Final

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Portland, Los Ángeles, Las Vegas, Miami, Savannah, New York. Y un montón más de pequeñas ciudades en las cuales paramos para admirar el paisaje. 11 meses después de abandonar mi hogar para recorrer el país con Christian, finalmente volvemos a Seattle... A Montesano.

— Estaciona con cuidado — Dice antes de que pueda parar frente a la casa — Y trata de no pinchar las llantas esta vez.

Apago el motor para poder mirarlo y que deje de reír, pero me distraigo cuando echo un vistazo a la calle recordando la última vez que estuve aquí. Sentí que moriría.

— Necesitamos podar el pasto.

Christian se quita los lentes oscuros para señalar el pequeño jardín que en este punto de abandono, parece un bosque gracias al clima húmedo del estado de Washington.

— Uf, creo que tenemos mucho qué hacer si planeamos vivir aquí. Ni siquiera puedo ver el buzón.

Camino entre la hierba hasta la puerta y deslizo la llave en la cerradura oxidada para abrir, empujando un poco con mi hombro. Abro también el buzón y tomo el montón de sobres y propaganda para llevarlos hasta la mesa.

— Ten cuidado, está lleno de polvo — pasa la mano por la barra de la cocina y me enseña la marca gris en sus dedos — Deberíamos ir mejor a mi departamento.

— De cualquier forma tendremos qué limpiar este lugar. Tal vez rentar la casa para solventar algunos de los gastos que tendremos.

Llevo mis manos instintivamente a mi pequeño vientre para masajearlo. Saber que estaba embarazada fue el motivo por el cual dejamos Colorado para regresar a casa y tener algo de tranquilidad.

— Ya te dije que no te preocupes por el dinero, cariño — Se acerca para besar mi cabeza — Nada te hará falta.

Tomo de nuevo los sobres para revisarlos, lanzando a la basura toda la propaganda y revistas innecesarias, hasta que encuentro uno de un bufete de abogados. Mierda. Finalmente José está demandándome por todo el dinero que le debo.

¿Cómo pude pensar que lo dejaría pasar?

— ¿Qué es? — Pregunta pasando los brazos por mi cintura.

— No lo sé, parece una notificación de algún tipo.

— Ahí — Señala la hoja — Tenías que presentarte en el juzgado.

— ¡Hace meses! — Chillo mirando la fecha — Aquí hay otro sobre con el mismo logo.

Otro sobre con otra notificación para que me presente en alguna clase de reunión con el abogado de José. Lo dejo de lado para tomar el último sobre con la fecha más reciente.

— Esto es... No puedo creerlo — Tomo la notificación para leerla de nuevo — Mi matrimonio con José se anuló.

— ¿Qué?

— ¡Si! ¡Mira! ¡Él anuló nuestro matrimonio! — Grito de felicidad — ¡No estoy casada con él!

— Esa es una gran noticia, nena.

Me abraza de nuevo y giro un poco para besarlo porque soy libre de hacerlo, es como si esta horrible pesadilla de ser la señora Rodríguez hubiera acabado.

— Ahora eres mía por completo — Me besa rápidamente — Ustedes dos lo son.

— Lo somos, y no te sientas presionado a proponerme matrimonio — Me río — No queremos matar a tu madre de felicidad.

Cómo olvidarla. Grace estuvo llamando a Christian toda una semana para exigirle que regresara a Seattle para salvar su carrera, pero él se negó a dejarme sola.

— Te amará, tarde o temprano lo hará.

Se aleja para ir hacia las ventanas de la sala para abrirlas mientras termino de revisar la correspondencia. Dos sobres con el logotipo de la asociación de veteranos son los primeros en llamar mi atención.

— Reconocimiento especial para el soldado Raymond J. Steele, por su gran valor... — Leo la hoja que lleva al pie una medalla para papá.

La coloco sobre la mesa y paso al siguiente sobre cuyo nombre en el remitente es un tal Jason Taylor. ¿Dónde lo he escuchado antes?

— ¡Oh! ¡Maldición! ¡Olvidé llamarlo! — Y hacerlo un año después ya no tiene sentido, ¿O si? — Por medio de la presente le notifico a usted que debe comunicarse para darle información importante respecto a las instrucciones de su padre...

¿Instrucciones? ¿Ray dejó algo dicho para mí? Tomo el móvil de mi bolsillo y tecleo el número en la hoja.

— Buen día, Soy Ana Steele — Me presento cuando la persona contesta — Siento mucho la demora, pero recibí este documento pidiendo que me comunicara.

— Claro que sí, señorita Steele, he estado esperando su llamada. Soy Jason Taylor, amigo de Ray de la asociación de ex marines. Supongo que no lo ha hecho, pero tiene que presentarse en las oficinas con la póliza para recibir el dinero del seguro.

— ¿Póliza? ¿Cuál póliza? ¿De qué seguro me habla?

— Del seguro de su padre, ¿No sé lo dijo?

— ¿Decirme qué?

— Hace años que él accedió al seguro de vida de la asociación, y éste fue liberado dos meses después que él falleció. Había intentado contactarla, pero ya no estaba en el domicilio.

— Si, yo... Tuve que hacer un viaje, pero estoy de vuelta.

— Me alegro. Entonces solo me queda esperar a que usted traiga la póliza y reciba el dinero para cumplir con mi palabra a Ray de ayudarla.

— Si, claro. La póliza está aquí con sus documentos.

— Bien, no olvide su identificación y posiblemente quiera un número de cuenta en el banco, no creo que desee andar por las calles con medio millón de dólares.

— ¿Qué?

— Que le sugiero un número de cuenta para depósito o transferencia, es menos riesgoso señorita Steele.

— Eso no puede ser posible, papá jamás mencionó algo sobre un seguro de vida.

— Pero lo hizo, y le prometí asegurarme que usted recibiera el apoyo cuando él muriera. Él haría lo mismo si yo me iba primero — Su tono de voz es un poco menos formal — Es lo menos que puedo hacer por mi mejor amigo Ray.

— Gracias señor Taylor, estaré ahí mañana.

— Y yo estaré encantado de recibirla, y conocer finalmente a la Annie de Ray.

Termino la llamada con un nudo en la garganta. Todo este tiempo creí que Christian me había rescatado de la soledad, pero ahora que lo pienso con claridad, nunca estuve sola.

Papá jamás me abandonó. Siempre estuvo conmigo y me protegió aún cuando no me di cuentan.

Ray siempre fue mi salvación.

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Fin.