Capítulo 6
Me bajé del bus y caminé con alegría por la calle, que daba con la cafetería. Sin darme cuenta, Joey estaba en su auto (que salió de la otra calle) y comenzó a seguirme...
Alistándome rápidamente, salimos con mis compañeras a tomar las órdenes de los clientes.
Ese día también sería duro y yo corriendo a cargar las bandejas, lo hice con entusiasmo.
Ya soñaba con tener mi nuevo departamento, aunque ya me fascinaba vivir con Joey...
Cargué dos bandejas con cafés y sándwich. Las dos mesas ya me esperaban con urgencia.
_ ¡Aquí muchacha!
_ ¡Pero que tanto te demoras muchacha!
_ Oh lo siento...
_ Mira, tengo una hora para irme a mi trabajo, así que o me sirves pronto, o tendré que largarme a otro lado.
_ Oh no señor, disculpe... Aquí está su café cortado y tostadas.
_ ¡Ya era hora!...
Me entré a la cocina lo más rápido que pude...
Entró a la cafetería y vio que había mucha gente...
_ ¡Cielos! Esto sí que está del horror. Tenía razón...
Buscó una mesa desocupada y algunos sorprendiéndose de verlo ahí, él los ignoró y actuó de lo más normal.
Se sentó junto a la ventana y dos muchachas se le acercaron. Él les sonrió.
_ Hola, Joey.
_ Hola.
_ ¿Nos podrías dar tu autógrafo por favor?
_ Jejeje, claro...
Ambas muchachas más que contentas, le agradecieron a Joey y se despidieron. Él les sonrió y luego comenzó a buscarme con la mirada por todas partes...
Susan, la camarera, anonadada de verlo ahí, se acercó a tomarle la orden...
_ Oh, no gracias. Eh, ya me tomaron la orden... - ella lo miró con desilusión y se marchó molesta.
_ ¡¿No le tomaste la orden, Susan?!
_ ¡No! ¡Otra ya se la tomó! ¡Pero te juro que cuando sepa quien fue, se las va a ver conmigo!
Buscándome insistente con la mirada, de pronto me vio. Yo le tomaba la orden a una joven pareja y sonriéndoles, él me miró deslumbrado y sonrió perdidamente enamorado.
Yo me volteé y mi corazón quedó perplejo y me llené de felicidad. Joey me sonrió, yo también le sonreí, y corrí a su mesa. Él me destelló con sus ojos.
_ Pero ¡¿Qué haces aquí, Joey?!! - le pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.
_ Hola, pequeña.
_ Realmente me has sorprendido.
_ Jejeje. Esa era la idea.
_ Joey...
_ Así que es aquí donde trabajas.
_ Así es.
_ Me gusta.
_ ¿En serio? - sonrió.
_ Si - me miró perdidamente - Te ves muy bonita y tierna así vestida de camarera.
Lo miré y sonreí ruborizada.
_ ¿De veras te parezco bonita así con esta ropa?
_ Si, muy bonita.
Nos miramos perdidamente y nos sonreímos.
Susan tomaba una orden en otra mesa, y me miró junto a él y se desfiguró por completo.
_ Maldita arribista, ahora si te las vas a ver conmigo...
_ Y bueno señorita camarera ¿Qué tiene de rico para desayunar?
_ Jejeje, bueno señor, le tengo el mejor café cargado, como a usted tanto le gusta y unos deliciosos huevos revueltos con queso y jamón para empezar - me miró embobado.
_ Bien, quiero eso. Traído exclusivamente por ti claro.
_ Jejeje, a sus órdenes mi señor.
Sonrió tierno y yo terminándole de escribir su orden, le volví a sonreír y me fui a la cocina por su desayuno.
Joey más que contento, me observó entrar a la cocina y sonrió tierno y enamorado...
Me vio que yo venía con su desayuno y me sonrió a distancia. Yo perdida en él, también le sonreí.
_ Bien mi señor, aquí está lo que ordenó.
_ Se ve delicioso.
_ Está tal como a usted le gusta.
_ Mucho mejor así. Gracias.
_ Joey...
Volvió a sonreírme...
Terminó el desayuno y ambos nos volvimos a reír...
_ Estoy tan feliz de que vinieras hoy a verme.
_ No creas que será solo esta vez. Me gustó mucho él café y los huevos, así que pienso venir aquí más seguido. Siempre y cuando me atiendas tú.
_ Jajaja, claro que sí. Serás mi cliente preferido.
_ Jejeje. Te ves adorable.
_... Gracias.
Volví a agradecerle y ambos sonriéndonos, él acarició mi mentón y yo consentida por él, Joey lo levantó un poco y a punto de besarme, salió mi jefe a llamarme.
_ ¡Lucrecia!
_ ¡Ya debo irme!
_ Si claro ve.
_ Nos veremos en la noche.
_ Ahí te esperaré. Buen día.
_ Igual para ti.
_ Adiós pequeña – sonreí.
_ Nos vemos...
Le dije y fui corriendo a la cocina. Joey me miró perdidamente enamorado, y recordó una y otra vez que había estado a punto de besarme...
La cafetería estaba completamente llena y todas las camareras corrían con las órdenes; yo cargaba dos bandejas y pensé en que Joey había estado a punto de besarme. Mi corazón se estremeció de alegría.
<< Estuvo a punto de besarme. >>
<< Pero ¿Qué me está pasando? >>
Inevitablemente sonreí de dicha...
Ida en aquel "a punto beso", pensé en él, en lo atento y tierno que se había comportado conmigo todo aquel tiempo.
<< Ha sido tan bueno conmigo. Ha sido mi único amigo... Es tan tierno y guapo, muy atractivo...>>
<< Ya no lo puedo evitar. Me gusta muchísimo...>>
<< Creo que me estoy enamorando de Joey...>>
Mi corazón y alma vibraron y sonriendo, mi pensamiento fue interrumpido por los fuertes gritos de mi jefe.
_ ¡Lucrecia! ¡Lucrecia la orden de la mesa 22!
_ ¡Sí! ¡Ahora voy don Martín!
Tomé con urgencia las bandejas y Susan me miró irritada, muy molesta y se me acercó, sin que yo me diera cuenta...
_ Veamos si ahora seguirás trabajando aquí arribista de mierda...
Salí de la cocina cargando las tres bandejas y Susan, justo en la puerta, sonrió y me hizo una zancadilla. Yo me caí y boté las bandejas con comida.
Tirada en el suelo, me manché con comida y Susan me sonrió vengativa. Yo la miré y todos comenzaron a burlarse de mí y mi jefe me gritó.
_ Pero ¡qué has hecho muchacha tonta y torpe!
_ Fue un accidente, señor.
_ ¡¿Qué accidente?! ¡levántate y trae rápidamente la orden, que la mesa 22 está impaciente!
_ Si, señor...
Dije toda humillada y me coloqué de pie. Me dolió la rodilla, todos dejaron de burlarse y entré apenada a la cocina.
Pasé por el lado de Susan, la miré y esta me susurró:
_ Que esto te sirva, para que dejes de actuar como la niña estrella de aquí, y no vuelvas a acercarte a Joey otra vez...
Se me cubrieron los ojos de lágrimas por aquella amenaza suya y aún avergonzada por haberme caído por su culpa, me angustié por la orden y me dolió otra vez la rodilla. Pensé en Joey y solo quise volver a su casa y estar a su lado.
Serví con urgencia y apenada a la mesa 22, Susan y compañía me miraron desde una esquina y siguieron riéndose y burlándose de mí.
_ Te pasas, eh, Susan.
_ Así soy yo. Con esto, esa mosca muerta no volverá a entrometerse en mi camino...
Escribiendo en su notebook esperaba ansioso a que yo pronto regresará, y recordó una vez más que estuvo a punto de besarme y escuchó la puerta.
Yo desanimada, entré; no quería que él me viera así y subí de inmediato a mi habitación. Sin darme cuenta, Joey me había visto desde su escritorio, y preocupado, fue rápidamente a verme.
Triste, me acerqué a la ventana. Tenía un nudo en la garganta; solo quería llorar y se me cubrieron los ojos de lágrimas, y en eso, Joey me vio sentada en la cama.
_ ¿Pequeña?...
Me sequé rápido los ojos; no quería que él me viera así, pero Joey ya se había dado cuenta.
_... Joey, hola... Creí que estabas en tu escritorio.
_ Te vi llegar...
_...
_ ¿Qué te pasó?
_Nada...
_ ¿Cómo que nada? Estas llorando, niña mía.
Me dijo y no pude más y rompí en lágrimas. Lo abrasé, y él preocupándose aún más, me abrasó con todo su amor y escuchó mis gemidos.
_ ¿Qué te pasó Lucrecia?
_...
_ Ya mi niña hermosa, tranquila - más lo abrasé.
_...
_ Dime por favor que te pasó, o que te hicieron - me sequé las lágrimas y respiré con gemido.
_... Pasa que una compañera, de la cafetería, me hizo una zancadilla a propósito y yo me caí con las órdenes.
_ ¿Qué?
_ Todos se rieron de mí...
_ ¡¿Pero por qué hizo eso esa mujer?!
_ Porque al parecer nos vio conversando a ti y a mí en la cafetería hoy. Parece ser una admiradora tuya y cree que yo solo quiero robarme a toda la clientela, cuando no es así. Solo quiero hacer bien mi trabajo, nada más.
_ Es una envidiosa, pero mañana hablaré con ella.
_ No. No quiero que te metas y me metas en más problemas.
_ No permitiré que nadie, ni esa loca, te vuelvan a hacer llorar - acarició mi mejilla llena de lágrimas.
_ Joey.
_ Solo quiero que estés bien mi dulce niña - lo miré perdidamente. El aliento se me retuvo aliento.
_ Joey...
Solo concordé y Joey no se resistió más y comenzó a besarme con todo su amor. Yo me dejé llevar y lo abrasé. Él feliz y pleno, siguió besándome más intenso y apasionado. Me sentí inmensamente feliz, dichosa, no pensé en nada más y olvidé lo que me había hecho Susan.
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