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10

Semanas atrás, Vancouver, Canadá.

Jack Mali observaba minuciosamente sobre su escritorio de su estudio la lista de modelos que tenía a su disposición en ese momento y no se le apetecía fotografiar a uno de ellos. Necesitaba un rostro nuevo. Alguien distinto y perfecto; además, su empleo y popularidad estaba en juego, ya que le pedían carne fresca para captar la atención de sus seguidores.
Deseaba tener a alguien a su disposición, que no le importara tanto su carrera universitaria y prefiriera estar en él en su estudio tomandole excelentes fotografías.
Se recargó sobre el dorso de su mano y suspiró agobiado.
¿En dónde conseguiría a alguien joven y perfecto en menos de tres semanas?
Había pensado seriamente en elegir a Clark Ravel para su revista especial de Invierno, pero abandonó esa idea cuando el chico se negó rotundamente a causa de sus vacaciones de verano y en esos instantes no se hallaba en condiciones de ir a un estudio, ya que había vuelto a clases y tenía exámenes.
Desesperado, tomó el teléfono y lo llamó, aunque sea para hacer su último intento para persuadirlo.
-¿Clark?
-¿Qué pasó?-contestó el muchacho con voz jocosa. Claro estaba que no esperaba su llamada y no deseaba continuar charlando.
-¿Estás seguro que no tienes algún tiempo libre? En serio te necesito en mi estudio. La revista...
-Jack-le cortó Clark-no puedo ahora. Mis exámenes están próximos. ¿Por qué no fotografías a alguien más? Puede ser a Nathan Skender, él es un buen modelo. Si quieres te doy su número.
-Tengo el número de Nathan, pero yo te quiero a ti. Todas las admiradoras de la revista te aman.
-De verdad no puedo, Jack. Lo lamento-se disculpó-además, tengo otros pendientes aparte de estudiar.
-Tener novia en la cúspide de tu ámbito profesional no es buena idea-lo reprendió.
-Enamórate a menudo y entenderás.

La llamada finalizó y Jack se dejó caer sobre su escritorio con aire taciturno.
Aquella melancolía que sentía se parecía mucho a cuando apenas estaba comenzando su carrera profesional como fotógrafo e editor de su propia editorial y no sabía si continuar o no.
Y la única persona que lo había apoyado era su mejor amigo y ahora socio Eros Rabanne. Él lo impulsó a proseguir hasta que logró sus metas.
Levantó la cabeza y miró el teléfono con ilusión.
Con manos temblorosas, le marcó a su fiel amigo, quién contestó al segundo intento.
Y al parecer, estaba en una fiesta porque se oía mucha música, ruidos raros y su voz graciosa.
-Soy Jack-graznó Jack con desasosiego-y es urgente que vengas a mi estudio mañana a primera hora, Eros.
-¡No te escucho!-gritó su amigo y después se rió como un idiota. Jack estuvo tentado a colgar pero guardó la calma.
-¡Mañana te quiero en mi estudio!-gritó con todas sus fuerzas.
-¿Qué me quieres mañana?-dijo Eros risueño-pensé que ya me querías desde antes, Jack...
-Déjate de tonterías. Ven mañana a mi estudio a eso de las diez de la mañana-carraspeó antes de colgar.

En vez de que el estrés disminuyera, ascendió. No podía sacarse de la cabeza la angustia de no poder continuar con la edición de la revista, que estaba prevista para ser publicada en tres semanas y él ni si quiera contaba con un modelo.

Tras unos minutos de ahogarse en su propia depresión, abandonó su estudio y se fue a casa con la cabeza revuelta.
Condujo tan lento como pudo para perder tiempo y llegó directamente a su habitación, deseando tener una solución en cuanto despertara. Era pasada las nueve de la noche y los brazos del fracaso lo rondaban a cada parpadeo.
Estuvo con la mirada fija al techo, pensando febrilmente en no hacer la revista este año por falta de inspiración.
Y luego de tantos rodeos de su mente, se quedó dormido.
Al día siguiente despertó exasperado a causa del timbre de la puerta. Vio el reloj de su buró y se dio cuenta que eran las diez de la mañana con veinte minutos.
Azorado, se incorporó y bostezando, bajó al piso inferior y abrió la puerta.
-¡Estoy aquí!-gritó Eros estruendosamente, enfermando a Jack de los nervios. Su amigo aún estaba ebrio pero al menos se había acordado de llegar.
-Entra-lo jaló al interior de la casa y cerró de un portazo.
Eros se tambaleó y Jack se percató que sostenía una pequeña botella metálica con alcohol. Se la arrebató y la tiró a la basura cuando él intentó recuperarla.
-Estaba divirtiendome. Si al menos lo intentaras...-balbuceó su amigo con los ojos estrechados. Se sacudió la nieve de encima y resopló.
-Tenemos casi cuarenta años-le riñó-además, en estos momentos no sé que es mejor para mí: Si darme un tiro o abrirme la garganta con una daga sin filo.

Jack se había alojado en la cocina y sacó dos vasos de cristal para servir un poco de jugo de uva frío de la nevera. Se sentó junto a su amigo en el sofá y ambos le dieron un sorbo.
-Pensé que era café-masculló Eros con insolencia-esto me revolvió el estómago.
-Es para que despiertes-le espetó y dejó los vasos en la mesita de cristal.
Se acomodó en su lugar y entrelazó sus dedos con una posición fría y distante. Eros alzó las cejas e hizo una mueca. Todo rastro de alcohol se esfumó de su organismo en ese segundo.
-¿En qué necesitas mi ayuda, Jack?
-Necesito que busques a un nuevo modelo para antes del quince de diciembre-sentenció-si no obtengo una nueva cara, no podré editar el nuevo número de la revista de Invierno.
-¿Ya llamaste a Clark?
-Se negó rotundamente-bufó, sintiéndose miserable.
-¿Nathan Skender?
-No lo quiero como mi modelo. Deseo alguien fresco y con ganas de ser exitoso.
-¿Y qué quieres que yo haga? No conozco a más modelos que tú.
-Ve a Nueva York, Miami, Los Ángeles o a cualquier parte de Estados Unidos, pero traeme a un chico especial y perfecto.

Eros chasqueó la lengua y se inclinó a beber un poco más de juego.
-¿Características?

Jack sonrió y cerró los ojos, pensativo. Cuando los abrió, le describió al modelo perfecto y Eros lo anotó tontamente en las notas de su teléfono.
-Escucha-aclaró su amigo-no te prometo nada, pero de todos modos planeaba viajar a San Francisco en dos días; así que haré lo posible para encontrar a tu chico.

******

Días antes del tiempo actual, Vancouver, Canadá.

Estaba nevando fuertemente.
Apenas podía apartar la nieve del parabrisas mientras conducía a casa de Joanna a las 5 de la tarde. Él se hallaba demasiado ensimismado con ella, puesto que no pensó volver a verla nunca más desde aquella visita de la Universidad; pero el destino se encargó de volver a encontrarlos en el campamento de verano. Y desde entonces se dio a la tarea de no separarse ni un segundo de ella.
La terquedad de él se basaba en que aún no quería hacer oficial su noviazgo con Joanna en las redes sociales para evitar que sus fans se decepcionaran, pero tampoco le agradaba la idea de decepcionarla a ella.
Y se encontraba de camino a su casa para charlar acerca de ese asunto.
Aparcó detrás del coche de ella y se acomodó la sudadera antes de bajar. Corrió hasta llegar al porche y llamó a la puerta.
Joanna fue la que abrió y se le fue encima en un caluroso abrazo que casi lo hizo caer.
-Pasa, mis padres salieron a una cena. Estaremos nosotros solos-le susurró al oído y Clark sonrió.

Entraron a la casa y él optó por quitarse la sudadera al percibir el calor hogareño. Joanna solo andaba con un suéter de su pijama y un short de algodón como si afuera estuviera soleado.
Clark escudriñó todo a su alrededor porque era la primera vez que estaba ahí en su casa y se estremeció.
Estaba muy seguro que ella tenía otras intenciones al haberlo invitado a su casa cuando sus padres no se encontraban en casa y dudó en hacerle caso a sus deseos o a los miles de consejos de su padre acerca de no tener sexo hasta que estuviera del todo seguro, ya que en ese momento no iba preparado y un embarazo no deseado no estaba en sus planes. Y menos en ella, porque tenía diecisiete años y no era legal ante los ojos de la ley.
Se sobresaltó un poco cuando Joanna le robó un beso y le agarró la mano para que le acariciara la cintura en lo que caminaban torpemente a su habitación.
-Pensé que hablaríamos acerca de hacer pública nuestra relación-murmuró sobre sus labios. Pero ella parecía estar demasiado dispuesta a desnudarlo antes de si quiera tocar la perilla de la puerta.
-No necesitamos dialogarlo, Clark. Lo estamos solucionando justo ahora-replicó, absorta en sus labios.

Cuando se vino a dar cuenta, su ropa ya estaba en el suelo y Joanna encima de su pecho, ansiosa por compartir el lecho con él.
-Hace mucho frío, ¿no crees?-dijo él, sonriendo nerviosamente al momento que sentía la lengua de ella en su cuello.
-¿Por qué no solo...te relajas?-masculló ella, agobiada.
-Honestamente no vine preparado para esto-eludió Clark, levantándose de la cama-la verdad no tengo ganas de hacerlo. Y menos sin protección, Joanna. Me importas demasiado como para continuar con esto.
-¿De qué hablas?
-No traigo preservativos y ciertamente, si llega ocurrir un accidente y quedas embarazada, no me haré responsable. Mejor que sea otro día y con calma, además, tus padres pueden venir en cualquier momento.

El rostro de ella se ensombreció y Clark tuvo vértigo. Por fin había conocido a una chica especial y tenía que arruinar el momento.
Joanna se apartó de él y se puso nuevamente el suéter.
Clark se vistió rápidamente e intentó agarrarla antes de que ésta saliera de la habitación.
-Está bien. Acepto que tienes razón-le oyó decir en un susurro. Él se detuvo y se mantuvo de pie, cerca de ella sin tocarla-no haremos nada hoy, pero quiero que confirmes nuestro noviazgo en tus redes sociales.

Clark bajó la mirada y se rehusó a mirarla. ¿Por qué era tan necesario hacer pública su relación? Ya bastante era que Joanna le prohibiera ver algunas cosas de instagram con respecto a sus admiradoras.
-¿Por qué quieres que todos se enteren? Es decir, nuestros amigos y familiares ya lo saben, ¿con eso no te basta?
-¿Y tú por qué quieres que tus fans no sepan que yo estoy contigo ahora?-le ladró, enfurecida-¿acaso no deseas que tu "admiradora favorita" de San Francisco se entere? ¿es eso?

Él no contestó.

-¡Entonces a eso se debe!-chilló ella, perdiendo los nervios-si tanto te gusta esa chica, pues ve y sé su novio. No entiendo por qué estás haciéndome perder el tiempo contigo.
-¡No! No me gusta-reiteró, molesto y la agarró del hombro, haciéndola girar sobre sus talones para mirarla a los ojos. A sus azules ojos preciosos-pero tampoco me agrada la idea de hacerla sentir mal.
-¿Hacerla sentir mal?-replicó con sarcasmo-eres una figura pública y es obvio que tienes que tener novia. Ella y las demás lo van a entender. Y si te admiran y aman como dicen, van a continuar apoyandote como hasta ahora.

Clark reconoció que ella tenía razón. ¿Qué perdía al expresar su enamoramiento a sus admiradoras?
-De acuerdo, tú ganas.

Joanna sonrió ampliamente y lo abrazó.

*****

San Francisco, tiempo actual.

Skyler estaba demasiado sorprendida como para  recordar la manera de respirar. Las palabras de ese sujeto la habían dejado atónita, al igual que Georgie.
-¿Qué?-balbuceó Georgie, incapaz de creer lo que escuchaba.

Eros Rabanne esbozó una sonrisa victoriosa y se mostró comprensivo.
-Puede estar presente en la entrevista del chico, pero tiene que decirme su nombre.
-Se llama Demian Say-añadió Skyler de pronto. El entrenador volteó a verla con una mueca y el sujeto le sonrió.
-Muchas gracias, señorita-le agradeció con elegancia-¿y usted quién es?
-La novia de Demian-replicó, sonrojada.
-Maravilloso-interpuso él, emocionado-tal vez seas de gran ayuda, pequeña.
-¡Ya he vuelto! ¿Por qué no has preparado el saco de...?

Todos voltearon a ver a Demian cuando apareció en la estancia. Él calló abruptamente y con un gesto de indiferencia, se limpió la cara con la toalla que yacía alrededor de su cuello.
-¿Qué pasa?-preguntó y avanzó hacia Skyler. Ella tembló bajo su tacto y postró su oscura mirada en el recién llegado.
-Este hombre dice estar buscando a un chico especial para una sesión de fotografías de modelaje-contestó Georgie, todavía sin asimilar la situación.
-¿Y piensa que aquí lo encontrará?-Demian se burló y se inclinó a besarle la sien a su novia.
-Eres exactamente lo que buscaba-dijo el sujeto de lentes oscuros con una fabulosa sonrisa. Demian apretó la mandíbula y parpadeó con confusión.
-Espere, ¿Qué?

Skyler se impulsó de puntillas hasta llegar a su oreja y le susurró:
-Se llama Eros Rabanne y ha dicho que quiere entrevistarte porque cumples con los requisitos de todo un modelo.
-Yo no soy apto para el modelaje-espetó amargamente y Skyler se apartó un paso de él, soltandole la mano pero Demian volvió a agarrarsela-busque en otra parte porque de todas maneras no estoy interesado.
-Podemos hablar al respecto sin ningún compromiso-eludió el visitante, dispuesto a no darse por vencido.
-Estoy a mitad de mi entrenamiento-masculló Demian entre dientes.
Y Skyler se preguntó por qué él estaba actuando de una manera tan estúpida y patética. Era la oportunidad de su vida y la estaba desperdiciando.
-No te estoy obligando, chico, simplemente quiero entrevistarte-insistió Eros Rabanne, comenzando a impacientarse-te dejo mi tarjeta. Llámame en el lapso de dos días porque el martes viajaré a Vancouver.

Skyler apretó los puños e hizo memoria. El sujeto había mencionado un nombre "Jack Mali" que a ella le pareció demasiado familiar pero no lograba acordarse de nada y se mordió los labios. Si Demian no aceptaba la tarjeta, ella lo haría por él.
Georgie se limpió las manos en su short y estiró el brazo para cogerla, pero Demian le detuvo la mano antes de si quiera rozar la tarjeta.
-No.
-¿Qué? Pero puede ayudarte en un futuro, hijo.
-No estoy interesado-repitió y soltó la mano de Georgie antes de dirigirse hacia a Eros Rabanne-fue un gusto conocerlo, pero debo continuar entrenando.
-Oh, de acuerdo-dijo el hombre con decepción y metió la tarjeta en su bolsillo-pasen excelente fin de semana y disculpen las molestias.

Eros Rabanne hizo otra reverencia y se aproximó a las escaleras.
Skyler se debatió en seguirlo o quedarse ahí parada, observando como el majestuoso futuro de su novio se marchaba.
-Me vas a odiar por lo que haré, pero piensa en tu respuesta-le dijo a Demian y este arrugó el entrecejo sin comprender-regreso en unos minutos.

Y diciendo eso, echó a correr detrás de Eros con desesperación. Trastabilló en el último escalón pero se mantuvo equilibrada para seguir corriendo detrás de él. Escuchó la voz de Demian gritando su nombre pero lo ignoró.
Fue presa de todas las miradas de las personas del gimnasio y salió a la calle.
El sujeto, a pesar de que solo habían pasado dos minutos, ya le llevaba una gran ventaja caminando, no corriendo.
-¡Espere!-le gritó a todo pulmón.
Él se detuvo simultáneamente y se dio la vuelta. Miró a la joven inclinarse hacia adelante y apoyarse en sus rodillas para recuperar el aliento. Arqueó una ceja y optó por acercarse a ella.
-¿Su novio ha cambiado de opinión?-preguntó poco después, cuando la vio estabilizarse.
Ella negó con la cabeza.
-No, pero espero hacerlo cambiar de opinión si me da la tarjeta-jadeó.
-¿Por qué?-interrogó, curioso.
-Porque lo quiero demasiado como para dejar que eche a la basura un futuro exitoso.

Eros se llevó una mano a la barbilla y evaluó a la muchacha con seriedad. Ella tenía un ápice exótico, algo fuera de lo común. No era bella, sino misteriosa e interesante. Y quizás, si Jack se lo permitía, podría lanzarla también de modelo y su belleza escondida la haría ganar muchos millones, y lo mejor era que tenía como novio al chico perfecto que necesitaba.
-Cambio de planes-dijo finalmente y revolvió entre su bolsillo. Sacó la misma tarjeta y se la extendió-llámame si estás interesada tú en el modelaje, pero eso sí, no dejes de convencer a tu novio; porque ambos pueden ser exitosos si así lo desean.
-¿Yo?-se horrorizó, y agarró la tarjeta entre sus manos.
-Sí, tú.
-¿Yo, por qué?-comenzó a temblar y bajó la cabeza, apretujando la tarjeta entre sus dedos.

Sin ningún tipo de vacilación, Eros Rabanne le alzó la cara, colocando los dedos en su barbilla. A través de sus lentes de sol, ella logró percibir los ojos de ese hombre, los cuales eran muy expresivos y siniestros a la vez.
Tragó saliva, insegura.
-Jamás permitas que alguien te diga que no eres bella, ¿está bien? Tienes mucho potencial y estoy seguro que si aceptas hacer algunas prueba de modelaje, serías una de las mejores junto con tu novio-le aconsejó. Dejó de tocarla para hacer otra reverencia muy anticuada-estaremos en contacto. Solo llámame. Estoy a tu disposición, pero antes del martes.

Skyler se quedó congelada en su lugar, viéndolo marchar.
Cerró los ojos para tranquilizarse y despejar su mente. ¿Qué acababa de pasar?
Contempló la tarjeta y la guardó en su bolsillo para no perderla. Se dio la vuelta para regresar al gimnasio y se encontró con Demian en la puerta de cristal. Se había cambiado y cargaba su maleta deportiva en una mano.
La mirada hostil que le regaló a ella fue escalofriante.
-¿Ya estarás satisfecha?-le espetó, desviando la vista a otra parte.
Rodeó su coche y metió la maleta de una manera brusca y salvaje.
-¿Por qué actuas como un imbécil?-le soltó, encolerizada.

Él rio.
-Tú no sabes nada, Skyler. No sabes nada de mi vida y de mis aspiraciones futuras, así que te exijo que no te metas en eso porque no es de tu incumbencia-le soltó de la manera más hiriente y poco ortodoxa. Skyler asintió con los puños apretados y dejó escapar un suspiro de agobio.
-Está bien. Tienes razón-añadió con determinación y se cruzó de brazos-te veo después.

Volvió el rostro hacia la misma dirección que se había ido Eros Rabanne y comenzó a caminar sin esperar que Demian la siguiera o la llamara.
Estaba en él si quería ser alguien muy exitoso en su vida. Ahora a ella le pertenecía el hecho de llamarle a ese promotor de modelos o no. Y para tomar una decisión, primero tenía que discutirlo con su madre y su almohada.
-¿Qué haces?

Demian la tomó por sorpresa y ella lo empujó.
-Voy a mi casa, ¿Qué no ves?-le siseó, con veneno y lo miró como si fuera un idiota.
El rostro de Demian se suavizó y adoptó su expresión de siempre: Tranquila y relajada; gesto que le hizo enfadar más a Skyler.
-Skyler...
-No estoy de humor para tus estupideces-le ladró y continuó andando sin esperarlo.

De reojo, notó que él no la seguía y suspiró aliviada; no obstante, el rugido de un motor, que ella tanto conocía, la sobresaltó.
-Por favor, sube.
Era él, dentro de su coche.
-No quiero ir contigo. Me iré sola a casa, ve a la tuya.
-No puedes enojarte por lo que pasó con ese sujeto. ¿Acaso mi opinión no importa?
-Claro que sí importa, es solo que no perderías nada con intentarlo.

Ambos andaban a la par: ella caminando sobre la acera y él conduciendo en la calle a vuelta de rueda.
-Sube al coche, por favor y hablaremos sobre eso-le pidió  con desesperación.
-Ya no necesitamos hablar de eso.
-Sube, te lo ruego-insistió.

Relativamente jamás podría llegar a su casa caminando en dirección contraria y tampoco iba a lograr deshacerse de él para estar sola. Lo único que quedaba era subir al coche y llegar lo más pronto a su casa.
-Me subiré con la condición de que me lleves directamente a mi casa-repuso.
-Todo lo que desees, pero sube ya.

Él se detuvo cuando ella bajó la acera, dispuesta a subirse al coche.
Se deslizó al interior y se abrochó el cinturón de seguridad.
Avanzaron por las calles en sumo silencio, sin atreverse a decir una sola palabra.
Aunque bien, Skyler no tenía nada en qué pensar para decirle, sino solo informarle que no solo él había recibido una propuesta de modelaje.
-¿De qué hablaste con ese sujeto?-le preguntó como quién no quiere la cosa.
-¿Vas a llamarle para asistir a la prueba de modelaje?-inquirió.
Demian torció el gesto y tragó saliva.
-Lo voy a pensar-dijo y como ella no objetó nada, continuó intentando-a mi me asusta no ser bueno para lo que quieren. Y es por eso que rechazo muchas propuestas.
-¿Ya antes te habían propuesto ser modelo?
-Sí. Y también llevarme a entrenar Box con profesionales pero me he negado.
-¿Por qué piensas que no eres bueno? Por eso te buscan, porque eres demasiado bueno y quieren que crezcas.
-Sé bien lo que eso conlleva, pero...
-Dime entonces el motivo que te impide ser grande-le ordenó-dímelo.

Demian se mordió el labio inferior y aceleró un poco más, pensando en una respuesta.

-Si acepto una sola oferta, me veré obligado a irme de aquí y eso implica abandonar a mi madre-contestó-y si mis padres se divorcian, lo cual no falta mucho para que ese documento llegue, ella quedará sola. La abandonaré como mi padre lo hará. Y me niego a dejarla. No lo haré, aunque eso signifique que me quede para siempre en San Francisco viviendo una vida miserable.

Su respuesta la dejó desarmada. Tenía un buen fundamento y razón para no aceptarlo, y sintió compasión por él.

-¿Ves por qué no quería contartelo? Jamás lo entenderías.
-Mi madre y yo vivimos solas, ¿lo olvidas? Mis padres se divorciaron-le recordó.
-Me refiero a que...
-Calla, por favor-le dijo, con rigidez.
-¿Por qué no me entiendes?
-Si mi futuro dependiera de aceptar una maldita oferta y largarme de casa, lo haría. ¿Y sabes por qué?-él negó con la cabeza, asombrado por su arrebato de locura-¡Porque eso haría que yo le enviara dinero a ella para que viva mejor y hacerla feliz con mis logros y riquezas!
-¿Y qué hay de su amor? ¿como le haría para estar con ella cuando quisiera?
-Tendrías que aprender a lidiar con ello-interpuso, molesta-tu madre estaría muy feliz de verte florecer profesionalmente.
-Hablas como si supieras todo y me encanta-reconoció.
-Estoy tratando de hacerte entrar en razón.

Demian detuvo el coche y recargó su frente en el volante, sulfurado.
-Llamaré a ese tipo-accedió finalmente-dame la tarjeta.

Skyler palideció.
-Sé que la tienes-sonrió él.
-¿Tienes donde anotar el número?
-Mejor dame la tarjeta-le acarició la barbilla.
-Es que...-dijo, mirando a todas partes-bueno, pero déjame anotar el número en mi teléfono.
-¿Para qué querrías su número?
-Es para evitar que se te pierda. Solo dame un segundo.

Rebuscó en su bolsa y sacó su móvil.
Demian la observaba con desdén e incertidumbre.
-¿Hablaron de algo más, no es así?
-¿Qué te hace pensar eso?-replicó ella, anotando rápidamente el número.
-Si no hubieran hablado de algo más, no estarías guardando el número de ese sujeto.

Abatida; le entregó la tarjeta a Demian y guardó el móvil.
-Te vas a reír si te cuento-murmuró e inclinó la cabeza hacia abajo para que el cabello cayera sobre su cara, formando una cortina entre ella y la mirada de Demian.

Pero él le apartó el cabello de encima, colocandoselo detrás de la oreja y acercó su rostro al suyo.
-Jamás me reiría de ti. Dime de qué hablaron.
-Este... yo...-balbuceó y meneó la cabeza de un lado a otro. Fijó sus ojos en los de él y sintió la boca reseca-me dijo que yo también podía ser buena para el modelaje, junto contigo. Y esa tarjeta me la dejó a mí para que lo llamara, y si en caso te decidias, que también lo llamaras.




Y ya comenzó verdaderamente la historia:3 no se olviden de votar y comentar. Y de compartir 7u7

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