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VI


"Todo lo que teníamos ha desaparecido,

cuéntales que yo era feliz,

y mi corazón está roto,

todas mis cicatrices están abiertas,

cuéntales que aquello en lo que tenía esperanzas,

era imposible".

(Impossible - James Arthur).


Tres días después.

Thayer y Lexie no habían vuelto a hablarse, hasta ese día. La universidad la tenía tan ocupada, que no pudo atender un llamado de su novio o en realidad, se sentía un tanto ofendida por la última discusión y hasta ese entonces, no quiso volver a hablar con él. Pero finalmente cedió y él estaba esperándola en el auto, para ir a cenar.

—¿Qué estuviste haciendo todos estos días sin mí, eh?— pronunció la chica, que olvidando sus molestias, le plantó un beso en los labios como de costumbre.

—Trabajando, no mucho más— respondió, cuando los labios de su novia se alejaron para permitirle hablar. —¿Qué hay de ti?

—Lo de siempre. Universidad, exámenes, trabajos, prácticas. Justo de eso quería hablarte, tenemos un viaje de estudio dentro de una semana— comentó, esperando que Thayer no se tomara a mal el hecho de que ella había arreglado todo sin contárselo.

—¿Te irás?

—Sí, tengo que hacerlo. Es algo que de verdad aportará mucho a mis estudios, es una oportunidad que no puedo desperdiciar. Sé que suena extraño decir que me voy un mes, pero pasará más rápido de lo que parece— de modo casual, soltó que estaría fuera de la ciudad por cuatro semanas. Buscó en Thayer alguna reacción de desconcierto, pero lo cierto es que lo encontró inesperadamente tranquilo. —¿Y, que piensas?

—Me parece bien.

—¿Solo dirás qué te parece bien?

—Bueno, creo que como dijiste, es una gran oportunidad y no deberías echarla a perder— comprendía que los estudios de Lexie eran lo primero en su vida y de hecho lo apoyaba, pero a veces sentía la necesidad de contarle cosas sobre él y no encontraba el momento. No se sentía escuchado.

—De verdad es una gran oportunidad. Espera a que te muestre el sitio a donde iremos— Lexie se mostraba entusiasmada, sin dudas las felicidad la invadía. Buscó en su cartera los folletos para enseñarle a su novio, removió el bolso un tanto alborotada por la ansiedad y algunos papeles cayeron bajo el asiento. —Ya ves, todo esto del viaje me está volviendo loca— se agachó hasta recoger sus papeles pero entre sus manos, trajo algo más... Un sobre que no reconoció, porque no le pertenecía. —¿Y esto de dónde salió?— cuestionó, apresurada por leer de qué trataba.

"Destinatario: Madison Cook", fue lo primero que leyó. Thayer no tenía idea, hasta ese instante, que ese sobre llevaba tiempo en su auto.

—¿Madison? ¿La chica del bar?— Lexie no tardó en sacar conclusiones. —¿Es en serio, Thayer? ¿Estuviste con ella aquí dentro?— continuó, las especulaciones empezaban a fluir de a millones.

—Sí, pero deja que te explique.

—¿Explicarme qué? Es evidente que te fuiste con ella después de que la defendiste, por eso no atendiste el teléfono en toda la noche. Estabas con ella— le recriminó e inhaló una extensa bocanada de aire, frustrada.

—Lexie, deja que te explique como fueron las cosas— insistió, pero la chica parecía decidida a no dejarlo hablar.

—No, no quiero que me expliques nada, ya ni si quiera sé que estoy haciendo todavía aquí. Ve por ella, Thayer— su novia salió del auto y se sintió un imbécil. Todo se le estaba yendo de las manos y ni siquiera podía conseguir que su novia le creyera. —Um, por cierto, dile de mi parte que no debería desaprovechar esa universidad— regresó abriendo la puerta para devolver el sobre y cerró con fuerzas, luego de sus palabras "amables".

La observó marcharse y el manubrio de su auto recibió unos cuantos golpes, descargando la bronca que contenía porque últimamente, nada le salía bien. Se detuvo cuando cayó en la cuenta de que golpear objetos no lo llevaría a ninguna solución. Y entonces, el sobre que todavía yacía en el asiento, robó su atención. Después de conocer de dónde provenía dedujo que era importante y que tenía que alcanzárselo a Madison. Aún tenía tiempo para ir a tocar el timbre de su casa, sabía que le encontraría allí y eso hizo.

♡♡♡♡♡♡

—Thayer. ¿Qué estás haciendo aquí?— Madison llevaba el pelo suelto, un short solo apto para usar dentro de su casa y una remera que redoblaba su tamaño. Si hubiera sabido que él aparecería en su casa, se habría quitado todo eso. Pese a su ropa, dio unos cuantos pasos hacia afuera, cerrando la puerta tras ella. Su padre estaba dentro y prefería no sentirse preocupada de que oyera lo que hablaban.

—Parece que olvidaste esto en mi auto— le extendió el cuestionado sobre. Los ojos de Madison se abrieron un tanto exaltados, se suponía que nadie debía descubrirlo porque cualquiera iba a reprocharla por haberse negado ante la posibilidad de estudiar en esa universidad tan prestigiosa. Aunque ella tenía razones suficientes para decir que no, temía que el mundo no la comprendiera y que la juzgaran.

—Ah, sí. Debió caerse el otro día cuando me llevaste a trabajar— se quedó con el papel, el cual planeaba seguir ocultando. Deseó que nadie lo hubiera descubierto, pero ya era tarde. —¿Podrías no decirle a nadie sobre esto?— pidió.

—Claro. No saldrá nada de mi boca— dio por sentado a pesar de que no podía comprender porque debía ocultarlo. —Solo que, ¿no se supone que deberías estar orgullosa? Todos saben que es muy difícil ser aceptado ahí— recordó. La universidad que citaba a Madison era de gran prestigio, ella lo sabía. Incluso cuando hizo el examen creyó que no la tendrían en cuenta, pero finalmente la carta había llegado.

—¿Crees que no lo sé? Pasé un mes entero estudiando para el examen— suspiró, bajando la mirada. Tocar el tema la estresaba. Lo traía guardado, sin hablarlo con nadie y entonces cuando se le presentaba la oportunidad de que alguien más la escuchara, no tenía idea por dónde empezar. Eran muchas cosas dentro de ella. Demasiadas.

—¿Y por qué lo escondes?— Thayer se cruzó de brazos, mirándola. Su pregunta no sonó como alguien que estaba juzgando, sino como alguien que intentaba comprender.

—Por qué no voy a ir, Thayer— confesó en voz alta su decisión, que no cambiaría. Aunque la escuchó por primera vez salir de su boca y cayó en la cuenta de la gran oportunidad que tiraba a la basura. Lo lamentaba, lo lamentaba tanto. Creyó que él la miraría como si estuviera loca, pero se encontró con todo lo contrario. Él intentaba ver dentro de ella. —Y será mejor que te lo quedes tú o no, mejor terminar con esto ahora— decidida, rompió el sobre por la mitad y luego repitió el movimiento, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.

—Espera Mad, no tienes que hacer eso— quiso detenerla, tarde, porque la chica ya había despedazado la carta transformándola en inútiles pedacitos de papel. Madison le echó un vistazo a los pequeños papeles que yacían en el suelo y se apretó con los dientes el labio inferior, conteniendo las ganas de llorar. —Mad, ¿estás bien?— Thayer se aproximó, notando como la respiración de la chica se había acelerado. Ella elevó su mirada cristalizada hacía él, para segundos después, echarse a sus brazos.

—Me encantaría ir. Pero no es tan sencillo. No para mí— murmuró en un hilo de voz, mientras él la contenía rodeándola con sus brazos. Inconscientemente, lograba que ella se sintiera en el lugar más seguro del planeta tierra.

—Tranquila— le susurró y Madison solo deseó quedarse mil años ahí. Sabía que cuando la soltara todo volvería a ser angustiante como antes.

Sus cuerpos emprendieron a tomar distancia, pero sus rostros estuvieron por un instante tan cerca que cualquiera juraría, iban a besarse. Madison fue la que se abstuvo y se echó hacia atrás, recordando que aquello era imposible, repitiendo para sí misma que Thayer nunca la vería del mismo modo que ella lo veía a él.

Se secó las lágrimas con el reverso de la mano, obligándose a recuperarse. No podía permitirse llorar más, no frente a él.

—Ya estoy bien, no te preocupes. Lo que pasa es que nunca hablé de esto con nadie, y terminó siendo más intenso de lo que creía— se encogió de hombros, restándole importancia al asunto para impedir que él la siguiera viendo de ese modo, tan vulnerable.

—¿Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, no?— Thayer guardó sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. Imaginando que si las dejaba libres, no se resistiría a volver a tocarla.

—Lo sé— asintió, mostrándole una pequeña sonrisita para convencerlo de que estaba bien. —Creo que... Ya debería entrar, mi papá está esperándome para cenar— por un segundo pensó en invitar a Thayer pero imaginó que sería una situación un tanto extraña. Mejor no.

—Entiendo— dio por seguro. —¿Me llamarás?-— sugirió. Quería seguir hablando con ella, porque podía percibir cuanto Madison lo necesitaba.

—Lo haré.

—Bien— ¿ya tenía que irse? Sí.

—Bien— respondió Madison sintiendo un cosquilleo en su estómago. Se estaban mirando el uno al otro, un detalle tan simple como bonito. ¿Tenía que dejarlo ir?

—Nos vemos— dijo Thayer, que fue el primero en ceder, dándole la espalda para caminar hasta el auto. Mientras tanto, ella se dedicó a entrar a su casa. Aunque antes de cerrar la puerta, le dio un último vistazo. Él todavía no había subido.

Sacudió la mano como última despedida, Thay le respondió con el mismo gesto y le guiñó un ojo, antes de meterse al auto e irse de allí.

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