Doce años, pijamada en la madriguera.

Lily planeó una pijamada e invitó a Mar. Todas nos juntamos en el viejo cuarto de la tía Ginny y comenzamos una guerra de almohadas, seguido de comentarios sobre libros que Rose leyó y la verdad sólo le interesaba a Mar y a Molly. Luego Roxy sacó una caja de caramelos y nos los comimos todos.

—¿No tienen sueño? —Vic apareció en la puerta bostezando—. Es tarde, ya todos están dormidos.

Nos miramos asombradas, y Rose preguntó.

—¿Qué hora es?

—Son las dos y media de la madrugada, Rosie.

Luego de unos momentos, todas estallamos en carcajadas que terminaron en bostezos y Lily se lanzó inmediatamente sobre Mar.

—Buenas noches —dijo y se pegó a ella como garrapata—. No me miren así… es mi esposa.

Reí mientras subía a mi cama y me tapaba hasta la barbilla. Vic sonrió aún medio dormida y apagó la luz, dejándonos sólo con la lamparita que usaba Roxy porque temía que un monstruo se la lleve en medio de la oscuridad…

Subí mis pies un poco estando más o menos asustada con respecto a ese tema, abracé a mi almohada e intenté dormir. Pero no podía, y la razón no era porque Lily y Meredith roncaban como cerdas o que Molly hablara dormida diciendo Frank yo también te quiero.

Quiero orinar, simple y sencillo.

Me levanté nuevamente, sintiendo el frío en mis brazos y piernas, tomé uno de los focos mágicos de Roxanne y salí al pasillo.

Silencioso y tenebroso, eso era, me temblaban hasta las plantas de los pies incluso al bajar las escaleras, el ruido de la madera era horrible y posiblemente despertaría a toda la casa así. Por lo tanto simplemente baje corriendo para evitarme las molestias y el pis en mis pantalones.

En el final de las escaleras tropecé con alguien y ambos caímos al suelo.

¡Mi maldita rodilla!

—Sí que estás ciega, Lu —oí reír a Fred.

Mi corazón comenzó a latir como loco inmediatamente, miré a mi izquierda, ahí estaba él riendo con la espalda al suelo, tenía una cara de sueño pero aún así reía… y era hermoso.

—Lo siento —dije apenada, intentando sentarme en el suelo.

Y él se quedó mirándome, durante mucho tiempo a decir verdad, pensando tal vez.

Lo siguiente no me lo esperaba, pero se inclinó, tomó mi barbilla y me dio un beso en la comisura de los labios.

Posiblemente podría morir en estos momentos. Podría mandar al diablo que es mi primo y confesar mi amor alocado. Pero entonces él separó como si nada, me ayudo a levantarme y sonrió como usualmente lo hacía.

—Buenas noches, Lucy —susurra como si nada, pero para mí era como si todo.

Aquella vez, de alguna forma hizo que lo adorara al mismo tiempo en que rompía mi corazón por actuar como si nunca me hubiese besado.

Era sólo el inicio de mis problemas. El sufrimiento apenas comenzaba. Debí detenerme entonces, pero no lo hice. Seguí hasta que fue lo suficientemente grande como para que al explotar acabara conmigo.