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28

Un aire frío me hizo estremecer y revolverme entre las sabanas por un momento. No estaba despierta del todo, pero alcancé a sentir las manos tibias de Demian al cubrirme con algo más cálido y luego percibí su ausencia.
Abrí los ojos y mi primer pensamiento fueron imágenes de la noche anterior con él y tuve que apretar la cara contra la almohada para ocultar la vergüenza.
No me sentía preparada para afrontar el día y tener que verle la cara a Demian después de lo que pasó entre los dos.
Por encima del hombro eché un vistazo y me cercioré de que no estaba para levantarme y cambiarme, ya que seguía desnuda y Eros podría entrar en cualquier instante. Sin embargo, quedé mirando boquiabierta la cama: La sábana que cubría el colchón no estaba, y en su lugar estaba la sábana que habíamos usado para cubrirnos y yo tenía puesto la sudadera de Demian y otra sábana, muy suave de hecho.
Mi rostro enrojeció en su máximo esplendor y sacudí la cabeza muerta de vergüenza.
¿Acaso Demia había sacado la sábana, la evidencia de despedida de mi virginidad?
Dios...

De solo pensar en cómo lo había hecho me causó escalofríos.
-Demian, lamento que hayas vistos eso-susurré, recostandome brevemente y abrazando la almohada que él había utilizado, donde su perfume continuaba perdurando.

Pasaron cinco minutos y a regañadientes obligué a mis piernas a levantarme.
Cuando estuve completamente de pie, sentí una sensación rara entre las piernas y ruborizada hasta el tuétano, busqué mi ropa y la hallé doblada encima del buró. Y hasta eso, era ropa limpia. La sucia no estaba por ninguna parte.
Me cambié rápidamente y tuve que armarme de valor para salir al pasillo y enfrentarme a Demian. Llevé su sudadera conmigo y me asomé.
Todo estaba silencioso. Mucho mejor. Era el momento de meterme a mi habitación y estar tranquila.
Entré al dormitorio de puntillas y por fin pude respirar con normalidad.
Eran las 10 de la mañana y se me hizo raro no escuchar aún la música clásica de Eros inundar la casa.
Me encogí de hombros y entré directamente a bañarme. Deposité primero mi ropa sobre un estante y después entre al baño.
La puerta de la regadera estaba cerrada, así que opté por mirarme al espejo.
La chica del reflejo que me devolvió la mirada parecía ser otra.
Mis ojos tenían un brillo peculiar y mis mejillas continuaban sonrosadas. Me apresuré a lavarme la cara y los dientes antes de darme una ducha.

Cuando terminé de lavarme, me di cuenta que estaba desnuda frente al espejo, pero la vista la postré directamente en mis labios, donde Demian no dejó de besarme por ningún motivo y luego mi cuello.
Pensar en él y en nuestro íntimo momento provocó que la piel se me erizara.
Cerré por unos segundos los ojos con las manos encima del lavamanos y de pronto la presencia de alguien me hizo tensarme y su respiración me hizo cosquillas en la oreja. Abrí los ojos como platos y a través del espejo Demian me devolvió la mirada.
-¿Q-Qué haces aquí?-titubee, cerrando los ojos de nuevo y mecánicamente me lleve los brazos al pecho para cubrir mi desnudez de él.
Demian recorrió mi cintura con sus manos hasta que estas llegaron a mis brazos y los bajó hacia mis costados, dejándome nuevamente expuesta completamente a él frente al espejo.
Me negué a abrir los ojos por la pena pero Demian se limitó a besarme el hombro con ternura.
-Recuerda que no debes avergonzarte de tu cuerpo, cariño-dijo, mientras recorría mi hombro a besos.
Abrí poco a poco los ojos y lo vi en el reflejo. Él estaba vestido, yo no.
-Tampoco tú-repliqué.
-No estoy avergonzado de mi cuerpo-rio.
-¿Entonces por qué tienes ropa y yo no?-lo fulminé con los ojos desde el espejo.
-Tengo ropa porque me duché ese rato y tú estás a punto de hacerlo ahora.
-Eh... bueno, pero no me has dicho por qué estás metido aquí-comencé a temblar, deseosa de cubrirme, tanto por el frío y por él.

Demian soltó una risita contagiosa y después me abrazó por detrás, depositando sus masculinas manos por debajo de mi busto, haciéndolos resaltar más.
-Porque fui a buscarte y no te encontré. Así que decidí echar un vistazo-respondió-ahora duchate. Estaré esperándote en el comedor para desayunar-besó mi hombro una vez más y me soltó, y acto seguido, se aproximó a la puerta.
-¿Y Eros?
-Salió hace un rato. Vino a buscarlo una de las mujeres que lo pretenden. Creo que estará fuera todo el día y tendremos el departamento solo para nosotros dos.

La manera en la que lo dijo fue seductora y amenazadora. Asentí, tratando de no reírme por los nervios y él me dejó a solas con mis inquietudes.

Aproveché a estar bajo la regadera bastante tiempo. Lavando mi cuerpo, donde Demian había sido el propietario durante casi toda la noche y recordando esos momentos.
Ahora estábamos más juntos que nunca y me emocionaba. Calculé más o menos mis días fértiles y me tranquilicé un poco, porque hacia apenas unos días acababa de pasar, pero me plantee hablar al respecto con Demian, ya que estaba segura que él volvería a querer a repetirlo y yo no estaba dispuesta a que ocurriera algún tipo de accidente.

Me vestí tranquilamente, incluso me di el tiempo necesario para observar la fría mañana del 26 de diciembre. Todo estaba tan bello, tan hermoso...

-¿Todo bien?

Demian llamó a la puerta y abrió segundos después.
-Estaba mirando por la ventana-le dije, llamándolo con la mano.
Él sonrió y se acercó. Me abrazó y junto contemplamos el panoraman. Y hasta en ese momento, con la poca claridad del cielo, logré verle el rostro. Demian también se miraba distinto, incluso divino.
Había un dejo de infantilismo en su mirada y una seducción abrumadora en su sonrisa. Él tenía todo lo que yo necesitaba y quería para mí. Era algo así como perfecto.
-Este día será magnífico...

No pude aguantarme más las ganas y lo silencié con un beso.

Desayunamos juntos en el sofá, mirando los últimos capítulos de Yuri!!! On Ice y riéndonos o si no muriendonos de aflicción por lo que sucedía en la historia.
Fue como pasar un fin de semana como una pareja en todo el sentido de la palabra.
Mantuvimos nuestros teléfonos apagados, evitando ser molestados.
Eros nos llamó como a las tres de la tarde, avisandonos que no llegaría a dormir por asuntos privados y que si necesitábamos algo, lo llamaramos.
Pero, ¿Qué podríamos necesitar nosotros, si ya teníamos todo?

Haber dado un paso más en nuestra relación nos motivó a estar más cariñosos de lo normal. Me inquietó al principio, pero a medida que transcurría el día y los besos y caricias continuaban, comencé a acoplarme.
Acepto que todavía me daba vergüenza mirarlo a la cara, después de darme cuenta que mi cuerpo ya había sido visto por él, pero Demian hizo lo qué pensó correcto y me dio confianza en mi misma al tratarme de la manera más dócil y delicada.

-¿Qué quieres ver ahora?-le pregunté cuando el anime de Yuri!!! On Ice terminó.
Y no noté que Demian lloraba hasta que escuché un sollozo por su parte. Estábamos acurrucados en el sofá, yo encima de sus piernas y tuve que voltear a verlo por encima del  hombro.
-¿Qué ocurre? ¿por qué lloras? ¿quieres seguir viendo Yuri on ice?-me exalté. Demian negó con la cabeza y esbozó una sonrisa, dejándome perpleja. Dejé el mando de la televisión sobre mi regazo sin entender.
-Lloro de nostalgia, lo lamento-se disculpó.
-¿Pero por qué?
-Porque el final es emotivo. ¿Acaso no te conmovió?
-Pues sí, pero no como para llorar-reí-Yuuri se reunió siempre con Viktor y Yurio en Rusia, ¿no? Porque quiere ganar la medalla oro. ¿Eso no es bueno?
-¡Lo es! Pero cada que veo el final no puedo evitar sentirme así. Y más ahora que lo estás viendo conmigo-dijo y me atrajo a su pecho. Dejé que me abrazara y cerré los ojos.
-Me ha encantado.
-Gracias.
-¿Quieres verlo de nuevo o vemos otra cosa?

Las horas pasaron, y no nos despegamos de la sala y mucho menos del sillón. La pasamos prácticamente viendo un nuevo anime que a Demian le encantaba, llamado Tokyo Ghoul, muy distinto al anterior, y que, por muy descabellado que fuese, me gustó. Fue incluso muy adictivo.
Cuando nos quedamos dormidos, que, realmente no recuerdo en qué momento fue, desperté a causa de un ruido proveniente de la puerta principal. Aún estaba oscuro y la TV continuaba encendida; pero en vez de apagarla, me levanté del sofá con el fin de echar un vistazo.
Miré el reloj que marcaba tediosamente las cinco de la mañana y me subí el cierre de la chaqueta por el frío.
Caminé hacia la puerta con cautela y no noté nada extraño, excepto el coche oscuro de Eros aparcado en su sitio, sin ningún residuo de nieve encima.
Retrocedí unos pasos y di media vuelta para levantar a Demian cuando de repente vi a Eros sonriendome desde el otro extremo de la sala.
Mi corazón dio un vuelco y después me calmé.
-Por Dios, ¡casi muero de un infarto!-protesté, azorada, agarrandome el pecho por la impresión.
-Deberías tomartelo con más calma, ¿no crees?-objetó él, sentándose con naturalidad junto a Demian.
Eros tenía la camisa desabrochada, arrugada y con marcas de lápiz labial en el área del cuello. Su cabello, que siempre lo llevaba inmaculadamente peinado hacia atrás, estaba desaliñado. Y en sus ojos dulces brillaba la perversidad.
-¿Dónde estuviste todo el día?-quise saber, preocupada.

Él no me contestó. Es más, su expresión adoptó una frialdad extenuante, como si detestara tener que decírmelo.
-Con Magnolia y con Daysi, las mujeres que se acercaron a nosotros hace unos días, ¿las recuerdas?-respondió, sin mirarme.
-Sí. Las recuerdo, pero, ¿por qué fuiste a verlas?
-¿Cómo que por qué?-me miró y se rio con sorna. Yo lo miré de hito en hito sin saber que hacer-fui a acostarme con ellas cuenta de Navidad. Todo el día follamos sin descansar, así como Demian y tú-al decir eso, rompió a reír y me sentí realmente incómoda y molesta. Eros no actuaría así si estuviera en sus cinco sentidos.
-Estás drogado y ebrio-afirmé con voz dura. Él paró de reír solo para enviarme una mirada de soslayo-y así no puedes estar. Te preparé café.
-¿Sabes? Realmente no tenía pensado venir-dijo, un poco más calmado. Quieta, dirigí mi vista a él y esperé a que continuara hablando-antes que nada, quiero que sepas que me agradas al igual que Demian, pero a veces me enferma un poco su relación. Y no, no porque esté mal, sino porque me hace extrañar más a Annie.
-Pues ir a divertirte con esas mujeres no solucionará nada-espeté-y no puedes seguir lamentandote toda tu vida porque ella ya no está. Cierra ese ciclo de tu vida. Enamórate otra vez. Sal y vuelve a sentirte vivo, Eros.  Nadie más que tú puede sacarte de ese agujero negro que te está absorbiendo día con día. Eres un hombre muy guapo y de buen corazón. Y estoy segura que allá afuera hay alguna mujer perfecta para ti esperándote.

Pensé en dejar fluir todo tipo de consejos para él, pero cerré la boca cuando Eros asintió y se llevó las manos a la cara.
Y así sin más, dejó escapar un amargo y ronco sollozo que me impactó.
Aparte de que jamás pensé que alguna vez lo vería así, percibí un movimiento por parte de Demian y me acerqué a Eros.
-Oye, no pasa nada. Tranquilo-le dije.

A Demian podía calmarlo con un beso o repitiendo el momento íntimo de la noche anterior, pero con Eros no tenía la menor idea de qué hacer al respecto. No había demasiada confianza para abrazarlo y si lo hacía, Demian se pondría celoso.
Entonces como parte arte de magia, Demian se sentó en el sofá con los ojos adormilados y centró su atención en mí y en Eros.
-¿Qué sucede?-preguntó.
-Eh...
-Me siento mal, eso sucede-añadió Eros con voz temblorosa-pero con un baño se arreglará.

Y por consiguiente, abandonó la sala, dejando a Demian perplejo.
-Te cuento después-le avisé.

Más tarde, cuando el cielo había aclarado, Demian y yo esperamos a que Eros nos diera la cara, pero no ocurrió. Se encerró en su habitación sin decir nada. Y no tuvimos más remedio que desayunar sin él.
Y a eso de las 10 de la mañana, el teléfono de la casa sonó y Demian contestó. Pero como era inalámbrico, caminó por toda la casa con el teléfono en las manos.
Ignoré por completo su conversación con Jack.
Supe que él había llamado porque Demian no paraba de decir su nombre a cada minuto.

Resoplando, me di a la tarea de arreglarme porque planeaba sobornar a Demian para que salieramos a alguna parte lejos de ese departamento.
Toda la depresión de Eros podía sentirla en mis poros, e incluso en mi nariz. Ese hombre necesitaba ayuda urgente. Y llegué a la conclusión: A eso se debía tanta felicidad y sus sonrisas en los momentos más críticos. Escondía su tristeza y sus problemas detrás de una máscara.
Y quizá el día anterior al beber y drogarse, su máscara cayó y comenzó a sacar lo que tanto había ocultado desde que su prometida falleció.
Estaba demasiado tentada a sacarlo de su habitación y obligarlo a que nos acompañara.
-Bien, supongo que tengo que hablarlo con ella y con mi madre-dijo Demian con voz cansina-sí, de acuerdo. Ahí estaré lo más rápido que pueda.

Dejé de tontear con mi teléfono cuando él entró al dormitorio con el semblante pétreo.
-¿Qué te dijo Jack?-interrogué.
-Tengo que acompañarlo en los primeros días de enero a Estocolmo-fruncí el ceño y me acerqué a él, ya que no miraba ningún problema-dice que un productor se ha interesado en mí para su nueva campaña de productos-alzó las cejas y se dejó caer en la cama-quiere que salga en un comercial, anunciando una nueva fragancia de su empresa.
-¡Es fenomenal!-exclamé-¿por qué no estás feliz?
-¡Estoy feliz!-alardeó, sonriendo, pero enseguida su expresión se ensombreció-pero no quiero irme. No quiero dejarte, Skyler.
-No vas a dejarme para siempre. Esta es una oportunidad.
-Es que no entiendes...
-Explícame entonces.
-Tengo que quedarme seis meses en Estocolmo si acepto el contrato. Jack ya arregló todo, y simplemente necesita mi respuesta. Y si acepto, en los primeros días de enero me marcho y no volveré hasta julio.
-¿Qué?-balbucee-¿por qué tanto tiempo? ¿Qué pasará conmigo?
-Tranquilizate. Aún tengo que hablarlo con mi madre también.

Me recosté junto a él sin apartarle la vista de encima.
-Dime, ¿quieres ir?
-Escucha, yo...
-Si tienes deseos de ir, y abrirte a más oportunidades, entonces ve-le sonreí-de todos modos yo estaré bien aquí con Eros, e incluso puedo ir de vez en cuando a San Francisco para no sentirme tan sola, claro, si Eros o Jack no me necesitan, ya que tampoco he ido a las pruebas que tengo que hacer ni he hecho ejercicio para estar al cien con todo esto.
-¿Sabes? Desde luego que quiero ir-dijo y estiró su mano para poserla en mi mejilla-pero después de lo que ha pasado entre nosotros, me niego a dejarte.
-Jamás me iré, así que ve a ese llamado-le aseguré-estaré para cuando regreses. Créeme.
-¿Lo prometes?-alzó su dedo meñique.
-Lo prometo-entrelacé mi dedo con el suyo y después me besó.

Estábamos haciendo demasiadas promesas y, a pesar de que era algo tan romántico, también me causaba vértigo.

(...)

[Narrativa en tercera persona]

A unos kilómetros de distancia, en la misma ciudad, Clark miraba el techo de su habitación con aburrimiento y de vez en cuando la pantalla de su teléfono en espera de un mensaje de una persona en especial.
Y cuando vibró su teléfono, miró rápidamente la pantalla y la leve sonrisa que había esbozado se transformó en una mueca. Le habían enviado mensaje, pero no la persona que él quería.
Se levantó de la cama, echó un vistazo a la calle a través de la ventana y suspiró.
Su novia le había enviado un mensaje avisandole que le abriera porque se hallaba afuera de su casa.
Como Clark había quedado solo en casa, bajó a regañadientes a recibirla. Aquel era un día de estar en pijama sin hacer nada y pensó que Joanna haría lo mismo.
Abrió la puerta con desgana y la chica se le fue encima con dulzura.
-Hola-lo saludó amistosamente.
-Hola, pensé que te quedarías en casa descansado-objetó él, cerrando la puerta.
-Pretendía hacerlo, pero prefiero estar contigo-lo agarró de la mano y él no tuvo más remedio que mandar al carajo su mal genio, pues, después de todo, ella era su novia y la quería, sin decir que Joanna le había pasado por alto la fotografía que subió a su instagram con Skyler Newton.
Clark abrazó a Joanna con cariño y la besó a mitad de la sala. Ella le rodeó el cuello con los brazos y emitió un leve jadeo al separarse.
-¿Quieres saber que tengo en mente?-murmuró ella con sensualidad.

Él alzó una ceja y esbozó una sonrisa torcida.
-¿Jugar ajedrez?-bromeó.
Ella estrechó los ojos y rompió a reír.
-Prueba otra vez-vaciló y le atrapó el labio inferior de él entre sus dientes.
-¿Por qué no salimos por ahí? El día está como para salir-propuso Clark, alejando sutilmente a Joanna de sus labios.
-¿No habías pensado en quedarte en casa?-replicó ella, frunciendo el ceño y sin soltarlo del cuello.
-Sí, pero ya estás aquí. Mis padres no tardarán en volver y sabes que no les gusta cuando estamos en mi habitación con la puerta cerrada. Mejor vayamos a alguna parte y así podremos estar solos, ¿qué dices?
-De acuerdo.
-Espérame aquí, iré a vestirme.

Clark subió corriendo a su habitación y ella se quedó abajo esperándolo, con la mirada fija por donde él se había ido. Y se sintió deprimida.
Al principio de su relación con Clark, él era completamente distinto a como ahora era. Antes trataba de hacerla reír, la besaba a cada instante e incluso la metía a hurtadillas a su habitación con sus padres en la casa. Aún no acababa de entender su extraño y repentino cambio en su manera de ser.
Ella estaba consiente que la fan mayor de su novio estaba a unos cuantos pasos de distancia y que él ya había interactuado con ella en Noche Buena, y parte de Navidad. Sin embargo, no quería pensar que ese era el problema: Clark se sentía atraído por la chica.
No podía ser posible porque desde hacía más de un año sabía de su existencia y era demasiado absurdo que de la nada se fijase en ella, además, él la había elegido como novia y no la dejaría por una chica que simplemente lo idolatraba.
Y Skyler Newton no era para nada bonita. Era más común que un taco en México.
Así que despejó sus pensamientos y se centró en su novio, meditando en su cabeza una y otra vez:

"CLARK JAMÁS SE FIJARIA EN UNA CHICA COMO SKYLER NEWTON. Y MUCHO MENOS ME DEJARÍA POR ELLA"




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Lleguemos en este capítulo a los 50☆

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