernía la belleza, pero Skyler simplemente lo admiraba, Joanna lo amaba.
-Eh, ¿Clark?
La suave voz de Skyler lo hizo respingar.
-¿Sabes? No creo que el administrador y el dueño se enfaden si nos vamos ahora a hurtadillas.
-¿Qué?
-Escucha-alardeó con impaciencia y la miró a la cara, y vio un brillo extraño en los ojos de ella que lo hizo titubear y apartar la mirada-sólo salgamos de aquí. Es todo lo que te pido.
-Claro, sí. Adelante, vámonos-murmuró, acercándose a él.
Deslizándose hacia la puerta, Clark se despidió de Dexter con un ligero apretón de manos.
-Hablé con Xion, no se preocupen-los tranquilizó.
-Gracias, pero de todos modos ya nos vamos-añadió Clark con desdén.
-Está bien, hermano. Es lo mejor, cuídate-dijo su amigo y miró a Skyler-adiós.
Los dos jóvenes abandonaron el gimnasio con expresión taciturna.
Skyler ni si quiera tenía el valor de mirarlo y él apenas y se percataba del desasosiego de ella, ya que lo único que tenía en la mente era el rostro herido de Joanna.
Ella se subió al Jeep, pero Clark se quedó un momento afuera, meditando.
Skyler se asomó por el cristal y una sensación cálida surgió mientras lo observaba. Parecía un niño pequeño al que le acababan de regañar o de quitarle su juguete favorito.
Aún tenía presente el beso que le había dado de imprevisto, pero eso justificaba el anhelo de hacerlo sentir bien.
-¿Te sientes bien?-le preguntó.
Hasta ese instante él reaccionó y asintió de manera mecánica.
Se subió y comenzó a conducir con las manos apretando el volante con fuerza.
-¿Estás seguro que te sientes bien?-insistió Skyler.
-¿Honestamente?
-Sí.
-No lo estoy-respondió con una irónica sonrisa.
-¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?
-No, no te preocupes. Lo que necesito es sobrellevar bien lo que ocurrió, eso es todo.
-¿Aún la quieres?
-¿A Joanna?-volteó a verla y ella asintió-no. Pero debo reconocer que me dolió verla en ese estado.
-Te dije que no era una buena idea hacerme pasar por tu novia; además, debo recalcar que, ¡El beso no estuvo acordado!-exclamó, sintiendo como le subía el rubor a la cara de solo recordar el beso.
-Fue lo primero que se me ocurrió-vaciló, más tranquilo-discúlpame.
-Disculpado. Y ese será un secreto.
-Claro, pero mira el lado bueno.
-¿Cuál lado bueno?
-Te besé.
-¿Y eso es el lado bueno?-inquirió con sorna.
-Por supuesto. Creo que ninguna admiradora mía tiene tanta suerte como tú en este momento.
-Fue tu idea, no mía-recalcó.
-¿Podrías, al menos, mantenerte tranquila y no acusarme de algo en los próximos diez minutos?-le rogó-me está estallando la cabeza.
La chica cerró la boca a regañadientes y se mantuvo callada en el trayecto hacia el departamento de Eros.
Y hasta en ese instante se percató que había salido del departamento sin desayunar y su estómago comenzaba a emitir ruidos, señal de protesta por falta de alimento.
-¿Qué es ese gruñido?-cuestionó él, sin verla, ya que estaba demasiado ocupado conduciendo como para mirarla.
-Mi estómago.
-¿Tienes hambre?
-Sí, pero en cuanto llegue al departamento comeré algo.
-No me digas que aceptaste venir al gimnasio sin si quiera haber bebido al menos un jugo.
-Estabas muy desesperado y pensé en hacerte el gusto de no tardar nada.
A los pocos segundos, Clark dobló en una calle, cambiando la dirección del destino.
-¿A dónde vamos?
-No puedo permitir que, por mí culpa, te enfermes. Mínimo deja que te lleve a desayunar, aparte debo conseguir tu disculpa de una manera más seria, ¿no crees?
-En estas circunstancias no puedo negarme porque de verdad muero de hambre.
-Esa es mi chica admiradora-la elogió y en un arrebato de emoción, Clark estiró su mano vendada y le acarició tenuemente la mejilla, pero al darse cuenta de su acción, retiró su mano rápidamente-lo siento, es la costumbre.
-Descuida, ¿así acariciabas a Joanna?-quiso saber Skyler con voz tranquila, pero por dentro estaba temblando de nervios.
-Es algo privado, pero sí. Me encantaba acariciarle la cara cada que decía algo tierno o patético.
-Así que dije algo patético.
-Sí-se burló.
-¡Ay! No te golpeo solo porque no estoy en mi país y pueden arrestarme.
Clark rio, pero no una risa burlona como siempre solía hacer para fastidiarla, sino una risa genuina y llena de humor, incluso contagiosa.
Skyler perdió la batalla de resistencia y rompió a reír con él. Y entre risa y risa, se dirigieron a una cafetería pequeña, y hogareña, en la que pocas personas, según Clark, llegaban a toda prisa a comer algo antes de marcharse a trabajar.
La nieve escasa los hizo resbalar al bajar y tuvieron que agarrarse de la mano por un segundo para estabilizarse.
Abrieron las puertas corredizas y entraron.
Tal y como él había predicho: Había escasa gente sentada y dispersa en todo el esplendor de la cafetería y tomaron lugar en la mesa más próxima a la ventana que daba a la calle y donde Clark tenía una magnífica vista de su Jeep.
Un hombre maduro se acercó a ellos con la carta del menú y sin decir una palabra, los esperó pacientemente a que ordenaran.
Clark hojeó la carta y silbó, pensando que pedir, no obstante; la miró.
-Ordena lo que quieras.
-Sí, pero no sé que elegir-se mordiqueó el dedo pulgar sin dejar de leer el menú-todo es más dulce que salado.
-Puedes probar...
-¡Se me antoja un omelette!
El mesero elevó una ceja en dirección a ella y después le echó un vistazo a Clark con un poco de impaciencia.
-Serán dos de lo que pidió ella, por favor-dijo Clark, sonriendo-y dos cafés americanos.
-El mío muy cargado-le recomendó ella y el hombre asintió mientras anotaba la orden y se llevaba las cartas del menú.
Ambos se miraron brevemente y decidieron sacar sus teléfonos para matar el tiempo.
No obstante, la acción que efectuó ella dejó muy desconcertado a Clark, puesto que Skyler tomó uno de los panecillos de la cesta y le lanzó un trocito a la cara, para después reírse por su expresión de desasosiego.
-¡No seas amargado!
-Cada minuto que pasó contigo me sorprendes más y más-reconoció, sacudiendose las migajas de pan pero con una radiante sonrisa en los labios.
Ella asintió y le lanzó otro trozo de pan, y Clark, como buen chico de buenos reflejos, logró esquivarlo, haciendo que el pan cayera en el plato de sopa de una anciana, la cual no se percató por estar hablando con su acompañante.
Skyler estalló en carcajadas y Clark tuvo que agachar la cabeza y morderse la lengua para no reír.
-Nos van a correr de aquí.
-¿Acaso importa? Lo único que quiero es que te rias y pienses en cosas divertidas. No es bueno estar deprimido, te lo digo por experiencia propia.
-Demian te ha puesto deprimidad varias veces, ¿no? Y siempre por mi culpa.
-Te diría que no es así, pero lamentablemente sí. La mayoría de veces es por ti-bajó la mirada-sabe que has sido importante para mi desde antes de estar con él y no le gusta.
-¿Y sigo siendo importante para ti en este momento?-le preguntó.
Ella, sintiéndose una cosa diminuta, titubeó, negándose a mirarlo.
-Eres y seguirás siendo siempre mi amor platónico.
Alzó un poco la cabeza para ver la expresión de Clark y frunció el ceño al verlo recargado sobre su puño, con la cara inclinada hacia un lado y sus ojos mirando fijamente a los suyos sin ninguna sonrisa de por medio.
Él parecía estar estudiandola y también las palabras que acababa de decir.
Sin embargo; la comida llegó a los pocos segundos y no tuvieron tiempo de continuar conversando de ese tema, pero Clark planeó sacarlo a relucir una vez que estuvieran dentro del Jeep.
"Desayunaron" en silencio, saboreando el buen gusto y sazón del omelette y sonriendose de vez en cuando al cruzar por accidente las miradas.
Al término del desayuno, Clark pidió otro café para llevar y salieron de ahí más que satisfechos.
La escasa nieve resultó muy resbalosa y casi patinando lograron abordar el Jeep, no obstante, cuando Clark subió, parte de su café se derramó en el asiento y el suelo, haciando que él gruñera.
-No pasa nada. ¿Tienes algún pañuelo?-dijo Skyler.
-En la guantera.
La chica rebuscó en ese sitio y sacó una caja nueva de kleenex. Y con dos pañuelitos logró quitar la mayor parte de la mancha, dándole acceso a que Clark se sentara sin ninguna preocupación.
-Gracias, aunque me costará una fortuna cambiar toda la tapicería por la mancha.
-¿Ves lo que ocasiona la depresión y el estrés?
El chico volteó a mirarla con ironía.
-Mi mano se golpeó con la puerta y por eso cayó el café-dijo.
-Eres la primera persona que conozco que no puede quedarse callado un momento.
-Ya encontraste a tu igual-le informó, poniendo en marcha el Jeep.
-¿A qué te refieres?
-Tú tampoco cierras la boca ni un segundo-rio.
Clark se encargó de llevarla al departamento de Eros de inmediato, puesto que tenía un asunto que arreglar, y Skyler se imaginó que ese asunto tenía nombre y apellido: Joanna Boston.
Cuando aparcaron en la acera del departamento, ella se quedó un segundo sopesando la idea de aclarar lo que había pasado entre ellos, pero al final de cuentas decidió hacer caso omiso y dejarlo en el olvido, ya que no significaba nada.
Sin embargo, la mano de Clark se cernió rápidamente en su antebrazo, impidiendole bajar, a lo que ella volvió el rostro hacia él con expresión perpleja.
-Quiero disculparme por el arrebato de ese rato en el gimnasio.
-¿Te refieres al beso?-ella se acomodó nuevamente en el asiento y cerró la puerta.
Él asintió, pero no la soltó.
-Sí. Pensé que me golpearías, pero hiciste una promesa de ayudarme y agradezco infinitamente que hayas accedido a ese impulso. Y quiero que sepas que ya no te molestaré más con ello, ¿de acuerdo? El plan funcionó perfectamente.
Sus palabras sonaban muy sinceras y a la vez tristes.
-Descuida, por algo eres mi Supermodelo favorito, ¿no? Era mi deber ayudarte-le sonrió dulcemente-y ya no pienses más en eso, ve a casa y relájate.
Por alguna extraña razón, ella se sentía muy bien conversando con Clark de sus angustias, tal y como siempre había deseado.
-Mañana si quieres podemos ir a alguna parte para que te distraigas-le ofreció-el ejercicio puede esperar.
-De ninguna manera-negó con la cabeza-debes ejercitarte, Skyler-esbozó una sonrisa-pero luego podemos ir a ver una película al cine.
-Estupendo, aunque quiero que me jures que no vas a dejar que Joanna te entristeza la existencia.
-¿Jurartelo?
-Sí. Juramelo.
-De acuerdo-la soltó del brazo y la miró a los ojos-juro que no dejaré que Joanna me ponga triste.
Todo miedo, pena y temor hacia Clark se había desvanecido. Ahora podía mirarlo a la cara sin ponerse tan nerviosa como al principio, claro, aún tenía nervios, pero le era más fácil hablar con él en ese momento.
-¿A la misma hora de siempre?-le preguntó.
-Vendré a las diez, para que te de tiempo de bañarte tranquilamente y sin aflicciones.
Skyler asintió y se acordó de que no tenía ropa deportiva y solamente la que él le había dado, ya que sin darse cuenta, llevaba consigo la mochila deportiva con el conjunto dentro.
-Y sobre mi ropa deportiva...
-Puedes usar la que te di y este sábado podemos ir a comprarte los que tú desees.
-No es necesario que me acompañes. Eros puede llevarme.
-Soy tu entrenador y necesitas de mi visto bueno-le guiñó el ojo-además estaré haciendo lo que quieres: Distraerme.
Aquello era celestial e increíble. Apenas y podía asimilar estar en esa situación sin pensar que estaba soñando o muerta.
Clark Ravel no quería dejarla ni un segundo sola y eso le agradaba.
Su modelo favorito.
Su amor platónico.
Su crush.
Pero eso no le impidió pensar fugazmente en su amor verdadero, Demian Say.
Y con una sonrisa cálida, se inclinó a Clark y besó su suave mejilla a modo de despedida.
-Bien. Te veo mañana a las diez en punto.
-Diez en punto-repitió él y antes de que ella bajara, le entregó las llaves del departamento de Eros.
Se despidió nuevamente de Clark desde el porche y entró al departamento. Escuchó el motor del Jeep marcharse y se dejó caer en el sofá, exhausta.
Le dolía todo el cuerpo y tenía unas incontrolables ganas de dormir.
Agarró la mochila deportiva y arrastrando los pies fue al área de lavado para dejar como nuevo el conjunto para entrenar.
Y mientras la lavadora hacia su trabajo, se cambió de ropa y fue al sofá a ver alguna película.
No obstante, al poco rato, la puerta principal se abrió y apareció Eros con el rostro congestionado de sueño.
-¿De dónde vienes?-lo cuestionó, sin apartarle la mirada de encima.
-De una junta-gruñó en respuesta y bostezó-¿y qué tal el primer día de entrenamiento?
-Fatal y a la vez emocionante-le brillaron los ojos y Eros le envió una mirada maliciosa-no me mires así-se ruborizó.
-Y pensar que te negaste muchas veces y mira, ¡Resultó que te gustó ser entrenada por Clark Ravel!
Skyler escondió el rostro entre sus rodillas para que Eros no notara el rubor excesivo en sus mejillas y soltó un suspiro de agobio.
-Mejor dime, ¿por qué últimamente sales y no vuelves hasta días después?-asomó la cara para mirarlo.
Eros, soltando un resoplo, se sentó frente a ella. Traía la camisa desabrochada y el cabello revuelto.
-Vuelvo el mismo día, es solo que tú siempre estás dormida y prefiero no levantarte.
-Una Junta no dura una eternidad.
-¿Quieres saber la verdad?-soltó, aturdido.
-Sí.
-Me he estado quedando en casa de Jack.
-¿Por qué?
-Porque no me siento del todo bien. Prefiero estar ahí y acosar a Jack con mis problemas que a ti, pequeña.
-¡Se supone que somos amigos! E incluso planeas ser parte de mi familia-exclamó, tomandolo por sorpresa-deja que te ayude, quizá si te abres un poco a mí, podré ayudarte o al menos acompañarte en tu desasosiego.
Poco a poco, el semblante sombrío que había demostrado Eros se fue disipando, dándole paso a su expresión alegre de siempre.
-Son problemas que, con el paso del tiempo, lo sabrás y entenderás-se limitó a responderle-y agradezco tu preocupación.
Y al no encontrar algo que decirle para reconfortarlo, se quedó mirándolo con ganas de abrazarlo.
Parecía mentira, pero se dio cuenta que a pesar del poco tiempo que llevaba de conocerlo, ya lo quería y lo miraba como su propia familia, pero ella era demasiado tímida hasta llegar al grado de parecer muda como para atreverse a decírselo y mucho menos a abrazarlo por iniciativa propia.
Eros se acercó a acaricarle la cabeza como muestra de cariño y después la dejó sola en la sala con sus propios pensamientos.
¿Por qué los canadienses tenían que deprimirse y no hablar sobre ello?
Guardarse los problemas era uno de los mayores conflictos que podía existir, puesto que al guardarlo todo para uno mismo, a la larga, esos pensamientos tóxicos te destruyen desde adentro.
Al siguiente día, se levantó a las ocho en punto gracias a su alarma.
Y mientras se despertaba del todo, vio un mensaje de texto de Demian que la hizo sonreír.
"Te amo. Ten un excelente día, bonita."
Aquel era uno de los pocos mensajes que había recibido de él en la semana y la motivó a afrontar el nuevo día.
Cargó el teléfono y se apresuró a arreglarse. Pero en el proceso de ello, alcanzó a escuchar el sonido de la puerta de enfrente cerrarse y corrió a interceptar a Eros antes de que este se marchara a hurtadillas sin decirle nada.
-¡Hey!
Eros saltó del susto a la mitad del pasillo cuando ella le habló.
Él ya se había duchado y vestido de una manera tan elegante como solía estar siempre, y ella se sintió desilusionada al ver que Eros había tenido la intención de fugarse sin hablarle si quiera.
-Pensé que continuabas dormida-se excusó, dándole la espalda y fingiendo ver su teléfono.
-No. Me estoy alistando para mi entrenamiento-replicó-¿y a dónde vas han temprano?
-Esta vez no pienso tardar mucho. Estaré aquí para cuando regreses, te he dejado una llave de repuesto en la isla de la cocina-evadió su pregunta y reanudó la marcha hacia la puerta.
Le pareció muy extraño su comportamiento y le hubiese gustado quedarse a meditar al respecto, pero Clark llegaría pronto y tenía que estar lista para cuando él llegase.
Al término de su labor de cambiarse, bebió un poco de café de la tetera y aguardó en la sala con el teléfono en sus manos.
De pronto, le llegó un mensaje de WhatsApp de Clark Ravel.
"Estoy afuera"
Aliviada, agarró la mochila deportiva, le puso llave y salió al porche.
Había menos nieve que el día anterior y menos frío.
Como estaba tan absorta, no se dio cuenta que el Jeep de Clark no estaba por ninguna parte hasta que miró hacia la calle, la cual estaba desierta y frunció el ceño.
-Si tú no estuvieras aquí y no te hubieras interesado en Clark, él y yo aún seguiríamos juntos.
La voz mezquina de Joanna la puso a la defensiva a pesar de haberla tomado por sorpresa.
¿Qué hacia ella ahí y por qué le había mandado un mensaje a través del teléfono de Clark?
-No tengo tiempo para tus quejas, estoy ocupada-trató de darle el avión de la manera más sutil, pero no funcionó, porque eso provocó que se avivara más la llama de la locura de esa chica.
-Clark recibió un mensaje tuyo diciéndole que no ibas a entrenar hoy porque te sentías mal-dijo Joanna con malicia.
-En ningún momento le he enviado nada-le espetó Skyler.
-Exacto. Así como él tampoco te envió ningún mensaje hace un momento.
-¿De qué demonios hablas?
-Verás-dijo, su mirada del color del cielo se intensificó y adoptó un brillo malicioso. Su largo cabello estaba recogido en una coleta mal hecha y el abrigo que portaba era demasiado grande para su talla. Era de Clark, no había duda-sucede que tengo un amigo que es experto en tecnología y es capaz de interferir en los teléfonos, teniendo acceso a los mensajes y llamadas.
-Entonces estás jugando con nuestros teléfonos-acotó Skyler de mal humor, y sin poder creer que eso fuese posible.
-Eres lista-se burló y sacó un teléfono-ahora vas a decirle con tus propias palabras a Clark que ya no quieres más entrenamientos con él y que lo odias.
-¿Por qué habría de hacerlo?
-Porque si no lo haces, le enviaré esto a tu novio-la amenazó, mostrándole una foto tomada desde algún ángulo en el gimnasio en el momento que Clark la besó sin miramientos-y sé que no le gustará.
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