13
Domingo, 21:00 hrs.
Demian tenía el teléfono aferrado a su oreja y con los ojos entornados y puestos en Skyler.
Ambos se hallaban en el Puente de la Bahía, intentando contactarse con Eros Rabanne.
-No contesta-se lamentó y se le revolvió el cabello cuando pasó un coche a toda velocidad detrás de ellos por todo el esplendor del puente.
-¡Inténtalo nuevamente!-le instó ella, presa del pánico.
El bullicio de los coches hacía imposible escuchar con claridad a Demian, por lo que colgó y la agarró de la mano.
-No escucho nada. Llamaré desde el interior del coche, sube.
Estando adentro, cerraron las ventanas y encendieron el aire acondicionado.
Skyler, por su parte, no dejaba de observarlo y de morderse los labios en espera de la contestación.
Demian se humedeció los labios con decepción y cuando estuvo a punto de colgar nuevamente, se quedó paralizado.
Aclaró la garganta y con la vista puesta en ella, saludó:
-Buenas noches, ¿hablo con el señor Eros Rabanne?
Ella contuvo el aliento, emocionada.
Él le mandó un beso en el aire y luego se concentró en la llamada.
Skyler lo miró todo el tiempo que él habló con el ejecutivo o caza talentos.
Se percató que en momentos se ponía rígido, escuchando lo que Eros le decía y en otras ocasiones adoptaba una postura egocéntrica, seguro de sí mismo.
Así fueron los primeros veinte minutos, luego treinta y ella había comenzado a cabecear.
Y no se dio cuenta en qué momento crucial fue que se quedó dormida, recargando su cabeza en el frío cristal con la cara vuelta a él.
Poco después sintió unas leves sacudidas y la voz de Demian llamándola por su nombre con suavidad.
Abrió los ojos y miró a todas partes, desorientada.
-Bella durmiente. Te dormiste en mi conversación tan importante-le dijo.
Intentó no bostezar pero falló.
-Lo siento... es que... estaba cansada-parpadeó varias veces, alejando el sueño-¿qué te dijo Eros?-se acomodó en el asiento y se quedó muy cerca de él. Aún seguían en el puente, a un lado de donde pasaban los coches a toda velocidad.
-Nos citó justo aquí, en el puente de la Bahía-respondió y adoptó un aire taciturno en su mirada-dijo que no va a dejarme hacer las pruebas si no vienes a realizarlas tú también.
A Skyler se le secó la garganta y tragó saliva.
-¿Qué? Pero si... yo no...-balbuceó-sólo te haré compañia. No pienso hacer ninguna prueba, ya te lo he dicho.
-Entonces no tiene caso tener el número de Eros en mi teléfono-dijo él, sonriendo. Pero su sonrisa no llegó a sus ojos, sin embargo, se mostró amable.
Y ella comenzó a temblar.
Le había costado mucho convencerlo para hacer esa llamada y aceptar modelar para que de pronto, por su propia timidez, él se echara para atrás.
La mirada de Demian se tornó apagada y perdida. Hizo una mueca y guardó el teléfono en su bolsillo para retomar el camino de vuelta a casa.
Se incorporaron junto a los demás coches y se dirigieron a la ciudad.
El silencio que los abrazaba era tenso y muy desagradable.
Demian era demasiado educado y bueno como para reprocharle algo.
Y ella demasiado idiota para hablar y no decir estupideces.
Pronto estuvieron cerca de su casa y Skyler había mantenido las mandíbulas apretadas y los puños cerrados sobre su regazo, reuniendo el valor.
Cuando aparcó en la acera de su casa, ella lo miró de reojo y se sintió avergonzada.
-Demian-dijo. Él volteó a verla y ella se quedó en silencio, debatiendose internamente y buscando las palabras correctas.
-No te sientas culpable. Quizás si hubiera aceptado desde un principio su propuesta, nada de esto estuviera pasando. No quiero que te sientas presionada-la tranquilizó con suavidad y colocó su mano sobre la pierna de ella-volveré a tener otra oportunidad, ya lo verás.
La culpabilidad la invadió por completo y lo abrazó de manera precipitada. Demian entornó los ojos y le correspondió el gesto.
Y sin decir una palabra más, ella bajó del coche y se despidió de él con la mano.
Su chico se despidió también sin borrar la sonrisa de sus labios.
Prácticamente había sido muy imbécil al no apoyarlo. ¿Por qué no sólo iba y realizaba las pruebas y listo? Porque era una cobarde.
Entró a su casa con los ánimos por los suelos.
Halló a su madre revisando su teléfono en el sofá y le dio un beso antes de irse a su habitación sin tener la menor intención de hablar con ella.
-Mañana te cuento-le prometió antes de cerrar la puerta de su habitación.
Se acostó en la cama con la cara de vuelta al techo y suspiró.
Pensó en el rostro de Demian, sonriente pero defraudado por dentro.
Hundió su cara en las almohadas, deseando no ser tan tonta y sacó su teléfono. Buscó el nombre de Eros en su agenda y se mordiqueó el pulgar, pensando en una solución.
Al final, su dedo se deslizó sobre la opción de "llamar" y esperó con los nervios de punta.
Eros Rabanne contestó casi al instante. Su elegante y majestuosa voz surgió de la nada y ella palideció.
-¿Hola?
-¡Buenas noches!-carraspeó, exaltada-¿hablo al teléfono de Eros Rabanne?
-El mismo. ¿Quién me busca?-dijo risueño. Mantenía su sentido cómico y eso la relajó.
-Soy Skyler Newton, la chica que conoció ayer en el gimnasio y novia de Demian Say.
-¡Oh! Pequeña, pensé que no llamarías-murmuró aliviado-hablé con tu chico hace un rato y quedamos de vernos mañana en e puente de la Bahía. Espero que vayas, ¿okey?
-¿Es verdad que usted no le hará las pruebas a Demian a menos que yo las haga también?
-En efecto. Eres excelente para nuestra agencia y te necesito.
-Debe ser una broma-se atrevió a confrontarlo. Se estaba desesperando por esos comentarios-¿realmente está bien de su vista? ¿acaso no me vio? Moriré de hambre haciendo de modelo.
Eros Rabanne soltó una risita nasal y luego una risotada en todo su esplendor, ruborizandola.
-Yo nunca me equivoco cuando le echo un ojo a alguien. Mi socio Jack Mali estará encantado de verlos a ambos.
Skyler miró un punto lejando al techo, pensativa.
-¿Hay alguna posibilidad de que no me elijan para nada si hago las pruebas?
-Que pesimismo, por Dios.
-Es que no es lo mío, pero estoy dispuesta a hacer todo para ayudar a Demian. Él está pasando por un momento difícil y logré convencerlo de aceptar su propuesta; pero ahora implica que yo decida sabiamente para que se sienta bien y logre su objetivo.
-Veamonos mañana en el puente, ahí hablaremos seriamente los tres acerca del asunto, ¿vale? Y espero que lleguemos a una solución porque el martes vuelvo a Vancouver.
-Por supuesto. ¿A qué hora?
-Quedé con tu chico en la tarde, como a las 6.
-De acuerdo. Ahí estaremos.
-No te vas a arrepentir-le aseguró antes de colgar.
Skyler sonrió nerviosamente al darse cuenta de la magnitud de responsabilidad que se había echado encima.
Y para calmar los nervios, entró a sus redes sociales, ya que había dejado muy abandonado a su hermoso modelo Clark Ravel.
Al entrar, vio aproximadamente 5 fotos nuevas en las que él aparecía con esa tal Joanna. Leyó la descripción de cada una y a ella se le cayó el alma a los pies.
CLARK RAVEL ya había hecho pública su relación.
Después de tanto tiempo, a él se le ocurrió casi gritarlo a los cuatro vientos.
Se deprimió un poco y se rehusó a ponerle "me gusta" a las fotos.
Salió de su perfil y vio más fotos de sus seguidores.
De pronto, por el rabillo del ojo, alcanzó a leer el nombre de "Jack Mali" en su inicio y abrió los ojos como platos.
Entró a ese perfil y sintió que iba a colapsar. Después entró a sus mensajes privados y vio todo borroso.
Ahora entendía por qué el nombre de "Jack Mali" se le hacía tan familiar...
Jack Mali era el fotógrafo profesional de Clark Ravel... y dentro de poco Demian modelaría para él.
La emoción y ganas de gritar la desconcertaron por completo.
Eros Rabanne era socio del fotógrafo de Clark Ravel. ¿Y si ella lograba conocerlo? ¿acaso era un sueño todo aquello? Porque no quería despertarse.
Como Demian estaba decepcionado de ella, no podía llamarlo y decirle acerca de lo que acababa de descubrir; pero si del trato que hizo con Eros.
Le marcó directamente y esperó.
Él contestó hasta la quinta vez.
-¿Cariño?
Incluso estando triste, no dejaba de sorprenderla con sus palabras dulces. Ella sintió como su corazón latía muy deprisa.
-Mañana a las 6 de la tarde nos vemos en el puente de la Bahía, ¿sí?
-¿De qué hablas? Dijiste que no vendrías.
-Hablé con Eros hace unos minutos y decidí que iré contigo. Aunque no sé como se lo tomará mi madre ante esa decisión tan repentina-vaciló.
-¿Hablas en serio?-se sorprendió.
-Sí. Lo pensé bien y ya lo decidí.
-¿Estás segura? No quiero que lo estés haciendo porque te sientas presionada por mí y con el problema con mis padres.
-Nada de eso. Sólo tenía miedo, ya sabes. Pero iré.
-Vaya, tengo que reconocer que estoy aliviado y nervioso a la vez.
-Me temo que después de hablar con Eros, tendrás que acompañarme a hablar con mi madre acerca de esto.
-Tranquila, todo saldrá bien. Y si quieres, podemos llevar a Eros para tener más refuerzos.
-Claro, si él quiere.
-Nos necesita; así que no se negará.
Continuaron charlando un rato más hasta que ella tuvo que despedirse, puesto que deseaba cambiarse de ropa y tratar de dormir sin pensar mucho en eso.
Demian le mandó un beso por teléfono y prometió llegar puntual al día siguiente para ir a la Universidad.
Y antes de acostarse a dormir, publicó una fotografía que se había sacado con Demian en el puente sin que él se diera cuenta, pero la subió en su historia de Instagram para que dentro de 24 horas se borrara, con una nota "Como lo quiero". Y se durmió.
Despertó muy temprano y lo primero que hizo fue poner a cargar su teléfono y revisar instagram.
Se sorprendió un poco ver que 10 personas ya habían visto su foto y entre ellas estaba el "visto" de Clark Ravel y se le subieron los colores.
Pero el recuerdo de él con su novia hizo que se enfadara y lo mandó al carajo.
Se metió a duchar y se alistó lo más rápido posible para hablar con su madre antes de irse a clases.
Ella se hallaba cocinando con el cepillo en el cabello a medio peinar.
-Te ayudo-se ofreció, sorprendiendola. Su madre le dio el mango del sartén mientras se peinaba.
-Es un milagro que te hayas despertado temprano.
-Siempre hay una primera vez-sonrió y volteó el tocino-¿puedo hablar un minuto contigo, mamá?
Le bajó la flama a la estufa y se volvió a ella, quién la miraba confundida.
-Claro, cariño. Dime.
-Es sobre el asunto del modelaje que te comenté ayer.
-¿Qué pasa con eso?
-Hoy saldré con Demian a hablar de ello y quiero que nos escuches a los dos, ¿sí?
-¿Decidiste acompañarlo?
Skyler asintió.
-¿Cuándo?
-No te vayas a alterar, por favor.
-Solo dime a donde piensan ir y cuando-trató de estar calmada.
-Lo más probable es que mañana nos vayamos a Vancouver.
Ella jamás había visto a su madre tener ese tipo de histeria por su culpa, solo cuando aún su padre vivía con ellas y eso fue antes de que él se marchara para siempre.
La mirada lacerante y demencial que mostró su madre la hizo retroceder.
-¡Debes estar jugando, Pearl!
-No me llames así.
-Pues así te llamas, Skyler Pearl-siseó su madre-¿cómo que te vas a Vancouver? ¿acaso estás loca?
-Olvidalo.
La dejó en la cocina con la palabra en la boca y fue a su habitación por sus cosas. Skyler había pensado que su madre iba a apoyarla en ese sentido; pero se equivocó.
Desconectó su teléfono y le mandó un mensaje a Demian:
"No vengas por mí hoy, te veo en la Universidad. Necesito pensar unas cosas"
Cogió su mochila y salió disparada a la calle, ignorando a su madre, que había corrido tras ella.
-Me voy a la escuela-dijo, y se apresuró a llegar a la calle.
Caminó por la acera por varios minutos. El cielo aún estaba oscuro y vio la hora en su teléfono 6:10 am.
Demasiado temprano. Ni si quiera su amiga Isabella estaba esperando el autobús, por lo que optó caminar un poco más.
Sintió la vibración de su teléfono y se percató que Demian la estaba llamando.
Suspirando, contestó.
-¿Sí?
-¿Cómo que no quieres que pase por ti? ¿Estás bien? Justo estoy saliendo de mi casa, quédate donde estás.
-Tuve una confrontación con mi madre, nada importante. Pero tengo dolor de cabeza y no sé si iré hoy a clases.
-Por Dios, ¿dónde estás?
-En ningún lugar en específico. Sólo estoy caminando en línea recta por toda la acera-bufó-nos vemos mejor en el puente de la Bahía a las 6 de la tarde como quedamos, ¿vale?
-¿Qué demonios...?
Ella colgó.
Él volvió a llamar pero no le contestó.
Continuó caminando con sus pensamientos revueltos.
¿Por qué su madre no la apoyaba? Ella había deseado arriesgarse a todo por Demian y no recibió ayuda por parte de la única persona en la que confiaba: Su madre.
Ni si quiera tenía las fuerzas para mirar a Demian a la cara después de la pelea con su madre.
¿Qué le diría?
"Discúlpame Demian. Mi mamá dijo que siempre no. No iré contigo y no podrás ser un modelo por mi culpa".
Se abrazó a sí misma y sacudió la cabeza.
¿En qué momento de su vida se había vuelto tan sensible y miserable?
Demian volvió a llamarla y siguió sin responderle.
Una, dos, tres, cinco...
Muchas veces más y ella se mantuvo firme sin atender la llamada.
Pasaron los minutos, el reloj de su teléfono le informó que faltaba un minuto para las siete de la mañana y el amanecer naranja le avisó lo mismo.
¿Qué debía hacer?
No tenía ganas de ir a clases, pero tampoco de regresar a casa. Y mucho menos ver a Demian.
Resopló con resignación y cruzó una avenida sin tomarse la molestia de voltear a ver a los lados. Caminó lentamente con los ojos fijos en sus pies, contando cada paso y de pronto, un coche frenó de golpe, provocando que alzara la cabeza y diera un respingo del susto.
Había estado a punto de ser arrollada por tonta.
Entonces, del coche descendió alguien y ella aprovechó a echarse a correr lejos de esa persona.
No corrió tan rápido como quiso porque sintió unas manos detenerla justo al tiempo de tropezar y caer de cara al suelo.
Ella ya sabía quién era. Y se negó a darle la cara.
-Evitarme no solucionarás nada, Skyler.
Abrumada, dejó a un lado la resistencia y se quedó inmóvil, escuchando la respiración agitada de Demian muy cerca.
-Mi madre no me dejó ir a las pruebas.
-¿Y es por eso que te pusiste paranoica?-le espetó.
Ella estrechó los ojos y le envió una mirada fulminante. Él titubeó.
-¡Sí! Paranoica porque no quería defraudarte una vez más. Porque te había dicho que sí iría contigo y quizá no pueda.
-Vamos a hablar con ella. Eros, tú y yo, ¿lo olvidas?-la agarró de la mano y ella se estremeció.
-Ya dijo que no. Según ella, estoy loca y no sé que carajos más.
-Haremos lo posible para pesuadirla, ahora vamos. Se hace tarde.
Ella asintió y dejó que él la abrazara.
Se deslizó a su coche y dirigiéndose a la Universidad, el ambiente se calmó.
Llegaron a la segunda hora, bajo las miradas cotillas de sus compañeros y del profesor.
Demian se encargó de contestar al interrogatorio del docente mientras que ella tomaba asiento en su pupitre y se hundía con todos sus ánimos.
La mayor parte de las clases fueron totalmente deprimentes, incluso llegó a ignorar el hecho de tener hambre. Mandó a comprar con Demian un yogurt de fresa y unas galletas.
-Cambia esa carita.
-Sólo déjame morir, Demian-susurró, ocultando su cara entre sus libretas, dejando a un lado el yogurt y las galletas.
Él gruñó.
Lo vio retirar su pupitre del suyo y luego salir del salón con aire molesto.
Tranquila por ahuyentarlo por un rato, cerró los ojos para pensar en lo que haría a continuación.
Sabía que su madre jamás cambiaría de parecer con respecto al permiso y haría todo un show si ella se iba por su propia cuenta a Vancouver.
Lo único que podía hacer era morir por unos minutos, en el aula de clases en lo que sus compañeros volvían de la cafetería y a Demian se le ocurriera sentarse a su lado otra vez.
No "murió" por mucho tiempo, pese que todos su compañeros estuvieron de vuelta a los pocos segundos junto con la profesora Anne, de teatro.
Demian regresó a su asiento sin dignarse a mirarla y ella suspiró.
-Ya se acerca el día de la obra de teatro y hemos practicado mucho para que salga de maravilla-dijo la profesora, acomodando sus lentes de aumento con frenesí-y de todo corazón les ruego que pongan todo de su parte, ¿vale? Y bueno, hoy será nuestro último ensayo aquí en la Universidad porque a partir de la próxima semana, lo haremos en The Castro Theatre, ¿bien?
El rostro ceniciento de ella se iluminó por unos segundos y luego retomó su mezquindad de siempre cuando comenzó su clase.
Para Skyler, la voz de ella era como martillazos en su cabeza, una y otra vez.
Y si continuaba así, estaba segura de golpearla en cualquier momento.
-¡Profesora Anne!-exclamó y alzó la mano, retirándose de su pupitre-¿puedo ir al sanitario?
-¿Te urge mucho?-la cuestionó.
-Sí, me urge-carraspeó.
-Está bien.
Salió con urgencia del salón y bajó corriendo al sanitario para refrescar su rostro y mantener el control.
La furia y agonía no la dejaba respirar.
¡Odiaba demasiado a su madre en esos instantes! ¡La odiaba!
Con sus pensamientos ensimismados sobre ella, salió del baño de chicas y empujó-no a propósito-a alguien que pasaba o estaba afuera de ahí.
Lo derribó por completo y se percató de que se trataba de Demian y enseguida lo ayudó a levantarse.
-¿Qué hacías afuera del baño?-lo interrogó, un poco molesta.
Él alzó las cejas y se limitó a pasarse las manos sobre el cabello.
-Vine a ver qué tal estabas. Tenías la cara pálida como la nieve.
-Está comenzando a helar-se excusó-y necesitaba ir al baño con urgencia.
Demian se ruborizó.
-No ha caído nieve y ya debería, ¿no?
-La nieve suele ser escasa pero no falta nada para que caiga-dijo ella y lo animó a caminar.
Aprovecharon los diez minutos que quedaba de la hora para andar por la Universidad, charlando del clima para no pensar en el asunto de Eros Rabanne.
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