Prólogo
"Toqué el cubrecama de raso y él detrás de mí, yo me volteé y me encontré una vez más con sus mágicos ojos celestes; le sonreí con mis mejillas enrojecidas y él las contempló.
_... Gracias. Gracias otra vez por ayudarme - se me acercó.
_ De nada, niña mía. Ya te lo dije, lo haría miles de veces, a cambio de que tú estés bien.
- lo miré abducida por sus ojos. Mi corazón latió desesperado y mis piernas temblaron.
_ ¿Por qué eres tan bueno conmigo? - volvió a colocar su mano junto a mi mejilla y me miró perdidamente.
_ No creo que pueda responderte eso ahora..."
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