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20



Una de las cosas que menos le agradaba a Skyler era cuando no la dejaban ayudar y en ese departamento no fue la excepción.

Luego que Jack se marchara casi junto con el doctor Carrolw, ella había querido limpiar la cocina como muestra de agradecimiento hacia Eros por darle alojamiento, pero él se negó rotundamente y mandó llamar a su sirvienta que le hacía el aseo.

-Puedo hacerlo yo. No es necesario molestar a la señora—protestó Skyler desde la sala, viendo como la sirvienta se colocaba su mandil y sacaba franelas limpias de un cajón, mientras Eros buscaba alguna película para pasar el rato.

-Es su horario de limpieza—le informó Eros con fastidio, pero sin dejar de sonreír—le pago bastante bien y ama su trabajo.

Sulfurada, se hundió el sofá y recargó su cabeza en el hombro de Demian, quién parecía estar bajo los efectos de una droga muy potente porque estaba ahí, pero su mente estaba en otro lugar.

Jugó con sus delicadas y masculinas manos, esperando a que Eros se decidiera por una película interesante, sin embargo, a los pocos minutos; la madre de Demian, la señora Enelda, apareció en la sala con ojos de loca.

Rápidamente Skyler le echó un vistazo a Eros y este a ella de vuelta. Ambos fruncieron los labios y él se levantó del suelo.

-Me encargaré de ella, tú quédate con Demian—le susurró, pasando junto a ella y palmeándole el hombro—aquí está el control.

Recibió el control remoto y se dedicó a acariciarle el rostro a Demian en lo que comenzaba la película. Los ojos de él estaban fijos en la pantalla y respiraba tranquilamente.

Los diferentes golpes, rasguños y heridas estaban muy frescas, pero no le dolía, al menos en ese momento.

Suspiró y se las ingenió para quedar acurrucada en sus brazos, sin lastimarlo. Él desvió su atención de la TV para mirarla.

-Luces muy bella ahora mismo—le dijo con voz ronca.

-Eso dices porque estás bajo los efectos de los medicamentos—bromeó ella y Demian negó con la cabeza.

-No necesito estar drogado ni ebrio para decírtelo. Además, siempre que puedo te lo digo, ¿no?

Skyler se ruborizó.

-Pues gracias, supongo.

-De nada, ya sabes—rio y le guiñó un ojo— ¿Qué vamos a ver?

-No lo sé. Le daré play y veremos, ¿te parece? Eros la eligió.

-Me parece estupendo.

Oprimió el botón y comenzó a pasar tráiler y cortos de otras películas. Algunas viejísimas y otras recientes, que incluso no tenían fecha de estreno.

No obstante, ella sólo lo miraba a él. Contemplaba sus facciones, sus expresiones y no le aburría en lo absoluto contar cuantas veces parpadeaba por minuto. Si por ella fuera, se quedaría todo el día observándolo con fascinación y cuidándolo.

Ya había iniciado la película, a ella le importaba un bledo. Sólo quería continuar en esa posición, con los ojos puestos en él.

Y no fue hasta que Demian hizo una mueca de desagrado cuando rompió el encanto y ella rodó los ojos, resignada.

-Esa película no es muy buena, ¿por qué no vemos un anime, serie o película de terror? –propuso, un poco menos ausente y más animado.

Skyler volteó a ver a la televisión y notó que la película que había elegido Eros era Frozen y no pudo evitar reírse.

-Definitivamente veremos otra cosa que no sea esto—se levantó del sofá y quitó el CD.

Demian elevó un poco la cabeza para mirar qué película iban a ver a continuación. Había un cajón lleno de películas originales debajo de la televisión y Skyler no sabía por cual decidirse.

- ¿Y si vemos un anime? –repitió Demian.

Ella volteó a ver, ceñuda.

- ¿Te gusta el anime?

-Amo el anime—se cruzó de brazos y elevó una ceja.

Skyler se irguió y se sacudió las rodillas.

-Entonces elegiremos un anime de internet.

Demian cogió el mando de la televisión y agarró su teléfono.

Ella se sentó en el mismo sitio y esperó. Mientras tanto, esperaba que Eros regresara pronto y les dijera que la señora Say les haría compañía también, ya que casi no se dejaba notar.

Minutos después, Demian la abrazó con una sonrisa y la animó a prestar atención a la pantalla.

En la pantalla comenzó a aparecer unos sujetos de anime patinando sobre hielo con una canción, que más parecía para un vals que para una rutina. Había tres sujetos esbeltos: uno de cabello plateado, otro de cabello negro y un rubio. Tenía muchos tonos azules el opening y demasiada sensualidad en la coreografía.

Se mordió los labios y por el rabillo del ojo, lo miró.

Él estaba emocionado.

Terminó el opening y apareció el nombre del anime: Yuri!!! On Ice.

Quería preguntar muchas cosas acerca de ese anime, pero permaneció callada.

-Oh Viktor, si tan sólo le hubieras dicho a Yuuri sobre la noche del banquete cuando te pidió ser su coach—le oyó decir, risueño, cuando el sujeto de cabello plata abrazó al de cabello negro con mucha sensualidad y el otro chico se ruborizó—eso nos hubiera facilitado todo desde un principio.

- ¿Qué clase de anime es? –preguntó ella por fin.

-Es sobre el patinaje artístico sobre hielo—contestó, poniéndole pausa al capítulo. La abrazó un poco más y se acomodó para observarla—la temática afirma que no es sobre la homosexualidad, pero la creadora ha dicho que es algo totalmente diferente a otros animes y pues... a simple vista se ve que está allegado a la homosexualidad, ¿no?

-De hecho—admitió ella, perpleja— ¿te gusta ese tipo de historias? ¿sobre gays?

-Es interesante—afirmó, riéndose—pero eso no quiere decir que yo sea homosexual—acotó, con seriedad—soy un Fudanshi. Hay pocos chicos que son aficionados al género Yaoi como yo—se ruborizó—espero que eso no me haga ver como un anormal ante tus ojos.

-Amo los libros, pero en el mundo del anime y manga estoy perdida. Explícame que es Fudanshi y Yaoi porque no entiendo nada.

-Verás, el término Fujoshi o Fudanshi son utilizados para las chicas y chicos que son amantes del género Yaoi, o sea, a la temática homosexual. Hombre con hombre. Y es raro que haya chicos Fudanshi, pero heme aquí—se señaló el pecho e hizo una mueca de dolor—y me encantaría ver más animes Yaoi contigo, claro, si me lo permites.

-Por supuesto que sí, me encantaría—lo besó en la mejilla y él se estremeció—entonces, ¿Yuri on ice es tu anime favorito?

-No, desde luego que no. Mi anime favorito es Tokyo Ghoul—exclamó excitado—no es género Yaoi, sino Gore. Es sangriento.

-De seguro me gustará.

-Eso espero. ¿Y sabes qué es lo más gracioso de Yuri on ice?

-No, ¿Qué?

-Que uno de los protagonistas patina con una melodía llamada Eros—ahogó una risita nasal y ella entornó los ojos—y hay un patinador que le llaman Georgie, como mi entrenador.

-Demasiada coincidencia, diría yo.

Continuaron charlando acerca del anime y los diferentes géneros por un largo rato.

A Skyler le parecía extraño que la madre de Demian y Eros aún no aparecieran, o al menos él, ya que había prometido volver. Y si no fuera por la locura de Demian, no se escucharía ningún ruido en el departamento.

-Perdona que te interrumpa, pero, ¿no crees que Eros ya tardó?

- ¿Dijo que volvería? –inquirió él.

-No tengo idea, iré a ver si todo está bien.

Se movió del sofá, pero la mano de Demian la detuvo antes de que levantara por completo.

-Antes de que te vayas, dame un beso.

-No tienes por qué pedirlo.

Y se inclinó a él para besarlo en los labios con suavidad.

Se separó a regañadientes de Demian y se encaminó a la habitación de la señora Say para echar un vistazo. La puerta estaba entre abierta, se debatió entre volver al sofá o animarse a ver si todo estaba bien.

Y finalmente, asomó la cabeza y halló a Eros mirándola, de pie, junto a la cama, como dormía ella. El ambiente se notaba tenso, oscuro y estresante. Él y la señora Say estaban sudados.

Lo primero que cruzó por su cabeza fue algo perverso y perturbador. Tuvo que sacudir la idea de su mente y entrar por completo.

- ¿Qué ha pasado? –interrogó.

-Tuvimos una pequeña discusión—le contestó, sin apartarle los ojos de encima a la mujer que yacía en la cama—volvió a tomarse pastillas de más y no tenía otra opción más que sedarla. Fueron indicaciones del doctor Carrolw.

-Me pregunto por qué hace todo esto—murmuró Skyler con tristeza.

-Debo suponer que estás enterada de la situación con su esposo, ¿no?

-En efecto, sí.

-Pues se debe a ello. No soportar la idea de que ese hombre le haya pedido el divorcio y la quiera fuera de su vida—carraspeó y volteó a verla con dureza—cuando Demian me contó lo que estaba teniendo que soportar, no dudé ni un segundo en ayudarlo. Fue por eso que me animé a decirle que viajara conmigo y su madre hasta aquí; y también le sugerí que no te dijera nada para no alarmarte. Luego me arrepentí porque te enfadaste con el chico por mi culpa. Aunque lo único que yo quería era sacarlo de ese infierno y a su madre más que nada, ya que ella es lo que le importa por sobre todas las cosas.

Skyler bajó la mirada y asintió, percibiendo la importancia de las palabras de Eros.

Sabía que había sido un poco dura con Demian, pero no fue hasta que escuchó a ese sujeto, se dio cuenta que no sólo le dio la espalda a su novio, sino a su dolor.

-Estoy arrepentida de haber pensado sólo en mí—confesó, sintiéndose peor que nunca—y lo que menos quiero es que Demian sufra por su madre.

-Entre Jack, tú y yo, vamos a ayudar a esta familia, ¿te parece? Y si quieres, también déjate ayudar por nosotros—le dijo con calidez, esbozando una tenue sonrisa—nos importa muchísimo la vida de los chicos que aceptan nuestra oferta; ya que ellos se dedican a ayudarnos a tener éxito, y nosotros a cambio les damos lo que quieren y no sólo fama y lujos, sino un vida estable y mejor que antes.

- ¿Son como un equipo?

-Somos más que eso. Somos una familia—replicó—no pienses que somos sujetos frívolos como nos hacen ver en la televisión.

-Es estimulante oírte hablar así. Me encantaría poder formar parte de tu familia y así poderte pagar con creces lo que tienes pensado para mí, y Demian.

-A veces me dejas sin palabras con lo que dices, pequeña. Y por supuesto que sí. Ya aceptaste estar con nosotros y ahora es nuestro deber hacer las cosas bien.

El momento emotivo se fue al drenaje al instante que Skyler percibió la presencia de la señora Enelda detrás de Eros, la cual era sumamente aterradora.

- ¡Cuidado! –gritó al tiempo que la madre de Demian golpeaba a Eros en la cabeza y la empujaba para salir corriendo de la habitación con ojos de loca— ¡¿Estás bien?! ¡¿Eros?! –se acercó a revisarlo, pero él asintió, lanzando gruñidos—se suponía que estaba sedada.

- ¡Tenemos que largarnos de aquí! ¡Demian, hijo! –comenzó a gritar en el pasillo y los dos corrieron tras ella.

-Se suponía—masculló Eros con histeria—vamos por ella antes de que lastime sin querer a Demian.

Entonces se horrorizaron al ver a la señora Say tratando de cargar o arrastrar a Demian a la fuerza.

- ¿Mamá? ¿Qué demonios...? ¡Hey! Espera, ¿Qué haces? Suéltame, me duele—gimoteó Demian.

-Señora Say, por favor—exclamó Skyler, molesta.

-Deje al chico en el sofá y hablemos—terció Eros.

-Maldita sea, madre... —espetó Demian y su madre lo soltó, haciendo que él cayera con fuerza al suelo y gimiera del dolor.

- ¡Demian! –Skyler intentó correr a auxiliarlo, pero la madre del chico le gruñó y le bloqueó el paso. Eros tuvo que protegerla enviándola hacia atrás por si en caso la mujer trataba de golpearla.

-Es mi hijo y si te atreves a tocarlo o a acercarte a él, te mataré—dijo arrastrando las palabras. Su mirada era distante, ausente y vidriosa. No estaba bien, claro estaba.

-Lo lamento, Demian. Te advertí sobre esto—le recordó Eros a él, y este tragó saliva en el suelo, mirándolo—tu madre no necesita ayuda médica, sino psicológica y no me queda más opción que llamar a un psicólogo para que la lleven a analizarla.

-No pienso ir a ningún manicomio. No estoy loca—graznó la mujer y cogió el control remoto de la televisión como si fuese un arma—y no den un paso a mí o no me hago responsable. Traigan a Jeff aquí, quiero verlo.

-Mi padre se quedó en San Francisco—siseó su hijo detrás de ella. Enelda Say vaciló un momento y luego sus ojos se llenaron de más locura.

- ¡Cállate! –le gritoneó y miró a Skyler y a Eros con desprecio—ustedes me tienen en contra de mi voluntad, ¡Llamaré a la policía!

En lo que la señora Say emitía sonidos extraños de su boca, Skyler corrió hacia Demian para incorporarlo rápidamente del suelo y apartarlo lo más posible de su madre.

- ¡No toques a mi hijo! –se volvió hacia ella y Demian apretó la mandíbula, echando hacia atrás a Skyler.

-Madre, ¿Acaso no te das cuenta? Mírate, pareces una desquiciada. ¿En serio tienes tantas ganas de volver con mi padre? ¿¡Eso quieres!? –vociferó y Skyler lo sostuvo con fuerza para que no perdiera el equilibrio—estás causándole muchos problemas a Eros Rabanne, un hombre que nos ofreció ayuda y has sido demasiado desconsiderada al portarte de esta manera. Si en serio crees que regresar a San Francisco es la solución, hazlo. Aunque me duela, no voy a ir por ti cuando mi padre te haga pedazos a golpes.

-Pero hijo, ¡Ellos quieren mantenerme aquí! Esta no es nuestra casa, nosotros vivimos en San Francisco...—balbuceó su madre, desconcertada.

Demian le envió una mirada a Eros por encima del hombro de su madre y asintió. Eros le asintió de vuelta y se encaminó a la cocina con un teléfono en la mano.

-Primero que nada, necesito que te tranquilices—objetó su hijo, y Skyler percibió el autocontrol que Demian estaba empleando para no estallar frente a ella—baja ese control y siéntate conmigo en el sofá. Vamos a hablar al respecto.

-Ya hemos hablado antes de esto, Demian—titubeó la mujer, bajando el control remoto y parpadeó varias veces.

-A mí no me importa la cantidad de veces que hablemos—le espetó y miró a su novia—ayúdame a sentarme, por favor. Y cuando mi madre esté conmigo, ve con Eros.

Obedeciendo a sus indicaciones, se alejó rotundamente de ellos y encontró a Eros hablando por teléfono con el rostro ensombrecido.

Y ella se preguntó en qué momento había ido a parar en esa situación. Parecía que su vida ahora se basaba en una de sus historias locas de asesinos y psicópatas.

Aguardó a que él terminara la llamada, pensando en su madre y en su decisión tan precipitada. Apenas llevaba dos días en Vancouver y sentía vértigo.

-La decisión fue de Demian, no mía—le escuchó decir a Eros mientras continuaba al teléfono—y te agradecería bastante que te dieras prisa. Al parecer, la idea del principio fue la más viable en todo esto. No, Jack, no te estoy pidiendo que llames a Robert, sino que llames a Eddie. Él ya está al tanto de lo que pasa—bufó—sí, yo se lo comenté hace un par de horas porque sospechaba que algo así pasaría. No. No. ¡Sólo llámalo! Recuerda que es más tu amigo que mío—Eros bajó la mirada y le sonrió a Skyler—que traiga a dos personas a parte de él, ya sabes, si hay el doble de ayuda, mucho mejor. Sí. Está bien. Los espero. Adiós.

El sujeto atractivo guardó el teléfono en su bolsillo trasero del pantalón y dejó escapar un suspiro cansado.

Se frotó los brazos y volvió el rostro a ella.

- ¿Quién vendrá? –interrogó Skyler.

-Uhmm... un psiquiatra.

- ¿Y por qué traerá a otras personas?

-Porque van a llevarse a la señora Say a un centro psiquiátrico para que le hagan estudios y vean si sólo es una etapa temporal o si hay algo serio en ella.

- ¿Esta opción ya la habían hablado antes con Demian? –se horrorizó de solo pensar en la escena donde su novio escuchaba sobre el centro psiquiátrico y la posibilidad de que su madre estuviera enferma de la cabeza.

-Escucha, cariño—alardeó con las palmas de las manos en alto—la señora Say no puede continuar en ese estado. Si está sola más de quince minutos, se droga con lo que encuentra y entra en un lapso de locura excesiva. Esto ya había ocurrido antes, cuando recién vinieron, de hecho. Imagínate que Demian y nosotros salimos o Jack nos llama a su estudio y ella se queda durmiendo, y luego despierta desorientada, posteriormente no nos verá y pensando en terribles cosas, volverá a drogarse o peor: tratará de suicidarse. A Demian no le conviene que eso suceda, por eso le ofrecí ayuda y con el dolor de su alma, decidió hacerme caso en llevar a su madre a un sitio donde pueden cuidarla y él podrá visitarla las veces que quiera sin temor.

-Falta poco para las fiestas navideñas, ¿Qué pasará?

-Supongo que Demian pasará con ella esos días o tal vez podamos persuadir a los del centro de rehabilitación que la dejen salir—se encogió de hombros.

- ¿Y conmigo? –quiso saber en un hilo de voz. No se hacía la idea de pasar esas fechas lejos de su familia.

- ¿Quieres que traigamos a tu madre para acá, junto con toda tu familia? Porque es más fácil que ellos vengan a que tú vuelvas—le sonrió.

El rostro de Skyler se iluminó por completo e incluso se atrevió a abrazarlo.

- ¿Harías eso por mí?

-Por supuesto—le dio unas palmaditas en la espalda y se separaron—ahora vamos, esperaremos a mi colega.

-Demian quería hablar a solas con su madre.

-Entonces esperemos en el porche. Ve por tu abrigo.

Minutos después, atravesaron la sala y Skyler le sonrió a su novio al pasar detrás de Eros rumbo a la puerta. Demian, por su parte, se encargó de que su madre solo le pusiera atención a él en todo momento.

Afuera, la brisa helada le arrojó copos de nieve a la cara y se colocó el gorro encima de la cabeza y siguió a Eros por la acera, pisando la blancura de la nieve a pesar de que sus tenis no eran aptos para aquel clima.

Eros se detuvo frente a su coche, abrió la cajuela y sacó una caja oscura, y después le indicó que lo siguiera.

- ¿A dónde vamos?

-De ante mano, sé que mi colega va a tardar en venir y teniendo en cuenta que Demian tiene todo controlado, pensé que sería buena idea ir a un parque que hay cerca de aquí.

- ¿Un parque? ¿con toda esta nieve y el frío? –inquirió ella, tiritando de frío y avanzando en la nieve que le llegaba hasta las pantorrillas.

-Un parque de patinaje, obvio.

- ¿Sabes patinar?

-Por supuesto. Si vives en un lugar donde el mayor pasatiempo es patinar en invierno, por lógica debes saber hacerlo, ¿no? –rio.

-A Demian le gusta mucho un anime que trata sobre patinaje sobre hielo.

-Oh, ¿ya te lo mostró a ti también? –rodó los ojos con exasperación. Ella asintió—a mí me obligó a verlo desde que tuvo la oportunidad.

-Es muy interesante—reconoció Skyler, sintiendo sus mejillas arder por el petulante frío.

Continuaron desplazándose entre la nieve hasta que divisaron un pequeño parque repleto de niños y adolescentes súper abrigados danzando sobre un estanque congelado que era utilizado como pista de patinaje.

-Demian estaría encantado de estar aquí—murmuró ella.

-Lo traje hace unos días y prometí enseñarle a patinar—dijo Eros, sentándose sobre un tronco seco de árbol, a escasos metros de la pista mientras Skyler admiraba a las personas que se deslizaban con confianza sobre los patines a través del hielo—si quieres, también puedo enseñarte cuando Demian se recupere. En las noches es mejor porque no hay personas.

-Me encantaría.

Skyler se sentó en donde Eros se había sentado y él se fue acercando a la pista. Saludó a varias personas y comenzó a patinar.

Ella ladeó la cabeza, contemplando la majestuosidad en la que ese hombre se dejaba llevar en ese estanque congelado. Y cuando se vino a dar cuenta, todos habían decidido dejar de patinar para observarlo.

Eros se movía con suavidad y daba giros impresionantes, haciéndole recordar a Skyler los saltos y movimientos que ejercían esos personajes de ficción de los animes, sin embargo, nunca pensó que vería alguna vez a una persona real realizarlos con tanta precisión.

-No comprendo por qué ese hombre nunca llevó clase de patinaje profesional si es buenísimo—dijo una mujer rubia que lleva puesto una orejera rosa en la cabeza y de edad mediana a otra mujer en voz baja—estoy segura que a estas alturas sería más reconocido de lo que ya es.

-Lo toma como un pasatiempo—le contradijo la otra, que tenía un gorro negro sobre la cabeza, ocultando un cabello rojo—a veces somos buenos en algo que no nos gusta mucho y optamos por centrarnos en algo diferente. Tal es el caso de él, quiero creer.

-Tonterías. Es un desperdicio de hombre, literal. Desde que murió su prometida se ha ido enfrascando en sí mismo y cuando no soporta la soledad, viene a patinar.

- ¿Le sigues teniendo rencor, no es así, Daysi? —rio su amiga y la mujer de nombre Daysi le dio un codazo—no es culpa de nadie que Eros Rabanne haya preferido continuar solo después de que Annie falleciera. Algún día tendrás la oportunidad de enamorarlo, no te preocupes.

-Es extraño que esté aquí de día.

-Vino con alguien—le murmuró su amiga, pero Skyler la escuchaba perfectamente y disimulaba tener su atención en Eros, que danzaba todavía en el hielo—es esta joven que está a lado de nosotras.

La mujer llamada Daysi giró la cabeza sin ninguna pizca de disimulo y taladró a Skyler con la mirada.

-Es muy joven para que sea su nueva novia—graznó, molesta.

-Será su sobrina, quizá.

Entonces, Skyler dio un respingo cuando sintió una mano enguantada sobre su hombro y volteó el rostro hacia aquella persona. Era "Daysi", la mujer no correspondida que amaba a Eros en secreto.

-Hola, mi nombre es Daysi, y esta es mi amiga Magnolia—dijo y Skyler saludó con la mano a la otra mujer cuando esta le sonrió con calidez—y queríamos saber si conoces al hombre que está patinando en este momento en la pista.

-Sí. ¿Por qué? –contestó Skyler de manera fría y tajante.

- ¿Eres su familiar? –comenzó a interrogarla con voz melosa.

-No.

-Oh, ya veo—la mujer se moría por preguntarle quién era, pero se atrevía.

-Tenemos curiosidad de saber qué eres de él—terció la otra mujer con amabilidad—porque hace días él trajo a otro joven como de tu edad y nos sorprendió mucho.

-Somos amigos—se limitó a contestarle a las mujeres con una falsa sonrisa y postró su mirada en Eros, dando por zanjada la conversación.

Las dos féminas se enviaron miradas perplejas y se colocaron a dos pasos de ella para seguir cuchicheando al respecto, pero esta vez, Skyler no les hizo caso.

Eros finalizó su rutina con una gran sonrisa y todos le aplaudieron. Estaba sudoroso y sonrojado por el esfuerzo. Se dirigió a donde ella estaba y se dejó caer en la nieve, a los pies de Skyler.

Las personas retomaron su estancia ahí y comenzaron a patinar con mucha motivación.

-Has estado estupendo—lo elogió Skyler, maravillada—esperaré con ansias las clases de patinaje.

-Probablemente después de Navidad vendremos—le prometió y se quitó los patines para colocarse los tenis.

De pronto, Skyler sintió la presencia de las dos mujeres y gruñó.

-Hola, Eros.

Él alzó la cabeza y titubeó un instante, pero luego sonrió abiertamente.

-Daysi, Magnolia, ¡Que grata sorpresa! –se levantó para abrazarlas calurosamente.

-Hacía rato que no te veíamos por aquí en compañía de alguien—agregó Daysi con toda la intención.

-Oh, es que he estado muy ocupado en mi trabajo, ya sabes—se excusó y Skyler sabía que Eros estaba demasiado incómodo, pero como era tan educado, no lo iba a reflejar tan descaradamente.

-La vez pasado trajiste a un jovencito de la misma edad que ella—añadió la otra mujer, señalando a Skyler con la barbilla.

-Son mis jóvenes pupilos. Les enseñaré a patinar porque son fanáticos del patinaje artístico—mintió y Skyler asintió, para darle credibilidad a sus palabras. Por algo Eros había mentido.

-Excelente. Pensaba que eran nuevos jóvenes para tu agencia de modelaje—bromeó Daysi.

-Oh, no. Son amigos míos, pero nada tiene que ver con mi trabajo—sentenció, borrando un poco su sonrisa.

-Pensábamos que después de la muerte de Annie, ibas a marcharte a otra parte y dejarías un poco de todo esto—dijo Magnolia con sinceridad.

-Me ha dado tanto gusto verlas—le cortó Eros, pero a leguas se notaba que era todo lo contrario—pero vamos retrasado. Espero verlas pronto.

Agarró a Skyler del hombro y le instó a caminar de regreso a su departamento.

La caminata fue más rápida, y precipitada. Eros estaba enfadado.

Llegaron al departamento, y él guardó con furia los patines en la cajuela y se quedó rezagado un momento.

Ella lo esperó en el porche con aire taciturno. Aquella sí que había sido una situación espantosa.

Para cuando él se acercó a donde Skyler estaba, se miraba mejor que minutos atrás. Ya no estaba sudado ni sonrojado. Se hallaba tranquilo.

-Lamento que hayas visto y escuchado a esas mujeres—musitó.

-Escuché que una de ellas trató de conquistarte después de la muerte de tu prometida—le confesó. Él entornó los ojos y asintió—se me acercaron a interrogarme acerca de mi relación contigo.

- ¿Y qué les dijiste?

-Que somos amigos.

-Gracias.

-¿Por qué les mentiste? Pensé que les dirías la verdad: Que somos nuevos para el modelaje.

-Porque no les incumbe. Daysi, la rubia, como no le correspondí, se obsesionó conmigo y con todo lo que hago.

-He recibido demasiada información de tu vida en tan solo un día.

Eros rio.

-Ya somos una familia, ¿lo olvidas? Todo esto también lo sabe Demian.

- ¿Por qué?

-Porque no quiero que haya secretos entre nosotros.

Tras diez minutos de silencio por parte de ambos, un coche igual de lujoso que el de Eros, aparcó detrás del suyo.

Y de él bajó un sujeto de buen porte, con dos sujetos más que tampoco se quedaban atrás.

Saludaron a Eros con la mano y se acercaron con firmeza al porche.

-Eros Rabanne—dijo el hombre con voz dura y se estrecharon la mano.

-Eddie Wilde, un gusto volver a verte.

-Lo mismo digo, aunque no es tan bueno vernos en este tipo de problemas—dijo. Eros asintió y ella simplemente sonrió, y el hombre le sonrió de vuelta—en fin, ¿Dónde está la mujer?

-Está adentro—le indicó Eros y abrió la puerta.

Skyler se quedó hasta atrás y uno de los acompañantes de Eddie Wilde le regaló una leve sonrisa. Era un muchacho, poco mayor que ella quizás, pero muy guapo.

¿Por qué todos los hombres de ese país eran tan malditamente atractivos?

Se disponía a entrar también cuando escuchó el gritó de la señora Say y, por consiguiente, el sonido de algo quebrándose en el suelo tras un gruñido de Demian.

-Agárrenla—alcanzó a oír la orden fría del psiquiatra Eddie Wilde sin vacilar.

Y a continuación, lo que ocurrió fue totalmente perturbador.

Al anexar a la sala, vio como sometían a la señora Enelda entre los dos acompañantes de Eddie Wilde y ella gimoteaba con los ojos llorosos, tratando de agarrar a Demian en busca de ayuda; pero él se hallaba en el sofá, con la cabeza baja y mordiéndose los labios.

Eros estaba del otro extremo de la sala, negando con la cabeza.

-Nos la llevaremos. Y les sugiero que vayan a visitarla cuando yo les avise—argumentó el psiquiatra con seriedad y se volvió hacia Demian—todo estará bien, hijo. Ella está en buenas manos.

Demian asintió sin mirarlo y Skyler aprovechó a sentarse junto a su novio. Él de inmediato la agarró de la mano y ella lo abrazó.

Los gritos de su madre se esfumaron tras haber sido sedada por el mismísimo Eros.

Skyler ya no quiso poner atención a lo que estaba sucediendo a su alrededor porque deseaba reconfortar a Demian a toda costa. Él no merecía ver a su madre siendo llevada a la fuerza a un, literalmente, manicomio.

Permaneció abrazándolo todo el rato en lo que se llevaban a la señora Say.

Esa tarde, tanto ella y él, se negaron a comer y decidieron quedarse en el sofá viendo Yuri On Ice hasta quedarse profundamente dormidos.

Los días siguientes fueron igual o más deprimentes que el día en el que se llevaron a la madre Demian al psiquiátrico. Él apenas probó alimentos y Skyler no lo dejaba solo ni un segundo.

La primera semana luego de que ella llegara a Vancouver, salió a regañadientes con Eros a comprarle algo de ropa porque la suya era para estar en casa y pronto tendría que comenzar a salir y conocer la ciudad si pensaba quedarse a vivir una temporada ahí.

Demian se quedó bajo el cuidado de Jack Mali hasta que regresaron.

Y la segunda semana pasó, así como la tercera semana.

Todo iba bien hasta que se dieron cuenta que faltaba dos días para Noche Buena y tanto Skyler y Demian no sabían que sucedería con sus madres.

Al menos la señora Say se hallaba en perfecto estado bajo los cuidados de Eddie Wilde, quien les había dicho que pronto podría ir Demian a visitarla.

Pero la madre de Skyler, Rose, se negaba a coger el teléfono tras las numerosas llamadas.

-Jack hará una fiesta para celebrar la Navidad, ¿quieren ir? –les preguntó Eros el 22 de diciembre a las diez de la noche mientras los novios miraban con aburrimiento un programa que supuestamente te hacía reír, pero era todo lo contrario—además quiere que vean como quedó la revista de invierno para la que modeló—señaló a Demian con la barbilla.

Demian miró a Skyler y frunció el ceño.

-Si ella quiere ir, iré.

-No es sano quedarse aquí encerrados—objetó ella—vayamos, ¿sí?

-De acuerdo—aceptó él, no muy convencido.

-Correcto. Le voy a confirmar.

Eros se escabulló a su habitación con una sonrisa de oreja a oreja, dejándolos perplejos.

Desde que ella llegó, dejó su teléfono en el olvido, ya que ahora ya no le importaba en lo absoluto estar al pendiente de sus redes sociales porque ya conocía y era amiga de dos grandes hombres del mundo del modelaje que le decían lo que ella quería de cualquier modelo con lujo de detalles.

Incluso se olvidó un poco de Clark Ravel y su comentario donde le decía que se moría por conocerla. Sí. Conocerla a ella. A Skyler Newton.

Sin embargo, esa noche, al sentir a Demian más distante de lo normal, cargó su teléfono y se metió de lleno a sus redes sociales, dándose cuenta que su última fotografía, la que se había tomado con Eros y Jack, ya tenía cerca de mil me gustas y cientos de comentarios. Y sin decir de las más de quinientas personas que esperaban ansiosas la aceptación de la solicitud de amistad.

Ocupó más de treinta minutos aceptando a todos, y se detuvo un momento a leer el nombre de usuario de Joanna Boston entre esas personas.

¿Por qué la agregaría?

Presionó la opción de la "x" y continuó aceptando a los demás. No la rechazó porque la odiaba, sí, la odiaba, pero no quería tenerla al tanto de sus movimientos.

Cuando por fin terminó, en sus noticias vio que Clark había subido una fotografía de él en la estatua de la Libertad, con la descripción:

"Extraño mi ciudad querida. Estaré de vuelta para Navidad"

Y la publicación era de un día atrás. Y eso significaba que Clark Ravel iba a estar ahí en menos de dos días.

Ahí fue donde Skyler olvidó como respirar.











GRACIAS POR VOTAR :3 ME ENCANTARÍA QUE ESTE CAPÍTULO TAMBIÉN LLEGARA A LOS 40 VOTOS O MÁS *_* YA VIENE LO MEJOR :3

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