Aquí voy dije al saltar pero no me fui, alguien sostuvo mi pierna, rogué al Dios en que no creía que fuera un doctor guapo que me estuviera sosteniendo para confesarme su amor, ¡estaba a punto de morir tenía derecho a fantasear! Pero mi oración se vio interrumpida por las palabras de mi madre quien me rogaba que me bajara de ahí, -eso intento, le dije reclamando mi pierna de entre sus brazos, -hijita te amo, por favor bájate de ahí. Yo sabía que mi madre me amaba y eso estaba más que claro al ver con la rapidez que llego a mi encuentro, sino era por falta de amor que saltaba al abismo sino porque quería hacer un cambio irreversible a mi miserable existencia.

Quizá y luego mi madre se convencería de que yo estaba loca y superaría más fácil mi muerte, estoy segura de que convencida de esto podría tolerar más fácil mi suicidio.

Madre eres lo más parecido al paraíso que yo he tenido, nunca lo olvides, dile a la enfermera Aquino que lo de la nota es enserio y a la maestra Cruz que no es mi culpa que la vida haga cambios. Con estas palabras culmine la conversación y aprovechando la reciente confusión de mi madre recupere mi pierna, me agache y bese su frente para luego abandonarme como un pájaro herido a la fulminante bala de un cazador y saltar, saltar al vacío y encontrarme con mi destino.