Capítulo 4
La noche en que Mónica se reunió nuevamente con Javier Morales, el aire estaba cargado de una expectativa palpable. Mientras se acercaba al restaurante, una mezcla de nervios y determinación la invadía. Había decidido que esta vez, no se dejaría llevar por la atracción que sentía. Iba a entrar en esta nueva alianza con la mente fría, lista para evaluar cada movimiento.
Al entrar, vio a Javier esperando en una mesa apartada, con una botella de vino rojo abierta sobre la mesa. La luz suave del lugar iluminaba su rostro, resaltando la confianza que emanaba. Se levantó al verla, una sonrisa se dibujó en sus labios, y Mónica sintió un pequeño tirón en su corazón.
"¡Hola, Mónica! Te ves increíble," dijo Javier, acercándose para besarla en la mejilla. Ella respondió con una sonrisa cautelosa, reconociendo la atracción pero decidida a mantener su guardia.
"Gracias. Entonces, ¿qué tenemos que discutir?" preguntó Mónica, tomando asiento y tratando de mantener la conversación centrada en los negocios.
"Directo al grano, me gusta eso," dijo Javier, sirviendo vino en sus copas. "He estado pensando en tu participación. Como te mencioné, tengo un cargamento de armas que llega pronto, pero lo que no te dije es que hay una oportunidad mayor en juego."
"¿A qué te refieres?" preguntó Mónica, intrigada.
"Las armas que llegan no son solo para la venta local. Tengo conexiones en otras islas del Caribe que están buscando reabastecerse. Si jugamos bien nuestras cartas, podríamos ampliar nuestro negocio," explicó, sus ojos brillando de emoción.
"Eso suena arriesgado. ¿Qué te hace pensar que podemos hacerlo?" cuestionó ella, manteniendo su tono escéptico. "Si algo sale mal, podría ser peligroso para nosotros."
"Siempre hay riesgos en este negocio, pero confía en mí, tengo un plan," dijo Javier, su voz llena de convicción. "Necesito a alguien que pueda manejar la logística, alguien que no tenga miedo de ensuciarse las manos. Y sé que tú puedes hacerlo."
Mónica se sintió halagada, pero sabía que debía ser cautelosa. "Y si todo sale bien, ¿cuál es nuestra parte del trato?" preguntó.
"Te daré el 40% de las ganancias. Eso es mucho más de lo que podrías obtener en un solo golpe. Piensa en ello como una inversión en tu futuro," dijo, inclinándose hacia adelante, su mirada fija en la de ella.
La oferta era tentadora, y Mónica sintió un tirón de ambición dentro de ella. Había pasado tanto tiempo viviendo en la sombra, siguiendo órdenes de otros. Esta podría ser su oportunidad de controlar su destino. Pero una voz en su interior la advertía: "No te dejes llevar."
"Voy a pensarlo," respondió, manteniendo la calma. "No puedo tomar una decisión así de la noche a la mañana. Quiero conocer más sobre esas conexiones de las que hablas y cómo piensas manejar esto."
"Entiendo, Mónica. Tómate tu tiempo, pero no lo demores mucho," dijo Javier, sonriendo con confianza. "El cargamento llegará en unos días, y deberíamos estar listos para movernos rápidamente."
Mientras continuaban la cena, la conversación fluyó hacia anécdotas de su vida. Mónica descubrió que, a pesar de la fachada dura de Javier, había un lado vulnerable en él, uno que había sido forjado por experiencias difíciles. Habló de su infancia en un barrio peligroso de San Juan, donde aprendió a luchar por lo que quería desde joven.
"Lo que más deseaba era salir de allí. Quería más, y no estaba dispuesto a dejar que nadie se interpusiera en mi camino," confesó, su voz profunda y cargada de emoción.
Mónica podía relacionarse con sus palabras. Su propia infancia había sido una lucha constante, una serie de obstáculos que había tenido que superar. "¿Y crees que esto es el camino correcto?" preguntó, desafiando su perspectiva. "La vida que llevas, el riesgo constante... ¿no hay algo más que desees?"
Javier la miró fijamente. "En este mundo, no hay lugar para los débiles. Lo he aprendido a la fuerza. Pero sí, hay cosas que desearía. A veces sueño con una vida diferente, una donde no tenga que mirar por encima del hombro todo el tiempo. Pero eso es un lujo que no puedo permitirme."
Ambos se quedaron en silencio, reflexionando sobre sus vidas. Mónica sabía que esta conexión era profunda, y aunque la idea de asociarse con Javier la emocionaba, también la aterraba. "¿Cómo sabes que puedes confiar en mí?" preguntó al final, rompiendo el silencio.
"Instinto," respondió él, encogiéndose de hombros. "Siento que eres diferente. Eres inteligente, fuerte. No eres solo una chica bonita; tienes agallas. Y eso es lo que necesito a mi lado."
Mónica sintió un leve rubor en sus mejillas, pero rápidamente se lo quitó de la mente. No podía dejar que la atracción interfiriera en su juicio. "Voy a pensar en tu oferta, pero necesito más información antes de decidir," dijo, tratando de mantener el control de la conversación.
Al final de la cena, Javier le propuso dar un paseo por la playa cercana. La luna brillaba sobre el océano, y la brisa fresca ofrecía un alivio a la calidez de la noche. Mientras caminaban, Mónica pensó en el contraste entre su vida y la de Javier. Ella había pasado la vida buscando salir del abismo del crimen, mientras que él había hecho de ello su mundo.
"Mónica," comenzó Javier, su tono más serio, "quiero que sepas que no todo es solo negocios para mí. He visto lo que eres capaz de hacer, y eso me fascina. Quiero construir algo juntos, no solo en este negocio, sino en nuestra vida."
Ella se detuvo, girándose para mirarlo a los ojos. "¿Qué quieres decir con eso?" preguntó, sintiendo que la conversación había tomado un giro inesperado.
"Podría ser un nuevo comienzo para los dos. Esta vida puede ser peligrosa, pero también hay oportunidades. Quiero que seas parte de mi mundo, no solo como socia, sino como algo más," confesó.
Mónica sintió su corazón acelerarse. Las palabras de Javier resonaban en su mente, pero la confusión la envolvía. En su vida, nunca había tenido la oportunidad de construir algo significativo con alguien. Su vida había estado llena de desconfianza y traiciones.
"Eso es... complicado," respondió, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "No sé si estoy lista para eso. He vivido en un mundo donde las relaciones son efímeras, donde la traición puede estar a la vuelta de la esquina."
"Entiendo tus reservas, pero creo que podríamos ser algo especial. Ambos hemos pasado por mucho, y creo que podemos construir algo real. Piensa en ello," dijo, su mirada profunda e intensa.
Mónica sintió que el aire se volvía pesado entre ellos. La tensión era palpable, y aunque la idea de tener a alguien como Javier en su vida era tentadora, la realidad de su mundo era aterradora. Decidió no responder de inmediato, sabiendo que necesitaba tiempo para procesar sus sentimientos y la oferta que le había hecho.
"Vamos a cenar de nuevo pronto," dijo Javier, rompiendo el silencio. "Y espero que hayas tomado una decisión sobre el negocio. Hay mucho en juego, y necesito saber si puedo contar contigo."
Mónica asintió, tratando de mantener la calma. "Lo haré," respondió. "Pero necesito que me des tiempo."
Cuando se despidieron, Javier la abrazó suavemente, su calidez envolviéndola. La cercanía hizo que Mónica se sintiera vulnerable, una sensación que no le gustaba. Mientras se alejaba, la confusión en su mente aumentaba.
Regresó a casa, su mente ocupada por los pensamientos de Javier y su oferta. No podía dejar de preguntarse si había alguna forma de reconciliar sus dos mundos: el deseo de avanzar en su vida criminal y la posibilidad de encontrar una conexión genuina con alguien.
En las semanas que siguieron, Mónica se sumergió en su trabajo habitual, manteniendo su vida en movimiento mientras lidiaba con la creciente presión de la decisión que tenía que tomar. Pasaba las noches en la calle, robando para mantener su estatus y asegurarse de que su padre no sospechara de su creciente atracción por Javier.
Pero el destino tenía otros planes. Una noche, mientras realizaba un trabajo en un barrio que conocía bien, se encontró cara a cara con un antiguo conocido. Un hombre que había estado en su vida antes, un amigo de su infancia que había tomado un camino completamente diferente.
"¡Mónica! No puedo creer que seas tú," dijo Luis, su voz llena de sorpresa.
"Luis," respondió ella, sintiendo una mezcla de nostalgia y aprensión. "¿Qué haces aquí?"
"Lo mismo de siempre, tratando de salir adelante," dijo él, su mirada fija en ella. "He oído cosas sobre ti, sobre cómo te has hecho un nombre en este mundo. La gente habla."
"Y tú, ¿cómo has estado? ¿Sigues en la misma vida?" preguntó Mónica, recordando los días más sencillos de su juventud.
"Sí, pero estoy buscando una salida. Este mundo no es lo que parece," confesó. "Te vi con ese tipo, Javier. Ten cuidado con él. Es peligroso y no le importa a quién se lleve por delante."
Mónica sintió que las palabras de Luis la golpeaban. "Sé lo que hago. No necesito que me digas cómo manejar mi vida," respondió, aunque sabía que él tenía razón. Pero también había una parte de ella que quería creer que podía tomar el control.
"Solo quiero que estés a salvo. El camino que has elegido no es fácil, y podría costarte más de lo que piensas," dijo Luis, su preocupación evidente.
Mónica se sintió dividida. Por un lado, quería rechazar la advertencia, demostrar que podía cuidar de sí misma. Pero por otro lado, las palabras de Luis resonaban en su mente. El peligro era inminente, y lo sabía. Javier era un hombre que podía ser tanto su salvación como su perdición.
"Gracias por la preocupación, Luis. Pero tengo mis propios planes," respondió, manteniendo su tono firme. Sin embargo, en su interior, la incertidumbre crecía.
Mientras se alejaba, su mente se llenó de dudas. La elección entre seguir a Javier y mantener su independencia se volvía cada vez más difícil. ¿Sería capaz de controlar su propio destino en un mundo que amenazaba con consumirla?
Los días se convirtieron en semanas, y Mónica luchaba con su decisión. Cada vez que pensaba en Javier, recordaba sus palabras, su pasión, y lo que podría ser su futuro. Pero el eco de las advertencias de Luis la seguía persiguiendo, y pronto se dio cuenta de que la única forma de aclarar sus pensamientos era enfrentar a Javier y descubrir sus verdaderas intenciones.
El siguiente encuentro estaba programado para el sábado. Mientras se preparaba, su corazón latía con fuerza. Estaba lista para tomar una decisión, pero sabía que el camino que eligiera podría cambiar su vida para siempre. Mónica se miró en el espejo, y por primera vez en mucho tiempo, vio la mujer fuerte que había construido a través de su lucha.
Cuando llegó al restaurante, Javier la estaba esperando. Esta vez, la mirada en sus ojos era diferente, más intensa. Era hora de que Mónica enfrentara sus miedos y tomara el control de su vida. No iba a ser una peón en el juego de nadie; iba a ser la jugadora.
"Hola, Mónica. Me alegra que vinieras," dijo Javier, sonriendo mientras la saludaba.
"Hola, Javier. Hay algo de lo que necesitamos hablar," dijo ella, sintiendo que el momento había llegado.
Ambos se sentaron, y mientras la cena avanzaba, Mónica se preparaba para desatar la tormenta que había estado acumulando dentro de ella. La elección estaba a su alcance, y esta vez, estaba decidida a no dejar que la oportunidad se le escapara.
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