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IX

"Intenté ser perfecto

pero no valía la pena,

no creo que eso me vuelva real...

Este lugar es tan vacío,

mis pensamientos son tan tentadores,

no sé cómo llegamos a estar tan mal".

(Pieces – Sum 41)

Thayer entró al restaurant, sumamente alterado. El clima apaciguado que se vivía dentro se hizo añicos en un parpadeo, porque el pelinegro tal cual avalancha, cambió el temperamento de todos que lo volteaban a verlo entre confundidos y asustados. No planeaba hacer daño a nadie, por supuesto, pero la preocupación que surgió por desconocer al adulto que cenaba con Maxine, le jugó una mala pasada.

—Thayer ¿Qué estás haciendo aquí?— su hermana lo observó molesta. ¿La había seguido hasta allí? Enseguida supo que así fue.

—De eso hablaremos luego— le respondió, porque sus ojos estaban posados en el hombre que evidentemente, se sentía incómodo. — ¿Vas a decirme que estás haciendo aquí con mi hermana?— le habló al tipo.

—Sal de aquí, luego voy a explicarte— ordenó la chica, todavía sentada sobre la silla.

—No. Él va a explicarme— insistió Thayer, que le dio un par de segundos al hombre y al ver que no reaccionaba, lo tomó violentamente de la camisa hasta elevarlo, casi a su altura. — ¿Qué te pasa con ella, eh?—

— ¡Déjalo, Thayer!— exigió Maxine.

—Suéltalo— Madison desde atrás, intentó tomar el hombro del chico para hacerlo retroceder, pero el hizo caso omiso a cualquier sugerencia. Haría las cosas a su manera.

—Yo le voy a explicar— finalmente habló el hombre, que trató de zafarse.

—Eso es lo que estoy esperando— impaciente, apretó aún más su camisa. A simple vista el sujeto seguía paralizado, porque en ningún momento esperó tal interrupción. Quería explicarle, pero las palabras no le surgían entre tanta presión.

—Ya basta, bájalo— volvió a exigir la castaña, que cada vez se sentía más furiosa con su hermano. Todo aquello era ridículo. Había gente alrededor y uno de los mozos pedía por la policía.

—Estoy aquí con ella, porque yo ...— algo nervioso, empezó a explicar pero su tono de voz sonaba tembloroso.

—Porque es mi papá. Eso es todo— exclamó Maxine poniéndose de pie.

A Thayer se le heló la sangre. Observó al tipo una vez más y empezó a captar rasgos similares a los de su hermana. Los ojos, especialmente el color de sus pupilas. Y recordó algo que le cayó como un baldazo de agua fría, que había visto a ese hombre en su casa cuando él era pequeño. Lo había cruzado un par de veces y luego, de la nada, desapareció. La tierra pareció habérselo tragado. Nueve meses después, llegó Maxine al mundo.

—Tú— susurró Thayer, todavía no le quitaba la mirada de encima. —Abandonaste a mi madre, abandonaste a tú hija ¿y ahora la buscas?— le reprochó, aunque dentro suyo quedaban demasiadas cosas por decirle. Recordaba a su madre sufriendo porque apenas podía sola con dos hijos, rebuscando cualquier modo para sobrevivir y darles la mejor vida posible, mientras dos padres irresponsables desparecieron porque no tuvieron el suficiente coraje para asumir el rol que les tocaba. No lo quería cerca de su hermana, se rehusaba a que siguiera dándole una explicación. Aquel tipo le daba asco. —No te necesita— agregó, aun sosteniéndolo con fuerzas de la camisa.

Madison seguía en el fondo, preocupada por lo que escuchaba y lo que veía. Pero eligió quedarse a un lado, se suponía, era una discusión de familia. Sin embargo, su expresión se alteró cuando por la puerta principal ingresó la policía.

—Suelte a ese hombre de inmediato— ordenó un oficial, que junto a otro se acercaron a Thayer con prisa. El pelinegro soltó al hombre, aunque un tanto tarde, porque acababa de quedar envuelto en un problema.

—Solo estábamos discutiendo— se defendió esperando que no planearan llevárselo.

—Eso tendrá que explicárselo al comisario— el uniformado sostenía unas esposas y sin darle tiempo a nada más, se las colocó a Thayer.

— ¿Qué? No, no se lo pueden llevar. Es todo una confusión, cualquiera en este lugar puede dar fe de eso— Madison también trató de frenar la decisión de la policía, pero tras sus palabras, siguió un vacío silencio que nadie tuvo intención de romper. Ni siquiera Maxine.

—Tendrá que acompañarnos— continuó firme en su decisión. Un policía lo escoltaba y el otro, revisaba la billetera con sus documentos.

Madison sintió un intenso vacío en medio del pecho mientras veía como lo subían al auto y se lo llevaban. La impotencia de no haber logrado detener todo aquello era aún mayor.

— ¿Tú lo acompañaste en esto de seguirme? Están locos.

Mad negó. —Maxine, entiendo que estés molesta. Pero tú hermano solo estaba preocupado por ti— respondió y tras eso, dejó el restaurant dispuesta a dirigirse a la comisaria.

♡♡♡♡♡♡♡♡

El taxi la dejó en la comisaria, minutos después de que ingresaran a Thayer y Madison se aventuró en aquel ambiente, rodeada de policías entre paredes frías y miradas duras. Era la primera vez que estaba en un sitio así. Y como nadie pudo darle respuestas certeras sobre cuando dejarían ir a Thayer, tomó asiento a un costado aguardando a una respuesta o mejor dicho, esperanzada en verlo salir pronto. Pasó cerca de una hora, todavía nadie tenía algo nuevo para decirle y el único movimiento que despertó su atención fue ver a Lexie llegando. Su primera reacción fue agachar la cabeza intentando ocultarse, pero intuyó que sería en vano. Iba a verla de cualquier modo. Además, no estaba de acuerdo en tener que esconderse.

Lexie entró acelerada, pidiendo hablar con el oficial quién le explicó lo que había pasado y al igual que Madison, la mandó a esperar porque aún no había una decisión tomada.

Casualidad o no, se sentó a escasos centímetros de ella.

— ¿Madison?— la mayor la observó, con la intención de comprobar lo que no podía creer. — ¿También estás aquí por Thayer?— alzó las cejas, impresionada.

—Sí. Estaba ahí cuando pasó todo, tuve que dar mi versión— comentó intentando que sonara como algo casual. Era una de las situaciones más incomodas de su vida. Incluso por un instante, pretendió que la tierra se la tragase.

—Que coincidencia— sonrió la contraria sin mostrar los dientes. —A mí me avisó un amigo que también estaba ahí y lo vio todo, si no fuera por él, parece que nadie me habría dicho nada— recalcó. Madison pudo comprender aquello. No debía de sentirse nada bien ser la última en enterarse de los problemas de su novio.

Las palabras a Madison le quedaron atascadas en la garganta, porque Thayer apareció sin las esposas, junto a un oficial que le devolvía la libertad. Al parecer, nadie presentó denuncias en su contra, así que no tenían motivos para retenerlo. Sus ojos recorrieron el cuerpo del muchacho, comprobando a simple vista que no tuviera ningún daño. Sintió alivio al no ver nada alarmante. Dentro de ella, tenía todas las intenciones de abrazarlo pero Lexie estaba ahí en medio, interponiéndose.

— ¿Estás bien?— Lexie se dirigió a él, con un tono de cansancio cargado en su voz. —Quiero saber porque tuviste que ser impulsivo otra vez— recriminó, todavía aguardaban dentro de la comisaria.

— ¿Podemos salir de aquí antes? Ya pasé por demasiados cuestionarios hoy— habló él adelantando sus pasos y saliendo del sitio.

—¿Por qué tuviste que ser agresivo, Thayer? ¿No reconociste que era el padre de tu hermana? Se suponía que lo conocías— cuestionó la chica, olvidando que Madison estaba ahí cerca, oyéndolo todo.

—Lo vi un par de veces, cuando tenía como cinco años. Siento que mi memoria sea tan mala— ambos se estaban involucrando en una conversación que tenía todos los indicios de transformarse en una discusión.

—Probablemente porque no te detuviste a mirarlo y fuiste directo a pelear— continuó. Thayer frunció el entrecejo y negó, al borde de la indignación.

—Acabo de decirte que no lo reconocí. Está bien, si no quieres creerme, no lo hagas. Pero no voy a seguir dándote explicaciones— se rehusó a continuar inmerso en aquel clima que no hacía más que aumentar su tensión. Acababa de pasar por algo desagradable, no podía soportar que siguieran recriminándole sus errores. Creía que quizás lo merecía, pero por ese día, ya tenía suficiente. Esquivó a su novia caminando a paso ligero, dejando sus gritos detrás, sus reproches. Madison lo siguió. Estaba a unas pocas cuadras de su casa, pero quería hablar con él de todos modos.

No lo dejaría solo.

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