Capítulo 9
Mónica se despertó con el primer rayo de sol entrando por la ventana. La luz era suave, casi tranquilizadora, pero en su interior, una tormenta de emociones seguía rugiendo. Había tomado una decisión que podría cambiar su vida para siempre. Había cruzado una línea y, aunque sentía que estaba en el camino correcto, no podía evitar que la ansiedad le oprimiera el pecho.
Su mente vagó hacia Enrique. Sabía que debía contarle sobre su reunión con Javier y el nuevo rumbo que estaba tomando. Pero, ¿cómo podía explicarle que estaba entrando en un mundo donde las lealtades se compraban y vendían, donde el peligro acechaba en cada esquina? Mónica se levantó de la cama y se preparó, sintiendo que el tiempo se escurrió como arena entre sus dedos.
Al llegar a la cocina, encontró a Enrique sentado en la mesa, su expresión serena y confiada. "Buenos días," le dijo, sonriendo.
"Buenos días," respondió Mónica, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que no podía retrasar la conversación más tiempo. "Enrique, necesitamos hablar."
Él frunció el ceño, notando el tono serio en su voz. "Claro. ¿Qué sucede?"
Mónica respiró hondo, el aire le pesaba en los pulmones. "Ayer tuve una reunión con Javier. Me ofreció una oportunidad para unirme a su equipo," dijo, tratando de sonar lo más tranquila posible.
"¿Qué tipo de oportunidad?" preguntó Enrique, su mirada se tornó dura.
"Algo grande, Enrique. Están involucrados en un negocio que podría ofrecerme poder y respeto. Estoy considerando unirme a ellos," explicó Mónica, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.
"¿Estás hablando de crimen, Mónica?" La incredulidad y la preocupación se reflejaron en su rostro. "¿Estás loca? Sabes que este mundo es peligroso. ¿Por qué querrías ponerte en riesgo?"
"Porque he vivido en el riesgo toda mi vida. Siempre he estado en la sombra," dijo Mónica, sintiendo que la frustración comenzaba a burbujear. "Esta es una oportunidad para salir de eso, para ser alguien."
"¿Alguien? ¿A costa de lo que hemos construido juntos? No entiendo por qué te atrae esto. Mónica, tienes más de lo que podrías obtener allí," dijo Enrique, levantándose de la mesa, su voz cada vez más agitada.
"¿De qué hablas? ¿Acaso piensas que ser ama de casa es suficiente? Quiero más, Enrique. Quiero tener control sobre mi vida," respondió Mónica, sintiendo que las lágrimas comenzaban a asomarse.
"¿Control? Lo que estás buscando es peligro. Ya has visto lo que le ha pasado a gente como nosotros. ¿Por qué arriesgarlo todo? No vale la pena," insistió él, su voz temblando con frustración.
"Si no me entiendes, no puedo quedarme aquí. Necesito seguir adelante," dijo Mónica, sintiendo que cada palabra era un golpe en su corazón.
Enrique se detuvo, mirándola con tristeza. "No estoy tratando de detenerte, Mónica. Solo te pido que pienses en las consecuencias. Esto no solo te afecta a ti, me afecta a mí también. Te amo y no quiero perderte," confesó, su voz suave y llena de dolor.
Las palabras de Enrique la atravesaron como una flecha. "Y yo te amo, pero también necesito encontrar mi propio camino. No puedo vivir en el miedo. He estado buscando mi lugar durante tanto tiempo, y esta puede ser mi oportunidad," respondió, sintiendo que la tensión en el aire se hacía más palpable.
"Entonces, ¿qué? ¿Vas a entrar en este mundo y dejarme atrás? ¿Por qué no piensas en el futuro que podríamos construir juntos?" preguntó Enrique, su voz llena de súplica.
Mónica sintió que el corazón se le encogía. "No estoy diciendo que quiero dejarte. Solo que necesito explorar esta parte de mí. Prometo que te mantendré a salvo. No quiero que esto nos separe, pero debo ser yo misma primero," dijo, su voz temblando.
Enrique se quedó en silencio, y Mónica podía ver la lucha en su rostro. Finalmente, él asintió lentamente, pero su expresión seguía siendo de preocupación. "Solo prométeme que serás cuidadosa. No quiero que te lastimen," dijo, su voz apenas un susurro.
"Lo prometo," le respondió ella, sintiéndose aliviada pero aún llena de dudas. Había dado un paso hacia lo desconocido, y aunque estaba decidida, la sombra de su pasado seguía acechando.
El día avanzó, y Mónica se encontró a sí misma navegando entre sus pensamientos. La idea de unirse a Javier y su equipo la llenaba de emoción, pero también la preocupaba. Sabía que las cosas no serían fáciles. Cada paso que daba la acercaba más a un mundo oscuro, y no podía ignorar que había personas que no dudarían en usarla.
Cuando llegó la tarde, Mónica se preparó para su segunda reunión con el grupo de Javier. Esta vez, estaba decidida a conocer más sobre cómo funcionaba todo. Al llegar al mismo edificio, se encontró con un grupo más grande de personas. Había más caras nuevas, y la atmósfera era diferente; una mezcla de ansiedad y expectativa.
Javier la saludó con una sonrisa. "¡Mónica! Me alegra verte de nuevo. Hoy te presentaremos algunas de nuestras operaciones," dijo, guiándola hacia el centro del grupo.
"¿Qué vamos a hacer?" preguntó Mónica, sintiéndose un poco abrumada.
"Hoy vamos a evaluar una situación que requiere un enfoque preciso. Te mostraré cómo manejamos los problemas," respondió Javier, mientras los otros miembros del equipo se agrupaban a su alrededor.
Luis se acercó, su expresión seria. "Vamos a hablar sobre una transacción que está por venir. Es importante que entiendas cómo se mueve el dinero en este negocio," explicó, mientras todos se sentaban en un círculo.
"Primero, necesitamos saber quiénes son nuestros aliados y quiénes son nuestros enemigos. En este mundo, no puedes confiar en nadie que no conozcas. Las traiciones son comunes y hay que estar siempre alerta," dijo Luis, su voz llena de autoridad.
Mónica asintió, absorbiendo cada palabra. "¿Y qué pasa si alguien intenta traicionarnos? ¿Cómo lo manejan?" preguntó, sintiendo que la adrenalina comenzaba a correr por sus venas.
"Eso es lo que necesitamos discutir. Tenemos un par de métodos que utilizamos para mantener el control. A veces, es necesario hacer un ejemplo de aquellos que nos fallan. La lealtad es lo más importante aquí," dijo Luis, mirando a su alrededor.
Mónica sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea de hacer daño a alguien era escalofriante, pero comprendía que había que establecer límites. "¿Y qué pasa con los inocentes? ¿Cómo manejan a las personas que no tienen nada que ver con esto?" preguntó, queriendo entender la ética detrás de sus acciones.
Sara, que había estado escuchando atentamente, intervino. "No nos gusta involucrar a los inocentes. Pero a veces, el daño colateral es inevitable. Lo que hacemos es un juego de estrategia. Siempre hay riesgos, y tenemos que estar preparados para afrontarlos," explicó, su mirada directa.
Mónica se sintió abrumada. Las palabras que habían pronunciado eran un recordatorio de que estaba en el borde de un abismo. "¿Qué debo hacer si decido seguir adelante? ¿Qué tipo de compromiso necesito asumir?" preguntó, sintiendo que la incertidumbre comenzaba a apoderarse de ella.
"Necesitas estar lista para asumir riesgos. La confianza es clave, y debemos saber que estarás con nosotros en los buenos y malos momentos. Esto es un compromiso total. No puedes dudar ni un segundo," dijo Luis, su mirada firme.
Mónica se sintió atrapada entre la emoción de la adrenalina y el peso de la responsabilidad. "Entiendo. Pero no quiero poner en riesgo a Enrique. Prometo que seré cuidadosa," dijo, sintiendo que cada palabra era un pacto con ella misma.
La reunión continuó con más detalles sobre las operaciones y cómo manejaban el flujo de dinero. Mónica se esforzó por retener cada palabra, sabiendo que cada detalle era vital para su futuro. Cuando finalmente terminó, sentía una mezcla de excitación y temor.
"Bienvenida al mundo real, Mónica," dijo Javier mientras se retiraban. "Hoy has demostrado que tienes el potencial para ser parte de esto. Estoy orgulloso de ti."
Mónica asintió, sintiendo que cada paso que daba la acercaba más a su objetivo. Pero mientras caminaba hacia su coche, la sombra de la duda se cernía sobre ella. Había tomado decisiones que podrían cambiar su vida, y la línea entre el amor y el peligro se tornaba cada vez más borrosa.
Al llegar a casa, encontró a Enrique esperándola. "¿Cómo te fue?" preguntó él, su tono preocupado.
"Fue intenso. Aprendí mucho," respondió Mónica, tratando de mantener la calma. Pero Enrique podía ver la inquietud en su rostro.
"Mónica, me preocupa lo que estás haciendo. Esto no es un juego. Hay personas que no dudarán en lastimarte si se enteran de que estás involucrada," advirtió él, su voz llena de preocupación.
"Lo sé. Pero también necesito que confíes en mí. Estoy tomando el control de mi vida," dijo Mónica, sintiendo que la lucha entre sus dos mundos era cada vez más intensa.
Esa noche, mientras se acostaba, Mónica reflexionó sobre su vida. Se dio cuenta de que las decisiones que había tomado la llevaban por un camino que no podía desandar. La emoción y el miedo se entrelazaban, pero no podía permitirse retroceder. Había encontrado su voz, su fuerza, y ahora era momento de enfrentarse a las sombras de su pasado, de seguir adelante en un mundo que prometía ser tanto peligroso como emocionante.
El futuro era incierto, pero estaba decidida a forjar su propio destino, sin importar los riesgos que pudiera enfrentar. Con el corazón latiendo con fuerza y una nueva determinación, Mónica se sumió en un profundo sueño, lista para enfrentar lo que el mañana le deparara.
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