Una se imaginaría que Fred diría algo luego de haberme besado, pero no lo hizo, en su lugar se la pasó ignorándome y evitando estar en el mismo lugar que yo durante mucho tiempo. Yo entraba a la cocina, él salía. Cuando yo iba al patio, él iba a alguna habitación dentro de la casa.

Me dolía, porque yo le quería muchísimo.

Pero la puñalada a mi corazón fue cuando volvió a hablarme, como si nada hubiese sucedido entre nosotros. Él decidió superarlo y fingir que nunca tocó mis labios con los suyos. Algo que yo, lamentablemente, nunca podría hacer tal cual como él lo hacía.

Sufrir en silencio por querer a quien no debía querer de esa manera fue lo que pasé por un tiempo. Entonces me dije a mi misma que no era el momento de andar sufriendo por eso, que debería divertirme con mis amigas.

Eso hice, gasté bromas a Ravenclaw con Lily, Roxy y Mar. Le puse los pelos de punta a Molly, fastidiándola cada que podía, porque ese era mi trabajo como hermana menor. Molestaba a Ted y Victoire.

Yo también comencé a ser indiferente con Fred, con dificultades, pero lo lograba.

Parecía estar superando mi enamoramiento hacia el chico de mi propia sangre. Pero mi joven corazón estaba destinado a ser ilusionado tantas veces como era posible.

Ésta vez fue en Hogwarts. Yo siempre pensando que estaba sola en los vestidores, buscaba la escoba de James, porque la suya era mejor que la mía. Y Fred estaba ahí, sentado en una de las bancas, mirando con mucho interés la pared.

Yo me estremecí, e incluso me sonroje con sólo verlo. Porque dije internamente que se veía muy guapo así, sereno y concentrado.  Me hormiguearon las palmas de las manos al notar su cabello, pelirrojo como el mío, quería tocarlo. Pero no podía. He dicho, era pelirrojo como el mío, es que él es mi primo...

Parpadee varias veces y retrocedí para salir de allí antes de que él note mi presencia. Pero yo no tengo suerte, nunca, choqué con la puerta y lancé una maldición en medio de un gruñido.

Él me miró, con sus ojos azules, como los míos.

Es mi primo.

Es mi primo, y está frente a mi. Es mi primo y ha dicho algo que no escuché por andar vagando en sus pecas. Es mi primo y, otra vez, está besandome.

Es mi primo, y tal vez, por eso, ahora está yéndose o bien escapando de lo que acaba de hacer.

Ay Merlín, ¿Por qué debe pasarme esto a mi? ¿No podía enamorarme de otra persona menos... bipolar, y por cierto, prohibida?