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CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 29

Las despedidas eran la peor parte de una relación, principalmente porque no sabes cuándo verás de nuevo a la persona que te brinda tantas emociones con tan solo tenerla a un lado. No tienes ni idea de cuándo podrás acurrucar sus mejillas entre tus manos, cuándo la volverás a tomar entre los brazos para abrazarla durante minutos u horas, cuándo la llenarás de besos de nuevo o cuándo entrelazarán una vez más sus manos. Tendrás que acostumbrarte y conformarte con largas llamadas, mensajes que te harán sentir un poco de todo (soledad, felicidad, amor, euforia y desánimo a la vez) y fotografías que te harán pensar que formas parte de su presente desde el otro lado de la pantalla. Aprenderás que el dinero y los amigos son tus mejores aliados, porque muchas veces la familia te dará la espalda ante una relación tan complicada, y comprenderás que deberás esforzarte al doble si en verdad quieres a esa persona en tu vida pese a las adversidades que les plantee el destino.

Correrás el riesgo de llorar cada noche por cualquier situación: una canción que te recuerda a esa persona, las memorias de cuando estaban juntos, fotografías, mensajes, posibles dificultades que amenazan con una ruptura; podrás enfadarte con cualquier situación, aunque mínima sea, debido a la inseguridad que tienes de no tener cerca a tu amado o amada. Tomarás en cuenta que podrás sentir toda clase de celos y emociones negativas, pero también obtendrás positivas. No desconfiarán de sus amigos a menos que haya una situación seria, comprenderán cuando uno no esté de buen humor para hacer una llamada o actuar lindo y, sobre todo, descubrirán el verdadero significado del tiempo. Contarán los días en los que estén lejos, los que faltan para verse, los minutos y horas que les quedan antes de que se separen de nuevo y todo se repetirá en un bucle hasta que algún agente externo lo frene.

¿Algún agente externo? Te preguntarás, pues habrás querido ignorar el hecho de que tu pareja podrá encontrar a alguien mucho mejor que tú y cerca de él. Podrás sentirte feliz por ella, destrozado por ti mismo o, simplemente, pensarás que un peso se te quitó de encima... Porque sí, a veces son muchas cosas en la cabeza y aunque quieras seguir, sabes que tu salud mental y emocional pide a gritos un cambio a la rutina. También existirá la idea de que terminen, simplemente por el bienestar de relación-no amorosa, como su amistad. Darán lo mejor por parte ambos e intentarán sobrellevar la situación por el bien de su relación, pero se terminarán alejando poco a poco con dos posibles sentimientos: satisfacción porque no se limitaron mutuamente, logrando seguir con sus vidas, o soledad al recibir un golpe de la realidad diciéndote "cuando lo veas, no correrás a sus brazos y no lo besarás como si no hubiera un mañana"; simplemente compartirán una mirada cómplice un poco incómoda y sonreirán por reencontrarse.

Te cuestionarás si en verdad hiciste lo correcto dejándola marcharse; si tuvieron que buscar una opción más viable, aunque alguno de los dos no cumpliera sus sueños; si el destino se apiadaría de ustedes y los dejaría reencontrarse en un futuro no tan lejano donde podrían estar juntos, o si en verdad estaba tan celoso de los dos que terminó separándolos para siempre. Querrás saber si en algún momento el presente y el pasado podrían reunirse.

Park JiMin y Jeon JungKook no sabían si estaban preparados para las responsabilidades que una relación a distancia les traería, siendo tan jóvenes y estando hambrientos por un futuro exitoso; sin contar el problema de ser una pareja homosexual que, por parte de la abuela del castaño, tendría ciertas dificultades para verse. Al menos estaban sus demás amigos, los cuales apoyarían a ese par de todas las formas posibles.

El final del semestre resultó ser más silencioso de lo esperado entre el grupo de compañeros, pues muchas cosas estaban a punto de cambiar. Kim SeokJin se marcharía a la universidad, Park JiMin se mudaría a la gran ciudad capital, Jung HoSeok comenzaría con sus cursos de danza dentro de muy poco y Jeon JungKook se centraría en la composición de música y creación de contenido para su futuro canal de YouTube. La escuela también se quedaría sin el idiota de Min YoonGi y su mejor amigo, Kim NamJoon.

Durante la última semana, con el pretexto de estar cuidando a la pequeña hija de la vecina, Jeon solía ir todas las tardes en su compañía a casa de su novio para pasar la tarde y cuidar de la niña junto a él mientras le ayudaba a empacar cosas. La adorable madre del más bajo había conseguido un departamento para su hijo cerca de su nuevo instituto; compartiría piso con el hijo de su mejor amiga, tal y como TaeHyung sospechaba, TaeMin, el cual también asistiría al mismo grado que el joven.

—JiMin-oppa —la niña había dicho una tarde—, te echaré mucho de menos. Cuando sea grande, buscaré un novio tan lindo y atento como tú.

Su madre sabía de la situación por la cual pasaban esos dos porque JungKook se abrió a ella una vez tuvo la confianza suficiente. La mujer, muy calmada, aceptó sin problema alguno su orientación. Por ende, la pequeña igual sabía que eran novios. Era algo decepcionante para el castaño ver cómo un par de desconocidas lo trataban con más respeto que su propia abuela, pero lo entendía hasta cierto punto.

Todo comenzó a tornarse difícil cuando el día de la despedida se acercaba, pues todos estaban muy ansiosos y querían estar juntos hasta el último momento, aunque algunas veces fuera complicado conseguir permisos de sus padres. La hora de decirse adiós en cada reunión era más pesada y tediosa, principalmente para los más jóvenes que tenían los días contados; se abrazaban por minutos con fuerza, se besaban todo el rostro y se decían incontables veces las veces que se amaban con el corazón en un puño. Querían hacerse los fuertes, pero era casi imposible contener las lágrimas al final de cada reunión, y sino lloraban frente al otro lo hacían por la llamada que tenían todas las noches antes de dormir.

A veces lo correcto dolía más, principalmente cuando te cae de golpe.

JungKook quería ver a su novio triunfar en el mundo del baile y lo apoyaría en todo lo que le fuera posible, sin limitarlo a nada. JiMin apreciaba mucho ese gesto y no dejó de hacérselo saber durante esos días, agradeciéndole y besándole hasta que sus labios se secaran. La presión que existía en su pecho era sorprendentemente asfixiante, pero ambos debían ser fuertes para no lastimar al otro.

En un abrir y cerrar de ojos, el último día había llegado.

Los seis amigos habían decidido reunirse junto a HyungWon y Miguel en un café, quienes comenzaron a juntarse con ellos a lo largo de las últimas semanas debido a trabajos escolares y terminaron siendo buenos compañeros de locuras; después pasarían a la fiesta de despedida que dirigirían los de último año, una demasiado informal debido a que la generación no deseó conseguir trajes costosos y lugares extravagantes. Se llevaría a cabo en la gran casa de Kim SeokJin, el cual se ofreció a sabiendas de que se encontraría con "gente desagradable", porque habían sido gente importante para él en algún momento.

—Has estado saliendo todos estos días, ¿acaso planeas que te deje salir como si nada, JungKookie? Solo vagas desde que regresaste a clases de vacaciones invernales —su abuela le dijo cuando lo vio desde temprano arreglarse. La mujer, como era de esperarse, no supo de su escapada de San Valentín porque llegó desde muy temprano y subió con ayuda de las llaves de su hermano. En ese momento, se encontraban hablando frente a la puerta principal—. Me comienzo a preocupar por tus calificaciones. Esas amistades no son nada buenas.

—No exageres. Tengo muy buenas calificaciones... Y ya te he dicho antes la razón por la cual he estado saliendo mucho —respondió el joven, apretando el picaporte con fuerza. Llevaba una camiseta blanca con un estampado que se asemejaba a las letras de un uniforme para básquetbol, una chaqueta azul y unos jeans desgarrados—. Siempre tenemos esta discusión antes de que me vaya. ¿Podemos no tenerla hoy? No tengo tiempo, ni ganas —había pasado toda la noche llorando con Park desde el otro lado del teléfono y su rostro demostraba su agotamiento físico y emocional.

—Kookie...

—Abuela, en verdad no me siento con ganas para discutir contigo —suspiró. Cuando no encontraba algún pretexto para salir, debía decirle directamente con quiénes iría y siempre pasaba la misma pelea por sus diferencias—. Quiero estar con mi novio en su último día en la ciudad, ¿bien?

—Te quiero aquí dentro de dos horas, ¿entendiste? —Soltó, sorprendiéndole. Nunca le había dado permiso para ver a Park, pero tampoco un límite de tiempo—. Después de hoy, no quiero que lo vuelvas a mencionar en esta casa y este tema se da por terminado. No seguirás teniendo a ese muchachito y será mejor que cortes relación con él.

—¡Abuela! —Protestó al instante, dolido por sus palabras. ¿Cómo diablos le pedía algo así a un adolescente tan enamorado como lo era él? ¿Acaso no estaba claro cuánto amaba a su novio, como para que por fin le creyera? Estaba completamente en su contra—. No puedes hacer esto. Ni siquiera mis papás me han prohibido semejante cosa.

—Estás a mi cuidado ahora. Yo no aceptaré ningún desvío de tu parte, ¿entendiste? Aunque yo misma te tenga que buscar novia, me haré cargo de que olvides esta estúpida idea de andar con un muchacho.

"Lo que faltaba. Ahora piensa que cambiará todo con eso" pensó JungKook, disgustado por la forma en la cual se expresaba la mujer. Es decir, ¿por qué no lo veía desde el lado bueno para ella? JiMin y él tendrían una relación a larga distancia y, con suerte para su abuela, podrían terminar y comenzar una nueva relación con alguien más. ¿Mujer? Tal vez. ¿Hombre? Tal vez.

—En verdad que esto es tan...

—¿En verdad quieres verlo una última vez antes de que se vaya? —Interrumpió—. Bien. Dos horas. No más. Llegarás aquí para la cena y haremos como si nada de esto haya pasado.

—¡Eres imposible! —Siseó con desagrado en su tono el castaño, frunciendo el ceño y sorprendiéndose a sí mismo por sus palabras. Estaba harto.

—Tómalo o déjalo, Jeon JungKook.

—Maldita sea —fue lo único que dijo, tomando su pequeña mochila que cargaba algunas pertenencias y cerró la puerta de la casa con un fuerte azote. Sabía que debía estar agradecido de que no tenía a alguien que lo golpeara para "corregirlo", pero la situación era desesperante.

Su imagen de chico estable había desaparecido en su grupo de amigos cuando descubrieron sus incontables decaídas a lo largo de los últimos días debido a su abuela y habían visto más allá de la faceta tranquila y divertida que siempre les mostraba; descubrieron su enojo, su tristeza, decepción y miedo. Al rubio le gustaba que se volviese tan transparente, como él, pues sabía que le era difícil hacerse el fuerte. Es decir, era el primero en apoyarlo para que vaya a Seúl, pero ahora también el primero en llorar con la idea de no verse tan seguido.

Se dirigió hacia el café en donde acordó con sus amigos la reunión, maldiciendo la mayoría de las cosas que se topaba en el camino. Tenía planeado pasar toda la noche con su novio, su última noche hasta dentro de un tiempo. Quería llenar de besos cada pequeña parte de él, calentar su cuerpo y escucharlo hablar hasta quedar dormidos acurrucados en el otro.

No tardó más de unos minutos en llegar y encontrarse con todos los muchachos, por suerte. HoSeok se acercaba junto a JongSuk a la mesa donde estaban SeokJin y TaeHyung compartiendo un té que, aparentemente, no le gustó al azabache porque se apuró a tomar del jugo que su novio le había conseguido; JiMin estaba de espaldas a la entrada, viendo el gran menú que estaba en el mostrador; Miguel y HyungWon no pudieron asistir, pero prometieron encontrarse con ellos en la fiesta a la que, con mucho coraje, JungKook no podría ir.

Parado frente a la entrada, el castaño vio a sus amigos y novio desde ahí antes de acercarse y ser descubierto. Contempló cada mínimo detalle para lograr calmarse, inclusive el fuerte aroma a café americano que tenía el local; se fijó en la ropa de los chicos, se perdió durante segundos en las cabelleras -ahora algo oscuras debido a la caída de su tinte- de Ho y Tae, sonrió al notar a Jong quemarse la lengua con su capuchino y no pudo contener una ligera risa cuando vio a Jin devorarse con la mirada el sándwich que su chico le llevó. Observó las rodillas de pollito descubiertas por su short que le llegaba encima de las mismas, el lindo suéter blanco con una franja roja que llevaba y notó cómo el día anterior se había teñido el cabello de rubio una vez más para que sus raíces castañas se escondieran durante un tiempo.

Inhaló.

Exhaló.

Olvidó a su abuela y recordó que eran sus últimas dos horas con Park.

Se acercó desde atrás para rodearlo por la cintura y apoyó el mentón sobre su hombro, cerrando instintivamente los ojos al tenerlo pegado a su cuerpo. Echaría de menos su calor, la sensación de su pequeña y delgada figura contra él y su suave aroma.

Minnie soltó una ligera exclamación por la sorpresa, pues hasta el momento había estado perdido en su pedido, ignorando incluso las intenciones coquetas de la cajera; pero al instante movió ligeramente la cabeza contra la de su novio para luego sonreír.

—Lamento si tardé mucho en llegar —susurró tras abrir sus ojos e ignorando la desilusión de la joven frente al mostrador.

—No has tardado. Has sido puntual —dijo el otro en el mismo tono—, solo que sabes cómo son los demás. Se morían de hambre y no pudieron esperar más —JungKook rió suave antes de plantar un beso sobre la curvatura de su cuello y deslizar la mano sobre la del muchacho.

—¿Has decidido qué quieres comprar?

—Estaba a punto de pedir una malteada de galleta —sonrió al ver de reojo a su novio alzar una ceja, curioso por el sabor— y un panini vegetariano.

—¿Desde cuándo eres vegetariano, eh? —Masculló, pinchando suavemente una de sus mejillas.

—Simplemente me gusta lo que tiene ese platillo —hizo morritos antes de continuar—. ¿Pedirás algo tú, Kookie?

—Creo que un café helado —dijo, dirigiendo su mirada la cajera que ahora estaba anotando todo en el mostrador— y la tercera baguette de la lista, por favor.

La muchacha no dijo mucho, haciéndolos esperar durante los minutos en los que estaría listo su pedido, hasta que pagaron y se dirigieron con el resto de los jóvenes. Pudieron haber ido desde un principio, pero sabían que estarían muy acaramelados y no querían incomodar a los chicos... Aunque literalmente llegaron pegados como uña y mugre, cargando sus respectivas bandejas con comida.

—JungKookie —JongSuk fue el primero en reaccionar al verlo acercarse con el bajito—, ¿qué tal el camino?

—He venido caminando, pero estuvo bien —hubiera tomado un taxi, pero lo olvidó debido a su enojo. Tomó asiento entre su novio y el mayor, teniendo enfrente a TaeHyung y a la otra pareja.

—¿Supiste que JongSuk-hyung está viendo a una chica, por fin? —HoSeok habló, sonriendo pícaro al aspirante para actor—. Parece que va en su mismo salón.

—¡TaeTae! —Exclamó el muchacho, mirando al de cabello grisáceo—, ¡dijiste que no le dirías a nadie hasta que estuviera seguro!

—Oh, vamos, hermano —rio V, despreocupado—. Era una noticia que todos debían saber. Llevas enganchado con tu ex desde hacía meses, ¡esto es muy bueno para ti! Todos debían formar parte del momento.

—No quería decirlo hasta que tuviera en claro si le interesaba también —murmuró con desgano, jugando con su servilleta y frunciendo el ceño. A veces no le gustaba que su mejor amigo no le consultara las cosas, pero comprendía la situación; después de todo, él también estuvo para el resto en sus momentos difíciles y querían hacerle un favor.

—Estoy seguro de que es recíproco. ¡Eres un buen chico, hyung! —Jin alentó, acariciando el torso de su mano y regalándole una hermosa sonrisa—. Ella se perdería de un muy buen partido, como lo eres tú.

—Oh, SeokJinnie, eres adorable —le regresó la sonrisa, asintiendo un poco más animado. Tal y como JungKook había dicho antes, era aquel azabache el que se encargaba de mantenerlos a todos unidos con su lindo carácter—. Bueno, dejando este tema de lado, ¿estás listo para la fiesta de esta noche, JungKookie? —El mencionado se atragantó con su bebida, apenado—. ¡Nunca has estado en una desde que llegaste! No son lo mismo las reuniones a esto.

—Yo... Ah... —Balbuceó.

—No seas exagerado, Suk-ah. Tampoco es un antisocial —hizo coro Tae.

—¡Pero es cierto que no ha ido a alguna fiesta del instituto...! ¿O sí, amor? —JiMin cuestionó, curioso.

—Yo no iré a la fiesta —susurró, avergonzado y apartando la mirada hacia la comida. Todos soltaron una exclamación de sorpresa, a excepción de su novio que lo miró únicamente en silencio y con una presión inexplicable en el pecho, similar a la decepción—. He discutido con mi abuela, otra vez... —El comentario generó que Park desviara también la vista, sin saber cómo se sentía. ¿Molesto, tal vez? ¿Frustrado? Era su último día y no estaría con su novio—. Solamente me ha dado oportunidad de estar aquí un rato con ustedes.

—Entonces, ¿después de esto será nuestro adiós? —Las palabras salieron más bruscas de lo que el rubio hubiera querido, incomodando al resto de sus amigos. Se relamió los labios, antes de encontrarse con los ojos tristes de su pareja—. ¿Esto será todo?

—JiMin-ah... Lo siento.

El joven había sido muy paciente respecto al tema de la inconformidad que tenía la señora Jung y sabía que no era culpa de JungKook, pero se sentía algo herido por semejante noticia.

Suspiró, sosteniéndole la mirada y suavizando su tacto en segundos. No quería enojarse con él, no en su último día juntos... U horas. Sostuvo su mano por debajo de la mesa y, tras una sonrisa un poco forzada, se acurrucó en él. Quería llorar debido a lo injusto que le parecía, pero debía de ser fuerte por ambos, así como Kook lo era en otras ocasiones cuando era él quien se desmoronaba.

—No medí las palabras. Perdón, Kookie —susurró.

—No debemos dejar que la situación nos supere —Jin habló, relajando el ambiente—. Si solo le dieron permiso a JungKookie de estar unas horas con nosotros, las aprovecharemos.

—¡He traído un álbum que hice con fotografías de este último semestre! —J-Hope recordó, queriendo ayudar también. Sacó de su mochila un hermoso encuadernado de cuero y lo dejó sobre la mesa, echando de lado las bandejas desocupadas.

—Oh, ¡esto me traerá tantos recuerdos! —Exclamó JongSuk, agregándose.

—¡El primero que llore pagará la siguiente ronda de bebidas! —TaeHyung amenazó, riendo.

Muy en su interior, la joven pareja agradecía en silencio a sus amigos por lo lindos que eran con ellos, ayudándoles para que la situación no fuese empeorando para ninguno... Aunque, por dentro, ya se sentían sin la mitad de su corazón. Se sujetaban con fuerza las manos, buscando no llorar al sentir cómo alguno acariciaba el cabello del otro con la mano restante o al escuchar sus risas decaídas. Era como si cada latido se sintiera como el último que estaría en sincronía con el corazón contrario. El pecho les dolía y tenían un nudo en el estómago que les impidió comer más de la mitad de sus pedidos.

Así fue cómo transcurrieron esas últimas dos horas para los muchachos y, para el final de la reunión, los cuatro amigos decidieron dejarlos solos para que pudieran hablar unos minutos y lograran despedirse como era debido. ¿Por qué dolía tanto, si sabían que podrían verse algunos fines de semana? ¿Por qué se sentía como un "hasta la vista," y no un "hasta dentro de poco"? ¿Por qué no pudieron contener las lágrimas cuando se quedaron solos y se envolvieron entre sus brazos?

El aire se quedaba atascado entre sus pulmones y les impedía respirar adecuadamente.

—JiMin-ah... —Murmuró JungKook contra su cuello, empapando el suéter de su novio con las gotas saladas que rodaban por sus mejillas.

—Mi JungKook-ssi, no llores —decía en el mismo tono, aunque sus ojos también lo traicionaron y comenzaron a dejar salir sus lágrimas, mojando así también el pecho del contrario—. Nos veremos muy pronto, ¡ya verás!

—Entonces, ¿por qué estás llorando también tú?

—Te he dicho antes que tengo corazón de pollo —le recordó, haciéndole reír con tristeza—. Prometo venir apenas tenga oportunidad con la escuela y les haré saber cuándo pueden ir a visitarme.

—Aunque no pueda, iré cada vez que Jin-hyung y mi cartera me lo permita —se apresuró a decir el castaño, robándose una sonrisa triste por parte del contrario—. JiMin-ah —volvió a llamarle, sintiendo su pequeña manita temblorosa acariciarle la nuca—, me duele mucho el pecho. No quiero que te vayas.

Era sorprendente cómo JungKook fue el primero en alentarlo para que siguiese su sueño, pero ahora le dolía cómo nadie más al saber que partiría en verdad. ¿Quién diría que en tan pocos meses se volverían tan importantes el uno para el otro?

—JungKook-ah —lloriqueó el teñido, sorbiendo su nariz. Le avergonzaba que JungKook lo viera en ese estado, haciéndole sentir tan pequeño, pues lo había contemplado así en algunos momentos a causa de su ex relación—, daría lo que fuera por haberte conocido antes para poder pasar más tiempo a tu lado. Te amo tanto, tanto, tanto.

Jeon lo sujetó con más fuerza, si es que era posible, y soltó un sonoro sollozo al escucharle decir eso último. No sabía si su corazón se removía de felicidad, dolor o desesperación.

—Lamento no poder estar más tiempo contigo hoy —dijo, avergonzado por el carácter de su abuela—, pero sabes que daría lo que fuera para poder hacerlo, ¿verdad? —Asintió contra su pecho—. Yo también te amo, JiMin-ah, demasiado.

Park mordisqueó sus labios, queriendo evitar que algún sonido saliera de ellos, pero su cuerpo lo traicionó y terminó haciéndolo pese al esfuerzo.

Tenían los rostros empapados cuando se atrevieron a mirarse fijamente unos segundos, antes de unir sus labios en un húmedo beso que describía todo lo que les pasaba en ese momento por la cabeza y el pecho. Necesidad, dolor, tristeza, agonía, amistad, confianza y una gran dosis de amor, una enorme que era difícil de explicar. No hubo palabras cuando sintieron los latidos del corazón contrario contra ellos, en sincronía con los suyos una última vez, antes de apartarse por completo y limpiarse las lágrimas. ¿Qué más podían agregar que no supiera el otro?

—Te amo, JiMin-ssi. Diviértete en la fiesta —dijo JungKook con una voz algo gangosa y que amenazaba con quebrarse—. No te pongas ebrio, ¿bien? No sería bueno para cuando despiertes por la mañana.

—También te amo, JungKook-ssi —agregó, introduciendo las manos en sus bolsillos para obligarse a sí mismo a no tomarlo de nuevo por las mejillas y besarlo aún más. No debían de perder más el tiempo, pues a ambos los esperaban—. ¡Te escribiré un mensaje cuando lleguemos! Y te mandaré las fotografías de esta noche.

El castaño le dirigió una última sonrisa antes de verlo darse media vuelta y comenzar a caminar hacia donde aguardaban por él sus amigos; sin embargo, lo vio girarse una última vez a unos cuantos metros para quedarse congelado ahí, mirándole fijamente con sus ojos oscuros.

—¿¡Todo bien!? —Tuvo que gritar Kook para ser escuchado, pero su voz desapareció cuando el rubio le regaló un pequeño beso volado, similar al del primer día en el que se vieron, y le sonrió una vez más.

—¡Te amo, Jeon JungKook! —Gritó, antes de seguir con su camino.

—¡También te amo, Park JiMin! —Respondió de la misma forma el castaño tras reír un poco. No pudo ver como el rubio sonreía con tristeza cuando llegó con sus amigos, pero sentía cómo también a él le faltaba una parte de su corazón.

Para cuando nuestro conejito llegó a su casa, arrastrando los pies con un desánimo sorprendente, su abuela lo esperaba en el marco de la puerta con los brazos cruzados y una mirada severa. La vio unos segundos sin decir nada, apretando con fuerza las correas de su mochila y acercándose muy lentamente a ella. Sabía que sus ojos estaban hinchados y sus labios estaban curveados en una mueca triste, dejándole en claro a la señora su estado de ánimo.

—JungKookie —fue lo único que le oyó decir, antes de rodearle con los brazos y soltar, frente a ella, las lágrimas que no había dejado salir frente a su novio. Destrozando al viejo corazón de la mujer, se escaparon sollozos descontrolados y grandes gotas rodaban por sus mejillas.

—Lo amo, abuela —lloriqueó con hipo el pobre muchacho, sintiendo las palmadas de la señora sobre su espalda.

—Los jóvenes a esta edad no conocen el amor verdadero, JungKookie —dijo ella, pero el joven no pudo discutir debido a que no le prestó la más mínima atención (por suerte porque se sentiría realmente ofendido).

Fue esa misma tarde donde, por primera vez en mucho tiempo, abuela y nieto pudieron compartir unas horas en calma sin sentir un ambiente pesado entre ellos. Solo estuvieron juntos, comiendo y viendo el televisor sin decirse ninguna palabra. Muy en su interior, el pequeño Jeon sentía que algo en ella había cambiado tras verlo en ese estado tan vulnerable.

Aquello fue confirmado esa misma noche, cuando Jeon se encontraba caminando de lado a lado por la casa, ansioso y mordiéndose las uñas; aún tenía ganas de llorar, pero parecía que se había secado por unos minutos. Todavía no le parecía justo el hecho de que no pudiera estar con su novio durante su última noche en la ciudad, por lo que se armó de valor y se acercó a la cocina, donde su abuela lavaba unas vasijas. Tomó asiento en la mesa, jugando con la orilla del mantel y manteniendo la mirada fija.

—¿Sucede algo? —Preguntó ella, viéndole de reojo desde detrás de la barra.

—¿Puedo ir? —Soltó, sabiendo que entendería a lo que se refería.

—JungKookie, ya hablamos de esto en la tarde...

—Por favor. En verdad quiero estar con él.

—¿Cuál es el afán de estar pegado a ese muchacho? —Suspiró, haciéndole sentir algo avergonzado al punto de sonrojarse—. Ya te despediste. Tampoco es como si nunca más lo volverías a ver.

De pronto, las palabras se le escaparon al imprudente muchacho.

—¿Eso dijiste cuando no pudiste despedirte del abuelo? —El señor había muerto por un paro cardíaco repentino cuando ella no estaba en la casa. La abuela se giró completamente a él, poniendo las manos sobre la cadera.

—Sé a dónde quieres llegar, JungKookie... —Advirtió, antes de suspirar. Desde su punto de vista, era diferente la situación porque ella estaba casada con el mencionado, tenían años de estar juntos y una hermosa familia; pero sabía que era imposible ganarle a un adolescente. Lo confirmó en esos últimos meses—. Te quiero aquí justo después de que él se marche, ¿de acuerdo? —Los ojos de JungKook se iluminaron, sorprendido por lo que oía—. No hagan cosas inapropiadas y ve con mucho cuidado porque es tarde, ¿bien? —Él asintió rápidamente, corriendo a besarle la mejilla y abrazarla con fuerza—. Bien, bien... —Susurrando, le acarició el cabello aún húmedo por la ducha que se dio minutos antes.

—Te amo, abuela —Soltó él, haciéndole entornar los ojos—. ¡Eres la mejor!

—Cámbiate antes de irte. No creo que quieras marcharte con pijamas —le señaló su cuerpo con una cuchara sucia, antes de darle la espalda—. Llévate las llaves de la casa y avísame cuando llegues.

JungKook besó su mejilla otra vez, antes de apresurarse a subir las escaleras para poder cambiarse con lo primero que encontró en su armario: los mismos pantalones rasgados que usó en la tarde y una camiseta negra que solía utilizar para andar en casa. Miró la hora en su teléfono y descubrió, con estupor, lo tarde que era, pues pasaban de la una.

Al salir, decidió pedir un taxi para evitar correr el riesgo de ser asaltado por la calle o algo similar, sin mencionar que la residencia Kim estaba realmente lejos del hogar Jung. Observó la última actividad que tuvieron sus amigos en el grupo de conversación que tenían, encontrando que la mayoría se desconectó por las doce.

"Ojalá no estén dormidos aún" pensó. Todos se quedarían a dormir para ayudar a Jin en limpiar la casa la mañana siguiente.

Con sus pertenencias apretadas a su pecho y tras haber pagado al taxista, se coló por las rejas del gran portón y atravesó el inmenso jardín frontal de los Kim. Jjangu estaba dormido debajo del columpio y apenas se movió por el ruido que hizo; la camioneta de JongSuk estaba aparcada frente a la residencia, con el coche de TaeHyung detrás. Las luces de la casa yacían apagadas, a excepción de unas cuantas que la familia solía dejar encendidas para que no se quedara a oscuras en su totalidad. JungKook caminó alrededor de la casa, tanteando las ventanas del segundo piso hasta dar con la que era la habitación de los señores Kim, donde dormirían esa noche juntos él y JiMin, según los planes originales.

Dubitativo, miró desde abajo el cristal y pensó en lanzar una piedrecita para que Park despertara, pero decidió llamarle por teléfono para evitar accidentes. El corazón le latía a mil por hora cuando el timbre comenzó a sonar del otro lado de la llamada. Se escuchó un par de veces, antes de ser atendido.

—Aquí pollito —oyó a su novio "presentarse," adormilado. ¿Por qué todo lo que hacía le parecía sumamente adorable?

—Soy yo —habló—, Kookie.

—Oh —hubo un cambio en su voz y se percibió cómo se enderezaba correctamente en la cama—, ¿qué ocurre, conejito? ¿Ha pasado algo con tu abuela?

—Algo así —titubeó con una sonrisa—. Asómate por la ventana.

—¿Ah? ¿Para qué? Está todo oscuro... —Aun así, JungKook escuchó cómo crujía la cama y su novio se ponía las típicas pantuflas rosadas que Jin le prestaba cada vez que iban de visita. El castaño mantuvo la vista sobre el cristal correspondiente con el teléfono pegado a la oreja hasta que vio la silueta del chico acercarse; tenía los ojos entrecerrados y el cabello enmarañado—. JungKook-ah, ¿qué quieres que vea?

—Mira hacia abajo.

Con una sonrisa divertida, Jeon vio cómo el rubio cambiaba su ceño fruncido a causa de la confusión por una expresión de sorpresa y emoción al verle ahí. JiMin sacudió su mano desocupada, saludándole y sonriéndole hasta que sus ojos se cerraron por completo en dos lindas lunas. ¿Cómo no amar a alguien tan tierno como él?

—¡JungKookie! —Le oyó decir, abriendo la ventana, incrédulo. No podía culparlo, él tampoco se esperaba estar ahí—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste? ¿Te escapaste de nuevo?

—Déjame entrar y quizá te cuente un poco —rio, aunque ambos sabían que no harían nada de eso.

Park se mordió el labio inferior, mirando fijamente al chico a metros suyos, antes de apartarse de la ventana para bajar a toda velocidad las escaleras de la casa y poder abrir la puerta principal. Se hubiera esperado cualquier cosa, menos poder tenerlo esa noche tras aquella triste despedida que tuvieron por la tarde. Ni siquiera había disfrutado correctamente la fiesta por estar pensando en él durante todo el rato.

Saltó a él una vez estuvo dentro, rodeándole la cintura con las piernas y el cuello con los brazos. La puerta se cerró a tientas por Kook, quien sujetó con fuerza a su chico contra él mientras percibía su lindo y típico aroma combinado con un poco de vodka de fresa y cerveza. Arrugó la nariz, disgustado, y carcajeó suavemente.

—TaeTae lo derramó por accidente. Yo no he tomado —se apresuró a decir JiMin, aunque la mirada dudosa de su novio le hizo confesar a los segundos—. Bueno, solo un shot que me dio HoSeok porque me vio muy desanimado, ¡pero nada más! Únicamente gaseosa.

—Mi lindo pollito —murmuró el joven entre risas. Ninguno de sus amigos supo que llegó a esas horas, por lo que tuvieron que mantenerse en silencio al no querer despertarlos y ser descubiertos.

Subió hacia la habitación donde antes estaba su chico, aun teniéndolo encima y cerrando con cuidado la puerta detrás de él. Lo recostó en la cama y se deshizo de sus pantuflas, al igual que hizo el rubio con la camiseta negra que llevaba. Muchos habrían aprovechado la situación para hacer algo inapropiado, ¿no es así? Y a ellos ganas no les faltaban, pero sabían que no era el momento. Únicamente se acurrucaron contra el otro, abrazados y teniendo el pecho contrario pegado al propio al grado de sentir los latidos de sus corazones.

—Creí que no te vería hasta dentro de semanas. ¿Cómo has podido convencer a tu abuela?

—Te lo contaré por la mañana. ¿Cómo te fue en la fiesta?

Pasaron alrededor de una hora hablando, besándose y jugando con el otro, hasta que los ojos comenzaron a pesarles debido al sueño. Habían llorado tanto en el día que solo querían caer en los brazos de Morfeo.

—Te amo demasiado, JungKook-ah —logró decir en un balbuceo adormilado Park.

—Yo también te amo demasiado, JiMin-ah —agregó de la misma forma Jeon. 

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