
XXIV
Eres las estrellas en mi corazón
y la sangre en mis venas;
El rugido del trueno
y la calma de la lluvia.
La entendía. Y aunque no podía sentir lo mismo que ella, si podía percibir una idea cercana al imaginarse a sí mismo sin su hermana, perdiéndola. No le gustó pensar en aquella idea, porque de inmediato se le hizo un hueco en el corazón. Madison estaba sufriendo y la impotencia de no encontrar algo que pudiera quitarle el sufrimiento, lo estaba carcomiendo por dentro. La observó correr por las escaleras hacia su habitación y sus pies siguieron rápidos el mismo recorrido, con la intensión de encontrarla a tiempo. Pero cuando llegó, la puerta del cuarto había sido cerrada casi sobre sus narices. Thayer se tomó unos minutos antes de intentar hacer algo. Detrás de esa puerta, estaba la chica que amaba, la misma que estaba pasando por lo que sería probablemente el peor momento de su vida. No iba a permitirse entorpecer la delicada situación aún más, tenía que ser útil para Madison y no un estorbo.
Tocó la puerta un par de veces pero no recibió respuesta, pero pese a eso, no quería irse, no quería darse por vencido tan rápido. Se arriesgó y entró, porque el plan de dejarla sola en una situación así, no cabía en su cabeza. Madison ni siquiera lo vio, porque estaba de espaldas, concentrada en algo, precisamente en un papel que sostenía entre sus manos.
—Mad...— Thayer extendió el brazo para tocar apenas su hombro, pero Madison giró justo antes de que sus dedos la tocaran. Apenas alcanzaron a rosarla.
— ¿Sabes lo qué significa esto?— mostró el papel, aunque no llegaba a leer nada de lo que decía. —Que soy la persona más egoísta del mundo— murmuró, afectada. No estaba siendo dura con él, sino con ella misma.
—No es así. ¿De qué estás hablando?— no comprendía de que iba todo. Y en sus intentos por acercarse, Madison se rehusaba a todos, como si no quisiera recibir su apoyo, ni su cariño.
—Qué Austin lo sabía— aseguró. —Sabía que estaba a punto de pasar y por eso me convenció de que me fuera contigo, porque no quería que yo estuviera obligada a verlo en su peor momento, no quería que yo sufriera aún más— la voz se le apagó, largando en un hilo las últimas palabras y aunque parecía que por fin rompería en llanto, no lo hizo. De algún sitio sacó fuerzas para seguir expresándose. —Estaba pensando en mí. En mí— elevó la voz, sí, enojada consigo misma. —Cuando era él quien de verdad estaba sufriendo y pasándola mal— se recriminó.
—Él te quería. Trató a su manera de evitar que la pasarás aún peor, de mantenerte a salvo...
Madison lo interrumpió.
—No. Debí haber estado aquí. Solo debí haberme quedado a su lado. Le habría dicho que no tuviera miedo...— su voz se volvió a quebrar, pero encontró una vez más la forma de resurgir. —Porque lo tenía— agregó, bajando la mirada hasta el papel escrito.
—Estoy seguro de que ya no— elevó su rostro tomando suavemente su mentón, hasta poder mirarla, porque por alguna razón, Madison pretendía seguir escondiéndose. Cuando sintió el toque de Thayer, su guardia empezó a bajar. — ¿Sabes? No sirve de nada que estés culpándote de las cosas que no podías controlar. No seas así de dura contigo, porque no es lo que mereces. Tienes que parar de castigarte— pronunció buscando la aprobación en los ojos de Madison. Tenía que ceder en algún momento, dejar de recriminarse cosas a ella misma que no le correspondían.
—Tienes que parar de ser tan bueno conmigo y deberías irte, porque estar sola es lo que me corresponde ahora— le indicó, aunque su voz ya no sonaba tan furiosa y a pesar de sus palabras, algo en ella mostraba que terminaría por dejarse ayudar. En realidad no quería que Thayer se marchara. Era lo que menos quería.
—El día que me trajiste y conocí a tu hermano, en cuanto nos dejaste solos, lo primero que hizo fue hablarme de ti. Me dijo que creía en ti, me remarcó que eres fuerte, inteligente, que mereces lo mejor del mundo— le comentó, recordando aquella conversación de un tiempo atrás. —Me pidió que te lo recuerde cada vez que fuera necesario. Como ahora.
— ¿Austin lo dijo?— cuestionó ilusionada, porque mágicamente, saber aquello había causado de pronto un efecto de tranquilidad.
—Él lo dijo— reconfirmó, nunca lo olvidaría. —Y luego también me pidió que no te dijera sobre la conversación, porque te pondrías como loca si te enterabas que había hablado sobre ti conmigo— acotó y en ese instante, Madison fue capaz de emitir una sonrisa. Su hermano siempre se caracterizó por su sentido del humor. Y ahí estaba, ausente de algún modo, pero asegurándose de que riera. —Justo ahora, creo que era necesario que lo supieras.
Ella asintió, esta vez con los ojos humedecidos, pero ya no era enojo, sino la mismísima tristeza de asumir que su hermano se había ido, en paz.
—Gracias, Thay. Era lo que necesitaba escuchar— pronunció dejándose finalmente resguardarse entre sus brazos. Apoyó la cabeza sobre el hombro de Thayer y permitió que las lágrimas cayeran, porque ahí estaba bien, porque ahí era válido ser vulnerable, nadie se aprovecharía de aquello, nadie la lastimaría.
—Ya no más culpas, ¿está bien?— le susurró, sosteniéndola entre sus brazos.
—Te lo prometo— murmuró, esperando seguir siendo lo suficientemente fuerte para afrontar lo que venía.
Como lo habría querido su hermano.
♡♡♡♡♡♡
"El viaje se extendió 7 días más, pero estaré allí pronto. Espero verte cuando llegue, te extraño y no olvido que tenemos una conversación pendiente... Contesta mis llamados cuando puedas, por favor".
Thayer leyó el mensaje de texto justo cuando finalizó su llamada con Maxine. Había tomado el celular simplemente para conversar con su hermana y tras leer el mensaje, volvió a guardarlo sin contestar. Estaba decidido a todo se terminaría con ella definitivamente en cuanto regresara, seguía teniendo la misma intención que le hizo saber en la última conversación. Aun así, se sentía atado, como si lo forzaran a estar de un lado pero él luchaba para mantenerse del otro.
Había pasado dos noches en casa de Madison, procurando que descansara al menos unas cuantas horas y ayudando desde su lugar, en todo lo que podía. Madison bajó la escalera, preparada para irse y en cuanto puso un pie próximo a Thayer, se aferró a su mano, entrelazando los dedos unos con otros. Thayer sostuvo su mano con fuerzas, gesto que de inmediato fue reconfortante para Mad. Sabía que él estaría ahí, pasara lo que pasara.
Sus padres ya se habían marchado. Madison se subió al auto, acomodándose en el asiento de co-piloto y Thayer condujo. La vida seguía resultándole irreal. Dos días atrás se había sentado en ese mismo auto con una sonrisa de un extremo a otro, animada, imaginando que sería el mejor viaje de su vida. Y lo fue, al menos por un día. Después de sentirse por veinticuatro horas la persona más radiante del planeta, parecía increíble que estuvieran conduciendo hacia el cementerio.
—Es tan estresante tener que saludar familia que no veo hace años— le murmuró a Thayer en voz baja, aún aferrada a su mano. Sí, en público, ya no importaba lo que los demás pudieran decir. Menos en un momento como ese.
—Siempre puedes esconderte— 'vio como la chica enmarcaba una minúscula sonrisa, aunque en su interior se sintiera destrozada. Había algo que le permitía tener cierta paz, el hecho de que Austin pudo dejar de sufrir.
—Lo haría— pensó en aquella idea. —Es que sé lo que están pensando. Yo apoyé a Austin cuando decidió dejar de tratarse... Y todos de inmediato pensaron en mí como alguien que quería sacarse un estorbo de encima— se encogió de hombros, asumiéndolo. —Pero eso es justo lo que me deja estar en paz ahora. No estoy feliz, claro que no, solo siento una tranquilidad que hacía años no sentía, porque ahora pienso en mi hermano como alguien que ya no está pasándola mal todo el rato, pienso en él como alguien que seguro está mejor— reflexionó, en medio del tumulto de gente que quizás, apenas conoció a Austin pero sus rostros se veían empapados en lágrimas y observaban a Madison con descaro de vez en cuando.
—Tú sabes la verdad. Eso es todo lo que importa ¿no? Ellos no saben nada— acomodó el cabello de Madison hacia atrás, para dejarle un beso en la frente. —Estás helada. ¿Te sientes bien?— le preguntó con marcada preocupación.
—Lo olvidé. Dejé mi abrigo en el auto— comentó tras asentir que estaba bien. — ¿Podrías ir por él? Es con todo esto, prefiero quedarme oculta aquí— pidió impidiendo tener que recorrer todo el sitio de nuevo. Thayer de inmediato dijo que sí.
—Ya regreso— le aseguró, encaminándose hasta el auto. Al llegar, recogió la chaqueta de Madison que había quedado en el asiento trasero y rápido, direccionó de regreso.
Y supo, que esos cinco minutos de su ausencia fueron muy útiles a alguien que a simple vista, tenía intención de seguir molestando. Observó a Patrick dialogando con Madison, aunque lucía calmado, Thayer no confiaba ni una pizca en él. El muchacho aún cargaba con las marcas de la última pelea en el rostro.
— ¿Qué estás haciendo aquí?— se paró a un lado de Mad, quién buscó entrelazar su mano con la de ella nuevamente. Thayer la correspondió.
—Estaba pidiéndome disculpas y ya se iba, ¿No, Patrick? Te vas— le indicó tratando de que mantuvieran la calma. Claro que le desagradaba la presencia de ese muchacho, pero por razones lógicas no permitiría una pelea, nunca más.
—Thayer, es de mala educación no saludar antes— lo rebajó con la mirada, siempre observándolo como si fuera menos que él.
—Lárgate de aquí, ahora— se contuvo a no sacarlo por sus propios medios. Su mano en la de Madison, era lo que lo mantenía centrado y que le recordaba, no podía perder la paciencia en ese instante.
—Eres tú el que tendría que largarse en realidad— hizo una mueca, Thayer frunció el entrecejo.
— ¿De qué hablas? Sal de aquí o te voy a sacar con mis propias manos— le advirtió, pero el contrario tenía algo más guardado.
—Vaya, veo que no estás al día con las noticias. ¿No revisas tu correo, Thayer?— cargó una expresión de satisfacción por lo que estaba a punto de decir. —Tienes una orden de restricción. No puedes acercarte a mí. No puedes estar en el mismo sitio que yo. Papá fue el de la idea después de ver lo que me hiciste en la vereda de mi casa. — le hizo saber, con demasiada malicia visibilizada. Se notaba que estaba disfrutándolo. —Si rompes esa orden vas preso. Y lo estás haciendo por cierto, ups— agregó como si fuera algo casual. — ¿Quién es el que tiene que irse ahora, eh?— alzó las cejas, avispado.
—Déjanos en paz. Todavía no conoces de lo que soy capaz— se adelantó, soltando la mano de Madison y planeando confrontarlo porque su impulso le estaba ganando. La expresión se le transformó, quería golpearlo otra vez, porque había sobrepasado los límites, porque aquello también estaba lastimando a Madison. La misma que lo detuvo a tiempo, poniendo una mano en su pecho.
—Thayer, no. No— dijo frenándolo, captando que recibir un golpe era lo que Patrick buscaba, era obvio que estaba vengándose. Así lo terminaría por meter en problemas reales. —Mírame a mí. No hagas esto— le repitió, esforzándose para que no avanzara. Thayer se concentró en Madison, aun sintiendo que la sangre hirviendo circulaba por sus venas. —Salgamos de aquí ahora. Vamos a solucionarlo de otro modo— lo sujetó del brazo, obligándolo a seguirla.
El pelinegro observó a Patrick repletó de ira. La única razón por la que no estaba partiéndole la cara era Madison. —Esto no va a quedar así— le murmuró al contrario, que seguía con una sonrisa ridícula en la cara.
Y así, reprimiendo sus impulsos, siguió a Madison hasta la salida.
Probablemente habría ido preso si ella no lo hubiera detenido justo a tiempo.
《Por favor, si te gusta la historia, deja tu voto y/o comentario, para ayudarla a crecer. ¡Gracias!》
《Instagram: evelynxwrites》
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro