Los días pasaron, y Mónica se sumergió en su propia investigación. Decidió observar a cada miembro del equipo con más atención, buscando señales de deslealtad. Sabía que la traición podía provenir de cualquier lado, y no podía permitirse ser ingenua.

Cada vez que estaba en la casa de seguridad, su mente se mantenía alerta. Estaba decidida a no dejar que nadie la sorprendiera. Se sentó con Javier en una de las reuniones y, a pesar de su preocupación, trató de actuar normalmente. Sin embargo, no podía evitar notar la tensión en la atmósfera. Todos parecían nerviosos, y el clima de desconfianza se intensificaba.

"Tenemos que actuar rápido. La operación se llevará a cabo en un par de días, y no podemos permitir que esto se filtre. Mónica, tú estás al frente de la comunicación, pero asegúrate de que solo hablemos entre nosotros," dijo Javier, con una mirada intensa.

Mónica asintió, sintiendo la presión que recaía sobre ella. Pero al mismo tiempo, su instinto le decía que debía ir más allá. Esa noche, decidió hablar con algunos de sus compañeros de equipo, pero no directamente. Quería observar sus reacciones y escuchar lo que decían.

Mientras se preparaba, se sintió nerviosa pero decidida. Tenía que seguir su instinto. Decidió comenzar con Luis, un miembro del equipo que siempre había mostrado lealtad, pero que también tenía acceso a mucha información. Cuando llegó a su apartamento, se sentó con él en la sala.

"Luis, he estado pensando en la operación. ¿No crees que deberíamos ser más cautelosos?" dijo Mónica, tratando de sonar casual.

Luis la miró con interés. "Claro, siempre es mejor ser precavido. Pero no te preocupes, tengo la sensación de que todo saldrá bien," respondió, su tono relajado.

"Lo sé, pero hay algo que me inquieta. No puedo dejar de sentir que algo está mal," dijo Mónica, observando su expresión.

Luis frunció el ceño. "Tienes razón en ser cautelosa. Este mundo es peligroso, y siempre hay que estar atentos. Pero no creo que debamos preocuparnos de más," sugirió, intentando calmarla.

Mientras hablaban, Mónica notó que había algo en su tono que no le convencía. "¿Has oído rumores últimamente? Cualquier cosa que sugiera que algo está sucediendo," preguntó, tratando de sacar más información.

"No, nada en particular. Solo son rumores de siempre. La gente habla, pero no deberías dejar que eso te afecte," respondió Luis, desviando la mirada.

Mónica sintió que la incertidumbre se apoderaba de ella. "Tienes razón, pero simplemente no puedo sacudirme esta sensación," dijo, intentando sonar despreocupada.

A medida que continuaba hablando con Luis, su mente se llenaba de preguntas. ¿Era realmente leal, o estaba ocultando algo? Decidió seguir investigando.

Al día siguiente, Mónica se reunió con otros miembros del equipo en un café. Se esforzó por actuar de manera normal, pero su mente estaba en constante alerta. Observó las interacciones, escuchando las conversaciones y analizando las reacciones. El ambiente estaba lleno de nerviosismo, y la sensación de traición flotaba en el aire.

Después de varias horas de observación, Mónica decidió que tenía que abordar a Javier de nuevo. "Necesitamos reunirnos. Hay algo que me preocupa," dijo, encontrándolo en la casa de seguridad.

"¿Qué sucede?" preguntó Javier, mirándola con atención.

"Creo que alguien del equipo está hablando. Necesitamos tener cuidado y hacer una revisión de quiénes tienen acceso a la información," propuso Mónica, sintiendo que la tensión aumentaba.

"Entiendo tu preocupación, pero no podemos entrar en pánico. Necesitamos concentrarnos en la operación. Solo mantén la cabeza fría," respondió Javier, pero su mirada delataba que también estaba preocupado.

Mónica sintió que la presión aumentaba. "No puedo evitarlo, Javier. Hay algo en el aire. Necesitamos tomar medidas antes de que sea demasiado tarde," insistió, su voz llena de determinación.

Esa noche, mientras regresaba a casa, Mónica recibió otro mensaje anónimo: "Cuidado con Javier. Él no es de fiar." Sus manos temblaron al leerlo. La traición era una posibilidad aterradora, y se dio cuenta de que había llegado el momento de actuar.

Sin embargo, también sabía que esto podía poner en peligro a Enrique, y no podía arriesgarse a perderlo. La lucha entre su ambición y su amor por él se intensificaba. Se sentía atrapada en una red de desconfianza y desesperación, y la única forma de salir era descubrir la verdad, sin importar lo que le costara.