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CAPÍTULO 32

CAPÍTULO 32

Tras varias semanas de estarlo intentando, todos consiguieron el balance perfecto para no perderse entre los deberes escolares y las responsabilidades externas que tenían, como el trabajo o reuniones familiares. La cómica y adorable pareja de los Seok quedaban todas las tardes en un café cerca de la universidad para hacer sus tareas juntos y tomar algo, al igual que pasaban la mayoría de los fines de semana estando pegados al otro; TaeHyung y JungKook se encontraban afuera del instituto para llamar al rubio antes de que tuviera sus ensayos, al igual que individualmente lo llamaban por las noches e intercambiaban un montón de mensajes; JongSuk comenzó a pasar más tiempo en la biblioteca, lugar donde conoció a aquella joven especial de la que les contó a los muchachos; el adorable pollito usaba todos sus ratos libres para comunicarse, no solo con su novio y su hermano, sino también con el resto de sus amigos, y aprovechaba cualquier tiempo libre para descansar junto a TaeMin en algún lugar de la gran ciudad.

JungKook-oppa, ¿por qué estás tan pensativo hoy?

¡Sonríe! Tienes dientes de conejo, JungKook-oppa.

¡Cuando tenga novio quiero que seamos iguales que JiMin-oppa y tú!

Esas solían ser las palabras de la pequeña SeongJi, la niña que solía cuidar el castaño durante las tardes para ganar un poco de dinero. Era muy adorable y nunca dejaba de animarlo cuando lo veía callado por alguna cosa de la escuela o el hecho de extrañar a su pareja. Como la mayoría de las niñas, cruzaba por una edad en la que parecía ser más madura que cualquier adolescente. Solía tomarlo por las mejillas, fruncir el ceño y verlo directamente a los ojos para decirle todo lo que pensaba. ¡Tan solo tenía nueve años!

Sin embargo, hubo una tarde en especial donde ni siquiera ella pudo sacarlo de sus pensamientos.

Se trataba de un día ordinario en el que JungKook ayudaba a la menor con su tarea para dejarla salir a jugar con sus amigos del vecindario, cuando recibió un mensaje por parte de Park (nada nuevo, pues solía ser la hora en la que hablaban un poco). Arrugó un poco la nariz cuando lo abrió y vio el contenido de este.

El texto iba acompañado con una fotografía, un póster.

Kimchi 🥘: Amor, ¿vendrás a verme? ¡Muero de ganas por verlos, a ti y al resto! Te extraño mucho. TaeMin-ah no deja de decir que deje de lloriquear y quejarme, pero es fácil para él decirlo, ¡no te tiene a ti de novio y al resto de amigos!

El póster parecía una clase de invitación para atraer gente hacia un tipo de show que llevarían a cabo los integrantes del club de danza en donde estaba JiMin; decía el día, la hora, tenía un título algo atrayente y, como apoyo visual principal, una imagen de su novio con el joven de cabello negro que solía estar pegado a él todo el día.

Inconscientemente, empujó el interior de su mejilla con la lengua e hizo zoom en ese par de chicos, teniendo una extraña sensación amarga en el pecho que no le gustaba para nada. Odiaba ponerse celoso, principalmente porque debía de confiar en su pequeño, pero era tan difícil cuando los separaban una gran cantidad de kilómetros.

—¿Por qué tienes esa cara, JungKook-oppa? ¿Pasó algo malo? —Quiso saber Seong, asomándose para ver también la pantalla del celular ajeno—. ¡Oh! ¡Ese es un muchacho muy guapo! ¿Por qué tienes amigos tan lindos, oppa?

—No es mi amigo —suspiró, poniéndose de piel del suelo—. Continúa con los ejercicios de matemáticas, ¿bien? Iré al patio para tomar algo de aire —a decir verdad, quería hablar con JiMin para calmarse a sí mismo.

—¡Suerte con tu novio!

"Definitivamente no se te escapa nada, enana" pensó el mayor con una sonrisa cansada en el rostro, cerrando la puerta corrediza que conectaba al comedor con el hermoso jardín. La brisa fresca de primavera chocó con su rostro mientras tecleaba el contacto de pollito para llamarle y quien, por suerte, no tardó ni dos timbres para responder.

—¡JungKookie! —Le oyó exclamar, dejándole el aire atrapado en los pulmones por unos instantes. En verdad necesitaba de aquella vocecita aguda para recordarse que debía mantener la calma—. ¿Has visto mi mensaje? Le diré a mi hermano más tarde, ¿podrías decirle al resto también, por favor? Principalmente a Hobie, ¡quiero que me vea bailar!

—Creo que será el mejor pretexto para verte, ¿no lo crees? —Murmuró con una sonrisa gatuna pintada que no sería vista por el otro—. Todos hemos estado ahorrando para verte.

—¡Son adorables! Después de esto seré yo quien los visite, ¿de acuerdo? —Tenía un lindo tono dulce y meloso, siendo obvia la ternura que sentía ante el comentario—. Oye, amor, pero ¿y tu abuela? ¿Crees que vaya a decir algo?

—Dudo que no diga algo —rio JungKook—, pero estoy seguro de que mis papás me darán permiso y ella... Bueno... Ha estado muy calmada desde que pasó lo de aquella noche.

—Oh, cuando mi hombre lloró por mí, ¿no? —Se burló. Imaginaba que tenía esos ojos media luna que le encantaban y eso le aceleró el corazón en cuestión de segundos—. Te amo, JungKookie.

—Yo también te amo, JiMinnie.

—¿Hasta dónde?

—Hasta donde el universo termina —respondió sin dudarlo, provocándole una fuerte risa a su novio—. ¿Qué?

—¡Aprecio que estés mejorando tu lado romántico por mí! —Eso era cierto—. Yo también te amo hasta donde el universo termina, pequeño.

—Muero de ganas por la llamada de esta noche. Mañana cumpliremos otro mes de novios, ¡tendremos que aguardar hasta las doce!

—Pondré seguro a la puerta para asegurarme de que TaeMin-ah no entre para interrumpirnos. Parece ser peor que mi hermano, créeme, pero es buen sujeto.

JungKook no sabía qué fue lo que le provocó ganas de vomitar de un segundo a otro; si era el cartel de antes, la idea de que Lee los interrumpiera en su videoconferencia nocturna, el perturbador hecho de que su novio tenía que cerrar la puerta con llave para no ser "molestado" o el simple aspecto de que se llevaran tan "pesado" esos dos. No estaba tranquilo y, mucho menos, se sentía seguro con ese joven viviendo junto a su chico.

—¿Amor?

—¿Sí?

—¿Por qué te callaste de repente? Creí que se había cortado la llamada y estaba a punto de llorar.

Moría de envidia al saber que TaeMin pudiera verlo todos los días, cuando eso era lo que solía hacer él. Quería besarlo con intensidad, abrazarlo con fuerza durante horas y tomarle de la mano por debajo de las sábanas antes de dormir; pero no podía y se sentía impotente. Se deshacía ante la idea de percibir de nuevo ese dulce aroma que tenía siempre, el verlo sonreír y al recordar el cómo solía acurrucarse en su pecho durante horas sin problemas.

—Te ves muy guapo en el póster —cambió de tema, provocando cierto desconcierto en su pareja durante unos segundos—. Me encanta cómo luces esa clase de chaquetas.

—Mm... —Soltó el contrario, entrecerrando aún más sus ojitos, como si así pudiera llegar hasta Busan y comprobar qué le ocurría Jeon—. Sospecho que algo te molesta, pero no sé qué. ¿He dicho algo raro?

—No, nada de eso —habló demasiado rápido y con las orejas tan rojas como tomates.

Le avergonzaba admitir que estaba celoso de Lee TaeMin.

—Estás celoso —Escuchó reír a Park de un segundo a otro, provocando que su corazón diese un vuelco en su pecho. Como si el destino pareciera estar en su contra, fue descubierto—. ¡No puedes ocultarme algo así, después de que yo también sentí lo mismo con mi hermano contigo! ¿Estás así por mi amistad con TaeMin-ah?

—No... —Mintió en voz baja, haciendo obvia la respuesta correcta. JiMin carcajeó con más fuerza.

—Mi conejito está celoso, ¿ah? Muero de ganas por verte así, ¡me das mucha ternura! Cuando vengas te llenaré de besos para borrar toda clase de sospechas que tengas.

—JiMin-ah, me estoy poniendo nervioso y estoy cuidando a SeongJi... —Gimoteó, pues era cierto. Comenzaba a sentir las orejas y el cuello calientes.

—Te amo, Kookie. Te amo, te amo, te amo —el rubio mandó besos cada vez que terminaba un "te amo", enternecido ante la idea de que el más alto estuviera así.

Mientras unos disfrutaban de sus momentos románticos, existían otros tipos de personas ese día que yacían en un gran dilema mental: tocar o no tocar, hablar o no hablar.

Ahí yacía él, con el cabello recién teñido y alborotado frente a la casa de la familia Jung, congelado frente a la puerta marrón sin saber si era buena idea el llamar o mejor darse media vuelta y marcharse. Tenía el corazón en un puño y un horrible sabor de culpa en la boca, o quizá era la sangre que brotó de su lengua tras haberla mordido frenéticamente durante todo el camino hasta llegar.

—Estoy haciendo el ridículo —sentenció, metiendo las manos a los bolsillos de su suéter negro tras revolver una vez más su pelo.

Quería dar media vuelta y marcharse, pues sabía que se arrepentiría apenas viera al pelirrojo salir con su típica mirada curiosa o la probable sonrisa pacifista del novio de Jung.

Era una mala idea viéndose desde cualquier punto y quien resultaría con el orgullo -el ego- herido sería él. ¿Por qué? Porque NamJoon tenía razón: actuó como estúpido cuando pudo haber hecho lo correcto desde un principio, perdiendo así la linda amistad que tenía con todos los muchachos.

—A la mierda con esto. No tomé el autobús para nada —maldijo, tocando el timbre y aguardando, con la inquietud notoria en sus piernas, a que alguien abriera la puerta.

Para su fortuna, fue HoSeok quien lo recibió, aunque con el ceño fruncido y confundido ante su presencia. Traía el flequillo recogido en una coleta chistosa, un poco de maquillaje en el rostro y su camisa recién planchada, pues llegó justo cuando se preparaba para una reunión con su novio.

Min sonrió con cierta ternura al verlo a medio arreglar y recordar cómo solía ayudarle en el pasado para ponerse guapo antes de las primeras citas con SeokJin.

—YoonGi-hyung —el nombre se le escapó en un murmuro al pelirrojo. Inconscientemente, apretó la perilla de la puerta, manteniendo la mirada fija en la del chico que alguna vez consideró su mejor amigo, casi como su hermano.

—J-Hope —solía llamarle así con frecuencia, a diferencia del resto que usaba su nombre real; también fue él quien le llamó primero "Hobie" junto a Jin. El aire pareció quedarse atrapado en sus pulmones por el recuerdo, ansioso—, quiero hablar contigo... ¿Tienes tiempo?

Ho yacía firme en el marco, sin siquiera parpadear una sola vez. Si no fuera porque su corazón latía como loco habría muerto en ese momento debido a la sorpresa, como un niño siendo descubierto haciendo algo muy malo.

—¿Llegué en un mal momento? —Fue como toparse con el YoonGi que conoció años atrás, aquel que amó con locura y lo acompañó a todas sus aventuras de preadolescente enamorado—. No debí venir sin avisar, pero tenía que hacerlo.

—No, no tengo nada importante por hacer... —Tartamudeó—. Es decir, veré a SeokJinnie, pero aún falta poco más de una hora —se terminaría de arreglar después—. ¿Qué necesitas?

Sí.

Min YoonGi fue un estúpido, pero ese mismo Min YoonGi estuvo para él durante años y no le negaría una charla a quien fue tan especial en su vida.

HoSeok cerró la puerta detrás de él, sentándose sobre el escalón de la entrada junto al otro chico, como hacía tiempo no habían hecho. No lo vio después de la graduación, pero sabía que logró entrar a la misma universidad que su novio, como había planeado toda su vida... Pero ¿desde cuándo no tenían una charla normal? ¿Un año? Quizá más... Y, diablos, se sentía tan extrañamente ligero que parecía una alucinación.

Con las manos sobre el suelo, ambos sentían rozar el cuerpo del otro contra el propio, provocando una extraña sensación de calidez y paz que hacía tanto no vivían, al menos no Suga.

—Las sigues teniendo —murmuró el mayor con los ojos fijos al frente. La primavera había llegado hacía semanas y era claro debido a las flores que yacían en su jardín frontal, meneándose suavemente con el viento. En su momento, fueron plantadas con el joven de cabello celeste y su novio.

—Las cuido con mi vida —dijo con naturalidad, pues lo hacía, como a los recuerdos juntos—. ¿Y bien, hyung? ¿Qué necesitas?

—Necesito pedirte un favor, Hobie.

En ese momento, Jung supo que fuera lo que fuera, terminaría cediendo, porque el Min YoonGi que tenía junto a él era aquel joven delgado, con aspecto felino y que amaba dormir que conoció antes porque lo detectó en sus ojos. Ese arrepentimiento y ese brillo de preocupación por no encontrar las palabras adecuadas eran solo típico de él.

—Lo que quieras, YoonGi-hyung.

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