Capítulo 7
Mónica se sentó en la barra del bar, el aire impregnado de humo y música envolvente. Su corazón latía con fuerza mientras esperaba a Javier. Había pasado el día reflexionando sobre su futuro, sobre la decisión que estaba a punto de tomar. Sabía que tenía que ser firme, que no podía dejar que las emociones nublaran su juicio. Este encuentro era crucial para su vida, y debía abordarlo con claridad y determinación.
Cuando Javier apareció, su sonrisa era inconfundible. Se acercó, y la atracción instantánea que siempre había sentido por él se intensificó, pero Mónica se recordó a sí misma que no estaba allí para dejarse llevar por impulsos. Debía ser cautelosa.
"Hola, Mónica," dijo Javier, tomando asiento a su lado. "Me alegra que hayas venido."
"Gracias por la invitación," respondió ella, tratando de sonar casual. "He estado pensando en tu oferta. Quiero saber más sobre el negocio y lo que implica realmente."
"Buena decisión," dijo él, inclinándose hacia adelante, su mirada penetrante fija en la de ella. "Esta es una gran oportunidad. Te prometo que no te arrepentirás si decides seguir adelante."
Mónica sintió un escalofrío. "Pero tengo que ser honesta. Tengo preocupaciones. Estoy en una encrucijada. No puedo arriesgar la vida de Enrique, y no quiero ponerlo en peligro."
"Entiendo," respondió Javier, su tono ahora más serio. "Pero déjame ser claro. Este mundo no es para los débiles. Las decisiones que tomes tendrán consecuencias, no solo para ti, sino para quienes te rodean. Si decides entrar, debes estar lista para todo."
"¿Qué significa eso?" preguntó ella, sintiendo que el sudor comenzaba a acumularse en su frente.
"Significa que hay personas que no están contentas con nuestras operaciones. Siempre hay riesgos, Mónica. La policía, las traiciones, las rivalidades entre bandas. Una vez que estás dentro, no puedes simplemente salir," explicó Javier, manteniendo su mirada fija en ella.
Mónica sintió que su estómago se retorcía. "¿Y qué pasará si decido no seguir adelante? ¿Cuál será el precio de rechazar tu oferta?"
"Puede que no pase nada, o puede que te busquen. Este es un mundo complicado, y no siempre se puede controlar lo que sucede. Pero te aseguro que si decides unirte a nosotros, estarás bajo mi protección," dijo Javier, como si eso pudiera calmar sus inquietudes.
"¿Bajo tu protección?" Mónica rió amargamente. "¿Y qué pasa si un día decides que ya no quieres protegerme?"
"Te prometo que no dejaré que eso suceda," respondió él, su tono más persuasivo. "Eres valiosa para mí, Mónica. No solo por lo que puedes hacer, sino por quien eres. Tienes el potencial de ser una líder en este negocio."
Ella lo miró, sintiendo una mezcla de admiración y desconfianza. "¿Líder? ¿Eso es lo que quieres de mí? ¿Que me convierta en algo que no sé si soy?"
"¿No crees que ya lo eres? Has sobrevivido a más de lo que la mayoría podría soportar. Has aprendido a pelear y a salir adelante. Solo necesitas un empujón para dar el siguiente paso," dijo Javier, su voz llena de convicción.
Mónica sintió que sus palabras resonaban en su mente. Había estado sobreviviendo toda su vida, pero la idea de liderar, de tener control, era un concepto tentador. Sin embargo, también había un precio que pagar.
"¿Y si el precio es demasiado alto?" preguntó ella, su voz temblando. "¿Y si eso significa perder a Enrique?"
"Lo que debes entender es que, en este mundo, no hay espacio para la debilidad. Cada decisión que tomes puede poner en riesgo a los que amas. Pero, si te unes a mí, te aseguro que tendrás el poder de protegerlos," afirmó Javier, su mirada intensa.
Mónica sintió que el aire se volvía pesado. La idea de estar en control, de tener poder, le daba una sensación de libertad, pero al mismo tiempo, su amor por Enrique la mantenía anclada a una realidad que parecía cada vez más distante.
"Necesito saber cómo funciona todo. Quiero conocer a las personas involucradas y entender a qué me enfrento," dijo Mónica, sintiéndose más decidida.
"Eso se puede arreglar. Mañana te presentaré a algunos de mis socios. Ellos te explicarán cómo operamos y cuál es tu papel," respondió Javier, sonriendo. "Te prometo que tendrás toda la información que necesites para tomar tu decisión."
Mónica asintió, sintiendo que una parte de ella se emocionaba ante la posibilidad. "Está bien, pero necesito tener claro que, si decido no seguir adelante, mi vida no se verá amenazada."
"Eso te lo prometo. Pero considera esto, Mónica: este es un camino que podrías controlar. Podrías ser alguien en este mundo. Una figura poderosa. Pero la decisión es tuya," dijo Javier, su tono ahora más suave, casi persuasivo.
El resto de la noche se deslizó entre palabras y promesas, mientras Mónica luchaba por concentrarse. La atracción por Javier y su propuesta la atraía, pero al mismo tiempo, sentía que su vida con Enrique se desvanecía cada vez más.
Al salir del bar, Mónica se sintió atrapada en una tormenta de emociones. El aire fresco de la noche le dio claridad momentánea, pero al mismo tiempo, la presión de la decisión se sentía más intensa. Tenía que decidir entre el poder y el amor, entre el peligro y la seguridad.
Al llegar a casa, encontró a Enrique en el sofá, viendo televisión. Se acercó a él, y sintió el tirón de la culpa en su corazón. Había hablado con Javier, y eso ya era un paso hacia el abismo. No quería ocultar nada más.
"Mónica, ¿cómo te fue?" preguntó Enrique, su tono despreocupado.
"Fue... complicado," respondió ella, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta. "Hablamos de lo que me ofreció, y ahora estoy más confundida que nunca."
"¿Confundida sobre qué?" inquirió él, levantando la mirada, notando el peso en su voz.
"Sobre lo que quiero hacer con mi vida. Javier me ofreció una oportunidad para ser parte de algo más grande, pero eso significa arriesgar nuestra seguridad," dijo Mónica, sintiendo cómo su corazón se encogía.
"¿Y qué piensas hacer?" preguntó Enrique, su voz ahora más seria.
"No lo sé," admitió ella. "Quiero tener el control, pero no quiero perderte. Necesito entender lo que realmente significa esta decisión."
Enrique se acercó y tomó su mano. "La única persona que puede decidir esto eres tú, Mónica. Solo tú sabes lo que realmente deseas. Pero recuerda, si eliges este camino, no puedo garantizar que las cosas queden igual entre nosotros."
Las palabras de Enrique le calaron hondo. Era cierto, y el amor que sentía por él la mantenía atada a la razón. Pero la otra parte de ella anhelaba la emoción, la posibilidad de ser más que una simple sombra.
"Quiero que me apoyes, sin importar lo que elija," dijo Mónica, sintiendo que las lágrimas comenzaban a asomarse. "No quiero perderte en este proceso."
"Siempre estaré aquí para ti, Mónica. Pero tienes que ser honesta contigo misma. Si decides seguir a Javier, no puedo garantizar que esto funcione entre nosotros," respondió Enrique, su voz suave pero firme.
Mónica se sintió desgarrada, atrapada entre dos mundos que no se podían reconciliar. La noche se convirtió en un torbellino de pensamientos y emociones mientras se preparaba para el encuentro con Javier al día siguiente.
Esa noche, mientras trataba de dormir, las imágenes de su vida con Enrique se entrelazaban con la idea de un futuro lleno de poder y peligro. Sabía que el amanecer traería consigo la necesidad de tomar una decisión, y la presión se convertía en una fuerza incontrolable.
Finalmente, la luz del día iluminó su habitación, y Mónica se sintió más decidida que nunca. Tenía que enfrentar a Javier, pero también tenía que estar lista para las repercusiones de su elección. La lucha entre el amor y el poder estaba a punto de intensificarse, y Mónica sabía que su vida nunca volvería a ser la misma.
El día avanzó, y con cada hora que pasaba, la expectativa crecía dentro de ella. Estaba a punto de entrar en un mundo del que no había vuelta atrás, y la encrucijada se presentaba más clara que nunca. Cuando llegó la hora del encuentro, Mónica se armó de valor, lista para enfrentar lo que vendría.
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