CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 23
Gracias a la ayuda que le brindó el hermanastro de JiMin, Jin pudo cargar a todos los jóvenes para llevarlos a dormir en sus respectivas habitaciones. Fueron varios viajes y una tarea algo pesada, cabe aclarar, pero valió la pena porque pasaron muchas cosas en tan solo unos minutos: soportaron los ronquidos de Lee, escucharon al rubio decir cosas tiernas dormido, le dieron un golpe accidentalmente a JungKook en la cabeza por no calcular la distancia con el marco de la puerta y HoSeok no quiso separarse de su novio, quedando como una clase de koala prendido a él. Lucía tan adorable durmiendo que el mayor batalló para controlar su impulso de llenarlo con besos por la simple presencia de V. Él también hizo divertido el desvelo, haciendo bromas para relajar la tensión que podría haber entre ellos tras el elaborado y hermoso regalo que le preparó.
Cuando todo estuvo listo, su novio seguía agarrado a él, durmiendo profundamente con una respiración regular. A decir verdad, le gustaría que estuviera despierto y que lo sujetara de las mejillas para besarlo, sentir los latidos apurados de su corazón al compás del propio, escuchar sus quejidos avergonzados cuando le susurraba lo bonito que era y reír ante las cosquillas que sus pequeños besos en el cuello provocaban. Era un hombre hermoso que se merecía el mundo entero.
Pasó la mano por el cabello pelirrojo del chico, viendo cómo Tae salía de la habitación donde dejó a JiMin junto a Kookie.
—Ya está —susurró. La parejita parecía haberse buscado entre las sábanas para abrazarse y mantener el calor.
Jin miró a su mayor en silencio unos segundos, aun jugando con el cabello de su novio. No sabía si debía de sacar el tema del regalo y hablar sobre la superación para que V pasase de página, como él lo hizo. Era uno de sus mejores amigos y quería verlo feliz junto a alguien que en verdad lo quiera; deseaba que se sintiera como él lo hacía junto a su hermoso solecito.
—Debo volver con JongSuk —fue lo que el otro dijo, rompiendo el silencio—. Duerme bien, SeokJin-ah, y feliz navidad.
Su hyung se marchó a la habitación que le correspondía tras haberle despeinado su lindo cabello azabache con una sonrisa que dejaba mucho que desear. El corazón de Jin dolía más de la cuenta, pues ver a un amigo mal era desesperante, pero ver a una persona tan especial en ese estado te generaba pánico si no sabías qué hacer... Y él no sabía cómo ayudarle.
"Siempre tan indescifrable," pensó sobre él mientras cerraba la puerta de su alcoba con cuidado y dejaba a su HoSeokie sobre la cama para poder ponerse el pijama. Se acurrucó a su lado en la suave superficie, haciéndose lugar entre sus brazos para que no sintieran tanto frío y sonrió al tenerlo tan cerca suyo.
—Hobie —murmuró, acariciando con la yema de sus dedos sus mejillas—, ¿por qué eres tan hermoso, incluso durmiendo? —Dejó un casto beso sobre sus labios en forma de corazón y le murmuró muchas veces que lo amaba hasta que se quedó profundamente dormido.
Jung HoSeok era el novio y amigo que toda persona quería, y Kim sabía lo especial que era su chico. Lo amaba con cada parte de su ser, incluso la más pequeña y recóndita. Era un intenso sentimiento que, al menos para ellos, trascendía más allá de un simple romance.
Apenas pudo dormir unas cuantas horas, pues el sol colándose por las cortinas le provocó despertar de mala gana. Le dolía la cabeza y debía de tener la cara como de muerto viviente, con ojeras y los labios resecos. Odiaba la pieza de su hermano porque siempre pasaba lo mismo, pero al menos pudo contemplar el rostro de su bello novio unos minutos antes de comenzar a arreglarse para bajar y preparar el desayuno; era el anfitrión y no quería que sus amigos sufrieran hambre o tuvieran que cocinar por su cuenta... Sin mencionar que solo confiaba en JiMin para dejarle la cocina, en realidad; presentía que el resto no eran buena opción porque quemarían todo.
Salió con cuidado, cerrando la puerta tras de sí. Se dirigió a su recámara para coger un poco de ropa limpia y ducharse rápidamente. Los lindos globos seguían ahí, al igual que la nota, pero los ignoró para no pensar tanto.
Una vez listo y bien abrigado con un cálido suéter de cuello alto, se dirigió hacia la cocina para comenzar todo y también alimentar a su perrito.
—Jjangu —le llamó, agitando suavemente el contenedor de plástico que tenía las croquetas—. Jjangu... Ven a desayunar... ¿Jjangu?
Sorprendido porque nunca llegó, dejó la comida sobre la barra y comenzó a buscar al travieso perrito. Si hubiera estado en la parte de arriba lo habría visto u oído cuando se dirigió a la ducha, y si se encontraba en la planta baja hubiera llegado corriendo a su encuentro para comer, como siempre lo hacía.
Con el ceño fruncido, se asomó por la ventana que daba al patio trasero; estaba cubierto por una fina capa de nieve, pero sabía que no estaba ahí porque habría visto su lindo suéter. Confundido, se puso uno de sus abrigos que yacían colgados en el perchero junto a sus zapatos y salió en su búsqueda. El frío azotó su rostro, helándole la cara y haciéndole palidecer en cuestión de segundos. Con las manos en los bolsillos, apenas echó un vistazo y escuchó a su perrito ladrar a unos cuantos metros, recostado sobre las piernas de V.
Jin se acercó, incrédulo de que se haya despertado antes que él y estuviera afuera con ese clima.
—Hyung —fue lo primero que dijo. Ambos estaban en el columpio para jardín, donde el mayor parecía haber removido la nieve para sentarse—, ¿qué haces afuera?
—Buenos días a ti también, SeokJin-ah —se burló, provocando que entornara los ojos—. No he podido dormir mucho porque mi compañero no dejaba de roncar —Jin sonrió, recordando los sonidos graciosos que Lee hacía al dormir—, ¿y tú? Creí que estarías hasta tarde con Hobie ahí adentro, probando el regalo que recibieron.
El chiste salió más amargo de la cuenta, pero el menor lo ignoró; si lo hubieran usado o no, no era de su incumbencia. Se sentó a su lado, haciendo que Jjangu saltara a sus piernas y se parara en las patas traseras para lamer su rostro.
—Jjangu, abajo —rio, provocando que la pequeña bola de pelos se calmara—. Desperté temprano porque entraba un poco de luz por la ventana, pero veo que se volvió a esconder el sol... —El cielo ahora estaba tan blanco como la misma nieve—. Prepararé el desayuno para todos, ¿quieres algo en específico?
—¿Le preguntaste al resto?
—No. Siempre piden lo mismo —le recordó—; JiMin tortitas, JongSuk-hyung lo mismo que pida mi Hobie, él avena con mucha canela y estoy seguro de que JungKookie querrá lo mismo que pollito. Te pregunto a ti porque sueles pedir fruta o sales a comprar algo por tu cuenta.
—Dudo demasiado que estén abiertas muchas tiendas hoy...
—¿Eso quiere decir que fruta?
—Prepárame lo que te vayas a hacer tú —respondió con sencillez, pues no quería pensar tanto.
—Estoy a dieta. Solo será un batido y pan tostado —explicó, acariciando las orejitas de su perro—. No te lo recomiendo. Sabe del asco. Pollito casi vomita al probarlo.
—¿A dieta? ¡Pero si no es necesario! —Jin se encogió de hombros—. Vale, vale. También quiero avena.
—Bien.
—Bien.
Sin embargo, el menor no se movió de su asiento y siguió con la mirada fija en su mascota. No sabía si tenía que decirle algo sobre el regalo, tener una charla con él sobre que debía superarlo, rechazarlo directamente o algo así. Su corazón latía fuertemente y temía lo peor, como el que se apartara de su lado, si el tema salía a la luz. Estaba siendo un cobarde.
El recibir semejante detalle en la noche fue algo especial que guardaría en su memoria para siempre, pero tampoco era justo para nadie. Él se atormentaba por no querer romperle más el corazón a su amigo, V tenía que soportar verlo junto a su novio, Hobie no debía de gastar su saliva peleando con el mayor y el resto no debía de estar aguantando las peleas infantiles que tenían.
Jjangu se estremeció por el frío, haciendo que su dueño reaccionara y que lo apegara a él. Fue ese momento en el que TaeHyung habló.
—Tenemos que hablar.
Oh, no. Eso nunca era bueno, viniera de quien viniera. La boca se le secó en cuestión de segundos y pareció que su corazón se limitó a un palpitar lento e intenso, como si hubiera suspendido todo.
—Aún me gustas, SeokJin-ah —Ninguno se atrevía a mirar al otro. Tenían la vista hacia el frente, sintiendo al perro moverse entre ellos, jugando con sus abrigos—. En verdad, me gustas demasiado, ¿sabes? Y duele, como no tienes idea, el que me sienta tan culpable por haberlo echado a perder hace años. No me gusta sentirme celoso cuando te veo con Ho, aunque muchas peleas sí son en broma... Es tan extraño. Me encanta ser tu amigo, salir con ustedes, verte tan feliz con él, ¡incluso me alegro cuando lo veo a él tan apegado a ti! —Tomó aire, pasando la mano por su cabello grisáceo—. Pero hay ocasiones en las que me es imposible ignorarlo y genera un no sé qué en mí, como un vacío y una sensación de culpa, arrepentimiento, tristeza o depresión.
Él no era de los que lloraban, pero Jin sentía lo tenso que estaba a su lado. No, no soltaría ninguna lágrima porque no lo quería presionar o sentir culpable, y eso el azabache lo sabía. Lo apreciaba porque, si lo hiciera, sí reaccionaría así y haría lo que fuera para verle feliz de nuevo.
—Tú no echaste a perder nada, hyung —puso una mano sobre la suya, apretándola con algo de fuerza—. No era el mejor momento, simplemente. Tú aún no le decías a tu familia sobre tu sexualidad, estabas aterrado y pensaste que lo mejor sería hacerles caso a tus padres mientras se calmaba todo, ¿no? —El menor suspiró—. Esperé, en verdad esperé, una explicación de tu parte, ¿sabes? Quería que me dijeras algo, que te abrieras a mí y me dijeras lo que ocurría.
Aún recordaba cómo había ido a visitarlo cuando no respondía sus mensajes ni llamadas, y su padre le cerró la puerta en la cara, argumentando que tan solo no quería verlo; lo buscaba en el instituto, pero él siempre huía; también comenzó a faltar a las clases de canto, hasta que las abandonó en su totalidad. Con el tiempo, Jin estuvo a punto de hacer lo mismo.
—Mis padres estaban preocupados porque no comía y lloraba todas las noches... Creo que alguna vez los escuché decir que me llevarían con un psicólogo o algo así, pero no recuerdo bien —los señores Kim estaban muy preocupados por él—. No me trato de hacer la víctima porque sé que tampoco la pasaste bien. Es obvio.
Tener a un padre que no lo apoyaba en su sexualidad, la presión de esconder la relación de su hermano menor con YoonGi para evitar que pasara lo mismo, llevar buenas calificaciones y ver cómo la propia relación con su padre se iba deteriorando cada vez que intentaba defender a Jin y su punto de vista tuvo que haber sido sumamente complicado... Por lo menos con el tiempo todo se calmó y el señor se volvió muy relajado y comprensivo con esos temas.
—Pero yo no podía seguir con eso, ¿entiendes lo que intento decir? Llorar, deprimirme, sentirme culpable por quererte, ser rechazado por tu familia durante un tiempo... No sé cómo no le prohibieron a JiMin-ah verme también, pero agradezco que no fuera así —los recuerdos aún dolían y quemaban su pecho. Había tantas cosas que contar, pero tan pocas palabras y oportunidades, sin mencionar que ya no tendrían sentido—. Hobie estuvo a mi lado para apoyarme, me sacó de todo eso, nos volvimos más cercanos de lo que éramos antes... Y ya sabes el resto de la historia.
—Jin-ah, yo...
—Te amé demasiado, Kim TaeHyung —interrumpió—, y aún te amo.
—Pero no como a él, lo sé —su mirada se detuvo en el lindo anillo de promesa que tenía con HoSeok, apretando los labios en una línea recta. Jin lo tomó por las mejillas para que se fijara en su rostro tras haber chasqueado la lengua.
—Eres una persona importante en mi vida y no me gusta verte así, ¿de acuerdo? —Soltaba las palabras lo más tranquilo que podía, pues no quería decir tonterías y herirlo—. Las personas son como los libros, hyung. Marcan a la vida del lector para bien o para mal, y no importa cuántas veces los leas, el final siempre será igual... Tú eres un libro que ya leí y que lo disfruté todo lo que duró.
Tae se quedó callado, viéndole directamente a los ojos durante unos segundos. ¿Cómo el azabache estaba tan calmado? ¿Por qué era él quien debía tener al corazón a punto de querer salírsele del pecho? ¿Acaso era un castigo del universo o algo así?
—Me gustas —repitió con un hilo de voz.
—Lo siento, TaeHyung-ssi —murmuró, informal. V debía ser maduro y aceptarlo.
—No es tu culpa —carraspeó tras apartarse de él. Jin lo sabía—, así que tampoco te comas la cabeza pensando en esto —guardaron silencio unos segundos, antes de que continuara—. SeokJin-ah, ¿qué te parece esto? Dejemos doblada esta página por ahora. Hay veces en que queremos descansar de leer un libro y doblamos la página para marcar y continuar leyendo luego... Hagamos eso —el joven lo veía, dubitativo—. Dejemos marcada esta página y abramos el libro de nuevo, cuando tú lo desees.
"Siempre tan indescifrable," volvió a pensar cuando lo vio ponerse de pie. Jjangu y él imitaron su actuar, quedando así frente a frente del mayor.
—No has terminado de leer nuestro libro, Jin-ah —agregó, mirándole—, solo has decidido empezar otros nuevos... Y, tal vez, yo deba de hacer lo mismo.
—Solo quiero verte feliz, hyung, como yo lo soy junto a él —Se refirió a Ho.
—Ya soy feliz con tenerlos a ustedes —se quedaron ahí, de pie, unos segundos. El más joven llevaba las manos dentro de los bolsillos una vez más, cerradas en puño—, en verdad —solo fue un momento de debilidad por el sentimentalismo de la noche anterior.
—Bien —susurró, agachándose para cargar entre sus brazos al perro—, señor feliz —Tae sonrió—, hágame el favor de ir a comprar café instantáneo en la tienda que está bajando la calle, frente a la cafetería. Siempre abren.
—Claro que sí. ¿Algo más?
—Mochi de fresa para Pollito, leche de plátano para JungKook-ah, pan tostado de miel para mí, pepero* para mi Hobie... Y eso es todo.
—¿Sí sabes que los universitarios pasamos hambre y no tenemos dinero? —Preguntó, incrédulo por la lista.
—Bah. Son cosas sencillas, ¿qué tan caro puede salir?
—Claro, lo dice el que vive en la mejor zona de la ciudad... Y el que está a dieta —lo oyó mascullar mientras se dirigía a su auto.
El de belfos abultados regresó al interior de la casa con su mascota en brazos aún. Había sido una mañana muy intensa y todos planeaban quedarse una noche más para aprovechar las vacaciones. ¿Cómo le haría el resto del día? Al menos había logrado hablar con el de cabello grisáceo y, por ende, aclarar un poco las cosas. Tanto HoSeok como TaeHyung debían entender a qué nivel amaba al otro, pues a uno lo hacía con la intensidad de mil soles y al otro como amigo.
Se quitó los zapatos y vació un poco de alimento en el plato de Jjangu, el cual se acercó a comer rápidamente. Estuvo a punto de comenzar a cocinar cuando escuchó la madera de las escaleras crujir ligeramente, advirtiendo que alguien las bajaba. Un pelirrojo ya arreglado apareció en la cocina con su ceño ligeramente fruncido y los brazos cruzados.
—Amor —habló, acercándose a él—, me dejaste solo y me moría de frío.
—Oh, mi pequeño —soltó, acercándose rápidamente a él para rodearle con los brazos y sujetarlo con fuerza. Adoraba esa cálida sensación al abrazarlo y percibir su aroma a vainilla—, tuve que bajar para preparar el desayuno y alimentar a Jjangu.
—Yo no huelo a nada —murmuró el otro—, y muero de hambre. ¡Te comeré a besos si no me dices la verdad!
—Me sacrificaré solo por eso —cuando estuvo a punto de reír, los labios de su novio lo interrumpieron pocos segundos. Sonrió, acariciando su cabello y apoyando el mentón sobre su cabeza—. Me distraje hablando con TaeTae.
Silencio.
—Me dio otro regalo, a parte de la lámpara.
—Ah, ¿sí? —Susurró el menor. No le gustaba hacerse ideas locas en la cabeza. Pese a que peleara constantemente con el hermanastro de JiMin, ambos sabían que, en su mayoría, eran falsas... Sin embargo, cuando leyó la dedicatoria del álbum, algo en su interior se había removido, incómodo.
—Mi habitación está llena de globos y en ellos cuelgan fotografías donde salgo con él —lo bueno es que Jin nunca le ocultaba nada. Eran una pareja muy sincera—. Creo que le dejé bien en claro que quien me gusta eres tú.
Hobie lo sujetó con fuerza, hundiendo aún más el rostro en su pecho. Tenía a un novio tan atento, tan lindo y honesto.
En silencio, ambos corazones latían velozmente y los delataban al otro, pero no había nada que esconder; eran únicamente ellos dos, amándose al máximo y sintiéndose uno mismo. Los colores se subieron a sus mejillas cuando estuvieron cara a cara, con tan solo unos centímetros de diferencia que los separaban. Jin fue el primero en acercarse, dejando un suave beso en los labios ajenos para permitirle un acercamiento mayor, como su primer beso que compartieron.
—Te amo demasiado, HoSeok-i —susurró.
—Yo también te amo demasiado, Jin-hyung.
En verdad eran una pareja demasiado adorable y los cotillas de JungKook y JiMin lo sabían. Habían bajado por algo de desayunar cuando los encontraron frente a frente, besándose con pasión y dulzura, como la noche anterior cuando estuvieron bajo el muérdago.
—¿Por qué siempre tenemos que verlos en sus momentos más íntimos? —Murmuró Kookie, haciendo reír al más pequeño. Estaban escondidos detrás del muro que se encontraba a un lado de la puerta que los llevaba a la misma área en donde estaban sus amigos.
—Hace unos meses, antes de que pasara esto entre nosotros, me sentía celoso de ellos —dijo el teñido, muy honesto con sus palabras—; pero ahora te tengo, JungKook-ah.
—Oh, JiMin-ssi, ¡eres adorable! —Exclamó, abrazándole con fuerza.
A decir verdad, ellos dos no estaban tan tranquilos como lo aparentaban. Solo se habían despertado por el hambre que tenían, pero preferían seguir durmiendo y no sentir el horrible dolor de estómago que sufrían en ese momento a causa de los nervios. Ya era navidad y, por ende, su confesión tomaría lugar.
*Pepero: Golosina surcoreana que consiste en un bastón de galleta con cobertura de sabor, normalmente chocolate
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