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Capítulo 15

El día amaneció sombrío, como si el clima se alineara con la turbulencia en el corazón de Mónica. La incertidumbre sobre quién podría estar traicionándola la mantenía en un estado constante de alerta. A medida que se preparaba para el día, sabía que cada decisión que tomara podía llevarla más cerca de la verdad o empujarla hacia un abismo sin retorno.

Mientras conducía hacia la casa de seguridad, sus pensamientos giraban en torno a Javier. La idea de que él pudiera ser la fuente de la traición era desgarradora, pero no podía ignorar las señales. El mensaje anónimo que había recibido la noche anterior resonaba en su mente: "Cuidado con Javier. Él no es de fiar."

Al llegar, se encontró con Javier revisando documentos en su oficina. La tensión entre ellos era palpable. Mónica sabía que tenía que actuar con cuidado; cualquier indicio de desconfianza podría costarle caro.

"Buenos días, Mónica. ¿Lista para la reunión de hoy?" preguntó Javier, sin levantar la vista de sus papeles.

"Sí, pero antes, necesito hablar contigo sobre algo importante," dijo Mónica, sintiendo que su corazón latía con fuerza. "Me preocupa lo que está sucediendo. He estado sintiendo que hay más en juego aquí."

Javier la miró, y por un momento, sus ojos reflejaron algo que Mónica no pudo descifrar. "¿A qué te refieres?" preguntó, su tono relajado pero con un destello de curiosidad.

"Escuché rumores. La gente habla, y siento que alguien podría estar filtrando información. Necesitamos ser cautelosos," respondió Mónica, intentando mantener la calma.

"Siempre hay rumores, Mónica. Este es un mundo peligroso y lleno de especulaciones. No puedes dejar que eso te afecte," dijo Javier, su voz firme. Pero en su mirada, Mónica detectó una chispa de algo que la inquietaba.

Mientras la reunión avanzaba, Mónica no pudo evitar observar a Javier con más atención. A medida que discutían la operación, notó que él evitaba ciertas preguntas y cambiaba rápidamente de tema cuando alguien mencionaba la seguridad. Algo no estaba bien.

La tensión en el aire se intensificó cuando Luis, quien había sido su compañero desde el inicio, entró en la sala. "Chicos, he estado escuchando cosas. La policía está más cerca de lo que pensamos. Necesitamos ajustar nuestros planes," dijo, su rostro pálido.

Mónica se sintió aliviada de que Luis estuviera preocupado, pero también intrigada. "¿Tienes alguna evidencia de eso?" preguntó, manteniendo la voz neutral.

"No, solo rumores. Pero creo que deberíamos actuar antes de que sea demasiado tarde," sugirió Luis, mirando a Javier.

Javier asintió, pero su mirada parecía vacía. "De acuerdo, hagamos lo que sea necesario para proteger la operación. Mónica, asegúrate de que la comunicación sea discreta. Cualquier error podría costarnos todo," dijo, intentando mantener el control.

Al salir de la reunión, Mónica decidió que no podía esperar más. Tenía que confrontar a Javier sobre sus sospechas. Mientras se dirigía a su oficina, una idea comenzó a tomar forma en su mente: necesitaba evidencia.

Esa noche, decidió seguir a Javier. Era un riesgo, pero si quería saber la verdad, debía arriesgarse. Después de asegurarse de que no la estaban vigilando, se deslizó tras él mientras salía de la casa de seguridad. La oscuridad se cernía a su alrededor, y la adrenalina la mantenía alerta.

Javier se dirigió a un bar en el centro de la ciudad, un lugar que Mónica conocía bien. No le gustaba la idea de que él se reuniera con alguien en un lugar tan visible, pero necesitaba respuestas. Se escondió en una esquina oscura y observó mientras Javier entraba en el bar.

Dentro, la atmósfera era pesada, llena de murmullos y risas. Mónica encontró un lugar donde podía ver a Javier sin ser vista. Pasaron algunos minutos, y pronto vio a un hombre entrar en el bar. Era un rostro familiar, uno que había visto en el círculo de Javier antes: Ricardo, un conocido distribuidor de armas.

La tensión aumentó cuando Mónica escuchó la conversación. "Necesitamos asegurarnos de que la operación se mantenga en secreto. Si se filtra, no solo perderemos la mercancía, también nuestras vidas," dijo Javier, su voz baja pero clara.

Mónica sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. "¿Qué estás diciendo, Javier?" murmuró para sí misma, intentando asimilar lo que estaba escuchando.

"No te preocupes, tengo todo bajo control. Mónica confía en mí, y eso es todo lo que necesitamos. La información es poder, y ahora mismo, tengo más poder que nunca," respondió Javier, una sonrisa fría en su rostro.

Mónica sintió que una ola de ira la invadía. Había estado tan ciega, confiando en alguien que claramente la había traicionado. Se dio cuenta de que había estado jugando con fuego todo este tiempo.

"¿Sabes lo que sucederá si ella se entera de esto?" dijo Ricardo, su tono severo. "No podemos permitir que alguien como Mónica arruine nuestros planes. Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde."

Fue en ese momento que Mónica decidió que era hora de salir de ahí. No podía permitir que la situación se deteriorara más. Regresó a su auto con el corazón palpitante, sintiendo que su mundo estaba a punto de desmoronarse.

Esa noche, se reunió con Enrique. Sabía que necesitaba su apoyo y consejo, pero también quería protegerlo. "Enrique, necesito que escuches con atención. Hay cosas en juego que no puedo ignorar," le dijo, su voz temblorosa.

"¿Qué ha pasado?" preguntó Enrique, sintiendo la urgencia en su tono.

"Javier... me ha estado traicionando. Está trabajando con Ricardo y probablemente con la policía. No puedo seguir confiando en él," confesó Mónica, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.

Enrique la miró con preocupación. "Esto es serio, Mónica. ¿Tienes pruebas? No podemos actuar solo por suposiciones," dijo, tomando su mano.

"Sí, he estado investigando y he escuchado cosas. Pero necesito que te mantengas a salvo mientras trato de manejar esto. No quiero que te metas en peligro," respondió Mónica, sintiendo que la presión aumentaba.

"No me alejaré de ti. Estoy aquí para ayudarte en esto. Pero necesitamos un plan," dijo Enrique, mirándola intensamente.

Mónica sintió un renovado sentido de determinación. "Necesito confrontar a Javier, pero no puedo hacerlo sola. Necesitamos reunir más información antes de actuar. No puedo arriesgarme a perderte," dijo, sintiendo que el peso del mundo recaía sobre sus hombros.

Mientras planificaban sus próximos pasos, Mónica sabía que había cruzado una línea. La traición estaba más cerca de lo que había imaginado, y no podría confiar en nadie más que en sí misma. La oscuridad del camino por delante se intensificaba, y no podía permitir que su amor por Enrique se interpusiera en su deseo de venganza. Tenía que actuar rápido, o todo lo que había construido podría desmoronarse en un instante.

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