CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 1
¿Alguna vez sintieron ese dolor en el estómago que les recordaba lo nerviosos que estaban al entrar a un nuevo ambiente?
Bueno, así se encontraba el pobre Jeon JungKook. Si bien él nunca tuvo problemas para encajar en sus antiguas escuelas, en esta ocasión se sentía extrañamente fuera de lugar, con el corazón acelerado y las manos sudorosas.
—No te hará daño conocer a gente nueva, JungKookie.
Le decían siempre sus padres cuando a su papá lo transferían por su trabajo, aunque parecía que su hermano mayor, JungHyun, era quien sufría más en esos momentos. Al estar en la universidad, le era más complicado el ponerse al corriente, aparte de que las tareas y proyectos no le daban el tiempo necesario para hacer amigos cercanos que no fueran de su misma carrera.
Desde que Kook tenía memoria, siempre era igual. No pasaban más de dos años en una misma ciudad, por lo que nunca tuvo siquiera una pareja estable que pudiera soportar la distancia, como él; pero eso no le impidió tener una pequeña serie de amoríos que lo aceptaban pese a todo, ya que reconocían las grandes atenciones que él siempre tenía hacia ellos. Sin mencionar que era guapo. Oh, claro que lo era, al menos a su manera. Tenía ojos grandes, oscuros y brillantes, labios finos y un par de lunares que volvían locos a cualquiera, ¡aparte de su inigualable forma de vestir!
Gracias a su buen promedio, en ese preciso momento se encontraba frente a una de las mejores instituciones escolares de Busan, ciudad donde nació y solo vivió cuando era tan joven que ya no recordaba casi nada. La construcción con tan solo mirarla intimidaba y sabía que adentro de ella habría gente que le daría una mayor impresión, posiblemente con más dinero que su familia, más inteligentes y atractivos que él... Pero eso no era tan malo, ¿verdad? "Siempre habrá alguien mejor que tú en todo", o al menos eso decían.
Suspiró y le ordenó a su estómago que se calmara, pues con ese dolor solo le provocaría que pasara la peor vergüenza de su vida si se tiraba un gas en medio de la clase. Pasó junto a un grupo de chicos que parecían estar tan encerrados en su plática que no lo vieron... O eso creyó él hasta que escuchó cómo murmuraban cosas a sus espaldas sobre él a la par que soltaban un par de risas, así que se giró para prestar atención a esas molestas personas.
—¿Es nuevo? Creo que nunca lo he visto —un joven azabache con los belfos más grandes que había visto en su vida fue quien dijo eso. Era el más alto de esos cuatro muchachos.
—Bah. Es patético —oyó a otro, quien reía ruidosamente y sostenía de la cadera al anterior—. No me dirás que él es más lindo que yo, ¿o sí, Jin-hyung?
—Claro que no, HoSeokie —le prometió con una sonrisa—. Además, ¿ya lo viste? No es para nada mi tipo... No, no.
—Eso espero —susurró él, plantando un beso sobre sus labios y sonriendo.
JungKook deseó ignorar sus palabras, pero el tercer joven con aspecto gatuno adormilado habló. Usaba las mangas de la chaqueta escolar arremangadas y dejaba a la luz su piel de leche.
—Es horrible. Cada vez entran peores a esta escuela... Y su uniforme está incompleto... —Por el momento, cabe aclarar, pues todavía no le hacían algunas prendas a su medida—. Es el chico becado que dijeron que entraría hace unos días.
Callado y sentado sobre las piernas de ese desconocido, un JiMin con un porte de rey, serio e intrigado tenía la vista fija sobre el nuevo. Su mirada escurría descaradamente sobre el cuerpo de JungKook, cosa que no pasó desapercibida por él.
"¿Me está viendo a mí?" Pensó, queriendo asegurarse al percatarse de aquel curioso detalle. Su duda se confirmó apenas el pequeño rubio le sonrió y guiñó un ojo hacia su dirección antes de lanzar un despistado beso volado. El pobre Kook sufrió de un escalofrío y se vio en la necesidad de apartar la mirada casi al instante, apenado y sintiendo las orejas calentársele.
—De acuerdo, estoy loco —llegó a la conclusión, decidiendo seguir con su camino.
Eran un grupo de raros y, aun así, ese último estudiante no logró salir de sus pensamientos durante toda la mañana, lo cual le pareció muy extraño. Recordaba su cuerpo delgado en el (ligeramente) ajustado uniforme escolar, su cabellera rubia oscura y sus labios rellenos y rosados, como si hubiera comido algo demasiado picante por la mañana antes de llegar al colegio.
No era ningún casanova (o, por lo menos, no se consideraba uno), pero esperaba que sus encantos naturales pudieran haber sido suficientes para hacerse notar ante él. Deseaba no haber sido el único que se quedó con la imagen del otro a lo largo de todo el día, ya que eso habría sido muy patético.
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