Mónica despertó con una sensación de inquietud que la acompañaba desde la noche anterior. Había tenido un sueño inquieto en el que se encontraba atrapada en un laberinto de sombras, rodeada de rostros conocidos y desconocidos que la miraban con desprecio. Despertó con el corazón acelerado y una sensación de urgencia que no podía sacudirse.

A pesar de la ansiedad que la invadía, Mónica se preparó rápidamente para la reunión programada con Javier y el equipo. Sabía que la operación se estaba intensificando, y no podía permitir que sus emociones la distrajeran. Mientras se vestía, repasó mentalmente lo que había aprendido hasta ahora y la manera en que había estado manejando la situación.

Cuando llegó a la casa de seguridad, el ambiente era tenso. Javier estaba revisando documentos con una expresión de preocupación en su rostro. "Mónica, necesitamos hablar. Hay algo que no está bien," dijo, mirándola con seriedad.

"¿Qué sucede?" preguntó Mónica, sintiendo que la inquietud se transformaba en una punzada de miedo.

"Recibí un aviso de que alguien está hablando. Alguien del equipo podría estar filtrando información a la policía," explicó Javier, su tono grave.

Mónica sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. "¿Cómo es posible? ¿Quién podría hacer eso?" preguntó, tratando de mantener la calma.

"No lo sé, pero tenemos que ser cuidadosos. Si esto se filtra, todos estamos en peligro, incluido Enrique," advirtió Javier, su mirada dura.

Mónica se sintió atrapada en un juego del que no podía escapar. La idea de que alguien de su círculo más cercano pudiera traicionarla la llenaba de rabia y miedo. "¿Qué hacemos?" preguntó, sintiendo que la incertidumbre la consumía.

"Primero, tenemos que descubrir quién está detrás de esto. Mantente alerta y no hables de la operación con nadie. Necesitamos tomar precauciones," dijo Javier, su voz firme.

Los días siguientes fueron una mezcla de tensión y desconfianza. Mónica se sintió cada vez más inquieta al ver a sus compañeros de equipo, preguntándose si alguno de ellos podría estar jugando un juego doble. Cada conversación la hacía sentir más ansiosa, y cada mirada parecía llevar consigo un secreto oculto.

Una noche, mientras estaba en su apartamento, recibió un mensaje anónimo en su teléfono: "Sé lo que estás haciendo. La policía está cerca." Mónica sintió que el frío se apoderaba de su cuerpo. El mensaje era claro: alguien estaba al tanto de sus movimientos.

Sin pensarlo, se dirigió a ver a Enrique. Necesitaba su apoyo y consejo, y además quería asegurarse de que él estuviera a salvo. Cuando llegó a su casa, encontró a Enrique en la cocina, preparando la cena. Su rostro se iluminó al verla, pero Mónica pudo notar la preocupación en sus ojos.

"Mónica, ¿todo bien?" preguntó, dejando de lado sus tareas y acercándose a ella.

"No. He recibido un mensaje. Alguien está al tanto de la operación, y me preocupa que puedan estar cerca de nosotros," respondió Mónica, sintiendo que la ansiedad la invadía.

Enrique la miró con seriedad. "¿Sabes quién podría ser? ¿Has hablado con alguien sobre esto?" preguntó, su preocupación evidente.

"No, no he dicho nada. Pero Javier me advirtió que alguien está filtrando información. No sé en quién confiar," admitió Mónica, sintiendo la desesperación apoderarse de ella.

"Debes ser cautelosa. Tal vez deberíamos alejarnos de todo esto, al menos por un tiempo. No quiero que te pongan en peligro," sugirió Enrique, tomándola de las manos.

Mónica sintió un tira y afloja en su interior. La idea de dejarlo todo era tentadora, pero la ambición y el poder que había comenzado a experimentar eran difíciles de ignorar. "No puedo solo dar la espalda a todo esto. He trabajado muy duro para llegar aquí," dijo, sintiendo una batalla interna.

"Pero a qué precio, Mónica. No vale la pena arriesgar tu vida y nuestra relación por esto," insistió Enrique, su tono lleno de preocupación.

"Lo sé, pero tengo que descubrir quién está detrás de esto. No puedo dejar que me saquen del juego tan fácilmente," dijo Mónica, su determinación renovada.

En ese momento, Mónica decidió que lo mejor era hacer su propia investigación. Necesitaba descubrir quién estaba traicionándola antes de que fuera demasiado tarde. Mientras se despedía de Enrique, sintió que la ansiedad y la determinación se entrelazaban en su corazón.