17
Le entristecía saber que, mientras ella se hallaba entre sus sábanas, Clark y Demian estaban disfrutando de sus vidas en lugares muy lejanos.
Clark estaba a 42 horas de distancia en coche de ella. Y para llegar a él, tenía que atravesar absolutamente todo el país. No tenía dinero, pero soñar no costaba nada.
Rodó sobre la cama hasta quedar tumbada boca arriba con el teléfono suspendido entre sus manos sin dejar de apreciar la foto de Clark y de estremecerse.
Estaban a 10 de diciembre y la representación de la obra de teatro era el 20 de diciembre, y esperaba que para esa fecha, Demian volviera, aunque sea a verla, no a representar a Romeo.
No obstante, se le ocurrió una descabellada idea: Viajar a Nueva York y conocer a Clark Ravel.
Sabía que eso implicaba muchísimo dinero, pero estaba harta de estar deprimida. Y si no lograba verlo, al menos deseaba distraerse en aquella ciudad tan preciosa, a la que siempre había querido ir de visita.
Pero el problema era este: ¿De dónde podría sacar el dinero suficiente?
Su padre.
Tendría que sobornarlo, claro estaba.
El teléfono le cayó de lleno en la cara y, por muy cómico que le resultó, el golpe le ayudó a tener una idea de cómo solucionar ese problema.
Y con una sonrisa llena de satisfacción, se levantó de la cama y comenzó a sacar la ropa sucia del cesto para lavarla en ese momento, ya que si quería viajar y ver a Clark, mínimo debía de tener ropa limpia.
Asustó un poco a su madre al verla meter una gran cantidad de ropa a la lavadora justamente a las 11:45pm.
-¿Qué haces?-le preguntó.
-Voy a lavar un poco de ropa-contestó Skyler, evitando su mirada.
-¿Y ese gran milagro? Siempre tengo que ordenartelo al menos cien veces antes de que lo hagas-se cruzó de brazos y se recargó en el umbral de la puerta,viéndola maniobrar con la ropa y el jabón en polvo.
-Me di cuenta que ya no tengo ropa suficiente para esta semana, además, tengo exámenes.
-Me alegra que al fin tengas un poco de responsabilidad-dijo a modo de cumplido y Skyler puso los ojos en blanco.
Esa noche apenas y durmió. Dejó incluso planchada toda la ropa y cayó como piedra a eso de las ocho de la mañana.
Pero fue despertada a las doce del día por su madre.
Le ardía los ojos, y los párpados se le cerraban, pero aún así, se levantó.
-¿Qué pasa?-quiso saber, y bostezó.
-Vete a duchar. Iremos al cumpleaños de Ivvy.
-¿Que no fue ayer?-masculló ella, molesta por haber despertado por una tontería.
-Fue ayer y supongo que no la felicitaste, ¿no?
-Supones bien-añadió con una sonrisa cínica-ya que ella jamás me felicita a mí.
-El rencor no es bueno, pero de todos modos iremos a su fiesta. Ponte algo decente, y que bueno que dejaste toda tu ropa limpia.
-Va a cumplir 23 años, no diez-se quejó-además, ahí van a estar su amigos y sabes que odio a sus amistades. Me aburriré como ostra.
-Ella y Hanna han venido siempre a verte a todos tus cumpleaños-la reprendió.
Su madre se hallaba limpiando la mesa y Skyler sólo la fulminaba con la mirada encendida.
-Mis primas no son malas personas-reconoció ante la problemática y vio a su madre sonreír-pero eso no significa que me agrade su presencia.
-Vete a cambiar, ahora. Y te apuras a desayunar, en media hora nos vamos.
El fin de semana consistió estar metida en casa de sus primas en una fastidiosa "fiesta" de jóvenes adultos queriendo jugar a ser interesantes.
Skyler se la pasó la mayor parte del tiempo jugando videojuegos con sus otros primos,Joseph y Ángel, quienes eran menores que ella y por eso lograban congeniar mejor.
El domingo en la noche le dio una breve repasada a todo lo que posiblemente vendría en el examen y le envió un mensaje a su padre.
"Hola, papá. Espero que no estés dormido, pero me gustaría hablar contigo mañana después de clases. Ve a buscarme a las dos de la tarde en el estacionamiento."
Se lo envió y como no esperaba respuesta de vuelta, se sorprendió. Leyó su contestación y deseó matarlo.
"Tengo trabajo. No puedo."
Con todo el veneno del mundo,ella le replicó.
"Oh, pero cuando querías presentarme a tu hijo hasta planeabas bajarme la luna y aceptara estar con él."
Entonces su padre la llamó.
Planeaba no contestarle, pero era necesario obtener dinero de algún modo legal.
-Aloha.
-No estoy de humor para tus bromas, Skyler-bramó su padre del otro lado de la línea-¿qué quieres realmente? Dímelo sin rodeos.
-Vaya que eres listo, papá-se burló y chasqueó la lengua-así como yo te he hecho el favor de ser amable con tu hijo, quiero que me des algo de dinero. Mi madre no cuenta con nada y lo necesito para un proyecto final de la escuela.
-Sólo para pedir dinero me hablas. Hace unos días te llamé y no atendiste la llamada.
-Al parecer, ambos nos llamamos cuando necesitamos algo del otro, y es muy curioso-replicó, dejando desarmado a su padre, quien no tuvo más remedio que quedarse callado.Y sonriendo, ella volvió a retomar el control-en fin, el caso es que necesito recursos.
-¿Cuánto quieres?-gruñó.
-Uhmm...-se quedó pensativa un momento-tengo que viajar a Nueva York, así que calcula más o menos cuánto me ajusta para ir y venir.
-¡¿Nueva York?!
-Sí. Relájate. Es un proyecto de la Universidad, iremos a recolectar unas flores que sólo hay allá y es para mi calificación final.
-Estás loca. Yo no tengo tanto dinero. Pídele a tu madre-se rehusó.
-Jamás te pido nada, maldita sea. Eres mi padre hasta que te mueras y tu deber es brindarme sustento, y eso equivale a la educación.
-No me hables en ese tono.
-Entonces no me hagas enfadar y dame lo que te estoy pidiendo.
Su padre gruñó y medigó por varios segundos.
-Te depositaré dinero a una cuenta para que lo estés sacando poco a poco y no lo acabes de una sentada, ¿okey? En un mensaje te envió el número de cuenta y a nombre de quien-dijo por fin y Skyler no pudo evitar sonreír-pero con una condición.
-¿Qué condición?-su felicidad duró muy poco.
-Vas a frecuentar más a tu hermano, te guste o no.
Y con esas palabras dio por concluida la llamada.
Y a los pocos minutos le envió un mensaje con el nombre y número de cuenta.
Aquella, sin lugar a dudas, había sido una de las llamadas más extrañas que había tenido en toda su corta vida, pero había logrado su objetivo: Tener dinero.
Con una sonrisa imborrable, se tumbó a dormir.
La semana de exámenes pasó volando y ella continuó al tanto de los movimientos de Clark Ravel, los cuales sólo le daban una que otra pista acerca de su paradero.
Con toda la adrenalina con respecto al éxito de sus planes, se había olvidado completamente de Demian, y no fue hasta que Eros Rabanne le envió un mensaje a través de su teléfono, reparó en él.
El mensaje la dejó congelada y con la respiración agitada.
"Skyler, lamento no llamarte en este momento. Soy Eros. Y espero no alarmarte tanto, pero Demian ha desaparecido. Tiene dos días que no vuelve al departamento y tanto su madre y yo, lo hemos buscado por todos lados. Vamos a seguir buscándolo."
El cuerpo de ella comenzó a temblar y su respiración a acelerarse a medida que procesaba aquel mensaje. Tiró el teléfono al suelo, incapaz de moverse.
¿Demian desaparecido? ¿desde hacía dos días?
Una sensación de desasosiego la inundó por completo antes de atreverse si quiera a coger el teléfono nuevamente.
Se arrodilló a recoger el aparato y volvió a leer el mensaje.
No lo pensó dos veces y le marcó al número de Demian, deseando que fuera otras de sus bromas y le contestara en estado de ebriedad; pero quién contestó fue Eros.
Su voz era seria, sin ninguna pizca de vacilación.
-Skyler-dijo.
-Explícame, por favor, lo que está pasando-suplicó.
-No quiero asustarte, pequeña-dijo abatido-pero Demian salió hace dos días del departamento diciendo que iría por unas cosas al estudio de Jack; sin embargo, cuando le llamé a mi amigo, me dijo que en ningún momento él había ido para allá. Comenzamos a preocuparnos y llamé a mis conocidos, pero no obtuve ninguna respuesta satisfactoria. Pensé en llamarle a su teléfono pero como ves, lo dejó.
-¿Llamaron a la policía?
-Aún no. Pero ya van a hacer las 48 horas, y ya podremos dar aviso a las autoridades.
-¿En qué momento pasó todo esto?-se negó a echarse a llorar, pensando lo peor.
-Quizá esté en algún lado-Eros trató de verle el lado positivo-y se perdió en la gran ciudad de Vancouver. Va a aparecer, ya lo verás.
-Quiero ir a buscarlo-gimoteó, sintiendo como las lágrimas escurrían por sus mejillas.
-¿Qué?
-Sí,voy a ir a buscarlo yo misma-repuso con decisión.
-Está bien,pagaré tu vuelo y te esperaré en el aeropuerto.
-No te preocupes, tengo dinero.
-Lo pagaré yo. Luego me lo pagas y si quieres encontrar a Demian, date prisa. Mándame un texto a mi teléfono cuando ya estés en el aeropuerto.
Colgó y comenzó a guardar todo lo necesario en su mochila de la escuela, la cual vació para tener espacio. Metió varios jeans, playeras, ropa interior, calcetas y un suéter.
Se puso un abrigo grueso y se vio al espejo con tristeza, ya que el único que habría dicho que se miraba estupenda no estaba con ella y nadie sabía de su paradero.
Todo aquello lo hizo con los ojos inundados de lágrimas. Metió su teléfono, cargador, cartera y audífonos en la mochila antes de colocarsela sobre sus hombros.
Vio el reloj de su habitación que marcaba las ocho de la noche de un viernes y salió de ahí con firmeza.
Su madre se hallaba dormida, por lo que se limitó a dejarle una nota, explicándole que iría de excursión con sus compañeros a Nueva York, y que si no le creía, que le llamara a su padre.
Y haciendo caso omiso a su conciencia de no marcharse, salió de la casa.
El frío la abrazó y comenzó a caminar rumbo a la esquina en busca de un taxi.
Metió las manos en los bolsillos del abrigo y vio como su aliento salía como humo de sus labios. La noche estaba helada, sin embargo, a ella no le afectaba.
Detuvo un taxi y se embarcó hacia el aeropuerto.
Mientras recorría las calles de San Francisco, que eran como pequeñas colinas, que sólo subían y bajaban, pensó más que nunca en Demian.
Él jamás hubiera pensado abandonar a su madre y mucho menos salir sin su teléfono en la mano. A menos que algo grave le hubiera hecho reaccionar de esa manera.
Meneó la cabeza de un lado a otro y pensó positivamente. Demian Say era el chico más inteligente del mundo y sabía defenderse. Era invencible. Nada ni nadie podía contra él.
Y en ese instante, ella se dio cuenta cuan asustada estaba que se había puesto a infundirse ánimos.
-No tengo cambio, señorita-le dijo el señor conductor.
-No importa. Puede quedárselo-sonrió amablemente y bajó del vehículo.
Las piernas le temblaron al comenzar a caminar rumbo a las puertas del aeropuerto. Jamás había estado ahí y se sintió cohibida.
Había demasiadas personas yendo y viniendo con enormes maletas. Algunas dormían en posiciones poco cómodas en las sillas de espera, donde ella tomó asiento para mandarle un mensaje a Eros.
"Ya estoy en el aeropuerto"
Eros contestó rapidísimo.
"Perfecto. Ve a donde venden los boletos y pregunta por la señorita France Dave. Ella te dará tu boleto. Dile quién eres y que vienes de mi parte. Cuándo obtengas tu boleto, avísame para darte más indicaciones. "
Hizo exactamente lo que le ordenó al pie de la letra y se sentó nuevamente pero ahora con el boleto en sus manos.
"Ya tengo el boleto. ¿Ahora qué hago?"
Eros fue estrictamente específico en su siguiente indicación.
"Vuelve con la misma joven y dile que necesitas urgemente hablar con el señor Sean Ernest. Él te guiará hacia el avión sin ningún problema por lo de tu VISA. Además, tuve que arreglarmelas con la que te entregó el boleto, por eso fue que no te pidió pasaporte ni nada por el estilo. Se discreta."
Asintió, captando la indicación. Caminó hacia la misma joven y le sonrió.
-Tengo una pregunta, ¿dónde puedo localizar al señor Sean Ernest?
La cara de la muchacha se contrajo y torció el gesto.
-Está justo allá-le señaló un señor alto, delgado y calvo.
-Muchas gracias.
Apartandose de la muchacha, comenzó a acercarse al sujeto calvo que supuestamente era Sean Ernest.
-Buenas noches, soy Skyler Newton, vengo de parte del señor Eros Rabanne-se presentó en voz baja.
Él postró su fría mirada en ella y se limitó a asentir. Dio media vuelta y se encaminó hacia una puerta de cristal.
Skyler al no tener otra opción, lo siguió. Aferró el boleto en su mano derecha y su teléfono en la otra.
Paró en seco antes de incrustarse en la espalda del sujeto y le echó un vistazo al interior de la puerta. Era un largo pasillo desértico y volvió la cabeza a él.
-Entra ahí. Te llevará a la puerta del avión sin que te revisen o te exijan tu pasaporte-le explicó y extendió su mano-pero debes darme el boleto. Tu asiento es el 78B, primera clase.
Dudó uno instantes y al final terminó dandoselo, porque después de todo, confiaba en Eros.
Avanzó por el pasillo durante varios minutos hasta que el aire nocturno y helado la estremeció. Había salido al área de aterrizaje donde aproximadamente cinco o seis aviones aguardaban ansiosos por despegar.
-¿Vancouver?-le preguntó a una mujer que estaba escoltando las escaleras.
-En efecto-le respondió con fiereza.
Entonces Skyler, con el corazón en sus manos, subió al avión.
Como jamás se había subido a uno, se sintió torpe. Miró a todos lados y optó por entrar por el pasillo de su derecha. Buscó su número de asiento entre tantas caras y asientos, pero no lo halló.
-Disculpe, no encuentro mi asiento-comentó a una azafata. Y esta alzó una ceja, evaluandola de pies a cabeza.
-¿Cuál es su asiento?
-El 78B.
Y el semblante de la mujer cambió totalmente. Incluso su voz.
-Oh, cariño. Estás en el área equivocada-añadió con dulzura-es el otro compartimiento. Si necesitas ayuda con algo, llámame. Soy Erika, para servirte.
Forzandose a sonreirle, regresó por el estrecho pasillo entre los pasajeros y buscó su asiento del otro lado.
La diferencia de personas fue más que notoria.
En el compartimiento donde había hablado con la azafata, las personas tenían cara sonrientes y tranquilas; en cambio, en aquel donde ella se hallaba, todos parecían estar molestos e irritados.
Su asiento estaba justamente a lado de una anciana que miraba a los demás con cara de pocos amigos y gruñía entre dientes, entre sus dientes que quizá eran postizos.
Tuvo que deslizarse con cuidado en el asiento para no pasarla a tocar, con su mochila sobre el pecho. Y una vez sentada, se abrochó el cinturón rápidamente y le mandó un mensaje a Eros.
"Ya abordé el avión. Apagaré el móvil."
Eros contestó un minuto después.
"Estaré esperándote. Nos vemos."
Apagó el aparato y miró por la ventana la pista de aterrizaje que estaba iluminada por faroles de luz y luces de neón.
En su cabeza sólo estaba Demian.
¿En dónde estaba?
Iba a atravesar todo el país por él. Lo encontraria sano y salvo.
Aquel era su único pensamiento positivo; además, él no rompería las promesas. Ella le escribiría una libro acerca de ellos y jamás se abandonarían.
Pensando en él y en los buenos momentos, se quedó dormida, creyendo que el viaje sería muy largo.
Sin embargo, para su sorpresa, el vuelo solo duró 2 horas con algunos minutos, los cuales sintió que fueron simplemente diez minutos.
Se asomó por la ventana y divisó una ciudad ajena dándole la bienvenida.
"Pasajeros, hemos llegado a Vancouver. Favor de abrochar sus cinturones"
Lo irónico de todo eso era que ahora ella se hallaba en Vancouver, en la ciudad de Clark Ravel y él en Norteamérica, su país. Y a esas alturas, le valía tres kilos de tómate la vida de ese modelo. Su prioridad era Demian.
Esperó impaciente a que la anciana de su costado se apartara para dejarla bajar, pero tardó más de lo que creyó, por lo tanto, requirió de otro método.
Se impulsó en su asiento y comenzó a saltar entre los otros asientos, siendo presa de las miradas de los estirados pasajeros de primera clase que se daban de empujones para bajar antes que las otras clases bajas. Pero ella había logrado llegar antes a la salida y casi se lanzó de la escalera hasta el suelo.
Descendió corriendo y encendió su teléfono; lo cual no fue necesario, pues Eros Rabanne la esperaba en la puerta corrediza con la mirada triste.
-Andando-le dijo a este y él asintió.
Skyler se estaba aguantando demasiado las ganas de llorar y Eros lo sabía. No quería decirle algo que provocara que ella se quebrara y perdiera la esperanza, por lo que decidió guardar silencio y caminar a su lado.
-Quiero... que me digas exactamente todo-le oyó decir con voz quebrada pero firme.
Eros tragó saliva y se obligó a guardar la calma.
-Hubo una discusión entre él y su madre-comenzó a explicarle. Ella volteó a verlo bruscamente-yo no estaba ahí, todo esto me lo contó la señora Say-se disculpó-y bueno, riñeron y por lo que sé, salió del departamento para respirar aire fresco, yendo al estudio de mi amigo, dejando su teléfono sobre la mesa. Yo alcancé a verlo cuando se iba porque ya estaba llegando al departamento. No obstante, le resté importancia. Y no fue hasta que comprobé la hora, me di cuenta que ya era demasiado tarde para que él siguiera afuera. Hablé con la señora Say pero no estaba en sus cinco sentidos, pues se había tomado unas pastillas que le recetó su doctor y parecía una zombie-se rascó el cuello-así que le llamé a Jack para saber si él estaba ahí, pero no. No lo había visto desde hacia días y la preocupación se apoderó de mí.
Skyler lo escuchaba con mucha atención mientras llegaban al estacionamiento.
-Entonces se hizo de día y tampoco volvió. Mi paciencia y desesperación llegaron a su límite. Obligué a la señora Say a que dejara los medicamentos para que me ayudara a buscar a Demian y por fin reaccionó-dijo-y poco después fue que te envié el mensaje.
-¡No es posible que no hayas cuidado bien de él!-le soltó ella de repente y giró con fiereza, agarrandolo de las solapas de su camisa y obligándole a verle a los ojos-¡Él depositó su confianza en ti! ¡Debiste cuidarlo y protegerlo!¡Demian tiene muchos problemas y yo había tratado de ayudarlo hasta que apareciste!
Sus manos se relajaron y quedaron agarrando el pecho de Eros sin fuerzas mientras comenzaba a llorar. Sus hombros y cada parte de su cuerpo comenzó a temblar, y de sus labios a salir sollozos amargos y dolorosos que le partieron el corazón a Eros.
Él la agarró de las manos y se las apretó con fuerza, tragandose el enorme nudo que se le había formado en la garganta.
-Vamos a encontrarlo-le prometió a Skyler. Ella asintió en medio del llanto silencioso.
Eros la llevó a su coche, un Lexus color plata que sobresalía entre todos los demás coches y condujo a toda velocidad hasta su departamento, el cual era el doble de grande que la misma casa de Demian en San Francisco. En todo el trayecto, ella no dejó de ver por las calles, esperanzada de verlo por ahí, pero sólo vio gente desconocida sonriendo.
Bajó tambaleante del coche y Eros la ayudó a subir algunos escalones antes de entrar.
Había más personas reunidas en la casa de Eros y ella se sintió cohibida e intranquila.
Él abrió la puerta y de repente, Skyler vio a Demian tumbado en un fabuloso sofá con la cara vuelta al techo y los ojos cerrados. Estaba sucio, golpeado y muy herido.
Tanto ella y Eros, corrieron a verlo.
-¡Demian!-chilló ella, temblandole el labio inferior e indecisa en tocarlo o no.
Las dos personas que estaban ahí, aparte de ella, Eros y Demian, pasaron a segundo plano porque sus ojos solo lo miraban a ÉL. Al chico que yacia postrado en el sofá con heridas sumamente graves en el cuerpo.
Demian respiraba con dificultad y apenas parecía estar vivo de milagro.
-¿Qué le pasó? ¿dónde estaba?-preguntó Eros con histeria.
-Lo encontré mientras conducía hacia acá-contestó una voz masculina, y ruda.
Hasta en ese momento Skyler reparó en la persona y volteó a verla. A pesar de que su atención ocilaba en Demian, no pudo sofocar el grito de sorpresa, dejando a todos perplejos.
Era Jack Malí.
Jack Malí, el fotógrafo profesional de Clark Ravel, y la miraba con desconfianza.
-¿Jack... Jack Malí?-murmuró ella, pasmada.
Eros había ido por el botiquín de primeros auxilios y se arrodilló a limpiarle la cara de Demian. El chico gruñó y Skyler centró de nuevo su atención en él.
-Sí. Él es Jack, mi socio, del que te hablé la vez que nos conocimos-inquirió Eros sin mirarla.
-Así es. Soy Jack Malí, ¿con quién tengo el gusto?-repuso el hombre atractivo y Skyler vaciló.
-Soy Skyler Newton, la chica que usó sin tu permiso la foto de Clark Ravel para mi historia que subo a Wattpad. Y a la que le dijo que tenía que pedirte permiso para utilizar otra de tus fotos a través de instagram. Mucho gusto-se presentó y le extendió la mano.
Jack Malí se quedó atónito y entornó los ojos.
-¿La misma con la que tuve una charla por mensaje privado?-preguntó perplejo y le estrechó la mano.
-La misma.
-¡Oh Dios!-exclamó y se llevó las manos a la cara, gesto que hizo sonreír a Skyler en medio de su agonía-esto es algo muy descabellado. No pensé que de verdad nos conociéramos alguna vez.
-Estoy tranquilizandome demasiado para no abrazarlo justo ahora.
-Será mejor que te controles-le aconsejó con una leve sonrisa y retrocedió un paso-no me digas que eres novia de esta preciosura de chico-señaló a Demian con la barbilla y ella asintió. Jack volvió a llevarse las manos a la cara-¡Entonces eres tú de la que Eros me había hablado!-y ladeó la cabeza-y viéndote bien, tienes buen perfil para una sesión de fotos para alguna revista de cosméticos.
Ruborizada por su comentario, bajó la cabeza.
-¿Podrían ayudarme con el chico?-protestó Eros-que alguien llame a un médico.
Skyler salió de su trance y se sentó en el suelo para acariciar la mano tibia de su novio.
-¿Dónde está la señora Say?-preguntó.
-Acaba de meterse a su habitación en cuanto llegaron-informó Jack con desagrado y se alejó unos pasos para llamar a un médico.
Mientras tanto, ella se dedicó a contemplar a Demian.
-¿Qué te pasó? ¿A dónde te fuiste y por qué estás así?-le susurró y se acercó para besarlo en los labios.
Entonces el beso fue correspondido por él. Sorprendida, trató de apartarse pero Demian colocó su mano en su mejilla para que no se alejara y lo siguiera besando. Había bebido, su aliento lo delataba, pero aún así, disfrutó besarlo después de varios días sin tenerlo cerca.
-Oh, vaya. Creo que ya no será tan necesario un médico-bramó Eros, molesto y Demian se negó a soltarla, puesto que sentía que si la dejaba ir, ella desaparecería-¡Hombre, la estás asfixiando!
Entre Jack y Eros separaron a los novios, pero Demian se puso en pie violentamente haciendo muecas de dolor y le echó los brazos encima a Skyler. Ella lo atrapó antes de que este cayera al suelo con fuerza.
Se había desmayado en sus brazos.
-Al menos sabemos que está mejor de lo que aparenta-murmuró Jack, haciendo muchísimo esfuerzo al cargarlo con Eros a una habitación con Skyler pisandole los talones.
-¿El médico vendrá?-interrogó ella.
-Estará aquí en quince minutos-le informó Jack.
Acomodaron al chico en la cama y comenzaron a desvestirlo hasta dejarlo en ropa interior. Skyler apartó la vista al verle el boxer azul marino con franjas rojas y se ruborizó.
-Mejor cubramoslo con la cobija. No queremos que tengan sexo en este momento-bromeó Jack y a ella se le subieron los colores a la cara-estoy jugando. Pero si vamos a cubrirlo, además, tiene el cuerpo hecho trizas y hace bastante frío.
Curiosamente, lo único que cubrieron de Demian fue de la cintura para abajo y ella bufó. Se acostó en la cama acurrucada a ÉL y contempló los golpes, arañazos, y cortes que tenía en el pecho, brazos, cara y estómago.
-Cuando este chico esté mejor, me encantaría mucho hablar contigo. Por desgracia Clark se fue a Nueva York, pero puedo llamarlo-le dijo Jack antes de abandonar la habitación.
Abrumada y excitada, cerró los ojos y pensó en su modelo. No era correcto pensar en él, estando a lado de su novio que había recibido una maldita paliza y se relajó.
A los pocos minutos entró la madre de Demian con el rostro pálido y los ojos desorbitados, parecía no conocerla y tampoco a Demian.
-Vamos, señora Say, vamos a su habitación-apareció Eros y la agarró del hombro con suavidad. La mujer asintió y se dejó llevar por él.
Contempló a Demian con agonía y recorrió su mandíbula con el dedo y notó que extrañamente él comenzaba a respirar agitadamente, así que sacó su mano pero sorpresivamente él atrapó su muñeca y ella se quedó estática en su sitio.
Las pestañas de él se movieron cuando comenzó a abrir los ojos. Su mirada aterciopelada se clavó en ella y se estremeció.
-Estás aquí-susurró con voz débil.
Una parte de ella quería besarlo y decirle que sí, que había viajado sólo para estar con él pero su otra parte le pedía a gritos que le diera otra paliza por ser tan estúpido y dejar que lo lastimaran.
-¿Te duele hablar?-fue lo único que pudo decirle.
Él asintió y con todo el esfuerzo del mundo, le besó la mano.
-Tenemos tantas cosas de qué hablar-eludió ella.
-Lo haremos, mi amor, lo haremos...
Media hora después, la madre de Demian entró a la habitación con los ojos despejados, ya que al parecer el efecto de las pastillas se había acabado.
-¡Hijo!-ahogó un gritito y corrió a sentarse a la cama para tocarlo, pero Demian soltó un gruñido y trató de apartarse. La señora Say bajó la mirada y tomó distancia de él.
Skyler quiso protestar pero Demian, en la nebulosa de su dolor, le envió una mirada de advertencia.
Estuvieron compartiendo la habitación por casi quince minutos en total silencio. El doctor aún no llegaba y sólo escuchaban las voces de Jack y Eros en alguna parte del departamento, como un eco.
La mano de Demian se deslizó por la sábana y se postró sobre la de ella.
-Perdóname por ser tan imbécil-le dijo apenas con voz audible.
Ella lo miró a sus ojos cafés que suplicaban su perdón y suspiró.
-Viajé hasta aquí para encontrarte, ¿eso no te da una respuesta?
Él cerró los ojos y sonrió.
-No nos han presentado todavía-la voz de la señora Say captó su atención y Demian dejó de sonreír, y no abrió los ojos-soy Enelda Say,madre de Demian-sonrió cariñosamente.
-Oh, mucho gusto señora Enelda, soy Skyler Newton-le devolvió el gesto y la vio emocionarse.
Ambas iban a añadir algo, cuando un hombre sumamente atractivo y de edad madura irrumpió la estancia con un maletín en sus manos con expresión extremadamente seria. Sus ojos azul hielo se dirigieron a Skyler y luego a la señora Say.
-Voy a revisar al chico, ¿podrían salir un momento?-dijo con voz trémula y firme.
Ambas se levantaron aturdidas y Demian la detuvo, sin soltarle la mano.
-No. Quiero que ella se quede aquí conmigo-le espetó al doctor.
La expresión del hombre se ensombreció.
-De acuerdo. Que se quede, pero la señora debe salir cuanto antes de aquí-ordenó.
La madre de Demian miró con desasosiego a su hijo y optó por salir de la estancia con incertidumbre. El doctor tuvo que cerrar la puerta y luego se volvió a mí.
-Quédate en donde estás-le exigió-no te acerques mucho.
Ella asintió y se mantuvo quieta en su sitio, a escasos pasos de la cama dondd estaba Demian. Él le dirigió una leve sonrisa, pero su sonrisa se esfumó cuando el doctor comenzó a revisarlo y aulló de dolor.
Skyler apartó la vista varias veces cuando él gritaba de dolor o cuando el doctor le bajaba un poco la ropa interior para limpiarle la piel, la cual tenía sangre seca.
Al término de su chequeo, Demian quedó vendado la mayor parte de su cuerpo y con tiritas en los arañazos.
-Bien, estarás bien. No tienes ningún huesos roto ni fractura-dio su veredicto el doctor y ambos lo escucharon con atención-pero tendrás que quedarte en cama una semana o dos.
De su maletín, extrajo varios frascos de pastillas y anotó algo en una hoja, la cual dejó a un lado de los medicamentos.
-Disculpe, ¿Qué le pasó realmente?-quiso saber Skyler. Demian se tensó y el doctor volteó a verla con una ceja elevada.
-¿Eres su hermana, novia...?
-Novia.
-A tu novio lo arrolló un coche, desde luego o sufrió un accidente automovilístico.
Pálida como la nieve, volteó a ver a su novio y este se rehusó a mirarla.
-¿Está seguro?
-Jovencita-sentenció el doctor-soy Robert Carrolw, médico especialista generla con un doctorado en Harvard y sé cuando una persona ha sido violentada en un accidente de coche, y este chico no es la excepción. Cualquier cosa que diga, negando su condición, está equivocado.
-Demian, ¿Qué pasó realmente?-lo miró, angustiada.
Él no contestó.
-Voy a estar afuera hablando con Eros y Jack. Si me necesitas, sólo llámame-dijo Robert Carrowl a Skyler.
El doctor cogió sus cosas y los dejó a solas.
El ambiente se volvió fúnebre y apagado. Ella no sabía como comenzar a hablar con él, teniendo en cuenta que no deseaba contarle nada al respecto referente a su accidente. No obstante, ella no había viajado hasta allá para que Demian simplemente no le explicara lo que le había pasado.
Así que se sentó nuevamente junto a él y le agarró una mano.
-Bueno, el doctor se ha largado-dijo-comienza a explicarme lo que pasó, y no me iré de aquí hasta que me cuentes absolutamente todo, Demian.
-Ese no va a ser un problema-bromeó-no pienso dejarte salir de aquí de todos modos.
Poniendo los ojos en blanco, dejó de agarrarle la mano y se cruzó de brazos.
-Hablo en serio.
Le molestaba mucho su actitud. Era como si se sintiera demasiado culpable para confesarle la verdad.
-Conmigo no tienes que tener barreras, Demian. ¿Confías en mí-él se las arregló para asentir-entonces cuéntame.
Ayudándole a acomodarse mejor entre las almohadillas de terciopelo, lo confrontó.
-Cierra con pestillo la puerta. No quiero que mi madre entre.
Obedeció y regresó a sentarse junto a él.
Demian parecía muy incómodo, tenso y adolorido, pero si ella lo dejaba para otro día su explicación, sabía que ya no podría saber con exactitud lo que pasó, puesto que cambiaría los hechos.
-Te escucho.
Haciendo un gesto de dolor, volvió el rostro a ella y sonrió.
-Discutí con mi madre sobre su condición, ya sabes. Había querido continuar con lo que empezó: Dormir para siempre con sus pastillas. Y decidí largarme de aquí para despejarme-hizo una pausa y resopló-Eros me había dado un coche para que lo conduciera a mi antojo y pues...
-¿Lo chocaste?
-Sí. Bueno, no a propósito-se quejó al momento de agarrarle la mano-fui a una tienda y compré una botella de whisky. Bebí casi media botella de golpe, y, suponiendo que no bebo, se me subió muy rápido-tragó saliva-y luego, cuando decidí volver al departamento de Eros, supongo que cerré los ojos y cuando los abrí, evité destrozar a un perro que salió de la nada y al virar, las llantas resbalaron con la nieve y me incrusté con fuerza en un muro de concreto. Yo no llevaba el cinturón.
Ella lo escuchó con suma atención cada una de sus palabras y sintió compasión por él, pero quería saber con más exactitud el problema y se tomó el tiempo para buscar la mejor manera de preguntárselo.
-Pensé que tu madre iba a estar bien estando aquí, ya que esa fue la razón por la que decidiste venir sin decirme nada-añadió ella con toda la intención.
-Oh, no funcionó realmente y en parte, ese fue el motivo por el que pelee con ella-confesó, devastado-mi madre desea volver a San Francisco a ver a mi padre para continuar sufriendo por él.
-¿Por qué no la dejas en paz? En todo caso, es su vida-le dijo. Demian la miró de soslayo-perdona que te lo diga, pero, si ella se siente infeliz aquí y bien allá, ¿por qué obligarla?
-¡Porque es mi madre y no quiero perderla!-graznó, trastornado.
Skyler pensó en soltarle la mano pero él se la apretó.
-Entiendo-añadió ella, arrugando la nariz-y respeto tu opinión.
-Gracias-se relajó y ella lo soltó bruscamente, tomando por excusa rascarse la cabeza.
-Aunque no entiendo como es que accediste a venir y Eros a traerte con tu madre, ya que se suponía que me quería a mi también aquí.
Hizo todo lo posible para no sonar herida, pero falló. Se levantó de la cama y le dio la espalda, ignorando el hecho de querer llorar.
-Hablamos esa misma madrugada, Skyler, ¿lo olvidas?-le recordó. Ella negó con la cabeza-todo pasó repentinamente. Mi madre aún estaba en el hospital y yo no quise decirte nada, pero sentía devastado. Eros habló conmigo, me dijo que si quería ir con él en ese momento para olvidarme un poco de todo lo que estaba pasando y le dije que no, por mi madre y por ti. Y él me prometió ayudar a mi mamá en lo que yo hacía las pruebas, y ya con calma iríamos por ti. No quise decírtelo para no alarmarte, lo juro.
-Ah, ¿Sí? Pues hubiera preferido que me lo dijeras-se dio la vuelta para encararlo. Demian entornó los ojos al a verla sollozar-un mensaje bastaba.
-Lo siento, cariño. Lo siento tanto-la voz de él sonaba muy sincera.
-La profesora Anne me informó que ya no vas a estar en la Universidad, ¿eso es cierto?-le reclamó.
-Es cierto. Mi madre llamó hace unos días-le tembló la voz y bajó la cabeza.
-O sea que de plano piensas dejarme sola.
-¡No!-la miró-¡Claro que no!
-¿Entonces por qué te saliste de la escuela?
-Porque estudiaré en casa.
-¿Por qué razón?
-Tú lo entenderás cuando empieces a modelar, cariño.
-Realmente no creo quedarme aquí modelar. Sólo he venido a ver si estabas bien y sí que lo estás. Mañana a más tardar me regreso a San Francisco.
-¿Te vas a ir? ¿tan pronto?-se exaltó y se levantó precipitadamente de la cama. Ella abrió los ojos como platos y él, aún con la poca fuerza que le quedaba, la abrazó fuerte-no dejaré que te vayas-le susurró al oído.
-No puedes detenerme, Demian.
-¿Piensas que por qué estoy herido, no puedo detenerte?-bromeo. Ella quiso reír pero se mordió la lengua.
-No estoy de humor para tus perversiones-hizo el ademán de apartarlo, pero los brazos de Demian estaban bien afianzados a su alrededor. No había nada que separara sus cuerpos, sólo la ropa. Bueno, el boxer de él y el pantalón de ella.
Él olía a licor, un poco de sangre, sudor y perfume. Todo revuelto. Pero a ella le pareció delirante.
-Está bien. Me quedaré hasta que te sientas mejor-aceptó.
Demian sonrió y se inclinó a besarla.
De pronto, alguien aporreó la puerta y él se apresuró a tumbarse de nuevo y ella corrió a abrir.
Era Eros.
-¿Por qué cerraron?-interrogó con los ojos estrechados. Y echó un vistazo al interior. Demian había cerrado los ojos pero su pecho subía y bajaba muy rápido por la adrenalina. Eros rio.
Skyler se ruborizó y aguardó en la puerta.
-¿Dónde dejaste el coche?-le preguntó a Demian.
-Cerca de aquí-respondió Demian con vaguedad y sin abrir los ojos-juro que pagaré hasta el último centavo.
-¿Ya sabe que pasó?-se atrevió a preguntar ella.
-Sí. Jack me lo contó-murmuró Eros-en fin, descansa Demian. Y tú-señaló a Skyler-ven conmigo, te enseñaré donde dormirás.
Ella asintió.
-Skyler va a quedarse aquí conmigo-interpuso Demian con voz autoritaria.
-¿Qué?
Eros volteó a ver a la chica y alzó las cejas.
-Bien, supongo que en ese sentido yo no puedo oponerme, después de todo son novios-replicó y meneó la cabeza-pero si puedo sacarte un momento, chica, para hablar y dejarlo descansar. Ya más tarde vienes a dormir.
Skyler estuvo de acuerdo y aceptó salir con Eros de la habitación.
Volvieron a la sala y ella se sentó en el mismo sofá donde Demian había estado. Abrazó su mochila y se quedó mirando el vacío.
Jack y el doctor ingresaron también a la sala y se quedó rodeada de tres hombres atractivos de edad madura.
Los tres se sentaron frente a ella con expresión neutral.
Ninguno de ellos se atrevía a hablar, hasta que Eros rompió el silencio.
-Me encantaría que te quedaras aquí conmigo y comenzaras tu carrera de modelo con Jack. Sería fantástico, después de todo, tu madre aceptó.
Skyler hundió su rostro detrás de la mochila y parpadeó.
-Salí de casa sin permiso.
-No hay problema en ello-le aseguró Eros con una gran sonrisa-le llamaremos a tu mamá.
-¿Y qué hay de mi escuela?
-Estudiarás en casa, como Demian-terció Jack, emocionado.
-O puedes meterte a una Universidad aquí, si en caso te mudas a Vancouver-añadió Eros.
-Incluso puedes solicitar meterte a la Universidad Marriot, donde la mayoría de mis modelos estudia-exclamó Jack, haciendo reír al doctor y a Eros-Clark estudia ahí.
-Te conviene, chica-eludió Robert Carrolw con seriedad-yo no lo pensaría mucho. Es una gran oportunidad, sin embargo, tienes que estar consciente que tu vida va a cambiar una vez que aceptes meterte al mundo del modelaje. Serás una figura pública.
-Lo sé, es por eso que estoy nerviosa. Yo no soy apta para el modelaje-reconoció-lo haré mal y no tengo el perfil de una supermodelo.
-Eso se puede arreglar-sentenció Jack con suficiencia-ninguna modelo nace siendo lo que es. Existe el maquillaje y te verás muy bella. Sólo es cuestión de arreglar uno que otro detalle de tu físico y ya estás.
-Tengo varios kilos de más-murmuró, avergonzada.
-Existe el ejercicio, preciosa. Una buena rutina por dos meses y serás toda una preciosura.
Robert y Eros asintieron, dándole la razón a Jack.
-Y si quieres-siguió diciendo Jack, pero ahora su voz era maliciosa-le puedo pedir a Clark que te ayude con tu rutina de ejercicio. Él no se negará porque le gusta ejercitarse y conocer gente nueva.
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