Capitulo 1
Hacía mucho calor; el día estaba muy bonito. Me fascinaba aquella temporada, la de verano. Todos andaban de mejor ánimo y con una sonrisa dispuesta a todo, inclusive yo. Me fascinaba el calor y oír los pájaros cantar.
Aquel pueblo era tan modesto y solitario, me gustaba aquello, pero a veces ansiaba a que algo bueno pasará. Algo que en verdad me llenará el alma y me hiciera vibrar. Era de todos los días la misma rutina, la de ir a la universidad, a fiesta con mis amigas y emborracharnos hasta no dar más. De verdad soñaba con que algo novedoso me pasará, pero en aquel pueblito sería imposible.
Guardaba con cariño una foto suya en mi diario de vida. Miré su perfecta sonrisa y suspiré de sueños locos por él. Era obvio amaba a ese hombre, pero sabía en lo más profundo de mi corazón y mente, que él jamás me correspondería. Ni siquiera sabía que yo existía para él. O sea, lo había conocido en dos ocasiones, pero solo fue un contacto de unos minutos, pero aun así quedé más prendida de él. Hablo de Joey Tempest.
Todas mis amigas me creían una loca por estar enamorada de un tipo como él y no me entendían. Eran constantes sus burlas de que yo lo seguía y de que siempre lo había admirado, hasta el punto en que decidí en no volver a tocarles el tema jamás.
Feliz soñaba con que volvería a verlo y sonriendo, recordé que tenía que llevar toda la ropa de la residencial a la lavandería. Tomé el canasto y emprendí el camino hasta la lavandería, que quedaba a dos cuadras de aquel pueblito.
Ida en las calles, miraba pasar la gente por las veredas del frente. Tenía que lavar toda la ropa. Era mi turno esa semana, nos íbamos turnando con mis amigas cada semana y esta vez me tocaba a mí y aunque era un martirio, ese día me sentía muy contenta y con ánimos.
Llegando a la lavandería, abrí la puerta sin soltar la canasta llena de ropa y saludé amistosamente a la dueña de la lavandería, como siempre.
Caminé hasta los pasillos y estos llenos de gente fruncí el ceño y pensé << Esto no me puede estar pasando y justo hoy >>
Acomodé mi vestido blanco, de pequeñas flores celestes y con una cinta también celeste bajo mi busto y me senté de piernas cruzadas sobre una enorme lavadora a leer un libro, mientras esperaba.
Miraba una y otra vez como giraba la ropa de arriba abajo en la lavadora. Era algo monótono, pero para él al parecer era lo único divertido y agradable en ese preciso momento. Algunos pasaban por su lado, pero no hacían el mayor escándalo, algo bueno para él.
Tenía al parecer bastante ropa aún por lavar y sonriendo, cargó otro poco de detergente y lo esparció en la lavadora.
Di un suspiro y miré una lavadora al fondo del pasillo. Al parecer ya pronto terminarían de ocuparla. Cerré mi libro, me bajé de la lavadora; tomé mi canasto lleno y fui hasta ella.
Llegué hasta el fondo del pasillo y vi que aún la estaban usando y acercándome, mi corazón quedó paralizado, incrédula total y él volteándose, me miró y me sonrió.
_ Hola ¿Qué tal?
_... Hola, jejeje - me puse nerviosa y las piernas me temblaban - Tanto tiempo - él me volvió a sonreír -
_ Si, así es
_ ¿Es decir me recuerdas?
_ Jejeje, claro que sí, aunque todavía no sé tú nombre - le sonreí -
_ Soy María José
_ Que tierno jejeje, bueno no es necesario que yo me presente
_ Jajajaj, si es cierto
_... - él me sonrió -
_ ¿Y qué haces aquí? Jejeje, es decir ¿tú en una lavandería?
_ Jajaja, lo mismo que tú. No me gusta que otros laven mi ropa siendo que yo puedo hacerlo perfectamente
_ ¿De veras?
_ Si, así es - me sonrió coqueto - ¿Y tú eres de por aquí?
_ Si, más o menos. Estoy en la universidad y me vine a vivir con unas amigas a una residencial - me miró y miró mi canasta llena de ropa y sonrió -
_ Y veo que tienes mucha ropa que lavar jejeje
_ Si, un poco jejeje
Le dije sonriéndole con vergüenza y él me sonrío intenso.
_ Nunca creí volver a verte y menos en un lugar como este
_ Lo mismo digo yo - lo miré anonadada y mi corazón me latió aún más alborotado -
Joey me miró y yo aún plasmada, no lo podía creer. Ese algo que tanto había ansiado, por fin estaba y era nada menos que él.
Nos sonreímos y él coqueto, me destelló con sus lindos ojos y él se perdió en mi eterna sonrisa para él.
_ ¿Y qué estás estudiando?
_ Literatura - él me sonrió - Me encanta escribir, bueno siempre lo hice, desde que era una adolescente
_ Que interesante - le sonreí -
_ Gracias, aunque la universidad a veces es muy exigente
_ Me imagino que sí, pero si te gusta, debes esforzarte y así lo lograrás. Luego verás los resultados de tu esfuerzo - le sonreí -
_ Que tierno. Muchas gracias por tu consejo...
Él me sonrío y se rascó la cabeza algo apenado por lo que yo le había dicho. Yo lo observé y más lindo y tierno me pareció. Me fascinaba verlo en esa faceta avergonzado.
Él me miró y yo solo sonriéndole, pensé en pedirle si me podía tomar una foto a su lado, pero pensé y creí que no sería buena idea, aparte me dio mucha vergüenza y él me observó.
Ruborizada, le volví a sonreír y torpemente me agaché a tomar el canasto y él se agachó frente a mí
_ Parece que esa canasta está muy pesada. Deja cargarla por ti - le sonreí y más me derretí por él -
_ Jejeje, no es necesario
_ Claro que sí
Me dijo y cargó rápidamente la canasta y la dejó sobre la lavadora y yo lo miré y le volví a sonreír -
_ La verdad, si estaba un poco pesada. Gracias - él me sonrió -
_ Jejeje, yo ya terminé. Te cedo mi lugar - más le sonreí y él me miró -
_ Gracias, otra vez jejeje
_ Por nada
Sonriéndonos, él me miró y yo tímida, comencé a echar la ropa en la lavadora y él se quedó ahí junto a mí y solo me miró. Observó mi vestido y los detalles que tenía y sonrió tierno.
Sentí su dulce presencia detrás de mí y me morí de nervios, mi cuerpo se paralizó por completo, el corazón me latía descontrolado y sentí que mi rostro ardía y él sin apartarse de mí, me miraba con destellos e intenso.
Me volteé y él me miró y yo le sonreí toda ruborizada y nerviosa, extrañada de que aún no se fuera.
_ Eh, creí que te irías...
_ Eh no, no tengo prisa ¿Por qué? ¿Te incomodo?
_ No, para nada jajaja, es que creí, no sé, qué te irías y bueno... - me sonrió -
_ No, tranquila. Tengo todo el tiempo del mundo. ¿Te importa si me quedó hacerte compañía? - más me sentí ruborizar y me llené de alegría -
_ ¡Sí! quiero decir, si me encantaría Joey, así no se me hará tan largo el tiempo aquí... Aunque ahora no quiero que pase - me miró detenidamente y yo me perdí en él -
La gente entraba y salía de aquella lavandería y ambos yacíamos charlando de cualquier tema y riéndonos, a mi había simpatizado muchísimo Joey. Era muy entretenido para platicar, aunque a veces un poco tímido y eso me hacía quererlo y admirarlo aún más. Ahora ya no era solo un cantante, si no su persona lo que más me estaba atrayendo y volviendo loca por él.
Él mirándome, sus ojos me destellaban a cada instante y yo más que feliz, los miraba con amor. Me sentí la mujer más feliz de todas, estaba platicando con Joey en una lavandería, la lavandería que nunca creí que podría pasarme algo tan inusual y mágico, ese día fue la excepción y la ocasión.
Sin imaginármelo, a Joey le simpaticé mucho y a pesar de que él me llevaba muchos años, congeniábamos los dos.
Me faltaba solo la ropa negra para echar, tomé el detergente y torpemente se me cayó y Joey se agachó atento y me lo recogió.
_ Ten - le sonreí
_ Gracias - él me sonrió -
Ya tenía toda la ropa lavada y seca. Joey me sonrió y yo también le sonreí y mi corazón dichoso y más fascinado por él, aun no quería que aquello se acabara y que tuviéramos que decir adiós.
_ Bien Joey, ya terminé con mi ropa así que, debo irme a la residencial
_ Jejeje, de acuerdo... Fue muy bonito volver a verte, al menos aquí en este lugar
_ ¿Lo dices en serio? Quise decir, para mí también fue toda una alegría el haber vuelto a verte. Creí que nunca pasaría de nuevo
_ Jejeje, las cosas pasan cuando menos te lo esperas - me sonrió - Yo también la pase muy bien platicando contigo ¿sabes? A la mayoría de los de tu edad se aburren con gente un "poco" más grande que ustedes
_ Jajaja, pero no todos. Ojo, aquí ya tienes una excepción
_ Y me fascina - lo miré abruptamente y él me miró detenidamente y luego me volvió a sonreír...
De regreso a la residencial, no podía olvidarme de Joey, de que lo había visto en la lavandería y que él me había reconocido y que yo le había simpatizado mucho y sonriendo, caminaba casi saltando por las calles y riéndome sola, casi no sentía el peso de mi canasto y vibrante. Solo pensaba en él y añoré volver a verlo. Sabía que eso no pasaría de nuevo, pero no me importó y amándolo más y más, tenía que contarle de todo esto a alguien, estaba como un volcán a punto de explotar y pensé de pronto en que mis amigas nunca me lo creerían y me tomarían por una loca esquizofrénica, de modo que preferí callar y toda mi emoción y dicha me la guardé solo para mí y mi enamorado corazón.
Había sido tan atento y lindo conmigo. Era un hombre excepcional, tal como yo siempre lo había imaginado y soñado. No había hombre como él era y sería mi novio eterno.
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