Una lechuza surcaba los cielos de Nueva York, no era cualquier lechuza, era una de esas lechuzas que los magos utilizaban para enviar sus mensajes.

De sus patas cayó una carta, justo ante los ojos azules de una chica pelirroja.

Lucy Weasley aún parecía de 17 años, tenía la piel blanca y despejada de antes, su cabello estaba más largo y recogido en una trenza.

Ella se acercó a la carta y la tomó. Su pulso se aceleró al reconocer la caligrafía.

Miró a los lados y luego la abrió, para luego leerla.

Querida Lucy "princesa" Weasley.

Han pasado dos años desde que me fui de la casa y te abandoné (abandoné a todos en realidad) para irme con Regina y "mi" hijo.

Si, lo sé, fui un completo idiota. Soy un completo idiota, siempre.

Pero ahora quisiera poder decirte la verdad, ser sincero por primera vez contigo.

¿Recuerdas cuando te besé aquella noche que caíste sobre mí? No te besé porque era un crío y quería intentar con mi torpe prima antes de hacerlo con otra. Lo hice porque quería que tú y sólo tú fueras mi primer beso (Además confieso que yo quería ser tu primer beso)

¿Por qué diablos querías ser mi jodido primer beso, Fred Weasley? Podrías gritar eso ahora, de verdad te imagino haciéndolo, con tus mejillas rojas y tus ojos brillando entre la curiosidad y el enfado (Te verías muy hermosa, como siempre)

¡Y ahora respondo a tu pregunta, princesa pelirroja!

Porque estaba enamorado de ti, simple y sencillo de comprender, el payaso de Fred Weasley enamorado de su pequeña primita.

Estuve enamorado todas esas veces que te robé besos en la oscuridad, estuve enamorado cuando me escabullí a tu habitación y te acaricié el cabello hasta que casi despertaste, estuve enamorado cuando me alejé de ti, todas esas veces, siempre ocultándolo, siempre te he amado.

Incluso ahora, con una mujer y un niño junto a mi, confieso mi pequeño secreto pelirrojo.

Yo, Fred Weasley, amo a mi prima, Lucy Weasley como un jodido loco.

No la amo como un primo debería amar a su prima, la amo de la manera más enferma que un hombre pueda amar a una mujer.

Si Lucy, te amo, sigo sintiéndolo, después de tanto tiempo no se ha apagado el sentimiento, tal vez sea porque el amor no se acaba cuando lo sientes por la persona indicada.

Fuiste y eres la indicada, Lucy.

Pero yo lo he arruinado todo. No sabes cuanto lo lamento, estaba desesperado, me regañaba siempre diciéndome que no debía sentir eso hacia mi prima, me volvía loco, esa locura estúpida me trajo a ésta situación.

Con una mujer que no amo y un hijo que no es mío.

Si princesa, ese chico no es mío, ¿Cómo lo se? ¡Yo no había tenido nada con Regina en el tiempo en que ella se quedó embarazada! Es más, siquiera antes. Él no es mi hijo, pero yo no podría abandonarle, no es su culpa que su madre haya ido de libertina con un idiota mayor que no se haría cargo de nada.

Maldición Lucy, yo ya tengo una vida a la que estoy horriblemente atado, me encantaría dejarlo todo y volver contigo, besarte ante todos y gritar que te amo sin importarme nada.

Pero ambos sabemos que no se puede.

Meredith ha venido, si, hace como un mes para decírmelo.

Tú has renunciado a los hombres, por mi culpa, por mi idiotez.

Lucy, permiteme decirte idiota. Porque soy lo suficientemente egoísta para decírtelo sin pensar en que ahora podrías estar mejor.

Supongo que estamos a mano, princesa.

Un corazón roto por un corazón roto.

Tú has renunciado a mí, yo... Yo sigo por ti, aunque sin ti, diablos, tú entiendes.

Te ama y lo hará hasta que sus huesos sean polvo.

Fred "Estúpido idiota" Weasley.

Sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas que se le escaparon, incluso el papel tenía algunas gotitas que causaban que la tinta de algunas palabras se corrieran.

Thalia Grace se acercó. Observó a su compañera con una ceja en alto mientras fruncia el ceño hacia la carta arrugada.

— ¿Qué sucede?

Luego de calmarse un poco, Lucy alzó la vista para responderle y contarle sobre lo que decía la carta.

— ¿Dos años? Pero si ya pasaron seis años —dijo confundida.

—Sí —la pelirroja susurró.

— ¿Fred? —Thalia fruncio el ceño—. ¿No es el que...?

—Sí —volvió a decir—. ¿El que murió en un incendio hace tres años? Si, es él.

La cazadora se acercó a su compañera y la rodeó con un brazo mientras Lucy leía una pequeña nota que estaba en el sobre.

Lucy, ésta carta llegó a la madriguera el día de tu cumpleaños hace cuatro años, no quise enviártela porque ya tenías una nueva vida y tal vez esto lo derrumbe todo, pero... Algo me dice que deberías saberlo.
James.

Suspiró y se limpió las mejillas, Thalia siempre mirándola atenta.

—Lu...

—Estoy bien.

—Bueno, pero... ¿Tú no...? Ya sabes.

Miró la carta en sus manos durante cinco segundos.

—No, yo he renunciado a eso.

En la noche, durante la fogata, Lucy lanzó la carta al fuego diciendo mentalmente.

Artemisa, como prueba de mi eterna lealtad, aquí me deshago de mis últimos sentimientos hacia un hombre, y ahora, verdaderamente renunció a él.

Era lo único que le faltaba a Lucy Weasley, olvidar al único hombre de su vida, porque a pesar de que año tras año ella siempre me aseguró que ya lo había olvidado, yo sabía que seguía sintiendo algo por él.

Ahora es una completa servidora mía, fiel y obediente, una de mis mejores cazadoras.

No me arrepiento de haberle propuesto un puesto a una bruja y eterna enamorada, esto nos ha ayudado a ambas.