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Capítulo 20: Regalos de cumpleaños

Segunda actualización del día!!! Espero que les guste y bueno advertir que este capítulo tiene una escena... 🔞. Quedan advertidos jejeje.

Sin más el capitulo 20.

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Regalos de cumpleaños

Salí del gimnasio después de bañarme y antes de ir al departamento intenté llamar a Hailey otra vez, no me contestó, me dolía que no lo hiciera. Subí a mi moto y me fui.

Al llegar al edificio, un vecino me dice que han dejado un paquete para mí. Me sorprende porque no he comprado nada. Al entregarme el paquete me quedo de piedra, es una caja rosa con un lazo rojo. Le agradezco por guardarlo por mí y voy a mi departamento. Me siento en la sala con la caja en la mesita frente a mí. Tiene una tarjeta que dice mi nombre completo, no viene dedicatoria, pero si sé quién lo manda y sonrío por eso.

“HM”

Abro la caja y me encuentro con un vestido azul marino asombroso, es superlindo, al tomarlo en mis manos veo que no solo viene eso, también una lencería de encaje negro… Demasiado sexy. ¿Quiere que me ponga esto para ella? Mi sonrisa no puede ser más grande. También viene otra caja más pequeña, dentro vienen unos tacones de infarto, negros y altos. Estoy asombrada.

Pero al pensarlo un poco… Me enoja que ella suponga que puede solucionar las cosas con regalos. No soy de las que se dejan comprar y lo sabe, pero intentaré creer que esas no son sus intenciones. Porque si es así… La idea de reconciliación se esfumará y dará paso a una nueva discusión.

Al final de la caja viene una carta. La abro y me topo con una letra que conozco bien, la de mi sueñito. Sonrío leyéndola. Yo suponiendo que todo estaba mal y que no quería arreglar las cosas, no era así. Sus intenciones también son buenas. No puedo pedir que confíe en mí si yo también desconfío de ella, es irónico. Tengo que dejar de pensar lo peor siempre.

Mi muñequita hermosa.

Sé cómo eres y sé que no te gustará que te regale estás cosas, eres más de detalles que de regalos, pero esto es diferente. Déjame regalarte una velada especial por tu cumpleaños, el cumpleaños que no pude pasar contigo y si no quieres, como la vez anterior, te pido que te los pongas para mí. Prometo que te lo recompensaré. ¿Te vale eso?

Sé que hoy tuvimos una pequeña discusión. Miremos eso desde el lado bueno, muñequita… ¡Es nuestra primera pelea!.

Aunque sonrío escribiendo esto… No me gustó pelear contigo, solo quiero verte feliz, no quiero que estés enojada amor. Deja que te pida perdón de frente ¿Sí? Ponte lo que compré para ti y cuando estés lista baja, te estará esperando mi chófer para traerte.

Siempre tuya. Hailey.

***

Me di otro baño, me puse la lencería con algo de dificultad, nunca me había puesto una así, por no decir que nunca me había puesto una, pero al mirarme en el espejo casi me da algo, estoy demasiado sexy. Me quedó perfecta, a medida, estoy deseando que Hailey me vea así. Solo de imaginar sus hermosos ojos recorriendo mi cuerpo con deseo, siento como comienzo a excitarme.

Hoy muere alguien y esa no voy a ser yo.

Me pongo los tacones y el vestido, el cual también me queda perfecto, es largo, pero deja una pierna al descubierto, pegado al cuerpo, con un escote que resalta mis pechos y con la espalda descubierta, es como los que Hailey usa y me encanta. Me dejo el pelo suelto y me maquillo un poco. Tomo la carta que le escribí y la cajita con el colgante para dárselos, los llevaré en mi bolso. Ahora sí, estoy lista.

Como dijo en su carta al bajar estaba su camioneta esperándome, su chófer como siempre me ayuda a subir y sierra la puerta. Después de unos eternos minutos de viaje, llego a un hotel que está casi en las afueras de la ciudad. Está apartado, pero es de lujo y es hermoso. Debí imaginar que vendría a uno, típico de los Miller.

Al bajar me sorprende ver a Manuel ¿Qué hace su guardaespaldas aquí? Eso no quiere decir que… Espero que no.

Él me saluda cortésmente, le devuelvo el saludo y dentro del hotel un empleado me guía. Subimos el elevador hasta el mirador del hotel. Allí hay un restaurante, pero me sorprende verlo vacío, solo una mesa para dos está preparada. El empleado me dice que espere sentada y así lo hago.

Esto está más cursi y cliché de lo que esperaba. Típica cena romántica con velas a la luz de la luna. Sonrío para mí misma negando con la cabeza. Se pasa, pero es lindo que haga estas cosas que nunca ha hecho por nadie, por mí.

Luego de un rato, siento como apartan mi pelo con delicadeza de una de mis orejas para luego hablarme ahí. Mi corazón se acelera y mi piel se eriza al escuchar la voz que tanto amo.

— Espero no haberte hecho esperar, muñequita — extiende su caricia por mi mentón mientras camina para sentarse frente a mí.

Se me forma una sonrisa de inmediato, no pude evitarlo, estoy demasiado enamorada de ella. Nos miramos una a la otra con detenimiento. Ella lleva un vestido negro que define su cuerpo a la perfección, el suyo no es escotado como el mío, pero es más corto. Trae los labios pintados de ese rojo que me invita a besarla. Su pelo cae por sus hombros en perfectas ondas. Siempre consigue dejarme sin aliento al verla.

— ¿No me pedirás matrimonio o si? — dije a manera de broma luego de un rato, ninguna hablaba y el silencio comenzaba a ser incómodo. Ella estalla en una carcajada haciéndome sonreír, funcionó.

— Jajaja no, tranquila. Todo esto no es para pedirte que te cases conmigo — dice divertida y luego hace como que lo piensa — Aunque no es mala idea, así serías solo mía.

— Y tú solo mía, pero… ¿No crees que sería apresurado? — le sigo el juego

— Sí, pero yo contigo me casaría como si es ahora mismo — sonrío a más no poder, me encantó eso — Así me gusta verte, siempre sonriéndome. Tienes una sonrisa maravillosa que me enamoró desde la primera vez que me la mostraste — me mataron de amor sus palabras, pero tengo una inquietud.

— Amor, dime que no reservaste todo el restaurante — ella mira hacia otro lado para no responder — Hailey, esto es demasiado — me mira y toma una de mis manos entre las suyas. Se ve tan tierna cuando quiere.

— Llevo preparando esto desde hace tiempo, aunque si confieso que necesité de la ayuda de mi madre para adelantar todo para hoy — ¿Mi suegra ayudó? Ay me da algo — No me mires así, no pasa nada, ella me debe mucho. Es lo mínimo que pude hacer — me sonríe para tranquilizarme, pero sigo con demasiadas inquietudes.

— Vi a Manuel abajo.

— Sí, mi madre lo mandó, vuelvo a tenerlo detrás de mí todo el tiempo. Por cierto, este fin de semana tenemos que ir a Marbella, como te dije, mi madre quiere conocerte — la miro con los ojos muy abiertos, me da algo seguro.

— ¿Eso es bueno?

— No lo sé, con ella nunca se sabe, pero si no le gustas te lo dirá a la cara, no es una farsante como Alfred — suelto un suspiro de frustración — Tranquila amor, a mi madre le importa una mierda que yo sea lesbiana, lo que quiere es asegurarse de que no eres mala para mí, nada más — eso no lo esperaba.

— Pensé que no tenías mucho contacto con ella — todavía me acuerdo cuando en la primera conversación que tuvimos en mi departamento ella me dijo que su madre siempre estaba ausente.

— Y así es, pero mis abuelos se enteraron de lo que hacía mi padre y ahora le exigen ser buena madre o se queda sin herencia — dice riendo como si disfrutara de eso — Sé que lo hace por ellos, pero me gusta que tenga que soportarme. Aunque no se reprime de decirme lo que opina. Todo va a estar bien muñequita.

— Eso espero mi sueñito — nos quedamos calladas por un momento, solo mirándonos a los ojos y sonriendo.

— Andrea… Yo… Quiero pedirte perdón — se nota apenada — Tú tienes razón. Te estoy celando sin motivos y mis inseguridades salieron a flote. Lo siento, no quiero que estés mal por mí, tampoco quiero prohibirte nada, quiero que te sientas bien a mi lado, no que estés todo el tiempo cuidando que no me den ataques de celos sin razón alguna — me sorprende todo lo que dice, no me imaginé que diría estás cosas.

— No te eches toda la culpa, yo también me enojé de más, debí comprender que solo te sentías insegura y… — lleva un dedo a mis labios para que guarde silencio.

— No. Todo lo empecé yo, desde esta mañana — concuerdo, todo empezó esta mañana — Tú tienes razón, me estoy comportado como una niña inmadura. No quiero que pienses que no confío en ti, no es así. Te juro que si lo hago. Eres perfecta y no has hecho nada malo. El problema soy yo, no tú. Pero cambiaré, lo prometo.

— Dudo que puedas cambiar lo celosa que eres — digo sonriendo y ella sonríe igual.

— No, pero lo que si puedo cambiar es reclamarte y hacer suposiciones sin fundamentos — esta es la Hailey que quería ver, una chica madura y comprensiva.

Me pongo de pie y voy junto a ella, se pone de pie igual y la abrazo tomándola de la cintura, ella pasa sus manos por mis hombros.

— Cuando me enojo reacciono de la peor manera y digo cosas de las que me arrepiento. Pero intentaré cambiar por ti, por nosotras — habla en mi oído haciendo que me estremezca con sus palabras — Perdóname ¿Sí? No quiero que lo nuestro se acabe. Me encanta estar conmigo. Y cada segundo lejos de ti siento un dolor en mi pecho que no me deja respirar, te necesito en mi vida Andrea.

— Todo está bien mi sueñito — también le hablo suavemente cerca de su oído — No hay nada que perdonar, solo teníamos que hablarlo. Sabes perfectamente que no quiero que estés lejos de mí, también te necesito, no quiero que algo que acaba de empezar terminé Hailey. Y te entiendo, me pongo en tu lugar y… Si Lucas fuera bueno y fueran amigos no sé cómo reaccionaría — seguramente muy mal, me entrarían los ataques de celos. Que bueno que su ex es un hijo de puta.

— El ejemplo que buscas se llama Iván, si estuviera vivo, claro — me separo y la miro sin entender — Cristian me dijo que te habló de él, era mi mejor amigo, no sabía que yo le gustaba, pero lo que él tampoco sabía es que yo también gustaba de él — ya me acuerdo de esa conversación que tuve con Cristian y de Iván.

— ¿Estabas enamorada de él? — tal vez no fui la primera que le hizo sentir amor. Ella respira profundo.

— Ahora que sé lo que es sentir amor por alguien que no es de tu sangre… Sí, estaba enamorada de él. Pero en ese tiempo no lo acepté, he intenté dejar de sentirlo — me quedo paralizada, ambos se gustaban y nunca se dijeron, trágico todo — Pero de todas formas lo nuestro no hubiera durado. Soy lesbiana ¿Recuerdas? — dice riendo.

— ¿A sí que solo serían amigos que alguna vez estuvieron juntos? — ya entiendo lo que ella siente.

— Podría haberlo sido así, sí. Así como Tori y tú — asiento, ella tiene razón.

A veces, para lograr entender el comportamiento de alguien, lo que debemos de hacer es ponernos en su lugar ¿Cómo reaccionaría si fueras ella?. Debí de pensar esto antes.

Nos acercamos hasta casi rozar nuestros labios. Mis ojos se pierden entre los suyos y sus labios. Ella se muerde el inferior y yo la beso. Aunque solo fueron unas horas de enojo, me moría por besarla, sentir esta suavidad y el perfecto ritmo de nuestros besos. Le chupo los labios saboreando su labial rojo y le muerdo el inferior con algo de fuerza logrando que se le escape un pequeño gemido y sonría en mis labios. Me encanta cuando deja que lleve el control y el ritmo del beso. Su respiración se acelera junto con la mía y nos separamos antes de que nos olvidemos de la cena. Sonreímos en lo que acariciamos nuestros rostros.

— Te amo mi muñequita. Te amo mucho — dice arreglado mi labial que de seguro está corrido y yo hago lo mismo con el suyo mientras sonreímos.

— Yo también te amo mi sueñito — mis ojos no deja de apreciar lo hermosa que es.

— ¿Ya te dije lo hermoso que te queda el vestido? — yo niego divertida — Pues amor, déjame decirte que estás preciosa, no me equivoqué al decirte que eres tentación pura — me recorre entera con su mirada y se muerde los labios — Joder, eres… Perfecta.

— Tú no te quedas atrás, estás deslumbrante como una diosa. Bebé celosita — digo riendo y ella me mira fingiendo enojo.

— No amor, yo soy tu sueñito, no me cambies de apodo — hace un puchero y luego ríe.

— Debería de decirte así — rio más y ella me abraza — Muero por ti mi sueñito — me encantan sus hoyuelos, no me cansaré de decirlo.

— Ven, sentémonos, quiero que disfrutes de esta noche muñequita — le sonrío en lo que nos volvemos a sentar.

***

Mi novia se encargó de que la cena fuera de sueño, todo estaba divino y perfectamente decorado, no dejamos de sonreír ni un segundo. Tenía a varios camareros atendiéndonos, me sentí tan especial.

Al terminar me tomó de la mano y me llevó por un pasillo decorado con algunos pétalos de rosas rojas en el suelo. No podía creer todo esto, nadie nunca había hecho algo así por mí y era mágico verlo. Llegamos a una habitación y al abrir me impresionó ver globos rojos y rosados en el techo, flotando sobre la cama, algunos otros en forma de corazón, la cama y el suelo con pétalos de rosa rojo, velas por todos lados y en la pared decía “I LOVE YOU” con globos rojos. Incluso podía escuchar una música suave sonar en la habitación. Dejé mi bolso con el regalo para Hailey sobre una mesita. Estaba alucinando, me giré y abracé fuete a mi novia.

— Feliz cumpleaños, mi amor — ríe después de eso, apretándome más contra su cuerpo — Esta sería la sorpresa que te hubiera dado ese día muñequita, pero no pude estar a tu lado. Te la doy hoy y espero que te haya gustado.

— Me encantó, más de lo que te imaginas — mi voz sale media quebrada, tomo está tan lindo que se me aguaron los ojos de la emoción — Gracias mi amor.

— ¿Estás llorando amor? — se separa de mí y me ve a los ojos, seca algunas lágrimas que se me escaparon con delicadeza mientras me sonríe — Muero por ti, Andreíta. A veces no me creo que estés conmigo, siento que sueño despierta todo el tiempo. Yo te tengo que dar las gracias por aceptarme como soy y darme tanto amor — la vuelvo a abrazar fuerte y respiro en su cuello su rico olor.

— Puede que tú sueñes despierta, pero a mí no me hace falta soñar ya, porque mi sueño se hizo realidad desde el día que te conocí, tú eres mi sueño hecho realidad Hailey — le digo prácticamente en susurros, en su oído, ella reacciona apretándome más y acariciando mi espalda descubierta con cariño.

Si supiera que, literalmente, ella es mi sueño hecho realidad. Creo que debería de decirle, pero no hoy.

— ¿Quieres que nos relajemos en el jacuzzi amor? Te puedo dar un masaje y llenarte de besos. Hoy haré lo que me pidas, te complaceré en todo, es parte de tu regalo — dice besando mi cuello y pasando sus manos por mis brazos.

— ¿Tú eres parte de mi regalo? — le pregunto en medio de suspiros, acaba de dejarme una mordida. Ella ríe, es mala.

— Jajaja. Bueno, si quieres también, ya te dije, te complaceré en todo, quiero que disfrutes al máximo y… — la callo con un beso.

— Si eres mi regalo, entonces yo puedo hacer lo que quiera contigo, al menos hoy — digo con una sonrisa pícara, me encanta esta idea.

— Amor, ese no era el plan, el plan es que tú disfrutes, no yo — la haré cambiar de opinión.

— Déjame disfrutar viéndote a ti disfrutando de mis caricias y mis besos — libero su cuello de su pelo y comenzó a dejar suaves besos sobre su piel, rumbo a su oreja — Quiero que seas tú la que me erice la piel, al escucharte gritar mi nombre, — le dijo al oído con voz sensual, se estremece y se encoge como si sintiera un cosquilleo en su cuerpo. La tomo de la cintura y en un acto dominante pegando su cuerpo al mío — quiero besar cada parte de tu cuerpo, — chupo el lóbulo de su oreja y la siento jadear un poco — quiero que me sientas por todas partes y que mis toques queden grabados en tu piel.

Bajo una de mis manos a uno de sus muslos y lo subo a mi cadera, lo acaricio sin dejar de besar su oreja y morder su lóbulo con suavidad, escuchándola jadear cada vez más fuerte. Esto le gusta al igual que a mí. Subo mi mano hasta adentrarla debajo de su vestido, me topo con una liga de su lencería, sonrío en su oreja. No solo compró una para mí, también una para ella y me muero por verla. Meto mi dedo índice dentro de la liga y me separo para mirarla a los ojos.

Disimuladamente, saco mi dedo de ahí y traslado mi mano en caricias sutiles rumbo a su entrepierna.

— ¿Me dejarás disfrutar de tu cuerpo mi sueñito? ¿No quieres eso? Mis besos y mis labios aquí — le digo rozando con la punta de mi dedo índice sus labios inferiores.

— Ah — se le escapa un suave gemido y yo sonrío gustosa. Sus pupilas están dilatadas, las puedo ver aún con la luz tenue de las velas. Puedo apostar que está muy excitada ahora mismo. Yo lo estoy. Si sigo así, no me negará nada.

Rozo mis labios y mi nariz con los de ella al mismo tiempo que posiciono una de mis piernas entre las suyas, intercambiando lugar con la mano que antes la acariciaba, haciendo presión en su centro. Ella suelta otro gemido, he intenta besarme, pero alejo mis labios provocativa.

— Responde — digo con voz sexy, estoy segura de que ahora mismo ella ya está mojada. Yo siento mucho calor y todavía no estoy haciendo nada.

— ¿Si me lo pides así como me voy a negar? Me matas de deseo. Si Muñequita, has conmigo lo que quieras. Soy toda tuya — sonrío con picardía, eso es lo que quería escuchar. Busca mis labios y yo se los entrego gustosa, pero tomo el control sin tardanza.

La beso con pasión y deseo. Tomo sus labios y los hago míos, los muerdo, los chupo y los lamo a mi antojo, en lo que una de mis manos la sujeta fuerte de la parte de atrás de su cuello y la otra está descaradamente en una de sus ricas nalgas, palpando su encaje. Apretujo fuete su trasero y ella gime en mis labios. Eso me prende mucho, siento como mi sexo comienza a palpitar y mi humedad se hace presente, ella debe de estar igual. Sus manos se enredan en mi pelo, lo desordena y a veces lo jala.

Dejo de besarla y respiramos agitadamente, nos miramos a los ojos, el deseo que hay entre ambas ahora mismo se puede palpar en el ambiente.

La volteo de golpe tomándola por sorpresa. Coloco mis manos en su cintura y me pego a ella. Beso su cuello con hambre, como si estuviera devorando un rico pastel, pero sin dejar de ser delicada. Subo mis manos lentamente hasta posarlas sobre sus pechos, muerdo su cuello en el mismo tiempo que los apretujo, ganando así otro gemido de su parte.

Le quito el vestido entre besos y caricias. Cuando queda solo en la lencería roja que lleva… Casi me corro, mi excitación se disparó al cien. Diosa preciosa es lo que es. Recorrí todo su cuerpo con mi mirada y me mordí fuete los labios. Nunca nadie se había puesto lencería por mí y… Me mata.

— Te ves tan… Tan sensual y sexy — ella sonríe triunfante cuando casi tartamudeo — Siéntate aquí amor — la guío a la cama y ante su mirada de deseo me comienzo a quitar el vestido, muy lentamente, provocándole.

Veo como jadea y se muerde los labios. Que sienta lo que me hizo sentir en nuestro reencuentro. Muevo mis caderas muy lentamente y me voy despojando de la tela mientras paso mis manos por mi cuerpo, quiero que desee ser ella la que me toque, pero hoy no tendrá ese privilegio. Seré yo quien la enloquezca.

Una vez ambas estamos solo en lencería y tacones me acerco a ella. Tomo una de sus piernas y mientras dejo suaves besos por sus tobillos le quito los tacones. Subo dejando un rastro de besos por una de sus largas piernas, ella las abre dando permiso para más, su mirada está atenta a lo que hago. Llego a sus muslos y gime al sentir mi lengua saborear la carne cerca de su intimidad. La miro a los ojos en lo que mis manos recorren sus piernas, beso su centro por encima de la fina tela y ella se contrae y gime fuerte. Sé que deseaba eso, su respiración está más que agitada. Con uno de mis dedos aparto suavemente la tela de su braga, amenazando con lamerla ahí. Me muerdo los labios al ver esa apetecible carne mojada de mi novia. Pero ahora no la probaré. Solo exhalo mi aliento ahí para provocarle más.

Me pongo de pie y ella me mira sin entender, no se esperaba eso. Yo sonrío con malicia. La pongo de pie y la beso. Sus manos y las mías recorren nuestros cuerpos en excitantes caricias. La temperatura está cada vez más alta. Ella apretuja mis nalgas y yo las suyas, como si fuera una competencia, la cual yo gano al morder su lengua, esta intentaba colarse en mi boca sin permiso. Sonrío triunfante cuando gime.

Ella siempre es mala conmigo de una manera muy placentera, llegó la hora de que se lo devuelva, enloqueciéndole por completo.

La volteo otra vez y esta vez mis manos se dividen entre sus pechos y su vientre. Lo acaricio para luego bajar lentamente hasta palpar la humanidad de mi novia sobre el fino encaje. Me encanta que esté tan excitada y mojada por mí.

Ella se quita el sujetador y lo deja caer al suelo, en un acto de desesperación, toma mi mano y la coloca en su pecho ahora descubierto. Su acto me prendió más, siento sus ricos pezones ya endurecidos y los apretujo por igual entre mis dedos, en lo que mi otra mano divide la línea entre los labios íntimos de mi sueñito.

— Andrea, me… Me matas de deseo — dice entre jadeos y sonrío atrapando el lóbulo de su oreja para chuparlo - ¡Ah! - me encanta escucharla gemir. Me excita que disfrute.

Subo mi mano para adentrarla en su braga, es muy rico sentirla depilada por completo. Abro sus labios y roso su clítoris con uno de mis dedos, causando otro gemido de placer de su parte. Una de sus manos se enreda en mi pelo y tira de él para besarnos. Sé que quiere más, así que comienzo a hacer suaves círculos sobre su piel sensible, ella muerde mi labio inferior y gime en respuesta.

La miro a los ojos y veo en ellos el fuego que tanto me gusta. Bajo un poco más mi mano y roso su entrada con uno de mis dedos, pero no la penetro.

— Andrea, por favor, te necesito — le sonrío pícara al escucharla rogarme, quiere tenerme dentro y la complaceré, pero no ahora. Retiro mi mano de su intimidad y la siento gruñir — Eres mala — rio empujándola a la cama, ella cae de frente, apoyándose en sus manos, voltea a verme y me descubre analizando su cuerpo, sus ricas nalgas y su entrepierna.

Me sonríe y voy sobre ella luego de quitarme yo también los tacones. Pongo mis manos a los lados de su cuerpo y comiendo a dejar un rastro de mordidas, besos y lamidas por su cuello, hombros y espalda. Ella se arquea haciendo que se le forme una hermosa línea que marca mi camino a sus nalgas, su firme trasero espera por mí. Continúo bajamos mientras recorro la parte trasera de sus piernas en caricias con mis manos.

Sin esperar más le quito esa fina y sexy tela que se interpone en mi camino. Ahora su cuerpo solo lo cubre algunas piezas de encaje y ligas seductoras. ¡Joder! Se ve espectacular así.

Beso sus apetecibles nalgas y las muerdo con algo de fuerza, ella se sobresalta, pero compenso mi acto salvaje pasando mi lengua por esa área. Desplazo cada vez más mi órgano a su intimidad, separo sus nalgas con mis manos. Observando todo su sexo húmedo y excitado, para mí. Ella voltea a verme y yo le guiño un ojo antes de levantarla un poco, la muy provocativa empina el travero invitándome. La complazco al pasar mi lengua desde su clítoris hasta su entrada, rodearla y volver a su punto de placer. Su cuerpo está tan caliente que comienza a sudar.

— ¡Ah! ¡Sí! ¡Si mi amor! ¡Ah! — me deleita los oídos con una tanda de gemidos excitantes mientras mi lengua saborear su intimidad y sus fluidos que no dejan de salir. Su linda entrada me pide a gritos que esté dentro de ella y yo… Ya no aguanto más, sé qué ella también lo desea — ¡Ah! ¡Dios! ¡Sí! — gime más fuerte cuando mi lengua entra en ella, me encanta que mi boca se llene de ella, de su sabor y tener su olor de mujer en mi nariz me excita mucho.

Continuó con una danza de lametazos dentro de ella, abriendo sus nalgas a más no poder. Bajo una de mis manos y acaricio su clítoris en lo que mi lengua se encarga de recorrerla. El placer comienza a dominarla, se contrae y tiembla, sus gemidos son cada vez más fuerte y sé que no aguantará mucho más. Que así sea.

Saco mi cabeza de su intimidad y voy sobre ella, aprisiono una de sus manos y entrelazo nuestros dedos. Mi otra mano no ha dejado de estimular su clítoris. Pero la subo un poco hasta que quedan mis dedos en posición para estar dentro de ella. Busca mis labios y en el momento en que la beso mis dedos se pierden en su humedad, está tan caliente por dentro, me encanta, tanto como sentirla así de sudada y rendida al placer. Sus gemidos se pierden en mi boca, pero cuando comienzo a penetrarla con fuerza, intenta dejar de besarme, se le corta la respiración. La libero y sus gemidos afloran llegando a ser gritos.

— ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Andrea! ¡Ah! ¡Ah! ¡Joder, qué rico! — sus piernas están inquietas debajo de las mías, su mano libre exprime las sábanas y su interior comienza a contarse sobre mis dedos.

Salgo de ella cuando la siento a punto de correrse, me mira fulminante y yo sonrío con maldad.

— ¡Me vengaré por esto! — dice un poco enojada poniéndose boca arriba y yo me quito el sujetador y las bragas delante de ella, de una manera muy sensual — Te perdono solo por lo rica que estás — rio y voy sobre ella. La beso y me siento sobre uno de sus muslos, restregando mi húmedo sexo con su piel.

Ella me mira con deseo, pone sus manos en mi cadera ayudándome con los movimientos, pero las desplaza a mis pechos para apretujarlos y torturar placenteramente mis pezones, haciéndome gemir por lo placentero que está siendo esto. La beso nuevamente en lo que una de mis manos está apoyada al lado de su cabeza y la otra… Busca su camino nuevamente, dentro de mi novia.

— ¡Ah! — gime cuando libero sus labios, comienzo un meneo sensual rozándome con ella en lo que aumento la velocidad con que la penetro — ¡Andrea! ¡Ah! ¡No pares, por favor! ¡Ah! ¡Ah! — eso era lo que quería escuchar.

— ¡Ah! ¡Si! ¡Hailey! ¡Ah! — gimo junto con ella sintiendo tanto placer que explotaré, me prende mucho ver su carita excitada, tener mis dedos en su interior y sentí como me aprieta los pechos cuando siente más placer — ¡No paro mi amor! ¡Ah! ¡Quiero que te corras conmigo!

— ¡Ah! ¡Sí! ¡Dios! ¡Ah! ¡No pudo más! ¡Andrea! — tomo una de sus manos y me separo de su muslo, pongo dos de sus dedos en mi entrada mirándola a los ojos, ella entiende y me penetra hasta el fondo, comienzo a moverme sobre sus dedos como si le bailara. Ella me mira mordiendo sus labios, pero no por mucho tiempo, sus gemidos necesitan ser libres — ¡Joder, me prende mucho verte mover así! ¡Ah! — y a mí me prende escucharla verbalizar lo que ya sé.

— ¡Ah! ¡Ah! — comienzo a gemir a la par, el placer me domina y la excitación me supera, ya no aguanto más, necesito liberarme, sentir sus dedos en mi interior es mi debilidad. Mi pelvis se contrae y mi garganta se me seca en lo que aumento la rapidez de mis movimientos sobre sus ricos y largos dedos — ¡Ah! ¡Hailey! ¡Ah! — Aumento la intensidad con la que la penetro a ella y estallamos a la vez en un fuerte orgasmo.

— ¡Ah! ¡Andrea! ¡Aaahhh!

Nos contraemos y somos presa de los temblores a la vez, ella atrapa mi mano entre sus piernas y yo saco sus dedos de mi interior con suavidad. Siento mi mano empapada de sus fluidos y como no la libera me muevo dentro de ella en lo que jadeo.

— ¡Ah! ¡No! Ja, ja, ja. Amor no seas mala, dame un respiro — dice retirando mi mano de su interior, entonces yo me llevo los dedos que estuvieron dentro de ella a la boca y los lamo para quedarme con su sabor en mis labios. Ella me mira y niega divertida — Te amo mi muñequita pervertida — me jala a un beso cargado de amor. Estamos sofocadas y sudorosas.

— No, pervertida, no, si me dices así te diré bebé celosita — ambas reímos, me tumbo a su lado y ella me abraza — Te amo Hailey — digo dándole un beso en la frente, en mí que recuperamos el aliento.

***

Después de muchos besos y caricias en la cama me llevó a relajarnos en el jacuzzi. Me encantó verlo lleno de espuma y pétalos de rosa decorando todo, a demás de las velas.

Ella se sentó en mis piernas y nos besamos mientras nos acariciamos completamente. Pasé mis manos por sus muslos y sonreí en sus labios mientras que mis dedos tocaban el tatuaje que se hizo por mí. No perdí la oportunidad de lamer y chupar sus ricos pezones con cariño, ya que antes no los había atendido, ella hizo lo mismo conmigo y prácticamente me devoró el cuello. Reímos y tomamos champán. Pasamos un rato agradable, ella se recostó en mi pecho de espalda a mí. Casi nos quedamos dormidas allí con nuestros dedos entrelazados.

Secamos nuestros cuerpos entre risas, ya que intentó hacer guerra de cosquillas, pero perdió. Luego ella sacó de un cajón unas bragas cómodas y unas blusas holgadas para las dos.

— Dormiremos cómodas — me entrega una de color blanco a mí, la de ella es rosa pastel.

— Dormir comidas es dormir desnudas, amor — digo con picardía en lo que me coloco la mía y ella ríe.

— Tienes razón, pero si estás desnuda no pudo darte mi regalo sin morirme por hacer el amor, otra vez — viene a mí con las manos en su espalda después que terminó de vestirse.

— No entiendo, pensé que todo esto era el regalo — digo mirando a la habitación, los globos, las flores, los pétalos y las velas.

— No, esto es la sorpresa y el detalle que acompaña el regalo, Muñequita — me sonríe y me da un pequeño beso, toma una de mis manos y pone una cajita roja cuadrada en ella. Me quedo mirándola sorprendida — No te asustes que no es un anillo jajaja, ya te lo dije. Ábrelo — lo abro y me encuentro con una pulsera plateada muy bonita, tiene unas piedritas rojas que forman un corazón, sonrío al verla — ¿Te gusta?

— Hailey, es preciosa, pero no sé si deba aceptarla — algo me dice que no es nada barata.

— ¿Cómo que no? — se acerca más y acaricia mi cara — Si mi amor, acéptala. La mandé a hacer específicamente para ti, para nosotras, mira, yo tengo una igual — me muestra su otra mano, la abre y hay una exactamente igual — Cuando la mires, — saca la mía de la caja y me la coloca en la muñeca con delicadeza — quiero que te acuerdes de mí, recuerdes cuánto te amo y que imagines que llevas en tu mano, mi corazón — miro la pulsera en mi mano y sonrío, la beso con amor.

— Gracias mi sueñito, por todo — pone la suya en mi mano y yo se la coloco en su muñeca mientras la escucho hablar.

— No tienes que agradecerme por nada mi Muñequita, todo lo que hago es para verte feliz y porque me sale hacerlo — ahora ambas tenemos las pulseras puestas.

— Lo sé mi amor — de momento… un miedo me invade, ahora la que se siente insegura soy yo, pues mi regalo no es nada, comparado con todo lo que ella ha preparado por mí.

— ¿Qué pasa amor? — pasa sus manos por mis brazos.

— Nada — contesto cabizbaja.

— Vamos, dime, sé que algo tienes. ¿No estás feliz? — la miro y le doy un beso en su mejilla.

— Sí, claro que sí. Es que… Mi regalo… — ella me interrumpe.

— ¡Sí! ¡No me lo has dado! — enfatiza con alegría — Recuerdo que era una carta y una cajita que no me mostraste que había dentro — yo sigo insegura y su alegría se esfuma — ¿No me lo quieres dar ya? — eso sonó triste.

— Sí, solo que no se compara con todo esto — le digo mirándola a los ojos y ella sonríe.

— Ay mi amor, no tienes que sentirte menos o pensar que lo que me das no tiene el mismo valor que lo que yo te doy — me abraza — Lo importante es que pensaste en mí y que me das un detalle que salió de tu corazón. Me conformo solo con la carta o con un tulipán, como esa primera mañana que me llevaste el desayuno ¿Te acuerdas?

— Claro que me acuerdo — la abrazo fuerte y le doy un beso en el cuello. A veces me sorprende las cosas que dice, ella tiene razón.

— Entonces… ¿Me lo das? — se separa de mí y me mira con un puchero. Me hace sonreír.

— Si mi sueñito — busco mi bolso y saco las cosas — Lee la carta cuando estés sola, no lo hagas delante de mí.

— ¿Por qué? — me paro delante de ella y la observo con una sonrisa de oreja a oreja. Está feliz.

— Me da pena — de seguro estoy completamente ruborizada.

— Jajaja qué tierna eres amor — dice apretando mis mejillas con suavidad y dándome un pico en los labios.

— Ten — le doy la carta y ella la mira con un brillo especial en los ojos — Hailey, no la abras — sé qué tenía intenciones de hacerlo.

— Vale, ahora no, por mucho que me muera de curiosidad, conocer tu letra y saber qué me dices ahí — toca el papel como si fuere el más valioso tesoro — Esta carta vale mucho, porque la escribiste, estando lejos la una de la otra.

— Sí, la escribí el día de tu cumpleaños. Intenté por todos los medios hablar contigo, quería felicitarte y no pude. Me desahogué escribiente esto, aunque pensé que no lo leerías — le sonrío, porque me alegra que la lea.

— Gracias mi amor. ¡No la he leído y ya te digo que me enamora más! — me está contagiando su alegría.

— Date la vuelta y sierra los ojos amor — ella me obedece con una sonrisa, yo le hablo en el oído — Cuando vi este colgante, me acordé de ti, de tus preciosos ojos grises, algo azulados, de esa mañana en la que te desperté a besos, cuando la noche anterior nos entregamos por primera vez — pongo el colgante en su cuello y la volteo a mí — Abre los ojos mi sueñito — digo dándole un beso.

— ¡Dios mío! ¡Muñequita! ¡Está precioso! — prácticamente grita de alegría tomando el dije de tulipán en sus manos, me abraza fuerte — Amor no sé si te he dicho, pero mi flor favorita son los tulipanes y que me regales esto… No sabes lo que significa para mí. Me encanta. Gracias.

— Ahora que lo dices y lo pienso… Entiendo por qué siempre en tu cuarto y en tu casa había tulipanes. Y tu tatuaje... En porque te gustan — ella ríe — Me alegro de que te guste mi regalo amor.

— Es lo más lindo que me han dado nunca — ¡Me hace tan feliz!

Ella guardó la carta y me dijo que no se quitaría el colgante. Nos fuimos a dormir abrazadas y con una sonrisa en el rostro. Sin duda, conocer a la chica de mis sueños… Es un sueño.

Espero que nunca se convierta en pesadilla.

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Hasta aquí las actualizaciones de hoy mis amores, espero que les haya gustado este capítulo. Y si es así ya saben, déjenme su voto y si pueden comenten. Respondo a los comentarios y los leo todos.

Si no me han seguido háganlo para que sepan cuándo serán las próximas actualizaciones y tal vez pasarse a echarle un vistazo a el prólogo de mi siguiente historia, la que empezaré a publicar cuando termine esta.

Se vienen capítulos buenos! Y no se ustedes pero yo tengo preguntas jejeje ¿Como será la suegra de Andrea? ¿Como será cuando Hailey conosca a Tori en persona? ¿Será que le ganan los celos?

Nos leemos en la próxima actualización. Pero aclaro que tardará un poquito, no prometo actualizar rápido, me tardaré más porque casi no tengo tiempo libre. Pero seguiré poniendo todo de mí para que cada capítulo sea de su agrado.

Quién sabe tal vez los sorprenda con una actualización rápida.

Abrazos. Y gracias por el apoyo, son un amor.

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