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Capítulo 22

La noche estaba en calma mientras Mónica manejaba su coche hacia las afueras de la ciudad, tratando de ordenar sus pensamientos. Las luces de los edificios se desvanecían en la distancia, y pronto solo quedó la penumbra de la carretera frente a ella. El plan estaba en marcha, la alianza se había formado, pero había algo que la seguía perturbando. Sabía que para llevar a cabo la misión necesitaría la confianza absoluta de sus aliados. Sin embargo, no podía negar que, por más que intentara cerrar el capítulo de su pasado, este seguía persiguiéndola, recordándole de dónde venía y las razones que la habían llevado a esa vida.

Se detuvo en un claro junto a un bosque y salió del coche. A pesar del frío de la noche, la quietud la reconfortaba. Era un lugar que conocía bien, uno que frecuentaba de niña, cuando escapaba para estar a solas y lejos de la presión de su familia. La brisa era suave, pero el peso en su pecho era casi sofocante. Los recuerdos de su niñez se colaron en su mente, llevándola a un tiempo y lugar que había intentado olvidar.

De pronto, el sonido de un coche la sacó de sus pensamientos. Giró y vio a Javier, quien había llegado sin avisar. No se sorprendió; sabía que él también tenía sus propios demonios, y ambos solían frecuentar ese lugar en busca de paz.

"¿No deberías estar descansando?" preguntó Mónica, intentando sonreír, aunque sabía que su rostro reflejaba cansancio.

Javier sonrió levemente, cruzando los brazos mientras se acercaba. "Podría decir lo mismo de ti. Pero supuse que te encontraría aquí."

Ambos se quedaron en silencio, observando el cielo estrellado. Después de unos minutos, Javier rompió el silencio.

"Sé que no es fácil, Mónica. Todo lo que hemos vivido nos ha marcado, y a veces es casi imposible dejarlo atrás. Pero si estamos en esto juntos, necesitamos confiar. No solo en lo que somos ahora, sino también en lo que fuimos."

Mónica suspiró, consciente de que Javier había dado en el blanco. Tal vez era hora de hablar, de compartir una parte de su historia, incluso si le dolía. Con un esfuerzo, comenzó a contarle algo que nunca había dicho a nadie.

"Cuando era niña, mi vida era muy diferente. Crecí en una familia donde el respeto se ganaba con miedo y control. Mi padre me enseñó a robar antes de que siquiera supiera leer, y antes de los doce ya había visto cosas que ningún niño debería presenciar." Su voz se quebró ligeramente, y Javier se mantuvo en silencio, escuchando atentamente.

"Mi madre intentó protegerme, pero ella misma estaba atrapada en esa vida. Al final, aprendí a ser fuerte, a no depender de nadie. Y cuando llegó el momento, escapé. Pero mi libertad tenía un precio, y para pagarlo, tuve que convertirme en alguien que nunca imaginé ser."

Javier la miró con empatía, sabiendo que su historia era tan sombría como la de él mismo. "No tuviste otra opción, Mónica. Todos hacemos lo que debemos para sobrevivir. Pero lo que importa es que ahora tienes la oportunidad de ser quien realmente quieres ser."

Ella asintió, sintiendo un peso menos en el pecho por haber compartido esa parte de su pasado. Sin embargo, una duda seguía rondando en su mente. "A veces me pregunto si realmente puedo cambiar, si es posible dejar atrás todo lo que he hecho."

Javier suspiró, colocando una mano en su hombro. "Cambiar no significa olvidar el pasado. Significa aprender de él y usar esas lecciones para construir un nuevo camino. La vida que tuviste fue dura, pero también te hizo quien eres ahora. Y creo que eres una de las personas más fuertes que he conocido."

Mónica sonrió por primera vez en la noche, agradecida por el apoyo de Javier. Tal vez él tenía razón. Quizás el pasado no debía ser un peso que llevara sola, sino una lección que le recordara su fortaleza. Tal vez era posible encontrar la redención, incluso para alguien como ella.

La conversación entre ambos fue cambiando de tono, y, a medida que la noche avanzaba, Mónica sintió que un nuevo sentido de propósito la llenaba. Sabía que su equipo dependía de ella, y que todos tenían sus propias historias. Tal vez su propia vulnerabilidad ayudaría a fortalecer los lazos entre ellos, mostrando que, a pesar de todo, eran una familia.

A la mañana siguiente, Mónica convocó a Luis y Sofía para una reunión. No quería seguir adelante sin que todos entendieran la importancia de la misión y de la confianza mutua. Los cuatro se encontraron en el mismo almacén donde habían discutido el plan la noche anterior. Mónica respiró profundamente y comenzó a hablar.

"Sé que cada uno de nosotros tiene su propia historia, y que no hemos llegado aquí por casualidad. Todos hemos tenido que hacer sacrificios y hemos perdido cosas valiosas. Pero ahora tenemos la oportunidad de cambiar. Esta misión no es solo para deshacernos de Ricardo, sino para demostrarnos a nosotros mismos que podemos ser más de lo que nuestro pasado nos hizo."

Luis y Sofía intercambiaron miradas, sorprendidos por la sinceridad de Mónica. Normalmente, ella era reservada y mantenía una fachada impenetrable, pero ahora hablaba desde el corazón.

"Cada uno de ustedes es importante para mí, y sé que juntos podemos lograr esto. Pero necesito saber que están conmigo, no solo en cuerpo, sino también en espíritu. No puedo hacerlo sola, y no quiero que sientan que están solos en esto."

Sofía fue la primera en responder, con una firmeza en su voz que sorprendió a todos. "Mónica, si estamos aquí es porque creemos en ti. Sabemos quién eres, y aunque todos tenemos un pasado complicado, también sabemos que juntos somos más fuertes."

Luis asintió, con una sonrisa ligera. "Cuentas con nosotros. Todos hemos pasado por cosas difíciles, pero ahora tenemos una oportunidad, una que no vamos a desperdiciar."

Javier, quien había escuchado en silencio, se acercó y colocó una mano en el hombro de Mónica. "Estamos listos, Mónica. Y pase lo que pase, estaremos contigo hasta el final."

Mónica sintió una oleada de gratitud y fortaleza. Sabía que no había sido fácil abrirse, pero al hacerlo, había cimentado la base de su equipo de una manera más profunda. Ya no eran solo un grupo de individuos luchando por su supervivencia; eran una verdadera familia, unidos no solo por su pasado, sino por un futuro en común.

Con una renovada determinación, Mónica miró a sus compañeros. "Entonces, vamos a hacer esto. Por nosotros, y por el futuro que queremos construir. Y pase lo que pase, nadie quedará atrás."

Con esa promesa sellada, el equipo se preparó para el siguiente paso de su plan, con la confianza de saber que, sin importar los desafíos que enfrentarían, estarían juntos, luchando como una verdadera familia.

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