Capítulo 27
Horas después, Mónica y su equipo regresaron a su escondite, exhaustos pero victoriosos. La batalla había terminado, y Ricardo ya no representaba una amenaza para ellos ni para nadie más. Los documentos y pruebas que habían recopilado junto con la caída de Ricardo se encargarían de desmantelar el resto de su imperio.
Mónica sentía una mezcla de alivio y agotamiento. Sabía que su vida nunca volvería a ser como antes, pero también comprendía que ahora tenía una nueva oportunidad de construir algo diferente, algo libre de la sombra de Ricardo.
Mientras el equipo celebraba en silencio, Sofía se acercó a Mónica con una sonrisa. "Lo logramos, Mónica. Por fin puedes vivir sin miedo."
Mónica asintió, sintiendo cómo el peso de los años comenzaba a desvanecerse. "Gracias, Sofía. Sin ustedes, nada de esto hubiera sido posible."
Sin embargo, en su interior, Mónica sabía que había una última cosa que necesitaba hacer. Se había dado cuenta de que, al enfrentarse a Ricardo, había tomado una decisión no solo por ella, sino también por Enrique. Él había sido la razón por la que había tenido el valor de luchar hasta el final, y ahora podía volver a su lado sin temor de que su vida estuviera en peligro.
Esa misma noche, Mónica dejó a su equipo para hacer una última visita. Llegó a una pequeña casa en un barrio apartado, donde Enrique la estaba esperando. Al verla entrar, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y alivio.
"Enrique," dijo Mónica en voz baja, sintiendo cómo sus emociones se agolpaban. Después de tantos años, por fin podía mirarlo a los ojos sin el peso de la incertidumbre.
Enrique la abrazó con fuerza, sosteniéndola como si temiera que fuera a desaparecer. "No sabes cuánto he esperado este momento, Mónica. Pensé que te había perdido."
Mónica lo miró, acariciando su rostro. "Todo esto... lo hice por nosotros. Por la vida que siempre soñamos tener. Ya no hay nada ni nadie que nos impida vivir en paz."
Ambos se miraron, sintiendo el alivio de saber que, por fin, estaban libres de las sombras de su pasado. Enrique le tomó la mano y le sonrió con ternura. "Siempre supe que eras fuerte, pero lo que has hecho... es algo más allá de lo que hubiera imaginado."
"Solo hice lo necesario," respondió Mónica, apretando su mano. "Ya no somos prisioneros de esa vida. Ahora podemos empezar de nuevo."
Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, Mónica durmió en paz, junto al hombre que había sido su apoyo y su razón para seguir adelante. La vida que tanto habían anhelado ahora era posible, y el futuro finalmente parecía brillante.
Con Ricardo fuera de sus vidas y su equipo a salvo, Mónica se permitió un momento de tranquilidad, sabiendo que había vencido no solo a su enemigo, sino también a sus propios miedos y traumas.
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