Capítulo 5
La luz del restaurante creaba un ambiente acogedor, pero Mónica sentía que el aire se volvía denso a medida que se sentaba frente a Javier. Era el momento de tomar una decisión. Mientras miraba a su alrededor, se dio cuenta de que cada mesa estaba ocupada por parejas riendo y disfrutando de la vida, y su corazón latía más rápido, como si estuviera en el centro de una tormenta.
"Javier," comenzó, su voz más firme que nunca. "He estado pensando mucho en tu propuesta y en lo que significaría para mí entrar en este negocio. Necesito saber a qué me enfrento."
Javier la miró con atención, su expresión se tornó seria. "Lo entiendo, Mónica. Es una gran decisión. Pero tengo que decirte que no hay vuelta atrás una vez que entras en este mundo. ¿Estás lista para eso?"
"Lo sé," respondió ella. "Y es por eso que quiero entenderlo todo. ¿Cuál es el plan? ¿Cuánto riesgo implica? Necesito saber qué podría perder."
"Te lo diré todo," dijo Javier, apoyándose en la mesa, su tono se volvió más sincero. "El cargamento de armas llega en dos días. Planeamos moverlo a un lugar seguro donde lo almacenaremos hasta que tengamos compradores. Luego, podemos distribuirlo a varias islas del Caribe. Es una operación sencilla, pero debe hacerse con cuidado."
"¿Y si algo sale mal?" preguntó Mónica, sintiendo que su corazón se aceleraba. "Si la policía nos atrapa o alguien nos traiciona, ¿qué pasará?"
"Siempre hay riesgos," respondió Javier, su mirada fija en la de ella. "Pero tengo gente de confianza en este negocio. Y tú eres parte de ese círculo ahora. No serás solo una más; tienes un papel importante que jugar."
Mónica se detuvo un momento, reflexionando. En su mente, su vida había sido una serie de decisiones difíciles, y cada una de ellas había tenido consecuencias. Pero esta era diferente. Esta podía ser la oportunidad de su vida.
"¿Y qué hay de Enrique?" preguntó, usando su esposo como un escudo emocional. Aunque no había mencionado su nombre antes, sabía que eso lo cambiaría todo.
Javier frunció el ceño. "¿Quién es Enrique?"
"Es... mi esposo. No puedo simplemente meterme en esto sin pensar en él," respondió Mónica, sintiendo que la sinceridad era su mejor estrategia. "He estado viviendo con él, y esto podría ponerlo en peligro."
Javier se reclinó en su silla, observándola con atención. "Mónica, no quiero que esto te ponga en riesgo. Si crees que Enrique podría verse afectado, podemos encontrar una forma de manejarlo. Pero debes ser honesta contigo misma. ¿Realmente crees que podrías vivir una vida normal con él sabiendo lo que estás considerando?"
La pregunta le caló hondo. Mónica había estado viviendo con miedo y desconfianza, pero también había anhelado una vida normal. Sin embargo, cada vez que miraba a Enrique, sentía que su pasado y su presente chocaban violentamente.
"Es complicado," admitió, sintiendo que las palabras se enredaban en su garganta. "He intentado alejarme de esta vida, pero siempre parece que vuelve a encontrarme. A veces siento que no puedo escapar."
"Quizás no necesitas escapar. Quizás necesitas aceptar quién eres y hacer que eso trabaje para ti," dijo Javier, su tono ahora era más suave. "No puedes seguir huyendo de tu sombra, Mónica. Debes enfrentarte a ella."
Las palabras de Javier resonaron en su mente. Él tenía razón, y había llegado el momento de dejar de lado las ilusiones. Pero también sabía que eso podría costarle a Enrique su seguridad, y eso era un precio que no estaba segura de querer pagar.
"Necesito un tiempo para pensarlo," respondió, la incertidumbre reflejada en su rostro. "No puedo tomar una decisión así de la noche a la mañana."
"Lo entiendo," dijo Javier, asintiendo con la cabeza. "Pero recuerda que la vida no espera. La oportunidad está aquí y ahora. No la dejes pasar."
La cena avanzó, pero el ambiente se tornó tenso. Mónica intentó distraerse hablando de trivialidades, pero su mente estaba completamente absorta en la decisión que debía tomar. La atracción que sentía hacia Javier la empujaba a la acción, pero su vida con Enrique la mantenía atada a un mundo que deseaba dejar atrás.
Cuando finalmente se despidieron, Mónica sintió el peso de la decisión en sus hombros. Caminó hacia su coche, luchando con sus pensamientos. Cada paso parecía resonar en su mente como un tambor, retumbando el mensaje de que su vida estaba a punto de cambiar.
Esa noche, Mónica no pudo dormir. Se dio vueltas en la cama, mirando el techo, preguntándose qué camino debería tomar. Las sombras de su pasado la acechaban, y la posibilidad de un futuro con Javier brillaba intensamente ante ella. Pero, ¿realmente quería eso?
Finalmente, se levantó y decidió dar un paseo. La noche estaba oscura y tranquila, y la brisa del mar le acariciaba el rostro. Mientras caminaba por la playa, sintió que necesitaba claridad. Su mente estaba llena de preguntas, y el sonido de las olas le proporcionaba un momento de calma.
"¿Qué harías, Mónica?" se preguntó a sí misma. "¿Te atreverías a dar ese salto? ¿O te aferrarías a la vida que has construido con Enrique?"
Mientras pensaba en su esposo, recordó su sonrisa y cómo siempre había estado a su lado, apoyándola en sus momentos más oscuros. Enrique nunca le había exigido que fuera alguien diferente. Él la amaba por quien era, incluso con su pasado.
"Pero él no conoce todo de mí," murmuró para sí misma. "¿Qué pasaría si se enterara?"
Esa idea la asustaba. La imagen de Enrique, herido y decepcionado, la llenó de tristeza. Pero en el fondo, sabía que si quería tener una vida diferente, tenía que ser honesta con él. La pregunta era: ¿podría enfrentarse a la verdad?
La noche avanzó y, al final, Mónica decidió que no podía seguir viviendo en la oscuridad. Tenía que tomar una decisión, y debía hacerlo pronto. Regresó a casa, decidida a hablar con Enrique. Si iba a dar el salto con Javier, necesitaba que su esposo supiera la verdad sobre su vida y lo que eso significaba.
Cuando llegó a casa, encontró a Enrique dormido en el sofá. La luz de la televisión iluminaba la habitación, y su expresión era tranquila. Mónica sintió un tirón en su corazón al verlo así, tan despreocupado. Sabía que su mundo estaba a punto de volverse inestable.
Se sentó a su lado, acariciando su cabello. "Enrique," susurró, pero él no respondió. Mónica sabía que tenía que esperar hasta la mañana para hablar con él. La verdad tenía que ser dicha, pero en ese momento, solo quería disfrutar de su presencia.
La noche pasó lentamente, y cuando el sol comenzó a salir, Mónica sintió que el nuevo día traía consigo la claridad que tanto necesitaba. En el desayuno, la tensión era palpable. Mónica podía sentir su estómago en un nudo mientras miraba a Enrique.
"Mónica, ¿estás bien?" preguntó él, notando su nerviosismo. "Parece que tienes algo en mente."
"Sí, hay algo de lo que necesito hablar contigo," respondió, su voz temblando ligeramente.
Enrique la miró con preocupación. "¿Qué sucede?"
Ella tomó una respiración profunda, preparándose para lo que estaba a punto de decir. "Quiero que sepas que mi vida no es lo que parece. He estado involucrada en cosas peligrosas, cosas de las que no te he hablado."
"¿A qué te refieres?" preguntó él, su expresión cambiando a una mezcla de confusión y temor.
"Soy... no solo una criminal. He estado robando, y hay personas en este mundo que son peligrosas. Recientemente, he sido contactada por alguien para involucrarme en un negocio aún más grande," dijo Mónica, sintiendo el peso de cada palabra.
Enrique la miró fijamente, procesando la información. "¿Estás diciendo que has estado en problemas? ¿Con quién?"
"Con un hombre llamado Javier. Me ofreció una oportunidad para expandir mis operaciones, pero eso significa que debo entrar en un mundo aún más peligroso," explicó Mónica, sintiendo que su corazón se aceleraba.
"¿Por qué no me dijiste esto antes?" preguntó él, su voz llena de incredulidad. "¿Qué estás pensando, Mónica? No puedes hacer esto. No puedes arriesgarte así."
"Lo sé, pero necesitaba que lo supieras. No puedo seguir viviendo en las sombras, y si decido seguir a Javier, podría poner tu vida en peligro," dijo ella, sintiendo las lágrimas asomarse a sus ojos.
Enrique se quedó en silencio, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y decepción. "¿Y qué piensas hacer?"
"No estoy segura. Estoy atrapada entre dos mundos, y no sé cómo salir de esto sin perderte a ti," admitió Mónica, sintiéndose vulnerable.
"Si decides seguir ese camino, Mónica, no sé si podré estar a tu lado. No quiero una vida llena de miedo y desconfianza," dijo Enrique, su voz temblando.
"Lo entiendo," respondió Mónica, sintiendo que el dolor se instalaba en su pecho. "Pero necesito tu apoyo, necesito que sepas que esto no es algo que he querido hacer. He luchado con esto durante mucho tiempo."
La conversación continuó, cada palabra un paso hacia la verdad. Mónica sabía que su vida estaba a punto de cambiar, pero tenía que enfrentarse a la realidad de su elección. Al final del desayuno, ambos se dieron cuenta de que el futuro que tenían podría no ser el que esperaban.
La decisión que tomaría Mónica no solo afectaría su vida, sino también la de Enrique. Mientras se miraban, ambos sabían que su amor se enfrentaba a la prueba más dura que jamás habían imaginado.
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