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CAPÍTULO 19

CAPÍTULO 19

JungKook no logró dormir más de tres o cuatro horas debido a que se levantaba en medio de la noche creyendo que era tiempo para irse a la escuela. Moría de ganas por contarle a su pequeño sobre la decisión que había tomado con sus padres. Muchos dirán que fue ridículo el escoger a esos chicos antes de a su familia, pero era lo suficientemente grande para saber qué quería y qué no; él tenía en claro que, al menos para ese punto de su vida, quería seguir viviendo en Busan. Hacía mucho tiempo no se sentía parte de algo y, en ese lugar, se sentía realmente cómodo.

¿Fue tonto por elegir a JiMin antes que acompañar a sus padres? No, no es así. Una de las razones por las que quería quedarse era él, sí, pero estaban más personas y lugares en juego. En dado caso que su relación con el muchacho no funcionase como esperaban, el arrepentirse no estaba en sus planes: tenía un grupo de amigos que lo querían, una escuela enorme y un montón de actividades que le encantaban... Aunque, tal vez, sí fue algo testarudo al no haberlo pensado mucho tiempo, pero era un adolescente emocionado. No se le podía hacer nada.

A la mañana siguiente, se alistó con el uniforme escolar antes de bajar a desayunar algo rápido, ya que quería alcanzar al autobús. El señor Jeon no tenía tiempo para llevarlo porque tenía una junta muy importante y, simplemente, no quería molestar a su madre.

—No olvides el saco... —Le recordó su mamá, tendiéndole la prenda cuando lo vio dirigirse a la puerta sin él. Besó la mejilla de su hijo y lo despidió en el porche de la casa, viéndole partir hacia la parada de autobuses que estaba bajando la calle.

Afortunadamente, cuando JungKook iba llegando a la escuela, se topó con JiMin, el cual iba subiendo los escalones exteriores tras despedirse de su hermano mayor. Saludó a TaeHyung con rapidez, antes de apurarse a tomar de la mano al más bajito.

—¡JiMinnie! —Alcanzó a decir, antes de que el muchacho frenara de golpe.

—Ah, ¡JungKookie! —Exclamó, rodeándole con sus brazos—. Planeaba verte en el salón o la biblioteca, pero me alegro verte tan temprano —esa sonrisa con ojos cerrados atontaba por completo al castaño—. ¿Te fue bien en la cena que mencionó tu hermano el otro día? Tú... Ah... —De pronto, pareció ponerse algo nervioso—. ¿Te tendrás que ir muy pronto? Es decir, ¡no quiero que pienses que te estoy apurando! Solo... Ya sabes... Estuve pensando en nosotros. Honestamente no quiero que te vayas, pero es tóxico no dejar ir a alguien, y yo no quiero ser un tóxico, ¿sabes?

JungKook rio ante la clara diarrea verbal que su pequeño chico estaba sufriendo, por lo que decidió calmarlo con un agradable beso en su frente; tal y como dijo en el viaje, no le importaba lo que el resto opinara, pues era él su personita especial y no había razón para limitarse. El gesto calmó al nervioso rubio.

—Justo de eso quería hablar contigo —dijo—. Le dijeron a papá que debe estar en Daegu en enero.

—¿En enero...? —La vocecita del más bajo se apagó lentamente y desvió inconscientemente la mirada al suelo—. Eso es muy pronto, JungKook.

—Mi hermano se quedará en la residencia de su universidad, como hasta ahora —prosiguió, hundiendo sus dedos en el cabello teñido de JiMin—. Mis papás me dieron la opción de quedarme aquí, con ustedes, pero viviendo en casa de mi abuela... Así que, claramente, acepté sin dudarlo mucho. Tal vez tenga que trabajar un poco en vacaciones porque no quieren que dependa completamente de mi abuela, ya sabes...

—¿Hablas en serio, Jeon JungKook? —Preguntó, sujetándolo por las mejillas para que lo viera directamente a los ojos—. No me gustan las bromas así, solo te lo advierto.

—¿Qué ganaría yo, si te mintiera? —Preguntó, riendo nuevamente. Park se abrazó de su cuello instintivamente, haciendo caso a sus intensos latidos y sonriendo como solo él sabía hacer para sacudir todo el interior del contrario; Kook lo había abrazado por la cintura, disfrutando de esa calidez tan única que sentía a su lado.

Sus pechos chocaban uno contra el otro con apenas unos centímetros de diferencia y se sentía tan fácilmente las palpitaciones del corazón contrario al compás del propio que era imposible no dejarse llevar y enamorarse más del cursi momento.

Estudiantes y profesores pasaban, cuchicheando sobre ese par y, posiblemente, del por qué Min YoonGi no era el afortunado de estar entre los brazos del rubio. Solo los chicos que estaban en los vestidores ese día se enteraron de la ruptura.

—¿Es malo que me ponga feliz porque no te irás? —Susurró JiMin.

—¿A quién diablos le importa? Tu...

—¡PARK JIMIN!

Una áspera y muy conocida voz hizo que se separaran del otro, interrumpiendo lo que diría el castaño. Min YoonGi se acercaba a ellos con paso firme, el ceño fruncido y el cabello azul cielo despeinado, como si hubiera pasado sus manos por él varias veces.

—Oh, no —masculló en voz baja Minnie, negando suavemente. Una de sus manos estaba sujeta con fuerza a una de JungKook, la cual tomó apenas se apartaron. Su exnovio ahora no le daba miedo, sino coraje y pena—. ¿Qué necesitas, hyung?

—Necesito hablar contigo —miró al castaño unos segundos, antes de agregar—: a solas.

—No —se apuró a responderle.

—¿No? —Balbuceó, tras tomar un poco de aire. El joven sabía cuánto odiaba que le diera un "no" por respuesta.

—Sea cual sea el tema del que quieres hablar conmigo, lo harás con JungKookie también —el mencionado tragó saliva, incómodo.

—Minnie, no creo que sea buena idea. Es un asunto de ustedes dos, al final de cuentas...

—¿Quieres que se quede? —Preguntó Suga, a lo que su expareja asintió—. Bien, como quiera, no tomará mucho tiempo —inhaló y exhaló aire por la nariz, pasando la mano por su nuca—. A decir verdad, no busco que me perdones por lo que ocurrió todo este tiempo y, principalmente, la discusión que tuve con este tipo...

—JungKook.

—Sí, eso. La discusión que tuve con JungKook —señaló con obviedad al joven—. En verdad lo pensé mucho tiempo, ¿sabes? Pedirte disculpas con chocolates, como siempre, y volver tras verte llorar un buen rato —rio con tanta amargura en su tono que la hipocresía marcada le provocaba a Jeon querer darle un puñetazo en el rostro—; pero, simplemente, no me nacía regresar contigo. En verdad, me cansas tanto, ¡y te tomas todo tan literal! Te has hecho tan aburrido, tan cursi y sentimental. Parecía que solo esperabas a que volviera contigo y tu chispa de inocencia se apagó... Me preguntaba: "¿por qué sigues con él?" Pero creo que para eso tienes la respuesta, ¿no es así, chico rosa? —Empujó el interior de una mejilla con la punta de su lengua, haciendo un claro gesto obsceno tras haber sonreído—. El sexo tras disculpas siempre era el mejor.

—¿Solo para eso querías verme? —Preguntó, incrédulo y algo dolido. ¿Cuál era la necesidad de decirle esas cosas tan feas frente a su lindo JungKookie? Y, peor aún, ¿por qué le echaba la culpa a él, sino era el culpable? Le parecía ridículo y algo muy bajo de su parte. Ni siquiera sabía si existía el antiguo Min YoonGi debajo de esa fachada, aquel muchacho con lindas expresiones gatunas que fue su amigo y novio por tantos años. Dolía ver su cambio—. ¿Vienes a decirme que por "haber cambiado" actuabas así conmigo?

—Vengo a dejarte en claro que me da igual con quién salgas ahora, incluso si es con este enclenque. No intentaré reconquistarte, ni te prometeré cambiar para volver —aseguró, cruzándose de brazos—. También quería pedirte disculpas por el golpe.

—¿En verdad tiraste una amistad de años a la basura por esa actitud? ¿Pensaste en Jin-hyung o HoSeok-i? —Por unos segundos, Min pareció titubear y su mirada se paseó de ellos a NamJoon, quien lo veía desde el interior del colegio con una mirada confundida. El paliducho suspiró, ignorando de esa forma los ojos lastimeros de su ex.

—Fue lindo mientras duró. Tal vez la cagué —dijo con honestidad—, pero ya me arrepentiré de eso en el futuro... Todo lo que dije el día en la discusión fue solo por el coraje. No me gusta que se acerquen a lo que es mío —ahora se dirigía a JungKook—, pero JiMin dejó de serlo hace mucho tiempo y no quería aceptarlo.

Jeon entrecerró los ojos, dispuesto a darle en ese momento el golpe que tanto había deseado desde que llegó, pero Park fue más rápido en actuar para llevarlo hacia el interior de la institución. No quería seguir ahí, asfixiándose y sintiendo cómo podría desmayarse en cualquier momento. Estaba pálido, como un fantasma, y los ojos rojos a causa de soportar el llanto.

Ya no derramaría ninguna lágrima por Min YoonGi, tampoco por esa tóxica relación.

Junto a JungKook, vivía lo que había olvidado gracias a Suga: una felicidad enorme junto a la cálida satisfacción de tener un amor correspondido. Esas sonrisas honestas, los latidos apurados de su corazón, los sonrojos, esos ligoteos coquetos, las ganas de ver feliz a la otra persona... Todo volvía a su lugar. El lindo Park JiMin volvía a ser el mismo.

—JungKook-ah —dijo con voz firme en medio del pasillo y sosteniéndolo por las mejillas—, te pediré ser mi novio como es debido —advirtió antes de unir sus labios con los de confundido castaño.

No había mejor forma de comenzar una nueva etapa que con la persona correcta y la forma adecuada.

—Pero quería hacerlo yo...

JungKook también quería pedir oficialmente a JiMin ser su pareja.

—Lo haremos los dos.

Esas palabras fueron suficientes para convencer al castaño, pues ahora le regresaba con mucha intensidad el beso de antes... El amor entre adolescentes siempre es muy apasionado, ¿no es así? Principalmente en esa edad, donde se suponía conocías al verdadero amor de tu vida.

Tras esas palabras hirientes, ninguno volvió a dirigirle la palabra Min YoonGi durante un buen tiempo, pues sabían que llegarían a su límite en algún momento; Jeon podría golpearle por su actitud cínica y Park lloraría si le decía más cosas similares a las de esa charla. No quería odiar a nadie, ya que era un sentimiento muy negativo, pero esos comentarios le hacían querer soltar lágrimas de coraje... Dio tanto por esa relación y recibió tan poco como agradecimiento.

Durante el miércoles de esa misma semana, JungKook decidió invitar al muchacho a comer en su casa para que conociera a su familia oficialmente, incluyendo a su abuela que igual iría de visita. Según los señores Jeon, era muy grosero no haberse presentado tal cual en ningún momento con JiMin, tomando en cuenta que dejaron a su hijo ir de viaje con ellos; tal vez fueron algo inconscientes, viéndolo de esa manera, pero su hijo no era de los típicos que pedían muchas cosas. Era imposible negarse a él cuando era un buen estudiante y joven.

—JungKook-ah, ¿crees que me veo guapo? No sé por qué estoy tan nervioso... Es decir, son tus padres, ¡deben de ser personas maravillosas!

No era una comida muy especial, pues solo era una reunión familiar y ambos irían después a hacer tarea en la habitación del castaño; aun así, Minnie quería lucir muy bien esa tarde. Se puso unos jeans oscuros ajustados a sus piernas, una camiseta blanca debajo de una camisa de franela a cuadros de color amarillo y negro, con una chaqueta negra de cuero y todo siendo sujetado por un cinturón de hebilla simple. Incluso se aseguró de oler mucho mejor que de costumbre.

—Te ves hermoso con lo que sea —aclaró el contrario, honesto. Él encaminaba a Park a su casa, pues no era tan lejos.

JungKook tampoco se veía nada mal, pero era algo casi imposible si llevaba su ropa oscura, muy típica en él. Iba muy similar a su compañero, solo que él no llevaba ninguna camisa de franela a cuadros y su camiseta era negra, no blanca; también usaba un tapabocas del mismo color.

Tomados de la mano por el sendero, soportaron el frío aire chocar con sus cuerpos con unas lindas sonrisas pintadas en sus rostros. Habían decidido no dar la noticia de su relación porque querían hacerlo oficial el uno para el otro y una cena con la familia era muy poco original para ambos.

—Mi abuela aún no sabe de mi sexualidad —le había avisado el chico en el instituto durante el almuerzo—, aunque no creo que reaccione mal. Su artista favorito es gay.

—¿Quién es? —Quiso saber. No le daba tanta importancia a la ignorancia de la señora sobre el tema, pues lo comprendía; con que sus padres y hermanos los apoyaran era suficiente para ambos.

—Ricky Martin —respondió entre risas. Su abuela adoraba a ese hombre, por alguna extraña razón; era muy guapo y cantaba de maravilla, pero no era algo típico de una mujer anciana en Corea.

—Ella te dirá: Vive la vida loca. She's livin' la vida loca —canturreó el más bajito, teniendo una pésima dicción en español pero que causó una fuerte carcajada más por parte de su pareja. Miguel estaría muy ofendido.

Cuando llegaron a la residencia Jeon, JiMin no pudo evitar sonreír una vez estuvo dentro. Todo señalaba que era hogar del contrario: los colores, la calidez, los aromas y los rostros de sus familiares un poco similares entre ellos con un aura tan servicial y abierta. Saludó a los señores y a JungHyun, quien había ido para poder conocerlo y ver a la abuela, antes de acercarse a la cocina para ver si podía ayudar en algo. Comerían kimchi* (junto a otros platillos) y sabía que era una receta algo laboriosa.

—Oh, JiMinnie, no es necesario. JungHyun me ayudó desde que llegó y solo debo llevar los platos —respondió rápidamente la mujer con amabilidad—. Solo ayuda a JungKook con la mesa.

Sin embargo...

—JungKook-ah, ¡son órdenes de tu madre!

El menor de la familia estaba particularmente insistente con hacerle caso nulo a sus reproches, defendiéndose de que era el invitado y solo debía esperar a que le sirvieran, aparte de que se burlaba de su estatura alzando los platos para que intentara tomarlos. No había mucha diferencia entre ellos, solo dos o tres centímetros, pero JungKook aprovechaba cada acercamiento para robarle descaradamente besos al chico, provocando que se desconcentrara en cada intento. No era justo, según Park, porque lo ponía más nervioso al saber que sus familiares pasaban por un lado de ellos; no hacían nada, como si fuera lo más normal del mundo (ya que lo era), pero estaba apenado.

El timbre sonó.

—Lleva las servilletas y los vasos, creo que es lo único que falta —indicó, besando su frente con una sonrisita traviesa—. Debe ser mi abuela.

En efecto, mientras pollito comenzaba a acomodar las cosas restantes sobre la mesa, la voz de una mujer más se escuchó desde la sala principal.

—JungKookie, ¿por qué no traes la ropa que te regalé en tu cumpleaños? ¡Tardé mucho tejiéndola!

Y, claro, hacía pasar un momento de vergüenza a JungKook frente a su enamorado.

—Oh —exclamó la señora mayor al entrar en el comedor—, buenas tardes. Tú debes ser el compañerito de mi nieto, ¿no es así? ¡Qué sano te ves! JungKookie, deberías seguir su ejemplo.

—¡Abuela! —Se quejó con las orejas rojas.

—Nada de gimoteos, es la verdad. ¿Por qué no eres como JungHyun? Él sí trae el lindo suéter que le tejí la otra vez —el mencionado guiñó un ojo, triunfante, mientras tomaba asiento en su lugar habitual.

—Buenas tardes —le regresó el saludo, tras reír—. Soy Park JiMin.

—¡Qué lindo nombre! Yo soy la señora Jung, aunque puedes decirme abuela Jung; si eres amigo de mi nieto, debes ser buen chico, así que puede haber confianza entre los dos.

—¿Jung? —Pronunció el apellido el joven, tomando asiento junto a Kookie—. ¿Es su abuela materna?

—¡La mejor, por cierto!

—Mamá... —Soltó la señora Jeon, llegando con los platillos principales, seguida de su esposo, quien le ayudaba.

—Es la verdad —concordaron los tres Jeon sin dudarlo.

—Me regala dinero —explicó con mucha sencillez JungHyun.

—Me enseñó mis primeros pasos de baile —dijo en cambio JungKook.

—No me deja en ridículo con mis amigos mostrando fotos de cuando yo era bebé —agregó el padre, encogiéndose de hombros.

—Oh, cariño, lo haría si tuviera esas fotos...

—Me alegro de que no sea así.

La abuela Jung era una mujer muy agradable, al igual que el resto de la familia Jeon. JiMin se sentía a gusto con ellos y era muy divertido verlos pelear por asuntos del pasado. Los pies de él y JungKook se entretenían jugando entre ellos por debajo de la mesa, al igual que sobre sus muslos descansaba con confianza una mano del otro... También cabe aclarar que el kimchi terminó siendo muy picante para JiMin y sus labios tan hinchados y rojizos dejaban mucho a la imaginación del contrario.

Kook y JiMin no hicieron la tarea hasta más tarde, aunque no fuese el plan original. Se habían dado por vencidos sin siquiera abrir la mochila, pues apenas haber pedido permiso para retirarse y entrado a la habitación, la tentación había sido más grande. El castaño sufría por el picante acumulado en esos belfos suaves, lamiendo y succionando ligeramente.

Así que ahí estaban Park JiMin y Jeon JungKook en la habitación de éste, aprovechando la soledad que había en la misma y disfrutando del otro. Intentaron, a duras penas, ver una película mientras hacían los deberes escolares; pero apenas los terminaron a mitad del filme cuando éste pasó a segundo plano. Toda la siguiente hora, que pasó para ellos como quince minutos, JiMin estuvo sentado sobre su regazo, abrazándole por el cuello.

Era sensacional tener la posibilidad de sentir los latidos del corazón contrario debido a la cercanía de sus cuerpos; una mezcla de las palabras placentero y abrasador podría ser la explicación, resultaba tan ardiente que quemaba. Estaban completos junto al otro y, en ese momento, confirmaron que esa relación fue la mejor decisión que habían tomado, pues iba mucho más allá que un simple romance adolescente.

«Cuando me llamaste, yo
Fui y me convertí en tu flor.
Siempre esperaré por ti,
Aunque debamos sufrir.
Quizás fue solo el destino,
Esto tiene que ser ya.
You know, I know.
Yo soy tú, tú eres yo.»

Encajaban y no había mejor palabra que los describiera.

Incluso cuando TaeHyung llegó para recoger a JiMin, ambos seguían sin poder despedirse con un beso fugaz porque parecían imanes acaramelados; pero fue necesario que en el pasillo de las escaleras se dieran su último beso, pues la abuela seguía abajo. Se despidieron con una sonrisa y acordaron en que irían juntos a clases el día siguiente.

Jeon JungKook suspiró, completamente enamorado, mientras veía al coche perderse calle arriba. Fue hasta que entró a la casa cuando se topó con su abuela.

—¡Me has asustado! —Se quejó, sujetándose el pecho.

—Bah. Así de sucia estará tu mente, muchacho —alegó la mujer. Llevaba el cabello recogido en un tocado alto y un vestido verde oliva muy cómodo, clásico de las mujeres de su edad—. Yo también debo irme, JungKookie, solo faltaba despedirme de ti. ¡Estaré feliz de tenerte en mi casa!

Sin embargo, no se fue al instante. Se quedó de pie ahí, frente a él, mirándole fijamente con una expresión indescriptible. Daba miedo su seriedad.

—¿Y esos labios? —Soltó.

—¿Ah?

—Rojos e hinchados.

—Ah, por el kimchi, tal vez —mintió con naturalidad.

—¿El kimchi? Las generaciones de ahora vienen tal delicadas... —Masculló mientras iba saliendo de la casa.

Oh, señora Jung, si tan solo supiera.

Has cambiado el apodo de "Pollito 🐥" a "Kimchi 🥘."

Kimchi 🥘" ha cambiado tu apodo a "Mi Serendipia 💫."

*Kimchi: Es una preparación fermentada como ingrediente básico la col china. También existen otras recetas en las que se utilizan ingredientes como rábanos o pepinos, entre otros vegetales, que son acompañados comúnmente de pimiento o chile rojo molido, ajos, cebollas u otras combinaciones de acuerdo con diferentes zonas geográficas, pero presente en el día a día de los coreanos, tanto del norte, como los del sur.

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